jueves, mayo 31, 2007

Primeras noticias.

Acabo de hablar por teléfono con mi sobrino. Me ha llamado desde el colegio. Quería que supiéramos que ya les había contado todo al EAIA. El corazón me ha dado un vuelco. Le he preguntado como estaba. Me ha dicho que muy bien, que no le había dicho nada ni a su padre ni a su hermana ni a sus tías. Me he emocionado mucho y casi llorando le he dicho que era un valiente y que todo iba a salir bien a partir de ahora. Que su madre y yo (y todos los que le apoyábamos) estábamos muy contentos y que estábamos orgullosos de él. Le ha dado las gracias y le he dicho que estuviese tranquilo que todo se iba a arreglar. El niño estaba contento, como si se hubiese sacado un gran peso de encima. Se sentía a gusto, nada forzado ni apenado. He hablado con Silvia, la directora del colegio, le he dado las gracias por dejar que el niño llamase. Que queríamos que el niño y su hermana siguieran en el colegio y que ahora todo dependía del EAIA del que no tenemos noticias desde hace dos días. Creo que tiene que tener en cuenta lo que ha contado el niño y obrar en consecuencia. He llamado a mi hermana. Ha habido un silencio tras contarle la noticia. Estaba llorando de alegría y de descanso. Ahora marcho a verla. Quiero darle un abrazo y mucho cariño. En cuanto sepa más sobre el tema os lo comunico. Por lo menos es un paso gigante en la historia. Y todo efectuado por un niño de tan sólo diez años pero con un corazón del tamaño del universo. Os agradezco vuestro apoyo y vuestros ánimos. Aun no ha acabado todo. Por mi parte me temo represalias de la parte contraria…

La hora de la verdad

El martes, el día del cumpleaños de mi hermana fuimos a ver a mi sobrino. Pensaba llevármelo a merendar, para celebrar la onomástica pero no pudo ser. Entre otras cosas porque la guardiana de la Sargento de Hierro iba a presentarse en el colegio a eso de las cinco para llevárselo a él y su hermana (que pensábamos que estaba de excursión) para la visita “sorpresa” del EAIA. Silvia nos cedió uno de los despachos del colegio para que pudiésemos hablar con él. Había que convencerle en tiempo record de que dijese la verdad. Ya habíamos puesto en antecedentes a Silvia sobre lo sucedido el día que me cedió su despacho y mi sobrino me confesó los maltratos de su padre y la familia de éste. Fue a buscarlo sin llamarlo por el interfono. Entre otras cosas para que mi sobrina no se enterase que había alguien allí que venía visitarlo. Este detalle le llamó mucho la atención al niño ya que durante la charla nos preguntó porque no lo habían llamado por el interfono. Yo le contesté que no lo sabía, que igual estaba roto. El niño llegó sonriente, me vio y no hubo señal de miedo o tensión como cuando me lo encuentro por la calle y su padre anda cerca. Es más abrazó a su madre con mucho amor y le deseó un feliz cumpleaños, luego me abrazó a mí sonriente y me dio un beso. Le comenté lo sucedido el día del parking. Me dijo que estaba bien. Había comprendido mi mensaje y mi precaución de no acercarme a él no fuese que su padre le castigase insultándolo o pegándole una somanta de palos al llegar a casa. Como no había mucho tiempo le comenté la situación. Le dije que aquella tarde el EAIA iba a hablar con él y con su hermana. El ya lo sabía. Por lo que de visita sorpresa nada, eso jodía en parte el plan ya que la tía podría ponerlo contra la pared para malmeterle y atemorizarlo como es habitual en ella. Le dije que tenía que ser valiente y hablar, contarles lo que me había dicho a mí días atrás. Le dije que era muy importante. Se lo pedí por él, por su hermana y por su madre. Que él era el único que podía parar eso y que si lo hacía, si contaba la verdad se acabaría todo y podría ser muy feliz y volver a casa conmigo y vivir con Miguel y conmigo para siempre. Tanto él como su hermana. Le pregunté cómo se había enterado su padre de mi visita, si se los había dicho a su hermana había dicho algo y esta se lo había chivado al capullo y a sus tías. Me dijo que se los había dicho él. Al parecer le preguntó si era cierto que su padre le había pagado el carnet de conducir a su primo. Su padre montó en cólera y le dijo al niño que eso era mentira. Yo lo se porque mi cuñado se lo había dicho a mi hermana cuando las cosas aun no se habían torcido y los niños vivían conmigo. Al parecer los pagos fueron la causa de que un día, antes de navidad acabase mi cuñado durmiendo en el coche en un descampado cerca de mi casa. Enfadado con la Sargento se lo dijo a mi hermana. Ahora lo desmiente y le dice al niño que eso lo he dicho yo para hacerles daño. Le dije que no tendría que hacerle esas preguntas a su padre. Tan sólo porque se enfadaría y él acabaría recibiendo y eso teníamos que evitarlo. El niño lo entendió. Mi hermana podía hablar un poco. Le pidió a su hijo, con lagrimas en los ojos, que le ayudase. Le insistí al niño que tenía que ser valiente y hablar. Que aquel sería el mejor regalo de cumpleaños para su madre. Y el mejor regalo que se haría él en toda su vida. Lo vi un poco afectado. Mi hermana lloraba y yo estaba a punto. Le suplicaba ayuda, que no nos dejase, que su padre lo estaba alejando de nosotros y lo estábamos perdiendo y eso a mi hermana, su madre, la estaba consumiendo. Entonces al niño se le llenaron los ojos de lágrimas. Miraba a su madre, que le extendía los brazos para abrazarlo, con pena. También había miedo. Comenzó a llorar. Madre e hijo se fundieron en un abrazo. Yo acabé llorando también. Le pedí a mi sobrino ayuda. Le dije que su madre estaba muy mal y que el poco tiempo que le quedase de vida se merecía ser feliz y verlos a ellos felices. Me quite las gafas porque las tenia llenas de lagrimas. También había lagrimas sobre la mesa del despacho. Las limpie con la manga de la chaqueta. El niño se tranquilizó. Su madre también. Hablamos sobre la importancia de esa entrevista y de que tenía que ser prudente con no decir nada a su tía o a su hermana o a su padre hasta que hubiese hablado y estuviera a salvo. Que le pidiese ayuda al EAIA y ellos le protegerían y que si quería esa misma noche estaría conmigo en casa. El niño nos dijo que no nos preocupásemos, que diría la verdad. Lo juró, lo prometió y nos lo aseguró. Dijo que lo haría con una condición. Yo le dije cual. El niño me contestó “Que mi madre engorde”. Casi me echo a reír. Le dije que si él volvía con nosotros que su madre sería tan feliz que engordaría, pero que las penas que sentía por no poder verlos tan a menudo, sólo cinco minutos la estaban agotando. El miró al suelo. Sabía que no estaba bien lo que hacía su padre llevándolos cinco minutos de visita un día a la semana. Volvió a insistir con lo del viaje. Quería venir. Pero su padre no lo consentía. Estaba lleno de odio y rabia hacia mí y sabía que su negación (que no la del niño) me dolía más que una puñalada por la espalda. Se sentía poderoso y victorioso con ello. Él mandaba y nos tenía su merced. Le dije al niño que si él decía la verdad su padre recibiría ayuda. Porque la necesitaba. También le pedí que me ayudase a recuperar a su hermana. Ya no había comunicación con ella y no sabía cómo hacerla entender. Me dijo que no entendía porque su hermana no me quería y estaba enfadada conmigo. Le explique a modo periodístico que su hermana no había contrastado la información recibida. Sólo había escuchado una versión, posiblemente adulterada y le faltaba contrastarla y asimilar la que yo le podía aportar. El niño lo entendió. Le dije que no siéntese miedo al hablar. Que había mucha gente mandándole fuerza. Me dijo una cosa muy extraña: “Tito he soñado con el yayo (mi padre) y me ha dicho que no me preocupase que todo iba a salir bien. Yo he querido abrazarlo para que volviese a vivir con nosotros pero no he podido”. Luego me preguntó si Dios quería que dijese la verdad (es curioso que me lo pregunte cuando es un niño nada religioso, ni siquiera está bautizado) Yo le contesté que sí, sobre todo Dios quería que fuese valiente y dijese la verdad. Llamó miguel y habló un rato con el niño. También aprovechó la llamado para felicitar a mi hermana. Cuando colgó el teléfono estuvimos un rato hablando de música. Le puse los auriculares de mi MP3 y le puse su tema favorito, “I´m From Barcelona”, Le encanta ese tema. Lo cantó un rato. En un momento de la escucha me miró a los ojos y me dijo. “Quiero irme contigo, tu nunca me has pegado Tito” Casi rompo a llorar de nuevo. Su madre si lo hizo. Me enseñó sus cromos de Pressing Catch. Al cabo de un rato nos despedimos de él. Le di fuerzas y que fuese muy valiente. Él nos dijo que no nos preocupásemos que iba a hablar. Yo le dije que si todo salía bien que me llamase y que iría a buscarlo donde fuese. No llamó. No sabemos nada. El EAIA no ha llamado para decirnos nada. Todo es silencio e incertidumbre. Tememos lo peor. Paloma me ha llamado varias veces para saber cómo está la cosa. Yo he llamado al EAIA. La responsable no está. Les he dicho que me llame mañana. Sé que mi sobrina se ha ido de colonias. Me lo ha comunicado el colegio por un mensaje en el teléfono móvil. Estamos desolados. Creo que hemos vuelto a fracasar…

“Blancas sin negras no ganan…”

Esta frase tan extraña, tan enigmática, me la dijo uno de los personajes oníricos que pueblan mi mente. Es una frase digna de una película de David Lynch. Si, de esas con cortina escarlata, música atmosférica y un enano bailando y hablando al revés. En este caso mi personaje era otro, más alto, cara siniestra y con muy oscuras intenciones. En el sueño Miguel y yo (y más personas) nos encontrábamos de viaje. Es curioso pero este verano hacemos un viajes multitudinario. En el sueño parábamos en una casa tipo granja. No habíamos llegado aún a nuestro destino. Creo que parábamos porque nos habíamos perdido. Pero como ya sabéis en los sueños uno no tenía las cosas muy claras. El dueño de la casa, ese personaje de aspecto cetrino y con un bigote poblado nos invitaba a llamar por teléfono. También nos invitaba a quedarnos a pasar la noche en una habitación muy rústica. En el sueño tenía una premonición. Un Dejavú. Esa habitación era mala. Ahí sucedían cosas terribles. Veía gente muriendo de hambre y desesperación. Era un trampa. El hombre nos enseñaba la habitación muy amablemente. Decía que allí podríamos descansar muy bien, sin pagar nada a cambio. Tan sólo había que solucionar un acertijo. “Blancas sin negras no ganan” Miguel parecía gustarle el sitio, incluso el reto pero a mí no. Recuerdo que en la casa había más gente. No sé si eran gente que venían con nosotros o gente que estaban con el hombre cetrino. Miguel entraba en la habitación (un lugar muy rústico amueblado con muebles sencillos y rural) Yo no entraba. Me quedaba en la puerta. Me sentía muy angustiado. No me gustaba el lugar. El hombre le insistía a Miguel y él estaba como encantado. Lo que son los sueños. En un momento me veía encerrado en esa habitación con muchas más personas. No podíamos abrir las puertas. Era imposible. Había desespero, miedo y terror. De repente descubrí el significado de la frase y las intenciones de este hombre. Quería engañarnos. Quería encerrarnos en aquel lugar, lo había hecho muchas veces dejando morir a sus habitantes. Era una trampa sin salida. La frase “Blancas sin negras no ganan” era la clave. Uno no puede ganar al ajedrez si le faltan los oponentes. Si te encerraban allí nadie vendría a verte. Morirías de desesperación, de miedo, de hambre, de sed y de locura. Convencía a Miguel para que nos marcháramos. Aun quedaba un buen trecho por avanzar y no podíamos quedarnos en ese lugar. Recuerdo marcharnos en el coche y ver como el tipo cetrino se desesperaba y nos pedía que no nos fuéramos. También pedía ayuda a otra gente que vivía con él para evitar que nos fuéramos. Lo más curioso es que en ningún momento utilizó la fuerza. Sólo la insistencia. Como sucede también en los sueños. Vi esa escena desde fuera del coche. Estaba tras el hombre y me veía marcharme en el coche junto con más gente mientras el tipo manoteaba desesperadamente en el aire por que nos escapábamos de sus garras. Me desperté con muy mal cuerpo. Estaba aterrado.

domingo, mayo 27, 2007

De Guatemala a Guatepeor…

Hoy he hablado por teléfono con mi hermana, después lo he hecho con María. Con María he recibido más información ya que mi hermana se ha saltado varios momentos de la (breve) visita de mis sobrinos (son sorpresa). Ya he comentado que es su cumpleaños este martes. Los niños se han presentado en el hospital muy guarros, sobre todo la niña. No traían regalo (como tampoco lo hicieron el día de la madre o para Sant Jordi que es tradición en Catalunya regalar una rosa), pero si un par de sorpresas. La primera la visita sorpresa del capullo. Ella no se lo esperaba (por qué yo sí…) Ha entrado acompañado por una enfermera. Le ha deseado un buen día de cumpleaños y le ha dado un beso en la boca. Acto seguido se ha ido. No sé qué decir o pensar al respecto. Me he quedado en blanco. Creo que la enfermera ha fallado. Debería haber entrado ella en la habitación y haberle preguntado a mi hermana si quería que su marido entrase a verla. No lo ha hecho. Solo venía de guardaspaldas. Ignoro si este gesto hace bien a mi hermana. Lo dudo. Lo único que ha conseguido es desconcertarla. Él muy elegante y con muy buenas intenciones. Amable y cariñoso (aunque breve). Me ha dado la sensación que quería demostrar ante los que estaban en la habitación que él no tenía nada contra mi hermana y que yo era el máximo culpable de su situación. Lo que si ha conseguido es cabrearme, pero ya se me pasará. Por lo menos esta desafortunada sorpresa. Lo que viene a continuación lo supera con creces. Cuando se ha ido el capullo mi sobrina ha entrado de nuevo en la habitación con el puñetero papel que tanto insisten en que ella firme. Me ha comentado María que mi hermana se lo ha mirado. María le ha insistido en que no lo firmase. Mi hermana le ha dicho que era sobre empadronamiento de los niños. Entonces María me ha confirmado lo peor (mi hermana no me ha comentado nada episodio del papel cuando he hablado con ella) Me ha dicho que lo ¡ha firmado! Si la cosa estaba jodida ahora está mucho más que jodida, es la madre de todas las jodideces del mundo. No sabemos qué intenciones guarda ese papel. Es posible que sea para el tema de empadronar a los niños, o no. Puede que firmando el empadronamiento de a entender ante el juez que mi hermana consiente que su marido viva con los hijos por lo que si antes estaba lejos de conseguir su libertad ahora está a años luz. Eso sí, no ha incluido su número de residencia. Le han insistido, la niña y el padre cuando la niña, más feliz que una perdiz ha ido corriendo (y sin intenciones de despedirse de su madre, maría le ha obligado casi a que le diese un beso) para darle el papel a su padre. Al cabo de un rato ha vuelto. Insistiendo en que faltaba el numero de residencia. No se lo ha dado. Sólo el garabato. La he llamado. Y le he preguntado que había firmado. Ella me ha dicho que nada. Yo le he insistido que no me engañe que se que había firmado algo. Entonces me ha dicho que ha firmado un papel de empadronamiento. Después de un segundo de mala hostia en absoluto silencio he hablado con ella. Sin subir el tono de voz. Le he hablado con mucha tranquilidad. Le comentado lo mal que está la situación y de cómo esa firma la puede comprometer de por vida en todo el proceso. He quedado con verla mañana para hablar del tema. Me ha dicho que el martes la niña no estará que se marcha de colonias. Nos lo ha dejado a huevo para llevarnos al niño para dejarlo preparado para el EAIA para que comente el tema de los maltratos (que Dios, Alá, buda o quien sea nos oiga y nos den un poco de luz) También me ha dicho que los niños le han pedido regalos para su cumpleaños. Mi sobrina quiere un móvil (el domingo 3 es su cumpleaños) El niño le ha pedido una cámara digital. Yo he flipado. ¿Ellos piden regalos y no son capaces de traerle una rosa el día de Sant Jordi, ni un dibujo el día de la madre ni una puta mierda el día de su cumpleaños y encima se atreven a exigir que mi hermana le agasaje con dos regalos caros? Ahí sí que me he cabreado. Le he dicho que se olvide de ir a comprarle caprichitos a los niños. Conformarse con una visita a la semana de cinco minutos y en ocasiones sin que le expresen una muestra de cariño es injusto, desagradable y egoísta por parte de ellos. Encima tiene que aguantar que los niños le digan lo bueno que es su padre y las cosas chulas que le regalan. Mi sobrino venía hoy con un reproductor de MP3 en compensación por la paliza recibida el día que yo le visité. Le he dicho que a los niños no los va a ganar con regalos. La niña ha insistido que quiere el móvil recordándole que el domingo es su cumpleaños. Ahora son todo mimos y que buena eres mamá. Mañana cuando pase su onomástica y tengo lo que ella quiere que se vaya a la puta mierda. Por cierto el niño le ha dicho a ella que el martes no podrá venir a verla y celebrar con ella sus 43 años. Su padre no consiente que yo lo lleve al hospital. Lo que no se espera es que seremos nosotros quienes iremos a buscarlo.

viernes, mayo 25, 2007

Necesitamos un milagro.

Es desesperante, injusto, cruel. Te llena la sangre de rabia y de impotencia. La cosa no podía ir peor que nunca. Por eso os pido un milagro. Es una llamada desesperada. Una llamada para que el bien triunfe sobre el mal. Un petición de una madre enferma, maltratada, con pocas esperanzas de vida, de un hermano que lucha por verla feliz por devolverle a ella lo que más quiere sus hijos, atrapados en manos de un hijo de puta maltratador y de su familia que lo apoya y lo incita a la violencia. Acaba de llamarme Paloma la abogada de mi hermana. La cosa insisto está muy mal. El EAIA no ha dado resultados. Acaba de llamarme para decírmelo. Su informe es que como los niños no han hablado sobre maltratos se queda todo en el aire. Habían decidido enviar un informe al juez conforme los niños vivieran por siempre felices con su padre y sus tías ya que “el pobre hombre” luchaba por el bienestar de sus hijos y ¡que bastante mal ya lo había pasado con la enfermedad de su mujer y con los problemas económicos como para ahora sufrir el trauma de quitarle los niños! No he podido creer lo que escuchaba. Pero eso no es todo. Al parecer el capullo ha hecho una intensa campaña en mi contra en el EAIA, poniéndome de malo, de sinvergüenza, de aprovechado y de hijo de Satanás. Me ha dicho que las cuñadísimas se han dedicado a llamar día si y día también para ponerme a caldo tachándome de ser inmundo y malvado y poniéndome a parir ciento y un millón de veces. Vamos que soy peor que Bin Laden para los familiares de las víctimas del 11 S. Pero ojo, si os fijáis he dicho que iba a enviar y no han enviado. Al parecer la llamada de atención mía del pasado martes ha dado algo de resultado. Han cancelado (momentáneamente) el informe. Un informe que iba a ser definitivo para definir el futuro de esos niños. Al parecer el martes (precisamente el día del cumpleaños de mi hermana) por la tarde noche, antes de que el padre llegue a casa van a entrevistar de nuevo a los niños. Durante bastante rato. Esta vez no va a ser ni en el colegio ni en el mismo EAIA sino en casa de su padre, cosa que nos da mucho miedo. Nos han dicho que van a evitar que la Sargento y su hijo (actuales perros guardianes de los niños) estén presentes. Han decidido dar una última oportunidad a los niños. Sobre todo a mi sobrino. Si habla y cuanta lo de los maltratos actuaran en consecuencia, si el niño no lo hace entregaran el informe al juez y el capullo y su familia ganaran esta guerra. Ya no habrá mucho más que hacer. Tan sólo esperar que un día a mi cuñado se le vaya la mano y tras una tremenda paliza acabe con uno de los niños en el hospital, como ya hizo con mi hermana. O eso o también el silencio eterno (lleno de miedo , angustia y resentimiento) de dos inocentes cuyo futuro puede llegar a ser tan negro como la guarida más profunda de un topo. Ahora todo depende del niño. Un niño de diez años aterrorizado de las represalias de su padre. Que vive de decir mentiras para sobrevivir y así aun a duras penas consigue librarse de los golpes e insultos de su familia. Su valor puede hacer girar la balanza a nuestro favor, pero el miedo es superior a él. Por cierto esta tarde lo he vuelto a ver. En la calle. Yo entraba en el Parking de casa y el niño estaba jugando a la pelota sobre la entrada del mismo. Su padre estaba cerca. Le he llamado desde el coche y se ha quedado petrificado de terror. Me ha mirado y ha mirado a su padre. Creo que el capullo no me ha visto. Le he hecho un gesto al niño para que se tranquilizase y para que guardase silencio. Luego he levantado el pulgar. Al salir del Parking lo he vuelto a ver. Se había medio escondido para que su padre no le viera. Le he guiñado el ojo. He cruzado la calle y cuando estaba a una cierta distancia de seguridad (e invisibilidad) me he girado. El niño me seguía mirando, con la pelota en la mano. Le he saludado con la mano y él me ha contestado con el mismo gesto. Lo he visto más tranquilo. Satisfecho. Se ha marchado a jugar con la pelota y de vez en cuando miraba por si yo le veía. He sentido la tentación de acercarme de nuevo a el y abrazarlo y llenarle de besos. Pero no quería perjudicarle. Es muy duro que por culpa de un mierdas como mi cuñado no pueda acceder a mis sobrinos sin que ellos corran el riesgo de ser agredidos por ello. No es justo. No es nada justo. Y no os imagináis lo que duele en lo más profundo del alma. No se si es ira lo que he sentido pero no era nada bueno. Tampoco es nada bueno que un mal padre que les importa una mierda sus hijos no deje que su mujer pueda disfrutar de ellos. Que la castigue con una visitas estipuladas (de momento por él) de una vez a la semana con cinco escasos minutos. No puedo consentir que mi hermana pierda la esperanza. No puede ser nada bueno para ella. Estoy más que seguro.

Por eso quiero pediros un favor. Un regalo de cumpleaños a mi hermana, el mejor de los regalos de toda su vida. No me importa de qué religión seáis o si no creéis en nada. Pero necesitamos con urgencia un milagro. Lo pedimos con ansiedad y desespero. Por favor, ayudadnos, por aquello que más querías en este mundo. Ayudadnos. Rezad, implorar, poned una vela, corred la voz, que muchos otros se unan en estos escasos días a esta desesperada petición. Pedid con todas vuestras fuerzas dar luz a ese niño para que el martes por la tarde sea muy valiente y diga por fin toda la verdad. Pedid que consiga por fin la libertad para él y a su hermana. Rogad que las garras de su padre y su familia paterna se alejen de ellos. Os lo suplico, ayudadnos. Este niño es ahora nuestra única esperanza y tenemos que enviarle muchísima energía, muchísima fuerza. No importa desde donde sea. Será bien recibida. Estamos desesperados.

Gracias anticipadas.

martes, mayo 22, 2007

La verdad por delante

Esta mañana he tenido el día libre por cuestiones de arreglar asuntos personales. He ido a mover papeles como mi renovación de mi permiso de residencia y la búsqueda de la partida de nacimiento de mis sobrinos y la partida de matrimonio de mi hermana con el capullo. He ido a Sant Cugat del Valles porque mi sobrino nació allí y su partida de nacimiento se encuentra en el registro civil de esa población. Bueno… cuando bajaba por la carretera de la Arrabassada, que bordea ese muro natural de la sierra del Collcerola lleno de bosques y jabalíes y que separa Barcelona del interior, me he acordado mucho del niño. Es más llevaba todo el día acordándome de él porque esta misma noche había soñado que se caía de un muro y se abría la cabeza, en el sueño mi sobrino se levantaba y se tocaba la cabeza ensangrentada y se miraba la sangre como perplejo en estado de shock. Yo desde arriba del muro le decía que no se durmiera que podría no despertarse. En el sueño mi sobrina me abrazaba asustada. No me ha gustado mucho ese sueño. También había mucho agua, y aparecían seres fallecidos como mis padres y mucho barro. Me he presentado en el colegio. Mi sobrino acababa de comer. Se ha alegrado de verme. Yo mucho más. Estaba muy moreno y alto. Al principio hemos hablado de las colonias que estuvo hacia una semana, justo al lado de los Pirineos. Le he comentado que he visto las fotos, que estaba muy guapo montado en caballo (él me ha corregido que era una yegua que se llamaba Troya) Le he preguntado si quería venirse de viaje con nosotros a Francia este verano. Me ha dicho que sí, al principio no muy de forma convincente. Le he vuelto a insistir y me ha dicho que si, pero que su padre y su tía no lo consentía. Yo le he recordado que quien si quería que fuese era su madre y que su tía no pintaba nada en ello (le he dicho que su tía se podría meter la lengua en el culo, así de claro) Ahora, al parecer , su tía ejerce de madre y mi hermana no pinta nada. Le he aclarado varias cosas. Una que si él quería venir (me ha dicho que su hermana no quiere a lo que yo le he dicho que también estaba invitada pero que si no venía ella se lo perdía) que se lo dijese al EAIA y que ellos harían lo posible por conseguir que fuese realidad. El niño me ha vuelto a insistir que su padre se negaba a ir, es más me ha dicho que si le decía algo al EAIA le iba a pegar una paliza. Aquí he hecho un parón.¿ Me estaba hablando de maltratos si decía algo? Entonces he cambiado de tercio. Le he comentado lo que leí en el juzgado, la declaración que él hizo ante el forense, de cómo había vivido de mal en mi casa y lo mal que había comido. Él me ha mirado triste y me ha dicho “es que si decía la verdad mi padre y mi tía me pegaban”. No es que me haya pillado por sorpresa. En absoluto. Pero al parecer el niño estaba siendo sincero y eso era lo que yo esperaba. Un niño sin tapujos y que comentase toda la verdad. Le he preguntado porque no se lo decía al juez o al EAIA, él me ha contestado “Es que si se lo digo al EAIA ellos se lo dirán a mi padre lo que he dicho y mi padre se enfadara y me insultará y me pegará.” Vamos que los tienen bien atemorizados y por lo que he visto a quien tienen más atemorizado de los dos es a él. Le he dicho tranquilamente que hablase, que contase la verdad, al juez y al EAIA, que era importante porque eso le ayudaría a él y a su hermana y sobre todo a su madre. El niño estaba tenso. De repente me ha entrado una cólera encima que no podía soportar. ¿Cómo era posible que ese hijo de puta pudiera seguir maltratando a sus hijos? La respuesta es amplia. Está mal de la cabeza o es un soberano cabrón (sorry Dani por lo de los insultos pero es que no hay otro calificativo aunque éste se quede muy corto con lo que realmente debería representar su persona) Tiene a los niños atemorizados, controlados todo el día por el padre, la sargento de hierro e incluso su primo. Todo lo que reciben son amenazas y, cuando quieren ganárselos les hacen regalos, me ha dicho que su padre les compra ropa de marca y a su hermana una Nintendo DS, (curioso porque yo le regalé una Nintendo Game Boy Advance con un montón de juegos hace tiempo) luego me dice el niño que su padre va diciendo que yo me los quiero ganar con regalos… Le he vuelto a pedir ayuda. Le he dicho que sea valiente y que debe hablar que es por su bien y por el de su hermana que no puede vivir en una casa donde todo son maltratos y gritos. El niño me ha dicho que su padre le insulta. Siempre ha tenido predilección por humillarlo (os recuerdo que hasta pensó una vez en hacerse una prueba de paternidad porque pensaba que el niño no era suyo…) y ser quien más palizas recibía (detrás de su madre) le he insistido que hable y se lo cuente al EAIA, se lo he dicho con lágrimas en los ojos, no podía consentir lo que estaba oyendo. Entonces ha sucedido algo. Una cosa que me ha dejado más hundido pero que me ha dado fuerzas. Mi sobrino ha roto a llorar. Con desespero y terror. Se ha levantado y me ha abrazado. Me ha agarrado con fuerza y lo he tranquilizado. Le he dicho que no tuviese miedo, que yo estaba allí para ayudarle, que confiara en mí y en el EAIA que hablase y que todo se arreglaría. Él entre lagrimas me ha dicho que tenía mucho miedo, que estaba aterrorizado. Le he abrazado más fuerte. Para que supiera que yo le apoyaba. Que pasase lo que pasase yo estaría allí. Que si me había enfadado con él era precisamente porque sabía que no decía la verdad. El me ha insistido que le pegaban si sabían que hablaba conmigo, que su padre y su tía lo vigilaban y que no le dejaba salir de casa para ir a jugar o venir a verme. Por un momento he pensado en llevármelo. En protegerlo de semejantes bestias,. No me importaba nada si me venían a buscar. No era justo lo que estaba pasando. Lo peor de todo es que de cara al prójimo el capullo y su familia estaban haciendo el papel de buenos y de bondadosos pero tanta mierda sale a flote y un niño no puede soportar tanta presión. Ira, rabia, asco. Nada bueno para mi mente. He tratado de calmarme mientras me limpiaba las lágrimas. También he calmado al niño. Le he insistido de nuevo en que diga la verdad. Él me ha mirado como diciéndome que si pero en el fondo había aun mucho terror. Me ha dicho que no se siente a gusto pero pese a los palos aun quiere a su padre. Yo no se lo he negado pero le he dicho que no es nada buena la violencia hacia otras personas. Me ha confesado que vio como su padre pegaba a mi hermana y que cada vez que ve en la tele algo de violencia doméstica se siente aterrado porque eso lo ha vivido. Me ha dicho que varios amigos de su padre maltratan a sus mujeres (Dios los cría y ellos se juntan) incluso uno de ellos violó a su hija. Yo le he preguntado qué clase de amigos tiene su padre. Él me ha contestado encogiéndose de hombros con aire de repugnancia. Me ha dicho que sabía que su tío me había amenazado de muerte, como también lo había hecho su padre. Le he preguntado si eso era bonito. Me ha dicho que no. Eso si a su tío lo habían detenido en el Metro hacía unos días. Le he preguntado si le gustaría volver a vivir con nosotros. Me ha dicho que si. Está harto de amenazas y de gritos. De prohibiciones. Toda su infancia ha sido eso prohibiciones. Me he levantado para buscar algo en la chaqueta y me ha dicho que no me fuera, que aún era pronto. Estaba seguro y muy feliz de estar a mi lado. Le he hablado de las vacaciones, de Paris, de Normandía y de Eurodisney. Le he dado mil y un detalles. Le he comentado que hay pista de tenis en la casa que hemos alquilado y se le han puesto los ojos como platos. Me ha preguntado si había tele. Le he dicho que si y que si se venía me llevaría la PlayStation 2 para jugar un rato. Me ha dicho que le gustan los juegos de lucha libre, me ha preguntado por las videoconsolas y los nuevos juegos que me han llegado. Le he dicho que venga un día a casa a jugar como hacía cuando estaba viviendo conmigo. Otra vez ha salido su padre y las palizas. Le he comentado de los tristes que estuvimos en Nochevieja. Él me ha dicho que nos echó de menos pero que le pasó una cosa muy rara. Celebró las campanadas de fin de año en casa del gilipollas del ex carcelario y que cuando se tomó el cava (champan) se quedó de repente dormido. Me ha extrañado. Él me dijo que era muy raro. Yo le he preguntado si le habían dado alguna pastilla. Él me dijo que no recuerda pero que no se fiaba de su tío. Se me han puesto los pelos como escarpias. Me ha dicho que su hermana no me quiere. No se lo he tenido en cuenta. Yo le he dicho que yo sí y mucho y que si se lo quería decir que se lo dijese. Le he comentado que los únicos que me importan son ellos y su madre (bueno y Miguel también jajaja) que su familia se podría ir a la mierda, morirse o perderse en la cara oculta de la luna. Le he preguntado por la “Culebrilla” de su tía, le he interrogado por si le había salido en el cuello o en la lengua, me ha dicho que no, en la barriga (y al parecer le duele horrores) le he dicho que no es la única culebrilla que le saldría, sino que le han de llegar hasta pitones y anacondas de todo lo mal bicho que era. Me ha dicho que su padre está enfermo. Tiene los pulmones jodidos y la garganta hecha puré. Dice que es por culpa del tabaco (o del mal fario o Karma que lleva encima). En un momento, mucho más adelante le he dicho que nunca haría las paces con su padre y por mi se podría operar de la garganta. Mi sobrino se ha quedado boquiabierto. Pero no por la ofensa. Me ha dicho “¿Cómo lo sabes?” yo le he preguntado “¿El qué?”, el me ha dicho ”¡Que a mi padre igual le han de operar de la garganta!… “ Yo he sonreído con picardía. O se ha pensado que por lo menos yo era la versión adulta de “Harry Potter” o que era un Jedi (la versión obesa de Obi Wan Kenobi) ya que me ha comentado que le gustaría tener un sable láser como el maestro Yoda… Le he comentado que fui a verlo el viernes cuando actuó en el colegio (bueno no exactamente fui a verlo pero estuve en el colegio) Me ha preguntado donde estaba y si vi a su padre y sus tías (por cierto fueron muy elegantes, aseados y educados a verlos). Lo que hace tener el culito prieto de cara al exterior. Le he dicho que sí. Ha flipado. Me ha vuelto a ver como Harry “Obi Wan Potter Kenobi” Se ha imaginado por un momento que estaba escondido en algún lado de la sala de actos con la capa mágica regalo de Dumbeldore o como un Jedi colgado de alguna tubería de GAS ZETON de las cuevas de Geonosis… Me ha dicho que su padre solo me perdonaría si yo le pidiera perdón (de rodillas) y le pagase lo que supuestamente he robado y yo me he reído de lo lindo. Luego le he dicho que si no hubiese pagado las clases de conducir del ultramimado y megarepelente y envidioso de su primo (el hijo de la Sargento de Hierro) podría haber pagado su comida y las clases que dejó a deber. El niño ha flipado. Le he preguntado si le parecía bien que su amada tía agrediese a su madre en el Hospital. El niño se ha molestado y no conmigo precisamente. Le he dicho que había testigos y que el juez sabía de ello. Me da que su padre se va a enterar de todo aunque el temor a una paliza igual lo hace callarse. Esta todo en el aire. A las 15:00 PM lo he dejado. Se ha ido contento y descansado. Por lo menos se ha desahogado y la mierda que tenía dentro ha sido expulsada. He pensado en llamar al EQAIA desde ahí. Ahora que las cosas estaban calentitas. Pero lo he hecho en casa. La asistenta no estaba. Por cierto ayer había hablado con ella. No me había quedado muy buen sabor de boca con lo que me dijo (apoyaban más la padre ya que estaba esforzándose por luchar por sus hijos y a mi hermana y a mí se nos medio acusaba de entorpecer su trabajo con el tema justicia por en medio). No estaba la asistente social. Pero después de mi aviso no ha tardado en llamar. Le he comentado lo sucedido. Le he dicho que estoy intranquilo ya que de cara al exterior son todo un paripé y de puertas a dentro no sabemos nada, salvo lo que cuenta el niño. Les he metido un poco de prisa para que se muevan ya que veía un poco de lentitud en el tema. Me ha dicho que toma nota que el tema es grave y que mañana se pone en movimiento con una posible entrevista con los niños y el padre. He ido a ver a Paloma y se ha puesto de los nervios con el tema. Mañana iba a presionar al EAIA con el asunto. Me ha dado varias soluciones y veremos cual tomamos. Estoy enfurecido pero por otro lado esperanzado de que al mover el pozo los muertos y la verdad salgan ya a flote.

sábado, mayo 12, 2007

Rey negro mueve.

Lo ultimo del capullo y su familia es que están tratando de convencer al juez que mi hermana no está en su sano juicio. Han presentado un papel al juzgado donde aseguran que mi hermana está absolutamente incapacitada para poder ver a sus hijos porque debido a su enfermedad está mal de la cabeza por lo que es un peligro para los niños. Sospechamos que ese era el papel que ellos querían que ella firmase tan insistentemente. Un papel que le daba la plena potestad a él con los niños y la incapacitaba para poder verlos o ejercer su derecho como madre. Al parecer y a estas alturas de la historia siguen confundiendo el Parkinson con el Alzheimer. De momento el juez tiene el testimonio de la Forense que calificó a mi hermana como muy entera y con la mente muy clara. Por cierto la Sargento de Hierro sigue afectada por "La Culebrilla" que le ha invadido toda la barriga. Lastima de no haberle salido en la lengua o en el cuello. Me ha dicho un pajarito que el dolor y la picazon que siente es de espanto. No si ya dice bien el refranero: "Quien siembra tormentas, recoge tempestades."

miércoles, mayo 09, 2007

El EAIA contraataca.

Esta mañana cuando llevaba a Miguel al curro nos hemos cruzado con la representante del EAIA, la misma que nos entrevistó a mi hermana, Miguel y a un servidor en el hospital. Iba un poco como perdida buscando una calle. Como somos mal pensados se nos ocurrió que tal vez se dirigía hacia el colegio de los niños a entrevistarse con Silvia, la directora. Lo he comprobado horas después. La entrevista, según Silvia, ha sido muy positiva. Se ha hablado de todo lo que ha pasado este tiempo, la escolarización, el trato conmigo hacia los niños y nuestro interés por que estos sigan estudiando en el mismo colegio… Si una cosa ha quedado clara es que los niños han de seguir allí, ya que las intenciones del capullo era escolarizarlos en otros centros al considerar el que se encuentra n demasiado caro. Ayudas hay, tanto por parte del centro (os recuerdo que Silvia es la que se ha encargado de encontrarles un trabajador social que acompañe a los niños al cole por las mañanas. De la mitad de las dietas de comedor y de que recuperen la hora que yo les di de biblioteca y que el inútil de su padre había suprimido). Se ha comentado que el EAIA se encargara de conseguir las becas de actividades extraescolares de verano, así como de las colonias de veranos para los dos niños. Todo esto sin que el capullo mueva un solo dedo. Para que luego se queje (cosa que muy seguro hará ya que es su especialidad como perro del hortelano que es). También le ha comentado la del EAIA que hay una necesidad apremiante de que esos niños recuperen el trato con su familia materna. Ahora absolutamente nulo debido a que ni mi cuñado ni sus hermana consientes que así sea. Se ha hablado de la necesidad de toma de contacto y de que esos niños se vengan de vacaciones con nosotros (aunque cada vez hay menos ganas por nuestra parte pero si un interés en apretarle la tuercas al capullo y complacer los deseos de mi hermana) , que es ya una decisión inamovible del EAIA (aunque seguro que el padre, en alarde de chulería e ignorancia supina tratara por todos los medios que esos niños no vengan o que si lo hacen nos traten de joder la marrana todo el rato). Silvia me ha comentado que los del EAIA se presentaron de improviso en la casa del capullo. Allí se encontraba custodiándolos una de sus tías. No sé cuál de ellas pero en todo caso ninguna buena. Dice que dejaron que los niños soltasen toda la mierda primero, cosa que hicieron sin rechistar, despotricando de Miguel y de mi hasta que las lenguas se les quedaron secas. Cuando se les acabó la grabación, al no saber que más añadir comenzaron a ser ellos mismos. Si se han dado cuenta de muchas cosas. Detalles, contradicciones y un galopante síntoma de manipulación. Son robotitos programados para soltar una parrafada sin pies ni cabeza y cuando esta termina carecen del arte de improvisar. Vamos que los han pillado. Por lo menos ya saben cómo empezar a trabajarlos y por lo menos no se creen nada de lo que ellos dicen. Hablando de credibilidad. Ayer hable con mi vecina, donde supuestamente se quedó mi sobrino a dormir hace un par de semanas. Ella me lo negó, el niño había subido a su casa a ver si estaba su amigo pero tenían que irse así que de ahí a quedarse a cenar, dormir y tratar de visitarme es completamente falso. De todos los ángulos de este peculiar cuadrado alguien está mintiendo. ¿Quién puede ser? Por un lado tenemos a mi cuñado, por una vez voy a no pensar mal en él ya que tal y como me quiere dudo que dejase ir a dormir al niño a casa de mi vecina sabiendo que yo estoy justo en el piso de arriba. Por otro lado tenemos al niño, dudo también por lo que dije en el otro post cuando mi hermana me comentó que delante de su hermana le había dicho que había subido a verme, tal y como está de cabrona la niña dudo que su hermano se atreviera a decirlo delante a riesgo de ostia y bronca monumental. Por otro lado está mi hermana. Ella me comentó que fue mi cuñado quien le dijo que el niño se había quedado en casa de mi vecina. Pero como veo que a veces trata de limar asperezas pues no se qué pensar. Por último tenemos a mi vecina. Ella me ha comentado lo que se menciona más arriba y es más, me comentó que o le hubiera dicho al niño que subiera a mi casa y me hubiera dicho que había estado en su casa. Así que no se qué pensar. La única que vio al niño es la portera y lo vio subir y no lo vio bajar. Todo un misterio.

martes, mayo 08, 2007

Interrogantes.

El domingo fueron los niños a ver a mi hermana. Al estar mucho más controlada con el tema de las pastillas me dijo que pudo hablar con ellos. Me dijo que los críos estuvieron muy cariñosos con ella. No sé qué pensar. A veces creo que lo hacen porque su padre se lo pide y no porque ellos lo sientan. Puede que no. Pero me cuesta creerlo. A mi hermana también. Es muy triste acabar pensando eso y mantenerlo como una duda constante a modo de moscardón ruidoso dentro de la cabeza. Me comentó que el niño si vino a casa a verme el día que se quedó con los vecinos pero que yo no estaba. Me cuesta creerlo por algunas razones de peso. El niño no diría eso delante de la hermana cuando sabe que ésta se lo puede contar a su padre y tener repercusiones. Ahora pienso que mi hermana trata de limar asperezas entre los niños y yo. Para estar más seguro le he comentado que ya se lo preguntaría personalmente a la vecina. Dudo que ella trate de engañarme. Mi hermana también me contó que los niños querían hablar conmigo, ella les dijo que tenían que escucharme y conocer mi versión. Me ha dicho que los niños tienen miedo de que su padre les vea hablando conmigo. Es posible. Pero hay cosas que no veo claras y más en su comportamiento. Si quieren hablar conmigo ¿por qué cuando me ven huyen? ¿Por qué chivan cuando yo he aparecido por sus vidas para que su padre monte en cólera y luego dicen que tienen miedo? Mi hermana me anuncia “Los niños me han dicho que te quieren mucho” Si es así ¿por qué luego solo veo desprecios y evasivas por parte de ellos? No sé. Sigo pensando que aquí se está tratando de marear la perdiz. Me comento también que había hablado a los niños del viaje de verano. Ellos, al parecer, le anunciaron que querían venir. El inconveniente era el padre. Mi hermana les comentó que ella les daba permiso y que el EAIA lo veía muy bueno para ellos. Miguel no se fía de ellos y está bastante molesto. Ve mucha hipocresía en los niños y yo, a pesar de todo, veo lo mismo. Me temo que si me los llevo de vacaciones estos acabaran despotricando de cosas que no sean ciertas, inventándose excusas para agravar más la situación y llamar la atención. Pero, por otro lado, sigo viendo necesario que salgan del ambiente paterno durante una temporada. Creo que si se lo pasan en grande las cosas cambien y las aguas vuelvan a su cauce. Como broche final os cuento algo que también le sucedió a mi hermana este domingo. Antes de marcharse (en un principio ella me dijo que habían estado una hora, luego dijo que solo media) le pidió al niño que le comprase un bocadillo en el bar. Le dio tres euros y al cabo de un rato mi sobrino regresa con el bocadillo en la mano, envuelto en papel de plata. Mi hermana ve que el niño porta una sonrisita extraña entre los labios. Al abrir el envoltorio y se encuentra con que ¡el bocadillo está mordido! Mi hermana le pregunta al niño y el dice que no sabe nada. Entonces ella comienza a atar cabos. Piensa que el capullo se ha quedado los tres euros y le ha entregado el bocadillo que se había empezado a comer él. Todo esto me lo comentó con asco. Yo lo comprendí. También se me ha pasado por la cabeza que podría ser el niño. Es muy posible. Aunque conociendo los antecedentes familiares no sé qué pensar.

sábado, mayo 05, 2007

Confidencias.

Esta tarde, después de deambular por Barcelona desde las 9:00 AM y con un dolor de cabeza de órdago, he dio a mi visita habitual para ver a mi hermana. La he encontrado sentada en su butaca. Estaba más tiesa que un palo. No había movimientos. Solo silencio. No estoy acostumbrado a oírla hablar por esas horas (eran las 16:30 PM) por lo que me ha sorprendido. Me ha dicho que habían escondido el carro de las pastillas y que no había podido ir a robarlas. Estaba tensa porque no le gusta estar así, que es como tiene que estar. Eso de que sea otro quien le controle las pastillas le saca de quicio. Claro, cuando se las toma ella al tuntún pues se vuelve muda y babea más que un bulldog en una tarde de calor asfixiante. Es muy tozuda. Le cuesta entender que la mejor manera de continuar con el tratamiento preventivo es así, no de la forma que quiere seguir imponiendo ella. Hoy ha sido una tarde especial para los dos. Hemos hablado de muchas cosas. Desde temas relacionados con el ambiente gay (me ha preguntado cosas de los bares y discotecas) Le he comentado anécdotas, nos hemos reído un poco y todo perfecto. Hemos hablado de cine. En sus tiempos ella era igual de cinéfila que yo. Le gustaba mucho ir al cine o ver películas (me ha comentado que la única vez que ha estado en la casa nueva de sus hijos le pusieron “High School Musical” que le regale yo a mi sobrina en navidad y que le gustó mucho) Hemos hablado del famoseo, de los amigos, de la forma tontuna que tenemos Miguel y yo para bailar y también del divorcio. Aquí se ha hecho un silencio. En un momento dado me ha dicho “Richard me sabe muy mal todo esto” Yo le he preguntado el qué, ella me ha contestado “Que me sabe mal por lo buenos años que ha pasado con mi marido”. No niego que en su relación haya habido buenos años. Entonces ella me ha dicho “Todo ha sido culpa mía”. Yo le pregunto por qué dice eso. Ella me contesta “Porque me he portado mal con el por culpa de las pastillas.” Yo ahí le dado un alto a la guardia civil. “La culpa no es tuya Carol. La culpa podría ser de tu enfermedad, pero ni eso. La culpa la tiene él que no ha sabido cuidarte ni atenderte cuando lo has necesitado. Todo por puto orgullo. No puedes sentir pena por un tío que te ha robado la dignidad a base de ostias. No es justificable que al no saber cómo cuidarte se liase contigo a ostias, vejaciones e insultos por ignorancia, arrogancia o vete a saber que mierdas más. ¿Acaso tu habrías hecho lo mismo que él te hizo a ti si hubiese sido él quien hubiese sufrido Parkinson” ella me ha dicho que no. Rotundo. “¿Acaso tú te has enfermado de Parkinson por capricho, para joderle la vida a él?” Otra negación igual de rotunda. “No puedes sentir pena por un tío que te ha molido a palos a ti y a tus hijos, que te ha tratado peor que una mierda, que no te ha cuidado como debía, que se ha tomado la justicia por su mano y está privando de que veamos a tus hijos solo cuando a él le da la gana y el tiempo que le sale de los cojones.” Entonces ella me ha dado la razón. Yo no entendía como aun después de todo podía sentir compasión por semejante mamarracho. Hemos analizado el tema del divorcio. Le he dicho que era lo mejor que podía hacer, sobre todo por el tema del régimen de visitas. Tendríamos que ser muy estrictos con ello de esta forma lo podríamos joder a la primera falta que cometiera. Por lo menos le he podido hacer entrar un poco en razón. Le he comentado lo del niño, que estuvo en casa de los vecinos. Ella me ha dicho que ya lo sabía. Es más me ha dicho que ¡el niño pasó la noche en casa de ellos! Ignoro si esa noche subió a mi casa a verme. Teníamos una cena y no estábamos. Lo que sí es seguro que al día siguiente no apareció por aquí. He de averiguar si subió. Si lo hizo es un punto a su favor. Si no lo hizo lo siento mucho me sentiré muy decepcionado. Cuando pensaba que el tema familia estaba más calmado me dice “Dice la niña que tu le pegaste una paliza” Yo flipo. No quería creerme lo que escuchaba. “Se lo dijo a su padre días después de que se fueran de mi casa. Dice que una noche, en la calle, le acusaste de haberte roto las gafas la agarraste de los pelos, la tiraste al suelo y le pegaste una paliza delante de Miguel y su hermano. ” En ese momento me quedé sin palabras, sin aire, sin saber que decir. Estaba perplejo, cabreado, humillado, con ganas de llorar. Mi hermana me pregunta “¿Tú has pegado a la niña?” Me dolió que dudara de mi. Le recuerdo el suceso de las gafas (porque si me las rompió) tal y como sucedió. Una noche veníamos Miguel y yo con los niños de aparcar el coche y mi sobrina estaba chinchando al hermano todo el rato. Le llamé la atención una, dos hasta mil veces. Me puse serio con ella y agarré a mi sobrino con el brazo protegiéndolo para que ella no le hiciese más la puñeta. Al no poder conseguirlo la niña me suelta un bofetón dándome de pleno en las gafas. Estas se caen al suelo saltando uno de los cristales. La niña que aun seguía con sus gilipolleces casi lo pisa. La detengo y recojo las gafas. Le llamo la atención severamente con una buena bronca pero nunca agarrándola de los pelos ni lanzándola al suelo. Le hago un gesto enseñándole el anverso de la mano y le digo que pase adelante que ya hemos tenido suficiente por hoy. La niña pasa corriendo delante de mí aun mosqueada. Otro día le vuelvo a increpar tras atropellarme intencionadamente con un carrito de la compra. En esta ocasión a parte de chinchar a su hermano, jodía literalmente la marrana arrojando al carro cualquier producto innecesarios entre manojos de risitas sarcásticas. Yo le pregunto a mi hermana si ella se cree que yo pegase a la niña. Dice que no, pese a su fugaz duda. No se lo tengo en cuenta. Entonces me suelta más perlas. Me dice: “Los niños nos dijeron a su padre a mí y a su familia que cuando venía gente a tu casa los encerrabas en una habitación para que no molestasen”. Desde aquí ruego a quienes conocieron a los niños y estuvieron en casa con ellos certifiques si eso es cierto o no. Añadió “Que el día de Navidad le diste Salmón a los invitados (Martín entre los que yo recuerdo) y que a ellos solo les dejasteis comer salchichón y Pizza”. Otra mentira como un templo. Comienzo a cabrearme como un mono. Siento asco y pena con lo que oigo. Pienso que realmente tendría que haberme portado mal con ellos. De esta forma tendría que haberme ahorrado hervirme la sangre sólo me hubiera dedicado a desmentir todo con absurdeces, evasivas, manoteos y gritos aborregados tal como nos tiene acostumbrado mi cuñado y su familia. Me doy cuenta que la niña tiene mala sangre. No sólo sabe que la situación es tensa sino que añade más leña al fuego con mentiras y rencores de una adolescente despechada. A raíz del tema de la navidad me enteré que la noche de Nochebuena (cuando la Sargento de Hierro quiso que se quedasen todos ellos en mi casa menos en la suya) supe que mi hermana, mi cuñado y los niños (y eso que ambos me dijeron que habían pasado la noche en casa de su tía la olvida niños) la pasaron los cuatro en un hotel. Mi hermana me ha dicho que en ese momento el capullo no comentó nada malo de mi ni de Miguel, pero sí lo hizo la Sargento de Hierro que al parecer les metió cizaña por un tubo comentándoles insistentemente que mal hermano y desgraciados éramos Miguel y yo que no les habíamos dejado la casa para que celebrasen las fiestas. Y yo me pregunto. ¿Verdaderamente era un malnacido por ello? ¿Y ellas? Que ninguna de las hermanas de él les ofrecieron sus casas para ese día. Qué va predicando la tipa si ella fue la primera en cerrar a cal y canto su casa precisamente cuando mi cuñado que por aquel entonces vivía allí. Qué fácil es mirar la paja en el ojo ajeno. Es para mear y no echar gota… Ella se vengó de nosotros no dejando a mi hermana subir a felicitarme las navidades al día siguiente. La retuvo en la calle tratando en todo momento de evitar que subiera a verme. Pero ahí no acaba todo. Siempre nos preguntábamos cómo era posible que mi cuñado no contase con dinero mientras vivía con su hermana y si lo había cuando él vivía con sus padres. Mi hermana me ha confesado que la Sargento (al parecer y a modo de alquiler) ¡obligaba a mi cuñado a pagarle el carnet de conducir a su sobrino (el hijo mimado de ella). De ahí que no tuviera ni para pagar el colegio de los niños ni para contribuir lo suficiente con la comida. También he descubierto cosas que no sabía respecto al capullo. Al parecer el noviazgo no fue tan esplendoroso e inocente como pensábamos. La noche antes del entierro de mi tío, el primo de mi madre (que vivía en Madrid) se quedó en nuestra casa a dormir. Al retrasado social de mi cuñado le entró en la cabeza que mi hermana se había acostado con él esa noche. Como si uno tuviese el cuerpo para cometer incesto el día del entierro de su tío. Mi hermana me ha dicho que el pollo que le montó fue de órdago. También me ha hablado de episodios de machismo como prohibirle llevar según que otra ropa que le compraba mi madre “Tenía una blusa que a mí me gustaba mucho con unos topitos negros. Él me prohibió que la llevase y me obligó a tirarla a la basura” me ha dicho avergonzada. Me siguió contando. En una ocasión que tuvo que llevar a mi hermana a la Mutua de Terrasa para que le hiciesen un control exhaustivo (ya que había encontrado a una doctora muy interesada en el caso y que casi le obligó a ingresarse) perdió un par de horas por la mañana para acompañarla. Mi hermana me dijo que él mientras iabn el coche de camino se puso como una fiera. “Me llamó bruja, perra, puta, hija de puta, desgraciada, cabrona… estarás contenta haciéndome perder el tiempo.” Me comneta que fue tal el estado de nerviosismo con el que llegó al hospital que tuvieron que atenderle de urgencias para administrarle un anti ansiolítico. Recuerdo que cuando estuvo en la mutua (al final tuvieron que ingresarla quince días) no quería que los niños se quedasen con su padre solos el fin de semana. Ella insistía en ver a sus hijos a todas horas. Yo (sin saber todavía nada del tema maltratos) lo achaque a un estado de empecinamiento de ella por no querer ser atendida y pasar del tratamiento. Incluso me enfadé con ella porque insistía que tenía que estar en casa con sus hijos ese fin de semana por lo menos. No era empecinamiento. Era terror por dejar los niños solos con él por miedo que les hiciese daño. Por aquel entonces se supone que ya había habido amenazas de perjudicar a los pequeños si ella decía algo. Antepuso su enfermedad a la seguridad de los niños. Prefería un millón de veces a que ese energúmenos la maltratasen a ella antes de que se les tocasen un pelo a sus dos hijos. Curiosamente poco después de decirme eso le han entrado unas convulsiones (no de la misma intensidad que las sufridas en el juzgado) que han duyrado muy poco pero que la han sumido en un estado de letargo, casi catatónico, con los ojos muy abiertos como platos, jadeando y con media lengua afuera igual que un perrito al que han agotado tras un largo paseo. Me he levantado, me he acercado a ella, le he dado un beso y me he ido apesadumbrado. Confidencias, pozo de sorpresas...

viernes, mayo 04, 2007

Obediencia.

Esta mañana cuando entraba a la portería de mi casa la portera me ha comentado que días atrás vio a mi sobrino tomando el ascensor. Iba solo. Ella le saludó y le comentó lo alto que era ya que hacía tiempo que no lo veía. Ella pensaba que el niño venía a visitarme. Pero no era así. Aquí no vino, fue a visitar a sus amigos, mis vecinos del piso de abajo. No comprendo aun como no se atrevió a venir a visitarme. Y más aun no estando ni su hermana ni su padre vigilándolo. Puede ser que el miedo le haga reprimir las ganas de venir a casa. Puede que realmente ya no quiera venir a verme. Puede incluso que sea un caso aberrante de obediencia.

Terrores nocturnos.

Desde pequeño tenía siempre miedo a la oscuridad. Sufría terrores nocturnos. Todo comenzó una noche que me fui a dormir, como venía siendo habitual día tras día. Tendría yo unos cinco o seis años. Mi madre me acostaba, me daba las buenas noches y apagaba la luz de la habitación. Esa noche en concreto sucedió algo más. Recuerdo aun y de forma muy nítida contemplar, antes de que la habitación se sumirse en la oscuridad, un cuento que tenía en la mesita de noche (donde un hada ofrecía una piruleta de verdad pegada en la portada) No se cuanto tiempo pasó pero para mí fue inmediato.De repente oigo abrirse la puerta de golpe, se enciende la luz y veo entrar por ella mi tío, el hermano mayor de mi madre. Emitía un rugido feroz. Entonces presentí que había venido a buscarme. Me fijé que entre sus manos portaba una caña de las que se usan en las zambombas navideñas que él hacía sonar sin necesidad del tiesto de barro (lo que hace de caja de resonancia). Por un segundo me quedé perplejo. ¿Cómo podía tocar la zambomba si le faltaba una parte de ella? me pregunté ¿Cómo es que tocaba la zambomba si todavía faltaba mucho para la navidad? Ese detalle fue el que más me llamó la atención y el que sin duda más me aterrorizó. Comencé a gritar. Despavorido. Lo peor de todo era que no me enfrentaba a un monstruo, ni un fantasma, ni un asesino, ni un ladrón, ni un muerto sino a mi tío. Como pude escapé de la habitación y corriendo me refugié en la habitación de mi hermana, contigua a la mía. Yo solía hacer eso cuando era la noche de reyes o bien cuando me despertaba muy temprano, sobre todo los fines de semana. Mi hermana solía hacerme un hueco y juntos nos lo pasábamos en grande leyendo cuentos y tebeos pero sobre todo cualquier volumen de la enciclopedia “El Mundo de los Niños” de la editorial Salvat, nuestros favoritos. Si bien aquel gesto de seguridad hubiera servido para mucho, en esa ocasión fue en vano. Mi tío, caña en mano, entró también en la habitación de mi hermana. En vez de esconderme bajo las sabanas salté de la cama y me puse a gritar frente a él, al pie de la cama. El continuaba en silencio, mirándome fijamente mientras meneaba la caña entre sus manos. El sonido que emitía me producía pavor. Parecía amplificado y como emitido a cámara lenta. También recuerdo detalles curiosos, como en un momento, con lagrimas en los ojos me dio por mirar por la ventana, que se encontraba junto a mi derecha, y ver la calle iluminada (era de noche) y distinguir algún coche pasar. También recuerdo claramente ver entrar a mi padre en la habitación. Recuerdo escuchar a mi hermana gritando asustada a mi espalda. Después de eso todo se desvaneció. Lo único que recuerdo es haberme despertado por la mañana en la cama de mis padres (mi padre había tenido que ir a dormir a mi habitación) y contemplar en silencio como las sombras de los coches se dibujaban entre el límite de la pared frontal y el techo de la habitación. Mi mente me decía que aquellas sombras eran como ángeles y yo quería cercarme a ellos pero una barrera invisible me impedía hacerlo. Era como cuando tratas de juntar dos imanes y notas que estos se repelen. Una sensación muy extraña, Lynchiana (de David Lynch) poco habitual pero misteriosamente placentera. Nunca se habló de este episodio en casa. Por supuesto para mis padres aquello había sido una pesadilla infantil. Pero para mí no. Hay sueños que se olvidan fácilmente y os puedo decir que este ha perdurado siempre en mi cabeza como la marca de un hierro candente sobre el pelaje de un caballo. Lo curioso es que tampoco hubo reacción adversa por mi parte al ver de nuevo a mi tío y eso que siempre que lo veía me acordaba perfectamente de ese extraño sueño.

He de añadir que por aquel entonces desconocía que mi tío (el solterón empedernido de la familia) era gay. Lo supe mucho más tarde, cuando tenía dieciséis o diecisiete años. He de decir que mi tío era un hombre muy culto pero con una soberbia digna de cualquier emperador romano. Su principal problema era que bebía como un cosaco y sus fiebres etílicas eran bastante autodestructivas. También fumaba tanto como bebía, incluso diría que más. Le recuerdo encender un cigarro cuando no se había acabado otro e ir tirando de los dos al mismo tiempo. Pese a ello mi madre adoraba a mi tío. En sus años de vacas gordas fue una persona que se preocupó mucho por su familia y sobre todo por él mismo. Se culturizó, le gustaba mucho leer, escribir tanto prosa como poesía, aprender idiomas y comer de lo bueno lo mejor. Estudió contabilidad, gracias a ello trabajó en varias agencias de viajes por lo viajar era una constante (mi madre, de soltera, a veces se iba de viaje con él) Adoraba las fiestas, sobre todo las tertulias. Más que nadie en este mundo. En definitiva, un tipo que se hizo a sí mismo. A aparte del alcoholismo su principal problema era el terreno sentimental. Se conformaba con muy poco (en eso salió también mi hermana). Para él cuanto más ignorante, mezquino y joven fuese su compañero de cama muchísimo mejor. Todo eso está bien si lo que buscas es un polvo pasajero pero no una relación seria y estable. Al tener cierta posición social y ganar bastante pasta lo convertían en apetitoso plato capaz de atraer a la peor rata de cualquier estercolero. Cuando esto sucedía le chupaban la sangre hasta el máximo y lo solían dejar tirado como perro y si te visto no me acuerdo. Le hacían mucho daño. Muchísimo daño. Su principal problema era que su soberbia le impedía reconocer tal debilidad por lo que su mejor camino era refugiarse en la bebida. Siempre recuerdo a mi tío como un personaje refunfuñón, de carácter fuerte pero eso sí, con una ostentosidad y generosidad del tamaño del monumento más imponente del planeta. Para nosotros era el TIO en letras mayúsculas (y que me perdonen con este comentario el resto de tíos y tía de ambas ramas familiares). Entre otras cosas mi hermana y yo le debíamos mucho.

Fue él quien presentó mi padre a mi madre. Era a finales de la década de los cincuenta. Mi madre trabajaba en la Warner Bros (curiosamente con el padre de Amparo. Lo descubrimos un día de puñetera casualidad, lo que son las cosas…). Mi padre y mi tío lo hacían en la nueva oficina de la Price Waterhouse situada en el Paseo de Gracia de Barcelona. Mi padre había recién llegado a España vía Inglaterra para trabajar en la oficina de la Price Waterhouse en Madrid. Como necesitaban a una persona que les ayudase a montar la infraestructura en Barcelona mi padre se ofreció encantado. Ya había estado antes de turista y le gustaba mucho la ciudad. Nueve meses después de aquel fortuito encontronazo mi padre había renunciado a marcharse a la capital y se había casado con mi madre. Y todo gracias a mi tío. Él siempre se hizo cargo de mis abuelos. Vivió con ellos hasta que murieron. En su casa se celebraban muchas fiestas, comidas, cenas y reuniones. Nosotros solíamos salir a comer con él los fines de semana. Siempre lo recuerdo invitando a todo dios. Siempre ostentando, siempre dejándose llevar por las malas influencias. Aquello fue el principio del fin de su etapa dorada. Mal aconsejado por un puñado de trepas de pacotilla dejó su puesto de trabajar. Por supuesto quienes le (mal) aconsejaron desaparecieron tan rápido como pudieron. Entonces al alejarse del entorno social y del estatus económico que necesitaba para sobrevivir su estado de ánimo fue decayendo llegando a cotas de decrepitud severa. Se quedó encerrado en casa, acompañado de su perro “Sirocco” que engordó y mimó hasta el punto de convertirlo en un bichejo fofo, malcriado y agresivo con las mujeres. Mi tío se pasaba días enteros sentado en una sofá orejero bebiendo Ginebra con limón a barriles y fumando cigarrillos sin parar. Escuchaba música clásica o a su ídolo Frank Sinatra, con ello trataba de rememorar los mejores años de su vida. Nunca más intentó levantar cabeza y resurgir como Ave Fénix de sus cenizas. Se sentía demasiado solo, demasiado acabado y demasiado mayor para hacerlo. Le gustaba mucho el cine. La Garbo, la Dietrich, Ava Gardner, la Davis… sus diosas.

Mi tío murió en 1984, en una camilla del hospital de San Pablo con el hígado reventado y más pobre que una rata. Yo ya tenía dieciocho años y la imagen de mi tío entrando en mi habitación caña en mano aun seguía allí. Su entierro fue muy triste. Su ataúd se apoyaba sobre dos sillas de cocina dentro de una sala de frías losetas blancas mucho más dignas de una carnicería. Su (anunciada) muerte sacudió los cimientos de la familia creando un terremoto general de magnitud nueve en la escala Richter. Después de eso mi familia materna ya no volvió a ser la misma desde entonces. Hubo reproches, peleas y malos entendidos. Pero no al nivel de la familia de mi cuñado. Todo muy sutil y muy educado, dentro de la gravedad. Había una fijación por parte de mi madre de compararme con mi tío. No había cosa que yo hiciera que mi tío hubiese hecho. Yo repudiaba la comparación. Entre otras cosas porque mi tío había acabado muy mal y no tenía muchas ganas de seguirle a la zaga. Mi madre siempre pensó que acabaría como él. Para ella tenía todos los números y más aun cuando se enteró que yo era gay. Traté de explicarle que pese a ello mis gustos sobre los hombres se alejaban bastante de los de mi tío. Ni me gustaban los chicos más jóvenes ni más garrulos. Para eso estaba mi hermana que en buscar frikis se las pintaba sola. Tampoco fumaba ni tocaba el alcohol . Mi hermana si lo hacía. Además ella era mucho más experta en meterse en líos que yo. Incluido un episodio con la justicia que igual un día cuento en este blog. Un día, un par de años antes de morir mi madre le comenté el suceso tipo sueño que había tenido de pequeño. Mi madre me miró raro. Se molestó conmigo mucho al respecto. Su hermano no podía haberme hecho nada malo (yo nunca le insinué tal cosa). Era imposible, aberrante.

No culpo a mi madre por no haberme creído o en todo caso en haberme ayudado a resolver el enigma y eso que ella era toda una experta en interpretar sueños. Sus premoniciones eran harto conocidas en casa y muy temidas. Como pincelada una semana antes de morir soñó que se encontraba siendo una niña en una nueva reencarnación. Aquel presagio me puso los pelos de punta y más cuando ella me sentenció que sabía que le quedaban poco tiempo de vida (todo sin saber que el cerebro le iba a reventar en mil pedazos). Intenté resolver el puzle por mí mismo. Hice sesiones de regresión, de hipnosis y no sacaba nada claro. Si no había sucedido nada ¿Por qué narices soñé con ello? No hace falta ser muy inteligente para interpretar que el gesto que hacía mi tío con la caña era un gesto onanista, pero realmente me hizo algo o puede que solo le viera a él hacerlo y mi mente lo asoció a un instrumento navideño…

Ignoro si un día conseguiré llegar al fondo de la cuestión. De lo que estoy seguro es que a partir de esa noche conseguí adjudicarme unos abominables terrores nocturnos que me duraron hasta bien entrados los veintiún años. Durante esa etapa nunca poder dormir con la luz de la habitación apagada. A pesar de intentarlo muchísimas veces. Siempre esperaba que se abriese de nuevo la puerta y mi tío entrase de nuevo a por mí.

jueves, mayo 03, 2007

Patrones.

A estas alturas de la historia muchos de vosotros igual os cuestionáis cómo mi hermana acabo cayendo de bruces en las garras de “La Familia Munster”. Esa es una pregunta compleja que incluso mi madre se llegó a cuestionar en muchísimos momentos durante sus últimos años de vida. Hay quien dice que en cosas del amor no entra el intelecto, puedo asegurar que mi hermana es una muestra clara de ello. Y ella no es la única en mi familia. Por poner un ejemplo la hermana de mi padre, mi tía, no sólo compartía un increíble parecido con su sobrina, sino que también eran absolutamente idénticas en el terreno sentimental. Tanto en una como otra existía una incipiente necesidad por casarse y traer hijos al mundo. En ambas existía un muy escaso criterio a la hora de encontrar pareja. En el caso de mi tía se enamoró como una loca de un marinero, que le gustaba mucho tanto darle a la botella como repartir bofetadas (dejando como a vulgares aficionados a Bud Spencer y Terence Hill…) Como mi tía veía que sus amigas se casaban y formaban una familia a ella se le antojó hacer lo mismo y como lo único que tenía a mano era a “Popeye el marino” pues su único afán fue llevarlo al altar. El tipo llega un día a Portsmouth (donde vivía mi padre) y se encuentra con una novia radiante esperándole en la iglesia. No había bombo. Mi prima nació un año más tarde. Simplemente ganas de tener esposo. Mi padre me comentaba que siempre se negó a aquella boda pero tanto mi abuela como para mi tía su opinión no contaba para nada. Le decían que siguiese con sus estudios y sus libros y que las dejasen en paz. Y así hizo. Cuando “Popeye el marino” se lió a ostias con mi tía mi padre ya no vivía en Inglaterra. Las palizas que le propinaba eran de órdago. En una ocasión estando mi tía y “Popeye” en Singapur (él estaba destinado allí durante una temporada) Le propinó una soberana paliza después de vaciar una botella de Whisky. Mi tía estaba embarazada de mi segundo primo (tuvieron tres hijos) Le propinó una patada descomunal en la barriga y le abrió una brecha. El niño nació bien, pero con el tiempo sufría constantes ataques epilépticos. Pese a los esfuerzos de mi abuela (que carácter la mujer tenía para dar y repartir) como del resto de familiares cercanos no hubo forma de detener la furia de “Popeye el marino”. No sólo bebía y zurraba también metía a otras mujeres en casa cuando mi tía no estaba en ella. El carácter de ella se volvió muy agrio. Convirtiéndose en una persona llena de complejos y manías. Al final tomó la determinación y se divorció. Aquello fue su liberación. Al tiempo conoció a su segundo marido con el que vivió una etapa dorada. No tuvieron hijos. Él ya tenía dos y ella tres. Con aquello era más que suficiente. Viajaron mucho. Vinieron a España en un par de ocasiones. La primera fue inolvidable. Ella era una persona nueva, con una marcha sin fin y con una mente muy liberal y abierta. Lejos del personaje triste que conocí de muy joven. La última vez que vinieron coincidió con la muerte de mi madre. Venían de vacaciones y se encontraron con un entierro inesperado. Un par de años más tarde ella también murió. Curiosamente y tras ver un programa de cáncer de mama y prevención le dio por hacerse ella el autoexploración en los senos. Encontró un bulto. Tras una biopsia se descubrió que era cáncer. Sufrió el tratamiento de quimioterapia como una jabata. Pero de poco le sirvió. El cáncer le llegó a los pulmones y su vida se fue apagando lentamente. Resulta curioso que en esta historia mi padre fue más un espectador pasivo que una persona que se involucrase. No la ayudó en el tema del divorcio (salvo traerla a ella y a mis primos una temporada a Barcelona en régimen de vacaciones). Tampoco acudió a su entierro. No había ningún problema personal entre ellos. Mi padre tachaba todo a la distancia pero sobre todo al carácter familiar. Las familias inglesas no son tan pasionales como las españolas. Son mucho más cordiales que emotivas. Eso lo había comprobado con mi abuela. Mi familia paterna nunca había sido muy dada a los besos y los abrazos. Ni siquiera entre mi padre hacia mi hermana o hacia mi persona. Son otras costumbres. Reconozco que no ser tan afectivo me trajo varios problemas de acercamiento con mi hermana. Ya de mayores no éramos propensos de demostrarnos cariño con un par de besos o un abrazo. Tuvimos que aprenderlo. Y reconozco que a mi hermana le hacía muchísima falta. Sobre todo después de lo que había vivido.

Los niños perdidos.

Mi cuñado tenía una hermana que murió de una forma muy extraña. En teoría se suicidó pero todo el mundo comentaba “sotto voce” que la habían suicidado, os explico. La chica se casó con un chico, vecino del barrio al que mi hermana y yo conocíamos desde muy jóvenes. Era un buen chaval, de familia humilde pero muy majete. Solíamos coincidir con él en casa de una profesora particular que en aquellos tiempos nos ayudaba a superar el fracaso escolar galopante que llevábamos en nuestras chepas. Este chico, con el tiempo, cambió. Se metió en el mundillo de las drogas y acabó completamente hecho una mierda, con un SIDA y una prisión a cuestas. Ignoro si aun está vivo o muerto, me da más lo segundo que lo primero. Cuando conoció a la cuñada de mi hermana estaba en pleno noviazgo con los estupefacientes, pero de esos noviazgos light de aquí te pillo aquí te mato. A la hermana de mi cuñado le corría mucha prisa salir de casa. El peso (en todos los aspectos) y la oscura sombra de la matriarca era más que insoportable y como a sus hermanas mayores les había ido de maravilla pescar maromos a base de bombos pues ésta hizo exactamente lo mismo. ¿El problema? Se fue que de Guatemala y se metió en Guatepeor. La pareja y su primer retoño se fueron a vivir a Extremadura y allí lo hicieron hasta que ella murió de forma muy extraña. Una mañana la encontraron en el fondo de un pozo con una soga en el cuello atada a un bidón de agua. El diagnostico: suicidio. Para la familia: ajuste de cuentas por tema de drogas. Dejó huérfanos de madre a cinco hijos cuyas edades comprendían los catorce años hasta los nueve meses de vida. Como el padre no podía hacerse cargo de los niños, al estar en la cárcel, los cinco acabaron en un centro de acogida ya que ni la familia de mi cuñado ni la familia del padre quiso hacerse cargo de ellos. En su día supe por mi cuñado que los niños fueron trasladados a Fraga (Zaragoza) e ingresados en una especie de orfanato. No sé porque motivo a la Sargento de Hierro se le ablandó el corazón y decidió llevarse a uno de los niños a su casa. Concretamente al de seis años. Como es natural el niño no le llegó limpio de traumas ni de problemas, pero de eso a comparármelo con el mismísimo Damien (el niño de la profecía) lo encontré demasiado exagerado. Si el niño era conflictivo era porque había aprendido a serlo al ver lo que sucedía en su casa. Sólo hacía falta un poco de paciencia y muchísima psicología para reconducir al pequeño por el camino correcto. El problema es que el pequeño se encontró con varios obstáculos. Uno de ellos, el más gordo, era la propia Sargento de Hierro. No se puede educar a un niño conflictivo a base de gritos, desprecios y humillaciones. Por ahí no funcionas las cosas. Si encima el resto de componentes del núcleo familiar (marido e hijo) te apoya se acaba por aislar al chaval y con ello la posibilidad de recuperar el poco cariño que tenía. Otro punto eran los celos que sufría del hijo de la Sargento. Eran letales para el pequeño. Tanto es así que tras una pequeña temporada en casa de los "tíos de Harry Potter" acabaron devolviéndolo al orfanato junto al resto de sus hermanos. La Sargento me contaba entre gritos y estridencias lo malo que era el niño, las patadas que le pegaba, por donde se metía los panecillos del colegio (imitando a su padre cuando hacía de camello) la de dinero que se había gastado en el niño enviándolo a psicólogos y la de juguetes y ropa nueva que tenía. Todo reproches y mentiras disfrazadas de verdades. Ni una palabra o gesto de compasión para el pobre niño. Yo conocí al infante en casa de mi hermana un día que fui con mi padre a comer. El niño era travieso, pero no un demonio. Era descarado pero divertido. Se le veía una falta de cariño en todos los poros de su cuerpo. También viví momento de humillación. En un instante de la comida el niño se entretuvo en partir nueces. Lo hacía a puñetazos con bastante éxito. Se las comía con deleite. Hasta que comenzaron a lloverle críticas de la familia Munster al completo. “Moñas” (mariquita) era lo más bonito que le decían. Le criticaban todo, en este caso la forma de partir y comerse las nueces. Ninguna buena palabra. Nada bueno. El niño se arrinconaba en una esquina de la silla y permanecía callado. Quien más se cebaba era el remilgado, siempre sabio, educado y magnifico hijo de la Sargento de Hierro. El niño fue devuelto como un fardo al rincon más oscuro de Fraga. Yo siempre le preguntaba a mi hermana porque nadie se había encargado del resto de hermanos y sobre todo del más pequeño de la familia. Mi hermana quiso hacerlo pero por aquel entonces el Parkinson se estaba acentuando por lo que no lo vieron conveniente. A mí no entraba en la cabeza como siendo tanta familia nadie se quiso quedar con los hijos de su hermana. Pensaba que si existía el cielo la pobre estaría desesperada viendo como los de su propia sangre se negaban a ofrecerles ayuda. Al final de la historia supe que los hijos mayores de la desdichada acabaron en un correccional con problemas de robos y drogas. Del resto no han vuelto a saber nada. Ni se han preocupado la más mínimo. El día que mis sobrinos vinieron a vivir con nosotros me acordé mucho de "los niños perdidos de Fraga". La indiferencia de su familia paterna ante cuidar o atender a los hijos de mi hermana me encendió inmediatamente la señal de alarma. Pero que podía esperar. Ya habían hecho lo mismo con aquellos pobres niños ¿por qué regla de tres iban a ser mi sobrinos diferentes? Si contamos que mientras vivieron a mi casa salvo la Sargento y la esquizofrénica parecieron interesarse (aunque lo único que les interesaba era endiñarme al hermano en mi casa y así quitarse las pulgas de un solo golpe) por ellos (aunque echaban pestes cuando les sugería que se quedasen los niños una noche en su casa), el resto de familia ni asomaron el pelo a durante todo ese tiempo. Sólo lo hicieron para recordarme que yo había roto mi compromiso para cuidar a los niños (¿y qué sucedía con el suyo?) Eso y que era un malnacido porque su hermano les había dicho que yo había echado a los niños de casa bla bla y más que bla... Si encima culpaban a mi hermana de joderle la vida al capullo con su enfermedad (como si ella se pusiera el traje del Parkinson para dedicarse a fastidiar al vida al prójimo) pues esa noche dormían tan panchas como anchas. En estos momentos toda la manada de lobos se dedican a asustar a mis sobrinos con el tema del orfanato. Para ellos es el peor castigo se les puede otorgar. Saben que si van a parar allí serán unos desgraciados y que acabaran en una prisión de menores como sus primos. Ellos les dicen que yo y su madre les queremos encerar allí. O que si se portan mal y dicen la verdad perderán a su padre y con ello la posibilidad de tener un hogar. Son crueles. Son seres con el alma podrida. No pueden asustar así a unos niños. No es justo ni se lo merecen. Ni ellos ni nadie.


miércoles, mayo 02, 2007

Gambito de Reina.

Hoy he ido de compras de nuevo con mi hermana. Otra vez al Hipercor. Parece haberle cogido cariño al sitio. Ha comprado mucho menos que la otra vez. Se ha dado cuenta que hay comida que se le estropea enseguida. Hoy no estaba muy fina. Hace tiempo que la glándula salivar le juega malas pasadas y tiene que recurrir urgentemente a los pañuelos de papel. En el hospital me comentado que ayer le echaron bronca. Con el tema de las pastillas la cosa está difícil. Sigue en su empeño de robar pastillas, sean las que sean. Pero sucede una cosa. Los medicamentos que se lleva de de forma furtiva no se los toma. Los tira a la papelera o los esconde. Incluso las pastillas que le corresponden en su turno. Ella no se las toma, se las guarda y hace uso de ellas cuando le parece necesario. Un autentico descontrol del que nadie está poniendo remedio. Hoy cuando he llegado a casa me ha llamado Paloma. Nos hemos citado en su casa. Ya en su despacho me ha explicado cómo está la situación y cuáles son los planes de futuro respecto al tema, sobre todo lo que concierne a mis sobrinos. De momento no hay pruebas de maltratos por parte de mi cuñado, sólo el testimonio de mi hermana y eso para el juez es la palabra de ella contra la de él. Así pues no se le puede quitar de momento la guardia y custodia de los niños (y yo sigo pensando que todos los cabrones tienen suerte…) Paloma me ha planteado el tema del iniciar los papeles del divorcio y ambos hemos analizado los pros y los contras. El principal pro es que se le han de estipular al capullo unos horarios inexpugnables de visita de los niños, ya sea en fin de semana, entresemana o cuando sea. Pero estos han de ser inquebrantables e innegociables. Que se empiece a olvidar de los míseros cinco minutos de visita (y una vez por semana) a los que tiene acostumbrado en castigar a mi hermana. Luego está el tema económico. Ahí se ha de tener muy en cuenta la situación de salud de ella y sobre todo sus paupérrimos ingresos. Los contras, por lo menos el más importante es el tema custodia. Eso por un lado es un movimiento favorable para él, pero también significa que, sabiéndose ganador, cometa algún error de cálculo (como incumplir el régimen de visitas) o realice algún movimiento arriesgado (como dejarse llevar de nuevo por la ira) lo que acabaría en jaque mate instantáneo en esta compleja partida de ajedrez. Lo que sí está claro (e impepinable) es que, de momento, el juez le otorgará la custodia al capullo del padre. Sobre todo por falta de pruebas fehacientes. Hasta que no llegue el informe tras el estudio de los niños efectuado por el EAIA no hay nada más que hacer. Le he hecho un hincapié a Paloma sobre mi necesidad de que esos niños recuperen el trato conmigo, sobre todo lo antes posible. Resulta irónico que toda la caterva de tías que tienen por parte de padre (y a las que los niños les importa una mierda) pueden disfrutar de ellos cuanto se les plazca y yo no pueda ni dirigirles la palabra. Para mayor colmo el tiempo corre en mi contra. Cuanto más se vaya alargando más hostilidad se irá acumulando hacia mí. No es justo que el capullo y algún que otro miembro de su familia sean quienes decidan a quien pueden ver los niños y a quién no. Para ellos no cuenta en absoluto la opinión ni el deseo que pueda tener mí hermana. Si por lo menos conseguimos que con el divorcio se me otorgue un régimen de visitas existiría una posibilidad de poder recuperar de nuevo a los niños. Si no, estará todo perdido.

martes, mayo 01, 2007

Ropa nueva.

Ayer me comentó mi hermana que los niños habían ido a verla, les dió la ropa y les gustó mucho. Eso si, pusieron cara rara con la ropa que les había comprado yo. Por la tarde le llamó el capullo para darle las gracias. Con el agradecimiento de los niños era más que suficiente.