domingo, abril 29, 2007

Volviendo a ser.

El martes por la mañana, el día que mi hermana bailaba ABBA con la mente la llevé de compras. Me lo había pedido ella. No era la primera vez que lo hacíamos y al parecer cada vez que salíamos disfrutaba mucho con la experiencia. Luces, colores, bullicio, libertad de escoger lo que ella quería y le apetecía. Me daba la sensación que al ir de compras e inundarse del espíritu consumista recuperaba algo que había perdido, algo llamado independencia y que la hacía sentirse de nuevo como persona y no como una enferma desubicada, encerrada en un geriátrico lleno de agonía y decrepitud. Le pregunté a mi hermana donde quería ir teníamos varias opciones. Una de ellas era ir al Mercadona, otra al Caprabo (dos supermercados de alimentación) o bien volver a Hipercor/Corte Inglés de Cornellà donde además de comida había tiendas de ropa, revistas y un sin fin de cosas más. Su rostro se iluminó al mencionarle el lugar. Ya habíamos ido la última vez que había disfrutado mucho, además para ella fue como volver de nuevo al pasado cuando mi madre, ella misma y yo acudíamos a comprar cuando éramos más jóvenes. Recuerdo haber pasado tardes los tres revolviendo cajones de ropa ayudando a mi madre a buscar alguna ganga en la sección de oportunidades. Mi madre era una gran experta en encontrar materia prima de calidad entre tanto trapo revuelto. A nosotros nos gustaba ayudarla, sólo un poco, ella nos recompensaba alguna que otra vez comprándonos un disco o una camisa, falda o pantalón. Llegamos a los grandes almacenes después de pasar por el banco, gestionar el asunto de la fe de vida y sacar dinero, su dinero, del que ella se le había privado bastante tiempo atrás al apropiarse el capullo de su libreta y tarjeta de crédito. Le pedí a ella que eligiese la cantidad que quería sacar (disfrutar) y ella sacó doscientos euros más recargó su teléfono móvil con veinte euros más. Después de lo que había pasado importaba una puñetera mierda cuanto se quería gastar en ella o como en que lo iba a utilizar. En el supermercado utilizamos la misma ruta que la última vez, compró exactamente lo mismo. Es curioso porque mi hermana nunca era de comer mucho dulce. Su estrecha y molesta relación con el Parkinson la ha vuelto adicta al chocolate y a los hidratos de carbono en su amplia gama de productos alimenticios. Todo tiene una explicación. Su cuerpo se mueve involuntariamente las veinticuatro horas del día. Para dormir necesita medicamentos relajantes muy potentes ya que si no se los tomase jamás conciliaría el sueño. Así al quemar tantas calorías necesita toneladas de azúcar. Devora bollería industrial, zumos y productos de panadería a velocidad del rayo. Lo más curioso (y si se quiere ver ventajoso) de todo es que no tiene ni un ápice de grasa en su cuerpo. Es un esqueleto viviente fibrado (pero no trabajado) ya que no supera los cuarenta y cinco kilos de peso con un metro setenta y cinco de altura. Suele comer con mucha ansiedad, casi siempre de madrugada que es cuando su cuerpo parece estar más dormido y puede controlarlo un poco más. Así pues compro todo los sabores de zumos que había en la estantería, bombones Ferrero Rocher, varias cajas de Donuts de chocolate, productos de higiene personal, una tarta de Santiago, bocadillos, chips de atún, tortilla, sobrasada, chocolate, paté, jamón y queso. Ella agarraba el carro de la compra con tremenda emoción, conduciéndolo por los pasillos mirándolo todo con los ojos como platos. Desde hacía mucho tiempo que ella no disfrutaba tanto. Se veía a veinte leguas. Yo la dejé que llevase la iniciativa, dejándome llevar como una prolongación del carro de la compra. Ella no hablaba. No podía. Pero por gestos se le entendía a la perfección. En un momento dado sucedió algo. Llegamos a la sección de ropa. Ella se detuvo sobre un cajón con medio centenar de piezas de ropa revueltas una sobre las otras. Sin decirme nada se puso a revolver las prendas. Era ropa de verano, bañadores para niña. Estudiaba las prendas con minuciosidad. Estaba eligiendo algo, un bañador para su hija. Eligió uno estampado muy bonito. Lo metió en el carro. Avanzó unos pasos. Mirando toda la ropa con atención. Le pregunté si quería que le ayudase a encontrar algo más. Me dijo que si. Nos acercamos a un aparador donde había unas blusas de lino con unas florecitas estampadas en el cuello. Elegí una de color rosa y a continuación una chaquetilla de ganchillo tipo top. Compaginé ambas y el resultado era muy atractivo. Lo metimos en el carro. Entonces nos dedicamos a buscar algo para el niño. Compramos una gorra y unos calcetines de los Simpson (a él le encantan) y un conjunto de camiseta, camisa y pantalón con motivos de Formula 1 y una camiseta de pirata. Mi hermana disfrutaba eligiendo ropa. Por un lado y como ya he comentado más arriba volvía a recuperar su papel de persona, dejando a la enferma completamente de lado, perdida vete a saber dónde o en qué lugar. Por otro lado, recuperaba los momentos agradables de compras junto a mi madre y, a por ultimo conseguía recuperar de nuevo su función como madre. Ultimamente los niños solían presumir delante de ella de las cosas que su padre y sus tías les agasajaban. Ahora le tocaba el turno a ella, salvo que las intenciones no eran las mismas que las perpetradas por la familia paterna. Había muchísimo amor en aquellas compras. Para ella era una forma de decir: “¡Hey! Sigo estando aquí, puedo elegir por mi misma y comprar con mi dinero lo que yo quiero. No hace falta que me traigáis nada como a una enferma. Me lo puedo comprar yo. Además yo puedo agasajaros si se me place.“ Salimos del supermercado cuando a ella le dio la gana. Yo le compré a los niños un bañador para él y un top tipo chándal con caperuza roja para ella. Me apetecía mucho hacerlo. Por mucho que mis sobrinos estuviesen a malas conmigo. Mi hermana compró varias revistas para ella y regresamos al hospital. Cuando llegamos a la habitación a mi hermana le hizo mucha ilusión enseñar lo que había comprado a las enfermeras. Cosa que hizo muy feliz. Yo la miraba y me alegré muchísimo por ello. En mi mente solo quedaba una cosa, pedí al cielo que los niños no rechazasen sus regalos. Sería muy cruel por su parte y un grandísimo disgusto para ella.

viernes, abril 27, 2007

Mi hermana baila con la mano.

Uno se sorprende a veces del poder estimulatorio o curativo de la música. Ya he comentado en varios post el “experimento” que practico con mi hermana cuando le pongo la música que a ella le gusta en el coche. Siempre suelo elegir temas que para ella sean familiares, que correspondan a una época en la que ella era feliz, curiosamente de antes de que apareciese mi cuñado, cuando ella vivía aun en casa y mi padre nos deleitaba con intensas sesiones con música de todo tipo. Era en la época de los 70 y muy a principios de los 80. Mi hermana le gustaba bailar. Mucho. Sus gustos musicales iban desde los Bee Gees, la ELO, ABBA, The Beatles, Elvis, la música disco, el Thecno Pop, o interpretes solistas como Neil Diamond o Charles Aznavour o incluso clásicos como Beethoven, List, Brahms o musicales como West Side Story, Grease u Oliver! o las bandas sonosras de John Williams, Morriconne o Goldsmith. En mi casa siempre sonaba música y la mayoría de las veces llegaba de la habitación de mi hermana. A causa de su afición mi madre se las había que tener con algún que otro vecino que no entendía porque mi hermana se pasaba todo el día dale que te pego con el tocadiscos. La llegada del capullo en su vida no le hizo muy bien a su pasión musical. Esta fue desapareciendo tan rápida como inesperadamente de su vida. A veces me sorprendía su repentino desinterés, pero conociendo a mi cuñado no acabó de sorprenderme mucho. La pasión musical ha sido nula en los niños. Quizás ahora más mayores se han acercado a algún tema musical puntual pero nada comparado con el afortunado empacho melódico que mi hermana y yo llevábamos en la sangre desde que eramos renacuajos. Mientras vivieron con nosotros traté de inculcarles un poco de cultura musical con cierto éxito. Algo que me satisfizo bastante. Lo mismo sucedió con el cine. Convertir a mis sobrinos en cinéfilos fue una experiencia muy satisfactoria. Mi sobrino descubrió (con pasión) el cine de Truffaut (le encantaba La Piel Dura) y mi sobrina (y el niño también) se lo pasó en grande con películas como Whale Rider, la Noche del Cazador, Cuenta Conmigo, Poltergeist (aun David se acuerda el día que vimos la peli con ellos en el proyector de casa) o Gremlims (mi sobrina lloraba a mares cuando los bicharracos atizaban al buenazo de Gizmo). Redescubrir el cine con ellos también ha sido una extraordinaria experiencia como “padre” educativo. Era como volver a verlas de nuevo. Volviendo al tema de mi hermana. Resulta que el día que fuimos al banco para el tema de la fe de vida le puse música. Concretamente ABBA. Recuerdo que en sus tiempos ella se las sabía todas y su pasión por el grupo nórdico era tan comparable como el que sentía por los guaperas de los Bee Gees. Temas como Money Money, Honey Honey, Hasta mañana, The Winner Take It All, Waterloo sonaban sin parar en el reproductor de MP3. En un momento me fijé de reojo en ella. Estaba muy feliz. Me pareció que estaba escuchando atentamente cada tema como si con ello su mente tratase de grabarlo. Incluso pensé que su mente estaba tratando de rememorar aquellos momentos de juventud cuando mi padre nos pinchaba música sin parar y nosotros bailábamos felices en el salón de casa. Un detalle me hizo darme cuenta de lo que estaba sucediendo. Mi hermana estaba bailando, de nuevo. No lo hacía casi a simple vista, sino que gran parte de ello lo hacía mentalmente. Tan sólo su mano izquierda (ella es zurda) bailaba. Hacía domo de pie y seguía alegremente el con ritmo las notas musicales. Os puedo asegurar que aquel movimiento nada tenía que ver con el Parkinson. Era un movimiento voluntario. Ella lo controlaba a su antojo. Lo hacía suyo. Me alegré mucho por ello esbozando una sonrisa. Y es que al verla feliz, aunque fuese durante unos segundos, lejos de las desgracias que la acosaban era mucho más valioso que cualquiera de los tesoros del mundo.

Un atisbo de esperanza.

El martes nos reunimos con la representante del EAIA. Fue en el hospital, sin duda algo mucho más cómodo para mi hermana. Al principio entramos ella y yo. Miguel se esperó un rato afuera. La representante se presentó comentándonos (y sobre todo aclarándonos) que el EAIA no iba a juzgar en ningún momento a nadie. Su función era y sería siempre la de proteger los menores y sobre todo tomar las determinaciones pertinentes de quienes deberían hacerse cargo de ellos para conseguir así su bienestar. Esta vez mi hermana podía hablar un poco (el Parkinson de nuevo le impedía comunicarse al cien por cien) También podía escribir. Hablamos de mis sobrinos, de la situación familiar y sobre todo de las condiciones de cuidado que somete a ellos mi cuñado. Aparecieron varios temas. Ante la pregunta de por qué a mi hermana se le tardó tanto en diagnosticarle el Parkison mi hermana le comunico: “Mi marido no me llevaba al médico” (recuerdo que mi cuñado se ponía de los nervios cada vez que mi hermana tenía que ir al ginecólogo. “No soporto que otro hombre le mirase el coño a su mujer” decía.) La representante del EAIA le preguntó porque no había ido ella sola o acompañada de alguien a un consultorio. Ella le contestó “No me dejaba salir ni tener amigos, sólo podía relacionarse con su familia y en todo caso con la de ella”. Se comentó un terrible episodio sobre un aborto y un ligamento de trompas sufrido mi hermana poco después de haber nacido mi sobrino. Al parecer se había quedado embarazada de nuevo en plena época de cuarentena. A él (para chulear ni bajarse del burro) no le preocupaba para nada la situación. Decía: “Si mi hijo o hija ha de nacer que nazca. Donde comen dos comen tres” (Os recuerdo que él viene de una familia numerosa con un total de ochos hermanos un padre casi siempre en paro y una madre dominante y siempre quejándose de que estaba enferma que ríete tu de la de Norman Bates). Cuando vio que el médico le insistía en que mi hermana corría peligro pareció entrar en vereda y desistió de la idea de ser padre de nuevo. Como mi hermana era alérgica a los anticonceptivos el médico le sugirió a él que si no podían tomar precauciones entonces se plantease el practicar una vastectomía. El capullo (como no) se negó en rotundo. “Yo no me pienso operar porque no quiero perder la virilidad” le dijo con cierto orgullo ignorante y machista. Al final mi hermana accedió, abortó y posteriormente se le practicó un ligamento de trompas. Otras cosas que se hablaron fueron sobre la insistencia por parte del capullo en que mi hermana firmase misteriosos documentos o sobre el tema del alcoholismo. La representante del EAIA nos sugirió si mi cuñado solía beber (intuimos a esa pregunta que el capullo se había presentado a la entrevista bastante mamado y subido de tono, vamos, en su línea para variar) Ella si remarcó el haberse percatado el tema de la higiene (él y la purria son y han sido siempre íntimos e inseparables) ya que lo había comprobado in situ. Sobre los misteriosos papeles nos preguntó que cuál era la intención de él con esas firmas. Yo le comenté varias opciones desde renunciar a sus hijos, considerarse inútil o renunciar a la potestad y delegarla a él a una de sus cuñadas. La mujer dijo que mi hermana de momento no firmase nada, si así estábamos más tranquilos. Entonces hizo que Miguel entrase y participase en la entrevista. Entre los dos comentamos todo lo que había sucedido en casa durante la estancia de los niños, así como episodios sucedidos a lo largo de estos meses (amenazas de muerte, llamadas de teléfono etc, etc…). Ella se interesó bastante sobre nuestra función como “padres adoptivos” de los niños. Dejamos bien claro que fue mi cuñado quien se llevó a los niños, que nos aportaba una miseria para mantenimiento de los mismos. Una cosa que se quedó bien clara es que aquella no iba a ser la única entrevista y que durante un tiempo tanto nosotros como los niños nos íbamos a ver obligados a compadecer en otras nuevas entrevistas para aclarar, enriquecer o añadir más datos a todo este asunto. Otra cosa muy importante que se dejó clara era que los niños debería tener mucho mayor contacto con su madre (nada de visitas relámpago de cinco minutos una vez a la semana) y un nuevo acercamiento por parte de los pequeños hacia mí y Miguel. Con la posibilidad de poder llevarnos los niños de vacaciones o poder disfrutar de ellos en estancias cortas. Dijo que trataría de conseguir que los niños pasaran este verano con nosotros en Normandía (Eurodisney incluido) ya que sería de mucha ayuda a los niños y un deseo de su madre por que pudiéramos recuperar todo el amor que y confianza que habían perdido. Comentamos la (mala) influencia del Sargento de Hierro tanto en el padre como en mis sobrinos. Ella nos tranquilizó comentando que los niños iban a ser estudiados y tratados por un equipo de psicólogos, educadores y pedagogos por lo que nos pedía paciencia. Si nos aclaró que los síntomas que presentan los niños son normales, sobre todo en casos de maltratos o anomalías familiares. Vamos, que aquello no era una novedad para ellos. Nos aseguró que ya estaban acostumbrados a desenmascarar este tipo de situaciones de acoso, manipulación o coacción. El informe del colegio también sería importante y esclarecedor. De momento lo que había comentado con la directora nos ponía tanto a Miguel como a mí en una situación privilegiada. En ningún momento nos sugirió si Miguel o yo queríamos quedarnos con los niños en el caso de que su padre fuese declarado incapacitado, al ser nosotros quienes lo sugerimos su semblante se iluminó dejando claro que había predisposición por nuestra parte. Se habló de los maltratos muy por encima, aunque si les prestó atención. Si nos comentó que mientras mi cuñado demostrase luchar por mantener a sus hijos se les daría una oportunidad, a no ser que hubiera indicios graves que hiciera necesario alejar a los niños de él. Otro de los comentarios que salió a flote era la diferencia social entre mi cuñado y nosotros. Temas como la educación, el saber estar, la forma de hablar, su capacidad por contradecirse, su falta de argumentos sólidos etc, etc... Un comentario de ella respecto al capullo (Nos insinuó: “Es que nos ha parecido que a su cuñado aun le falta mucho por pulir ¿no?” Yo rápidamente le contesté, con cierta ironía: “¿Mucho? Pero si aun esta dentro de la montaña”) nos dio a entender que ya había visto asomarse las orejitas al lobo. Cuando estaba a punto de finalizar la entrevista la asistente de EAIA le preguntó a mi hermana: ” Carolina, ¿tienes algo que decir?¿Algo que quieras expresar y comunicarme?” Mi hermana asintió con la cabeza. Tomó el bolígrafo en sus temblorosas manos y comenzó a escribir en la libreta llena de torpes garabatos. “QUIERO QUE LOS NIÑOS VUELVAN CON RICHARD Y CON MIGUEL” y se echó a llorar con una mueca de desesperación. Se hizo un silencio en el despacho. Me costó mucho aguantarme las lágrimas. La representante del EAIA le dijo y con un nudo en la garganta: “No te preocupes. Haremos todo lo posible para que eso sea posible si es necesario” Su voz sonaba compungida y sus ojos brillaban de una forma especial. Como al borde de la emoción. Más tarde Miguel me dio a entender que para él también había sido un momento muy emotivo y difícil de contener. Acabamos aquella primera entrevista con bastante optimismo. Se lo comunicamos a las enfermeras que nos animaron con una franca sonrisa. De momento nos tocaba esperar. Por lo menos había un vestigio de que se podría recuperar a los niños. Y sobre todo el hecho de poder llevárnoslos este verano a Francia de vacaciones era algo que deseaba con toda mi alma. Pero me temo que mi sobrino tenía mucha razón cuando me dijo: “Mi padre no lo soportaría”. Aunque pienso que negarse no sería nada recomendable para él en este momento.


Por si os interesa.

Acabo de abrir la opción de envio de correo electrónico desde cada post por si os apetece hacerlo a mi correo privado y no os interesa que los demás lo lean. Prometo no publicarlo sin vuestro previo permiso. ¿Ok Dani? ;))))

jueves, abril 26, 2007

La trampa del escorpión.

Se me olvidaba. Me comentó María que el capullo había llamado a mi hermana insistiéndole que firmase otro papel. Esta vez la (torpe) excusa era que tenía que presentar en el banco una carta firmada dando fe de vida y así seguir cobrando su pensión. De nuevo se demostraron varias cosas. Una de ellas era que mentía de nuevo. Vayamos por partes: La carta de fe de vida la recibí yo porque el correo de la nueva cuenta de mi hermana lo tengo domiciliado en mi casa. En dicha carta no se comenta nada de firmas, solo que debe llamar o presentarse directamente en cualquier oficina de la Caixa. Tercero, esto demuestra que el capullo aun o ha descubierto que ya no tiene acceso a la cuenta y que la libreta y tarjeta que él tiene en su posesión se encuentran completamente anuladas. Lo sabemos porque si lo hubiese descubierto habría entrado ya en cólera. Otro dato al respecto es que él le dijo a mi hermana que aun no había tocado la cuenta. Al parecer todavía le queda dinero de la venta del piso de su madre por lo que no necesita recurrir a dinero de terceros. Cuarto, ayer mi hermana y yo acudimos personalmente al banco donde se nos confirmó por enesima vez que no había que firmar nada por lo que respecta a la fe de vida, sino simplemente nos requeteconfirmaron que había que llamar directamente o presentarse en cualquier sucursal. Todo esto del tema de las firmas se lo hize saber a Paloma. Ella me comentó que llamaría al abogado de mi cuñado para preguntar qué clase de documento trata de hacerle firmar con insistencia.

La trampa de la araña.

Cuando uno conduce a solas, a pesar de la música que suena en el interior del vehículo la cabeza no cesa de trabajar maquinando todo tipo de pensamientos, propuestas, ideas y un sin fin de sugerencias. Ya puede ser corto el trayecto que la mente viaja a velocidad del rayo superando con creces a la propia velocidad del coche. El lunes por la tarde cuando me dirigía hacia el hospital me dio por sacarle brillo a los acontecimientos sucedidos días atrás. Mi mente se centró concretamente en mis sobrinos en cómo se habían cebado en sus declaraciones (si, comprendo que habían sido manipuladas por terceros pero no podía sentirme molesto por ello) y también como las opiniones de los niños cambiaban cuando hablaban con nosotros (sobre todo mi sobrino). Me sentía molesto cada vez que rememoraba la lectura de su declaración. Automáticamente me veían a la cabeza el día anterior cuando el niño me decía que en mi casa había estado muy bien y que había comido muy bien y que le hubiera gustado estar conmigo. No sé muy bien si lo que sentía en ese momento era ira o más bien frustración, lo que si tenía claro es que se me estaba tratando como un imbécil. El desprecio de esos niños era insultante, sentía que me estaban tomando el pelo y jugando conmigo o bien que se estaban tomando la gravedad de la situación como un juego de niños en el que ellos participaban chivándose para así avivando la llama. Por cierto, me había enterado que él niño, jugándose su integridad le había comentado mi visita secreta a su padre, lo supe porque uno de los comentarios que le hice y que sólo sabíamos él , la directora y yo le había llegado a la niña. Ésta, al llamarle mi hermana para saber cómo estaban (y que por cierto en dicha llamada la niña la llamó pesada y le pidió que no la molestase más llamándola cada día) se lo recriminó le dijo que ella no le había llamado “traidora” (luego supe que en la misma conversación también la había llamado Judas). Es más, trató de convencer a mi hermana que lo que ella había escuchado de su boca era mentira (una táctica muy común de la que hacen buen uso de ella tanto su padre como sus tías). Mi hermana me explicó esto una mañana temprano, en esos momentos en los que puede hablar. Me lo dijo con tristeza, llorando. Me insistía que había perdido a sus hijos. También me comentó. “Richard no me dejes sola. No me abandonaras ¿verdad?” Yo se lo aseguré. Ni puedo ni quiero. Es más no iba darle la satisfacción a la Sargento de Hierro de haber conseguido uno de sus principales propósitos, desunirnos y enfrentarnos. Parece ser que es una obsesión para esta tipeja destruir familias, y tratando de analizar lo que conozco de su vida creo haber encontrado una respuesta. Un día me contó que ella había perdido a una hija a los cuatro meses de muerte súbita infantil. La niña había fallecido en la guardería y que su familia (capullo incluido) no habían movido un dedo por hacer nada, es más recriminaba que nadie de su familia quiso hacerse cargo de la niña y que por ello tuvo que matricularla en una guardería. Ella me comentaba con mucha ira que si su familia hubiera cuidado personalmente a la niña ahora estaría viva. Sé que lo pasó o bastante mal psíquicamente. Lógico. Que le costó recuperarse. A quién no en estas condiciones. Pero eso no justifica que te pases el resto de tu vida haciendo que tus seres queridos (o no) se enfrenten entre ellos y se dejen de hablar. Hay gente que no entiende eso de “No desees al prójimo aquello que te hace mucho daño”. Es curioso dicho personaje. Desde que la conozco siempre ha estado enfrentada a alguien, o bien ella ha sido la mediadora para que el enfrentamiento se suceda entre otras dos partes. Conmigo también lo ha intentado en varias ocasiones, incluso ha intentado hacerlo al intentar (sin éxito alguno) enfrentar a Miguel conmigo. Ella es quien ha malmetido a los niños para que rechacen a mi hermana. Ella misma ha intentado que mi hermana rechazase a sus hijos. Si no lo consigue se enrabia. Pero insiste hasta la saciedad, aunque para ello tenga que manipular o incitar a otros personajes de su entorno. Y ahora estaba manipulando a mis sobrinos. Y sus actos me enfurecían y me inducían a la ira y al desprecio hacia ellos. El peor de los venenos de mundo. Llegué al hospital encendido. Entré en la habitación de mi hermana y junto a ella se encontraba María. La mujer me vio enfurecido y me calmó. Yo le comenté a mi hermana lo sucedido, estaba dispuesto a tirar la toalla respecto a los niños. No se merecían mi lucha ni mi cariño, ni siquiera el de su madre. No era justo como la trataban y sobre todo no era justo que se dejasen influenciar por semejante pandilla de mamarrachos. Analizamos la situación con María. No nos cabía la cabeza como unos niños de doce y diez años podían no pensar por sí solos y saber separar lo que le decían de los que sentían. Una madre es una madre por muy enferma que esté lo mismo ellos habían vivido unos muy buenos momentos con Miguel y conmigo. Habían tenido de todo, desde cariño a toda clase de bienestar. Y se les veía felices, es más se cuestionaban si volver con su padre. Y todo eso sin coacciones de ningún tipo. Simplemente les dejábamos vivir y disfrutar de lo que tenían alrededor. Incomprensible. Le dije a mi hermana que les daba una última oportunidad a los niños. Si los de EAIA conseguían demostrar que estaban manipulados y que su actitud era algo ajeno a ellos seguiría luchando por ellos, si no era así ls mandaría al carajo y que si ellos habían preferido vivir y seguir la dinámica de mentiras y engaños de su familia paterna pues allá ellos. Para mí habrían dejado de existir. Ya no habría más oportunidades por mi parte. Si luchaba era por ella y porque el capullo no le molestase más dejándole vivir tranquila los años que le quedasen de vida.

miércoles, abril 25, 2007

Disculpas innecesarias y muy malas intenciones.

La noche de la visita al juzgado me llamó mi hermana (serian eso de la 1:15 de la madrugada). Estaba muy ansiosa. Enseguida me preguntó si me había enfadado con ella por lo que había sucedido en el despacho del juez. Le dije que no en absoluto que son cosas que suceden y que era una situación imprevisible. Me preguntó, muy nerviosa, si Paloma se había enfadado con ella y le comenté que no. Estaba consternada con el tema y sobre todo con perder a los niños o dejarlos en manos del tipejo de mi cuñado.
El sabado por la tarde hablé de nuevo con ella. Es más también hablé con María, la hija de Rosario, la señora que comparte habitación con mi hermana. Me comentó que el fin de semana anterior habían ido los niños a verla, la niña estaba muy amable y cariñosa con su madre (no es normal en ella, me la conozco demasiado y la niña no es así de expresiva y menos con mi hermana) me dijo que en esta ocasión era el niño el que estaba raro. María me comentó que nada más llegar y dejarle las galletas y los zumos que le traían el niño se quiso marchar cosa que la hermana le dijo que no (raro) y que se esperase, total para quince minutos que se quedaron. Mi sobrina habló bastante con ella ya que la mujer le preguntaba por el cole e incluso María se sorprendió de lo amable que estaba. Los niños le preguntarón a su madre y con con mucha insistencia sobre mi presencia en el hospital. ¿Cuándo iba yo a visitarla? ¿Qué días? ¿Qué le decía? etc.. Mi hermana como no podía hablarles no les contestaba apenas. Los niños a la ultima pregunta le dijeron (un par o tres de veces) "Ya, seguro que te dice las misma tonterías de siempre". María les recriminó la respuesta. No lo veía justo que me tratasen asi, vamos como si yo fuese un imbecil. María me comentó que salió al pasillo para ir a saludar a otro enfermo que esté en la planta de arriba y que, nada más salir de la habitación se encontró a mi cuñado en el mostrador hablando con el enfermero de la tarde. Ella no lo conoce personalmente, sólo en foto, pero aun así le reconoció. Dice que iba muy pero que muy sucio y desarreglado. Dice que la miró desafiante ya que la había visto salir de la habitación de mi hermana. Eso a ella no le hizo ninguna gracia. En mitad del pasillo se encontró a otro enfermero y le preguntó si aquel era el marido de Carolina. Él se lo confirmó y le añadió que el tipo no venía con muy buenas intenciones. Así pues María decidió dejar la visita de cortesía para más tarde y regresar junto con mi hermana. Me dijo que los niños se fueron enseguida. en total unos quince minutos, no la hora y media que dijo mi hermana. Por cierto cuando le comenté a María lo sucedido en el despacho del juez me dijo que aquello que le había dado a mi hermana no era un ataque normal y que se asemejaba mucho con un ataque de ansiedad o pánico ya que había presenciado ella en varias ocasiones. Por lo menos tenía los mismos síntomas, sobre todo los sudores y las convulsiones incontrolables y prolongadas.

martes, abril 24, 2007

Lo que sucedió en el juzgado.

Hay días que desearías saltártelos del calendario. Os aseguro que el pasado viernes era uno de esos días. Por la mañana temprano Miguel y yo fuimos al colegio a buscar los informes de la directora. Cuando llegamos estaba reunida, les dije que no podía esperar y después de que hablasen con ella por teléfono salió un momento a atendernos. La primera mala noticia es que aun no tenía terminado el informe, es más aun no había llegado ni a la mitad. Para arreglarlo un poco me comentó que si era necesario iría ella misma al juzgado. Me dijo que llevase el móvil encendido por si acaso. Menos mal que me dio por confirmarlo porque me descubrí que me había dejado el teléfono en casa. Me fui corriendo a buscarlo mientras Miguel iba a la banco a sacar pasta. Llegué a casa corriendo y justo cuando me iba me encontré con Paloma. Le comenté lo del informe medio a hacer (cosa que le dejó perpleja) pero le comuniqué que la directora me había dicho que podría acudir al juzgado si se la necesitaba. También había quedado con mi primo (él fue testigo junto con el resto de mis familiares de cómo llegó mi hermana la hospital después de la gran paliza) en la puerta del juzgado después de buscar a mi hermana en el hospital. Llevé a Miguel al trabajo y fui en busca de mi hermana. Cuando llegué la enfermera jefe me dio su medicación y un par de tranquilizantes para que se relajase pudiera hablar, como ya había sucedido el día que fui con ella al despacho de Paloma. Se tomó un Diazepam y nos fuimos para el juzgado. Las enfermeras y el médico nos desearon mucha suerte y yo les di las gracias. Fuimos los primeros en llegar al juzgado. Nos esperábamos un rato sentados en una banqueta de madera al lado de los despachos de los jueces. A nuestro lado había dos mujeres hablando. Una de ellas era una víctima de maltratos como mi hermana, salvo que ella estaba físicamente sana. Ambas hablaban de cómo el marido de la victima la acosaba telefónicamente y ella había guardado los mensajes y tal y cual, que si su hija pequeña estaba con los abuelos paternos que ella había decidido que si había decidido que la niña los viera pese al malestar con el padre etc , etc…
Llegó Paloma. Después de entrar a preguntar por el juez nos acomodaron en la misma sala que estuve el día que fui a declarar(y que sirvió para aislarme de la presencia de mi cuñado y del resto de sus secuaces). Mi hermana reconoció a la forense que la atendió y que dio buenos informes sobre su estado de salud. Yo reconocí a la doble de Chloe O´Brian que nos miró con cierta compasión, sobre todo al ver a mi hermana. Diez minutos más tarde llegó mi primo. Mi hermana al verlo se echó a llorar. Se abrazaron y mi primo le dio un cálido beso en la frente. Paloma habló con él recordó varias cosas y una de ellas los morados en forma de dedos en uno de los brazos, en forma de tirón, marca inconfundible “made in” mi cuñado. Mi primo llamó a mi prima (se hermana) por si hacía falta su testimonio, ella duchó a mi hermana tras la paliza final y en su día comentó lo amoratada que estaba. La llamó y se la pasó a Paloma, en un momento de la conversación ella se me acerca y me comunica que mi prima ¡no recuerda nada de golpes ni de magulladuras! ¡Al parecer sufre un momentáneo ataque de amnesia! Paloma le quita hierro comentándole que con la confesión de su hermano es más que suficiente. Y lo dejamos ahí. Entra mi primo a testificar y yo me quedo con mi hermana en la sala esperando que el tranquilizante le haga efecto. Parece tardar más de lo normal. Cuando Paloma y mi primo vuelven comentamos el testimonio. Por lo menos es algo. Me comunica Paloma que el texto del testimonio de mi hermana no va a poder ser comparado con el audio porque el secretario del juez (por cierto un juez nuevo ya el que me toco testificar era su sustituto) no estaba porque repentinamente se había puesto enfermo. ¡De todos los días había que enfermar en este! El testimonio podría oírse y leerse por el juez pero de momento no serviría como prueba hasta que el secretario no lo diese por valido. De repente llama de nuevo mi prima. Ha recuperado la memoria. Paloma le dice que no se preocupe de momento, que si hace falta ya llamará. Esperamos un largo rato. Paloma se acuerda que puede acceder a los testimonios de los niños y de las asistentas sociales. Va a por ellos. Trae una carpeta gruesa con muchos papeles. En ella podemos ver mi testimonio, el del capullo y a continuación está el de los niños y por último el de las Asistente Sociales. Leemos primero el del niño. Me arrepiento de ello tras leer el primer párrafo. Nos pone a caldo. En mi casa ha vivido pero que Oliver Twist en el orfanato. Ha comido muy mal y los hemos tratado peor que a perros. Dice que su padre es muy bueno con él y que los quiere mucho, que los trata de maravilla y que nunca le ha pegado a él ni a su hermana ni a su madre. Dice que en el cole va muy bien (ha suspendido cuatro asignaturas esta segunda evaluación cosa que mientras estuvo en casa no suspendió ninguna) Que se llevaba muy bien con sus tías a las que quiere mucho pero conmigo no. Que nunca había sido agredido ni nunca la había vendado el brazo en el colegio. Vamos que ahora todo el citado colegio y un menda hemos sufrido de espejismos y alucinaciones) Vamos todo lo contrario de los que me decía a mi cuando me veía (“Tito quiero ir a tu casa, que bien comía en tu casa, te quiero mucho muchísimo etc, etc…) El informe de la niña pensábamos que era mucho peor, sobre todo después de sus desplantes hacia mi persona. Pero a pesar de ser tan nefasto como el de su hermano no era tan despectiva conmigo. Eso si, el episodio del golpe en el pié en casa de su tía no existió nunca (pese que en el colegio iba con muletas, precisamente prestadas por el centro, y no podía salir al patio porque iba coja) Paloma y yo nos quedamos desolados y a la vez perplejos. O habían mentido como bellacos, o por lo menos lo había hecho las veces que me había visto a mí. Pero el colmo de los colmos fueron los testimonios de las Asistentes Sociales. En ellos sufren varios ataques de amnesia (como los de mi prima) en los que no recordaban el día que fui yo con Miguel y mi hermana a verlas para hablarles de los maltratos. Si los mencionan como algo pasajero y como una paranoia mía más que una realidad. Afirman que los niños habían hablado con ellas (cosa que cuando se lo pregunté tras un año visitándolas me dijeron que no) y que no recomendaban alejarlos de cuidado paterno porque no veían indicios de violencia en el capullo, eso sí suciedad y guarrería era lo único relevante, pero no malos tratos. Ah, por cierto ellas hacen hincapié de que fue su padre quién escolarizó a los niños y no un servidor. Aquello era insultante. Lo esencial no lo recordaban y si lo hacían con cosas más ambiguas o de poca importancia. ¡Y eso que eran dos! Llamó Silvia, la directora del colegio, no tenía el informe aun pero si hacía falta se acercaría al juzgado. De momento Paloma la aplazó para otro día. Por lo menos hasta que el informe estuviese acabado. De repente nos llaman para entregar los pasaportes para que los números de constaran en acta. En la sala de declaraciones Paloma y yo pudimos conocer al nuevo juez. Se veía un tipo muy majo, y bastante accesible. Muy paciente, sobre todo con mi hermana a la que saludó personalmente y le dio bastantes ánimos. Le dijo que para que estuviese más tranquila le tomarían testimonio no en esa sala sino en su despacho. El problema: De momento no podía acceder a su ordenador porque no consigue aceptarle el pasword. Pasa el tiempo y a mi hermana no parece hacerle efecto la pastilla y no puede hablar por mucho que lo intente. Mi primo se marcha y nos quedamos un rato más, esperando. Viene el juez y le pregunta a mi hermana si quiere testificar, aunque sea tecleando o escribiendo, ella le dice si con mucho esfuerzo. Yo no puedo entrar en el despacho y mi hermana se va con Paloma. Yo espero un rato. Al cabo de unos veinte minutos llega la doble de Chloe y me pide las pastillas e mi hermana. Le entrego la dosis que le corresponde. Le pregunto cómo va todo y ella me dice que se está esforzando pero que está muy nerviosa. Vuelvo a esperar. Al cabo de un rato aparece Paloma muy nerviosa. A mi hermana le ha dado un ataque y han tenido que parar con su testimonio. Me piden que vaya. De las prisas no me acuerdo que he cerrado la maleta del ordenador y se de golpe y porrazo se abre la maleta y se cae al suelo. Lo pongo en marcha y veo que funciona. Nos vamos corriendo al despacho. El panorama es triste y desolador. Mi hermana está siendo sujetada por la forense. Se mueve de forma violenta y convulsiva sobre la silla. Respira de forma entrecortada y tiene el rostro desencajado y sudoroso. El juez trata de consolarla. Le dice que no se preocupe, que se tranquilice que ya continuarán más tarde. En la sala también se encuentra Chloe que la mira con compasión. Paloma, antes de llegar me comenta que iba todo muy bien ya que el juez había utilizado el texto de su declaración grabada como base para preguntarle sobre los maltratos y que justo cuando estaba en el momento más importante, el que hacía referencia a los maltratos y amenazas con armas blancas mi hermana se ha puesto muy mal. Me acerco a ella. Trato de clamarla. Ella me agarra del brazo. No puede controlar las convulsiones, se está hiperventilando y suda a mares. Entre la forense y yo la tratamos de calmar. El juez afirma que debería haber hecho la declaración en el hospital pero al ser aquel un juzgado de guardia no puede moverse de su sitio. Comenta que visto lo aconteciso ya está estudiando o por lo menos ve claro tener que hacer en un futuro la declaración en el hospital, sobre todo porque para mi hermana porque aquel lugar es mucho más familiar para ella y mucho menos agresivo que un despacho en un juzgado. Nos deja quedarnos en su despacho todo el tiempo que sea necesario. Las convulsiones no cesan, es más se suceden con más violencia. Hablo con mi hermana y la tranquilizo. Paloma habla con el juez y le comenta que de momento la cosa con los niños está muy curda, sin mover un dedo mi cuñado tiene todas las de ganar, necesita el informe de EAIA y un estudio mucho más elaborado por parte de los psicólogos respecto a los niños. Sobre la protección de ella también está la cosa difícil. Hacían falta más pruebas pese a que él ve a mi hermana desamparada y sin ninguna oscura intención hacia mi cuñado. Pasan los minutos como si fuesen horas. Estoy tentando en solicitar una ambulancia. Mi hermana trata de ponerse en pie pero no puede. Lo intenta varias veces más, pero está muy mal. Esperamos más. Hablamos un poco con el juez, hasta el momento el tipo se nota que está hecho de muy buena pasta. Él se marcha. El juzgado está a punto de cerrar y mi hermana no mejora. Chloe y Paloma van a buscar el testimonio escrito para que mi hermana intente firmarlo, cosa que lo consiguen con un poco de paciencia. Me quedo a solas con ella. Trata entonces de levantarse, le comento que intente andar que volveremos al hospital donde podrá descansar. Parece ser que eso la hace reaccionar. Se pone de pié. Apenas se aguanta. La agarro y la abrazo. Suda a mares. Trato de calmarla. Tiene el rostro desencajado. Manotea al aire como ahuyentando demonios. Legiones de demonios. Susurra frases al aire que me cuesta entender. No sé si son palabras sueltas o frases concretas. Creo que nunca lo sabré. Avanzamos un poco, ella trata de reaccionar, avanzamos unos cuantos pasos. Salimos del despacho. En el pasillo nos encontramos con Paloma. Nos ayuda a avanzar. Me pregunta si conseguiremos llegar al coche. Yo le respondo que lo intentaremos aunque lo veo difícil. Salimos a la entrada principal. Paloma es solicitada por Chloe para que firmemos un último papel, en el que dejamos la grabación (la de mi hermana y la de mi sobrino) y el texto como pruebas. Avanzo como puedo por el Hall del juzgado. La gente que nos ve pasar nos mira con mezcla de curiosidad y tristeza. Mi hermana y yo parecemos unos bailarines que han quedado como finalistas en una maratón de ochenta horas. Mi hermana me agarra con tanta fuerza que me clava las uñas en el brazo y en el vientre. Pero yo no la suelto. La abrazo y la voy tranquilizando. Llega Paloma. Salimos a la calle y entre los dos llevamos a mi hermana hasta el coche. La sentamos y le ponemos el cinturón. Me despido de Paloma y me marcho hacia el Hospital (preguntándome cómo voy a lograr subirla a la habitación). Entonces me acuerdo de la música. Le pregunto si quiere escuchar música y ella me dice entre convulsiones que si. Busco en el reproductor y elijo la ELO. A mi hermana y a mí nos gustaban mucho. Le pongo "Xanadu" cantada por Olivia Newton John. A ella, de joven, le gustaba mucho esa canción. Parece calmarse. Elijo más música. Ahora le toca el turno a Supertramp. Suela "My Kind of Lady", La voz de Rick Davis parece ser mano de Santo. Mi hermana se va calmando. Llegamos al Hospital. Mi hermana no tiene tantas convulsiones y podemos avanzar hasta la habitación. La dejo sentada en su silla. Le han dejado la bandeja de la comida a mano. Le compro una botella de agua. Se la abro y dejo a mi hermana descansando. Llego a casa después de comprarme unos bocadillos y un zumo de naranja en el Hipercor de Cornellà. Me siento en el sofá y me quedo agotado y disgustado, no con mi hermana, ella no tiene la culpa, en todo caso la tiene el puto Parkinson. Me siento cansado y cabreado con los informes de los niños y de las asistentas, por la amnesia de mi prima, por la impotencia de mi hermana para poder hablar, porque al juez le hacen falta más pruebas por muchas cosas más… Me quedo dormido un rato. Por la noche teníamos un cumpleaños de Montse la mujer de Marc, director de Edición Limitada DVD, Salir un rato y despejarme me sentaría bien. Y hasta que el EAIA no hablase con nosotros (cosa que acabamos de hacer con mejores resultados que el día en el juzgado) la cosa no se decantaría hacia algún lado o a otro.

lunes, abril 23, 2007

Un breve e inesperado encuentro.

Esta tarde cuando Miguel y yo hemos nos disponíamos a salir al centro nos hemos encontrado a mis sobrinos justo en la entrada del edificio, donde están los interfonos. Al verme el niño me ha mirado como aterrorizado al principio luego sin moverse del sitio ha mirado rápidamente el bar donde estaba su padre vigilándolo. La niña ha salido corriendo hacia los columpios y se nos ha quedado mirando en la lejanía. Yo les he dicho adiós y me he ido sin detenerme. ¿Cómo es posible que estando tres bares abiertos en la zona y no mucho más lejos de donde viven el capullo haya de venir a un bar que se encuentra justo en frente de mi casa?

domingo, abril 22, 2007

El confidente (y III)

Eran las 21:00 horas y Paloma llamó a casa. Quedamos Miguel y yo en su despacho (un piso más abajo del mío). Comenzamos por escuchar la conversación grabada de mi sobrino. Al principio los ánimos de Paloma eran bastante positivos. El niño comentaba el episodio del tirón de brazo, del empecinamiento de mi cuñado por ser él el único responsable de su educación (y vida) y no mi hermana. Después esperó a escuchar el episodio del maltrato en el garaje de su antigua casa. Y así lo hizo. Acabó la grabación, hubo un pequeño lapsus de silencio y luego nos comentó, un poco desapesadumbrada si no había más testimonio. Le dije que eso era lo que había. Me dijo que aunque era bastante revelador suponía que le juez necesitaría más información ya que en la grabación se hablaba de dos episodios y uno de ellos (el tirón de brazo) era poco conciso y el segundo muy ambiguo. Es decir, hablaba de una paliza, que aunque le hubiese hecho daño no tenía la suficiente fuerza para determinar unos maltratos. Tendría que haber hablado de más hechos y sobre todo de episodios de maltrato con su hermana y con su madre. En todo caso aportaríamos al juez el testimonio a ver si podríamos conseguir algo. Pasamos a buscar pruebas en los informes del hospital. Miguel tuvo que bajar al coche a buscarlos y los repasamos uno por uno. Había informes de las asistentas sociales, pero en ellos se hablaba de los comentarios sobre los maltratos que nos había hecho mi hermana. Buscamos más pruebas en los papeles, sobre todo informes de los médicos, algo que se nos hubiera pasado por alto sobre informes de marcas y magulladuras. Aparecían siglas, nombres de alteraciones fisiológicas pero nada que pusiera contusiones o signos de maltrato. Aquello era desesperante y frustrante. Los tres repasamos los papeles de nuevo. Nada. Era como si nadie en el hospital hubiese visto u anotado nada anómalo. Miramos el informe de ingreso. Mi cuñado lo había efectuado a las tantas de la madrugada. En él ponía que mi hermana ingresaba por descontrol con las pastillas, alcohol (?), ataque de nervios y situación incontenible con su enfermedad, por supuesto (y pese a las numerosas contusiones, laceraciones y morados) por agresión. Si hubiese sido un centro clínico pequeño lo hubiera incluso entendido, pero un centro como el Hospital de la Vall d´Hebron aquello era vergonzoso. Vamos a ver ¿les aparece una señora llena de morados y con la cara reventada llena de signos y nadie en urgencias se cuestiona si esa mujer está siendo maltratada? No hay palabras. Al parecer hacen mucho más caso del testimonio de mi cuñado. También resulta anecdótico que tanto yo, como mis familiares y mi propia hermana avisamos y la revisaron un par de doctores y enfermeras y ¡ninguno había avisado por escrito de nada! Es más ni en los informes de planta, cuando dos asistentas sociales y una doctora se les avisó y se les mostro los golpes ¡tampoco se hablaba en ningún papel del tema! De verdad aquello era desesperante indignante y perturbador. Nadie había visto nada. Sólo nosotros. Y encima no constaba nada. La cosa se estaba poniendo chunga. Sobre todo porque en ese momento mi cuñado tenía todas la de ganar, sobre todo por falta de pruebas fehacientes y por la escasez de indicios de maltratos. Nadie, salvo mi hermana y los niños habían presenciado los maltratos (incluido el padre de mi cuñado cuando estuvo unos días con ellos ya que en ese momento él dejó de maltratarla) Escuchamos por último el testimonio de mi hermana. El resultado final fue mucho más positivo y conciliador. Los detalles de los maltratos, la información que ella ofrecía tenía mucho más peso que el testimonio de mi sobrino. Aunque aquello no dejaba de ser la palabra de ella contra la del capullo. Paloma me pidió la transcripción completa de la grabación para así entregársela al juez y de esta forma podría seguir ciertos pasajes de la conversación ya que a mi hermana cuesta entenderla. Me acosté a eso de las 2:30 AM agotado y sobre todo cabreado. Queriéndolo o no mi cuñado tenía mucha más suerte de lo que se pensaba.

Por la mañana mi hermana tenía que testificar (al final contariamos la ayuda de mi primo un nuevo testigo que aportaría algun que otro dato bastante revelador)...
Pero esa ya es otra historia. Que contaré en otro post.

sábado, abril 21, 2007

El confidente (II)

… satisfactorio por lo menos a simple vista. Me presenté en el colegio a las 15:45 tal y como había concretado con la directora. Llevaba el Creative Zen que utilicé ya para entrevistar a mi hermana. Como había comprobado que captaba perfectamente el sonido y tenía las baterías cargadas confié en que funcionaría al cien por cien y no me defraudó. En absoluto. Esperé una media hora antes de encontrarme con mi sobrino. Una mezcla de sentimientos se me cruzaba de la cabeza al corazón, ¿era justo “engañar” a un niño con una conversación aparentemente normal para tratar de sacarle información sobre las fechorías de su padre? ¿Cómo podía sonsacar al niño la información sin que sospechase nada y se sintiera forzado? ¿Era franco con él? ¿Le buscaba tres pies al gato y lo forzaba a responderme? Ya de camino al colegio la cabeza me iba dando vueltas. Tenía menos de dos horas para buscar una prueba que equilibrase la balanza o la volcase hacia nuestro lado. Igual os preguntáis por qué yo era la persona más adecuada para hablar o tratar de sonsacar al pequeño. El niño había sido franco conmigo las veces que lo había visto. Se confiaba en mí para expresar lo que su padre le hacía o decía así que, por qué no iba ser ahora. Lo que sucedía era que la última vez que nos vimos ya hubo bronca en casa, o por lo menos eso intuimos. ¿Cómo podía justificar entonces mi presencia aquella tarde? La respuesta no tardó en llegar. El último día que le vi me reclamo una Memory Card de su Playstation 2 que se había dejado en mi casa antes de su marcha. Así que si se la llevaba sería un buen motivo para no sospechar nada. No creáis que me sentía bien haciendo eso. Engañar a un niño no está arraigado en mi naturaleza pero aquella ocasión lo requería, por su bien el de su hermana y el de mi hermana, su madre. Era necesario por lo menos intentarlo. Como ya dije después de esperar un rato apareció Silvia, la directora del colegio y tras de ella mi sobrino. El niño cuando me vio se detuvo, temeroso, al parecer ahora ya soy un ser cada vez más malo y perverso según su padre y su familia. Al parecer mis intenciones es separarlos de ellos y arrojarlos tanto a él como a su hermana a un orfanato y alejarlos de su padre para siempre. De vómito. Como vi que el niño estaba cohibido y no se atrevía a acercarse saque la tarjeta de memoria y se la mostré sin decir nada, eso sí con una buena sonrisa. Es curioso ese gesto lo había hecho mi padre conmigo en mi infancia cuando a veces venía a buscarme al mismo colegio pero claro está en otras condiciones y cambiando una tarjeta de videoconsola con un tebeo o un sobre sorpresa (de esos de indios o vaqueros o soldados de élite todos de plástico barato) El niño me devolvió la sonrisa y se acercó confiado por el pasillo. Aprovechando un punto ciego entre el marco de la puerta y el susodicho pasillo saqué el Creative Zen y puse la grabadora en marcha. El pequeño no me vio hacerlo. La directora nos acomodó en su despacho, ella se quedó con nosotros a una distancia prudencial, sobre todo para que el niño no se cohibiera y se negase a hablar con soltura. El niño y yo nos sentamos frente a una mesa y comencé a hablarle de cosas cotidianas. Como lo veía serio aproveché para preguntarle si estaba enfadado conmigo. Él lo negó. Me dijo que la que estaba enfadada conmigo era su hermana. Yo le pregunté porque y él me dijo que no lo sabía. Entonces le metí el primer gol preguntándole si por mi culpa el otro día su padre se había enfadado con él. Me dijo que si. Que su padre se había enfadado mucho y le había agarrado del brazo (me acordé de la lesión que tuvo en el brazo tanto él como su hermana al iniciarse el curso, cuando aun dormían en casa de su abuelo y que ya comenté en este blog hacia el mes de septiembre) con fuerza. Le pregunté si le había hecho daño. El niño me dijo que si, pero un poco. Le dije que tendría que haberme avisado o lo menos a la directora y entonces mi sobrino bajó la mirada. La directora aprovechó para intervenir comentando que el día después de mi visita junto a su madre ya lo había visto extraño, como deprimido, triste y esquivo. El niño hizo una especie de asentimiento. Le dije que sobre todo no le dijese a su padre que yo había ido a verle. El motivo era para protegerlo a él si lo agredía así que la tarjeta de memoria de la Play 2 se la había dado la directora porque yo me había pasado por ahí. El niño asintió y como la excusa le agradó se sintió más cómodo. Tampoco estaba allí su hermana así que no habría chivatazo y represalias. Aquello quedaba entre él la directora y yo. Todo estaba saliendo sobre ruedas. Pero necesitaba mucho más. Le pregunté que porque no venía a mi casa a verme. Me dijo que no podía. Yo le dije que su madre le dejaba y el niño soltó otra perla “Mi padre dice que mi madre no manda en nada, solo él.” Aquí intervino de nuevo la directora haciéndole saber con un poco de seriedad (pero no demasiada para no intimidar) que su madre era importante en su vida y en ese momento igual no mandaba en la cocina pero en él eso era otra cosa. El niño asintió, temeroso. Su padre era el amo del calabozo y tenía las llaves de la mazmorra. Eso me recordó esos padres que se creen propietarios de la vida que han traído al mundo incluso hasta para quitársela si se les place. Ese pensamiento me dio miedo. Le comenté los planes que había este verano (un viaje a Normandía con doce personas y visita a Paris y a Eurodisney y que por cierto ya está muy en marcha) Le dije que me encantaría que tanto su hermana como él vinieran, él me contestó que también le encantaría pero que había un impedimento. Yo le pregunté cual (sabía lo que me iba a contestar) y me dijo “Mi padre, no lo soportaría”. Yo volví a insistir que si su madre quería que él y su hermana vinieran conmigo podrían hacerlo. El me negó de nuevo. Su padre no lo consentiría. Le pregunté porque su hermana llamó traidora a su madre. Me desvió la contestación diciendo que la niña no quería que su madre le llamase por teléfono cada día. Yo volví a insistirle que su madre se preocupaba por ellos. Que los quería. El niño me dijo que él quería hablar con su madre cada mañana pero su hermana no y no podía evitarlo. Le pregunté por lo que sucedió en Artesa de Segre, sobre las amenazas de su padre con un hacha. El niño lo negó rotundamente, varias veces. Lo juró por sí mismo, que se muriese en ese momento si eso era cierto. Yo flipé, mi cuñado la persona que los había amenazado con matarlos me lo había confirmado cuando mi hermana me comentó por primera vez el suceso. Y también lo hizo mi hermana. En cambio el niño parecía no recordarlo. Entonces le pregunté sobre la paliza del garaje. Ahí si fue tajante. Su padre le había propinado una paliza que le hizo mucho daño “lloré mucho” me dijo por dejarse unas llaves dentro de casa. Es curioso pero este episodio lo había negado ante los forenses el día que fue a hablar con ellos. Como se acercaban las cinco de la tarde y en cualquier momento podría aparecer por el colegio le abuelo o cualquier otro familiar, di por concluida la entrevista. Tampoco hacía falta avasallar al niño demasiado. Habría otro momento para más preguntas y con lo que tenía parecía más que suficiente. Mi sobrino se iba a ir y le pedí un abrazo. El niño me abrazó y el hecho de poder sentirlo más la sensación de haberle “engañado” con mi visita aunque sólo fuese un poquito me entraron de repente unas ganas enormes de llorar. Le dije que le quería y que su madre le necesitaba y que nos ayudase. Él me preguntó cómo y yo le dije tocándome en el pecho que con el corazón. Con lo que él sentía y sobre todo con la verdad. El niño se fue y la directora y yo nos quedamos a solas. Resoplamos y comentamos un poco la jugada. Ella pensó que el niño le faltaba un poco más de confianza ya que su presencia podría haber interferido para que se cerrase un poco. Yo le dije que igual no, que con el hecho de que ella ya sabía cosas igual ahora le tomaba más confianza. Me miró de forma esperanzadora. Yo comprobé si se había grabado la conversación y me alegré de comprobar que sí. Estaba perfecta. Me marché del despacho de Silvia dándole las gracias y ella me dio a cambio mucha suerte. Al día siguiente, antes de dirigirnos al juzgado donde tendría que declarar mi hermana ante el juez tendría que ir al colegio de nuevo a buscar el informe sobre los niños que le había pedido Paloma. Salí raudo del colegio y me alejé lo suficiente para que me interceptase el abuelo de los niños. Llamé a Paloma y le di la noticia. También llamé a Amparo para comunicárselo y hablé con Miguel. En el fondo me sentía eufórico. Mi sobrino había cantado y su testimonio podría servir como prueba para alejarlo a él y a su hermana de su padre mucho antes de lo que pensábamos.

Aquella misma noche nos reunimos Paloma, Miguel y yo mismo en su despacho para buscar más pruebas y escuchar juntos el testimonio.

(continuará…)

viernes, abril 20, 2007

Un momento de descanso.

Tenía que haberos explicado esta tarde lo que pasó ayer con la segunda entrega de "El Confidente". Os pido que tengáis paciencia. Hoy ha sido un día muy duro y lamentable en el juzgado con mi hermana tratando de declarar ante el juez. Estoy muy pero que muy agotado. Os lo contaré también porque la situación ha sido muy tensa, dramática, triste y con unos resultados que no han sido ni mucho menos lo que estábamos esperando.
No se puede cantar victoria tan pronto. Luego pasa lo que pasa...
Si puedo me pongo mañana.

jueves, abril 19, 2007

El confidente.

Hoy ha sido uno de esos días intensos a lo Jack Bauer. He llevado a mi hermana a la abogada. Antes hemos estado en casa y le he enseñado el blog. Le he leído algunos post y se ha emocionado mucho. Hemos llorado los dos sentados en el sofá con el ordenador sobre las piernas. Se ha emocionado también cuando ha visto cuanta gente lee su historia y desde donde la leen. Antes de bajar a hablar con Paloma le he dado un Diszepam para que se pudiera relajar y pudiese hablar. Ha tardado en hacerle efecto y tras un ataque de convulsiones en el despacho de Paloma ha podido explicar detalles de su tragedia. Ha comentado el tema de los maltratos y de los maltratos a los niños. Hemos repasado los hechos y buscado entre los documentos que nos aportó el departamento de medicina legal cualquier indicio de maltrato. Hay cosas interesantes y algo concisas en esos papeles. Por lo menos nos servirán para mucho. Paloma ha llamado al juzgado y ha hablado con la secretaria del juez y le ha comentado que los niños no aportaron mucho en sus declaraciones. Todo lo contrario, han elevado a dios al capullo de su padre. Por lo que parece George Bush & CO no saben el filón que tienen en nuestro país si contratasen a la Sargento de Hierro y su forma de intimidar al prójimo. La noticia no ha caído muy bien a Paloma y nos ha comentado que la cosa con los niños está difícil, a no ser que uno de ellos hablasen con alguien que tuviesen confianza y que esa conversación se pudiese grabar y que además hubiese alguien más como testigo. Alguien aparentemente cercano y que al menos uno de los niños (en este caso mi sobrino) al ser el más abierto a hablar sobre el tema pudiese contarle algo de los maltratos sobre todo con ellos. Hemos barajado a varios candidatos, ha sido muy difícil dar con uno. Éste tendría que acercarse al niño, hablar con él y grabar la conversación mientras un testigo escucha y participa en la trama para que conste que no estaba a solas con el pequeño. Por una vez voy a ser “malo” con vosotros y os voy a dejar en suspense por lo menos un día. Sólo os comento que a estas horas (las 18:35) el encuentro entre el niño y su interlocutor ya ha sucedido. Ha tenido lugar en el colegio, en el despacho de la directora y con ella como testigo. Sólo diré que el resultado final ha sido...

(continuara…)

miércoles, abril 18, 2007

Lo que se ve, lo que se oye, lo que se siente.

Hoy el día se ha presentado apacible con algo de calor. Respecto a la situación familiar han sucedido también varias cosas. Leves pero que invitan a pensar y sobre todo a entrar en la mente de un preadolescente. A primera hora de la mañana me ha llamado mi hermana. Es la hora que puede hablar mejor y me ha dicho que había llamado a los niños para ver como estaban. La cosa no ha ido muy bien. La han rechazado. Sobre todo mi sobrina. La niña le ha dicho que no quiere hablar con ella porque es una traidora. “Has traicionado a mi hermano y a mí por ponerte de parte del tito”. Eso le ha dicho. Luego le ha colgado. Ahora ella también está siendo víctima de la manipulación que la Familia Munster ejerce sobre los niños. Antes los niños eran imparciales con ella. Ahora no. Ella es tan mala como lo puedo ser yo ante sus ojos. Lo curioso del caso es que (y eso lo comprobé yo el día que visité a mis sobrinos al colegio) que antes de acusar aparece una frase latiguillo. Una especie de justificación, la palabra de Dios ante todas las cosas. ¿Qué cual ese latiguillo? ¿No os lo imagináis? Pues muy sencillo. “es que papá dice…” (o en mi caso “Es que mi padre dice”) Siempre aparece. Antes o después del resto de la frase. Uno trata de ser frio. Trato de ver las cosas desde otro punto de vista, es decir como si viese el problema de forma ajena. Es difícil pero no imposible. Me he centrado en mi sobrina. Por qué actúa de esa forma, por qué es tan rebelde, por qué no analiza la situación, como hace su hermano y aun así del cacao mental que tiene sabe distinguir tres cosas importantes y que dan titulo a esta post. Las dos veces que ha hablado con el niño, después de los sucedido me he percatado de una cosa. Él es consciente de lo que ha visto mientras ha vivido en casa. Pese a todo lo que le digan recuerda con mucha nostalgia todos los buenos momentos que ha vivido (que son más de los que ha vivido en lo que lleva de vida). Es consciente (aunque le apesadumbra) lo que le dice su padre. Se le llena la cabeza de contradicciones, eso se le nota cuando reflexiona, pero sigue chocándole que hay partes del puzle que no encajan aunque su padre se empeñe que se colocan así. Las veces que le he visto en esa situación de bloqueo (se queda pensando a modo de Rum Rum como si fuese un disco duro forzado, mientras mira al techo de reojo tratando de buscarle una explicación) recurro a esa frase tan refrita y que aparece en muchas películas y teleseries. “Busca en tu corazón y encontrarás la respuesta”. Pienso, si funciona para un niño ficticio, un aprendiz de Jedi o un dibujo animado, porque no puede funcionar con alguien de la vida real. Pues sí, mirad por donde la frasecita hace efecto. El bloqueo desaparece. Por completo. Os lo aseguro. Parece como si se le abriese una puerta en la cabecita y los murciélagos escapasen emitiendo chillidos estridentes mientras agitan sus membranosas alas. Pero que sucede. Ese mecanismo funciona si el problema es inmediato, no si se acumula tras una sarta de mentiras y amenazas. De esas en plan ametralladora estridente que no deja pensar. Pero no me preocupa. Ese Don de la reflexión, de reconstruir los hecho lo tiene arraigado y lo puede dominar. Lamentablemente esa es una cosa que (sorprendentemente) su padre también lo sabe. Y no le gusta nada. No quiero decir que mi sobrina sea lerda y que no tenga esa habilidad. Que yo no la haya visto no quiere decir que no exista, aunque ha dado indicios, sobre todo en el episodio subiendo hacia el parque de atracciones con el coche y que le preguntó a su padre por qué maltrataba su padre a su madre en ese momento… (lo podéis leer varios post más abajo). Simplemente no hace uso de ella y creo que no lo hace porque es mucho más lista de lo que aparenta. No sacar conclusiones es no despertar sospechas. Preguntar, en estos momentos es peligroso. Hacerse el tonto es mucho más seguro. Para muestra un botón. Su padre tiene predilección por maltratar a su hermano y no a ella. ¿Por qué? Porque ella no cuestiona. Simplemente obedece y así sobrevive. Es la persona perfecta para vivir dentro de una dictadura, mando y obedezco y no hago preguntas. Hoy en el hospital mi hermana tenía muchas ganas de escribir. De contar cosas. Como ha podido ha garabateado varias frases que he tenido que descifrar como si fuese el mismísimo Howard Carter. Hay cosas que cuesta leer. Otras no. Supongo que lo más violento quiere que se lea con todas su palabras. Aun que le cueste horrores hacerlo. En una de las notas que me ha pasado ha puesto. “Cuando (el capullo) maltrataba al niño le llamaba hijo de puta y lo amenazaba insistentemente con matarlo”. Me imagino al niño, un encanto de crio y los que lo conocéis podéis dar fe de ello, escuchando eso de su padre y se me revuelven las tripas. Para un adulto no es tan agresivo pero me lo imagino en un niño de diez años y no me cabe por ninguna parte. Yo he sufrido un ataque de mi cuñado. Tiempo atrás. Le llamé la atención en un restaurante después de robar una copa de chupito y después de que le llamasen la atención los dueños. Era un sitio que acudíamos mucho con mis padres y me sentí rabioso y avergonzado, ya que en vez de pedir escusas (iba bastante borracho) quiso pasarse de gracioso con los responsables del local. En la calle yo iba delante, mi hermana y él detrás. En un momento noto alguien que se me abalanza encima y se me cuelga de la espalda y comienza golpearme y a gritar “Te voyyyyyyyyyyy a matarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr”. Soy gay pero no por ello se utilizar la fuerza. Así que retrocedí (con aun subido a mi chepa) y le estampé la espalda contra la pared de un edificio. El me soltó y trato de golpearme y agárrame del cuello (su especialidad por lo visto) Le metí una buena somanta de palos. Eso en plena calle. Dejadme que haga un inciso. No me considero violento y nunca me han gustado las peleas, sobre todo las físicas y mucho menos montar el número en la calle al más puro estilo barriobajero. Lo que más rabia me dio de todo eso es que el muy cabrón consiguió lo que yo no quería llegar a hacer en toda mi vida. Para él quizás era algo natural, y por lo visto no lo dudo, pero para mí era una situación denigrante y vergonzosa. Pues bien, en un momento de la pelea se acercaron unos tipo con ganas de fiesta, y como allí se repartían ostias y yo estaba ganado pues fueron a defender a mi cuñado y a liarse a mamporros conmigo. A todo esto mi hermana estaba desaparecida. Como pude me quite al capullo de encima y logré marcharme. Mi cuñado les dijo a los otros que no se metieran pues era una cosa familiar ( y eso que aun era novio de mi hermana) Yo llegué mas tarde a casa. Él había tratado de convencer a mi madre que el cabronazo era yo que le había hecho mucho daño (no si me lo puso a huevo y eso que en la mayoría de las veces sólo trataba de quitármelo de encima)Mi madre no tenía un pelo de tonta. Me conocía lo suficientemente como para saber que si yo me metía en un “embolao” de esos no era por mi culpa. Si una cosa sabía bien era que yo huía de las peleas físicas. Más me valía. Pelea verbal si, puños no. Así que después del incidente mi cuñado estuvo vetado de entrar en casa durante un año y anda que no cumplió condena, pese a los lloros y suplicas de mi hermana.

martes, abril 17, 2007

Ostias como campanos...

Esta mañana temprano ha sonado el teléfono. Era mi hermana. Me ha dicho que había hablado con los niños. Después de lo de ayer estaba muy preocupada de que su padre les hubiera hecho algo. Lógico. Me ha dicho que mi sobrina estaba muy normal y dicharachera, cosa que no lo estaba ayer. Mi sobrino no. El niño era parco en palabras y estaba muy tenso. Ha sospechado lo peor. Me he de dicado toda la mañana en mover el tema abogado para ella. Lo he encontrado. Se trata de Paloma nuestra vecina especialista en temas de divorcios y custodias. Le he comentado que los ingresos de mi hermana son mínimos. Cobra una pensión de trescientos euros y no puede costearse un abogado que no sea de oficio. Al final hemos podido arreglar el tema de los costes y paloma ha accedido a llevar el caso. He estado recopilando con ella material y se ha encargado de hacer llamadas a las asistentas sociales y al EAIA, yo me he encargado del colegio y en los informes que nos puedan aportar respecto al estado anímico de los niños antes durante y después de todo el zipizape que nos encontramos. Antes de ir al colegio he ido a la dentista y me ha reconstruido una muela. Os lo podéis creer o no pero sentado en la butaca con la boca abierta de par en par ha sido el único momento de relax de la mañana. He de decir que Miriam a parte de cuidar la boca y dejarme la muela como nueva es toda una forofa de la cocina (aparte que le encanta hablar y charlar más que a mí que ya es decir ja ja ja ) Os recomiendo con los ojos cerrados su blog Galetetes (Galletitas en castellano) es una gozada para la vista y el gusto. Me he presentado en el colegio justo en el momento que Paloma llamaba a la directora. He ido al despacho de la misma y hemos hablado. Me he enterado de muchas cosas, sobre todo que los niños hoy se han presentado (casualmente al colegio con una de sus tías) me ha dicho que se las ha encontrado el subdirector del colegio en el bar mientras desayunaba y que se le ha acercado la pájara (ignoro que hermana de mi cuñado era) y muy zalamera le ha deseado un muy buen día así como que se ha mostrado supermegahiperamable y cordial. Silvia, la directora, me ha comentado que mi sobrino se ha presentado muy apático, que se ha negado a ponerse en la fila de su clase en el patio y que estaba muy serio. Imaginaos lo que querías al respecto pero yo lo tengo bien claro. Ayer hubo broncas y posiblemente bofetadas en casa… Pero creo que sólo para él , porque su hermana estaba muy campante. Sobre la niña me ha comentado que el colegio se está planteando una beca para solicitar ayuda psicológica ya que la niña muestra síntomas preocupantes de aislamiento con el resto de los compañeros. Por cierto ayer la suciedad era evidente en su persona ya que la bata de clase estaba tan o incluso más sucia que el día que la vi al ultima vez, y para el colmo aun le faltaban la misma ristra de botones. El pelo que tanto trabajo nos daba cuidárselo estaba raido y sucio, así como la roña en las manos y uñas. El colegio está dispuesto a testificar sobre todo por lo que respecta al trato recibido por los niños de mi parte y luego por parte del padre. Al no ser conscientes de los maltratos ya que no han presenciado ninguno o ha sido comentado directamente pueden hablar solamente de las heridas que los niños traían a clase como los brazos torcidos de ambos niños o el pie vendado de mi sobrina (según mi cuñado debido a un morado en el dedo) pero un morado descomunal ya que tuvo que ser vendado el pie y parte de la pantorrilla y además tuvo que usar durante un tiempo unas muletas. Por cierto Paloma ha tratado de hablar con el EAIA y ha descubierto que la asistenta que lleva el caso está de baja. Me he temido que el jueves no habría entrevista. He llegado a casa y he llamado a mi hermana para comunicarle que ya tiene abogada y que se prepare para el viernes para que hable como un loro y pueda defender a los niños y a ella misma. Me ha llamado Paloma y me ha dicho que las asistentas sociales ya habían declarado ante el juez, pero que entre otras cosas habían aconsejado al juez ¡que no era prudente que los niños saliesen del círculo familiar de su padre! Paloma no lo ha visto claro. Yo menos. ¿Cómo podían decir eso si sabían de los maltratos de su padre a los niños por mi hermana? Hemos tratado de quitar hierro al asunto pero no había forma. Si recomendaba que los niños saliesen del círculo familiar de su padre porque consintieron que vivieran conmigo? ¿Por qué no fueron al hospital cuando yo les llamé al enterarme que mi sobrina estaba ingresada de urgencias por un golpe en la pierna? ¿Por qué me contestaron que no hacía falta ir a ver como estaba la niña ya que el médico seguro que les enviaría el informe? ¿Por qué cuando yo les sugerí que si habían hablado ellas con los niños me dijeron que no, que no hacía falta por que ya estaban con su padre cuando sabían que había indicios de maltratos? …… (Por favor que alguien ponga un calificativo apropiado sobre la línea de puntos porque a todos nosotros se nos escapa de la comprensión humana) Otra cosa, me he enterado por Paloma que han anulado la visita de mi hermana y mía al EAIA por la baja semanal de la responsable del caso. Ha sido ella quien me ha dado la fecha de la cita. La semana siguiente, el mismo día que entrevistan a los niños. Lo curioso es que el EAIA ha tardado una hora en comunicármelo, vamos que al final somos los últimos en enterarnos del tema. Otra cosa el responsable del EAIA le ha comentado a Paloma que aun así de faltarle datos para sacar conclusiones ha visto que el padre está capacitado para tener a los niños. A saber que milonga les ha metido el personaje. Pienso que esa conclusión es demasiado precipitada porque quedarse con lo que dice un simple testimonio (y más de un personaje como el capullo) es aventurarse a matar moscas a cañonazos. El tema está complejo y hay que tocar muchas cuerdas. Supongo que traspiés como estos nos tendremos que encontrar, mordernos la lengua y tener paciencia.

Por cierto, esta mañana me ha sucedido una cosa muy extraña como terrorífica. Después de marcharse Miguel al trabajo me he quedado en cama medio traspuesto y con un sueño del carajo. En un momento de duermevela he oído como se cerraba la puerta de casa. He pensado que era Miguel pero he notado algo extraño, una presencia chunga, maligna. He tratado de gritar, curiosamente a mi padre pero no podía. He oído ruido en el comedor y como alguien se acercaba a mi habitación. Quería levantarme de la cama y no había forma. Estaba agotado. La angustia se ha acrecentado en cuanto he visto asomarse por la puerta a mi cuñado. Venía a matarme, por lo menos eso he presentido. Estaba bajo el marco de la puerta y llevaba algo en la mano, por el sonido parecían llaves pero me ha dado que no era eso. Entonces me he despertado sobresaltado. Yo sólo pensaba que eso sucedía en las películas o en guiones de novelas chuzos como modo de tensión o suspense a lo Alfred Hitchcock o Se ha escrito un Crimen (Murder She Wrote) pero veo que el cerebro también lo utiliza en la vida real como herramienta intimidatoria.


lunes, abril 16, 2007

El silencio de los inocentes.

Hoy hemos ido a ver a los niños. Hemos ido mi hermana y yo. Los han llamado por el interfono. La primera en bajar ha sido mi sobrina. Ha saludado a su madre. A mí ni me ha mirado a la cara. No se lo reprocho. Mi hermana le ha insistido con gestos (no podía hablar) que me diese un beso. Yo le he dicho que no la forzase. La niña no me contestaba apenas a lo que le preguntaba. Me miraba con enfado como si tuviese frente a si al mismísimo demonio. Ha llegado su hermano. Me ha mirado con temor, pero su expresión era diferente a la de su hermana. Ella me ha dado la espalda y le ha dicho algo a su hermano, este ha asentido. Ella de repente decide marcharse. Se ha largado sin despedirse, y eso que le henos insistido en ir al despacho que nos había cedido la directora para estar a solas y más tranquilos. Insisto, no se lo tengo en cuenta, no a ella pero si al cabronazo de su padre y a las desgraciadas de sus tías. Hemos ido el niño, mi hermana y yo al citado despacho. Al principio el niño estaba muy nervioso y callado. Entonces le he preguntado si estaba enfadado conmigo. El me ha contestado que no pero que su padre le había prohibido hablar conmigo. “Es que si se entera que he hablado contigo me pegará una paliza” nos ha dicho. Mi hermana y yo nos hemos mirado. Aterrados y en mi caso cabreado. Al parecer mi cuñado intimida a los niños. Les amenaza con llevarlos a un orfanato (una frase también muy escuchada por mí de boca de la Sargento de Hierro) si hablan o se relacionan conmigo. Yo le he dicho que no estay enfadado con él o su hermana, pero si con su padre y sus tías y mucho. El niño me ha dicho que su padre quiere matarme. Me ha dicho que si se encuentra algún día conmigo me mata. Yo le he dicho que si me mata él se irá a la cárcel y ahí sí que hay posibilidad de que él y su hermana acaben en un orfanato. Parece que esa palabra tiene mucho poder sobre los niños. Cuando le he comentado la palabra EAIA el niño me ha vuelto a preguntar sobre el orfanato. Al parecer su padre les ha vendido la moto que el EAIA es un lugar donde van los niños chivatos o que hablan con sus tíos malvados… Me ha dicho también que su hermana no quiere saber nada de mí. Me ha dicho que yo les eché de casa. Yo le he preguntado si él creía eso. Entonces me ha dicho que él había oído como yo decía a su padre que se metiese a los niños en el culo. Yo le he preguntado si realmente escuchó eso de mí. Me ha dicho que sí. Le he insistido. Me lo ha jurado. Al volverle a insistir me ha dicho que bueno, que yo no lo dije pero su padre había dicho a su familia que yo lo había dicho. Me ha dicho que por culpa de ir a hablar hoy con él y su hermana tendrán gritos y hostias en casa. Yo le he dicho que si hay bofetadas que me llame. El me ha dicho que no le deja su padre. Es más me ha dicho que les amenaza con echarlos de casa (cosa que debería hacer) y que a menudo les reta a elegir dónde irse a vivir si con él o con su tío. Pero que si se vienen conmigo jamás lo verán. Amenaza, miles de ellas. Manipulación y silencio. Pero la verdad no puede quedarse en la boca. Ni siquiera en la de un niño de diez años. Se escapa como un pajarillo salvaje de la boca y vuela por doquier. Eso lo he podido comprobar esta mañana. El niño me ha dicho que quiere venir a casa a visitarme pero que no puede. Que se acuerda de mí, del cine que le ponía (nos hemos estado riendo un buen rato de pelis que veíamos juntos como la saga Agárralo como puedas o Vaya Fugitivo). Nos hemos despedido de él con un abrazo noble y un beso. Le he dicho que si se ve amenazado que me llame o que espere al día siguiente para comunicárselo a la directora. En el coche mi hermana y yo hemos estado un rato en silencio. Luego le he dicho que sentía rabia como habían manipulado a la niña. Un padre que la maltrataba y que no quería cuidarla y sus tías que no quieren saber una mierda de ella. Que les importaba una puta mierda y lo habían demostrado con creces a lo largo del tiempo en el que los niños estuvieron a mi cargo. No era justo. Ni con ella ni con su hermano. Me ha dolido mucho. Para mí mi sobrina es muy importante. Es la niña de mis ojos. La quiero con locura. Representa mucho en mi vida. Ella es el relevo que dejó mi madre en la tierra. Nació y a los cuatro meses de hacerlo mi madre nos dejó. Es el antes y el después de una etapa. Y ahora unos desgraciados de mierda la han puesto contra mí. Eso es imperdonable. Han de pagar por ello. Las dos justicias la terrenal y la divina les han de pasar cuentas, a todos. No se merecen nada bueno. Por su maldad y su vileza ante unos niños inocentes que los obligan a mentir y callar sin ser conscientes del daño que les pueden provocar. Insisto con rabia y con furia. No es justo.

El jueves tenemos cita con el EAIA. A la nueve de la mañana. Mi hermana y yo. El viernes tenemos que ir al juzgado. El juez quiere escuchar a mi hermana. A pesar de su eterno silencio.

Esta tarde segurom que llueve a chuzos en casa de mi cuñado. Veremos que sucede.


viernes, abril 13, 2007

Hermana.

Aquí está, junto a mí, mi hermana. Después de consultárselo me ha dado su beneplácito para que todos podáis conocerla. Bueno, y para acallar a quienes aun dudaban de su existencia y pensaban que todo el folletín que llevo narrando desde antes de diciembre era producto de mi imaginación. En serio, a veces y en muchas ocasiones he deseado que todo esto fuese una invención, os aseguro que no habría nada más importante en el mundo para mí que tal cosa fuera cierta. Pero no. Mi hermana y su historia existe y como podéis ver en la imagen la enfermedad como su batalla personal la están consumiendo. Ella quería también darse a conocer para demostrar al mundo que, pese a su enfermedad, se puede luchar por recuperar el amor de unos niños y sobre todo para agradecer las numerosas muestras de afecto e interés de muchos de vosotros ya sea en este blog o por correo electrónico o vía telefónica.

Aprovechando ya que estamos en este post y poniéndolo a huevo permitidme realizar una curiosa reflexión. ¿Qué es y para qué sirve un hermano? No es una cuestión fácil de responder pero por lo menos se podría intentar resolver. Vayamos por partes. En primer lugar no todo el mundo tiene un hermano (ojo que cuando digo hermano también hago referencia a hermana). Todos sabemos que los hijos únicos existen, yo no tengo nada contra ellos, salvo que si me permitís mi opinión son los que, sin duda alguna, desconocen en profundidad lo que significa el tener otro personaje a nuestro lado que compite por compartir el cariño y el amor de unos padres. Hay quien dice que un hermano es una prolongación de uno mismo. Es posible. Para algunos, un hermano es quien lleva consigo los defectos o virtudes que le pueden faltar al otro. Es como si los padres, no del todo satisfechos con su primera obra quisieran acabar de perfeccionarla y aportan a la familia a un nuevo semejante que acabe de satisfacer su afán por conseguir lo perfecto. No sé si eso es cierto o no. Yo no soy psicólogo ni antropólogo pero para mí un hermano es otra cosa. Si estoy de acuerdo con una parte de la teoría de la prolongación y lo digo porque mi hermana y yo no nos parecemos en nada. Ni física ni psíquicamente y ambos hemos sido educados de la misma forma.

Respecto a mi hermana puedo decir que ella se llevó la inocencia que yo no tengo. Yo a su vez recogí la espontaneidad y el don de gentes que se dejó ¿queda bien decir en el útero de mi madre? No quiere decir que mi hermana no tuviera carácter, que si lo tenía y lo sigue teniendo (a veces lo saca y uno puede echar a temblar) lo que sucede que ella siempre ha sido muy reservada. Siempre nos ha costado saber que lo piensa o qué opina sobre determinados asuntos ya sean de índole personal o ajena. Si ella es mucho más cerrada y reservada yo soy (demasiado) explícito y comunicativo. Como podéis ver en las fotos ella fue mucho más lista que yo y se llevo gran parte de la belleza y el atractivo. Yo me conformé con los restos. Mi hermana era una niña muy lista de pequeña, era viva, tremenda y dicharachera. Pero algo sucedió en su psique que su carácter dio un vuelco y se transformó en todo lo contrario. Creo que todo vino a raíz de un fracaso laboral de mi padre. Mi madre contaba que una mañana mientras desayunábamos para ir al cole vimos como entraba mi padre en casa arrastras acompañado de unos vecinos que lo había encontrado en la calle tras un ataque de ansiedad debido al estrés laboral que estaba sufriendo. Yo de ese episodio no me acuerdo y eso que debería contar con seis o siete años. Mi mente lo ha borrado, pero la de mi hermana al parecer no. Contaba mi madre que mi hermana sufrió un shock. Ver a su padre, el rey, el héroe, su ojito derecho, uno de los mayores pilares fuertes de la familia derrumbado y vulnerable le afectó de tal forma que nunca jamás volvió a ser la misma. Fracasó en el colegio, se distanció de su padre, se encerró en sí misma y ya nunca más quiso crecer. Si bien es cierto que su mente se fijó un objetivo (muy válido para ella) pero que a la larga le acabaría pasando cuentas. ¿Qué cual era el objetivo? Se le podría llamar “El síndrome del cuento de hadas” que no es otra cosa que conocer a un príncipe azul, casarse con él y traer niños al mundo. Ningún objetivo más. Mi madre nos llevó al psicólogo en su tiempo (yo por culpa de los terrores nocturnos, que me duraron hasta los 21 años y que algún día si se tercia hablaré de ellos) y mi hermana por su peculiar ostracismo. Pero ojo, ni yo ni mi hermana podemos quejarnos de nuestra infancia. Todo lo contrario. Pese a algunas incongruencias (quien no las ha tenido) personales, hemos tenido una infancia mejor de la que nos merecíamos. Lo teníamos todo. Bueno no todo, nunca tuvimos una bicicleta. Un trauma infantil que aun, con el tiempo debo superar (aunque no os creáis tanto mi hermana como yo aprendimos a pedalear en bicicletas de amigos) Quitando hierro al asunto. Tanto como mi hermana como yo nos sentíamos privilegiados ya que éramos los únicos niños en todo el bloque que contábamos con tocadiscos personal y una cultura musical sin apenas limites. También nos gustaba el cine, eso ya lo he contado en este blog muchas veces. Todo a que mis padres habían sido unos adelantados en su época. Viajábamos mucho, sobre todo a Inglaterra para visitar mi abuela, mi tía y mis primos. Las navidades eran mágicas en todos los aspectos. Había comida a to0neladas y regalos a raudales. Quizá este privilegio que vivimos mi hermana y yo era debido a la facilidad que tenía mi madre por sufrir abortos. Antes que naciera mi hermana hubo dos embarazos fallidos, uno de forma muy traumática. Mi padre nos contó una vez como, tras un aborto en casa, había tenido que recoger del suelo del baño el feto muerto (de un niño) de cinco meses (“Su hijo” nos decía), envolverlo en unas toallas y llevárselo junto a mi madre de urgencias al hospital. La llegada de mi hermana fue para ellos una victoria y un regalo del cielo. Tres años más tarde llegué yo, aunque estuvo a punto de no ser así ya que a los seis meses mi madre tuvo un amago de aborto y tuvo que guardar reposo. Cuando nací (por cierto escupiéndole en la cara al médico) mi padre conmigo en brazos le dijo a mi madre “¡Ya tenemos a Richard!” esa frase siempre me ha llamado la atención porque para mí sonaba como si me estuvieran esperado desde hace mucho tiempo. Después de nacer yo hubo dos intentos más y la cosa no llegó a su fin por lo que mis padres desistieron en el intento. Mi hermana, como cualquier hermano, tuvo celos de mí, pero también hubo mucha ternura, las fotos lo demuestran. Tardó un poco pero al final se convirtió en mi protectora. Siempre hemos sido unos hermanos muy unidos, pese a alguna que otra diferencia, pero quién no la ha tenido. Si en una cosa hemos sido educados es en el respeto mutuo y en el apoyo (cosa que no sucede en otras familias como las de mi cuñado por ejemplo en las que pelearse , quererse, tratarse como mierdas y luego sufrir ataques de amor fraternal son el pan nuestro de cada día). Nosotros no hemos tenido el privilegio de disfrutar de nuestros primos como amigos porque ellos (por lo menos los que corresponden en la línea maternal) eran mucho mayores que nosotros. Ahora, con la edad la cosa ha cambiado bastante. La diferencia de opinión e intereses es mucho más concordante y afín que en nuestra infancia. Sobre mi familia paterna el problema no era la edad (entre mis primos y yo y mi hermana no hay mucha diferencia, salvo algunos meses) pero si lo había en el idioma (otro trauma que un día contaré) y sobre todo la distancia. Mi hermana y yo nos rodeamos de amigos. Tanto escolares como del mismo barrio o bloque. Algunos de ellos adorables, otros gilipollas consumados y dignos del museo de los horrores. Por suerte (o desgracia) el tiempo los distancia y los olvidamos o incluso los añoramos. Tanto mi hermana como yo compartíamos juegos (como dato anecdótico yo prefería saltar a la comba o hablar con las chicas o incluso jugar a Antón Pirulero que darle patadas a un balón como el resto de los chicos, os podéis imaginar las burlas al respecto, aunque luego bien que se unían a los juegos cuando se aburrían como ostras) Si bien al principio yo iba a la zaga de mi hermana en tema de amistades luego, con el tiempo, la cosa se invirtió y acabó ella asumiendo como suyas mis propias amistades. Con mi hermana tanto acompañados como no, solíamos salimos mucho al cine, a la playa o comprar discos al centro. Ya en nuestra adolescencia íbamos juntos a la discoteca, la mítica Bikini, los domingos por la tarde. Una tarde que nos dirigíamos hacia allí con una amiga conocimos en el bus al capullo de mi cuñado. Me lamentaría de haber cruzado nuestros destinos ese día si no fuera porque, gracias a ello, nacieron mis dos sobrinos. Curiosamente una réplica exacta de la relación que vivimos en la infancia mi hermana y yo. Sobre el tema de ambiciones tanto ella como yo hemos sido muy dispares. En el terreno profesional y metas yo me decanté por las bellas artes y el periodismo y ella por ser ama de casa y ser la esclava del machista de mi cuñado. Sobre las relaciones ella buscaba un padre para sus futuros hijos (tendríais que ver los saldos que conoció antes que mi cuñado) mientras yo me decantaba por personas más cultas y que me llenasen mucho más en el terreno de lo intelectual. Nunca me he llevado bien con mi cuñado. No por celos ni nada por el estilo. Su ignorancia y su prepotencia han sido una barrera muy densa para que él y yo llegásemos a ser amigos. Reconozco que hasta que no se casó con ella y no nacieron mis sobrinos no hubo un cierto respeto aunque trifulcas ha habido, algunas más sonadas que otras, sobre todo cuando el bebía más de la cuenta y se le iba la pinza poniéndose de evidencia ante extraños o no tan extraños. Cuando mi madre murió mi hermana y yo arropamos como pudimos a nuestro padre, ella quizás menos que yo al no tener que compartir con él el mismo techo. Cuando mi padre murió y tuvimos que repartir una pequeña herencia nuestra educación y respeto hicieron que no corriera sangre entre nosotros. La enfermedad de mi hermana y su situación actual ha vuelto a conseguir que nos uniéramos. Por un lado ella es lo único que me queda de mí núcleo familiar así como yo para ella, sobre todo después de ver como la familia que ella había creado se desmoronaba por todos lados como un gigante de barro ante un torrencial aguacero.