Hacía tiempo que quería escribir. Es decir, hacerlo siendo yo mismo, sin estar pendiente de una fecha de entrega o a cambio de un talón. Creo que ya va siendo hora de armarme de valor, de entrar en el caserón, de abrir ventanas y puertas y permitir que la luz invada su interior. Necesito dar forma a los fantasmas, atraparlos, enfrentarme a ellos y asumir que, en el fondo, también forman parte de mi vida.
martes, octubre 30, 2007
Se acabó la calma
lunes, octubre 22, 2007
miércoles, octubre 17, 2007
Días extraños
Una vez mi sobrina cruzó la puerta le pregunté por su hermano. Me dijo que estaba en el rellano y que no se atrevía a entrar. Me asomé y allí estaba. Todo rechoncho y con cara de malas pulgas. Era mezcla de rabia y de vergüenza. Como sabía que iba a venir le preparé una pequeña venganza. Al entra en casa le dije que estaba cabreado con él y que por pasarse de listo se iba a quedar sin jugar al FIFA 08 que me había llegado un par de días atrás. Su semblante se frunció aun mucho más. Sabía que la había cagado por todos lados. Se dio cuenta que el único lugar donde podía jugar a las videoconsolas era en casa de su tío. Su padre y el tío (el gilipollas ex carcelario que nos amenazo de muerte a Miguel y a mi ) habían tratado de arreglarle la PlayStation que le regaló mi padre al niño (ya que a este se le cayó al suelo) y como van de eruditos en electrónica de consumo se acabaron de cargar el aparatejo. Así que el niño se dio cuenta en ese momento que de poco le servían los juegos de Play 2 que tenía en casa si en el fondo donde podía jugar era en la mía. Tararí que te vi… Entonces mas avergonzado aun se sentó en una silla frente a la mesa del comedor. Metió la cabeza entre los brazos y tierra trágame. La niña me había contado que su hermano se había puesto de parte de su padre y en contra mía porque no quería vender los juegos , como yo le presionaba y su padre lo defendía pues se arrió al árbol que más sobra da. Un árbol completamente equivocado como pude observar en su semblante. La niña me enseñó el teléfono roto. La pantalla estaba destrozada con saña. Tenía varias resquebrajaduras por todos lados. Era como si hubiesen saltado encima y luego lo hubiesen arrojado como cien veces desde el Empire State Buliding con muchísima mala leche. Mi sobrina se sentó en el sofá, me pilló el portátil y se conectó al Messenger y a esa cosa terrible que es el Habbo. Como vio que su hermano había metido la gamba y no reaccionaba trató de apaciguar los ánimos y le pidió que se sentase junto a ella. Sus ojos estaban brillantes, a rebosar de lágrimas. La pobre es muy sensible. Cuando le hablamos de Isaac y le entregamos una foto que nos dio Sonia para ella casi se puso a llorar (“Mi nene forever” le llama. Ha puesto la foto en la carpeta del colegio con esa frase y anda orgullosa mostrándosela a todo el mundo) Me dijo que no le gustaba ver a la gente triste. Que en el cole si había un niño llorando ella se ponía a llorar también. Me recordó mucho a su madre. Ella también hacia lo mismo a su edad ganándose el apelativo entre las niñas (y algunas de sus madre repipis) de la calle como “La Llorona”. Insistió a su hermano en que le pidiese perdón, le diese un beso y que hiciese lo mismo conmigo. Le costó varias intentonas. El niño murmuró que igual yo no quería. Aparte la cara y reí en silencio. Abrazó a su hermana y luego se paró frente a mí, sin mirarme a los ojos. Yo le dije que viniese y nos fundimos en un abrazo. Él rompió a llorar y le explique cuál era el cometido de mi sugerencia sobre el tema venta de juegos compra de móvil. Lo entendió. Por lo menos eso me pareció de buenas a primeras.
Vimos Las Vacaciones de Mr Bean y después de la película (y de unas cuantas risas) nos fuimos a ver su madre. Yo aun ando un poco mosca con ella. Aun hay algún episodio de robo de pastillas pero no en el nivel de hace unos días atrás. No tenía intención de traerla a casa, después de los que sucedió la última vez… No sé era una mezcla de desconfianza y vaguería. Últimamente ando un poco apático y me molesto por cualquier cosa. Llegamos al hospital y los niños la abrazaron y la besaron. He de decir que me costó un poco convencer a mi sobrina para que fuese a ver a su madre. Es muy triste pero me he dado cuenta que la ven ya más como una enferma que como la persona responsable de haberles traído al mundo. Una persona que lucho mucho por ser madre y que ahora, en las circunstancias en las que se encuentra no puede disfrutar de ello. Mi hermana se alegró mucho de verlos. Se levantó de su butaca y se fue directa al armario. De él sacó una bolsa de papel azul con asas con una flor amarilla a modo de margarita pintada. Metió la mano dentro y extrajo una muñeca de trapo muy divertida, rubia y con dos coletas que portaba un vestido tipo peto con un bolso rojo cruzado en sus hombros. Mi hermana se aceró a mi sobrina y se la ofreció. La niña la aceptó alegremente con una sonrisa. En eso mi hermana apretó el bolso de la muñeca y suena una canción. Mis sobrinos se partieron de risa. Mi hermana también y yo con ellos. Mi hermana, sentada en su butaca trató de bailar al ritmo de la muñeca. Mi sobrina le acompañó. Me sentí feliz y a la vez mal. Me di cuenta que estaba siendo duro con ella. Que la mierda de la pereza que sentía por llevarla a mi casa y traerla al hospital me la podría haber metido en el culo. Por una vez en mucho tiempo vi comunicación de madre e hijos entre ellos. Y yo preocupándome por mi pereza. En esos instante me sentí un egoísta y un tío mierda, lo reconozco. La niña le preguntó a su madre de dónde había sacado la muñeca. Mi hermana con gestos le dijo que en el bingo del hospital que se celebra cada viernes y que no es la primera vez que había ganado algo. Se ve que es el terror de los cartones. A parte de la muñeca había ganado unas zapatillas naranjas y un colgante. Le enseñó a sus hijos alunas manualidades que había hecho. Una de ella un sol amarillo chillón con un rostro simpático adornando el centro. Le llegó la comida. Hablamos un rato con ella y con su nueva compañera de habitación. Mi hermana me dijo que María aun seguía viniéndola a ver y que Rosario su madre estaba estable en la planta de abajo. Esa misma mañana había bajado con Rosa (su compañera) y su hermana a dar un paseo por el jardín. Había tenido el día completo. Llegamos a casa y comimos con Miguel lomo adobado y pizza casera que había hecho el día anterior. La jornada trascurrió sin problemas. Los niños jugaron con la wii, Miguel preparó las clases del lunes y luego se entretuvo leyendo un rato. Yo me eché una siesta en la cama junto a él. A las 19 horas el capullo picó al interfono y los niños bajaron. Se despidieron con un beso. Se lo había pasado muy bien esa tarde. Una tarde atípica dentro de una semana llena de días extraños.
martes, octubre 09, 2007
Lo que va quedando tras la niebla.
El pasado jueves por la tarde llovió a cantaros en Barcelona. Yo estaba en casa y me preocupé por mis sobrinos. Era la hora de salir de clase y no sabía si tendrían paraguas o si alguien los iría a buscar. Mi hermana también me llamó preocupada, pensaba lo mismos que yo. Claro, aquí se me presentó un dilema. Podría ir a ver si los niños estaban bien , recogerlos en el colegio y llevarlos a casa ¿pero qué pasaba con la actitud de mi cuñado? Para él no importa que haga bien a los niños siempre estas haciéndole mal y perjudicándole. Así que preferí esperar y llamarles a casa. No contestaron la primera vez. Miré el reloj. Era demasiado pronto aun. Llamé al teléfono móvil de mi sobrina y no contestó. Esperé siempre pensando en bajar a la calle e ir a buscarlos. Al cabo de un rato suena el teléfono. Es mi sobrina. Está llorando. No es que su hubiesen mojado ni nada por el estilo sólo que se había peleado con su hermano y éste, en un ataque de ira, había pateado la mochila de su hermana donde ella tenía el teléfono móvil y le había reventado la pantalla. Hablé con el niño y le pregunté porque lo había hecho. El me dijo que no sabía que estaba el teléfono allí. Yo le insistí que no importaba el teléfono, solo por qué tenía que ser tan violento con su hermana. Le pedí que no se peleasen más (eso de tratar de inculcarles el amor fraternal es una de mis principales metas en estos momentos) que protegiese a su hermana y que se quisieren mucho , que hasta el momento era lo único que tenia y debían quererse. Ignoro si mis palabras tuvieron resultados, da igual yo pienso insistir hasta que me quede ronco. Tanto mi hermana y yo siempre hemos sido educados en el muto respeto. No quiere decir que hayamos discutido en más de una ocasión o que hayamos llegado a las manos (pocas veces pero con la intervención de mi madre que para separarnos sabía montárselo muy bien). No sé, noto que estos niños no se quieren. Hay una rivalidad mucho más fuerte que la de los simples celos. Eso ya lo he venido explicando a lo largo de este blog. Ambos son supervivientes, pero no son supervivientes cooperativos, es decir en momentos de trifulca aquí quien no corre vuela y si tu recibes antes que yo y con ello se cansan de hincharte bofetadas mejor que mejor. Por supuesto quien siempre ha ganado es la niña aunque también ha sufrido alguna que otra. Recuerdo una vez que me llamó aterrorizada porque casi la atropellan al cruzar una calle cuando vivían en Artesa de Segre y me pidió que fuese a socorrerla porque temía una paliza de su padre de las que hacen historia. Le dije que era prudente que su padre no se enterase de ello si tenía miedo. Ella me dijo que una señora, la había visto y le había llamado la atención. Resultaba ser que dicha a señora mi cuñado le estaba barnizando los muebles de la tienda. Por su puesto el padre se enteró de lo sucedido. Ignoro las consecuencias porque por aquel entonces mi hermana estaba a punto de llegar al hospital reventada a palizas de ese desgraciado. Sobre el tema del teléfono móvil… Le comenté a la niña que trataría de arreglar el asunto. Aun no sé cómo pero haré lo posible por arreglarlo. Me jode tener que comprarle otro teléfono. No por el tema dinero sino porque de esta forma se que no respetaran lo que es suyo (mientras tenga al tito que me lo arregla yo venga a romperlo) Tengo un plan, sobre todo para que el niño aprenda a valorar lo que no es suyo. Le voy a pedir que elija varios juegos suyos de la PlayStation y los venda, con ese dinero le ha de comprar a su hermana un teléfono móvil. Creo que es lo mejor que se puede hacer.
Cambiando un poco de tema. Se por las enfermeras (aunque sólo la de las mañanas) que mi hermana ya no roba pastillas. Creo que ha pillado la indirecta. No obstante yo no bajo la guardia. También ha de aprender a valorar las cosas. El Lunes me la lleve a buscar los DNI de los niños que estaban criando polvo en un cajón de la comisaría. Por lo que respecta a mi cuñado se por los niños que él se negaba a ir a buscar los documentos, eso sí, ir a pasear con la novia y agasajar a sus hijos con ropita sí. Pero preocuparse por la documentación “nasty de plasty” Se que los niños ya se están dando cuanta de cosas. Por lo menos me consta que la niña ya sabe diferenciar quien es el bueno y quiénes son los malos. Por este punto me alegro que la niebla se le disipase de los ojos y pudiera reflexionar y darse cuenta de algunas realidades. Una de las cosas que hemos logrado es que los niños puedan llamarme por teléfono cuando quieran (esté su padre o no). En algo he de aplaudir la incorporación de ese nuevo personaje en su vidas es que es la novia de mi cuñado. Por un lado mantiene a las ratas de sus hermanas a raya y por otro tranquiliza a la bestia permitiendo que los niños se acerquen más a nosotros. Otro punto a favor fue el viaje a Normandía. No fue un viaje de puro placer. Fue una buena terapia familiar.