Como ya dije con el DVD: El home cinema es un gran invento, pero de vez en cuando, la apatía nos posee. ¿Por qué?, por el arduo proceso de poder ver una película en condiciones. Es decir:
1) Decide qué película quieres ver de una interminable listado excel con filtros automáticos incorporados.
2) Baja la pantallita de marras y, sobre todo, consigue que no se vuelva a enrollar.
3) Conecta el proyector al reproductor de DVD que más te apetezca (de los cinco que tenemos en el comedor)
4) Comprueba que el equipo de sonido reconoce la entrada óptica.
5) Estira el sofá para que quepamos los dos.
6) Elige el idioma y subtítulos (si procede)
7) Ponte los auriculares para no molestar a la susodicha vecina (si no me los he dejado en el trabajo)
Vamos, que este proceso a veces se complica y es por eso que, entre semana, nos dedicamos a zappear como posesos en busca de algo, digamos, interesante. ¿Y qué le puede interesar a este par?. Grandes hermanos y casas de tu vida aparte, nos gusta un buen documental, un buen informativo o, en su defecto, una buena película. Así que un día (bueno, una noche para ser exactos) dimos con 15 minutos en Antena 3. Esa de Robert de Niro y no sé quién más que va de unos asesinos en serie que filman sus asesinatos y demás. Vamos, que no sé porqué la películas nos enganchó. Y llegaron los primeros anuncios. Un cuarto de hora más tarde (yo me dediqué a hacerme las uñas, fosqui se dedicó a comérselas (las suyas)) la película prosiguió. Poco después otra pausa publicitaria. Y así hasta creo que tres (o cuatro, no me dedico a contarlas). Lo que nos pareció de juzgado de guardia fue la última. En concreto duró otro cuarto de hora cuando a la película le quedaban tres escasos minutos de duración (no cuento el tiempo de los títulos de crédito porque, total, no los ponen). Que esto te lo hagan en una película como Xanadú lo encuentro hasta excusable, pero que te corten la escena cumbre para ponerte anuncios de productos con Tonalín y condones que se colocan como si lanzaras anillas a un palo (sic) lo encuentro excesivo.
En resumen: otro día nos alquilamos el DVD, seguimos el protocolo de los siete puntos antes citados o, en su defecto, zappeamos en busca y captura de informativos o documentales que seguro que ponen menos anuncios.
Por cierto, la queja no sólo es para Antena 3 sino para todas aquellas cadenas que interrumpen con anuncios el clímax de una película.
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