No soy de los que se traumatizan con una fecha de la muerte de un familiar, ni mucho menos en una fecha tan representativa como la noche del 31 de Diciembre. Son cosas que pasan, simplemente eso. No me deprimo y me encierro en una habitación y lloro y cosas de esas. Me gusta la Navidad, siempre he gozado de una muy buena Navidad en mi casa, junto a mi familia.
Cuando llega el momento de las uvas me gusta hacer un repaso de lo que de deja atrás. De lo que se queda de ese vagón que se deprende del tren y que no recorrerá más vías a nuestro lado; es un vagón ya viejo, usado con cierto olor a rancio por donde se han paseado muchas personas, muchos sucesos, muchas vivencias…
No hay que tener miedo a mirarlo, echarle un último vistazo. Allí se quedan muchas cosas, cosas que muchos desearíamos que continuasen a nuestro lado pero que se quedaron descarriladas a medio camino. Yo oigo el maullido de gatos, de mi Chuskete, que aun sigue en nuestra memoria pero que se queda irremediablemente en ese vagón no sólo, sino junto con su nuevo amigo, Ñasis, que duró a nuestro lado lo mismo que dura un suspiro, el último que dio sobre mis manos y que lo llevo automáticamente al cielo de los gatos donde le esperaban impacientes para regalarle unas divertidas y relucientes alitas. Si, aun los oigo maullar, están en ese vagón en el 2008 del convoy; se despiden de nosotros desde el fondo del mismo meneando la patita como esos gatitos que venden en las tiendas de los chinos y que dicen que dan buena suerte… nos miran con sus ojos miel, casi desesperados pero a sabiendas de que su camino dejó de formar parte del nuestro hace ya un tiempo.
Hay también gente que se queda en ese vagón. Gente que se aprecia y que lamentas que no te acompañen como Consuelo, de Fotogramas que desapareció tan repentinamente que aun, aquellos que tuvimos el privilegio de conocerla nos cuesta asimilarlo. Allí se queda ella mirando a través de una ventanilla, pensativa sin darse cuenta que su tren ya ha llegado a su destino…
Este año mi tren ha viajado mucho, ha conocido mundo. Ha cruzado el atlántico, incluso ha viajado a antiguos territorios de los soviets. También me he aproximado a la tierra de mis ancestros (por parte de padre) más que nunca anteriormente. Han sido viajes muy divertidos, llenos de aventuras y de anécdotas, algunas mostradas en este blog, otras aun por aparecer o puede que algunas se queden en el tintero.
En este vagón también ha subido gente nueva, otros se han bajado. Los nuevos, muchos de ellos son casi anónimos, y no me refiero a que no los conozca ni me haya interesado por conocerlos, todo lo contrario, me refiero a que son personas a las que aun he de presentarme y verlos, oirlos, tocarlos, lo más lejos posible de la pantalla de un ordenador. De momento estoy muy contento de haberos incorporado a mi vida, en serio, no me arrepiento de nada haberos conocido, mi curiosidad hace que tenga ganas de conoceros un poco más, si me permitís. En mi tren, en mi vagón hay sitio para todos...
Tampoco me arrepiento (pero en absoluto) de haberme quitado el lastre de personajes grises, nefastos y prescindibles que, a modo de esperpénticos espectros, habían tomado posesión de varios vagones de mi vida. Unos han sido tan leves, tan vacuos, con tan mínima importancia que de un simple escobazo (cual ratas de alcantarilla) han desaparecido fácilmente por las rendijas; otros ha costado un poco más, pero a base de rascar con constancia y de utilizar cubos y cubos de lejía han ido saliendo con más o menos facilidad. Aun quedan restos, pero espero que pronto vayan desapareciendo. Lo curioso es que una vez fuera del tren, este ha viajado mucho más ligero y con mucha más potencia.
Faltan muy pocas horas para el cambio de vagón. Le hago una última mirada, alguna lagrima se me escapa, es irremediable, pero son lagrimas tanto de tristeza como de felicidad. No ha sido un mal vagón. Ha habido de todo, sobre todo, lo más importante ha servido de base para formar una familia, acomodarla y sacarla a adelante. También me ha servido para luchar para que la otra parte una familia que se rompió, la que realmente me importa, trate de mantener la cordura..
Desde este blog os deseo ¡Feliz Año Nuevo a todos aquellos que realmente se lo merezcan y sepan hacer un buen uso de él!