Hace poco escuché unos comentarios sobre la falta de concentración generalizada debido al haber vivido con demasiada rapidez. Nos han acostumbrado a vivir con todo hecho, en menos de un milisegundo, de inmediato. ¿Qué quieres una casa? Mañana tienes las llaves. ¿Un viaje? ¡Qué haces que no preparas las maletas! ¿Por qué no te cambias de coche? Si hace un año que lo tengo ¿Huy ya esta obsoleto, ve a comprate otro ahora mismo que te lo van a dar con muchísimas facilidades... Y eso trae sus consecuencias...
Si lo trasladamos a otro ámbitos como es el de Internet y la comunicación global el resultado es tanto de lo mismo. No se is os habéis fijado pero cada vez hay menos gente que, sin hacer nada tiene menos tiempo para leer o escribir en blogs. Fenómenos como las redes sociales, en concreto Twitter o Facebook han ido mermando ese placer por la lectura sosegada, en todos los ámbitos, ya sea mediante el uso una pantalla de ordenador como a través de un montón de hojas de papel cosidas o apiñadas. A la gente, no toda, le está costando sentarse a leer un libro, o insluos leer un post y reflexionar con lo que hay escrito (eso en el caso de que el post tenga un contenido que merezca la pena, claro está) Es más sencillo y cómodo leer mensajes rápidos, casi telegráficos, que detenerse ante un texto con cierta sustancia. Sí señores, hay que admitirlo, las redes sociales son como el Fast Food de la información: Los mensajes entran, apenas se mastican, se tragan y se cagan como un ataque incontrolable de diarrea inesperada. Bien es cierto que en estos lugares (que no dejan de ser patios de vecinas virtuales) aun hay gente con arte. Personas con cierta gracia y poderío que con la brevedad pueden hacer reflexionar (en cualquier sentido, hasta el mas chuzo), incluso de participar. Entre la maraña de mensajes por segundo todavía hay quienes saben hacen sentir algo cuando se los lee, que te conmueve, que hace aflorar las emociones cuando de repente ves publicado algo (aunque sea un simple video) en su muro o el tuyo o el de perico de los palotes... Pocos, pero los hay. Ojo, no estoy en contra de la redes sociales, en absoluto. De momento me divierten pero reconozco que como muchos me de dejado arrastrar por su inmediatez y por su culpa (en todo caso rectifico: la mía) he abandonado otros hábitos que incluso me seducían mucho más como escribir en este blog.
No se si se tratará de un nuevo síndrome (lo más seguro que sí) Tal vez os suceda también como a mi pero de un tiempo a esta parte desbordo tanta ansiedad acumulada, tanta tensión por hacer muchas cosas a la vez que cuando me pongo me aburro rápidamente y deseo iniciar otra tarea de nuevo. Es como si funcionase a contrarreloj y tratase de recuperar (de forma incorrecta) todo el tiempo perdido.