miércoles, noviembre 11, 2009

Cliffhanger/ El día que nos casamos

Se le llama Clifhanger a aquellos momentos en los que una película, serie o novela los protagonistas quedan pendientes de una cuerda flotando sobre un abismo. La última (y precipitada) vez que escribí en este blog acabé la frase despidiéndome de vosotros porque me iba a buscar a mi hermana ya que esa misma mañana me iba a casar. Igual muchos de vosotros os preguntaréis a estas alturas si hubo o no ceremonia... Pues sí, la hubo, en realidad hubieron dos ceremonias, ambas muy emocionantes aunque una ligeramente más seria que la otra y con tan solo 24 horas de diferencia. 

Uno se pregunta a veces como va a ser el día de su boda, por lo menos una vez en su vida, aunque en el caso mío, con mi condición hubo un instante en el que reconozco que nunca llegué a plantearme como iba a ser ese día.


Casarse es toda una celebración. Nosotros queríamos algo desenfadado, divertido donde no hubiera barreras y evitásemos incomodidades. Lo conseguimos, vaya si lo conseguimos, pero no quiero adelantar nada aun, sobre todo a los que desconocéis todo lo sucedido. En un día tan especial procuras rodearte de mucha gente, gente que ha pasado por tu vida y que han formado parte de ella, algunas de forma comprensible por estrechos lazos familiares, otras por amistad y algunas porque te apetece mucho que vengan. Hubo ausencias, gente que no pudo asistir por compromisos anteriores y otros porque simplemente no nos dio la puñetera gana de que compartiesen ese día tan especial con nosotros, así de claro. Era nuestro día y nosotros elegíamos quienes entraban en ese circulo y quienes se quedaban fuera.


Sí, tuvimos mucha suerte de celebrarla con quienes realmente queríamos celebrarla e incluso poder compartir aquellos momentos previos (preparación, organización etc...) con gente muy cercana a nosotros. Nos sentimos muy arropados y agradecidos. Además fue muy divertido todo el proceso anterior a las ceremonias; intenso, pero muy divertido. Desde el principio decidimos que nuestra boda no sería una boda muy normal, en un sentido de que deseamos celebrarla de una forma especial, fuera de clasicismos y parafernalias de etiqueta. Para eso ya estaba el día de la ceremonia en el juzgado aunque al final fue más discreta que pomposa. Ojo, que diga discreta no significa que no fuese emotiva. Hubo sus muy buenos momentos, abrazos, lloros, risas... (los discursos de los testigos llevaban mucho de estos ingredientes en su interior) pero aunque era el día oficial, el día que realmente nos convertíamos en matrimonio la esencia de la boda, el día grande era la mañana siguiente, concretamente a las 11 .

Preparar una boda hawaiana tiene su qué. Suerte que es una clase de boda desenfadada, fiestera, alegre y divertida pero insisto tiene muuuucha preparación de por medio. Elegir el buffet de la comida fue más sencillo de lo que parece, además resultó todo un éxito y eso que nos alejamos de buscar ofertas con la palabra boda estampada en letras negras sobre un papel. El mejor truco: Disfrazarlo como evento familiar. Sale mucho más barato, os lo aseguro. En el buffet (que uno apenas pudo comer algo) todo lo que se dice todo estaba muy bueno, lo se porque no quedó nada en las bandejas y porque no sólo comieron los invitados sino que encima también cenaron. Si a eso le añadimos 5 paellas impresionantes que prácticamente volaron de sus respectivas paelleras más un pastel de diseño exclusivo que desapareció en un suspiro podemos certificar que el ágape fue todo un éxito. La bebida sobró por todos lados y también había de todo. Muchos de los invitados salieron muy contentos pero sin perder el equilibrio gracias a los cócteles Hawaianos preparados por Amparo y sus chicos. La piscina era como la fuente de la resurrección para acalorados, etilizados y docenas de niños que pululaban por doquier. ¿Cuanta gente vino os preguntareis? Nosotros calculamos unas 130 personas pero corren rumores que había más. María anfitriona de la casa me acompañó al altar (mi hermana lo hizo el día anterior); a Miguel lo llevó su madre que se metió en el personaje de hawaiana y se lo pasó bomba. Contratamos una animadora que fue todo un éxito, dos seguratas una persona que se ocupaba de la limpieza y yo, personalmente de una actriz que le hizo una perfomance a Miguel de mujer abandonada y embarazada que despertó las risas entre los allí presentes. Hubo momentos muy emotivos, como el discurso de mi sobrino hablando de lo agradecido que estaba de estar con nosotros y no con su padre (muchas lagrimas tras sus palabras) o cuando agradecimos a mi hermana de habernos dado la oportunidad de ser padres y ella subió (acompañada por mis primas al altar) Hubo mucho baile, Karaoke (la que se lió cantando hasta con coros de 10 personas), concursos y diversión hasta pasadas las 2 de la madrugada.

Fue un día muy bonito. Inolvidable. Cada rostro que nos acompañaba pertenecía a una etapa de nuestras vidas, había muy buen rollo y muchas ganas de pasárselo bien. Más que una boda nosotros lo contemplamos como el final de temporada de una de esas teleseries de muchos capítulos en donde los protagonistas han pasado muchas calamidades y ahora les llega el momento de disfrutar de unos instantes de felicidad.

Pero cuidado, aquello no era el final de nada, sino el principio de algo que justo después comenzaba como una temporada nueva llena de emociones y sobresaltos.