viernes, julio 27, 2007

Frase de la semana

Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda.
Samuel Langhorne Clemens Mark Twain.


jueves, julio 26, 2007

Y tras firmar la paz...

Primer día de tregua

A ver… como comienzo… Después del encuentro con el capullo y tras dar su conformidad respecto al tema del viaje de los niños se creó un clima general mucho más distendido como de extraña tregua navideña entre dos naciones que se han declarado la guerra. Todo iba mucho más rápido y mucho más seguro. El lunes, por ejemplo llevé a mis sobrinos a la comisaría del distrito para comenzar con el papeleo para conseguir el DNI y el pasaporte. Hicimos madrugón en casa para yo ir lo más temprano posible a buscar a mi hermana la hospital, recoger la medicación en sus correspondientes dosis, volver a casa y esperar a que el educador del EAIA nos trajese a los niños. No hubo ni un problema al respecto. Llegamos, aparcamos y les hicimos las fotos. La comisaría era pequeña e iban bastante rápido. El problema fue la burocracia. Si mi sobrina se hacía el pasaporte éste sólo tendría vigencia para nueve meses ya que la niña no tenía aun DNI. La funcionaria nos sugirió que, por lo menos le hiciésemos también el DNI y así la niña ganaría cinco años de vigencia de ambos documentos. Mi sobrino podría esperar aun tres años más para el documento nacional de identidad aunque podría disfrutar de tres años de pasaporte al tener sólo once años. Como sólo teníamos un papel para hacer el DNI y nos faltaba un papel para la fila del pasaporte (y ya no repartían porque se había acabado) no pudimos hacerles el documento. Es más, tampoco el DNI ya que en la partida de nacimiento de mi sobrina faltaba un sello especifico para que el tramite pudiera llevarse a cabo. Mi hermana aguantó muy bien la cola, con muchísima paciencia. La sentamos en un poyete y ni se quejó. La niña fue la única que despotricaba de hacer cola, tirándose al suelo y chinchando a su hermano que se comportó excepcionalmente. Claro también había que comprender que ese día a ella le tocaba piscina. Dejé a los niños en el centro cívico donde realizan tareas extraescolares y llevé a mi hermana de regreso al hospital. Yo me fui pitando al registro civil en busca del sello que faltaba en la partida de nacimiento de mi sobrina para proceder con las gestiones del DNI. No había parking cerca del edificio así que me tuve que ir al aparcamiento del Maremagnum y pasear bajo el abrasador sol durante un rato. Menos mal que me encontré un puesto de helados por el camino y me zampé una bola de helado de plátano con trocitos de chocolate y nueces que me supo a poco. Pese al calor el día era excelente. Había muchos turistas y eso de pasear por el puerto como que se agradece. Hasta daba ganas de meterse en el agua y eso que esta estaba de un color verde ambarino con motitas de grasa de motor de fueraborda… Hice cola en el registro civil aunque menos mal que iban bastante rápido. Me tocó mi turno. Pedí la dichosa partida de nacimiento con el dichoso sello, me dijeron que hasta el viernes no lo tendría. Yo puse cara de haberme bebido por lo menos cinco litros de vinagre. Se me ocurrió la genial (y a la vez estúpida idea) de que me sellasen la partida que yo tenía en mano. Así lo hicieron. Aproveché para pedir las partidas de nacimiento de mi hermana y mía (estas si estarían el viernes) para el tema del los trámites de divorcio y guardia y custodia y me fui más contento que una pascuas sin darme cuenta que había cometido un error.

Me fui a comer al Guarri Burger de la playa de la Icaria y me dirigí a casa. Por el camino me dio por mirar el documento de nuevo. Si hubiese estado protagonizando una película se habría producido un efecto de zoom extraño entre el fondo y mi rostro (Una escena parecida aparece en Tiburón de Spielberg cuando el jefe Broddy, se encuentra en la playa y se produce de sopetón un ataque a los bañistas) el efecto vendría acompañado por un sonido estruendoso producido por unos cuantos violines e instrumentos de percusión. El sello del DNI ¡anulaba el papel para cualquiera otra tramitación! Como ya eran más de las 14:00 no podía volver a Registro civil y reclamar un nuevo documento (esta vez sin sello) para tramitar el pasaporte. He de decir a todo esto que el DNI tarda alrededor de un mes en gestionarlo y el pasaporte sólo dos días por lo que nos urgía conseguir con prioridad el segundo documento. Habría que volver a intentarlo de nuevo. Por la tarde me llamó mi hermana. Tenía que ponerme en contacto con el capullo para solicitarle de nuevo que los niños nos acompañasen. Llamarlo no me hacía mucha gracia. Eso de volver a tener que dirigirle la palabra y de tratar de guardar la compostura para evitar nuevos conflictos después de todo lo sucedido resulta harto complicado. Había que tener mucho estómago y sangre fría para hacerlo. Cosa que me he descubierto capaz de realizar. Dicen que uno nunca llega a conocerse lo suficiente…

Llamé a su teléfono móvil y no contestaba. Llamé a mi sobrina y no contestaba. Llamé a mi hermana y me dijo que llamase a su casa. Llamé y se puso mi sobrina. Me dijo que su padre no estaba, que había salido un momento. Le comenté si le había dicho algo sobre el tema de los papeles. Me dijo que poca cosa. Esperé. Llamé mas tarde y se puso mi sobrino. Me dijo que el capullo había tenido un accidente. Al parecer se había clavado una astilla en un ojo y estaba de urgencias en el hospital. Le pregunté si estaba solos y me dijo que sí, aunque un segundo más tarde rectificó y me dijo que estaba con su tía (al parecer la sargento de hierro). Ahora lo pongo en duda. A eso de las 22:00 horas llama mi hermana y me dice que llame a mi cuñado al móvil. Llamó. Se pone y le comento lo sucedido en el día de hoy y que tendremos que llevarnos los niños de nuevo a hacer los papeles. Él habla en un tono frio pero por lo menos se puede dialogar. Me comenta que mejor el miércoles ya que ha de avisar al centro cívico con anticipación. Accedo, de esta forma me permite a mi volver al día siguiente y conseguir de nuevo la partida de nacimiento sin sello para DNI.

Segundo día de tregua:

Al día siguiente nos levantamos un poco más tarde. Llevé a Miguel al trabajo y me fui de nuevo al puerto, a la plaza de Medinaceli para buscar el papel. Hice cola de nuevo. Cuando me toca el turno les pido de nuevo el papel, comentándoles lo sucedido. Me dicen que el documento lo tendré disponible para el lunes. Les digo que es urgente y el tipo del mostrador me sugiere que lo comente con la supervisora en la zona de recogidas de documentos. No sabría explicar bien el cómo pero cuando el hombre me lo está comentando me pone una cara de esas entre compasión y que la fuerza te acompañe. No le hago mucho caso. No será para tanto… Llego a donde me dice y veo una señora muy amable atendiendo a los que hacen cola. Pienso “Mira que maja es”. Yo más feliz que una perdiz. “Esto es pan comido, sólo has de ponerle una buena sonrisa y ser muy amable con ella”. Me toca después de aguantar a un niñato pesado que no se enteraba de nada y que le preguntaba todo cincuenta veces y un abuelete que puso la directa y comenzó a contarle su vida a la pobre mujer. ¿Qué clase de karma tengo yo con las filas de gente que siempre me tocan la de los plastas? Me toca. Sólo me dio tiempo de decir “Buenos días , mire… tengo…” Me dice “Huy, esto has de comentárselo a la supervisora (me lo dice con una cara de “Te vas a enterar tu lo que vale un peine”) Me señala una puerta y me dirijo a ella. En eso se me adelantan una chica muy eslava y un par de Juanis tan ordinarias como dos picaportes modernistas esculpidos en mierda. Avanzamos por un pasillo llenos de estanterías con tomos de aspecto antiguo ordenados por años y por meses. Al fondo del mismo había una mesa y allí se encontraba la supervisora. Entonces comprendí todo. La mujer era áspera tanto en trato como en aspecto. Vamos una mujer a la antigua usanza. Era como si la muerte se hubiese olvidado de ella y se hubiese perdido entre tanto laberinto de tomos el día que vino a buscarla como unos ciento cincuenta años atrás. Nada más vernos nos dijo de mala gana “¿Van todos ustedes juntos?” Nosotros contestamos no (con las dos Juanis haciendo de coro a lo Dreamgrils) “Entonces salgan fuera, esperen su turno y no se me queden en los pasillos” solo le faltaba soltar un “cojones” como nota final. Salimos fuera. Las Juanis y yo. En la puerta del pasillo se nos unió otra señora. La Juanis (con su pelos teñido de un rubio imposible) parloteaban sin parar todo tipo de ordinarieces sobre no se qué tío que se habían encontrado en una fiesta y que había llamado “Hijaputa” a una de ellas (con la cara llena de granos de todos los colores conocidos y por conocer) Al verlas me dio un mal fario. Me recordaban a las hermanas de mi cuñado salvo que ellas son todas con el pelo muy negro y mucho más largo. Tuve malas vibraciones con una de ellas. Son cosas que a veces me suceden son ciertas personas. Hay quien desprende maldad por los poros con tanta intensidad que un ambientador mata olores en un baño cargado de peos. Salió la Eslava (algo descompuesta) y entraron las Juanis. No tardaron en salir. Sacando sapos y culebras de sus dulces bocas. La supervisora iba detrás de ellas tratando de decirles algo. Ellas se cagaron en su madre, su abuela y en todas sus antepasadas incluidas las que no habían llegado a ser humanoides. “Buena me espera” pienso. Llego a la mesa. La mujer está sentada de nuevo tras su mostrador. Impertérrita. Por un momento pienso “Segur que acaba de hacer una muesca más sobre la madera debajo de su mesa. Y peor aún. seguro hay una muesca nueva con mi nombre esperando ser marcada.” Le explico mi caso. Le comento que necesito el documento lo antes posible ya que nos vamos de viajes muy pronto y bla bla bla. La mujer me mira. Me dice “No he comprendido nada de los que has dicho” Se hace un segundo tenso. Se lo repito. La mujer se mira el papel y me dique que lo que le estoy enseñando es una fotocopia. Yo le comento que es la fotocopia de la partida de nacimiento de mi sobrina, que el original está en casa y que le he traído la copia para que vean que hay un sello que no necesito. Empiezo a sudar. Me mira detrás de sus gafas y me dice “Huuuuy, pues esto va a tardar unos días” Yo le comento que es muy urgente ya que tengo que ir al día siguiente a comisaría a hacer los papeles. Estoy tentado en contarle toda mi vida durante los últimos siete meses pero me callo. Entonces, y sin saber muy bien la razón me dice con mal genio “Mire salga usted por este pasillo de la izquierda y espérese media hora fuera sin que le vean los demás de la cola.” Luego logro entender algo que me darían el papel y luego añadió algo más (supongo que una maldición en una lengua antigua) que no logré descifrar. Me guió a la salida una oronda chica con la misma gracia en el cuerpo que la supervisora (ya se sabe que Dios los cría y ellos se juntan…)Esperé fuera. Un ratito. Estaba yo sentado en una banqueta cuando aparece la gordita y me entrega un papel sin detenerse y como haciéndome un guiño con los ojos. Por un momento me pareció estar interpretando una escena crucial en una peli de espías donde un contacto me entrega un documento secreto. Era la partida de nacimiento de mi sobrina sin sello. ¡Lo había conseguido! Salí a la calle. No me importaba el aberrante calor que reinaba por doquier en absoluto. Tenía lo que quería y eso era lo más importante en ese momento en toda mi vida. Llegué a casa, comí, me fui a buscar a Miguel y a Eva y después de hacer la reserva de los hoteles del camino de ida y el de vuelta del viaje a Normandía nos fuimos a la piscina terapéutica para relajarnos un buen rato.

Por la noche me llamó mi hermana. El capullo le había llamado. Mañana los niños vendrían a primera hora de la mañana para hacerse de nuevo los documentos. Todo perfecto. O eso pensaba yo.

Tercer día de tregua.

El tercer día sucedió en un principio como el primer día. Nos levantamos temprano, llevé a Miguel al trabajo (tenía un lectura de tesis de un alumno y después de eso comenzarían por fin sus vacaciones) fui a buscar a mi hermana y la medicación correspondiente, llegamos a casa y recogimos a los niños de la mano del educador. Bajamos a la comisaría. Después de aparcar nos encontramos el primer problema: Ya no habían números para el puñetero pasaporte. Agarré a mi hermana y a los niños y fuimos corriendo a otra comisaría. Esta se encuentra en la calle Balmes y tiene fama de colas kilométricas. Por suerte no había mucha. Conseguimos numero para pasaporte y DNI. Después de una espera en la que entretuve a los niños hablándoles del viaje de lo bien que lo íbamos a pasar y de las ganas que teníamos de ir juntos (mi sobrino está obsesionado con la torre Eiffel y se di hay Donuts y pan en Francia) nos toco turno de pasaporte. La señora que nos atendió nos dijo muy amablemente que le hiciésemos primero el DNI a mi sobrina ya que con el resguardo del mismo podría conservarlo cinco años (cosa que ya sabíamos). Nos dijo que en cuanto tuviésemos el resguardo no hiciésemos cola y que ella misma nos lo arreglaría para ambos niños. Bajamos al piso de abajo y en un ratito bien corto nos hicieron el DNI de la niña. Subimos con el resguardo pero la señora no estaba. Nos atendió otra compañera suya. Esta vez apareció otro problema: Para el pasaporte de la niña no había problema pero sí para el pasaporte del niño. Necesitaban el DNI de mi hermana. Le expliqué que mi hermana no tenía DNI al ser ciudadana británica. La mujer me comentó que el pasaporte no le servía por que el ordenador no lo reconocía como documento necesario para esa opción. La solución: Hacerle el DNI a mi sobrino. El problema: No tenia partida de nacimiento sellada. Le hicimos el pasaporte a la niña. Se nos ocurrió que podíamos ir corriendo a Sant Cugat del Vallés donde está registrado el niño y conseguir el papel sin hacer cola. Ya lo había hecho antes y lo entregaban de inmediato. Como la comisaría cerraban hasta las ocho pues no habría problema de hacerlo ya de una vez y por todas en un solo día. Mi hermana, en el coche me comentó que mi cuñado estaba en casa de baja por el tema de la herida del ojo. Le dije que le llamase para decirle que nos demorábamos. Un nuevo problema se nos avecinó de sopetón: la niña comenzó a liarla. En principio quería ir al centro cívico ya dijo que su padre había pagado la comida de ese día. Luego añadió que por la tarde tenían que ir ella y su hermano a casa de un amiguito para jugar y tercero que su padre no estaba en casa, que se había ido a trabajar y que no le llamásemos porque no lo encontraríamos. Mi hermana hizo caso omiso a la niña y llamó primero a casa. Allí no había nadie. Llamó al móvil de mi cuñado. Tampoco contestaba nadie. Al final optamos por dejar a los niños en el centro cívico para comer y a esos de las 16:00 recogeríamos al niño para ir a la comisaría a hacerle de nuevo los papeles (DNI incluido)La niña se iría a casa del amiguito de marras (anda que no dio la murga la puñetera niña con el tema). Tras dejar a los niños y darle la medicación a mi hermana nos fuimos a Sant Cugat en busca del sello de marras. Afortunadamente todo fue muy rápido y muy sencillo. Llevé a mi hermana a mi casa, compramos cosas para ella en el supermercado y comimos rápido (ella un potito de ternera y yo un gazpacho de tetra brick) Incluso nos dio tiempo de ver unos Highlights de la serie Fama que tengo en DVD y que le encantaba a mi hermana. Cantamos a dúo alguna canción. Se le veía muy feliz. Por un lado percibí que se sentía útil frente a sus hijos. Ella firmaba los papeles de su documentación y no la trataban como una enferma sino como a una madre. Por otro lado salía a pasear y también estrenaba la ropa (una camiseta tipo fantasía y unos pantalones tipo pirata) que le había regalado Emma, la hija de María. Recogimos al niño a la hora prevista y nos fuimos raudos a la comisaría. Pese a la espera todo fue muy bien y rápido. Incluso, como anécdota nos encontramos en la fila con Silvia, la directora del colegio de los niños, que nos dio la enhorabuena por conseguir que viajasen con nosotros y le pidió a Adam que se lo pasase lo mejor posible. Al parecer ella también iba a hacerle el pasaporte a sus hijos. Salimos a eso de las 18:00. Yo estaba agotado. Mi hermana también. Pero reconozco que se había comportado igual de bien teniendo paciencia y aplomo para soportar las largas colas de gente que no paraban de hablar y revolotear como extrañas polillas ante una invisible bombilla. Lo mejor de todo era que habíamos resuelto el tema de la documentación.

Se rompe la tregua

Tenía tres objetivos esa misma tarde y muy poco tiempo. El primero de ellos era dejar al niño en su casa. Esa misma mañana la niña había insistido en que su padre no quería que yo supiera donde ellos viven (cosa absurda porque tengo su dirección completa, numero de piso incluido.) El niño me dijo que pasásemos antes por el parque por si su hermana ya había vuelto de casa del amiguito y lo estuviera esperando allí. Pasamos y la niña no estaba. El niño me guió hasta la casa y en un momento dado me dijo “Mira, mi padre y mi hermana” . Yo bajé la calle haciendo sonar el claxon entre otras cosas para que no viesen y para comunicarle al capullo que ya teníamos los resguardos para recoger la documentación. Al haber estos días un buen clima (nada de ser amiguitos ni echarnos abrazos efusivos pero si cierto pero frio entendimiento no le eché importancia al asunto, incluso estuve tentado en entregarle la fotocopia del pasaporte de mi hermana al permitir un poco de paz entre tanta desolación) Que idiota puede ser uno en esos momentos. Si, puedo dar fe del dicho “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Merezco el premio “Tonto del año” o “Pardillo 2007”. Paro el coche y le comento aliviado a mi cuñado: “Ya tenemos los papeles de los niños”. Cuando el abrió su boca me acordé de las dos Juanis del día anterior en el edificio del registro civil. Comenzó a increparnos a grito pelado. “Sois unos cabrones” “Habéis abusado de mi confianza”“Me habéis engañado” “Acabo de denunciarte al EAIA (como si el EIA fuese la policía), a los Mossos d´ Escuadra y a la policía nacional “ (todo esto lo decía a grito pelado y arrastrando las vocales exageradamente. Mi sobrina estaba a su lado aterrorizada, El niño estaba en el coche aun peor que la niña (agarrando la camiseta que le había regalado miguel para su cumpleaños con desespero), mi hermana se había quedado petrificada mirando al infinito, empequeñeciéndose por momentos como tratando de desaparecer. Su mente había regresado de golpe a sus peores días cuando él la inflaba a palizas delante de sus hijos. Mientras el capullo me gritaba, insultaba y decía sandeces yo detuve la escena por un momento y propuse varias opciones para solventar la situación. Teníamos la primera que era bajarse del coche y discutir con él con riesgo a enganchada en mitad de la calle como si de dos barriobajeros se tratase. La descarté. Entre otras cosas porque la calle hacía mucha pendiente, tenía coches atrás pitando y no tenía ganas de meterme en problemas (aparte del cansancio acumulado). La segunda opción era más bestia. Sólo tendría que apartar el pie del freno y atropellar a ese malnacido para que por lo menos a esos niños y a su madre se le acabasen los problemas (aparte de hacerlo callar porque nada más oír sus rebuznos incongruentes me estaban dando ganas de vomitar el gazpacho que me había comido) La descarte por que dos días atrás acabamos de lavar el coche y limpiarlo de nuevo me daba mucha pereza. Tenía que llevar el coche al taller esa misma tarde y no quería pagar una reparación tan costosa, sobre todo para arrancar los trozos más difíciles del imbécil del capó y por debajo de las ruedas. Tampoco me apetecía irme a chirona por este personajillo. Por robar un banco e irme a el Caribe igual si pero por este agarrafarolas de tres al cuarto no valía la pena. La opción que me quedaba era dialogar (no sé por qué pero siempre caigo en la misma opción, hasta cuando comencé a enterarme de los maltratos que sufría mi hermana) Además cuando uno se encuentra en este tipo de situaciones siempre le pasa por la cabeza las noticias sangrientas de la televisión con cientos de maridos acuchillando a sus mujeres, hijos o familiares en un arrebato de ira. “Tienes que ser prudente” me dijo mi vocecilla interior, una voz familiar que luego reconocí como la de mi madre. “Estas sólo antes ese energúmeno, esta tu hermana aterrorizada y también los dos niños. Mantén la calma” (a lo que yo añadí “Usa la fuerza Luke” como nota cómica) Así que traté de explicarle con mucha tranquilidad los pormenores del día. A cada palabra que yo decía el soltaba el odioso y recurrente (“Mentiraaaaaaa”) que ya utilizó el día que se llevó a los niños de mi casa. Sentí una especie de siniestro “Dejavu” Se me había concedido una segunda oportunidad para joder de nuevo la cosa o arreglarla definitivamente. El imbécil volvió a insistirme que me había denunciado y que la policía me había llamado a mi teléfono móvil , a lo que yo le dije que no había recibido ninguna llamada de ningún cuerpo de la ley. Él me contestó inclinándose hacia delante y lleno de ira con una nuevo torrente de “Mentiraaaa”. Luego, cuando se le gastó la palabra dijo con nauseabunda prepotencia “ He decidido que estos dos no vayan de viaje” Los niños miraron a su padre con una mezcla de perplejidad, terror y odio, sobre todo el niño. Mi cuñado lo mira y dice “¡Y tu hoy estás castigado!” El niño me miro con lagrimas en los ojos. Con esa mirada me lo dijo todo. “Estaba desconcertado tratando de averiguar porque motivo su padre le castigaba si él había ido con su madre y su tío a hacerse los documentos. El imbécil nos dijo que había estado en casa todo el día porque estaba de baja y que allí no le había llamado nadie. Traté de que mi hermana sacase el móvil del bolso pero no hubo forma. Temblaba y se aferraba a él como si fuese un curioso salvavidas. Le comenté que le habíamos llamado y él volvió a soltar la palabra “Mentira” hasta que la lengua se le puso como una morcilla. Sacó su teléfono y alzanbdolo9 en el aire para que toda la calle lo viera grito que en su teléfono no había reflejada ninguna llamada de mi hermana. Me dijo que había ido a buscar a sus hijos al colegio a las 16:30 (cuando estos salen a las 16:00) y que allí no había nadie. Le comenté con más paciencia que Job que su hija se había ido a casa de un amiguito y que nosotros estábamos en la comisaría haciendo gestiones y volvió a taladrarme con la palabra “Mentira” otra vez más. He de deciros que se me estaba acabando la paciencia y más después de que ese pedazo de mamarracho con pies volviese a utilizar la misma artimaña que utilizó el 30 de Diciembre del 2006. Me di cuenta de que yo también era un imbécil, cómo podía había podido volver a confiar y caer de nuevo en la misma trampa. Merecía la humillación por ser demasiado ingenuo, y más con este tipejo en cuestión. Traté de que mi sobrina le explicase a su padre que le habíamos llamado. La niña no dijo nada. Permanecía callada como si aquello fuese algo peligroso y a la vez extrañamente divertido. Me quedé pasmado. Ya durante el día me había demostrado su grado de inmadurez haciendo cucamonadas en el suelo de la comisaria como si fuese un bebe o una niña chica. Mi sobrino me había comentado en el coche lo inmadura que era y sobre todo lo infantil de su comportamiento. Ahora de poca ayuda servía. Cuando más la miraba más sensación me daba que se estaba divirtiendo viendo como su padre y su tío se peleaban en mitad de la calle. Mi cuñado se fue calle abajo, le dijo a los niños que iban a denunciarme (¿otra vez?) de nuevo. Baje un poco más con el coche. En mi mente tenía dos cosas: Lo tanto que había costado hacer que el capullo cediera para que esos niños vinieran de viaje con nosotros a Normandía y la seguridad de esos dos niños (a pesar de la aptitud extraña de la niña). Me puse a su lado y recibí una sala de insultos. Así que como me estaba calentando y llegando a un extremo de ira descontrolada pisé el acelerador y me fui a llevar a mi hermana al hospital. Por el camino llamé a Miguel para que avisase al EAIA y llamé a Paloma. Miguel no sabía que había sucedido y yo con los nervios y la rabia no podía explicárselo con claridad. Le hablé en telegrama, haciéndole hincapié en los detalles más sórdidos del enfrentamiento. Miguel me dijo que llamaba inmediatamente al EAIA. Llamé a Paloma pero me salió el contestador. Le dejé el mensaje con la voz rota y en tono rabioso. Por el camino mi hermana me miraba de reojo. Seguía aterrorizada. Yo le comenté con un tono algo elevado que cómo se había enamorado de semejante ser, y también añadí ciento y un más comentarios que luego me arrepentí. Me daba mucha rabia que el tipo entre hacerme cabrear había conseguido solventarle el problema de conseguir la documentación oficial de sus hijos sin él pagar un duro (lo pagamos todo entre Miguel y yo) y sin mover un solo dedo. Le había salido redonda la jugada. Él tocándose los huevos en casa, emborrachándose o jugando al teto con su nueva novia y el gilipollas de su cuñado pateándose la ciudad y las comisarías para ahorrarle el trabajo. Aunque no salió del todo ganador. Los documentos los tengo yo en mi poder, lo mismo que la fotocopia del pasaporte de mi hermana que le iba a entregar en muestra de buen rollo. Ahora el tonto era de nuevo él. Dejé a mi hermana en el hospital y conseguí encontrar a María que estaba en la parada del bus. Hable con ella un rato. Necesitaba hablar y desahogarme . Le agradezco su paciencia y sus consejos durante esos momentos. De vuelta a casa Miguel me informa que están llamando al teléfono de casa y cuelgan. Dice que se ha cansado de descolgar y que así ha dejado el teléfono. Yo le he pedido a mi hermana su móvil entre otras cosas para controlar las llamadas que hizo a mi cuñado(en caso de que supuestamente se presentase la policía, cosa que a estas horas aun espero) y porque quiero evitar que le llame para atemorizarla como suele hacer en estos casos. Lo tengo enchufado en mi habitación esperando que el imbécil la llame. Supongo que ayer no fue mi cuñado a ninguna comisaría. Por lo menos se que al EAIA no llamó ya que por culpa del apagón que sufrió Barcelona se habían quedado sin teléfono (Tanto Miguel como yo mismo intentamos ponernos en contacto con ellos pero no hubo forma así que pillamos “su” mentira con una facilidad apabullante) Como que tampoco fue a buscar a sus hijos. Me da que acabó en el bar de la esquina alimentando a los niños con bocadillos como hace ya desde que se los quedó y inflándose a cervezas hasta que se le nuble la vista. Por la noche hablé con Sonia y Amparo sobre el tema, también con kmalaksoy ( jejeje) Por lo menos hemos coincidido todos en lo hijoputa y desgraciado que es el tipejo. Esta mañana he conseguido ponerme en contacto con el EAIA, la supervisora no estaba. Pero le he dejado el mensaje en secretaría. Espero que me llame durante el día. Le he dicho que es muy grave e importante. Ayer también hablé con Paloma. Me dijo que no nos podía denunciar porque entre otras cosas él sabía que hoy estábamos resolviendo el tema de los documentos y el niño estaba con su madre. Además incidió en que si tan preocupado estaba por el paradero de sus hijos ¿porqué no nos llamó directamente a nosotros?

martes, julio 24, 2007

Estamos

Pues eso que he estado dos dias sin ADSL. Tengo cosas que contar. En estos dias lo pondré al día. Sorry por la tardanza.

jueves, julio 19, 2007

Resumen del día de hoy

1. Nos hemos reunido con el capullo.

2. Hemos sobrevivido.

3. Ha soltado tantas tonterías que escandalizarían al propio Forest Gump

4. Mi hermana ha estado medio sedada con Diocepam, pero ha podido hablar algo.

5. Mi cuñado se ha “enterado” que hay divorcio a la vista.

6. Se ha hecho un poco la víctima al respecto. Parece ser que pretendía hacernos creer que iba a retomar la relación con mi hermana.

7. Hemos hablado civilizadamente, bueno en según qué ocasiones se ha subido el tono de voz (sólo un poco) y la responsable de EAIA y Miguel han suavizado la situación.

8. Hemos llevado el permiso de viaje conforme nos llevamos a los niños y solicitamos su permiso y el de mi hermana.

9. Se lo ha mirado

10. Ha tratado de buscar mil y un excusas.

11. Una de ellas era que él no veía correcto que mi hermana viajase ( cuando era una de sus exigencias).

12. La del EAIA le ha dicho que ella lo veía conforme y que no le sacara tantas puntas a la cosa.

13. Le ha preguntado si quería que sus hijos fueran de viaje.

14. El ha dicho que si.

15. Los niños han dicho que si.

16. El ha pedido una lista detallada de lo que vamos a hacer en el viaje (porque según dice está seguro que íbamos a dejar a sus hijos encerrados en la casa y nos íbamos a ir de cancaneo.

17. Nos ha pedido un listado de la clase de gente que va a viajar con nosotros.

18. Ha afirmado que él ya sabe qué tipo de gente va a venir con nosotros.

19. Ha tenido que explicarnos a que se refería con el comentario (todos lo imaginamos)

20. La del EAIA le ha dicho que si no conoce a la gente que más da el nombre de las personas que viajan.

21. Los niños han dicho que conocían por los menos a 12 de las 16 personas que nos acompañan.

22. Mi cuñado ha buscado más excusas. Ha pedido el plan de viaje. Al detalle.

23. Miguel se lo ha dado escrito en un papel que le ha dado el EAIA.

24. El no quería ese papel, quería en el que hemos traído y que ha redactado paloma esta tarde conmigo en su despacho.

25. La del EAIA le ha convencido que daba igual el papel.

26. Se lo ha leído como haciendo una autopsia a una rana. Buscando defectos o deformaciones congénitas.

27. Mi sobrino ha levantado la mano y ha pedido hablar.

28. Ha dicho que en casa Miguel le enseño las fotos de la casa y el mapa de viaje.

29. Miguel mi hermana y yo hemos firmado el papel con el permiso y nuestro compromiso de hacernos responsables de los niños.

30. El se lo ha mirado de nuevo.

31. Ha firmado. LOS NIÑOS VIENEN DE VIAJE.

miércoles, julio 18, 2007

Cosas que quedan por decir con sólo mirarle a los ojos.

Es cierto que le cuerpo habla. Os lo puedo asegurar. No soy un experto en ello pero si en mi juventud aprendí a leer las expresiones y el movimiento de las personas que me rodeaban. Aunque alguno os cueste creerlo es una herramienta muy útil, sobre todo cuando te enfrentas por primera vez a una persona que no conoces o cuando tratas de averiguar qué se esconde tras la sonrisa Profident de fulanito. En otro caso el lenguaje corporal ,sobre todo el que se expresa a través de la mirada, es muy útil cuando la otra persona no puede comunicarse contigo con herramientas tan habituales como el sonido de la voz. También es cierto que cuando más cercano estés a tu interlocutor (y me refiero a cercano no a distancia sino a compenetración) más fácil es averiguar lo que quiere o esconde en su interior. Como ya sabéis todos los que leéis este blog mi hermana en un 80% de su vida diaria no puede hablar correctamente. Sólo le es posible expresarse en determinadas horas del día y en ocasiones muy concretas. El resto del día se expresa con gestos y con gimoteos ininteligibles en la inmensa mayoría de los casos. En situaciones normales se haría uso de una libreta y un bolígrafo, en el caso de mi hermana fue posible durante un tiempo, ahora, en la actualidad su escritura se ha convertido en un garabato surrealista mucho más cercano a un dibujo mal hecho que a una letra o una frase construida. Sus manos no dominan el bolígrafo o el lápiz como lo hacían antaño. No son más que garras torpes que no le ofrecen ninguna seguridad como para agarrar algo tan sencillo como un tubito con grafito o tinta. Ayer no pude ir a verla. Tenía asuntos que resolver con mi gestor y me fue imposible. Eso si la llamé por teléfono. Pude entender algo de lo que decía pero por el tono de voz noté que algo no funcionaba del todo bien. Esta tarde he ido a verla. La he encontrado medio inclinada, con los brazos colgando hacia los lados y las piernas combadas en un ángulo casi imposible. Por un momento me ha recordado a un títere al que han cortado las cuerdas y hubieran arrojado con furia sobre la butaca. No tenia buena cara. Estaba desencajada, con una expresión de espanto plasmada en sus ojos abiertos como platos. Me he acercado a ella, Me ha agarrado de las manos. Estaba completamente sudada. Le he ayudado a ponerse bien. Pese a ser un saco que huesos me ha costado bastante levantarla. Ella no hacía más que agarrarme torpemente. Entonces me he dado cuenta que quería decirme algo. La he tranquilizado. Le he dado un beso y le he preguntado qué le pasaba. Ella no me ha contestado. Sus ojos sí. Estaba aterrada. Como cuando comenzó a comentarme por primera vez el tema de los maltratos. En eso ha llegado María. Me ha comentado que ayer mi hermana lo pasó muy mal. Sobre todo después de sufrir la espera inútil de sus hijos durante el fin de semana y después de tener que averiguar por ella misma, al día siguiente, la excusa fatua que le dieron los niños cuando les llamó a casa: El coche se había averiado, como había sucedido hacía dos fines de semana de forma misteriosa y sobre todo después de ir a la playa… María me dijo que ayer por la tarde mi hermana había comenzado a sufrir vómitos y desvanecimientos. Apenas comió nada y las convulsiones llegaron con bastante intensidad. Sufría un violento ataque de ansiedad. María se ha puesto a llorar. Siente mucha pena por la situación de mi hermana. En cinco meses que la conoce se ha volcado al cien por cien en ella cuidándola como si fuese su propia madre. Ha vivido las injusticias que mi cuñado y su familia han interpuesto sobre ella. El desplante de los niños cuando estaban en la etapa de mayor odio hacia su madre. Las amenazas de mi cuñado telefónicas… Todo. En un momento de la conversación me ha dicho: “Richard pido que el día que mi madre se muera y dejemos este Hospital la persona que venga junto a tu hermana la cuide y la quiera como la he cuidado y la he querido yo.” Yo también lo he pedido. Y le he dado las gracias por lo que está haciendo por ella. Hemos hablado de la familia, la cercana y de lo poco que ayudan en estos momentos. Ella con su hermana, yo con el resto de familiares. Son estos momentos en los que realmente te das cuenta de quienes te apoyan de verdad y que en el fondo no estás del todo sólo ante el problema. La vida es así. Sólo aquellos que han vivido una situación semejante se dan cuenta de ello. Mi hermana no ha podido más y se ha quedado plegada sobre sí misma. La columna no podía sujetarla. La hemos ayudado a ponerla mejor. Nos ha pedido acompañarla al baño. La hemos llevado. En un momento dado ha perdido el equilibrio y ha quedado medio inclinada sobre la taza del wáter. Su cara estaba pegada a las losetas y nos pedía ayuda. La hemos ayudado de nuevo y la hemos dejado que hiciera sus necesidades para luego sentarla en otra butaca junto a la puerta. Yo le he comentado a María que mi hermana estaba ocultando algo, sus ojos, a pesar de que ella hacía esfuerzos por esconder la verdad, la estaba traicionando. María me ha dicho que desde ayer se había dado cuenta de ello. Le hemos preguntado. Se ha hecho un silencio. Le hemos dicho que hablase que no temiera nada. Como ha podido se ha puesto en pie. Se ha agarrado a la baranda de la cama y con una voz muy lívida nos ha dicho: “Tengo mucho miedo”. Me he acercado a ella. Le he preguntado por qué… “Él me amenazo el otro día por teléfono con que iba a matar a los niños si no le entregaba la fotocopia de mi pasaporte”. Se ha vuelto a hacer otro silencio. La ira, la rabia toda esa energía malsana se ha presentado ante mí como uno de esos toros de San Fermín que sueltan por las calles de Pamplona. María se ha quedado pálida. Yo he tratado de dominarme. “¿Cuándo fue? “ le hemos preguntado. Ella comenta que empezó a hacerlo el día que los niños estuvieron en mi casa, si, el día que le trajo el petate con lo que quedaba de ella en su vida, el día que él la esperó abajo para presentarle a su novia. Pero no había sido la única. Nos ha dicho que tampoco deja que sus hijos la llamen y que ella llame por teléfono a casa o a los niños (al teléfono móvil que ella y yo le regalamos a la niña y que su padre y sus tías utilizan con deleite, sobre todo cuando hay saldo pagado por nosotros). Me ha dicho que su hija no le contesta al teléfono cuando la llama. Lo he comprobado. He llamado una vez a mi sobrina desde el teléfono de mi hermana. Ha dado señal y después de un rato ha aparecido el buzón de voz. He esperado un par de minutos y he vuelto a llamar. Esta vez se ha puesto la niña. Le he saludado y le he pasado el teléfono a su madre. Ella estaba tan bloqueada que no ha podido decir nada, solo un murmullo temeroso. La niña le ha dicho hola. Luego me he puesto yo y le he dicho a la niña que su madre la quería saludar y me he despedido de ella. He colgado. Hemos intentado llamar al EAIA y (como siempre) no contestan. Este jueves teníamos una cita con ellos y con mi cuñado para discutir el tema del viaje de los niños. Yo cada vez me estoy planteando como llevarlo a cabo. He de hablar con el EAIA para que por lo menos me ofrezcan seguridad (cosa que veo una inutilidad después de ver cómo se comportan con nosotros) No las tengo todas con esa reunión. Más aun después del rebrote de las amenazas de muerte. Miedo no tengo pero si prudencia sobre todo porque mi hermana viene a la cita. Sigo queriendo luchar por mis sobrinos y por que vengan de viaje con nosotros. Creo que merecen esta oportunidad y vivir esta experiencia. Sobre todo después de que ellos me informasen de que querían venir con nosotros.

Esta noche me ha llamado mi hermana. Al parecer el capullo le había llamado de nuevo. Hecho una fiera. Le ha increpado diciéndole “¿Quién te crees que eres llamando a los niños por teléfono cuando yo no estoy en casa?” Ella le ha contestado “Soy su madre”. Él le ha prohibido de nuevo que les llamase (sobre todo al móvil que le regalamos) Ella se ha armado de valor y le ha dicho “El jueves nos vemos las caras”. Él se ha quedado un poco confuso y le ha dicho “De acuerdo” y le ha colgado. De momento eso es lo que me ha dicho ella de buenas a primeras. No sé si hay más amenazas de por medio. Mañana he de llamar al EAIA, ella también. Me he citado con Paloma a las 12:00 para hablar del tema y comenzar el proceso de divorcio. He de ir a colegio para ir a buscar el informe sobre los niños. Un informe que está tardando cinco meses en llegar a nuestras manos después de darnos largas una y otra vez. Algo inaudito. Yo me encuentro cansado, frustrado, cabreado, trato de canalizar la ira y la rabia, transmutarla en otro tipo de sentimiento mucho más positivo, que me de fuerzas. Pero una cosa si tengo segura de todo esto. No pienso rendirme. Nunca. Pienso luchar hasta el final a lo Scarlett O´hara en Lo que el Viento se Llevó. Me he planteado que si me tengo que dejar la vida en ello lo haré y lo haré encantado mientras sirva para ayudar a sacar a esos niños del yugo de esa familia y ver a mi hermana feliz lo que le quede de vida.

lunes, julio 16, 2007

R.E.S.P.E.T.O

Aviso a los señores de Recursos Humanos o quien quiera que le concierna: Ya no se molesten en visitar más mi blog con tanta insistencia. Desde el viernes ya no trabajo para su empresa. Ya sé que este blog es un lugar público, libre. Un lugar para que pueda entrar cualquiera, leer y opinar. Normalmente quienes entran suelen ser personas interesadas o preocupadas o identificadas con el drama que está viviendo mi hermana. Muy pocos de ellos entran por error, casualidad o buscando vete a saber tu el qué ni con qué intención. Ignoro en cuál de estas categorías se encuentran ustedes. Espero y deseo que sea en el terreno de lo solidario. Entre otras cosas porque es de humanos (y me consta que ustedes lo son) sentir solidaridad hacia un drama como el que aquí se muestra a diario. Por ello les pido, por favor, un poco de dignidad y de respeto. Por lo menos por la problemática de mi hermana. Ignoro si se han preocupado en leerse los contenidos de alguno de los post. Supongo que sí, sobre todo después de observar las numerosas ocasiones que suelen entrar (¿Qué cómo lo sé? verán, sin moverse de este blog, si pulsan el botoncito diminuto, cuadrado, gris, con una rayita roja en el centro. Sí, ese que se encuentra en la parte inferior de la columna de texto de la derecha, descubrirán a que me refiero.) Insisto, aquí no van a encontrar nada de su interés y dudo que lo encuentren jamás a no ser que traten de seguir día a día las desventuras y malos momentos que está sufriendo mi hermana con su terrible enfermedad y con la lucha por conseguir sacar a sus hijos de las garras del maltratador de su marido. Una situación difícil y que no se la deseo a nadie. Se lo aseguro. Vuelvo a pedir desde aquí un mínimo de respeto, ya que este blog no es en parte mío, sino también de mi hermana y de aquellos por los que ella lucha. No sé (y corríjanme si me equivoco) si este es el motivo de sus visitas. No sé porqué pero me da que sus intenciones no son las mismas que las de las decenas de lectores que visitan este blog a diario. Fíjense bien ya que aquí se están mostrando una serie de problemas muy graves y ajenos a su empresa y con una carga emocional muy dolorosa. En todo caso, si por algún motivo se sienten solidarizados con lo que aquí se muestra les pido perdón y sean ustedes bienvenidos. Con hacérmelo saber de alguna forma retiraré gustoso esta queja. En caso contrario, les pido absténganse en buscar otro tipo de información. Aquí no la van a encontrar. No se lo pido yo. Se lo pide mi hermana aquejada de Parkinson en fase avanzada.

Frase de la semana.

Manda el que puede y obedece el que quiere.
Alessandro Manzoni.

domingo, julio 15, 2007

Desidia.

Este fin de semana mi hermana esperaba visita de los niños. Él le prometió llevárselos el sábado. No cumplió. Mi hermana estuvo esperándolos. María la había arreglado. Le había ayudado a ponerse guapa. La peinó, la perfumó y le puso un conjunto de pantalón y blusa para que cuando viniesen sus hijos la encontrasen deslumbrante. Yo le había comprado una caja de galletas para que se fuera madre e hijos a merendar en la salita de visitas del hospital. Mi hermana estaba ilusionada, es más los niños también ya el día anterior había hablado con ellos y tenían muchas ganas de verla. Los niños no aparecieron. Mi hermana les llamó, durante varios momentos a lo largo de la tarde. No contestaban. El teléfono móvil de mi sobrina estaba apagado. Desde que se lo compramos lo tiene apagado. Sólo lo utiliza para llamar a sus tías ya que su padre se lo ordena. No puede llamar a su madre. Mucho menos a mí. A última hora de la noche consiguió hablar con mi cuñado. Fue ella quien lo hizo. Él, de mala gana le dijo que no habían ido porque estaban en la playa, eso sí le pidió por enésima vez la fotocopia de su documento de identidad. Mi hermana se negó. Él le amenazó con denunciarla. Menuda memez. ¿Cómo puede una persona denunciarte al negársele entregar su propio documento de identidad? Le dijo que hoy domingo le llevaría a los niños por la tarde. No ha cumplido. La ha castigado. No ha aparecido nadie por allí. Mi hermana se ha quedado esperando nerviosa con la caja de galletas en sobre la falda. Ha llamado a sus hijos, una , dos , tres, y una docena de veces. No le han contestado. Hace una hora me ha llamado. Se ha cansado de llamar. Nadie cogía el teléfono. Estaba muy desolada. Triste, llorando. He hablado con Paloma. Mañana ponemos en marcha el plan B. Ya estamos hasta los mismísimos de esta situación. No hay palabras que puedan definir el comportamiento inhumano de mi cuñado. Si, aun creo en la justicia. Pero sobre todo en la divina.

sábado, julio 14, 2007

Crónicas de Londres: Interludio

Hay viajes que sirven para ampliar conocimientos. Hay viajes que sirven para trabajar. Hay viajes que sirven para dejar salir los instintos animales de cada uno. Hay viajes que sirven para muchas cosas, que engloban todo lo citado arriba o que incluso lo llegan a excluir. Si escribo con tanta pasión sobre mi viaje a Londres es porque el viaje, en apariencia monótono, breve, pero privilegiado llevó consigo, mirándolo entre líneas, una connotación metafísica extraña de la que ni yo mismo he consigo aun entender. Resulta curioso. A veces puedes pasarte una semana en un lugar ajeno a tu vida y no sucederte absolutamente nada trascendental. Hay quien se pasa vacaciones enteras tomando el sol sobre una hamaca durmiendo a pierna suelta. Otros la pasan de bar en bar dando tumbos en cada esquina y pasándose toda la mañana durmiendo en su propio charco de vómitos o en el suelo de una calle desconocida (en el caso que no tenga la suerte de encontrar la habitación de su hotel). Nada que objetar. Cada uno que viva sus viajes como quiera. Igual también son viajes iniciáticos, vete tú a saber… Mis 48 horas en Londres, gracias a Sony Computers fue mucho más que un viaje de trabajo. Me sirvió para darme cuenta de muchas cosas, una de ella para darme cuenta de lo mucho que amo mi trabajo y de cómo amo también la tierra de mi padre, pero sobre todo como puedo creer y confiar en mí mismo después de tantos momentos de duda y confusión. Enfrentarme a una entrevista en otro idioma, viajar sólo en un lugar familiar pero ajeno, recorrer un paisaje lleno de recovecos con una facilidad pasmosa… A ver, no os vayáis a pensar que no he viajado mucho. Todo lo contario. Desde los 2 años de edad llevo conociendo mundo. He tenido suerte de tener unos padres muy viajeros. Mi padre, por ejemplo, antes de convertirse en un hombre amedrentado por los temores sobre todo de perder todo lo que él quería (supongo motivado por la pérdida de su padre durante la Segunda Guerra Mundial y a los 11 años de edad) había viajado por casi todo el mundo. Ya de joven se enroló en la RAF y se marchó dos años a Hong Kong y Malaysia, luchando en la jungla contra los elementos, la malaria y los enemigos de su Graciosa Majestad. Sólo se le resistió América y algunos lugares de Europa. Ni Italia, ni los Estados Unidos ni Sudamérica llegaron a conocer sus pisadas. Yo lo hice por él. En parte. Pisé Italia con 23 años en otro viaje iniciático (acompañado por la presencia de la prima de mi madre, todo un personaje digno del Fellinni más esperpéntico) y que un día puede que lo cuente (con algunos pelos y señales) ya que también supuso un punto muy importante dentro de mi vida. Viajé a Cuba en otro gran viaje lleno de todo tipo de experiencias y que supuso un antes y un después ya que en dicho viaje perdí a alguien muy querido que me acompañaba pero a cambio gané a un nuevo yo mucho más maduro con una visión de la vida mucho más adulta. Viajes. Uno aprende mucho de los viajes. Hasta en los viajes aparentemente más sencillos y en apariencia menos trascendentales se aprenden cosas.

Reflexión acerca de la ambición

-Gato de Cheshire, ¿podrias decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?.
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar- dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio...- dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - replicó el Gato.
Charles "Lewis Carroll" Dodgson
Alicia en el país de las maravillas.

Dedicado con todo mi cariño a Pep Bussoms. Él ya sabe a qué me refiero ;)

lunes, julio 09, 2007

Por las buenas o por las malas.

Ayer a última hora hablé con mi hermana. Lo había intentado al mediodía sin resultado positivo. Le había pasado el teléfono a María para que ella hablase conmigo. María me comentó que mi hermana no había comido apenas y que se había tomado las pastillas desordenadamente. Estaba de capa caída. Ya por la noche pudo hablar mucho mejor conmigo. Aun le costaba creerse lo de su marido. Había dormido muy mal y no se encontraba con apenas ganas de comer. Su cabeza (perfectamente amueblada) trataba aun de justificarlo, me preguntó cómo era la chica y si no me había equivocado y era tal o cual hermana. Le dije que no. Que no me había equivocado. Entonces, me comentó que en una de las llamadas del padre a la niña cuando esta y su hermano se encontraban en mi casa éste pasado sádado él le reclamó por enésima vez la fotocopia de su carnet de residencia (para según parece tramitar el empadronamiento de los niños. ) Yo oí como ella le decía a él que el documento lo tenía la asistenta social del hospital y que no podía (ni quería) darselo. Pese a dudar de él no se fia de las inteniones del susodicho papel. Mi hermana me confesó que él la había amenazado pero que no me lo quiso decir para evitar problemas, sobre todo por lo bien que había ido la velada con los niños. Él le amenazó severamente con conseguir el preciado documento “O por las buenas o por las malas…” Mi hermana me comentó, antes de colgar, que hoy iba a llamar al EAIA para comentarle todo lo sucedido (me da que no va a servir de nada). Yo le comenté que si él ansiaba ese papel ella podría negociar con él la posibilidad de que, a cambio, dejase viajar a los niños con nosotros, sin la necesidad de que tenga que venir ella y enfrentarse a un viaje que, por su estado de salud, no podría llegar a concluir. A ella no le parecío mal la idea.

sábado, julio 07, 2007

Punto de no retorno

Día feliz…

Ha habido reencuentro. Ha sido mucho menos tenso que la otra vez, la niña ha estado muy cariñosa conmigo, en algunos momentos me ha tomado del brazo y me ha pedido que me sentase a su lado. He estado jugando con ella con la Nintendo DS. Estaba muy feliz. Los dos. Ya no había asperezas y si mucha más confianza. El niño estaba también muy contento de volver. Se ha pasado un buen rato jugando con la PlayStation 3, la Wii (está entusiasmado con esa consola) y luego como le he regalado el juego de Harry Potter que me llegó para probar hace unos días lo ha estado jugando un ratito la mar de encantado. Le ha pasado también una películas (me ha pedio si le podía pasar la cuarta de Harry Potter ya que su padre quería verla y como que se ha creado un ambiente algo gélido y estático alrededor) Mi hermana estaba contenta de tenerlos de nuevo con ella. Había conseguido lo que quería y por ella misma. Miguel y yo hemos hecho la comida y todo perfecto. A eso de las cuatro la niña ha llamado a su padre. Este sorprendentemente le ha dicho que podían quedarse un poco más y que cuando quisieran volver que le llamasen. Estaba en casa. Hemos hablado con los niños del viaje. Ellos están muy ilusionados con venir. La niña parece tener bastantes ganas. Les he dicho que han de hacerse el DNI y me han preguntado cómo. Les he dicho que su padre (o un educador) los ha de llevar a la comisaria para gestionarlo. En una semana tendrían el carnet de identidad y no habría problemas. Ellos me han preguntado si su madre vendría al viaje. Les he dicho que iría si su padre se hace responsable de ella ya que ni yo ni el hospital nos hacemos responsables y como es su padre quien la obliga a ir pues él debe hacerse cargo. Ellos me han insistido que sus padres les deja ir su va su madre con ellos (manda cojones) Hemos estado un rato hablando de lo más positivo del viaje. De lo bien que lo pasaran, de María (hija de Mercedes) que tiene la edad de mi sobrina y que podrían pasárselo muy bien juntas. De que tendrían que organizar bailes y juegos para después de las cenas en la casa. Les he pedido que ensayen una coreografía que la filmaremos… Por cierto nos hemos enterado que el capullo ha tenido un accidente con el coche y ha acabado con la puerta del coche del pasajero abollada y que no la podría abrir. El infractos a huido y ha de pagarse él mismo la reparación. Qué pena… En eso el capullo ha vuelto a llamar, por enésima vez. La niña responde de mala manera, lo que me llama la atención. Se pone el niño y dice que se quieren quedar más tiempo. El les da hasta las 17:00. En el otro extremo del barrio. Lejos de la puerta de casa. Lo curioso es que no me ha sorprendido… Se ve que le ha dicho la niña que le llamase ella por el móvil. La niña le ha contestado que no tenia saldo (yo le cargué 28 euros en dos tandas) Cuando ha colgado le he preguntado por lo del saldo. La niña me ha contestado que se lo ha gastado todo llamando a sus tías (es curioso porque lo que es a mi no me ha llamado nunca y a su madre que pagó parte del una de las cargas tampoco) Le he dicho entonces que sus tías no fuesen tan listas y que llamasen ellas no haciéndole gastar a ella el dinero (nuestro) en llamadas. Luego me ha dicho que era su padre el que llamaba (no si no hay nada mejor que cagarte en tu cuñado y encima gastarse su dinero en llamadas para las arpías de tus hermanas… ) A eso de las 17:00 se han despedido de nosotros. El niño no quería irse. La niña tenía ganas de ver la calle. Se han llevado las pelis, los juegos de la Nintendo DS, caramelos que traje de Londres que les han encantado, algunos peniques que les guardé y cromos de las horrendas BRATZ y de Wrestling) Me he despedido de ellos recordándole lo del DNI y de que le dijese a su padre que yo me hacía responsable de ellos si venían sin su madre) He cerrado la puerta y he respirado aliviado. Para cuando me habré confiado…

… y la tercera en la frente.

Pasan un par de minutos y suena el timbre de casa. Pienso “Qué se han dejado estos...” mientras voy hacia la puerta hago un repaso rápido de la mesa y veo que nada. Abro la puerta y es mi sobrino. Trae una maleta de deporte color amarillo bastante grande. Le pregunto qué es eso… El me dice que son cosas de su madre que su padre no las quiere (le estorban). Yo empiezo a acordarme de todos los santos del santoral. El niño entra en el salón donde está mi hermana y le dice: “Toma mamá esto es tuyo” Mi hermana se queda mirándolo mientras trata de sujetarse a la silla debido a los temblores. Deja el fardo a un lado yo lo abrazo. Se va. Vuelvo al salón y me quedo en silencio mirando el fardo con mi hermana y Miguel. Más que una maleta roída es un símbolo. Todo lo que queda de ella en su vida está allí en un fardo de tela. Mi hermana que tenía intenciones de bajar a comprar cosas para ella en el Caprabo de la esquina como que se le quitan las ganas. Me pide que baje a comprar yo. En eso suena el interfono. “La segunda puñalada” pienso yo. Es mi sobrina. Me dice que su padre les deja ir si firmo un papel a través del EAIA haciéndome responsable de los niños… y de mi hermana. Le digo (sabiendo que él me está escuchando) que si es para ellos sí pero no por el tema de mi hermana bla, bla, bla… Lo que no he sabido predecir que este mensaje traía revancha, y menuda revancha. Le he dicho a mi sobrina que hablaría con el EAIA y le he colgado despidiéndome de ella. Le comento la jugada a mi hermana. Ella pasa del tema. Es como Scarlett O´Hara “Ya lo pensaré mañana”. ME da la lista de la compra y bajo. Al salir del ascensor me fijo en el bar que está frente de la puerta de mi edificio y veo al capullo sentado tomando algo. No está solo, hay una chica sentada con él. No hay rastro de los niños. Mientras avanzo hacia la puerta (una de esas oscuras por fuera pero con visibilidad desde dentro) me doy cuenta que la chica no es nadie de la familia de él. Es más la actitud y el aspecto de él no es normal. Por un momento me recuerda los primeros meses que salía con mi hermana y se hacia el interesante con ella. Me doy cuenta de la jugada. Se ha echado novia. Hasta aquí todo previsible. Ya le había dicho a mi hermana que él quería rehacer su vida aunque aun la quería con locura y que la culpa de todo era de la Sargento y mia bla, bla, bla… Pienso que tiene todo el derecho del mundo en rehacer su vida, no pongo objeción alguna, otra cosa es que te esperes en la puerta de la casa de tu cuñado a que baje tu mujer para que te vea con tu novia. Sobre todo después de meter en un fardo lo poco que le quedaba de ella en su vida. Nauseabundo. He abierto la puerta. He pasado delante de él sin mirarlo. Pienso que la chica no tiene culpa alguna aunque si un buen trago por liarse con semejante tipo (bueno como el trago que tuvo mi hermana en su momento) Comienzan a encajarme las piezas. Por eso quería él quedar más lejos de casa para recoger a los niños (aunque luego se ha envalentonado para traer a la churri para que su mujer y ella se conocieran) Con razón les ha dado más tiempo a los niños para que se quedasen en casa. Con razón las llamadas de culpabilidad hacia mi hermana diciéndole que la quería (y prometiéndole una ocasión la posibilidad de volver, dándole falsas esperanzas). Crueldad. Pura y mera crueldad. Basura. Mierda. Escoria.

He ido a comprar. Cuando he subido los he vuelto a ver, de reojo. El sonriendo de oreja a oreja tonteando con su ligue. He pasado de mirarlos, salvo por el reflejo de la puerta de entrada de edificio. Lo que me ha chocado es no ver a los niños. Cuando he entrado, y ya en la lejanía, y arropado por la penumbra de la portería he visto como se levantaban, ella le esperaba y el ha ido a pagar. Sin duda era un ligue porque no se parecía en nada a ninguna de sus hermanas. Mi principal dilema en esos momentos ha sido si decírselo a mi hermana o no. En un principio he pesando que no, pero solo ha sido una milésima de segundo. Me he acordado de lo que me había contando María días atrás en la habitación del hospital. Mi hermana en una de las llamadas cariñosas del capullo le había dicho que también le quería mucho. Incluso había preguntado por él en varias ocasiones que venían los niños a verla. Es más, el día de navidad que habían pasado la noche en un hotel le contó a María que habían mantenido relaciones sexuales. María es de la opinión de que ella aun lo quiere. Con locura. Como suele suceder a miles de mujeres maltratadas por bestias con ojos de la calaña de mi cuñado. "Te odio porque te amo y te amo porque te odio". He subido a casa. Se lo he dicho. Al principio no ha habido reacción aparente por parte de ella. Me he asomado a la ventana y he llamado a Miguel. La parejita feliz se estaba subiendo al coche. Sin niños. Él le invitaba amigable y jocosamente a ella a entrar desde atrás ya que la puerta del acompañante estaba bloqueada. He vuelto con mi hermana. ella permanecía en silencio, como pensativa. Nos hemos ido. Ella le ha pedido a Miguel que nos acompañase a la calle. Estaba asustada o vete a saber qué. Hemos bajado. Lo he notado porque ella temblaba más de lo normal. En un momento, incluso, se ha tropezado y ha estado a punto de caerse. Yo le he insistido que lo más importante ahora es que deje de preocuparse de ese gilipoyas y que luche por sus hijos. Que luche por ellos, con todas sus fuerzas, mandando a la mierda a la enfermedad si es necesario. Hay competencia maternal en marcha y ella, en esos momentos, tenía todos los boletos como para no poder ganar la lotería. En el coche he hablado con ella. Tenía los ojos vidriosos. En mitad del camino ha comenzado a llorar. En silencio. Solo un par de lagrimas deslizandose de sus ojos. Me he dado cuenta de una cosa. No lloraba en silencio. La escuchaba gritar desde muy dentro de sí misma. Y el grito era desgarrador.

Un Inciso.

Hoy vuelven a venir los niños (de visita) a casa. No ha sido idea del EAIA ni han tenido que ver en nada. Todo es cosa de mi hermana. Vamos a ver, resulta que hace una semana mi cuñado la castigó no llevándole los niños al hospital. El motivo del mosqueo del imbécil era que ella había llamado a los niños a casa cuando él estaba trabajando (y los niños solos en casa ya que la Sargento esta de Camping con su caravana y el fin de semana no está para controlar nada). Pues bien inducido por ella mi cuñado llamó a mi hermana y la puso a caldo, amenazándola y advirtiéndole de que iba avisar al EAIA para que lo impidieran. Este pasado fin de semana mi hermana estuvo esperando a los niños y después de marearla con llamadas de “Ahora Vamos” y “Huy se me ha hecho muy tarde y no sé si iremos… ” al final resultó que no se presentaron.

Si a eso añadimos que mi hermana le comentó que si ella se venía de viaje a Normandía con nosotros ni el hospital ni yo nos hacíamos responsables de lo que le pudiese suceder. Porque veréis, él muy cabrón le puso una condición a mi hermana para dejar que los niños pudieran viajar: Para que pudiesen venir ella tendría que viajar con ellos. De esta forma sabiendo que ella no podría realizar un viaje tan largo él, excusándose de ello, se quitaba toda la culpa de encima y se la echaba por completo a mi hermana. Por ello haciéndole absolutamente responsable a él de cualquier percance le devolvíamos toda su mala saña con una ración extra de mierda por nuestra parte.

Mi hermana ante la chulería del capullo le amenazó con denunciarle al juez y al EAIA por no llevarles a los niños. Él le dijo que “Hiciese lo que le diera la gana”. A eso de las 23:00 le llama mi sobrina. Le dice que su padre quiere hablar con ella. Él se pone al teléfono. Le dice que va a hacer un trato con ella, sólo con ella. Va a traer a los niños a mi casa este fin de semana (concretamente hoy) Le dice que los niños vendrán de 13:00 a 16:00. A mi hermana le da que la amenaza ha surtido efecto. Ella se siente más fuerte. Sospechamos que los niños (y los nulos consejos de la Sargento de Hierro han dado resultado.) Veremos si ahora cumple…

miércoles, julio 04, 2007

Crónicas de Londres 4: Elizabethan Serenade

Toda ciudad tiene su música. No me refiero al típico ruido de los coches, de las motos, los autobuses, los ajetreados peatones o las máquinas taladradoras de turno. Me refiero a música de verdad, con composición y notas que danzan en un pentagrama. En definitiva sonidos armónicos que se introducen en los oídos y que en ocasiones se quedan marcadas al rojo vivo en las neuronas. Es posible que una ciudad tenga más de una música para una ciudad, o que varias personas coincidan en un mismo tema musical. Para mi Londres siempre me ha sonado a Elizabethan Serenade de Ronald Binge (15 Julio 1910, Derby – 6 Septiembre 1979, Ringwood, Hampshire) quizás su tema más conocido. Desde muy joven cada vez que escuchaba este tema, que por cierto han interpretado mil y un virtuosos (o no) de la música me venían imágenes de la ciudad del Támesis, el Big Ben, el London Bridge o Buckingham Palace. En toda mi vida he estado 5 ocasiones en la capital británica. Cuando viajábamos de vacaciones familiares siempre íbamos a Porstmouth (Hampshire) donde vivía mi abuela. La primera vez que visité Londres tenía 8 años. Fue de forma “accidental”. Me explico. Solíamos visitar Inglaterra en coche. Desde Barcelona atravesábamos Francia tomábamos el ferry en Calais y desde Dover nos dirigíamos a Portsmouth. Corría el verano de 1975 y sucedió un imprevisto. El Renault 6 de mi padre se averió. La avería era prácticamente irreparable en Inglaterra debido sobre todo porque era uno de los ejes de dirección del volante, y como todo el mundo sabéis en Inglaterra conducen por la derecha. Así que tenían que trae la pieza desde Barcelona para poder efectuar la reparación. La solución: Alguien tenía que trae la pieza. El elegido: El tío de mi madre. Así que una mañana tomamos el tren en dirección a Londres para recogerlo en Heathrow. Como llegaba por la noche aprovechamos para visitar la ciudad. Recuerdo cosas de ese primer viaje: La estatua de Eros de Picadilly Circus, el parlamento con el Reloj que custodia el Big Ben, el cambio de la guardia , el hotel Charing Cross situado junto a la estación (esa noche mis padre fueron al cine a ver El Exorcista) mientras el tío de mi madre nos hacía de canguro. Pero sobre todo eso destacaba el tema musical de Ronald Binge que sonaba en el hilo musical de la habitación del Hotel. Siempre que he vuelto ese tema ha sonado en mi cabeza y en esta ocasión no iba a ser menos. Salgo del hotel. Llueve. Mis planes de aquella mañana son tomar Picadilly Street hasta Picadilly Circus una vez allí caminar por Saftesbury Avenue (en pleno West End y rodeado de teatros donde se representan las mejores obras musicales del momento y de las que soy un gran admirador) hasta la tienda de Ciencia Ficción Forbidden Planet comprar unas figuras de personajes de LOST (perdidos) que estaban de oferta (cosa extraña) y luego dirigirme hacia el Museo Británico a saludar a unos “amigos” muy especiales a los que tenía muchas ganas de volver a ver. Antes de entrar en el museo me detuve en Museum Street en la tienda Playing Games para echar un vistazo y tratar de pillar algún juego de tablero de oferta. Por mi mayor (aunque también mejor) descubrimiento eran los dos dependientes de la misma. Un par de Bears tipo armario ropero de tres puertas y altos como robles. El cruce de miradas de ambos al verme entrar fue de antología. Yo me fui al piso de abajo buscar material de juego y ellos esperaron arriba jugando al Magic. Allí compre un tablero muy chulo para un juego y después de preguntarles por varios títulos que me interesaba (y que no tenían en esos momentos) me fui al museo. Fue en la tienda de juegos donde Mónica se puso en contacto conmigo y me comunico que acababan de llegar a Londres después de que en Madrid les pillase una huelga y los enviasen a otro aeropuerto cercano a la costa. Quedé con ella y con el resto de la expedición en vernos en el hotel o en todo caso cerca del mismo. Llamé a Miguel para comentarle lo de los impresionantes ositos de la tienda de juegos de tablero (ji,ji,ji,ji,ji…) y entre en el British. Antes de visitar a los “amigos” del museo comí un Sandwitch y me tomé un refresco y luego le compré a Miguel una camiseta de la Piedra Rosetta (por cierto en la ocasión que fui a Londres con mi padre, recién fallecida mi madre visitamos el British y pude meterle las zarpas a la susodicha piedra) Me dirigí hacia la sala dedicada a Mesopotamia. Allí me estaban esperando. Hay muchas cosas que me gustan del British Museum. Pero lo que más son los dos inmensos (e imponentes) Leones Alados que custodian un pasillo dedicado a las ruinas de Babilonia. Allí estaban los dos como esperándome. Me acerqué a ellos. Sonreí y saque la cámara para hacerles (por enésima vez) una foto. Estuve un rato en la sala contemplándolos y visitando los restos que custodian. Poco después me fui a visitar al tercer “amigo” que me esperaba con una solemne arrogancia. Entré en la sala dedicada a la antigua Grecia. Allí estaba, el Monumento de Nereida. Contemplarlo te sobrecoge una extraña sensación entre admiración y compasión. No es más que un pequeño templo encerrado en una sala de un museo lejos de donde fue alzado hace miles de años… Salgo del museo. Sigue lloviendo. Poco. Lo justo para ponerse la capucha y regresar hacia el Hotel. Me gusta pasear por Londres. Llueva o no tiene su encanto, todo es viejo, gótico (hago referencia al estilo narrativo y no al arte medieval) También puedes ver paisajes victorianos creados por Charles Dickens o de estilo pop como las tiendas “getaway” de comida internacional. Vuelvo a pasar delante del Teatro Palace (Ya no programas Les Miserables sino Spamelot un musical basado en Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus Locos Seguidores de los Monthy Phyton) Ahora Les Miz lo representan en el Apollo, un poco más atrás. Cerca se dan cita Cabaret, Mary Poppins, Equus (con Daniel Radcliffe enseñando en toda su envergadura la varita mágica) y Mamma Mia. Cerca se encuentra Chinatown con sus calles en chino y sus comercios y restaurantes (con patos y calamares laqueados colgando alegremente de los escaparates) más pintorescos que los dejados atras... Londres es paseable. Definitivamente. Y no sólo porque es mayormente plana sino porque es Londres y suena a Elizabethan Serenade con cada una de sus calles, jardines, parques y patios interiores (más conocidos como Mews) .


(Continuará)

lunes, julio 02, 2007

Crónicas de Londres 3: I Feel British, Oh so British...

Hay un dicho popular que dice más o menos así: “Si Londres te aburre entonces es que estas aburrido del mundo.” Cuánta razón hay escondida en esa frase. Si hay una ciudad con la mayor oferta de ocio y cultura es sin duda la capital del Reino Unido. Puedes pasear por las calles, perderte en los parques, ir de compras (si tu salario te lo permite), comer en cualquier lado platos típicos de lugares muy lejanos, visitar museos… ¿Qué sucede cuando tienes sólo una mañana para pasear por Londres cuando tienes el resto de la tarde y gran parte del día siguiente para trabajar? La respuesta: Planificarte el día para ir así aprovechar en mayor medida el poco tiempo libre. Cuando llegué a Londres el tiempo me acompañó, por lo menos hasta que llegue a Mayfair donde se encontraba el Hotel que Sony había elegido para los periodistas convocados. Llegar hasta el campamento base fue muy sencillo. Desde el aeropuerto de Heathrow había un estupendo metro que me dejaba a escasos metros del Hotel. El problema fue encontrar la entrada del metro. Ojo, hay dos entradas, una corresponde al Heathrow Express (que te deja en Paddington) la otra, el metro (para mí perfecta) te lleva al mismísimo corazón de la ciudad. Antes de embarcarme en “The Tube” cambio un puñado de euros. Pregunto a la taquillera del “Boreau of Change” por donde se pilla el metro. Me lo indica. Me llama Miguel. Le indico donde estoy. Como al principio no consigo dar con la entrada del metro trata de guiarme con la ayuda del Google Earth (un procedimiento un tanto friki lo reconozco) El principal problema es que me indica cómo se entra en el metro desde afuera, no desde dentro del recinto del aeropuerto. Al final la encuentro. Está escondida tras una columna y muy mal iluminada. Bajo a la estación y me dispongo a sacar el billete que me conduzca hacia Green Park. La entrada de la estación está a rebosar de gente. Delante de la máquina expendedora de billetes tengo a una familia Yankee salida de una Sit Com tipo “Matrimonio con Hijos” Una niña típicamente americana se emperra en meter un billete de cinco libras por la maquinita de marras. Ésta se lo escupe una , dos , tres, y hasta diez veces. La niña lo intenta incansable. Sin resultado alguno. La madre la anima a repetir la acción (en vez de darle un billete nuevo y quedarse con el chungo) Comienza a hacerse cola tras de nosotros. ¿Por qué siempre me tocan los gilipollas de turnos cuando me encuentro frente a una maquina de este tipo? ¿Ley de Murphy? ¿Atraigo a los lerdos e inútiles de las maquinitas? Nunca lo he comprendido. Me sucede en todos sitios, especialmente en parkings de grandes almacenes y peajes de autopistas. En Londres la maldición no está exenta por lo que veo. La madre manda la niña a paseo e intenta ella hacer que la maquina trague el billete. Mira de reojo hacia atrás y no se inmuta ante la inmensa cola de gente que hay a sus espaldas. Curiosamente de todos ellos el más ofuscado soy yo. Debe ser porque no tengo en mi sangre el cien por cien de la famosa flema británica. Pese a que la miro con mala hostia la mujer sigue jugando a las maquinas tragaperras. Comienza a darle a los botoncitos con las diversas opciones de compra de billetes. Sencillo, múltiple, de ida, de ida y vuelta. Me da la sensación que está jugando a tocarme las pelotas (y de paso a todos los demás habitantes de la cola, a las mujeres los ovarios.) . A la veinteava vez que intenta colar el billete de cinco libras (roñoso por cierto) le llega la brillante idea de probar con monedas. Pero hete aquí que la mujer comienza a echar monedas con una parsimonia que sacaría de sus casillas al mismísimo Job. Veo a la niña paseándose por alrededor suyo aburrida, al resto de su familia comenzando a impacientarse, todo el mundo comienza a contagiarse de la puñetera impaciencia. Bueno todos menos ella. Cuando lleva ya una docena de monedas introducidas (a cámara lenta y la mayoría de diez peniques) se da cuenta de que ya no le quedan más y no alcanza el importe necesario. Aquello es exasperante. La mujer se gira con una irritable pachorra y le dice a su marido: “Daaaaarling give me more coints!” (¡Caaaariñooo dame más monedas!) Estoy por empujarla a un lado a lo Hulk y apoderarme de la maquina. La mujer comienza a tocar teclas para liarla aun más. En eso aparece el marido y con una cara de mosqueo más remarcada que la mía y le da un billete. La tipa se molesta con él y vuelve a introducir el papelito con el careto de la reina impreso en ella (esta vez de veinte libras por la ranura) ”¡Qué lo acepte, qué lo acepte, Jesusito de mi vida que lo acepte o la matoooo!” me digo para mis adentros. Me doy cuenta que no soy el único que piensa lo mismo. La flema inglesa de mis compañeros de cola está casi rozando bajo cero. El billete se comporta y la maquina lo acepta. Casi aplaudo. La mujer recibe el ticket del metro y toda la sarta de monedas que ha metido inútilmente. Sin pedir disculpas se marcha. Parece frustrada. “Que se joda” pienso. Me toca mi turno. Pillo un billete sencillo. Voy a apagar con tarjeta de crédito y éste no parece entrar en la ranura. Un caballero muy british me indica cual es la ranura correcta. Se lo gradezco. La maquina me rechaza la tarjeta (me comienzo a asustar) ¿Y si eso me sucede en todo mi periplo londinense? Paso de hacer el idiota como la mujer Yankee y rápidamente saco un billete que me acepta de forma inmediata. Pillo el ticket y bajo raudo las escaleras mecánicas. El metro está aun allí, esperando. Me subo y me siento. Los vagones de metro son angostos pero muy bien adaptados. Hay asientos ambos lado y la gente se sienta uno frente a otro dejando un pasillo central completamente enmoquetado (por si no lo sabíais a los ingleses adoran con locura las moquetas y a sus microscópicos habitantes) El viaje en metro es un placer. Hay un momento que puedes ver la campiña y sobre todo las casitas típicas de dos o tres plantas, con chimeneas de ladrillo y con ventanas rectangulares muy típicas y que hemos visto en muchas películas y series de televisión británicas. En el vagón, durante el viaje, escucho música y observo a los otros viajeros. Mi reflejo en el ventanal me hace dar cuenta de una cosa. Por mi aspecto parezco uno de ellos. Paso desapercibido. Me llaman al teléfono. Es Miguel. Al abrir la boca y comenzar a hablar mi disfraz de “Typical British Gentelmen “desaparece. Soy un guiri más. Si observáis mis fotos personales publicadas en este blog, (o si ya me conocéis) os comento, a modo de detalle, que mi aspecto británico no viene de mi padre, sino de mi madre. Ella ni nadie de su familia son ingleses. Sino españoles de pura cepa. No de un sitio concreto, sino de varios. En mi sangre corre mucha mezcla cultural, amén de la británica, tengo genes, andaluces, valencianos, cántabros y madrileños. Curiosamente no tengo nada de catalán. Por parte de mi padre hay un poco de sangre galesa pero sobre todo inglesa (de Londres concretamente) Menudo coctel. Eso sí, me miro al espejo me parezco más a mi familia materna que la paterna. Cosa contraria a lo que le ha sucedido siempre a mi hermana. Sin embargo y por razones que no acabo de comprender sus lazos de unión con la tierra y la familia de mi padre no son tan intensos como lo míos. ¿Cuestión de prioridades? No lo sé.

Llego a Green Park y después de buscar durante un par de minutos el ticket del metro por todos los bolsillos, sobre todo los de mi pantalón (es necesario para poder salir de las instalaciones) por fin lo encuentro. Subo unas escaleras y aparezco en mitad de Londres. El día comienza a nublarse y parece que chispea un poco. Londres sin lluvia no es Londres. Trato de llamar al banco para solventar el tema de la tarjeta. No puedo comunicarme con ellos. Llamo a Martín y a Amparo para ver si hago algo mal al marcar el numero (00 34 …) Amparo me cuelga, me envía un mensaje diciéndome: “En caso de que estés en peligro de muerte llamamé, sino mándame un mensaje y te contesto que las llamadas internacionales a voz son muy caras”. Le envío un mensaje y al cabo de un rato me contesta dando instrucciones de cómo llamar a Barcelona de forma satisfactoria. Me doy cuenta de que no estoy haciéndolo mal. Sera cosa de la cobertura. Me encuentro en el corazón de Myfair (un barrio muy fashion y elegante) justo al lado de un pequeño parque lleno de encinas y olmos donde hay varias personas descansado en bancos de madera. Llamo a Mónica de Sony. Me salta el contestador. Deben estar aun en el aeropuerto. Me dirijo al Hotel. Voy al mostrador. Me presento y entrego mi documentación. Sucede una cosa muy curiosa con mi documentación, ya sea que me encuentre en Londres, Madrid, o en cualquier parte del mundo. Mi pasaporte es británico, mi foto es muy británica ergo siempre se me dirigen en inglés. Sucede que cuando les contesto en perfecto castellano (eso sucede en España) se asustan o incluso se sorprenden. En Inglaterra me hablan rápido y en ocasiones en “Slang”. Entonces yo o me bloqueo o me da por hablar “spanglish” como acto reflejo. No me cuesta hablar inglés. Siempre que puedo me lanzo a hablarlo. Pero os confieso que es un idioma que, como el catalán lo utilizo muy poco. Lo tengo un tanto oxidado. Lo puedo leer, lo puedo entender pero me cuesta un poco construir frases sin traducirlas anteriormente al castellano. Y os preguntaréis ¿cómo siendo mi padre inglés ni yo ni mi hermana dominamos el idioma de Shakesperare, Lord Byron, o Elisabeth II? Eso es algo que ni yo mismo consigo dar respuesta. Es curioso pero a mi padre pese a hablar en un 80% en castellano nunca se le fue el acento británico. Llegó a España en 1959 y hasta el 2004, año de su fallecimiento, siempre pronunciaba mal las erres, confundía géneros y decía “ojijeno”, “cacus” o “pero” en vez de oxigeno, cactus o perro. Cuando se enfadaba (pero mucho, mucho) no podía soltar tacos en castellano. No le salían. Insultaba y se cabreaba en ingles. “Bloody Hell”, “Sut Up The Cake Hole”, ”Piss Off”, “Stupid Cow”, “Come On!” o “Silly Old Sod” eran algunos de sus tacos y exasperaciones más comunes. Pero en casa el inglés, como idioma, brillaba por su ausencia, salvo algunas excepciones. Palabras sueltas como “Night, night” cuando cada noche mi hermana y yo nos íbamos a dormir, “Pudding”, “Custard”, “Staffing” y alguna que otras más formaban parte de nuestro vocabulario. Si, lo confieso me hubiera gustado mucho haber aprendido inglés de forma espontánea y de boca de mi padre. Lo intentamos varias veces. Muchas. Perno nuca lo logramos. ¿Por qué? La excusa que él daba era: “Yo no soy profesor…” Yo como recurrencia siempre le decía que mi madre tampoco y que en casa habíamos aprendido castellano y català gracias a ella. El San Benito de “Eres inglés y no sabes hablar inglés” me ha perseguido toda mi vida. O bien a modo de reproche, a bien a modo de burla. Desde entonces una pregunta siempre me ha rondado la mente. ¿Puede el hecho de que una persona hable o no el idioma de sus antepasados hacerle con mayor o menos derecho a sentirse de otra parte o de otro lugar? Pienso que es posible. Por lo menos por lo que a mí respecta. Está muy bien eso de hablar el idioma de tus antepasados pero en ningún momento te hace con mayor o menor derecho a reivindicar tus raíces. Siempre me ha hecho gracia aquellos que me han insistido hasta la saciedad de que yo soy cien por cien español. He nacido en Barcelona, si. He vivido gran parte de mi vida en España, correcto. Pero nunca he olvidado que tengo sangre inglesa en mis venas y que, sin el hándicap del idioma de por medio, en casa ha habido siempre costumbres muy anglosajonas, una de ellas, quizás la más arraigada, la puntualidad, sobre todo a la hora de las comidas y las cenas. Curioso ¿no? En mi infancia el inglés, como idioma me atraía, pero no me apasionaba. Mis visitas a mi abuela, tía y primos no eran muy continuas, unas dos veces cada cinco años. Hay que entender (y esa es otra cuestión de mi educación con ramalazos británicos) que el concepto familia al modo de ser británico era cien mil veces diferente al de familia en el más puro sentido español. Mi abuela, por ejemplo no era muy dada a ser afectuosa con mi hermana ni conmigo. A ver, no nos odiaba ni nada por el estilo, simplemente no era afectuosa y punto pelota. Recuerdo llegar un verano a Portsmouth, subir las escaleras que conducían a su casa entrar (siempre tenía la puerta abierta) a saludarla y en ningún momento llenarnos la cara de besos ni apretujarnos en abrazos. Se emocionaba, por supuesto, pero no de la misma forma que hacían las abuelas españolas. Lo mismo sucedía con mi tía y mis primos y algunos miembros de la familia de mi padre que llegué a conocer. Mi madre a eso le llamaba “Guardar la compostura”. Hay que vivirlo para entenderlo. O mejor dicho ser más o menos de allí. A mí eso no me molestaba. Estaba acostumbrado. Ni mi hermana ni yo hablábamos inglés por aquel entonces, ojo no penséis que por eso mi abuela era menos cariñosa con nosotros. A mis primos los trataba igual. En casa mi padre se comportaba así con nosotros. Nunca había besos ni abrazos. Si mi padre se iba de viaje muy pocas veces le dábamos un beso de despedida. Lo más correcto, en mi caso era darle la mano. ¿Raro? ¿Frio? No. Sólo son costumbres. Siempre me he sentido atraído por Inglaterra. Desde muy pequeño. Una de las cosas que más me atraía era mi historia familiar. Sabía mucho de la familia de mi madre (lógico por cercanía y por idioma) pero muy poco de la de mi padre. Sabía cosas sueltas. No fue hasta muy adelante que averigüé como se llamaba el pueblo natal de mi abuelo (Shropshire) y donde se encontraba (muy cerca de Manchester y Liverpool y sobre todo muy cerca de la frontera con Gales). Sabía que mi abuela era londinense, que durante su juventud se encargaba de un puesto ambulante de “Fish and Chips” de mi bisabuelo y que fue gracias a eso que conoció a mi abuelo (marinero de profesión) en periodo de entreguerras. Sé que debido a la profesión de mi abuelo se trasladaron a Portsmouth donde nacieron mi tío Peter, mi padre y su hermana Joan. Sé que mi abuelo murió en 1943, en el golfo de Vizcaya durante la Segunda Guerra Mundial. Mi padre y mis tíos huérfanos de guerra, sufrieron las mil y una por sobrevivir y que mi abuela endureció tanto su corazón que nunca más se casó tomando de por vida un carácter fuerte y muy luchador. Mi padre era un “cerebrito”, le gustaba mucho estudiar y se sacó la carrera de economista en un respiro llegando a España a finales de los 50 casándose con mi madre nueve meses después de conocerla. Sólo tengo dos fotos de mi abuelo. Las guardo como un tesoro. Es lo único que me queda de él, sin contar los genes. Con el paso del tiempo me he sentido mucho más atraído por mis raíces anglosajonas que española. Lo que sucede, sucederá o sucedió a mi familia en esa isla es la gran incógnita de mi vida. Es una atracción muy intensa (¿como la de la fuerza?) Y ahora que mis sobrinos son tan importantes para mí, sobre todo porque me siento con la necesidad de inculcarles el tema de las raíces familiares (porque si a este paso se adentran en el árbol genealógico de su padre pueden hasta llevarse sorpresas desagradables) la intensidad es mucho mayor, cási se ha convertido en una porioridad. Sobre el idioma. Al final aprendí inglés. En gran parte fue por esfuerzo de mi madre. Ella me insistió mucho en que lo aprendiese, aunque fuese pagando. Estudié en el Instituto Británico de Barcelona hasta 4. Luego por interés general lo he ido (más o menos) puliendo hasta llegar a controlarlo (que no decir dominarlo) La falta de uso es lo peor. Y eso que en casa Miguel y yo procuramos ver siempre cine en versión original aunque siempre acabe saltando alguna palabra en American English que haría revolver en su tumba a mi padre y resto de parientes fallecidos.

Después de este soliloquio sobre raíces regresemos al mostrador del Hotel. La chica que me atiende me explica cómo funciona el hotel a las mil maravillas (¿será porque es de cinco estrellas? ¿Dónde está en esos momentos la borderia inglesa?) El ascensor funciona con la tarjeta de la habitación, hay un gimnasio y un spa en las plantas inferiores y hay Wi Fi gratis en todo el Hotel. Me pregunta si quiero el periódico por la mañana y me recuerda los horarios de la cena y del desayuno. Le pregunto por mis compañeros de viaje. Consulta en el ordenador y no aparecen aun. Soy el primero en llegar. Viva la puntualidad heredada. Me voy solito a la habitación. El ascensor es muy ultramoderno, tiene hasta televisor LCD empotrado. Me pregunto quíen quiere un televisor en un ascensor… No hayo respuesta. Es algo extravagante. Llego a la planta y busco mi habitación entre el laberinto de pasillos (espero no encontrarme en ningún momento a las gemelas inquietantes de “El Resplandor”, invitándome a jugar con ellas mientras no se sueltan de la mano…) La habitación 470 está en el quinto pino, donde Cristo perdió la guitarra. La habitación es agradable. Muy sobria. La cama es lo mejor, grande llena de almohadas, con un inmenso cabezal estilo Hatari imitando a la piel de un cocodrilo. El baño es elegante y de diseño, está lleno de detalles. Me llama Miguel y hablamos un rato de la habitación y de mis planes de excursión matinal, antes del evento. Llamo al banco y me comprueban la tarjeta. No parece haber ningún problema. Respiro aliviado. Llamo de nuevo a los de Sony, no contestan. Hablo con mi hermana y después de ello me despojo de la mochila y me marcho a pasear. Ah, y de paso a ir un poco de compras.

(Continuará)