sábado, marzo 31, 2007

Aun suceden cosas.

A lo largo de esta semana han sucedido varias cosas.
Vayamos por partes:

El viernes después de la confesión que me hizo mi hermana apareció por el hospital el médico forense. Estuvo con ella una hora y pico. Le hizo varias preguntas relacionadas con el caso (el tema maltratos surgió por supuesto del cual tomó varias notas) en lo que más se centró es en hacerle pruebas psicotécnicas y de memorización. Si una cosa tiene el Parkinson es que no afecta a la memoria y al conocimiento en absoluto, es una enfermedad tan cruel que no consiente a quienes la padezcan tener el honor de poder olvidar quiénes son y cómo se encuentran, permitiéndoles, de forma deleznable contemplar como su cuerpo se consume y se convierte en un guiñapo incontrolable. Por otra lado y gracias quizás a ello la forense pudo percatarse de que mi hermana estaba (aun) en su sano juicio, más consciente de sí misma y de lo que sucede en su entorno que una rosa cuando llega la primavera. Ni está loca ni delira como confesó mi cuñado y su familia en su declaración. “Esta señora tiene la cabeza muy bien” le dijo la forense a la asistenta social después de su visita. Ahora tras su informe debe pasarse a visitarla el juez y así tomar declaración sin el riesgo de hacerlo ante una persona demente y delirante.

Sobre la confesión del capullo. Creo que no he contado nada o poco al respecto. Tengo su declaración en mano. Podría limpiarme el culo con ella pero creo que su efecto en mi organismo sería semejante al que producía un famoso papel higiénico con un elefante estampado en su envoltorio y que causó en su época una verdadera legión de usuarios de Hemoal. En la declaración, iré poco a poco porque es delirante. El tipo asegura que es muy buen padre y esposo (ya, por eso esta cada noche en el hospital para traerle una flor a mi hermana, darle un beso de buenas noches o por ejemplo darle de cenar…) Que nunca la ha pegado a ella ni a los niños (el tipo asegura que fue mi hermana quien se autoinflingía los golpes, como si con el Parkinson se consiguiese la facultad de doblar los codos hacia atrás y estamparse un leño contra la espalda, o tener la suficiente fuerza como para partirse el labio, o amoratarse un ojo y un largo etcétera) Que nunca había tenido nada conmigo, ni me había llamado al móvil para amenazarme ni él ni nadie de su familia (entonces, según tengo entendido, el juez detuvo la declaración para indicarle que en su mano había tenido hacia unos pocos minutos mi teléfono móvil donde se reflejaba la llamada que me hizo el jueves cuando mi hermana y yo fuimos a ver a mis sobrinos, a lo que el capullo cambió de parecer alegando: “Bueno si que lo llamé pero no me contestó…” tratando de escapar de su propia mentira.) Se declara que lleva todos los asuntos de asistentas sociales al díay de forma correcta (cuando ellas ni saben donde vive ni les ha solicitado más ayuda) Que el cambio (a peor) que han tenido los niños es debido precisamente, y valga la redundancia a los cambios de casa y a la tensa situación familiar (para nada a las coacciones y a las amenazas de las hienas de sus hermanas y a los brotes de mala leche que le entran a él tanto si está bebido como si no.) Que nunca se enfrentó a mí en mi casa (ahora que pienso le podría prestar un poco de su amnesia a mi hermana) y que sigue insistiendo que yo eché a los niños de casa en navidad (a lo que poco después suelta la contradicción de “Es que Señor Juez mi cuñado quiere la custodia de los niños”) Que no entiende porque yo le denuncio (claro como él es un santo y nunca se le ha ido la mano con mi hermana ni con los niños…) Y que sospecha que mi único interés en hundirlo es porque quiero sacar tajada de la venta del piso de sus padres (claro así me iré a Honolulu para beber, hasta reventar, todo tipo cocteles volcánicos de esos tan horteras a su salud, sentado en una piscina con un gorro de paja, embadurnado de crema solar y con un negrazo abanicándome todo el día) Sigue insistiendo y acusándome de haberme quedado el dinero del colegio de los niños (si lo sé lo hago y me lo gasto en pastillas para el dolor de cabeza o para contratar a un sicario de esos que se esconden en los callejones oscuros acechando entre las sombras…) Luego insiste en otra estupidez, dice que mi hermana “Es lúcida aunque a veces no” (supongo que se referirá a cuando duerme aunque a mí esa frase me suena más a adivinanza chuza tipo soy blanco por dentro y amariullo con piquitos negros por fuera...) Que él no le prohibió en ir a ver a los niños, ni a ella ni a mí (entonces que explique de una puñetera vez porque se cabreó tanto) sólo que se preocupó mucho por si ella se escapaba de mi mano y se metía en una farmacia a robar pastillas (el mismo jueves de la visita a los niños, entramos los dos en una del barrio para saludar a la farmacéutica a la que conocíamos de mucho tiempo y en ningún momento mi hermana se escapó de mis manos para asaltar las estanterías de Gelocatiles, Frenadoles, Tranquimacines y Alka Sheltzers…) Que el domingo de la agresión no recuerda haberle increpado a nadie de la habitación de al lado (otra vez el ataque la amnesia) que sólo fue a ver a mi hermana para preguntarle por qué había salido del hospital sin su permiso o del médico (como si hiciese falta uno). Que no recuerda haber visto a su hermana agredir a la mía porque él no estaba (claro porque estaba en la habitación 633 amenazando a sus habitantes) que había bajado al coche a buscar no se qué (¿un puñal? ¿una fusta? ¿un puño americano?¿el candelabro de la Srta. Amapola que uso en el despacho para matar al dueño de la mansión del CLUEDO?) y que aquella era una visita cortés nada más (¿y dónde estaban los niños? ¿Para qué se presentaron entonces las dos hienas a modo de camorristas barriobajeras en vez de sus hijos?)

El viernes por la tarde me llamó nuestro abogado. Me comentó que la actuación del capullo ante el juez era deplorable. No se le entendía al hablar (no es algo extraño, es así de nacimiento), no entendía las preguntas de juez, se contradecía en todo (para muestra leer el párrafo de arriba) que daba la impresión de un pobre diablo, de piltrafa humana, de desecho social. Añadió que iba muy desaliñado y sucio y que el juez se percató que entre las dos confesiones había mucho más peso en la mía ya que aportaba muchos más detalles y más coherencia que en de él. Entonces me preguntó lo que me pregunta todo el mundo cuando le hablo de mi cuñado "¿Cómo se casó tu hermana con semejante energumeno?" Yo le respondí lo mismo que a todos "Son cosas que aun no comprendemos. Es como cuando a Estefanía de Monaco le da por casarse con un repartidos de hamacas de playa." También me comentó que el juez había citado a mis sobrinos el (pasado) lunes para que tomasen declaración y fuesen visitados por el forense tanto para un examen físico como psicológico. Eso me dio a pensar el fin de semana que le esperaba a los dos pobres cuando sus tías los torturasen de alguna forma (me los imaginaba tipo El Cazador encerrados en una jaula de bambú sumergidos de agua ponzoñosa hasta el cuello) para que dijesen lo que ellas quisieran.

El domingo se confirmaron mis sospechas. Mi hermana me había llamado nerviosa, tenía pánico a que mi cuñado o su familia se presentase allí. Esta vez sólo hicieron acto de presencia los niños. El capullo se quedó abajo, pero no porque no quisiera, había algo detrás de esta nueva táctica. Los niños se presentaron en la habitación del hospital. Allí se encontraban esta vez los familiares de la abuela que comparte habitación mi hermana. Según me cuentan los niños entraron, la niña le ordenó al hermano que guardase los dulces y galletas que le habían comprado a su madre en el armario y ella se dirigió hacia el cajón de la mesita de noche y buscó un bolígrafo. Sin darle un beso a mi hermana le insistió hasta el aburrimiento en que firmase un papel y que incluyera su DNI. Mi hermana se negó. La niña insistía. Es más le tomaba de la mano para ayudarla a firmar. Uno de los acompañantes de la habitación miró de reojo el papel. Al parecer no tenía nada que ver con el empadronamiento de los niños, como ellos insistían, sino con algo relacionado con el tema de menores… La hija de la acompañante, desde la silla, le daba ánimos a mi hermana negando con lam cabeza para que no firmase. El niño se dio cuenta y se enfurruño. La niña insistía e insistía hasta la nausea. Simpre con lo mismo, tomando la mano de mi hermana, animándola a firmar, eso sí en ningún caso ni un “Hola mamá ¿cómo estás?¿Qué tal te encuentras?” o un “Que felices estamos de verte…” sólo se preocuparon en enseñarle la ropa chupiguay y los pendientes que la había comprado su padre y sus tías y que firmase el puñetero papel. Al final el papel se quedó sin firma. La niña, enfadada agarró el papel con violencia. Le dijo a su hermano “Vámonos” y se marcharon sin despedirse de ella. Entonces mi hermana rompió a llorar. “He perdido a mis niños” les decía a los acompañantes de la habitación. Ellos la arroparon insistiéndole que no. Que aun no los había perdido. Cuando yo llamé por la tarde aun lloraba.

El lunes (día en el que tenían que compadecer los niños en el juzgado) mi hermana y yo fuimos (sin permiso de su marido ni de los médicos y animados por las enfermeras del turno de día) al hospital de la Vall d´Hebron para que ella personalmente solicitase su historial ante la pandilla de pedantes del departamento de Medicina Legal. Después de eso fuimos de compras por el barrio. Nos encontramos con más vecinos y con una vecina gran amiga de mi madre que abrazó a mi hermana, la lleno de besos y entre ambas derramaron más de una docena de lagrimas. En el coche le hablé a mi hermana de este blog, del apoyo por parte de todos vosotros y de la cantidad de sitios en los que se está siguiendo su (trágica) historia. Se emocionó mucho, lloraba. Me dio la sensación de que estaba dando cuenta de que no estaba sola y que sus vivencias podrían servir para que otras personas en condiciones semejantes a la de ella sacasen su caso a relucir y se aliviasen de los tormentos y demonios que pululaban en su interior. En el coche sucedió otra cosa. Me vino a la cabeza realizar un experimento. Saqué el reproductor de MP3 de 60 GB del bolsillo y lo enchufé al cassette del coche. Busqué entra la interminable lista de álbumes. Seleccioné uno muy especial que sabía que a ella le gustaría y que en su tiempo lo hice para recordar de vez en cuando el pasado. Gran parte de la música que sonaba eran temas que a ella, a mis padres o a mi nos gustaban. Música de los 60, 70 y 80. Desde los Moddy Blues con “Blue World”, pasando por “Goody Two Shoes” de Adam Ant, Albert Hammond con “Ansiedad”, el tema “All Kinds of Every Thing” que Dana llevó a la eurovisión, La Bionda y “I Wanna be your lover”, “Amore grande Amore Libero” de Lucio Battisti (un tema que le encantaba a rabiar a mi madre) el “Blue Eyed Soul” de la Biddu Orchestra y que mis padres compraron en Inglaterra en un viaje donde visitamos a nuestra abuela. Mi hermana se emocionaba y a veces lloraba. En ningún momento me pidió que quitase la música. No quería. Le gustaba. Basta decir que a ella siempre le había gustado la música y sobre todo bailar. Mucho. Demasiado a veces. El momento más emocionante fue cuando comenzaron a sonar The Bee Gees y “Staying Alive” Mi hermana adoraba con pasión a los Bee Gees, era una fan incondicional de ellos, se volvía loca con su música, estaba enamoradísima de Barry Gibb, era su héroe. Bueno, lo más curioso fue que al oír la canción se puso a bailar, como pudo y sentada pero se movía al ritmo, mientras no apartaba ojo del MP3 para que no dejase de sonar. Yo cantaba y ella se movía al ritmo de la música. El mejor momento fue después. Sonó “Boom bang-a-bang” de Lulu entonces y como pudo se puso a cantar conmigo. El tiempo también nos acompañó con un sol reluciente. Por un momento deseé que el camino se hiciese largo, muy largo y que estuviésemos los dos todo el trayecto recordando viejas canciones. Estábamos en esos pocos momentos felices que nunca quieres que se terminen. Visualicé como las notas de las canciones se introducían en su oído y a modo de medicina curaban sus neuronas reparando la mielina. Ojalá hubiese sido así de fácil. Ojalá. Paré el coche en el parking del hospital. Nos quedamos un rato más escuchando música. Me pedía con la mirada que le pusiese más y más. Hacía tiempo que no escuchábamos música juntos, como hacíamos en la adolescencia en su habitación con el tocadiscos estéreo (el mío era monoaural ) que le había regalado mi padre tras comprarse uno nuevo y que presidía el salón.

Aun no tengo noticia de cómo fue la entrevista con los niños. Hablé con el abogado y me dijo que el juez aun no le había comunicado nada. Habría que esperar. Yo espero que el forense se dé cuenta de la manipulación y el daño que están haciéndole mi cuñado y su familia a las dos criaturas. Ahora solo queda esperar.

De momento os dejo con la canción de Lulu y que hizo que mi hermana rompiese a cantar en el coche.




miércoles, marzo 28, 2007

Diario de una semana infernal (y parte V)

Jueves de confesiones.

Como ya he comentado esa misma tarde entrevisté a mi hermana. Estaba ella, la señora del 633 y la hija de la abuela que se encuentra en la misma habitación que mi hermana. Fue duro para mí escuchar cosas que ya sabía y otras que descubrí. Lo que leéis a continuación es una transcripción de la grabación con algunas notas de mi parte.

-¿Cuál es tu nombre?
-Carolina Archer.
-Vamos a tratar de explicar la situación que has vivido con tu marido ¿vale?
-Vale.
-¿Tu marido te maltrataba?
-Si.
-¿Qué te hacia?
-Me pegaba y me insultaba.
-¿Te insultaba?
-Si.
-¿Qué te decía?
-Que era una inútil. Que no servía para nada. Que mi madre se tendría que haber muerto antes de parirme.
-¿Dónde solía propinar los golpes?
-En la cara, en la cabeza, en el pecho, espalda y en los hombros.
-¿Hubo agresión sexual alguna vez?
-No.
-¿Te pegaba solamente a ti?
-No. A veces también pegaba a los niños.
-¿Cómo les pegaba?
-Le pegaba ostias.
-Ostias… ¿fuertes o flojas?
-A veces fuertes y a veces flojas.
-¿Los niños presenciaron tus maltratos?
-Si.
-¿Y qué hacían?
-Lloraban y gritaban.
-¿Alguna vez te tiro al suelo?
-Si.
-¿Te golpeo con los pies?
-No.
-¿Qué otros insultos te profería?
-Que era una hija de puta.
-¿Por qué?
-Porque no sabía hacer nada y según él tenía la casa hecha una mierda.

(Nota personal: Con la enfermendad de Parkinson mi hermana no podía realizar según que tareas exigidas como fregar, barrer, hacer las camas o lavar los platos. Cocinar lo podía hacer pero le costaba mucho.)

-¿Qué sucedió el domingo 18 de Marzo del 2007?
-Vinieron a verme los tres, él dos de sus hermanas.
-¿Y qué sucedió?
-Me insultaron.
-¿Y qué más te dijeron?
-Que porque había ido contigo al colegio a ver a los niños… Entonces mi marido salió un momento afuera y ellas dos se quedaron un buen rato a solas conmigo, insultándome.
-¿Hubo agresión física?
-Si.
-¿Quién te agredió?

(Nota personal: Aqui menciona el nombre de la Sargento de Hierro)

-¿Qué te hizo?
-Me pellizcaba la mejilla.
-¿Fuerte o flojo?
-Normal.
-Normal... pero me dijeron que te dejó una marca…
-Si.
-Carolina pero si te marcó aquí (comenta de repente la señora del 633 marcando la mejilla y el ojo izquierdo de mi hermana.)
-Si.
-¿Entonces muy flojo no era?

(Silencio)

¿Qué te decían?
-Qué porque te tenía que hacerte caso a ti. Que tenía que estar de parte de mi marido que era quien mantenía. Que tenía que hacerle caso a él y no a ti. Que me había puesto en contra de mis hijos. Que iban a pensar los niños de mí. Que me tendría que dar vergüenza de haberlos traiciondo de esa forma. Entonces después de pellizcarme y antes de irse mi cuñada (la Sargento) me dijo con sorna: "¡Qué!, ¿tienes algún mensaje para tu hija?"

-¿Qué le respondiste?
-Que si. Que de dijese que la quería mucho.
-¿Qué te decía la otra hermana?
-Que tú eras un malnacido.
-¿Por qué?
-Porque habías echado a los niños de casa en navidades.
-¿Tú crees que yo he echado a los niños de mi casa?
-No.
-¿Estabas tranquila mientras los niños vivían conmigo?
-Si, mucho.
-¿Estás tranquila ahora que sabes que viven con su padre?
-No.
-¿Por qué?
-Porque puede hacerles algo...
-¿El te ha amenazado con hacerle algo a los niños?
-Si.
-¿El qué?
-Matarlos.

(Silencio...)

-Matarlos si qué... si hacías algo, si decías algo...
-Si le pasaba algo a él. Si se los intentaban quitar.
-Volviendo al tema de los maltratos. ¿Cuándo comenzaron las agresiones?
-Hace dos años.
-¿Y cómo empezaron, de qué forma?
-Con bofetadas.
-¿Alguna vez trataste de defenderte?
-Algunas veces... como podía. Un día trate de calvarle un cuchillo. Me tenía tan frita… Me ponía de los nervios…

(Silencio...)

-Yo nunca haría daño a los niños.
-¿Nunca has maltratado a tus hijos?
-Nunca.
-Él dice que sí.
-Eso es mentira.
-Mientras grabamos tu confesión ¿te estás sintiendo forzada por mí para que digas cosas que no son ciertas?
-No. Estoy diciendo toda la verdad.
-¿Lo haces por tu propia decisión?
-Lo hago por mis hijos y por mí misma.
-¿Tu marido justificaba los maltratos de alguna forma?
-No.
-¿Te decía que eran por tu bien?
-No.
-¿Se arrepentía después de maltratarte?
-Nunca.
-Nunca... ¿No se arrepentía?
-Nunca.
-¿Veías o sentía que disfrutaba con ello?
-Algunas veces. Una vez me dijo en el coche, mientras me golpeaba, que lo hacía porque tenía que desahogarse con alguien y por eso lo hacía conmigo.

(Nota personal: Un día mi sobrina me contó que le preguntó a su padre porque insultaba y agredía a su madre. Esto sucedía estando ya mi hermana en el hospital, un día que se la llevó con los niños al parque de atracciones y no paraba de meterse con mi hermana en el coche mientras subían por la Carretera de la Rabassada, donde se encuentra dicho parque de atracciones. El padre le contestó lo mismo que comentó a mi hermana. Es más, le preguntó a la niña si quería sustituir a su madre. La niña dijo que no y él continuó insultando a su madre delante de ellos hasta que llegaron al parking y se calmó.)

-¿Tu marido bebe?
-Si.
-¿Toma drogas?
-No.
-¿Cuándo maltrataba a tus hijos tu tratabas de defenderlos?
-Si, muchas veces.
-¿Y qué sucedía?
-No podía hacer nada. No tenía fuerzas y el no me dejaba.
-¿Te pegaba a ti entonces?
-No.
-Una vez me contaste que a tu hijo le pego una paliza.
-Si.
-¿Por qué le pego?
-Porque se olvido las llaves dentro de casa.
-¿Y qué le hizo?
-Le pegaba muchas hostias.
-¿Tú lo viste?
-No, solamente oía los gritos.
-Alguien más escucho sus gritos.
-Si.
-¿Quién?
-Mi hija.
-¿Y qué decía?
-Porque su padre le estaba haciendo eso al tete.

(Nota personal: La niña me confesó que los gritos se oían desde el piso de arriba donde estaban ellas. Que la paliza se la dio en el garaje. El niño la ultima vez que le vi me confirmó la paliza)

-¿Ningún vecino se quejó?
-No. Nunca.
-¿Ni cuando vivías en Sant Cugat del Valles o en Artesa de Segre?
-Tampoco. Bueno los marroquíes que vivían al lado nuestro, en Sant Cugat oían los insultos y los gritos.
-¿Los oían?
-Desde la terraza.
-¿Y no decían nada?
-No.

(Nota personal: En ese momento mi hermana toma como carrerilla y aprovecha para comentar algunas cosas puntuales)

-Quiero decir que mi marido cuando viene a visitarme con los niños sólo está cinco minutos. Me dice que no tiene mucho tiempo para estar aquí conmigo. Un día mi marido se enfadó mucho conmigo porque decía que su segundo hijo no era suyo y que quería hacerse la prueba de paternidad. El día de la denuncia me llamo por teléfono y me dijo que esa noche se iba a pasar por el hospital para que yo firmase unos papeles. Decía que eran para empadronar a los niños en la nueva casa ya que el día 25 ya iban a estar viviendo definitivamente allí y que necesitaba mi firma y el número de mi pasaporte.

(Nota personal: Después de una pausa y un ataque de lágrimas de rabia e impotencia por mi parte, volví a conectar la grabadora. He de decir que mientras yo lloraba mi hermana me tranquilizó agarrándome de la mano. La señora del 633 indignada, llamaba sin parar criminal a mi cuñado.)

-¿Qué sucedió el jueves después de que visitases a los niños al colegio?
-Me dijo que no fuera con mi puto hermano que no tenía ningún derecho en ir allí a ver a los niños.
-¿Tú me das permiso de ver a tus niños?
-Claro. El siempre decía que nunca debería haberse casado conmigo. Que mi madre le obligó a casarse después de 14 años de noviazgo. Que él estaba muy bien sin casarse. Que yo era una malcriada y una mimada y una consentida.

(Nota personal: He de declarar que mi hermana y yo hemos pertenecido a una clase social media/alta. No es así en el caso de su familia. No tengo nada personal con las clases sociales bajas, siempre y cuando haya respeto y educación. Mi madre decía siempre eso de que “La clase se mama” ya seas un pobre como un rico. Mi cuñado siempre ha sido un bruto y un “enterao” de esos que no tiene ni zorra idea de nada pero trata de hacerse el listo soltando burradas e incoherencias en cualquier situación y cuando bebía mucho más. Él siempre se había sentido inferior. Su aversión hacia mi persona ha sido una constante desde que le conocí, ya que yo he vivido muy cómodamente mientras él se mataba a currar. Mientras estaba con mi hermana como novios bien lucía a mi hermana ya que ella era una chica muy atractiva y con un tipazo de escándalo, al parecer estaba muy bien para follársela pero no para casarse con ella…)

-¿Te amenazó con algún arma alguna vez?
-Si.
-¿Con qué?
-Con un cuchillo y con una hacha.
-A ti sólo.
-No. A mí y a los niños.
-¿Y qué os decía?
-Que nos iba a matar a todos.
-¿Y qué sucedía?
-Se calmaba y se iba.
-Y los niños o presenciaba todo…
-Si.
-¿Y qué decían?
-Estaban asustados.
-¿Todo eso lo hizo el mismo día?
-No. En días y lugares diferentes. Hubo más palizas en Sant Cugat que en Artesa.
-Porque vivisteis allí mucho más tiempo.
-Si.
-¿Pero dónde fueron más violentas?
-En Sant Cugat.
-¿Cuándo decías que te habías caído era porque te caías o porque él te tiraba al suelo?
-Porque me caía yo sola. Todas las veces que me caía era porque me caía sola de verdad.
-¿Y las cicatrices en la frente y en mentón?
-Me las hice cuando me caía.
-¿Qué sucedió el día de la cabalgata de navidad del 2005?
-El día de la cabalgata yo había tendido la ropa en el comedor y como no se había secado se cabreo mucho conmigo, entonces me dijo que me quedase allí hasta que la ropa se secase, que él se iba con los niños a ver pasar a Papá Noël y recoger caramelos. Yo insistí en ir. Me hacía ilusión. Me puse algo histérica y al final me llevó. Como me cansaba tuvimos que sentarnos en un bar mientras los niños iban a buscar caramelos. El se enfadó aun mucho más porque yo era como un fardo del que tenía que tirar. Cuando regresamos a casa el me arrojo de un empujón en el suelo del pasillo y me pego una paliza de la que me hizo heridas con sangre.
-¿Y después de eso te curo?¿ o no?
-No.
-Varios días más tarde el día que me ingresaron en Barcelona de madrugada fue el peor de todos los días de mi vida. Yo estaba en la cama y le comenté que tenía la sensación de que me estaba cayendo, que me escurría y me caía de la cama. Le insistí que tenía miedo de caerme. Entonces él se enfadó. Me agarró del cuello y me ahogaba mientras me pegaba puñetazos y bofetadas y me insultaba. Una de ellas me reventó el lunar de la mejilla. Me dijo de mala leche que me lo iba a curar y entonces me arrojó alcohol a la cara y a los ojos. Yo trataba de gritar pero no podía porque me apretaba el cuello. Me decía que yo le había arruinado la vida a él y a los niños. Yo les pedía ayuda y trataron de entrar a ayudarme pero él les prohibió la entrada en la habitación. Yo les pedía auxilio para que me lo quitasen de encima y él les insistía que se quedasen donde estaban y que se fueran a dormir. Entonces me soltó y agarró un leño de la chimenea y me golpeó fuerte con él en un hombro y en la espalda.

(Nota personal: Yo vi los golpes y morados cuando fui a ver a mi hermana al hospital del la Vall d´Hebron y también un ojo morado y el desgarro que tenía en la cara al reventarle la verruga. Tenía también morados en la espalda, brazos y muslos. Apunto a todo esto que mi hermana ,debido a su enfermedad, no tiene apenas grasa en el cuerpo y es literalmente un esqueleto viviente. Lo más curioso es que el capullo se presentó en el hospital más chulo que un ocho. Amenazándome a mí y a mí hermana. Yo le planté cara y le amenazé con denunciarle. Entonces se cagó en los pantalones y cambió de tercio, se rodeó de su familia y estaba muy nervioso siguiendo como un felino mis pasos o los efectuados por mi familia. Yo finalmente denuncié el caso a los médicos de urgencias y más tarde a las enfermeras de planta. La Sargento de Hierro, delante de mí le dijo a mi hermana que para que se quedase ingresada en el hospital, ya que no quería que su hermano se la llevase de nuevo a casa, le sugirió a mi hermana que se declarase loca, que había intentado envenenar a los niños y que su marido lo había intentado evitar, de ahí las heridas. Yo casi le meto una hostia. La tipa no hacía más que despotricar de mi hermana delante de todo el mundo. La llamaba malcriada, consentida, mimada, que ella era una pesadilla para su pobre hermano… Cuando yo hablaba con mi familia y le explicaba lo sucedido la Sargento me interrogaba diciendo: ¨¿Y tu qué le dices a tu familia? Los noto muy raros conmigo… Ahora lo que importa es que estemos todos unido y que no echen a tu hermana del hospital porque mi hermano no la quiere más en casa y donde la vas a meter entonces?” Sólo se denunciaron los maltratos al hospital. En ese momento mi hermana no quiso denunciar el caso a la policía, en primer lugar porque estaba aterrada y muy debil, repetía constantemente que esa noche se iba a morir, la verdad es que estaba muy mal. En segundo lugar no denunció porque él le había amenazado con no volver a ver a sus hijos. Ya os podéis imaginar en que sentido iba esa última frase...)

-¿Ha habido algún tipo de agresión sexual a los niños?
-No. Que yo sepa no.
-¿Y de tu suegro o su familia?
-Tampoco.
-¿Algunas sospechas?
-Tampoco.
-Yo recuerdo que tu hija comenzó a hablarme de los maltratos y que después de una visita de su tía (¿adivináis de quién?) la niña cambió de parecer. Crees que ha habido intimidación.
-Creo que sí.
-¿Qué crees que sucedió?
-Le inquirió porque te había dicho a ti lo de los maltratos. Le dijo que mentía, qué era una caprichosa y una malcriada como su madre. Le dijo que te dijese que todo lo que había oído y visto era mentira que se lo había inventado.
-¿Has notado algún cambio con tus hijos?
-Si.
-¿Cuál?
-Distanciamiento, sobre todo de mi hija y sobre todo desde que está viviendo con su padre y sus tías.
-¿Qué es lo que notas?
-Que me rechaza totalmente.
-¿Y el niño?
-El niño no. Siempre me ha querido mucho.
-¿Le has pedido alguna vez a tu marido estar a solas con tus hijos?
-Muchas veces.
-¿Y qué ha sucedido?
-Nunca me ha dejado.
-¿Por qué?
-No lo sé.
-¿Cuándo últimamente salías de visita a casa de tus cuñadas te habían sentido intimidada alguna vez?
-No. Sólo me hablaban mal de ti.
-¿Qué te decían?
-Muchas cosas. Que iban a hablar con los padres de Miguel de que su hijo era gay o que lo iban a hacer público en la universidad. Que a tí te iban a partir la boca porque echaste a los niños de casa en navidad…

(Nota personal: Como yo sabía de primera linea que mi cuañado maltrataba a mi hermana ya que mi propio cuñado me lo confesó un par de veces, justificando que mi hermana le obligaba a ser malo por que no la obedecía, siempre han querido apartarme de mi hermana y asi enterrar sus fechorias. Han procurado que nos distanciemos, cosa que no han conseguido ni lo conseguirán nunca para así aislar a mi hermana y que la mierda que se ha removido vuelva a posarse en el fondo y tranquilizar así las aguas. Veréis, puedo entender muchas cosas. Puedo enteneder que una persona enferma actue de forma poco racional o torpe y no pueda efectuar los quehaceres de la casa, pero eso no justifica que se maltrate. Puede entender una ayuda y un apoyo entre hermanos, pero ser consciente de un maltrato, como lo son ellos, sobre todo de una persona enferma e indefensa y unos niños que son de su propia sangre y tratar de oculatrlo haciéndoles creer que todo es una farsa eso no tiene nombre. Y el colmo de todo es que la mayoría de sus hermanas vienen de relaciones con maltratadores, donde las han y estan pasando canutas. En resumen incomprensible y nauseabundo.)

martes, marzo 27, 2007

Nota

No me he olvidado de vosotros. Estoy transcribiendo la conversación con mi hermana y me esta resultando muy duro. En cuanto la termine la cuelgo en el blog .

domingo, marzo 25, 2007

Diario de una semana infernal (Parte IV)

Jueves de pesquisas.

La primera cosa que hice el jueves, sin contar lo que hace uno después de levantarse de la cama, claro está, fue arreglar los asuntos de la libreta de la pensión de mi hermana. Dejé a Miguel en el trabajo y me fui por la autopista hasta Sant Cugat. Cuando uno conduce solo, a pesar de la música que uno esté escuchando no deja de pensar en cosas. Las conversaciones con uno mismo, las preguntas que uno se hace se agolpan y se moldean y se desechan y desaparecen por milésimas de segundo. A veces son estupideces, como escenas desechadas de una película, algunas buenas pero imposibles, otras malas hasta la saciedad. El autoanálisis es divertido hasta cierto punto, pero no hay que abusar de él. No sea que a la larga acabes confundiendo realidad con ficción. La constante en mis comeduras de coco era una sola pregunta. “¿Por qué me había embarcado en esta siniestra cruzada?” los coches y camiones me adelantaban o yo los adelantaba a ellos como lo hacían las misma respuestas. Al final me quedé con una, para mí la más valida. Lo hacía por lo injusto de la situación, y os parecerá curioso porque igual pensáis que tendría que haber antepuesto por encima de todo a mi hermana o incluso a los niños. No, no era así. Claro que me importa mi hermana y sus hijos y mucho, pero lo injusto de la situación en la que se encuentran, y que puede afectar a millones de personas ya sean ricos o pobres, blancos o negros etc, etc… se elevaba ante todo ello superando con creces la altura del monte Everest. Es algo que roza lo insuperable. Cuando uno se enfrenta a la adversidad puede hacerlo solo pero los ánimos, los apoyos las muestras de afecto y solidaridad son como una inyección de adrenalina que te ayuda a avanzar. Tengo suerte de poseer esa energía extra gracias a vosotros y a más personas que no leen este blog. También porque sé que voy con la verdad por delante y que mi conciencia está limpia como una patena. Lo que encuentro a veces es que personas que podrían hacer algo, aunque sea solo una muestra de apoyo, no hacen nada y no lo digo por Miguel, ni por Amparo, ni Eva ni David, ni Martín, ni por Sonia o José ni por un largo etcétera porque me apoyan y mucho. Pero si por otra gente que ves que la situación como que no va con ellos o no les conmueve lo más mínimo. Frases como: “Yo no puedo hacer nada… Tu en esto no te metas… Ahora estoy muy liado/a…” son claros ejemplos de ello. A ver, personalmente no los necesito. Me valgo yo solo para resolver mis problemas. A veces pienso que si en vez de mis sobrinos o mi hermana fuesen de Miguel, cualquier miembro de mi familia o de cualquiera de mis amigos o conocidos os aseguro que el factor raíces o sangre hubiera estado al margen y no por ello hacer más ni menos por ayudar. Os aseguro que lo haría con los ojos cerrados. Ojo, ahora no tengo intenciones de apuntarme a todas la ONGS del mundo mundial ni a quitarle el puesto de mejor persona del mundo a la Madre Teresa de Calcuta. Pero lo que so decía la injustica es mi mosca cojonera particular y mi constante es luchar contra ella y aplastarla de un manotazo.

Bueno, dejemos atrás esta paja mental que os acabo de contar… Llegué a Sant Cugat del Valles a eso de las 11:00 horas. Entré en el banco y la persona que tenía que atenderme no estaba pero ya conocían el tema. La cuenta de la pensión de mi hermana ya estaba anulada, sólo tuvieron que abrir una nueva cuenta y activar una nueva libreta, cosa que hicieron tras entregar el permiso redactado por la asistenta social en nombre de mi hermana. De momento el capullo no podría meter mano al dinero de la pensión, que ya era algo. Por un momento me imaginé el instante en el que el capullo descubría que ya no tiene acceso alguno a la pensión de mi hermana, sobre todo al observar como el cajero automático engullirla y destruía la vieja libreta con la misma voracidad con la que Frikky (el monstruo azul de Barrio Sésamo) engullía un plato de galletas. En este caso hubiera estado bien que una voz semejante a la del monstruo sonase desde la maquina diciendo: LIBREEEETAAAAAAAAAAAA!!!! ¡¡¡ÑAM, ÑAM, GARFFF, BURRRRRPSS!!!

Como ya venía siendo habitual estos días comí mal (y no por lo que comiese estuviera malo, todo lo contrario) sino que lo hice rápido y sentado frente al volante del coche. Baje un momento a casa a poner en orden algunos temas de trabajo (revisar Emails, llamar por teléfono, hacer repaso en casa, poner la lavadora…) y poco después me fui al hospital donde fue ingresada mi hermana hace un año tras una soberana paliza del capullo (y que tapó comentando que mi hermana se estaba volviendo loca y no podía controlarla) para buscar el historial donde, al parecer figuraban notas respecto a los morados, golpes y heridas de un supuesto maltrato que además fue informado por un servidor y por miembros de mi familia. Suerte que el hospital (concretamente el la Vall d´Hebron) lo tengo en frente de mi casa. La asistenta social del centro me había dicho por teléfono aquella mañana a dónde debería dirigirme para buscar los informes. Después de perderme por los pasillos y acabar en la sala de recreo de los médicos llegué al lugar en cuestión. Estaba dentro de un largo pasillo oscuro, donde había un tipo arreglando una máquina expendedora de café. La verdad es que el escenario parecía sacado de una película de terror a lo Jaume Balagueró. En una de las vueltas de uno de los pasillos encontré un mostrador. Había dos mujeres tras él. A su alrededor había la tira de archivos y papelotes. La sensación de aislamiento era tremenda y pensé que menudo trabajo para ellas todo el día encerradas en aquel sitio sin notar el bullicio de la entrada principal que se encontraba a varios metros de donde se encontraban ellas. Les comenté la situación, necesitaba los informes para un caso de maltrato ya que le juez me los solicitaba. Si bien la cara de las mujeres era segundos antes de monotonía, por no decir aburrimiento, tras comentar la palabra mágica “MALTRATO” sus rostros cambiaron por completo. Sobre todo el de la mujer que me atendió. Me dijo que los papeles no los encontraría allí, sino que tendría que hacerlo en el departamento de Patología Penal situado afuera del edificio principal del hospital. Muy amablemente no solo me hizo fotocopias de mi pasaporte y el de mi hermana, sino que además me anotó el numero del expediente (para ir más rápidos y no tener que repetir la búsqueda) y como propina nos dio muchos ánimos. El edifico de Patología Penal se encontraba junto al banco de sangre. “Menuda extraña combinación” pensé. Por cierto, igual os preguntáis qué diferencia hay entre el archivo de historiales y el de Patología penal, pues muy sencillo. En el Penal se incluyen las anotaciones y observaciones hechas por los médicos cuando se detectan signos anómalos ya sea del tipo agresión o no relacionados con la patología por la que el enfermo ingresa en urgencias. Y ese fue el caso de mi hermana, que lego con la cara reventada a hostias y el cuerpo lleno de morados debido a los puñetazos y golpes propinados por el que vosotros ya sabéis y que fueron denunciados por un servidor a los médicos de urgencias tras una dolorosa y aterradora confesión de mi hermana. No sé si un día expliqué lo que sucedió ese día, en todos caso puedo volver a refrescarlo en otro post ya que me siento obligado moralmente a hacerlo. Pero no en estos momentos…

Tras subir unas escalera (un conserje muy enrollado me indicó el camino) entré en una sala. Había varias personas trabajando. Una señora muy peripuesta me preguntó que buscaba. Yo le comenté que necesitaba el expediente numero XXXXXX para un caso de maltratos y que había solicitado el juez. La mujer me miro raro. Me preguntó si tenía permiso de mi hermana. Yo le dije que no pero insistí en que el juez necesitaba el expediente. La mujer (bastante borde por cierto) me dijo que rellenase unos papeles pero que tardarían como mínimo ¡cuatro semanas! en entregármelo. Yo le comenté que eso era demasiado tiempo ya que era urgente para acelerar el caso. Me acompañó a una sala, me pidió la documentación, le entregué la fotocopia de los pasaportes con el numero del expediente incluido y me dejó solo mientras rellenaba el formulario. Al cabo de unos pocos minutos aparece en la sala acompañada de un doctor, de aspecto elegante, de unos sesenta y pico años con un pañuelo anudado al cuello. El hombre tan borde como la mujer me comenta que no pueden entregarme los papeles porque no tengo el permiso de mi hermana y que si el juez los reclama puede hacerlo él mismo sin necesidad de llamar a nadie. Yo le comento que me los pidió para acelerar el proceso, le comento también que a mí también me parece extraño que me los pida cuando él puede hacerlo en un plis y sin necesidad de preguntas maleducadas y desconfiadas. Le cuento el caso y les explico que mi hermana no fue ingresada por maltratos sino por otra cosa. Los bordes se miran como incrédulos. El hombre (por cierto tenía una hendidura a modo de cicatriz en la parte superior de la nariz que me ponía de los nervios) me dice que si puedo traer el permiso de mi hermana ellos me entregarán el expediente, en todo caso me dice que se quedan con el numero para así agilizarme las cosas. Mi idea entonces no es llegar con la firma de ella, sino con ella misma, cueste lo que cueste. Me marcho de allí. Tomo la ronda de Dalt hasta el hospital de mi Hermana, justo en frente del Hospital de Bellvitge. Subo a planta, hablo un momento con las enfermeras, les pongo en antecedentes, una de ellas, muy amablemente, me acompaña al despacho de la asistenta social. Tras esperar un poco le entrego la libreta de la pensión de mi hermana que guarda en la caja fuerte del hospital. Me entrega un papel con el que puedo extraer la libreta si lo entrego. Lo guardo yo y se lo comunico a mi hermana alegándole que no lo dejo en la habitación para que el capullo si lo busca pueda encontrarlo. Hablo con la señora del 633. Me dice que mi hermana está más tranquila por las mañana pero que al llegar la tarde noche se pone muy tensa porque teme la llegada del capullo o la Sargento de Hierro con intenciones de forzarla a firmar algo que la pueda perjudicar.

Perdonadme que haga aquí un alto. Os explico el qué… Esa misma tarde, aprovechado que tenía en mi bolsillo una grabadora de voz digital entrevisté a mi hermana. Ella me lo pidió, por si el día en el que que fuese el juez o el forense a verla no pudiera hablar, o por si le pasaba algo malo y no pudiera contarlo más. Es mi deseó dedicarle un post especifico a lo que allí se narra. No es nada fácil oírlo y no porque se grabase mál, todo lo contrario, sino por lo espeluznante que allí se cuenta. Como dije al principio de este largo post, concretamente en el correspondiente al Lunes, la entrevista con mi hermana ha sido sin duda la peor entrevista realizada por mí en toda mi trayectoria profesional. Os comento, brevemente, que en mitad de la misma tuve que parar para echarme a llorar. Asco, repulsión, rabia, dolor y un millón de cosas más se agolpaban en mis oídos y en mi cerebro en esos momentos. Es una experiencia que no se la deseo a nadie. Ni siquiera al hijo de puta que torturó durante dos años y en silencio a mi hermana.

(continuará…)

viernes, marzo 23, 2007

Diario de una semana infernal (Parte III)

Miércoles de justicia.

Mañana: Solo ante el peligro.

El miércoles amaneció como otro cualquiera. Ni lluvia ni relámpagos ni truenos. La tormenta estaba en otro lugar y muy lejos del cielo. Después de poner gasolina en el coche dejé a Miguel a la facultad y me dirigí yo solito a los juzgados. Llegué y justo cuando paso delante de la puerta con el coche veo al marido y al hijo de la Sargento de Hierro en la puerta. Pienso…”Bueno si van a estar ahí cuando yo vaya a entrar tendré que pasar delante de ellos con la cabeza bien alta.” En serio, no tenía miedo de hacerlo, ni siquiera ira. Tengo toda la razón de mi parte y creo en l que he visto y oído y en aquellos momentos mi conciencia estaba muy tranquila. Cuando llego a la curva para entrar en el parking veo aparecer a la Sargento de Hierro y a la esquizofrénica que se deja los niños en la puerta por culpa de los vapores etílicos. Una con su cabeza Chupa Chup de cinco mil pesetas (y su extraordinario parecido al niño cantante Joselito) y la otra con su melena larga y su cara de no haber roto un plato en su puta vida. Aparco el coche. Salgo del garaje y no hay señales de ellos por ningún lado. Tampoco he visto al capullo por ningún lado. Al parecer todos se han esfumado o han entrado en el juzgado. Yo hago lo mismo, paso por el detector de metales y me dirijo a la ventanilla. Entonces, muy amablemente le digo a la agente que me atendía “Perdone, ¿es necesario que tenga que compartir la misma sala con mi cuñado y su familia?” la mujer me responde que no. Le explico lo de las amenazas de muerte y que no me apetece nada tener que aguantarlos a mi lado porque seguro hubieran habido más de un cuchicheo y/o ironías por su parte. Llama por teléfono y vienen a mi encuentro una chica (que luego es quien me toma declaración) y otro chico. Ambos me conducen a una habitación aislada, lejos de la familia Munster. La mujer me pregunta si yo había solicitado un abogado de oficio, yo se lo confirmo. Ella me dice que están buscando a uno porque no era normal en esos casos que los acusadores solicitasen uno. A mi como si me habaln en chino. No tengo ni idea al respecto. Me conducen a una habitación, era amplia, muy iluminada ya que daba al exterior del juzgado. En el centro de la misma había unos pupitres redondos donde descansaban varios libros infantiles. Había cuentos de TEO, pasando por Las tres mellizas, el quijote para niños y varios puzles EDUCA. En el suelo, junto a ellos descansaba un aspirador de juguete Hobby Play de color azul. Sobre una de los taburetes había una caja con cubiletes infantiles con el abecedario y un lego de esos de piezas grandotas. Un montón de lápices de colores permanecían ordenados dentro de un cubilete sobre una mesita de plástico redonda donde había restos de dibujos supuse efectuados por algún menor… Me senté en una silla para adultos junto la pared. Me había llevado consigo el ultimo FOTOGRAMAS, por lo menos algo que me fuese familiar y me apagase el aburrimiento de la espera. A unos cinco minutos se abre la puerta y entran en la sala dos chicas. Una de ellas con pinta de abogada con carpeta, teléfono móvil en la mano y aire de saber mucho del tema sobre maltratos porque no hacía más que aconsejar todo al rato a la otra joven que no hacía más que temblar como un flan en un terremoto de escala nueve de Ritcher. Yo las miraba de reojo en silencio. Pensaba “¿Pensaran que yo soy un maltratador?” Claro no es normal ver a un hombre en esta situación, como casi siempre sucede el rol de víctima es siempre interpretado por una mujer. La abogada se marcha. La chica se queda sola junto a mí. Hay un silencio incomodo alrededor. No sé, me entran ganas de preguntarle de comentarle que yo no soy verdugo sino que soy víctima. Me da que me mira de reojo y mal. Sigue temblando. Hay un momento en que nuestras miradas se cruzan. Ella trata de decirme algo y solo expulsa un gemido de miedo y dolor. La chica está aterrada. Lo mismo que mi hermana. Siento compasión por ella. Como ganas de levantarme y darle ánimos. Pero no sucede. Eso solo pasa en las películas. Aunque podría suceder también en la vida real. Un poco de apoyo es suficiente para hacer mucho bien en determinados instantes. La abogada vuelve y habla de nuevo con ella. Al parecer por lo que oigo el marido de la chica es una especie de clon de mi cuñado. Le pega, la insulta y le amenaza por teléfono y como sucede con mi hermana no lo hace solo. ¿Será un patrón común en este tipo de personajes? Se vuelve abrir la puerta. Entra un nuevo acompañante de la chica. Por lo que logro distinguir se trata del hermano de la misma. Le da ánimos, algo que a mí me suena como muy familiar. Unos minutos más tarde entra en la sala otro hombre, estatura media, moreno, delgado, con gafas. Se asemeja al actor Roddy Mc Dowall. Se me presenta como mi abogado. Hablamos un rato. Le cuento toda la historia. Parece mentira pero aun me cuesta acostumbrarme a ella. No es fácil de asimilar. La reacción del hombre es la misma que la de cualquiera a la que se le cuentan los hechos por primera vez. Es una mezcla de asco, rabia y pena. En eso me llaman para declarar. El abogado me recomienda ser breve e ir al grano ya que el juez tiene poca paciencia. Yo me pregunto cómo puedo resumir todo lo sucedido, pero bueno, se puede intentar. Entro en una sala llena de mesas de despacho y ordenadores y con mucha gente. Aparece un señor trajeado al que supongo se trata del juez y me invita a sentarme en una silla. Lo hago. Mi abogado se sienta a mi izquierda y saca de su carpeta unos folios para tomar nota. Frente a mi tengo a la joven que me había acompañado a la sala en primer lugar y que se dedicó en todo momento en anotar mi declaración. Junto al juez había una chica joven de pelo largo que agarraba sobre su pecho una carpeta. Luego averigüé que se trataba de la fiscal. A mi lado se sentó un señor de mediana edad, se trataba del abogado de la familia Munster. Obervé sobre la mesa y vi el carnet de identidad del capullo, ver su rostro me producía repugnancia. En absoluto compasión. El juez me comenzó a preguntar, la mujer del ordenador escribía. Trate de ser conciso pero no podía, era muy difícil. Vi que el juez a medida que se iba desarrollando la historia perdía esa falta de paciencia que mi abogado me había comentado. Quería saber, me preguntaba y yo contestaba. Allí surgió desde los primeros indicios de maltrato, como la llegada de mi hermana al hospital tras una soberana paliza que le propino el capullo y que el disfrazó de crisis nerviosa de mi hermana debido al consumo compulsivo de pastillas para el Parkinson. Hablé de los niños, de cómo habían vivido felices en casa, como el colegio lo había percibido y como se habían percatado de su apatía y ansiedad una vez entraron en manos de la familia de mi cuñado. Les hablé de las amenazas. Le mostré al juez la llamada de mi cuñado efectuada el pasado jueves. Tomó nota. Hable de las reuniones con los profesores, con las asistentas sociales, del comportamiento de mi cuñado en el colegio cuando le llevé a una reunión de padres. Le hablé de lo que mi hermana me había contado sobre los maltratos, los insultos las vejaciones. En total rellenamos más de cuatro folios de testimonio. La fiscal me preguntó sobre las amenazas. Yo le contesté. El abogado de mi cuñado resopló en varias ocasiones. Dijo: “es una historia muy compleja, con muchos personajes”. Yo le conteste que sí, que era como una opereta o culebrón y que había resumido muchas cosas y que podría haber hablado mucho más. El hombre no me preguntó nada. Parecía preguntarse en donde puñetas lo habían metido. El juez realizó varias preguntas más y me comentó que si podía aportar desde testigos a pruebas mejor que menor. Una vez respuestas todas las dudas extrajeron varias copias del testimonio y tras firmarlo regresé a la habitación. Por cierto era tan grande el texto de mi confesión que a la chica que lo escribía el programa informático que manejaba no le permitía guardarlo y se le borró. Por lo menos había copias. Mi abogado se fue a hacer varias llamadas. Al cabo de un rato vinieron a buscarlo. El capullo iba a declarar. Tardaron en encontrar al abogado de nuevo. No calculé el tiempo que estuvieron con él pero si fue mucho menos que el mío. Cuando el abogado regresó a la habitación me comunico varias cosas. Una de ellas era que mi cuñado había negado todo. Otra que acusó a mi hermana de ser ella quien se infringía los golpes, también la acusó de drogadicta (por el tema de la ingesta compulsiva de pastillas para su enfermedad). El abogado me comentó que lo primero que tenía que hacer mi hermana era divorciarse, yo le di la razón. La segunda cosa que me comento fue: “aquí hay muchísima tela que cortar” por la complejidad del caso. Cosa que no le negué. Se despidió de mí y me dijo que me llamaría, me dejó su teléfono para estar comunicados. Me dijo que me esperase a que el juez dictaminase sentencia. Esperé una eternidad en la sala. De vez en cuando entraba alguien. Afuera el ruido de los coches y la gente que paseaba era continuo. Escuché algo de música en mi MP3 y leí varias críticas de la revista. En uno de los momentos que entro la chica que escribía mi declaración le pregunté, a modo de información que pintaba la fiscal en todo eso, que de parte de quien estaba. Ella me aclaró que la fiscal estaba de parte de la víctima, en este caso de mi hermana, y que suplía en algunos aspectos al abogado defensor. Estuve un rato largo paseándome en la sala, alguna vez contestando al teléfono (Miguel me llamó varias veces, Eva también, David y gente relacionada con el tema laboral). Yo llamé a mi hermana y también con la señora del 633 que le conté lo sucedido. Escuché música y leí algo más. En un momento aporté varios teléfonos de testigos que tenía a mano y me enteré que le juez no tenia aun a mano la sentencia porque se le había estropeado el ordenador. A eso de las 16:00 horas me vuelven a llevar a la sala de interrogatorios. El juez me comunica que de momento no nos otorga la orden de alejamiento a Miguel y a mí por no haber , de momento, agresión. Para tranquilizarme me dice que ha advertido seriamente a mi cuñado y su familia de no intentar nada con nosotros, ni siquiera cercarse. Hay una denuncia efectuada y si sucede algo se la pueden cargar con todos los colores del arcoíris. Sobre la protección de mi hermana el juez ha decidido en primer lugar personarse en el hospital con un médico forense para tratar de hablar con ella y tomar declaración. También me dice que se va a poner en contacto con el colegio de los niños y con las asistentes sociales así como con el EAIA, a mi me recomienda que contribuya buscando pruebas y testigos para acelerar más el proceso. Se me sugiere tratar de conseguir el informe de ingreso de mi hermana en el hospital donde llegó por primera vez molida a palos aunque camuflada con otra dolencia. Es una prueba muy reveladora en todo el asunto. Encuentro el reto es muy interesante y lo acepto gustosamente. El juez también hablará con la señora del 633 y la hija de la acompañante de mi hermana. También tratará de averiguar algunas incongruencias en temas como ¿Porqué ningún enfermero/a expulsó de la habitación de mi hermana al capullo y las chacales y solo se limitaron a llamarles la atención? ¿Porqué las asistentas sociales no había hablado anteriormente con los niños sobre todo después de conocer el tema de los maltratos? El juez se marcha . Me quedo con la chica que toma notas. Me hace firmar varias actas y me entrega la declaración del capullo. La miro por encima. Él se presenta como un buen padre y un perfecto esposo. Que jamás ha maltratado a nadie y que yo soy muy pero que muy malo. Entonces hablo con la chica. Le cuento cosas de los niños, sobre los momentos felices que pasaron en casa y sobre el tema limpieza. Le digo que encasa se duchaban cada día y que ahora lo hacían al mes. Ella me confiesa que el capullo se había presentado por lo menos como un zarapastroso y que olía mal. Por su cara veo que no le ha caído bien. Por cierto no descubro hasta esta misma tarde como fue el interrogatorio. Aun no lo contaré pero os anticipo que se retrato él solito. La chica, una versión española y un poco mas oronda del personaje Chloe O'Brian de la serie 24 me acompaña a la calle. Mi cuñado se había ido antes que yo, lo mismo que las chacales. Me dice que no hay moros en la costa cosa que es todo un alivio y una verdad como un templo.

Tarde/Noche: Me falla la energía…

Después del juzgado me fui a ver a mi hermana. Estuve con ella un buen rato. Hablando y contándole cosas sobre el día. Estaba preocupada por mí, por lo que el capullo y sus secuaces podían haberme hecho. Hablé con la señora del 633 y le comenté todo, que el juez vendría a hablar con ella y que le preguntarían a ella sobre los hechos del domingo. Después de eso me fui a buscar a Miguel al curro y nos fuimos a casa. Cené algo. Llame a varias personas por teléfono y a las 22:00, algo inusual en mí, descolgué el teléfono y apague el móvil y me fui a dormir. Estaba agotado y mañana tenía cosas importantes e interesantes que hacer. Se había abierto la temporada de caza de patos aunque en este caso eran alimañas.

(Continuará…)

Diario de una semana infernal (Parte II)

Martes guerrero de sorpresas y contraataques.

Mañana: Tratando de mantener la mente en otro lugar.

El martes amaneció con un aura de expectativa. En primer lugar tenían que citar al capullo en la comisaría y en segundo lugar tenían que comunicarme la fecha y hora de la primeara vista, donde se decidiría si se aplicaba la orden de alejamiento de Miguel y mía y la orden de protección de mi hermana. Por la mañana fui a mis quehaceres, tenía una rueda de prensa en el Camp Nou (catedral y templo absoluto de los hinchas culés)donde se encontraba un tal Messi (perdonadme los entendidos en el deporte del balompié pero ignoraba en que equipo jugaba este señor, solo me sonaba que era futbolista. A ver, a mí el deporte me importa menos que a los patos la física cuántica, que se le va a hacer… ) El tipo en cuestión iba a enfrentarse On Line con un usuario de Xbox360 a un juego de futbol. Hay que reconocer que la rueda de prensa estuvo divertida y me alejó por un momento de los problemas familiares. No fui sólo, me acompañaba Mr Marc Nebot editor de Edición Limitada DVD y en la cita me encontré con otros compañeros de prensa. Tomamos algo charlamos sobre videojuegos y sobre videoconsolas y nos marchamos. Dejé a Mr Nebot en su casa y decidí ir a visitar a mi hermana. En eso sonó el teléfono. Era de la comisaría. Ya podía ir a buscar el papel para el juicio. La agente me informó que mi cuñado había estado es mañana allí y había recibido la noticia de su denuncia. No me dijo como se lo había tomado. Yo supuse que muy mal, para variar. Fui a buscar el papel. Tenía cita para el miércoles a las 10 en los juzgados para el maltrato a mujeres de Hospitalet de Llobregat.

Mediodía: Soledad y desasosiego.

Fui a ver a mi hermana. Estaba aun muy nerviosa. No había comido mucho y apenas hablaba. Con quien si hable fue con las señoras que velaban por ella. Concretamente la señora del 633 me comentó que a veces, antes de que sucediese el altercado, había oído a mi hermana llorar sola en la habitación. Ella me confesó sentir una lástima extrema al escucharla y que a veces iba a consolarla. Cuando podía hablar le decía que lloraba por muchas cosas. Lo hacía por sus hijos, que no podía disfrutarlo y que les preocupaba mucho que estuviesen con su padre y sus tías porque los notaba cada día más distantes con ella. Lloraba por su enfermedad, porque estaba cansada de sufrir de ver como no podía moverse, que su cuerpo ya no era el de una mujer de 42 años sino un armatoste de huesos y piel torpe e incontrolable. Lloraba porque su vida no era lo que ella había deseado. Ella quería ser feliz, cuidando a sus niños, disfrutando de ellos. Ahora para ellos era una enferma inútil y casi una desconocida. Me marche del hospital, sin comer. Me despedí de mi hermana dándole ánimos y con la imagen de ella llorando sola en la habitación aun en la cabeza.

Tarde/Noche: Señal de alarma.

El martes fue el cumpleaños de Amparo (desde aquí felices y bien llevados 44 tacos wapisssima). Teníamos una cena con ella a la por supuesto acudimos. Si hubiese sido otro día quizás hubiera estado más tranquilo, pero no lo estaba. Aunque se disimularlo muy bien. Los nervios no eran debidos a lo sucedido a lo largo del día, aunque también había un poco de ello. El noventa por ciento de mi tensión era debida a que el capullo había llamado a mi hermana más suave que un guante de seda. Hasta le dijo “Cariño o Amor mío…” le comentó a mi hermana que tenía que pasarse por el hospital esa misma tarde ¡para que ella firmase unos papeles! Entonces se desató el pánico. Le suplique unas cien veces que no firmase nada, ni se le ocurriese hablar con él que ahora él era el enemigo. Que podía firmar millones de cosas que la podían perjudicar. Se puso la señora del 633. Me dijo que la estaban convenciendo que de no firmase nada que la estaban aconsejando por todos los medios que no lo hiciese. Llamé a los Mossos d´Escuadra para comunicárselo, me dijeron que si había problemas se les llamase y que no firmase nada. Hable con un enfermero, bastante borde (que en un principio decía no querer ponerse al teléfono porque no quería problemas cosa que la señora del 633 le dijo que si sucedía algo se le caería el pelo a el por irresponsable) que trató de quitarse la patata caliente y delegar en otro su responsabilidad. Le dije que vigilase que el capullo o sus hermanas no entrasen o forzasen a mi hermana a firmar nada. Volvía a hablar con mi hermana, le volví a suplicar que no firmase nada por lo que más quisiera. Ella me lo prometió. Tenía miedo a que él la forzase pero estaba tan cansada que se moría de sueño.

Esa noche yo no dormí apenas. Por la mañana me esperaba un día de órdago en los juzgados con la familia Munster casi al completo.

(continuará…)

jueves, marzo 22, 2007

Diario de una semana infernal.

Prometí hablar el miércoles y el miércoles ha pasado. En primer lugar pido disculpas a todos los que esperaban que narrase algunos acontecimientos. Han sucedido muchas cosas. Yo estoy agotado, en todos los sentidos. No es para menos... pero lucho y tengo fuerza suficiente como para luchar hasta más allá de la muerte si es necesario porque, entre otras cosas, me jode la injusticia y lo que le está sucediendo a mi hermana y a mis sobrinos es injusto de un tamaño inconmensurable, titánico, infinito... Como todo el mundo ya habréis sospechado, por el post anterior y por algunos mails y llamadas efectuadas a algunos de vosotros HEMOS DENUNCIADO AL CAPULLO Y AL RESTO DE SU FAMILIA. Me he prometido narrarlo todo, sin olvidarme de nada. Puedo incluso incluir testimonios personales. Esta tarde por ejemplo he entrevistado a mi hermana, por mi profesión realizar una entrevista es un ejercicio monótono, a veces interesante a veces no tanto efectuado cientos de veces pero os puedo asegurar que la de hoy ha sido la peor de todas las entrevista de mi vida y no porque haya sido mal planeada o torpe o aburrida. Sino por todo lo contrario. Pero ese momento ya llegará, no quiero anticipar acontecimientos. A lo largo de los días y de varios post iré contando los hechos que nos han llevado hasta la esperada denuncia y también a sus consecuencias. Perdonadme de no ponerlo todo a la vez. Vuelvo a decir que estoy muy cansado y en alguna ocasión me siento como si fuese la versión europea de Jack Bauer. Para mí 24 horas me saben a muy poco y pasan muchísimas cosas. El tiempo vuela y tengo que ir contrareloj porque el enemigo también corre y aquí es de verdad. He aquí el principio de todos los hechos…

Lunes de terribles descubrimientos.

El lunes me acerqué al hospital, después de que el capullo y sus hermanas le hicieran una visita de muy poca cortesía a mi hermana. Me había citado también con la asistente social del hospital (en cuanto pueda os cuento una anécdota muy curiosa sobre ella de esas que si te las cuentan nunca te la creerías y que tiene que ver conmigo y un hecho que sucedió hace ya tres años)Cuando llegué me encontré con la acompañante del señor de la cama 2 de la habitación 633 (mi hermana está en la 635) He de decir que esta señora le ha cogido mucho cariño a mi hermana, habla con ella, la anima la arregla y le hace bocadillos de pan de molde con jamón de pavo o atún. Nada más verme me dice ”No veas lo que pasó ayer por la noche, menudo escándalo montaron tu cuñado y sus hermanas. Como gritaban a tu hermana. Incluso una enfermera les llamó la atención” a lo que añade “A parte de eso tu cuñado entró en mi habitación y nos amenazó a mi padre (el enfermo), a mi hija y a mi cuñado.” Yo le pregunté cuál era el motivo. “Porque se había enterado que le había hecho un bocadillo a tu hermana. Mientas sus hermanas acosaban a tu hermana él entró aquí y nos dijo que no diéramos más de comer a su mujer que sólo él podía darle de comer a ella. Encima va y me dice que su mujer ya había estado en otros hospitales y que no se pensase que tenía que tenerle pena ay que ella venía de otro nivel social mucho más superior al de él y al de ella (la señora) misma. “ El cuñado de la mujer trató de enfrentarse a mi cuñado y la sobrina (hija de la mujer) se lo impidió, estaban acojonados. Por cierto, antes de eso la señora había ido hacia la habitación de mi hermana porque los gritos y los insultos hacían retumbar las paredes. Se asomó y vio a la Sargento de Hierro literalmente encima de mi hermana gritándole mientras manoteaba “TU QUE TE HAS CREIIIIDDDOOOO PERO QUEEE TE PIENSSASS TUUUUU” entonces es cuando salió mu cuñado y la acorraló en la habitación de su padre. Estuvieron una hora y media torturando a mi hermana. Cuando se marcharon la señora del 633 salió corriendo y entró en la habitación de mi hermana. Allí estaba ella, llorando y aterrorizada. La mujer le levantó la cara y vio como a la altura del pómulo izquierdo había una marca roja intensa. Le pregunto si le habían pegado. Mi hermana le dijo que no de forma muy nerviosa. Pero ella no le creyó. Entonces fui a ver a mi hermana a la habitación. Le pregunté cómo estaba y ella me dijo que tenía mucho miedo. Su mirada era exactamente igual a cuando ella trataba de ocultar los maltratos. Volvimos a preguntarle si ayer la habían agredido. Ella lo negó. Pero su ojos mentían. Baje con mi hermana a y la asistenta social al despacho. Las enfermeras de la noche había cursado una queja por los ruidos de la habitación de mi hermana. Lo curioso es que en su momento solo les llamarón la atención y no los echaron. La asistenta me dijo que mi cuñado le había pedido al enfermero de noche que no dejase salir a su mujer nunca más del hospital a no ser que fuese acompañada de él o su familia (¡¡¡toma castaña!!!) y sobre todo que no permitiese la entrada de su cuñado (óseas yo mismo) El enfermero le contestó que la única persona que podía impedirlo era mi propia hermana y no él. El capullo soltó un improperio y lo dejó en paz.

Primer paso: Bye bye Money Mr Capullo !

En el despacho de la asistenta social se habló y se movieron muchas cosas, quizás los primeros pasos para meterle caña a la pandilla basura. En primer lugar anulamos la cuenta del banco de mi hermana (recordad que él tiene la libreta de ahorros y la tarjeta de debito con su número para sacar dinero del cajero automático. Bueno se hablo con el banco y se anuló todo. Mi hermana, a través de la asistente social redactó un papel para que yo fuese y le abriese una nueva cuanta a mi hermana. La libreta se la entregaría a la asistenta social que se la andaba pidiendo a mi cuñado desde hacia la tira de tiempo (y el tío venga a darle largas). Entre otras cosas para que mi hermana se quedase en el hospital de forma indefinida pagando ella una cuota de su pensión. Comenté lo de la supuesta agresión a la asistenta. Ella le preguntó a mi hermana y ella lo negó de forma muy poco convincente. Entonces la asistenta social me sugirió denunciar el caso a las autoridades. Yo le dije que para eso estaba yo allí que ya tardaba en telefonear. La asistenta llamó a la comisaría. Le preguntaron los motivos y le comunicó que la denuncia era por maltratos y que la víctima era una enferma que en ese momento no podía desplazarse. Automáticamente le comunicaron desde comisaría que le enviarían una patrulla. La asistenta le dio su número de teléfono y el de mi móvil. Subimos mi hermana y yo arriba mientras la asistenta redactaba el poder en nombre de mi hermana para que yo fuese al banco a cambiar la cuenta.

Segundo paso: Llega la ley

En planta nos encontramos con la hija de la señora que comparte habitación con mi hermana, una señora muy atenta que ayuda todo lo posible a mi hermana. La señora del 366 y yo le comentamos lo sucedido ya que ella no había podido venir a ver a su madre el domingo por la tarde. También le comentamos lo del supuesto maltrato. La señora agarra del brazo a mi hermana y se va junto con la otra mujer a la habitación. En ese momento empieza a sonarme el teléfono. Me llaman desde la comisaría, concretamente del departamento de atención a la víctima. Me preguntan todo lo referente a mi hermana, su estado anímico, cuando comenzaron los maltratos, cuanto hijos tiene, etc etc… Después de colgar vuelve a sonar el teléfono, ¡¡¡joder!!! me llama el EAIA, concretamente la persona que se encarga de llevar el tema de mis sobrinos, me pide mil disculpas, y se interesa por todo el caso de mi hermana y de los niños, le cuento todo. Ella me cita en el mismo hospital el día 3 de abril (en plena Semana Santa) Al parecer iba detrás de mi cuñado hace tiempo y este no hacía más que darle largas. Alguien está moviendo algo porque no lo entiendo tanta coincidencia… En eso se abre la puerta de la habitación de mi hermana y aparecen las dos señoras. Me dicen “Richard, tu hermana ha confesado, ha habido maltrato por parte de la familia de tu cuñado. No quería decirlo y le hemos convencido para que si hay algo de maltrato lo saque a la luz por su bien y por el de su hijos…” Entro en la habitación. Mi hermana está de espaldas, sentada sobre la cama. Me acerco a ella y le pregunto: “Carol ¿es cierto que han maltratado?” ella me responde que si y rompe a llorar. Yo le pregunto de nuevo “ ¿Ha sido tu marido?” ella me responde que no, moviendo la cabeza. Le pregunto si es una de sus cuñadas y me dice que sí, cuando le pregunto si ha sido la Sargento de Hierro ella me afirma con la cabeza. Al parecer le pellizcó y retorció la mejilla con violencia, a modo de advertencia mientras le amenazaba. No se puede describir lo que uno siente en esos momentos. La rabia es tan grande que uno sería capaz de reventar la pared a cabezazos. Agredir a una persona es algo vomitivo, hacerlo a una persona aquejada de Parkinson, sentada en una silla sin apenas poderse mover es vomitivo. Hacérselo por el simple hecho de haber ido a ver sus hijos ya no tiene nombre. Ni el demonio más pendenciero y sanguinario del infierno sería capaz de tal repugnante hazaña. Uno en esos momento siente el impulso de dejar la ética de lado y tratar de tomarse la justicia de su mano. Pero no. No me han educado así, esa no es mi forma de ser. Igual debería pero no, no puedo. No soy como ellos. En eso llega la asistente social. Le comunicamos la noticia. La mujer se quiebra. El asco también hace mella en su rostro. Llegan los Mossos d´Escuadra (policía autonómica perteneciente a Catalunya) una chica (idéntica a Chenoa pero en rubio) y un chico. Mi hermana se emociona y rompe a llorar. Yo les explico todo el caso, con todo lujo de detalles. Ellos escuchan y fruncen el ceño con dolor y tristeza. Sobre todo después de ver el estado tan penoso en el que se encuentra mi hermana. Tratan de hablar con ella, pero en esos momentos se hace imposible. La lengua y las cuerdas vocales no le responden… Me toman varios datos, información relevante, como el nombre y teléfono de mi cuñado y de las chacales de sus hermanas y se van un momento afuera. Al cabo de un rato regresan. Han visto a mi hermana tan mal que han decidido que sea yo quien, en nombre de ella curse la denuncia. Yo accedo encantado. Nos vamos. Me agacho. Mi hermana está sentada en una butaca, con su aspecto frágil, su rostro pálido con algún vestigio de cicatriz debido a lo que todos ya sabemos, y el que el pasado es imborrable. Me despido de mi hermana con un abrazo y un beso. Le digo que no se preocupe que ya ha pasado todo y que esté tranquila que a partir de ahora todo va a ir bien. Ella llora y se retuerce incontrolablemente debido a su enfermedad. Se acerca la doble de Chenoa y la trata de tranquilizar. La cara de la agente es todo un poema. La de su compañero le va a la zaga. Marchamos por el pasillo. Ellos delante mío. En eso veo como la agente le dice a él. “Que historia más triste, que pena , que asco… “ El simplemente le dice un “Si” acompañado con una caída de ojos. Acompaño a los agentes en el coche. Hay momentos en el que la emoción me invade y tengo unas inmensas de llorar. No sé si de alegría porque por fin se había dado el paso que debía hacerse o bien por pena ante todo lo que había sucedido, y no solo a lo de anoche. Qué más daba en ese momento, era simplemente una emoción intensa, ahora quedaba mucho que hacer. Me senté en frente al volante de mi coche. Antes de arrancar el motor miré al retrovisor. No sé, en esos momentos pensaba que igual vería a mis padres sentados atrás, dándome ánimos. Pero eso solo pasa en la películas y en la series como “A dos Metros Bajo Tierra”. Esperé al coche patrulla en una esquina y en cuanto vino le acompañé hasta la comisaría. Es curioso lo que sucede en momentos de situación extrema. Pese a los nervios y la tensión no podía conducir sin oír música, la necesitaba. Busqué en el reproductor de mp3 una música que en eso momento me hiciera sentir bien, me reconfortase, me diese fuerzas… No me lo pensé dos veces… escuché la banda sonora de Star Wars Episodio 4 una película que a los diez años, justo cuando se estrenaba en todo el mundo me cambió la vida, o mejor dicho la forma de ver el cine. ¿Podría ser aquello interpretado como una señal desde el más allá?

Tercer paso: Revelaciones

Llegué a la comisaría a eso de las 16:30. Me atendieron al momento. Una agente muy simpática vestida de paisana. Era del departamento de atención a la víctima. Entramos en su despacho. Me tomó declaración. La chica se interesó mucho por el tema comentándome cosas de mi testimonio y opinando sobre el tema. Me insistió en varias ocasiones si quería comer algo, yo le dije que no pero no le rechacé un caramelo de su bote de cristal de caramelos sobre su mesa. No cuento lo que dije en la declaración porque ya sabéis todo y bastante hay para contar como para repetirse hasta la saciedad. Al final rellenamos cuatro folios. El tiempo atmosférico parecía acompañarnos en varios pasajes de la historia. Tras la ventana vimos el centelleo de varios relámpagos y varios mini aguaceros golpearon los cristales impregnándolos de gotitas. Algunas parecían como lagrimas deslizándose por el cristal. En la denuncia solicitamos varias cosas ya que también en el mismo pack incluimos mi denuncia por amenazas de muerte. Había una orden de alejamiento hacia Miguel y mi para mi cuñado y su familia. Una orden de protección hacia mi hermana para los Munster al completo. Solicité un abogado de oficio, y también protección a los niños ya que en varias ocasiones me preguntaron si temía por sus vidas y yo les contesté que sí. Salí de la comisaría a eso de las 19:30. Me dijeron que el juicio seria el miércoles y que al capullo lo llamarían el martes, que esta noche por lo menos durmiésemos tranquilos (pero quién podía…) Fui a buscar a Miguel a la facultad (el pobre estaba tratando de ponerse en contacto conmigo desde hacia tiempo y no había forma, es más aquello día le salió una clase nefasta, supongo que sus alumnos se lo perdonarían) y fuimos a casa. Llamé a 48756748647 personas por teléfono. Anoté el post llamado Hoy que podéis leer abajo. Envié unos cuantos E Mails y nos fuimos a dormir.

(continuará…)

lunes, marzo 19, 2007

Hoy.

Hoy ha sido un día crucial en mi vida.
Hoy ha sido quizas el mejor y más dificil de los días de toda mi vida.
Ha sido duro y muy difícil pero muy fructifero.
Lo siento pero de momento no puedo contar nada. Por lo menos en un par o tres de días.
Mañana va a ser muy duro para unos, dificil para otros y dramático para los demás. Pero por lo menos el paso que se ha dado habrá merecido mucho la pena.
El miercoles prometo contarlo todo, con todo lujo de detalles.
Sed pacientes...
Ah, y muchísimas gracias por todo el apoyo.
A partir de ahora vamos a necesitarlo.
Algo grandioso va a suceder.

Camorra.

Ayer por la noche se presentaron en el hospital el capullo, la Sargento de hierro y la experta en olvidarse a los niños en los portales por culpa de la botella. Acosaron a mi hermana hasta el agotamiento. A gritos (incluso tuvieron que venir una enfermera a callarlos). Entre otras lindezas (insultos y amenazas a parte) dijeron que yo les había puesto a los niños una foto de ella y el capullo rota en la cartera del cole, que yo les estaba acosando por teléfono cada día, que la sargento me iba a pedir los setecientos euros de los recibos del colegio que supuestamente les he robado, que mi cuñado había hablado con el médico para prohibir a mi hermana para que saliera conmigo a la calle, que la sargento de hierro iba a hablar con Miguel un día para decirle algo mío muy grave y así cortase conmigo… Y lo más delirante: Mi cuñado había pinchado el teléfono de mi hermana para enterarse de todo lo que decíamos. JAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA y JA. Llega la primavera y con ella la estupidez suprema.
Yo le he dicho a mi hermana que esto ya se tenía que acabar, pero no de la forma que ellos desean, vamos con un servidor en plan Rambo liándose a hostias con toda su familia. Porque veréis, ellos como barriobajeros que son, están acostumbrados a solventarlo todo a bofetada limpia que ríete tu las que organizaban Bud Spencer y Terence Hill en sus películas. Para muestra el día de la boda de mi hermana con el capullo, en pleno banquete se acercan a mi madre dos de las hijas de mis primas le dicen “Tía, hay dos invitadas pegándose y tirándose de los pelos en el cuarto de baño”. Mi madre que se acerca al lugar y pilla a dos de las hermanas de mi cuñado (que son siete) a hostia perdida revolcándose en el suelo, pataleando y arrancándose mechones de pelos del tamaño de diez pelucones de la muñeca Barbie. Mi madre avergonzada avisa a su recién suegra y esta pasa del tema como de la mierda por lo que mi progenitora piensa que debe ser algún tipo de ritual nupcial familiar, pero claro en una boda eso queda como muy feo. Al final mi cuñado ha de ir a poner paz y regresa con las dos locas con el pelo revuelto y el Rimmel chorreteando por toda la cara. Pues no, yo ni tengo ganas de liarme a hostias (de momento aunque reconozco que ganas y cantidades industriales tengo para repartir) ni voy a rebajarme a su nivel, inferior al de la mierda. Le he dicho a mi hermana que denuncie. Que hable con la asistenta social del hospital para que ponga un poco de orden y trate por lo menos de evitar que esta panda de energúmenos vaya a la habitación a acosarla. Por cierto, mi cuñado le había dicho a mi hermana que le iba a llevar su cartilla de la pensión (la cobra este día 24), curiosamente la cartilla no ha aparecido. Parece ser que está mejor en su cartera, esperándole para llenarle los bolsillos…


viernes, marzo 16, 2007

Necesitamos ayuda... sentenció el poéta. (Estrofa #2)

Acabo de hablar con mi hermana una vez más. Me ha dicho que el capullo le ha llamado otra vez con amenazas. Le ha dicho que me va a matar y que detrás de mi irá ella, Miguel y también mi prima. No se lo ha dicho una vez, sino varias. Le ha dicho que Miguel y yo somos unos cerdos porque abandonamos a los niños y los echamos a la calle. Parece ser que aun no recuerda que fue él quien decidió llevárselos. Parece que le ha tomado el gusto a ser la víctima. Ha culpado a mi hermana de todos sus males. Le ha dicho que la va abandonar y que no va a ver a los niños más. También le ha dicho “¿Seguro que ya le has enseñado donde vivimos al cabrón de tu hermano? ” a lo que ha añadido “No tenías que haber ido a ver a los niños, no puedes, te lo prohíbo…” Mi hermana está por fin abriendo los ojos. Y cada día está más convencida de denunciarlo. Esta también enfadada con la niña, por el desplante que me hizo en el colegio. También me ha contado que cuñadísimo (el tipejo que me amenazó de muerte) y la esquizofrénica están de pleitos con un ex de ella que les dejó una pasta y ahora que han cobrado se la reclama y se niegan a devolvérsela. Luego me llaman a mi ladrón, hay que joderse… en el hospital están avisados de las intenciones de mi cuñado. La enfermera ha hablado con el doctor y se han puesto en contacto de nuevo con la asistenta social.

Yo trato de calmar a mi hermana. La veo muy afectada, y eso está repercutiendo en su enfermedad. Me ha dicho que no me quiere ver muerto, ni a mí ni a nadie de los suyos. Me ha dicho que su marido es un cabronazo, yo le he dicho que saque fuerzas y que le plante cara, porque en definitiva es un cobarde y con su actitud chulesca lo que hace es intimidad y que aquí, insisto por enesima vez, hay que plantarle cara, sobre todo por el ámbito legal.

Y yo pienso…

No es justo que una persona, con una enfermedad degenerativa como la suya esté sufriendo este calvario. Debería estar tranquila, rodeada de amor, de tranquilidad y sin sobresaltos. Ya sufre bastante con ver como su cuerpo no responde. Necesita ayuda, yo también pero lo aparento menos.

Es una situación desesperante…

Miedo, mentiras y más noticias.

Esta mañana he hablado con mi hermana. Esta aun acojonada pero algo más tranquila. Me ha comentado que tiene el teléfono móvil cargadito con llamadas y mensajes del capullo. Le he dicho que hable con la asistenta social y que le enseñe los mensajes y le comente el tema de las amenazas. Sobre este tema me ha dicho que él le dijo que no volvería a verlo más ( a ver si eso es cierto y desaparece de una puta vez) y tampoco vería jamás a los niños (eso es lo peor). Le ha dicho que se va a presentar en el hospital y le va a llevar la cartilla de su pensión (que cosa curiosa maneja él como le sale de los cojones desde hace tiempo) aunque eso no me lo creo porque necesita el dinero de mi herman más que la un vampiro la sangre. También le ha preguntado qué coño había ido a hacer ella con su puto hermano en el colegio. Como si él tubiese toda la potestad y fuese un delito ir de paseo a ver a los niños. El lunes mi hermana tiene cita con la asistenta social del hospital. Me pasare a ver que sucede.
Pero eso no es todo.
Esta mañana he llamado a las asistentas sociales del distrito. He hablado con una de ellas y le he contado la historia de ayer y la mujer ha flipado y se ha indignado. Entre otras cosas he descubierto que ellas no sabían nada que mi cuñado se había mudado y vivía solo con los niños. Tampoco sabía que los niños iban solos al colegio (después de que su padre los dejase en casa a las 6:00AM de la mañana etc etc… También se ha quedado de piedra con el tema de la higiene y sobre todo con la nueva la idea del capullo de quitar a los niños de comer en el colegio y comprarles un microondas para que se hiciesen la comida (imaginaos ellos dos solitos a base de dietas de lata de fabada y chorizo a la riojana) ¿Y por qué las asistentas no tenían idea? Primero porque el caso ya estaba en manos de EAIA y ellas ya no tenían contacto con el caso. Segundo (y aun así) ellas todavía le habían brindado la posibilidad que, en cuanto se emancipase, mover todos los cables necesarios para asignarle una persona que pudiese atender a los niños. Lo curioso de todo es que el capullo, en su tiempo, le había dicho a mi hermana que ya había avisado a la asistenta social del cambio de domicilio y que ya le había pedido la ayuda de una trabajadora social pero que estas le habían dicho que no había disponibles en ese momento y patatín que patatán bla, bla, bla y mil veces bla… La asistenta social me ha asegurado por enésima vez que él ni nadie de la familia Munster se había presentado allí para solicitar o informar nada y automáticamente me ha pasado el teléfono del EAIA y de la persona que lo lleva para que me ponga en contacto lo antes posible y en calidad de urgencia. Me ha dicho que ella también va a hacer lo mismo y que si, juntábamos las suficientes fuerzas (contando con la ayuda de la directora del colegio y la asistenta social del hospital) las cosas podrían ir mucho más rápido de lo normal. He llamado al EAIA y la persona con la que tenía que hablar no se encontraba presente. Así pues he de ponerme en contacto con ellos el lunes.

jueves, marzo 15, 2007

Amenazas.

No sé si ya he escrito anteriormente un post con este título. Ya se que, con el numero de infortunios causados por la familia del capullo de mi cuñado, he perdido la cuenta de los titulos que he escrito sobre amenazas y otras hierbas. Bueno, a lo que iba. Esta tarde he regresado a mi casa escoltado por dos Mossos d´escuadra y cuando digo escoltado ha sido hasta la mismísima puerta del piso. Resulta que por la mañana mi hermana y yo hemos ido al colegio a ver a la directora y, de paso, a ver a los niños. Mi hermana ha tenido varios momentos emotivos, no sólo al ver a los críos sino al poder rencontrarse con su vieja escuela y ver a una de las profesoras de antaño, quien le ha abrazado y le ha dado muchísimos ánimos. Hemos visto a los niños, he podido hablar con ellos. Por lo menos con mi sobrino porque la niña (cosa que me he enterado por parte del niño) está muy enfadada conmigo y “Tito mi hermana está a favor de mi padre”, me ha dicho el pequeño con trsiteza. Me ha sorprendido mucho la actitud de él. Es consciente de todo lo que ha pasado, sabe del mal rollo habido, sabe que su hermana ha hecho mucho daño contando mentiras acerca de Miguel y yo, y eso a al pobre le cuesta un poco entenderlo. Yo le he dicho que todo, lo bueno, lo malo, lo correcto o lo incorrecto, está en el interior de cada uno (si, ya sé que suena a mensaje pasteloso de culebrón yankee) pero es cierto. Él lo ha entendido porque me ha dicho que en mi casa comía muy bien y se los había pasado en grande (incluso me ha recordado momentos del verano en casa de la madre de Sonia en la piscina nadando y jugando con los perros, las peliculas y canciones que veíamos y cantabamos en casa y mil cosas más...) Le he podido explicar todo lo sucedido el día que se fueron, la actitud de su padre y la mía, las opciones que tenía y lo que podría haber pasado en casa si yo los hubiera retenido. El me ha dicho que su padre le había dicho que yo ese día me había puesto muy chulo (toma ya una dosis de victimismo...) Yo le he comentado y repetido que no tuve alternativa que su padre y su tía podrían haberme denunciado por secuestro. El se ha quedado pensativo, y al final lo ha comprendido y me ha dado la razón. Algo es algo. A todo eso la niña se había ido y vuelto de nuestro lado como varias veces. Al despedirse (y tampoco al presentarse) me dió ni un solo beso, ni siquiera un abrazo ni un hola o adios por su parte (es más se lo he tenido que pedir cosa que ha hecho como a regañadientes) Al final nos hemos quedado mi herman, el niño y yo. Hemos hablado con la directora, eso sí, después de presentarle a mi hermana al profesor y tutor de mi sobrina y a la profesora y tutora de mi sobrino. Nos hemos despedido del niño que se ha ido a clase feliz y contento (su abrazo y su beso ha sido franco y sincero y con mucho cariño, diciéndome en varias ocasiones que quiere venir a mi casa y que lamenta lo ocurrido). Con la directora hemos aclarado ciertos puntos como por ejemplo quién le paga la comida a los niños (el cole lo hizo un mes y como vieron que el capullo se subía a la parra al final le han endiñado el resto de los meses) o también como está el asunto del EAIA. Nos ha pasado copias de los recibos, para ver si estaba todo al día y después de una ligera charla (con muchos momentos de recuerdos de antaño y relacionados con el centro) nos hemos ido (antes de salir la directora le ha prometido a mi hermana que va a cuidar como nunca de esos niños) Se le veía emocionada y afectada ante aquel inesperado reencuentro. Hemos aprovechado la mañana para dar un paseo por el barrio. Hemos visto a antiguos vecinos y los hemos saludado, la verdad es que mi hermana se ha emocionado mucho con los abrazos y las muestras de afecto de la gente que la conocía y de quienes hacian muchísimo tiempo que no la veían. Después de comprar cuatro cosillas nos hemos ido al hospital donde la he dejado feliz y muy contenta. Por cierto saliendo por el pasillo me he encontrado a una señora cuya madre está en la habitación anterior que me ha dicho "Desde que tu hermana llegó el domingo de casa de tu cuñado (por si no lo sabéis la llevo a ver el piso) hablaba muy poco y estaba muy apagada." Cosa que ya había notado (y comentado con amigos y familiares) el último día que la vi.
Ha llegado la tarde y yo, que no soy tonto, esperaba alguna reacción del capullo. Sobre todo después de que la niña le hubiese pasado obedientemente el informe. Ha llamado. Primero a mi hermana y luego a mí, aunque yo no le he contestado. Simplemente he rechazado su llamada. Entonces he llamado yo a mi hermana. Me imaginaba que ella si había contestado. Estaba llorando desconsoladamente, muy nerviosa, histérica. Al parecer él le había amenazado muy seriamente. He podido hablar con las acompañantes de la señora que tiene junto a su cama (muy majas y “salás” ellas que la cuidan y miman mucho) y me han dicho que el capullo se había pasado veinte pueblos con ella a través del teléfono movil. Estaban tan alucinadas que no se creían lo que había pasado, flipaban pepinillos como dirigibles (y eso que ya estaban al tanto de la historia). Le han aconsejado que lo denuncie y yo le he animado (como he podido) a que lo hiciera. Bueno, resulta que a mí la llamada de mi cuñado me ha pillado en la calle, viniendo con el coche del “Lydel” (mejor precio y calidad ¡Ly dellll!) y claro he pensado: “A ver si ahora el imbécil este me está esperando en la calle…” así que justo casi llegando en casa me he encontrado un coche de los Mossos d´escuadra y me he parado a su lado. Les he explicado a los agentes la situación y muy amablemente me han acompañado hasta casa, revisando el rellano de mi piso por si acaso había alguien acechando. Me ha llamado Miguel y me le he contado la odisea, él ha venido algo más tranquilo, eso sí, aunque me ha llamado en una ocasión para ver si había moros en la costa…

A todo esto ¿Os parece normal la reacción del capullo ante los acontecimientos de esta mañana? ¿Acaso hemos obrado mal mi hermana y yo? Personalmente pienso que no. Nos se, igual me equivoco…

Fabricando rosas.

Antes de ayer visité a mi hermana en el hospital. La encontré en la sala de rehabilitación, de espaldas a la puerta y rodeada de compañeros de la tercera edad. Sus compañeras de mesa se encontraban haciendo flores de colores con plastilina. Cuando me acerqué ella capto mi presencia (tiene una habilidad especial para reconocer las pisadas) y se giró. No podía hablar, estaba en ese momento denominado Out en el que las cuerdas vocales no le responden. Estaba tratando de hacer de enhebrar un hilo de nylon a una aguja para llenarlo de cuentas de colores. Como la enfermedad del Parkinson ya le está haciendo cada vez más mella en su cuerpo le era prácticamente imposible realizar el ejercicio. Aunque por lo menos lo intentaba. La profesora del taller al ver que mi hermana no podía le sugirió otro ejercicio más sencillo: fabricar rosas de papel para el día de Sant Jordi. La tarea era mucho más manejable que la anterior, consistía en agarrar un palito verde (que hacía de tallo) y colocarle en la punta superior una tira de papel de seda de color rojo de forma más o menos holgada, emulando así los pétalos de una rosa. Mi hermana lo intentó (le costó lo suyo) pero al final le salieron tres rosas. Yo le ayudé a colocar el celo en la base del papel y depositar la flores en una cajita de cartón situada en el suelo. Había un muy buen ambiente en el lugar. La sala era iluminada, la profesora muy paciente y agradable y detrás de mí un CD escupía alegremente tangos y coplillas. Mientras mi hermana realizaba el ejercicio me di cuenta de muchísimas cosas. Una de ellas era lo poco que valoramos nuestras habilidades prensiles. Abrir una puerta, una botella, agarrar una taza, un peine o el cepillo de dientes es algo tan cotidiano que no nos damos apenas cuenta de su importancia. Supongo que mi hermana antes de la llegada de su enfermedad habría confeccionado más de diez rosas en el tiempo que utilizó ahora para hacer solo tres. Reconozco que estuve tentado de ayudarla en hacer flores mucho más rápido, pero no habría servido de nada. Era su trabajo, su responsabilidad y sus ejercicios. Entenderlo no me costó mucho, asimilar por enésima vez su condición de “anciana” a sus 43 años me llevó mucho más tiempo. Es algo que cuesta mucho de asimilar y digerir, sobre todo cuando ves que hasta la fecha no hay un efecto reversible. Otra cuestión que me vino a la mente (acompañada de un recuerdo muy lejano, casi descolorido) era: ¿cuánto hacía que mi hermana y yo nos habíamos encontrado en una situación similar compartiendo trabajos de plástica? La respuesta se remontó a la época escolar, cuando solíamos sentarnos alrededor de la mesa del comedor, frente a una lámina de cartulina y la llenábamos de “gumets” (unos topos adhesivos de colores que servían para hacer vistosas composiciones). También me acordé de otros instantes, como cuando un día cuando ella tenía dinero y me regaló el muñeco Zhorak al que yo tenía muchas ganas. O cuando yo, enfermo de gripe, me regaló un libro (la novela de El Imperio Contraataca) después de ir al centro de compras con sus amigas. Me acordé de mis sobrinos, cuando meses atrás los veía en casa haciendo los deberes juntos, compartiendo lápices de colores y herramientas escolares. Compartir. Interesante y conmovedora palabra. Hacía muchísimo tiempo que no compartía un momento así con mi hermana. Desde que éramos niños. Cuando uno crece y se distancia inexorablemente de la infancia ya no hay momentos así, tan sencillos como agradables e inocentes. Entonces me di cuenta de algo más… En esos momentos yo le estaba regalando mi ayuda, mi apoyo y ella me estaba regalando un instante único. Un instante que me sirvió para transportarme de nuevo a aquel lugar donde todos los sueños son posibles o donde la enfermedad no es más que una palabreja fea, algo lejana, casi carente de sentido.