Hacía tiempo que quería escribir. Es decir, hacerlo siendo yo mismo, sin estar pendiente de una fecha de entrega o a cambio de un talón. Creo que ya va siendo hora de armarme de valor, de entrar en el caserón, de abrir ventanas y puertas y permitir que la luz invada su interior. Necesito dar forma a los fantasmas, atraparlos, enfrentarme a ellos y asumir que, en el fondo, también forman parte de mi vida.
jueves, mayo 31, 2007
Primeras noticias.
La hora de la verdad
El martes, el día del cumpleaños de mi hermana fuimos a ver a mi sobrino. Pensaba llevármelo a merendar, para celebrar la onomástica pero no pudo ser. Entre otras cosas porque la guardiana de la Sargento de Hierro iba a presentarse en el colegio a eso de las cinco para llevárselo a él y su hermana (que pensábamos que estaba de excursión) para la visita “sorpresa” del EAIA. Silvia nos cedió uno de los despachos del colegio para que pudiésemos hablar con él. Había que convencerle en tiempo record de que dijese la verdad. Ya habíamos puesto en antecedentes a Silvia sobre lo sucedido el día que me cedió su despacho y mi sobrino me confesó los maltratos de su padre y la familia de éste. Fue a buscarlo sin llamarlo por el interfono. Entre otras cosas para que mi sobrina no se enterase que había alguien allí que venía visitarlo. Este detalle le llamó mucho la atención al niño ya que durante la charla nos preguntó porque no lo habían llamado por el interfono. Yo le contesté que no lo sabía, que igual estaba roto. El niño llegó sonriente, me vio y no hubo señal de miedo o tensión como cuando me lo encuentro por la calle y su padre anda cerca. Es más abrazó a su madre con mucho amor y le deseó un feliz cumpleaños, luego me abrazó a mí sonriente y me dio un beso. Le comenté lo sucedido el día del parking. Me dijo que estaba bien. Había comprendido mi mensaje y mi precaución de no acercarme a él no fuese que su padre le castigase insultándolo o pegándole una somanta de palos al llegar a casa. Como no había mucho tiempo le comenté la situación. Le dije que aquella tarde el EAIA iba a hablar con él y con su hermana. El ya lo sabía. Por lo que de visita sorpresa nada, eso jodía en parte el plan ya que la tía podría ponerlo contra la pared para malmeterle y atemorizarlo como es habitual en ella. Le dije que tenía que ser valiente y hablar, contarles lo que me había dicho a mí días atrás. Le dije que era muy importante. Se lo pedí por él, por su hermana y por su madre. Que él era el único que podía parar eso y que si lo hacía, si contaba la verdad se acabaría todo y podría ser muy feliz y volver a casa conmigo y vivir con Miguel y conmigo para siempre. Tanto él como su hermana. Le pregunté cómo se había enterado su padre de mi visita, si se los había dicho a su hermana había dicho algo y esta se lo había chivado al capullo y a sus tías. Me dijo que se los había dicho él. Al parecer le preguntó si era cierto que su padre le había pagado el carnet de conducir a su primo. Su padre montó en cólera y le dijo al niño que eso era mentira. Yo lo se porque mi cuñado se lo había dicho a mi hermana cuando las cosas aun no se habían torcido y los niños vivían conmigo. Al parecer los pagos fueron la causa de que un día, antes de navidad acabase mi cuñado durmiendo en el coche en un descampado cerca de mi casa. Enfadado con la Sargento se lo dijo a mi hermana. Ahora lo desmiente y le dice al niño que eso lo he dicho yo para hacerles daño. Le dije que no tendría que hacerle esas preguntas a su padre. Tan sólo porque se enfadaría y él acabaría recibiendo y eso teníamos que evitarlo. El niño lo entendió. Mi hermana podía hablar un poco. Le pidió a su hijo, con lagrimas en los ojos, que le ayudase. Le insistí al niño que tenía que ser valiente y hablar. Que aquel sería el mejor regalo de cumpleaños para su madre. Y el mejor regalo que se haría él en toda su vida. Lo vi un poco afectado. Mi hermana lloraba y yo estaba a punto. Le suplicaba ayuda, que no nos dejase, que su padre lo estaba alejando de nosotros y lo estábamos perdiendo y eso a mi hermana, su madre, la estaba consumiendo. Entonces al niño se le llenaron los ojos de lágrimas. Miraba a su madre, que le extendía los brazos para abrazarlo, con pena. También había miedo. Comenzó a llorar. Madre e hijo se fundieron en un abrazo. Yo acabé llorando también. Le pedí a mi sobrino ayuda. Le dije que su madre estaba muy mal y que el poco tiempo que le quedase de vida se merecía ser feliz y verlos a ellos felices. Me quite las gafas porque las tenia llenas de lagrimas. También había lagrimas sobre la mesa del despacho. Las limpie con la manga de la chaqueta. El niño se tranquilizó. Su madre también. Hablamos sobre la importancia de esa entrevista y de que tenía que ser prudente con no decir nada a su tía o a su hermana o a su padre hasta que hubiese hablado y estuviera a salvo. Que le pidiese ayuda al EAIA y ellos le protegerían y que si quería esa misma noche estaría conmigo en casa. El niño nos dijo que no nos preocupásemos, que diría la verdad. Lo juró, lo prometió y nos lo aseguró. Dijo que lo haría con una condición. Yo le dije cual. El niño me contestó “Que mi madre engorde”. Casi me echo a reír. Le dije que si él volvía con nosotros que su madre sería tan feliz que engordaría, pero que las penas que sentía por no poder verlos tan a menudo, sólo cinco minutos la estaban agotando. El miró al suelo. Sabía que no estaba bien lo que hacía su padre llevándolos cinco minutos de visita un día a la semana. Volvió a insistir con lo del viaje. Quería venir. Pero su padre no lo consentía. Estaba lleno de odio y rabia hacia mí y sabía que su negación (que no la del niño) me dolía más que una puñalada por la espalda. Se sentía poderoso y victorioso con ello. Él mandaba y nos tenía su merced. Le dije al niño que si él decía la verdad su padre recibiría ayuda. Porque la necesitaba. También le pedí que me ayudase a recuperar a su hermana. Ya no había comunicación con ella y no sabía cómo hacerla entender. Me dijo que no entendía porque su hermana no me quería y estaba enfadada conmigo. Le explique a modo periodístico que su hermana no había contrastado la información recibida. Sólo había escuchado una versión, posiblemente adulterada y le faltaba contrastarla y asimilar la que yo le podía aportar. El niño lo entendió. Le dije que no siéntese miedo al hablar. Que había mucha gente mandándole fuerza. Me dijo una cosa muy extraña: “Tito he soñado con el yayo (mi padre) y me ha dicho que no me preocupase que todo iba a salir bien. Yo he querido abrazarlo para que volviese a vivir con nosotros pero no he podido”. Luego me preguntó si Dios quería que dijese la verdad (es curioso que me lo pregunte cuando es un niño nada religioso, ni siquiera está bautizado) Yo le contesté que sí, sobre todo Dios quería que fuese valiente y dijese la verdad. Llamó miguel y habló un rato con el niño. También aprovechó la llamado para felicitar a mi hermana. Cuando colgó el teléfono estuvimos un rato hablando de música. Le puse los auriculares de mi MP3 y le puse su tema favorito, “I´m From Barcelona”, Le encanta ese tema. Lo cantó un rato. En un momento de la escucha me miró a los ojos y me dijo. “Quiero irme contigo, tu nunca me has pegado Tito” Casi rompo a llorar de nuevo. Su madre si lo hizo. Me enseñó sus cromos de Pressing Catch. Al cabo de un rato nos despedimos de él. Le di fuerzas y que fuese muy valiente. Él nos dijo que no nos preocupásemos que iba a hablar. Yo le dije que si todo salía bien que me llamase y que iría a buscarlo donde fuese. No llamó. No sabemos nada. El EAIA no ha llamado para decirnos nada. Todo es silencio e incertidumbre. Tememos lo peor. Paloma me ha llamado varias veces para saber cómo está la cosa. Yo he llamado al EAIA. La responsable no está. Les he dicho que me llame mañana. Sé que mi sobrina se ha ido de colonias. Me lo ha comunicado el colegio por un mensaje en el teléfono móvil. Estamos desolados. Creo que hemos vuelto a fracasar…
“Blancas sin negras no ganan…”
domingo, mayo 27, 2007
De Guatemala a Guatepeor…
viernes, mayo 25, 2007
Necesitamos un milagro.
Por eso quiero pediros un favor. Un regalo de cumpleaños a mi hermana, el mejor de los regalos de toda su vida. No me importa de qué religión seáis o si no creéis en nada. Pero necesitamos con urgencia un milagro. Lo pedimos con ansiedad y desespero. Por favor, ayudadnos, por aquello que más querías en este mundo. Ayudadnos. Rezad, implorar, poned una vela, corred la voz, que muchos otros se unan en estos escasos días a esta desesperada petición. Pedid con todas vuestras fuerzas dar luz a ese niño para que el martes por la tarde sea muy valiente y diga por fin toda la verdad. Pedid que consiga por fin la libertad para él y a su hermana. Rogad que las garras de su padre y su familia paterna se alejen de ellos. Os lo suplico, ayudadnos. Este niño es ahora nuestra única esperanza y tenemos que enviarle muchísima energía, muchísima fuerza. No importa desde donde sea. Será bien recibida. Estamos desesperados.
Gracias anticipadas.
martes, mayo 22, 2007
La verdad por delante
Esta mañana he tenido el día libre por cuestiones de arreglar asuntos personales. He ido a mover papeles como mi renovación de mi permiso de residencia y la búsqueda de la partida de nacimiento de mis sobrinos y la partida de matrimonio de mi hermana con el capullo. He ido a Sant Cugat del Valles porque mi sobrino nació allí y su partida de nacimiento se encuentra en el registro civil de esa población. Bueno… cuando bajaba por la carretera de la Arrabassada, que bordea ese muro natural de la sierra del Collcerola lleno de bosques y jabalíes y que separa Barcelona del interior, me he acordado mucho del niño. Es más llevaba todo el día acordándome de él porque esta misma noche había soñado que se caía de un muro y se abría la cabeza, en el sueño mi sobrino se levantaba y se tocaba la cabeza ensangrentada y se miraba la sangre como perplejo en estado de shock. Yo desde arriba del muro le decía que no se durmiera que podría no despertarse. En el sueño mi sobrina me abrazaba asustada. No me ha gustado mucho ese sueño. También había mucho agua, y aparecían seres fallecidos como mis padres y mucho barro. Me he presentado en el colegio. Mi sobrino acababa de comer. Se ha alegrado de verme. Yo mucho más. Estaba muy moreno y alto. Al principio hemos hablado de las colonias que estuvo hacia una semana, justo al lado de los Pirineos. Le he comentado que he visto las fotos, que estaba muy guapo montado en caballo (él me ha corregido que era una yegua que se llamaba Troya) Le he preguntado si quería venirse de viaje con nosotros a Francia este verano. Me ha dicho que sí, al principio no muy de forma convincente. Le he vuelto a insistir y me ha dicho que si, pero que su padre y su tía no lo consentía. Yo le he recordado que quien si quería que fuese era su madre y que su tía no pintaba nada en ello (le he dicho que su tía se podría meter la lengua en el culo, así de claro) Ahora, al parecer , su tía ejerce de madre y mi hermana no pinta nada. Le he aclarado varias cosas. Una que si él quería venir (me ha dicho que su hermana no quiere a lo que yo le he dicho que también estaba invitada pero que si no venía ella se lo perdía) que se lo dijese al EAIA y que ellos harían lo posible por conseguir que fuese realidad. El niño me ha vuelto a insistir que su padre se negaba a ir, es más me ha dicho que si le decía algo al EAIA le iba a pegar una paliza. Aquí he hecho un parón.¿ Me estaba hablando de maltratos si decía algo? Entonces he cambiado de tercio. Le he comentado lo que leí en el juzgado, la declaración que él hizo ante el forense, de cómo había vivido de mal en mi casa y lo mal que había comido. Él me ha mirado triste y me ha dicho “es que si decía la verdad mi padre y mi tía me pegaban”. No es que me haya pillado por sorpresa. En absoluto. Pero al parecer el niño estaba siendo sincero y eso era lo que yo esperaba. Un niño sin tapujos y que comentase toda la verdad. Le he preguntado porque no se lo decía al juez o al EAIA, él me ha contestado “Es que si se lo digo al EAIA ellos se lo dirán a mi padre lo que he dicho y mi padre se enfadara y me insultará y me pegará.” Vamos que los tienen bien atemorizados y por lo que he visto a quien tienen más atemorizado de los dos es a él. Le he dicho tranquilamente que hablase, que contase la verdad, al juez y al EAIA, que era importante porque eso le ayudaría a él y a su hermana y sobre todo a su madre. El niño estaba tenso. De repente me ha entrado una cólera encima que no podía soportar. ¿Cómo era posible que ese hijo de puta pudiera seguir maltratando a sus hijos? La respuesta es amplia. Está mal de la cabeza o es un soberano cabrón (sorry Dani por lo de los insultos pero es que no hay otro calificativo aunque éste se quede muy corto con lo que realmente debería representar su persona) Tiene a los niños atemorizados, controlados todo el día por el padre, la sargento de hierro e incluso su primo. Todo lo que reciben son amenazas y, cuando quieren ganárselos les hacen regalos, me ha dicho que su padre les compra ropa de marca y a su hermana una Nintendo DS, (curioso porque yo le regalé una Nintendo Game Boy Advance con un montón de juegos hace tiempo) luego me dice el niño que su padre va diciendo que yo me los quiero ganar con regalos… Le he vuelto a pedir ayuda. Le he dicho que sea valiente y que debe hablar que es por su bien y por el de su hermana que no puede vivir en una casa donde todo son maltratos y gritos. El niño me ha dicho que su padre le insulta. Siempre ha tenido predilección por humillarlo (os recuerdo que hasta pensó una vez en hacerse una prueba de paternidad porque pensaba que el niño no era suyo…) y ser quien más palizas recibía (detrás de su madre) le he insistido que hable y se lo cuente al EAIA, se lo he dicho con lágrimas en los ojos, no podía consentir lo que estaba oyendo. Entonces ha sucedido algo. Una cosa que me ha dejado más hundido pero que me ha dado fuerzas. Mi sobrino ha roto a llorar. Con desespero y terror. Se ha levantado y me ha abrazado. Me ha agarrado con fuerza y lo he tranquilizado. Le he dicho que no tuviese miedo, que yo estaba allí para ayudarle, que confiara en mí y en el EAIA que hablase y que todo se arreglaría. Él entre lagrimas me ha dicho que tenía mucho miedo, que estaba aterrorizado. Le he abrazado más fuerte. Para que supiera que yo le apoyaba. Que pasase lo que pasase yo estaría allí. Que si me había enfadado con él era precisamente porque sabía que no decía la verdad. El me ha insistido que le pegaban si sabían que hablaba conmigo, que su padre y su tía lo vigilaban y que no le dejaba salir de casa para ir a jugar o venir a verme. Por un momento he pensado en llevármelo. En protegerlo de semejantes bestias,. No me importaba nada si me venían a buscar. No era justo lo que estaba pasando. Lo peor de todo es que de cara al prójimo el capullo y su familia estaban haciendo el papel de buenos y de bondadosos pero tanta mierda sale a flote y un niño no puede soportar tanta presión. Ira, rabia, asco. Nada bueno para mi mente. He tratado de calmarme mientras me limpiaba las lágrimas. También he calmado al niño. Le he insistido de nuevo en que diga la verdad. Él me ha mirado como diciéndome que si pero en el fondo había aun mucho terror. Me ha dicho que no se siente a gusto pero pese a los palos aun quiere a su padre. Yo no se lo he negado pero le he dicho que no es nada buena la violencia hacia otras personas. Me ha confesado que vio como su padre pegaba a mi hermana y que cada vez que ve en la tele algo de violencia doméstica se siente aterrado porque eso lo ha vivido. Me ha dicho que varios amigos de su padre maltratan a sus mujeres (Dios los cría y ellos se juntan) incluso uno de ellos violó a su hija. Yo le he preguntado qué clase de amigos tiene su padre. Él me ha contestado encogiéndose de hombros con aire de repugnancia. Me ha dicho que sabía que su tío me había amenazado de muerte, como también lo había hecho su padre. Le he preguntado si eso era bonito. Me ha dicho que no. Eso si a su tío lo habían detenido en el Metro hacía unos días. Le he preguntado si le gustaría volver a vivir con nosotros. Me ha dicho que si. Está harto de amenazas y de gritos. De prohibiciones. Toda su infancia ha sido eso prohibiciones. Me he levantado para buscar algo en la chaqueta y me ha dicho que no me fuera, que aún era pronto. Estaba seguro y muy feliz de estar a mi lado. Le he hablado de las vacaciones, de Paris, de Normandía y de Eurodisney. Le he dado mil y un detalles. Le he comentado que hay pista de tenis en la casa que hemos alquilado y se le han puesto los ojos como platos. Me ha preguntado si había tele. Le he dicho que si y que si se venía me llevaría la PlayStation 2 para jugar un rato. Me ha dicho que le gustan los juegos de lucha libre, me ha preguntado por las videoconsolas y los nuevos juegos que me han llegado. Le he dicho que venga un día a casa a jugar como hacía cuando estaba viviendo conmigo. Otra vez ha salido su padre y las palizas. Le he comentado de los tristes que estuvimos en Nochevieja. Él me ha dicho que nos echó de menos pero que le pasó una cosa muy rara. Celebró las campanadas de fin de año en casa del gilipollas del ex carcelario y que cuando se tomó el cava (champan) se quedó de repente dormido. Me ha extrañado. Él me dijo que era muy raro. Yo le he preguntado si le habían dado alguna pastilla. Él me dijo que no recuerda pero que no se fiaba de su tío. Se me han puesto los pelos como escarpias. Me ha dicho que su hermana no me quiere. No se lo he tenido en cuenta. Yo le he dicho que yo sí y mucho y que si se lo quería decir que se lo dijese. Le he comentado que los únicos que me importan son ellos y su madre (bueno y Miguel también jajaja) que su familia se podría ir a la mierda, morirse o perderse en la cara oculta de la luna. Le he preguntado por la “Culebrilla” de su tía, le he interrogado por si le había salido en el cuello o en la lengua, me ha dicho que no, en la barriga (y al parecer le duele horrores) le he dicho que no es la única culebrilla que le saldría, sino que le han de llegar hasta pitones y anacondas de todo lo mal bicho que era. Me ha dicho que su padre está enfermo. Tiene los pulmones jodidos y la garganta hecha puré. Dice que es por culpa del tabaco (o del mal fario o Karma que lleva encima). En un momento, mucho más adelante le he dicho que nunca haría las paces con su padre y por mi se podría operar de la garganta. Mi sobrino se ha quedado boquiabierto. Pero no por la ofensa. Me ha dicho “¿Cómo lo sabes?” yo le he preguntado “¿El qué?”, el me ha dicho ”¡Que a mi padre igual le han de operar de la garganta!… “ Yo he sonreído con picardía. O se ha pensado que por lo menos yo era la versión adulta de “Harry Potter” o que era un Jedi (la versión obesa de Obi Wan Kenobi) ya que me ha comentado que le gustaría tener un sable láser como el maestro Yoda… Le he comentado que fui a verlo el viernes cuando actuó en el colegio (bueno no exactamente fui a verlo pero estuve en el colegio) Me ha preguntado donde estaba y si vi a su padre y sus tías (por cierto fueron muy elegantes, aseados y educados a verlos). Lo que hace tener el culito prieto de cara al exterior. Le he dicho que sí. Ha flipado. Me ha vuelto a ver como Harry “Obi Wan Potter Kenobi” Se ha imaginado por un momento que estaba escondido en algún lado de la sala de actos con la capa mágica regalo de Dumbeldore o como un Jedi colgado de alguna tubería de GAS ZETON de las cuevas de Geonosis… Me ha dicho que su padre solo me perdonaría si yo le pidiera perdón (de rodillas) y le pagase lo que supuestamente he robado y yo me he reído de lo lindo. Luego le he dicho que si no hubiese pagado las clases de conducir del ultramimado y megarepelente y envidioso de su primo (el hijo de la Sargento de Hierro) podría haber pagado su comida y las clases que dejó a deber. El niño ha flipado. Le he preguntado si le parecía bien que su amada tía agrediese a su madre en el Hospital. El niño se ha molestado y no conmigo precisamente. Le he dicho que había testigos y que el juez sabía de ello. Me da que su padre se va a enterar de todo aunque el temor a una paliza igual lo hace callarse. Esta todo en el aire. A las 15:00 PM lo he dejado. Se ha ido contento y descansado. Por lo menos se ha desahogado y la mierda que tenía dentro ha sido expulsada. He pensado en llamar al EQAIA desde ahí. Ahora que las cosas estaban calentitas. Pero lo he hecho en casa. La asistenta no estaba. Por cierto ayer había hablado con ella. No me había quedado muy buen sabor de boca con lo que me dijo (apoyaban más la padre ya que estaba esforzándose por luchar por sus hijos y a mi hermana y a mí se nos medio acusaba de entorpecer su trabajo con el tema justicia por en medio). No estaba la asistente social. Pero después de mi aviso no ha tardado en llamar. Le he comentado lo sucedido. Le he dicho que estoy intranquilo ya que de cara al exterior son todo un paripé y de puertas a dentro no sabemos nada, salvo lo que cuenta el niño. Les he metido un poco de prisa para que se muevan ya que veía un poco de lentitud en el tema. Me ha dicho que toma nota que el tema es grave y que mañana se pone en movimiento con una posible entrevista con los niños y el padre. He ido a ver a Paloma y se ha puesto de los nervios con el tema. Mañana iba a presionar al EAIA con el asunto. Me ha dado varias soluciones y veremos cual tomamos. Estoy enfurecido pero por otro lado esperanzado de que al mover el pozo los muertos y la verdad salgan ya a flote.
sábado, mayo 12, 2007
Rey negro mueve.
miércoles, mayo 09, 2007
El EAIA contraataca.
martes, mayo 08, 2007
Interrogantes.
sábado, mayo 05, 2007
Confidencias.
viernes, mayo 04, 2007
Obediencia.
Terrores nocturnos.
Desde pequeño tenía siempre miedo a la oscuridad. Sufría terrores nocturnos. Todo comenzó una noche que me fui a dormir, como venía siendo habitual día tras día. Tendría yo unos cinco o seis años. Mi madre me acostaba, me daba las buenas noches y apagaba la luz de la habitación. Esa noche en concreto sucedió algo más. Recuerdo aun y de forma muy nítida contemplar, antes de que la habitación se sumirse en la oscuridad, un cuento que tenía en la mesita de noche (donde un hada ofrecía una piruleta de verdad pegada en la portada) No se cuanto tiempo pasó pero para mí fue inmediato.De repente oigo abrirse la puerta de golpe, se enciende la luz y veo entrar por ella mi tío, el hermano mayor de mi madre. Emitía un rugido feroz. Entonces presentí que había venido a buscarme. Me fijé que entre sus manos portaba una caña de las que se usan en las zambombas navideñas que él hacía sonar sin necesidad del tiesto de barro (lo que hace de caja de resonancia). Por un segundo me quedé perplejo. ¿Cómo podía tocar la zambomba si le faltaba una parte de ella? me pregunté ¿Cómo es que tocaba la zambomba si todavía faltaba mucho para la navidad? Ese detalle fue el que más me llamó la atención y el que sin duda más me aterrorizó. Comencé a gritar. Despavorido. Lo peor de todo era que no me enfrentaba a un monstruo, ni un fantasma, ni un asesino, ni un ladrón, ni un muerto sino a mi tío. Como pude escapé de la habitación y corriendo me refugié en la habitación de mi hermana, contigua a la mía. Yo solía hacer eso cuando era la noche de reyes o bien cuando me despertaba muy temprano, sobre todo los fines de semana. Mi hermana solía hacerme un hueco y juntos nos lo pasábamos en grande leyendo cuentos y tebeos pero sobre todo cualquier volumen de la enciclopedia “El Mundo de los Niños” de la editorial Salvat, nuestros favoritos. Si bien aquel gesto de seguridad hubiera servido para mucho, en esa ocasión fue en vano. Mi tío, caña en mano, entró también en la habitación de mi hermana. En vez de esconderme bajo las sabanas salté de la cama y me puse a gritar frente a él, al pie de la cama. El continuaba en silencio, mirándome fijamente mientras meneaba la caña entre sus manos. El sonido que emitía me producía pavor. Parecía amplificado y como emitido a cámara lenta. También recuerdo detalles curiosos, como en un momento, con lagrimas en los ojos me dio por mirar por la ventana, que se encontraba junto a mi derecha, y ver la calle iluminada (era de noche) y distinguir algún coche pasar. También recuerdo claramente ver entrar a mi padre en la habitación. Recuerdo escuchar a mi hermana gritando asustada a mi espalda. Después de eso todo se desvaneció. Lo único que recuerdo es haberme despertado por la mañana en la cama de mis padres (mi padre había tenido que ir a dormir a mi habitación) y contemplar en silencio como las sombras de los coches se dibujaban entre el límite de la pared frontal y el techo de la habitación. Mi mente me decía que aquellas sombras eran como ángeles y yo quería cercarme a ellos pero una barrera invisible me impedía hacerlo. Era como cuando tratas de juntar dos imanes y notas que estos se repelen. Una sensación muy extraña, Lynchiana (de David Lynch) poco habitual pero misteriosamente placentera. Nunca se habló de este episodio en casa. Por supuesto para mis padres aquello había sido una pesadilla infantil. Pero para mí no. Hay sueños que se olvidan fácilmente y os puedo decir que este ha perdurado siempre en mi cabeza como la marca de un hierro candente sobre el pelaje de un caballo. Lo curioso es que tampoco hubo reacción adversa por mi parte al ver de nuevo a mi tío y eso que siempre que lo veía me acordaba perfectamente de ese extraño sueño.
He de añadir que por aquel entonces desconocía que mi tío (el solterón empedernido de la familia) era gay. Lo supe mucho más tarde, cuando tenía dieciséis o diecisiete años. He de decir que mi tío era un hombre muy culto pero con una soberbia digna de cualquier emperador romano. Su principal problema era que bebía como un cosaco y sus fiebres etílicas eran bastante autodestructivas. También fumaba tanto como bebía, incluso diría que más. Le recuerdo encender un cigarro cuando no se había acabado otro e ir tirando de los dos al mismo tiempo. Pese a ello mi madre adoraba a mi tío. En sus años de vacas gordas fue una persona que se preocupó mucho por su familia y sobre todo por él mismo. Se culturizó, le gustaba mucho leer, escribir tanto prosa como poesía, aprender idiomas y comer de lo bueno lo mejor. Estudió contabilidad, gracias a ello trabajó en varias agencias de viajes por lo viajar era una constante (mi madre, de soltera, a veces se iba de viaje con él) Adoraba las fiestas, sobre todo las tertulias. Más que nadie en este mundo. En definitiva, un tipo que se hizo a sí mismo. A aparte del alcoholismo su principal problema era el terreno sentimental. Se conformaba con muy poco (en eso salió también mi hermana). Para él cuanto más ignorante, mezquino y joven fuese su compañero de cama muchísimo mejor. Todo eso está bien si lo que buscas es un polvo pasajero pero no una relación seria y estable. Al tener cierta posición social y ganar bastante pasta lo convertían en apetitoso plato capaz de atraer a la peor rata de cualquier estercolero. Cuando esto sucedía le chupaban la sangre hasta el máximo y lo solían dejar tirado como perro y si te visto no me acuerdo. Le hacían mucho daño. Muchísimo daño. Su principal problema era que su soberbia le impedía reconocer tal debilidad por lo que su mejor camino era refugiarse en la bebida. Siempre recuerdo a mi tío como un personaje refunfuñón, de carácter fuerte pero eso sí, con una ostentosidad y generosidad del tamaño del monumento más imponente del planeta. Para nosotros era el TIO en letras mayúsculas (y que me perdonen con este comentario el resto de tíos y tía de ambas ramas familiares). Entre otras cosas mi hermana y yo le debíamos mucho.
Fue él quien presentó mi padre a mi madre. Era a finales de la década de los cincuenta. Mi madre trabajaba en la Warner Bros (curiosamente con el padre de Amparo. Lo descubrimos un día de puñetera casualidad, lo que son las cosas…). Mi padre y mi tío lo hacían en la nueva oficina de la Price Waterhouse situada en el Paseo de Gracia de Barcelona. Mi padre había recién llegado a España vía Inglaterra para trabajar en la oficina de la Price Waterhouse en Madrid. Como necesitaban a una persona que les ayudase a montar la infraestructura en Barcelona mi padre se ofreció encantado. Ya había estado antes de turista y le gustaba mucho la ciudad. Nueve meses después de aquel fortuito encontronazo mi padre había renunciado a marcharse a la capital y se había casado con mi madre. Y todo gracias a mi tío. Él siempre se hizo cargo de mis abuelos. Vivió con ellos hasta que murieron. En su casa se celebraban muchas fiestas, comidas, cenas y reuniones. Nosotros solíamos salir a comer con él los fines de semana. Siempre lo recuerdo invitando a todo dios. Siempre ostentando, siempre dejándose llevar por las malas influencias. Aquello fue el principio del fin de su etapa dorada. Mal aconsejado por un puñado de trepas de pacotilla dejó su puesto de trabajar. Por supuesto quienes le (mal) aconsejaron desaparecieron tan rápido como pudieron. Entonces al alejarse del entorno social y del estatus económico que necesitaba para sobrevivir su estado de ánimo fue decayendo llegando a cotas de decrepitud severa. Se quedó encerrado en casa, acompañado de su perro “Sirocco” que engordó y mimó hasta el punto de convertirlo en un bichejo fofo, malcriado y agresivo con las mujeres. Mi tío se pasaba días enteros sentado en una sofá orejero bebiendo Ginebra con limón a barriles y fumando cigarrillos sin parar. Escuchaba música clásica o a su ídolo Frank Sinatra, con ello trataba de rememorar los mejores años de su vida. Nunca más intentó levantar cabeza y resurgir como Ave Fénix de sus cenizas. Se sentía demasiado solo, demasiado acabado y demasiado mayor para hacerlo. Le gustaba mucho el cine. La Garbo, la Dietrich, Ava Gardner, la Davis… sus diosas.
Mi tío murió en 1984, en una camilla del hospital de San Pablo con el hígado reventado y más pobre que una rata. Yo ya tenía dieciocho años y la imagen de mi tío entrando en mi habitación caña en mano aun seguía allí. Su entierro fue muy triste. Su ataúd se apoyaba sobre dos sillas de cocina dentro de una sala de frías losetas blancas mucho más dignas de una carnicería. Su (anunciada) muerte sacudió los cimientos de la familia creando un terremoto general de magnitud nueve en la escala Richter. Después de eso mi familia materna ya no volvió a ser la misma desde entonces. Hubo reproches, peleas y malos entendidos. Pero no al nivel de la familia de mi cuñado. Todo muy sutil y muy educado, dentro de la gravedad. Había una fijación por parte de mi madre de compararme con mi tío. No había cosa que yo hiciera que mi tío hubiese hecho. Yo repudiaba la comparación. Entre otras cosas porque mi tío había acabado muy mal y no tenía muchas ganas de seguirle a la zaga. Mi madre siempre pensó que acabaría como él. Para ella tenía todos los números y más aun cuando se enteró que yo era gay. Traté de explicarle que pese a ello mis gustos sobre los hombres se alejaban bastante de los de mi tío. Ni me gustaban los chicos más jóvenes ni más garrulos. Para eso estaba mi hermana que en buscar frikis se las pintaba sola. Tampoco fumaba ni tocaba el alcohol . Mi hermana si lo hacía. Además ella era mucho más experta en meterse en líos que yo. Incluido un episodio con la justicia que igual un día cuento en este blog. Un día, un par de años antes de morir mi madre le comenté el suceso tipo sueño que había tenido de pequeño. Mi madre me miró raro. Se molestó conmigo mucho al respecto. Su hermano no podía haberme hecho nada malo (yo nunca le insinué tal cosa). Era imposible, aberrante.
No culpo a mi madre por no haberme creído o en todo caso en haberme ayudado a resolver el enigma y eso que ella era toda una experta en interpretar sueños. Sus premoniciones eran harto conocidas en casa y muy temidas. Como pincelada una semana antes de morir soñó que se encontraba siendo una niña en una nueva reencarnación. Aquel presagio me puso los pelos de punta y más cuando ella me sentenció que sabía que le quedaban poco tiempo de vida (todo sin saber que el cerebro le iba a reventar en mil pedazos). Intenté resolver el puzle por mí mismo. Hice sesiones de regresión, de hipnosis y no sacaba nada claro. Si no había sucedido nada ¿Por qué narices soñé con ello? No hace falta ser muy inteligente para interpretar que el gesto que hacía mi tío con la caña era un gesto onanista, pero realmente me hizo algo o puede que solo le viera a él hacerlo y mi mente lo asoció a un instrumento navideño…
Ignoro si un día conseguiré llegar al fondo de la cuestión. De lo que estoy seguro es que a partir de esa noche conseguí adjudicarme unos abominables terrores nocturnos que me duraron hasta bien entrados los veintiún años. Durante esa etapa nunca poder dormir con la luz de la habitación apagada. A pesar de intentarlo muchísimas veces. Siempre esperaba que se abriese de nuevo la puerta y mi tío entrase de nuevo a por mí.
jueves, mayo 03, 2007
Patrones.
Los niños perdidos.
Mi cuñado tenía una hermana que murió de una forma muy extraña. En teoría se suicidó pero todo el mundo comentaba “sotto voce” que la habían suicidado, os explico. La chica se casó con un chico, vecino del barrio al que mi hermana y yo conocíamos desde muy jóvenes. Era un buen chaval, de familia humilde pero muy majete. Solíamos coincidir con él en casa de una profesora particular que en aquellos tiempos nos ayudaba a superar el fracaso escolar galopante que llevábamos en nuestras chepas. Este chico, con el tiempo, cambió. Se metió en el mundillo de las drogas y acabó completamente hecho una mierda, con un SIDA y una prisión a cuestas. Ignoro si aun está vivo o muerto, me da más lo segundo que lo primero. Cuando conoció a la cuñada de mi hermana estaba en pleno noviazgo con los estupefacientes, pero de esos noviazgos light de aquí te pillo aquí te mato. A la hermana de mi cuñado le corría mucha prisa salir de casa. El peso (en todos los aspectos) y la oscura sombra de la matriarca era más que insoportable y como a sus hermanas mayores les había ido de maravilla pescar maromos a base de bombos pues ésta hizo exactamente lo mismo. ¿El problema? Se fue que de Guatemala y se metió en Guatepeor. La pareja y su primer retoño se fueron a vivir a Extremadura y allí lo hicieron hasta que ella murió de forma muy extraña. Una mañana la encontraron en el fondo de un pozo con una soga en el cuello atada a un bidón de agua. El diagnostico: suicidio. Para la familia: ajuste de cuentas por tema de drogas. Dejó huérfanos de madre a cinco hijos cuyas edades comprendían los catorce años hasta los nueve meses de vida. Como el padre no podía hacerse cargo de los niños, al estar en la cárcel, los cinco acabaron en un centro de acogida ya que ni la familia de mi cuñado ni la familia del padre quiso hacerse cargo de ellos. En su día supe por mi cuñado que los niños fueron trasladados a Fraga (Zaragoza) e ingresados en una especie de orfanato. No sé porque motivo a la Sargento de Hierro se le ablandó el corazón y decidió llevarse a uno de los niños a su casa. Concretamente al de seis años. Como es natural el niño no le llegó limpio de traumas ni de problemas, pero de eso a comparármelo con el mismísimo Damien (el niño de la profecía) lo encontré demasiado exagerado. Si el niño era conflictivo era porque había aprendido a serlo al ver lo que sucedía en su casa. Sólo hacía falta un poco de paciencia y muchísima psicología para reconducir al pequeño por el camino correcto. El problema es que el pequeño se encontró con varios obstáculos. Uno de ellos, el más gordo, era la propia Sargento de Hierro. No se puede educar a un niño conflictivo a base de gritos, desprecios y humillaciones. Por ahí no funcionas las cosas. Si encima el resto de componentes del núcleo familiar (marido e hijo) te apoya se acaba por aislar al chaval y con ello la posibilidad de recuperar el poco cariño que tenía. Otro punto eran los celos que sufría del hijo de la Sargento. Eran letales para el pequeño. Tanto es así que tras una pequeña temporada en casa de los "tíos de Harry Potter" acabaron devolviéndolo al orfanato junto al resto de sus hermanos. La Sargento me contaba entre gritos y estridencias lo malo que era el niño, las patadas que le pegaba, por donde se metía los panecillos del colegio (imitando a su padre cuando hacía de camello) la de dinero que se había gastado en el niño enviándolo a psicólogos y la de juguetes y ropa nueva que tenía. Todo reproches y mentiras disfrazadas de verdades. Ni una palabra o gesto de compasión para el pobre niño. Yo conocí al infante en casa de mi hermana un día que fui con mi padre a comer. El niño era travieso, pero no un demonio. Era descarado pero divertido. Se le veía una falta de cariño en todos los poros de su cuerpo. También viví momento de humillación. En un instante de la comida el niño se entretuvo en partir nueces. Lo hacía a puñetazos con bastante éxito. Se las comía con deleite. Hasta que comenzaron a lloverle críticas de la familia Munster al completo. “Moñas” (mariquita) era lo más bonito que le decían. Le criticaban todo, en este caso la forma de partir y comerse las nueces. Ninguna buena palabra. Nada bueno. El niño se arrinconaba en una esquina de la silla y permanecía callado. Quien más se cebaba era el remilgado, siempre sabio, educado y magnifico hijo de la Sargento de Hierro. El niño fue devuelto como un fardo al rincon más oscuro de Fraga. Yo siempre le preguntaba a mi hermana porque nadie se había encargado del resto de hermanos y sobre todo del más pequeño de la familia. Mi hermana quiso hacerlo pero por aquel entonces el Parkinson se estaba acentuando por lo que no lo vieron conveniente. A mí no entraba en la cabeza como siendo tanta familia nadie se quiso quedar con los hijos de su hermana. Pensaba que si existía el cielo la pobre estaría desesperada viendo como los de su propia sangre se negaban a ofrecerles ayuda. Al final de la historia supe que los hijos mayores de la desdichada acabaron en un correccional con problemas de robos y drogas. Del resto no han vuelto a saber nada. Ni se han preocupado la más mínimo. El día que mis sobrinos vinieron a vivir con nosotros me acordé mucho de "los niños perdidos de Fraga". La indiferencia de su familia paterna ante cuidar o atender a los hijos de mi hermana me encendió inmediatamente la señal de alarma. Pero que podía esperar. Ya habían hecho lo mismo con aquellos pobres niños ¿por qué regla de tres iban a ser mi sobrinos diferentes? Si contamos que mientras vivieron a mi casa salvo la Sargento y la esquizofrénica parecieron interesarse (aunque lo único que les interesaba era endiñarme al hermano en mi casa y así quitarse las pulgas de un solo golpe) por ellos (aunque echaban pestes cuando les sugería que se quedasen los niños una noche en su casa), el resto de familia ni asomaron el pelo a durante todo ese tiempo. Sólo lo hicieron para recordarme que yo había roto mi compromiso para cuidar a los niños (¿y qué sucedía con el suyo?) Eso y que era un malnacido porque su hermano les había dicho que yo había echado a los niños de casa bla bla y más que bla... Si encima culpaban a mi hermana de joderle la vida al capullo con su enfermedad (como si ella se pusiera el traje del Parkinson para dedicarse a fastidiar al vida al prójimo) pues esa noche dormían tan panchas como anchas. En estos momentos toda la manada de lobos se dedican a asustar a mis sobrinos con el tema del orfanato. Para ellos es el peor castigo se les puede otorgar. Saben que si van a parar allí serán unos desgraciados y que acabaran en una prisión de menores como sus primos. Ellos les dicen que yo y su madre les queremos encerar allí. O que si se portan mal y dicen la verdad perderán a su padre y con ello la posibilidad de tener un hogar. Son crueles. Son seres con el alma podrida. No pueden asustar así a unos niños. No es justo ni se lo merecen. Ni ellos ni nadie.
miércoles, mayo 02, 2007
Gambito de Reina.
Hoy he ido de compras de nuevo con mi hermana. Otra vez al Hipercor. Parece haberle cogido cariño al sitio. Ha comprado mucho menos que la otra vez. Se ha dado cuenta que hay comida que se le estropea enseguida. Hoy no estaba muy fina. Hace tiempo que la glándula salivar le juega malas pasadas y tiene que recurrir urgentemente a los pañuelos de papel. En el hospital me comentado que ayer le echaron bronca. Con el tema de las pastillas la cosa está difícil. Sigue en su empeño de robar pastillas, sean las que sean. Pero sucede una cosa. Los medicamentos que se lleva de de forma furtiva no se los toma. Los tira a la papelera o los esconde. Incluso las pastillas que le corresponden en su turno. Ella no se las toma, se las guarda y hace uso de ellas cuando le parece necesario. Un autentico descontrol del que nadie está poniendo remedio. Hoy cuando he llegado a casa me ha llamado Paloma. Nos hemos citado en su casa. Ya en su despacho me ha explicado cómo está la situación y cuáles son los planes de futuro respecto al tema, sobre todo lo que concierne a mis sobrinos. De momento no hay pruebas de maltratos por parte de mi cuñado, sólo el testimonio de mi hermana y eso para el juez es la palabra de ella contra la de él. Así pues no se le puede quitar de momento la guardia y custodia de los niños (y yo sigo pensando que todos los cabrones tienen suerte…) Paloma me ha planteado el tema del iniciar los papeles del divorcio y ambos hemos analizado los pros y los contras. El principal pro es que se le han de estipular al capullo unos horarios inexpugnables de visita de los niños, ya sea en fin de semana, entresemana o cuando sea. Pero estos han de ser inquebrantables e innegociables. Que se empiece a olvidar de los míseros cinco minutos de visita (y una vez por semana) a los que tiene acostumbrado en castigar a mi hermana. Luego está el tema económico. Ahí se ha de tener muy en cuenta la situación de salud de ella y sobre todo sus paupérrimos ingresos. Los contras, por lo menos el más importante es el tema custodia. Eso por un lado es un movimiento favorable para él, pero también significa que, sabiéndose ganador, cometa algún error de cálculo (como incumplir el régimen de visitas) o realice algún movimiento arriesgado (como dejarse llevar de nuevo por la ira) lo que acabaría en jaque mate instantáneo en esta compleja partida de ajedrez. Lo que sí está claro (e impepinable) es que, de momento, el juez le otorgará la custodia al capullo del padre. Sobre todo por falta de pruebas fehacientes. Hasta que no llegue el informe tras el estudio de los niños efectuado por el EAIA no hay nada más que hacer. Le he hecho un hincapié a Paloma sobre mi necesidad de que esos niños recuperen el trato conmigo, sobre todo lo antes posible. Resulta irónico que toda la caterva de tías que tienen por parte de padre (y a las que los niños les importa una mierda) pueden disfrutar de ellos cuanto se les plazca y yo no pueda ni dirigirles la palabra. Para mayor colmo el tiempo corre en mi contra. Cuanto más se vaya alargando más hostilidad se irá acumulando hacia mí. No es justo que el capullo y algún que otro miembro de su familia sean quienes decidan a quien pueden ver los niños y a quién no. Para ellos no cuenta en absoluto la opinión ni el deseo que pueda tener mí hermana. Si por lo menos conseguimos que con el divorcio se me otorgue un régimen de visitas existiría una posibilidad de poder recuperar de nuevo a los niños. Si no, estará todo perdido.