domingo, diciembre 30, 2007

Frase de la semana.

“¿Tito?”

“Que”

“¿Sabes por qué queremos vivir contigo?

“Dime”

“Porque tu no nos pegas y contigo nos reímos mucho”.

Adam a su tío Richard

sábado, diciembre 29, 2007

¿Casa u Hogar?

Nunca ha sido partidario de la compra de una vivienda. Entre otras cosas por el precio excesivo de esta y porque mi economía no está a la altura de las circunstancias, es el precio que debo pagar por haber elegido una profesión liberal como la mía. No soy una estrella mediática (y Dios me libre de llegar a ser una de ellas), simplemente escribo (a veces mejor que otras) y cuando no he dedicado mi tiempo, y me lo han permitido, a la radio o la televisión. En estos momentos me considero un mercenario de las palabras. Si me pagan bien, escribo y cuando no intento desahogarme o compartir experiencias con mucha más gente a través de este blog (bueno todo gracias a la agradable presión por parte de algunos de vosotros que me invitáis a continuar con las aventuras de mi vida y la de los míos. Volviendo al tema inicial. Permitidme lanzar una pregunta al aire y os ruego tomaros vuestro tiempo para contestarla, si es que así lo deseáis. ¿Una casa es un hogar o simplemente cuatro paredes llenas de muebles y olor a fritanga? Personalmente y gracias al paso de los tiempos y a mi poco espíritu nómada, mi casa (aunque sea de alquiler) siempre ha sido un hogar. Mi padre siempre decía que había casas u hogares tristes (grises, sin alma) y casas u hogares con vida y es cada día pienso que es más cierto. Hay casas que entras y no te dicen nada. No es que estén mal arregladas ni con dos dedos de mierda o perfectamente amuebladas. Parecen dormidas, como apagadas como cintas de cassette (¿alguien se acuerda ya que era eso?) vírgenes que por mucho que le pases un cabezal no emiten nada. No es necesario que la persona o personas que la habiten hayan vivido muchos o pocos años en ella, simplemente no interactúan con el entorno y este no se impregna de su esencia. Están más limpias que una patena. Son como las muestras de salones y dormitorios del IKEA, muy bonitos, prácticos, pero no dejan de tener esa apariencia de ser una simple muestra para que cientos de visitantes la visiten. Por otro lado hay casas que contienen tanta energía impregnada de sus habitantes, tanta historia empapelada en sus paredes que son como auténticos discos duros guardando información. Una de las cosas que me enseñó mi padre es a mantener el calor de hogar, a que la llama y la energía que desprendía una casa no se perdiera. Siempre he procurado hacerlo bien, no por obligación, sino porque valoro mi casa de forma diferente a cómo valoran otras personas la suya. Supongo que gran parte de “culpa” de ello es por haber vivido 37 años en la misma casa. No es toda una vida pero si el suficiente tiempo posible como para haber visto y vivido grandes y pequeños momentos en sus paredes. A veces, miro cualquier rincón de mi casa y puedo deslumbrar que mueble o vivencia se encontraba anteriormente allí. Viajo en el tiempo y donde ahora hay una estantería llena de películas me veo jugando con 9 años con mis Madelmans escaladores tratando de superar con esmero un armario ropero que llegaba hasta el techo. Es cierto que la casa cambia con el paso del tiempo. Muebles nuevos suplen a muebles antiguos, los que quedan son como testimonios de otras épocas, te cuentan historias, los nuevos comienzan a impregnarse de uno mismo a medida que los utilizamos. Si, una casa contiene mucha información. También seres vivos, ya sea de dos o cuatro patas, con aletas o con alas. Nuestra casa es a veces protagonista como nosotros mismos de nuestra vida. En la mía ha habido mucho habitantes, algunos se han ido para siempre, otros regresan momentáneamente, algunos llegan de nuevo para habitarla, para mantenerla viva y aportar nuevas experiencias o vivencias a cada rincón de ella. Desde ayer mi casa acoge a dos nuevos habitantes. Los miro muchas veces y veo en ellos calcos exquisitamente perfectos del pasado en forma de mi hermana y yo mismo, aunque con nuevas inquietudes y experiencias. Por un lado estoy un poco asustado con todo lo que a Miguel y a mí se nos avecina, supongo que con el tiempo nos iremos acostumbrando a esta nueva “paternidad”. Por otro lado estoy contento. Hacía tiempo que la casa estaba tan llena y pletórica de energía. Se ha abierto una nueva etapa. Cada vez lo tengo más claro. Yo no vivo en una casa, vivo en un hogar.

martes, diciembre 25, 2007

Lo que queda de año.

Si tuviera que definir el 2007 sería como una montaña rusa llena de tirabuzones, loopings y con muy pocos momentos para el descanso. Aquellos que habéis seguido este blog desde Diciembre del año pasado sabéis muy bien a que me estoy refiriendo. El día 30 de Diciembre se cumple ya un año desde que mi cuñado se llevó de forma violenta a los niños de mi casa. Un año ya de ese trágico episodio y pese a la cantidad de cosas (de mayor calibre) que han sucedido después es una imagen que no me puedo quitar de la cabeza. La tengo marcada en fuego candente en el cerebro y como una especie tumor horrendo ésta se niega a morir. Bien es cierto que las cosas hayan cambiado algo más a nuestro favor durante este tiempo, pero aun no podemos cantar victoria ya que quedan bastantes interrogantes y unos cuantos cables sueltos (llenos de espinas) por aferrar. Si, la vida es una montaña rusa llena de tirabuzones, cuestas empinadas y descensos vertiginosos que me lo digan a mí… Si estos días no he escrito mucho no es por simple pereza. Bueno sí, un poco (esta vez la culpa no la tiene Fotogramas porque ya estoy muy recuperando tras el especial videojuegos del numero de diciembre) Es una pereza podría decirse a un nivel emocional. Ojo, estoy agotado, pero lucho, porque no me queda otro remedio y porque necesito luchar. Nunca me rindo ante nada ni pienso hacerlo (será por genética) Sobre todo lucho por la custodia de estos dos niños y por darles una estabilidad de la que nunca han disfrutado y que piden a gritos cuando me miran a los ojos.

Agradezco a esa misteriosa alienación cósmica (mágica o divina) que me brindó la oportunidad de poder recuperar a los niños de las garras de mi cuñado y ofrecérmelos en bandeja de platino con incrustaciones de diamantes (por lo menos). Gracias a ello creo en los milagros, las hadas, los gnomos y los seres sobrenaturales de toda índole, porque los malignos también existan, sobre todo los que se disfrazan de trabajadoras sociales del EAIA y se dedican a joder (pero con mala saña) la marrana metiendo incluso cuchara en mitad de un procedimiento legal de muto acuerdo. Si me permitís ya hablaré de este tema (largo y tedioso) en cuanto se me permita porque, entre otras cosas se está preparando una denuncia por muchos flancos al respecto de envergadura colosal.

De momento los niños han vuelto, sí pero aun con la incertidumbre de si se quedan en mi casa para siempre. Tanto ellos (como Miguel y yo) queremos que así sea. Ellos nos dicen que están hartos de los insultos y los malos tratos, de la dejadez y del poco auxilio que su padre les presta. Hace pocos días se negó en comprarle medicinas a mi sobrino (prefirió gastárselo en cervezas y tabaco) por lo que Miguel y yo tuvimos que correr a la farmacia, comprarle jarabes y llevárselos de extranjis al colegio. También tuvimos que acudir al festival de navidad del colegio porque él se negó a ir (entre otras cosas porque no paga los recibos desde septiembre y no tienen ganas de que se los reclamen en cuanto lo vean aparecer) Hemos recuperado la paternidad que perdimos hace una año. Les hemos comprado ropa, estamos planificando el mobiliario de las habitación de mi sobrina y preparando lo papeles para nuestra boda. Las navidades las están pasando con nosotros. La intención es que ya se queden a vivir aquí para siempre, con todo lo que acarrea tener que compartir espacio con dos preadolescentes con las hormonas como pelotas de goma lanzadas con fuerza desde un rascacielos… Cada día que pasa es un regalo. A la mierda si no nos ha tocado la lotería. Estamos arruinados. Nos da igual. Esos niños han salido de un infierno , de una familia rota y sabemos que podemos darles la oportunidad que se merecen de ser felices y vivir en paz.


Me importa una mierda que digan desde el EAIA (sin criterio y profesionalidad alguna) que soy un egoísta, un manipulador, un sinvergüenza, un incapacitado para la convivencia y una mala influencia para mis sobrinos. ¡Qué coño sabrán ellos si ni siquiera han tenido la desfachatez ni se han preocupado por conocernos e investigar o analizar nuestra situación personal ni familiar! Sólo se han dedicado a defender al padre maltratador y a no escuchar a dos niños que les han avisado por activa y por pasiva de las aberraciones que estaba sucediendo en su casa.

Pero de eso ya hablare en otra ocasión.

Feliz navidad a todos y muchas gracias por las muestras de apoyo que hemos recibido por todos vosotros a lo largo de este doloroso 2007.

miércoles, diciembre 19, 2007

Familia: Abuelos

Siempre me hubiera gustado haber podido disfrutar de mis abuelos. Aquellos que si pueden hacerlo suele rehuirlos, sobre todo en el momento que se ponen a explicar batallitas. Yo no. Mis dos abuelos (porque si padre no hay más que uno abuelo no hay más que dos) tenían muchas batallitas que contar. Ambos sufrieron los azotes de la guerra. Uno de ellos, por parte de mi madre, tuvo que esconderse tras haber sido acusado de comunista (era más bien apolítico) por un trepa facha que deseaba su puesto de trabajo. Fue durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Mi otro abuelo murió en Agosto de 1943 en el Golfo de Vizcaya a los 43 años en la fragata HMS Egrett un barco que pasó a la historia de la Segunda Guerra Mundial por ser el primer objetivo destruido por una bomba teledirigida desde un submarino Alemán. Si, los abuelos son el anterior eslabón de nuestra existencia. Por regla general muchos son los afortunados de poder disfrutar de su compañía por lo menos en los primeros años de nuestra vida. Ese no es mi caso. Nunca llegué a conocer a mi abuelo paterno, y cuando el padre de mi madre falleció yo tenía sólo dos años. No hay recuerdos. Solo existen fotos y retazos de historia contada a trompicones por mis padres. Resulta curioso, por lo menos en mí caso que cuando te vas haciendo más mayor, mayor es la necesidad de recopilar información sobre nuestros ancestros. En mi caso dicha necesidad se ha convertido en un deseo. Un deseo por poseer la máxima información posible sobre todo para comprender una parte de tu existencia. En mi caso quizás por necesidad de reagrupar un núcleo familiar tan disperso como la distancia entre nuestro planeta y otro lugar habitado. En mi información hay muchos huecos. Grandes como cráteres lunares. No tantos en la rama de mi madre pero si en la de mi padre. Son grandes interrogantes que albergan montones de preguntas que, con muchísima posibilidad, nunca hallaran respuesta.

Mi madre me contaba varias veces que mi abuelo, su padre, lloraba porque nunca pudo verme la cara. Estaba ciego por culpa de las cataratas. Dice que me acariciaba el rostro y se le llenaban los ojos de lágrimas. También sabía que nunca iba a poder disfrutar de mí y de mi hermana. El pobre hombre estaba ya muy cascado. Nació en Carmona (Sevilla) a finales del siglo XIX. Estudió leyes y se convirtió en abogado. Mi familia materna siempre ha sido muy nómada. Encontró trabajo en Valencia como abogado como del procurador y cuando estalló la guerra civil, como a muchísimas personas, se le truncaron las perspectivas de prosperar y desarrollarse como profesional por culpa de un hijo de puta que ansiaba su puesto como una mosca ansía un pedazo de mierda. Hubo denuncia y orden de arresto. Mi abuelo consiguió escapar, de esta parte de la historia se poco. Mi madre me dijo que regresaron a Barcelona donde vivía su tía y su primo. La tía de mi madre se dedicaba a sacar los cuartos a las clases altas practicando la comunicación con los espíritus y el Tarot. Como conocía a mucha gente (eso es un hábito familiar que yo también he heredado) consiguió un escondite para mi abuelo. Mi madre y sus tres hermanos y mi abuela vivieron con ella mientras duró la guerra y gran parte de la postguerra. Mi madre se acordaba de las visitas nocturnas de la policía en casa de su tía en busca del paradero de mi abuelo, o bien como tenían que engañar día si y día también a supuestos perseguidores a través de las calles de Barcelona con tal de poder estar un momento con su padre. Con el tiempo las persecuciones fueron menguando y mi abuelo consiguió hacer una vida más o menos normal. Eso sí sin poder ejercer su profesión nunca más.

A escasos miles de kilómetros de allí mi padre sufría los bombardeos de las tropas alemanas en Portsmouth. Su padre (mi abuelo) era marinero en una de las fragatas que acompañaban a los barcos de suministro a la Francia no ocupada en aguas del Golfo de Vizcaya. Mi abuelo paterno nació en Shropshire un pueblecito en las West Midlands en Inglaterra. Su familia era bastante más humilde que la de mi abuelo materno. Algunos de ellos trabajaban en las minas cerca de la frontera de Gales. Al parecer mi abuelo era mucho más aventurero y prefería trabajar en la intemperie, concretamente a bordo de un barco. Un turbulento episodio relacionado con una pelea familiar entre él y mi bisabuelo lo hizo marcharse de casa y enrolarse en el ejército. En una visita a Londres conoce a mi abuela que regentaba un puesto de “Fish And Chips” propiedad de su padre. Se casaron y se fueron a vivir a Portsmouth donde nació mi tío Peter (que murió con 19 años en Malaysia, un año después de revelar a mi padre en la RAF), mi padre y mi tía Joan. Estalló la Segunda Guerra Mundial y mi padre y sus hermanos veían muy poco (o casi nada) a su padre. Mi abuelo murió en 1943 con 43 años de edad. Mi padre tenía entonces sólo 11 años. Mi abuela tuvo que buscarse la vida para sacar adelante a la familia, bien trabajando o bien gracias a las ayudas de su familia y de la pensión de viudedad del ejercito de su Graciosa Majestad.

A veces pienso en que hubiera sucedido si mi abuelo paterno no hubiese muerto tan joven, o si mi abuelo materno hubiese sido fusilado en un paredón de cualquier cementerio. No sé, es posible que todo hubiese seguido igual. Mi padre habría venido a España a trabajar y hubiera conocido a mi madre. ¿O tal vez no? ¿Hasta qué punto un suceso como el que vivió mi padre pudo haberle influenciado para estudiar la carrera de economía y tomar la decisión de venir a Barcelona? ¿O cómo habría afectado a mi madre y mis tíos el hecho de vivir sin padre? Mejor no darle vueltas a la cabeza con el tema. Sólo sé que me hubiera gustado mucho haber disfrutado de mis abuelos.

martes, noviembre 27, 2007

Frase de la semana

"¿Me llamarás mañana tito?"
" Si"
"¿Y pasado?"
"Si"
"¿Y el otro?"
"Te llamaré todos los días que tu me pidas y los que no también."

Laura a su tío Richard.

¿Qué es un beso?

Eso le pregunté una mañana a mi madre después soñar como una niña, compañera de colegio, se me acercaba en el patio y me besaba en la mejilla. La niña del sueño se llamaba Laura y yo tenía 11 años. Mi madre me sonrió. Me dijo que un beso era una expresión física de amor. En aquel momento no lo comprendí. El domingo por la tarde otra niña llamada Laura me dio un beso en la mejilla, como en el sueño sin yo pedírselo. Por la forma que me lo dio sé que le salió del corazón. La niña también se llamaba Laura y tenía dos años más que la Laura de mi sueño. Yo 40. Miré al cielo. Pensé en mi madre. Le dije en silencio que esta vez sí que había comprendido el significado.

viernes, noviembre 23, 2007

Papel mojado.

¿Dónde está el EAIA? Nadie lo sabe. Paloma no tiene noticia de ellos y eso que ha insistido en llamarles y ellos le dijeron que el lunes se pondrían en contacto con ella. Ni el colegio sabe tampoco nada y creo que ha insistido más que Paloma ni yo sé tampoco nada. Llevamos esperando días, muchos días. Lo que provoca que nos hagamos unas pequeñas y simples reflexiones: ¿Son realmente eficientes este tipo de estamentos?¿Realmente hemos tenido la mala suerte de haber caído en manos de uno de los peores equipos de toda Barcelona? ¿Es posible trabajar tan mal? ¿Cómo se puede hacer una valoración sobre un caso tan grave y complejo como el que estamos viviendo sin contrastar opiniones entre todas las partes implicadas, sobre todo cuando hay mucho de qué hablar y resolver? ¿Estamos en España a un nivel Europeo en cuanto ayuda social? Personalmente pienso que (y por la experiencia en el caso) el EAIA es un estamento inútil, por lo menos en estos lares. No niego que trabajen, aunque a su manera y de forma nada eficiente. Por acabo de entender como un grupo de personas, entre las que supuestamente se encuentran trabajadores sociales, pedagogos y psicólogos (he dicho psicólogos) sea tan nulo que ninguno de ello pueda aportar ni una pizca de solución o ver correctamente la verdad. Sobre todo cuando es my sencillo ver qué clase de personaje es el padre de estos niños. Lo que también encuentro vergonzoso es que no tengan en consideración a la madre de los pequeños por el simple hecho de ser una enferma de Parkinson en estado avanzado. NI avisos, ni charla, ni ayudas ni siquiera una simple palabra de aliento que le ayude a conciliar el sueño y saber que sus hijos están en buenas manos. Lo más curioso es que desde el momento que este grupo de ayuda al menor entró en nuestras vidas se nos prometió tenernos en aviso constante de cualquier novedad o de realizar continuas charlas y reuniones sobre posibles cambios en el día a día de estos dos inocentes. Una autentica vergüenza.

jueves, noviembre 22, 2007

Extraños aliados…

…da la guerra. Quien me iba a mí a decir que la novia de mi cuñado (que no es mi hermana) puede resultar útil en toda esta curiosa ecuación. Su presencia, de momento, funciona como un perfecto sedante para él. Ella convierte el infierno en un oasis. Gracias a ella él es más permisivo con las visitas de sus hijos a mi casa ya que le interesa mucho deshacerse de su presencia para retozar “All Day Long” cual bestezuelas en celo. Sé que de momento sigue en sus trece con dejar Barcelona. Dice que la ciudad le mata… Pero hete aquí que dicha decisión le ha acarreado un problema con su amorcito, concretamente con los hijos de ella. Al parecer ambos se niegan a dejar su vida actual e irse a vivir con semejante personaje (sabios e inteligentes son los angelitos). Sé que hubo bronca porque el domingo, puntuales como relojes vinieron mis sobrinos vinieron a casa. Según parece no tenían pensado venir (o al menos eso creían ellos) porque su padre en tocar los cojones y atormentarlos con “Ahora vais ahora no vais” es un experto. Pero apareció ella en escena y la cosa cambió. Dejé a los niños a las 20 horas en casa (después de marearnos con que a las 18 vendría a por ellos) y al día siguiente cuando hablé por teléfono con mis sobrinos estos me dijeron que ella se había marcho a su casa enfadada muy temprano, pero que poco después de llegar ellos a casa apareció de nuevo reconciliándose con el capullo y pasando la noche con ellos. Por un momento tal suceso me puso en estado de alerta. Bronca entre amantes. ¡Hummm! Eso no era bueno, no para él sino para los niños y para mí mismo. Así que cuando hablé con los niños les dije que a partir de ahora hicieran lo posible porque su padre y su novia estuvieran lo mas confortablemente posible. Los niños pensaron que su tito estaba loco. Yo les expliqué que mientras ella permanezca cerca en casa se tranquiliza el ambiente, alejaría a las bestias pardas de sus tías, su padre no les haría daño (de momento) y, gracias a ello ambos podrían venir más a menudo a mi casa. Los niños me dijeron que mientras ella está allí es cierto que respiran mucho más tranquilos ya que su padre (con tal de no retratarse) deja de maltratarlos e insultarlos y los trata con una (nauseabunda) falsa ternura que en el fondo hasta los dos críos agradecen. Respiré tranquilo. Ambos lo habían entendido a la perfección. Sé que a partir de ahora van a poner en marcha el plan buen rollo. Espero que esta táctica funcione… Por lo menos el tiempo suficiente como para que puedan llegar a mi casa para siempre sanos y salvos.

martes, noviembre 20, 2007

Hace ya 32 años…


Recuerdo aquel día como algo muy confuso. No se si hacía frio ni calor, si estaba encapotado o lucia un sol impresionante sólo sé que ese día murió alguien muy imortante porque no pudimos ir al colegio. En casa se hablaba de Franco ni con mucho cariño ni con poco. Puede ser que al ser mi padre británico y no haber vivido personalmente la experiencia de la guerra civil (aunque si vivió otra guerra mucho más sangrienta y voluminosa pero no por ello tan trágica) el tema Franco pasaba muy de lado en nuestra casa. A ver, no es que no hubiera comentarios sobre este personaje. Los había, pero eran mucho más diferentes a los que podría haber en cualquier casa de vecino, fuese del vando que fuese. Recuerdo que mi hermana y yo nos levantamos esa mañana y nos fuimos a ver la tele (en blanco y negro) que teníamos sobre un mueble bar, de esos de ruedecillas y de metraquilato ahumado que teníamos en ese momento en el comedor. En la tele salía un señor muy feo con cara compungida diciendo algo así como: “Españoles… Franco ha muerto.” A mis 8 años tenía ciertas nociones de quien era Franco, vagas, muy distorsionadas. Sabía que era un dictador, que mientras él manadaba no se podían hacer según que cosas, que mientras él estaba sentado en una silla dale que te pego a la sinhueso aquí no se comian Smarties, ni había gasolina Shell, ni ESO (esa era una de las diferencias más notables que lograba entender yo en esa época) y que según que canciones o películas no se podían ver. Era algo consciente de que había cosas de él que no se podian decir fuera de casa, aunque no podía comprender muy bien el porqué. Mi madre hablaba catalán pero lo hacía sólo en determinados momentos y con según quien. Un lio muy extraño. El día que murió Franco mi madre, mi hermana y yo nos fuimos en taxi a ver a mi prima que estaba a punto para parir. En el trayecto el taxista hablaba con mi madre de cómo iba a cambiar la situación en España. Yo en mi imaginaciónn pensaba: “Que bien ahora estaremos como en Inglaterra, tendremos muchos canales de televisión, muchos juguetes como los de allí, muchos caramelos como los que vendían en los supermercados y sobre todo nadie irá con miedo por las calles o teniendo cuidado con lo que se dice, como nos advertía alguna vez mi madre. Recuerdo ver en la tele las colas de gente pasando delante del féretro algunos algo sonrientews, otros llorando y alguno que otro montando un paripé. Recuerdo que mi padre le comentaba a mi madre, tras hablar con mi abuela en inglaterra por teléfono, que nos había ofrecido su casa si las cosas aquí se ponían feas (eso mismo sucedió años más trade cuando un tipo bigotudo irrumpió un 23 de febrero en el parlamento gritando: “!Quieto todo el mundo! o ¡Qué se sienten coño!”). Fuerón unos días muy extraños. Llenos de cambios y sorpresas. El día después de la muerte de Franco nació mi prima/sobrina y ya me olvidé por un momento de Franco. Por otro lado y de repente teníamos un Rey y un gobierno (en apariencia) democrático. Mi madre consciente de los momentos históricos que estabamos viviendo guardó en un cajón todas las revistas y noticias relacionadas con esa parte de la historia. Aun andan por casa. Luego llegó la transición, el despelote y los saltos de gobierno cada X tiempo. Pero esa ya es otra história.






lunes, noviembre 19, 2007

Sonata de Otoño en D Menor.

INTRO:

Hace muchos días que no escribo nada. No es por falta de ganas ni porque no haya pasado nada. Todo lo contrario. Para estas fechas suelo estar muy ocupado en los especiales de navidad de la revista FOTOGRAMAS. Por un lado ese trabajo me consume mucho tiempo pero por otro me compensa económicamente muy bien y uno no rechaza un pescado de tal calibre por otros menesteres. No están las cosas como para rechazar semejante bocado. Me he permitido el lujo de dedicarle el título de un post al mundo de la música clásica (que tanto le gustaba a mi padre) no precisamente para hablar de de música, sino de crear una sinfonía con todos los acontecimientos buenos y malos que se han sucedido estas dos últimas semanas y que en muchos aspectos marcarán un antes y un después en mi vida y en la de quienes me rodean.

Si más no recuerdo la situación con mis sobrinos se había quedado un poco desalentada en el último post. Bien, la cosa ha evolucionado en cuestión de días de forma exacerbada, pero no os podéis imaginar cuanto. Vayamos por partes porque no quiero desvelar nada tan pronto. Hay post para rato y las buenas historias (y soy de los que piensan que tanto si son reales o como si no) han de saberse dosificar para crear algo de expectación. A partir del día que los niños vinieron a casa rebotados con su padre y su actitud hacia sus visitas a mi casa las cosas han mejorado mucho entre ellos y yo, sobre todo con las relaciones con mi sobrina. Desde ese día hablo cada noche por teléfono con ellos, antes de que su padre llegue a casa, sin que él lo sepa, porque ellos quieren y me han pedido que sea así. Supongo que en el fondo se están sintiendo bastante desamparados y necesitan a donde agarrarse después del naufragio en el que se está convirtiendo sus vidas. En cada llamada que hago me estoy dando cuenta de que algo extraño estaba sucediendo a su alrededor, y no me refiero a los maltratos tanto físicos ni verbales que los hay y siguen su pauta, sino en que algo o alguien esta como forzando los acontecimientos para que esos niños salgan de esa casa. Por otro lado su padre está cavilando algo y con el tiempo no he tardado mucho en averiguar qué es, para nuestra sorpresa, y con qué pretensiones.

Sonata número 1 “BORDERLINE”.

Un par de días antes de la llegada del puente de Todos los Santos me reuní con Paloma para comentar el tema de la petición de divorcio por mutuo acuerdo al que habíamos llegado con la otra parte implicada en el asunto. La reunión más que nada era informativa y mucho más centrada en el comentario que le hizo el abogado de él a paloma respecto a su cliente. Parece ser que en una llamada a su despacho el abogado le preguntó a Paloma si conocía a su cliente. Ella le dijo que no. Él le dijo que en cierta forma la envidiaba. Paloma, algo perpleja le dijo porqué. El hombre le contestó algo más o menos así: Mi cliente es un “Borderline” (en castellano aquel que roza la estupidez supina absoluta) peor claro, no se lo iba a decir a él porque entre otras cosas no quería perder un cliente. Le dijo que hiciéramos lo posible para quitarle los niños ya que veía muy claro que esos niños tenían que ir a vivir con su tío, el cual estaba siendo como un grano en el culo a su cliente porque no le dejaba pasar ni una… Le sugirió a Paloma (que no salía de su asombro) que buscásemos todos los testigos posibles para certificar que este tipejo no estaba preparado para tener la guardia y custodia de sus hijos. En la conversación el abogado de él se enteró de dos cosas que mi cuñado le había ocultado. La primera que tenía novia. La segunda que bebía (para su abogado él era ex alcohólico). Para guinda final el letrado le comentó a Paloma que mi cuñado era la única persona que se había encontrado en si vida que se jactaba de ser un guarro. Al parecer el hombre le había llamado la atención un par de veces por el intenso olor corporal que desprendía su cuerpo así como del aspecto sucio de su vestimenta.

Sonata número 2: Allegro por La Mancha.

A todo esto y sin todavía adelantar acontecimientos. Este puente de Todos los Santos bajamos una pequeña parte de quienes viajamos a Normandía a Albacete, concretamente a Pozohondo pueblo de donde es la madre de Miguel y en donde tiene una casa impresionante para pasar unos días de relax. Bajamos Miguel, Dani, la “Cuñá”, el hermano de Miguel, el hermano de la “cuñá”, su pareja, Lola una hurón muy dócil que se convirtió en el centro de atención de todo el mundo y un servidor. He de decir que el viaje fue un auténtico oasis, sobre todo porque tras varios días de estrés con el tema trabajo un poco de aire de La Mancha era todo un regalo del cielo. Eso sí, comimos como bestias, todo muy barato. Probamos platos típicos de la zona como el gazpacho manchego (nada que ver con el andaluz ni en cuanto aspecto ni en cuanto a sabor), mollejas, cabrito, higadillos de pollo, Ajo Matadero, queso manchego, cordero, embutido y un largo etcétera de productos autóctonos. Las excursiones eran una alegría para la vista sobre todo el nacimiento del Río Mundo (allí llamado Los Chorros) el mirador hacia el pueblo de Ayna, espectacular y varios paisajes más que pasaron ante nuestros ojos al ritmos de swing debido a la música que sonaba en el reproductor de MP3 que llevaba Dani. Porque Albacete suena a Swing os lo aseguro y además es un sonido que le pega muy bien. Lo mejor de la velada en Pozohondo fue la visita al cementerio en mitad de la noche. Si, como oís, y creo que sólo eso sucede en los pueblos, no todos pero en ese en concreto puedes visitar a los difuntos hasta pasada la medianoche. Ojo, no es un acontecimiento terrorífico desagradable, todo lo contrario. La gente del lugar ya se encarga de que no sea así. Lo cierto es que la visita nocturna al camposanto fue una experiencia increíblemente bella. Imaginaos un cementerio en las afueras de un pueblo, en mitad del campo, rodeado de un muro blanco y envuelto en un silencioso manto de estrellas. Al entrar por la puerta principal la vista se congratulaba de un espectáculo de coronas y ramos de flores aromáticas y albedos producidos por cientos de velas encendidas y pequeñas bombillas alimentadas por baterías de automóvil. El silencio y la armonía de las luces tintineando al unísono creaba una atmosfera mágica sin igual. Cada nicho, era como una casa, iluminada, habitada por un antiguo habitante del pueblo. Todas ellas estaban pulcramente engalanadas de mármol negro y decoradas con la foto en blanco y negro de su habitante o habitantes que las ocupaban. He de decir que el paseo no lo hicimos solos. Otros habitantes del pueblo habían acudido a velar a sus muertos en el más absoluto de los silencios. Uno de ellos nos llamó mucho la atención. Os cuento. En la misma entrada del cementerio había un panteón muy iluminado y en su interior se encontraba un hombre que fumaba incesantemente mientras que en silencio contemplaba la imagen de un niño de unos cinco o seis años adjunta a un nicho repleto de flores. El aspecto del hombre era triste a la par de silencioso. No era para menos. Nos enteramos que el hijo había muerto un par de años atrás debido a la coz de un caballo en una de las ferias que se sucedían alrededor. En varios momentos de la velada algunos habitantes del pueblo se acercaron a él y le dieron el pésame. Era extraño ya que a veces daba la sensación de que el hombre velaba al niño de la misma manera que un padre vela a su hijo cuando éste le pide que no se fuese de su lado antes de dormirse no sea que los monstruos de debajo de la cama tirasen de él para llevárselo a devorar a cualquier rincón de los infiernos. La sensación era que no se iba a ir de ahí hasta que el niño no se hubiera dormido. Si, extraño y triste y a la vez tierno. Lo más curioso es que cuando nos íbamos el hombre decidió marcharse también. Pero cada vez que intentaba cerrar la puerta del mausoleo no podía, desde la distancia daba la perturbadora sensación de que el niño no quería que su padre se fuera y tiraba de la manecilla de la puerta con sus manos invisibles para que su padre estuviera un rato más con él. Nos marchamos del cementerio con aquella perturbadora sensación para adéntranos en la noche en el “otro” silencio que reinaba en el “otro” pueblo.

Sonata número 3: Danza eslava con elefante en patines dentro de una tienda de jarrones de cristal.

La semana siguiente a la visita a Pozohondo fue como tomar carrerilla en una pendiente muy exagerada. El primer acontecimiento extraordinario de aquella semana es una llamada de Paloma a primera hora de la mañana. Me pide que baje corriendo a su casa que tiene que comunicarme algo muy importante. Yo, recién salido de la ducha, me seco, me visto y bajo corriendo al piso de abajo donde ella tiene el despacho. Me hace sentarme sin decirme nada de momento. Se sienta ella y me comenta: No te lo vas a creer. ¡Pero tu cuñado te concede la guardia y custodia de tus sobrinos! Yo tardo en reaccionar. En serio pienso que estoy soñando. Le pregunto cómo es posible eso. Ella me dice que él ha hablado con los niños y que estos que quieren ir a vivir con nosotros, que él no quiere gastos y que me cede la guardia y custodia de los niños a cambio de hacernos cargo de los gastos de estos. Eso sí, él asegura (y dudo que lo cumpla) que nos concederá doscientos míseros euros por los dos niños al mes. Paloma me pregunta varias veces que como me siento. Yo aun no salgo del asombro. Por un lado mi mente es un batiburrillo de sensaciones y emociones, todas condensadas y en estado de ebullición pero sin que ninguna de ellas destaque sobre las demás. Siento pena por los niños, por como su padre se desentiende de ellos y los abandona sin luchar por ello. Siento un peso de la responsabilidad sobre mis espaldas encorvándome hasta límites insospechados, siento una especie de alegría porque lo que parecía prácticamente imposible se puede hacer realidad. Cree en los milagros me repite mi mente sin parar, es como el sonido de la percusión entre esa cacofonía de emociones que me envuelven en ese momento. Siento alivio porque por fin los niños salen de la garra de su padre de una forma nada violenta. Siento tristeza por ver como una familia se rompe por culpa de una enfermedad y de una falta de entendimiento de la misma. También siento como una nueva oportunidad se acerca a la vida de todos los involucrados en esta tragicomedia y como los cambios se avecinan como olas de Tsunamis a nuestras vidas. Lo curioso de todo es que estos sentimientos están todos dentro de mi cabeza. Por la reacción de Paloma mi rostro no muestra absolutamente nada. Ella lo comprende. Demasiado bonito y demasiado intenso a la vez. Añade que el padre de los niños quiere irse de Barcelona y que ellos no quieren abandonar ni su colegio ni sus amigos ni a su Tito. Más adelante está excusa, va cobrando otro sentido, con mucho más peso y mayor fuerza que lo que aparenta en un principio. Abandono el despacho de Paloma con la responsabilidad de haber asumido que si me quedo los niños. La primera cosa que he de hacer es comunicárselo a Miguel que aun está en casa. Pienso en como lo hacen en las películas, si eso de “Cariñooooo, siéntate un momento que tengo una notica que comentarte…” Pienso que es la mejor forma. Entro en casa y comienzo a darme cuenta de que mi cuerpo reacciona ya ante la noticia. Entro en el salón y como si ya me hubiese escuchado los pensamientos desde la escalera Miguel me espera sentado en el sofá. Me pregunta que sucede. Yo No contesto hasta unos segundos más tarde. Tengo la mano derecha adherida a la boca como cuando evitas que se escape el vómito antes de llegar al lavabo. Cinco segundos más tarde despego las manos y le digo “Somos papás.” No hubo lloros, ni gritos, ni huidas despavoridas dejando la silueta en la puerta o pared como en los dibujos animados. La reacción de Miguel es la misma que la mía, aunque algo mas cerebral. El siguiente comentario que aparece en acción es “Ahora ya no tenemos excusa para no casarnos.” Le explico lo que me ha contado Paloma. También hacemos suposiciones de lo que puede haber sucedido. Después de eso nos vamos a la calle. Llevo a Miguel al trabajo y yo me dirijo a la redacción de Fotogramas para entregar las últimas fotografías y secciones del especial sobre videojuegos. Nada más llegar a la redacción se lo comunico a Consuelo, la recepcionista que abandona su puesto y me da un par de besos. Subo a la redacción y le comento a Toni (director de la revista) lo sucedido. Me felicita. En la reunión que tengo con él en los despachos de debajo de vez en cuando me llegan oleadas de emociones, leves pero si para olvidarme por un segundo de la monotonía. Lo curioso es que esas oleadas llegan con impurezas del tipo: Menudo follón te has metido “Richie” (que es así como me llamo yo a mí mismo cuando me encuentro apesadumbrado o terriblemente emocionado). Me marcho de Fotogramas para ir a ver a mi hermana y acabar de comunicarle la noticia, ya que antes de irme a la calle con Miguel la llamo para darle unas pinceladas. Llego al hospital y se lo comunico a las enfermeras de mañana. Se ponen muy contentas. Llego a la habitación y se lo vuelvo a comentar a mi hermana. Mi hermana se alegra mucho. Pero no deja de sentirse triste y preocupada. Triste por la actitud del padre en tirar de aquella forma la toalla ante sus hijos, que por otro lado es un alivio para nosotros, y preocupada porque la situación con el estrés y los nervios puede convertirse en un polvorín y creáis que iba muy desencaminada, pero no adelanto acontecimientos…

Después de ir a ver a mi hermana voy al colegio. Hablo con Silvia, la directora de la situación y ella me felicita muy emocionada. Le comento el tema de pagos de colegio, gastos etc, etc… Aquí empieza a asomarse la realidad y comienzo a comprender los motivos del capullo por querer soltar a los niños de sus garras. Entre otras cosas descubro: No paga colegio desde Septiembre, no ha pagado los libros de los niños, no ha aparecido por el centro desde el curso anterior, no firma las notas ni las excursiones de sus hijos (lo ha de hacer la directora), no se ha preocupado de solicitar ayudas ni becas de comedor para los niños (el colegio ha tenido que mover todos los papeles, yo entregué uno de ellos para las ayudas de comedor), los niños van vestidos de verano, van sucios al cole, no están rindiendo nada, se meten en muchos problemas debido a tensiones y situaciones de angustia… Luego descubro que va diciendo por ahí que tiene que pagar quinientos euros de colegio de los niños y que no tiene dinero para sobrevivir. Descubro que el colegio no es tan caro como lo pinta, ha de pagar solo ciento cuatro euros por los dos niños. Hay varias quejas de profesores sobre el estado de los niños y avisos para que Silvia lo comunique al EAIA (que por cierto ni se asoma por ningún lado y lo único que consigue es entorpecer aun más las cosas como ya leeréis más adelante) Todo estos datos no son más que la punta del iceberg de lo que se avecina a lo largo de los días. Me encuentro con mi sobrino. Lo abrazo y le digo (ya que días atrás me comunicó por teléfono una sorpresa muy grata que me haría muy feliz) que sus sorpresa me ha gustado. Mucho. Me da una docena de abrazos más y varios besos y se marcha feliz hacia su clase.

Sonata número 4: Adagio para dos infantes.

A lo largo de los días han seguido sucediendo cosas. Aceleradas la mayoría de ellas. Reuniones en el despacho de Paloma sobre el tema de los cambios en los acuerdos del divorcio de mi hermana (sobre todo en el tema de las visitas del padre a los niños ya que estas se producirían a la inversa de cómo habíamos estipulado, sobre todo al cambiar el rol de la guardia y custodia) pero también por las llamadas a casa de los niños donde uno descubre valiosos secretos que aun encumbraban más la patética imagen de mi cuñado. Los niños iban convencidos que su padre pagaba el colegio. Cosa que se desmintió ante la directora del colegio hace unos días cuando los niños tras una dramática llamada de socorro me comunicaron que querían hablar de los maltratos con alguien… Pero vayamos por partes. Me enteré que su padre no quería vivir más en Barcelona. Quería irse a un pueblo o según lo que me dijeron los niños a vivir a Rusia, Francia o Inglaterra (si, se admiten risas enlatadas). Les había dicho a los niños que él vendría a verlos muy de vez en cuando y que los llamaría cuando se le ocurriese. Pero a su casa nueva no irían ya que no quería que se les pasase información privilegiada al malvado de su tío. Nos enteramos que iría a vivir con su novia y los hijos de ella (un chico de quince años y una niña de trece, la misma edad que mi sobrina) Mi sobrina comentó que su padre quería que ella compartiera habitación con la otra niña y ella se negó. A partir de allí la relación de mi sobrina con su padre empezó a resquebrajarse permitiendo que toda la ira y la rabia contenida y sobre todo la mierda acumulada de todos estos meses saliesen escupida a la superficie cual agua sulfurosa del interior de un geiser en ebullición. Desde entonces las peleas con la niña fueron en aumento con las consecuentes amenazas, gritos, golpes e improperios por parte de su padre. El los amenazó con llevárselos consigo y con que nunca más vería a su tío ni a su madre. Los niños cuando les llamaba entre lágrimas me comentaban las mil y una perrerías que les decía o hacía su padre. Aun no tenían teléfono ya que él no lo había pagado y también para evitar que los niños me llamasen a mí para comentar todo lo que sucedía en casa. Los encerraba en casa los sábados para que no se escapasen a mi casa o salieran a la calle a jugar. Le comentaron a mi hermana por teléfono y a mi mucho mas tarde que su padre no sabía que entre semana, cuando salían del cole se iban al parque de debajo de su casa a jugar con otros niños una media hora, le decían al padre que estaban en la biblioteca del cole haciendo deberes. Como ya he comentado más arriba tampoco él sabía que yo me comunicaba con los niños. Por fin había sabido diferenciar lo que era bueno y correcto para ellos y lo que era malo (o quien era malo) en sus vidas. Supongo que os preguntaréis que ha sido de sus tías (sobre todo de La Sargento de Hierro) Pues bien, al parecer ya no se habla con su hermano. Al parecer tuvieron una violenta pelea verbal (y vía SMS) con insultos y vejaciones de todos los tamaños y colores, creemos debido a la relación que tiene mi cuñado con su novia ecuatoriana (hay que comentar que La Sargento es bastante racista, de ahí se entendería su alejamiento en toda esta historia) El problema (aunque toco madera) es que apareciese con motivo de las fiestas navideñas. Eso es uno de los inconveniente que tiene la navidad que acerca a las familias por muy deteriorada que esté su relación. De ahí nuestra prisa para que él firmase los papeles y los niños viniesen a casa nuestra a vivir lo antes posible. Descubrimos que la novia de mi cuñado vive en un piso patera con varias familias más (por lo que entendemos que él quiere irse a vivir con toda esta gente así se libra de pagar el alquiler él solo. Que él solo se relaciona con alguna de sus hermanas, que el abuelo del los niños está desaparecido, que a mi cuñado le han cortado el suministro del agua en una ocasión. Que ha machacado a los niños con echarlos de casa y en el último momento cuando los niños estaban con el petate hecho él se ha puesto de rodillas ante ellos llorando que no lo dejasen. Que a mi sobrino un día que iba a venirse a mi casa, harto de los maltratos de su padre le obligó a quitarse los zapatos para que viniese a mi casa descalzo…

También estos días han pasado otras cosas. Miguel ha salido del armario en el trabajo y en su casa, ante sus padres. La situación que estamos viviendo así lo ha permitido. Mireya, una de sus compañeras de trabajo es concejal en Gelida, donde viven los padres de Miguel y éste le ha pedido que nos case. Ella se ha ofrecido encantadísima. Le ha hecho muchísima ilusión. Así que en tres meses, más o menos nos casamos. Estamos preparando cosas al respecto. Tenemos el lugar y también, gracias a María, madre de Sonia, un sitio esplendido para celebrar el convite. Estamos pensado la lista de invitados y esas cosas. Los niños están muy contentos con eso de ir a su primera boda. Lo mismo que todos los amigos y conocidos que nos rodean. En casa de Miguel aun están asimilando la noticia. Miguel se lo dijo a sus padres de forma indirecta. Estábamos comiendo este fin de semana y en eso que su madre llama al hermano menor de Miguel por teléfono (que vive en Granada) para saber cómo estaba. Miguel se pone a hablar con él y le pregunta si en primavera estaría de vuelta en Barcelona. El hermano le pregunta el porqué y Miguel le suelta que porque se casa conmigo. La madre, tíos y padre allí reunidos no salen de su asombro. No solo se enteran que su hijo es gay, sino que además se casa y de golpe se lleva en el mismo lote a dos niños. La situación es de lo más Felliniana. Eso sí, no hubo malos rollos. Es más, su madre le confiesa a Miguel ¡que nunca se había dado cuenta de nada!

El viernes, antes de que sucediera todo lo que he contado en el párrafo de arriba. Fui con mi hermana al colegio a ayudar a mis sobrinos a confesar todos los maltratos que había sufrido tanto ellos como mi hermana en manos de su padre. Todo sucedió el jueves por la tarde. Llamé a mis sobrinos. Estaban muy tristes. Al parecer los ineptos del EAIA habían hablado con mi cuñado y convencido para que no me entregase a los niños y que se los llevase él a donde coño se fuera. Si, lo que oís. Es más la Asistente Social o educadora del EAIA les dijo a los niños que ellos no podían opinar sobre el respecto y que tenían que hace los que su padre les dijera. No incluyo en este texto signos de admiración en primer lugar porque no los necesitan. La noticia en sí misma ya tiene peso suficiente como para hacer a quién lo lea ponerse los pelos de punta. Hacía días que tenía ganas de llamar al EAIA para mandarlo a la mierda. Entre otras cosas porque ni nosotros (mi hermana y yo) ni el colegio teníamos noticias de ellos desde el pasado mes de Julio cuando forzamos la reunión con el padre sobre el tema del viaje a Normandía. Desde entonces ni llamadas para hablar de cómo había ido el viaje ni reuniones con la madre de los niños para mantenerla informada de la situación en casa del padre. Es más un detalle, el día de la reunión del viaje no contaron con mi hermana para una reunión charla que tuvieron con el padre de los niños a puerta cerrada sobre temas de la educación y cuidado de ellos. Una vergüenza. Así que cuando colgué el teléfono a mis sobrinos (los pobre llorando porque su padre les había prohibido venir a verme más después del sabio consejo del EAIA) Llamé a Montse Taboada, responsable del caso y con un morro más grande que el mismísimo Himalaya. A este personaje no le hace nada de gracia hablar conmigo. Entre otras cosas porque conmigo no le sirve hablarme como si fuese un retrasado de la talla de mi cuñado. Por casualidades de la vida la encontré al otro lado del teléfono. La primera cosa que hago es recriminarle sobre la falta de información que tenemos el resto de la familia sobre el avance de estos dos niños. La tipa (con todo el morro del mundo) me dice. “Huy pues pensaba llamarte por teléfono mañana” (siempre me lo dice cuando la he llamado tras una larga temporada sin saber de ellos) Le comento la situación del cambio de domicilio de los niños y la tipa va y me insinúa que yo he forzado a mi cuñado a renunciar a sus hijos… Yo flipo en colores. Le comento que ha sido mi cuñado quien a ha renunciado a los niños y la tipa no se lo cree. Al parecer él le has vendido la moto que yo le he presionado a hacerlo y que ahora está desesperado porque su cuñado le arranca a sus hijos de sus brazos. Le comento mientras me muerdo la lengua que los niños habían avisado a Maite (la trabajadora social que tan buenos consejos había dado a mi cuñado) del maltrato sufrido por su padre los últimos días. La respuesta es que no cree a los niños. Me comienzo a cabrear como un mono. Ella me dice (tratando de esquivar mis pelotazos) que ahora no puede hablar conmigo y que me llamará la día siguiente para concretar día y hora para una reunión con Miguel y conmigo sobre el bienestar de los niños… Por supuesto la llamada no llegó a producirse y a día de hoy aun la espero. Llamo a Paloma y se cabrea tanto o incluso más que yo sobre el tema. Sobre todo porque ese misma tarde había entregado los papeles al abogado de mi cuñado con el tema divorcio y guardia y custodia de los niños. Llamó a los niños. Llorando me dicen que haga algo, que les ayude que no saben qué hacer que tienen mucho miedo a su padre. Mi sobrino me comenta que su hermana se enfrentó el día anterior a su padre ya que este les prohibía venir más a mi casa y no verme más. La niña dijo que ella se escaparía, él le contestó que llamaría a la policía, ella le dijo que si llamaba a la policía les contaría todos los maltratos que le hizo a su madre en Sant Cugat y en Artesa de Segre y las palizas que les propinó a su hermano y a ella, aparte de los insultos. El se cabrea como una bestia y le dice a gritos que la policía no le va a creer porque es menor y que él nunca los ha maltratado y que está harto que se le acuse de maltratador. La llama mentirosa (habitual en él) y ella le recrimina que no es mentirosa porque ha visto todos esos episodios. Ignoro si tras esta pelea hubo maltrato pero si se que al capullo lo dejó KO y hecho polvo. Ahora sus hijos eran dos traidores y no los quería, pero por otro lado no los dejaría escapar tan fácilmente. Escucho lo que me cuenta mi sobrino alucinado y a la vez asustado. Les pido que no provoquen a su padre, me dicen que no hace falta provocarlo él ya se encarga de encenderse solo y más después de una copa tras otra. Mi sobrino me cuenta que él comentó al EAIA que yo había dejado abandonados a los niños en Barcelona cuando nos fuimos a Albacete (cuando yo había insistido hasta la saciedad para que vinieran) y que no hago más que hacerles regalos para ganarme su cariño. Le digo a los niños que deben hablarlo con alguien que no sea el EAIA y les sugiero a Silvia Llucià, directora del colegio. Acceden porque dicen están hartos ya de la situación y quieren vivir tranquilos y en paz con nosotros. Al día siguiente mi hermana y yo nos reunimos con ellos en el despacho y Silvia les pregunta si quieren hablar de algo. Esta vez no hay represión y ambos comienzan a relatar todo lo que han vivido durante estos dos últimos años en su carne. Mencionan los insultos, los golpes, como su padre les arroja cosas al cuerpo, como sus tías, sobre todo La Sargento les golpeaba para no dejarle huella cuando había algo que a podía perjudicar a su hermano. Como su padre pegaba su madre y la insultaba y que ellos habían presenciado llorando en una esquina de la habitación. Como su padre le propinó una descomunal paliza a su hermano cuando se dejó las llaves en casa en Artesa de Segre (y que ya ye comentado en algún otro post del este blog) El niño confirmó, esta vez sin tapujos, como su padre amenazó a él a su madre y a su hermana con matarlos con un hacha que blandía en su mano mientras ellos lo miraban aterrorizados. De cómo su padre y su tío amenazaban o planeaban como matarme delante de ellos. De que cuando la novia de mi cuñado va a su casa el reacciona muy amablemente con los niños y cuando ella desaparece por la puerta él se vuelve una bestia sin compasión. Silvia escucha a los niños y toma nota. Les pide que se marchen un momento y les cita a las 16 horas para hablar un poco más del tema. A solas con ella nos comenta que la situación es muy grave y que es necesario hablar con el EAIA (a pesar de que sean tan inútiles) para que conozcan del tema. Por un lado celebra que los niños estén diciendo la verdad y salga toda la mierda a la luz. Por otro no deja (como nosotros) de sentirse horrorizada por los acontecimientos. Pero sobre todo por la falta de apoyo y de contrastar diversas opiniones del EAIA.

viernes, noviembre 16, 2007

martes, noviembre 13, 2007

Frase de la semana

"Algo maravilloso está a punto de suceder"
Dave Bowman (2010 Odisea 2)

martes, octubre 30, 2007

Se acabó la calma

No es buena tanta calma. Ya me lo imaginaba. Ayer vinieron los niños a casa. Parece ser que les ha cogido mucha afición a dedicarnos los domingos. Bueno en el fondo se que prefieren venir a casa porque aquí mi sobrina puede chatear con sus amigas con el Messenger y mi sobrino jugar con todas las videoconsolas del mundo, aparte de ver lucha libre con youtube. No importa, se que se lo pasan bien y lo sé porque cuando no están chateando ni jugando también disfrutan. La semana anterior vinieron también el domingo por la mañana. Miguel y yo habíamos salido la noche anterior con varios amigos por el ambiente (hacía tiempo que no lo hacíamos y nos apetecía) Nos acostamos a las 5 de la madrugada y ya me ves a mí a eso de las 9:45 AM levantándose para abrirles la puerta y atenderlos en lo que es debido, mientras trato de dominar el sueño. Pero insisto, no es buena tanta calma. Y este domingo volvió a estallar la tormenta. Eso sí, lejana pero atronadora como en los viejos tiempos. El domingo me sorprendió que los niños llegasen tarde. No era normal. Habían quedado con su madre que vendrían a las 10 y se presentaron una hora más tarde. Yo, nada más verlos les pregunté si se habían dormido o se habían despistado con el cambio horario. Ello me contestaron que no. Venían tristes y con algo de cabreo. Hacía días que por teléfono les había notado algo raro. También me había enterado de las ultimas mamarrachadas que había hecho mi cuñado como negarse a pagar el teléfono y el agua y en el segundo caso haberse presentado un técnico a cortársela. Dos días sin agua han estado los niños. Imaginaos el panorama. Lo del teléfono es un misterio. Alguien en casa ha marcado a un 905 y ha estado una hora enganchado/a a un concurso de esos que supuestamente dan millones de premios... 200 euros en llamadas en total. Conclusión: “No pago y nos quedamos sin línea, así no llamáis a tu tío y os jodéis”. Tampoco le quiere cargar el móvil a la niña. Dice que soy yo quien se lo he de cargar porque yo le regalé el móvil. La última vez que lo hice el cabrón se gasto los 20 euros en llamar a sus hermanas. Por cierto aun el niño no le ha comprado el teléfono a la hermana. Su padre le ha dado órdenes de que no se lo compre, que en todo caso es responsabilidad de su tío ya que él se lo compró. No, si mas imbécil e ignorante y no nace... Bueno los niños entran en casa y me dicen que sólo pueden estar en mi casa media hora porque según su padre yo soy un mentiroso (dale al piñón fijo) porque la última vez que vinieron (la del día después de la salida por la noche de juerga) no había traído a mi hermana a casa y los niños no la habían visto. Eso si cuando él quiere estar solo con la novia bien envía a los niños a mi casa el tiempo que haga falta (incluido un fin de semana entero) Los niños estaban cabreados, esta vez con su padre. La niña me dijo que quería venir este puente de Todos los Santos a Albacete con nosotros pero que su padre se negaba en absoluto. Comenzó a llorar. Yo trate de consolarla. Los senté en el sofá y les hablé. Por una vez en todo este tiempo puede hablar con ellos de la situación familiar. Les conté porque había denunciado a su padre y a sus tías . Por cierto los niños me contaron que el capullo y la Sargento de Hierro tuvieron una pelea monumental por el teléfono y que ya no se hablan. Al parecer la causa era la novia de mi cuñado. La Sargento siempre ha sido un pelo racista y si no lo es ella adopta esa postura como si fuese un cachorrillo. Con tal de llevar la contraria ella es única. Le conté a los niños lo que habían hecho sus tías a su madre en el hospital y no parecieron extrañarse mucho. Me comentaron que su padre les grita, les insulta, esté o no borracho y que también les arroja cosas. Mi sobrino me confesó que había recibido el impacto de un mechero en toda la cara. Me contaron que les había obligado a mentir con el juez sobre y que están artos de avisar a la asistenta social del EAIA y ésta, tras hablar con el padre reciben otra somanta de hostias. Me dijeron que su padre no soportaba que los niños volvieran felices a mi casa y les decía a las asistentas que cuando los pequeños volvían a casa lo hacían llorando diciendo que lo habían pasado muy mal conmigo. Me comentaron que ellos estaban presentes el día que su tío me llamó para amenazarme de muerte y las veces que su padre ha jurado matarme y a Miguel y a mi hermana o al que se ponga por delante. Me echa la culpa de que tiene que pagar mucho de colegio y que debería ser yo quien lo pagase. Luego me entero que no hace nada para solicitar becas a tiempo. Esta mañana he ido corriendo al colegio a entregar unos papeles para conseguir una beca de comedor. Me han hablado mucho de gritos y de insultos. De que los encierra en casa solos para que no se marchen. A veces, me comentaron los niños, cuando está muy borracho, les dice que se marchen a mi casa a vivir. Los niños hacen las maletas con lo que tienen a mano y en cuento llegan a la puerta el muy cabrón se les arrodilla y les llora suplicando que no le dejen. Hasta tres ocasiones ha sucedido esto. Los niños insistieron en que querían vivir conmigo, que les ayudase. Les dije que tenían que hablar con otra persona como la directora del colegio y ella sería la que podría denunciar a su padre. Tienen miedo. Mucho. No se fían del EAIA. Yo mucho menos. Desde que hemos vuelto de viaje no se han puesto en contacto con nosotros, no estamos informados, mi hermana no tiene noción de lo que sucede con su familia. Para el EAIA no existimos. Son una basura inútil y desorganizada. Fijaos hasta donde llega el colmo de la desfachatez de mi cuñado que le dice a su hija ¡Qué yo le entregue las joyas de mi madre! Flipo pepinillos. Me cabreo con un mono enjaulado y le digo a la niña que las joyas de su abuela no salen de mi casa. La niña insiste que su padre las quiere. Yo estoy por llamar a la policía o contratar al Equipo A y a los 4 Fantásticos, Superman y a una pandilla de Jedis. Antes de irse los niños me afirman los maltratos sufridos por su madre mientras vivían juntos y los sufridos por ellos. Se marchan. Llorando porque no quieren irse. La niña me dice que su padre la va a cerrar en casa porque él se ha de ir a casa de una de sus hermanas y no quiere que la niña se escapé en mi casa. Llamo a Paloma. Le cuento lo sucedido. Esta mañana nos hemos reunido con la intención de ir al colegio y llevarnos los niños a declarar. Por cierto mi cuñado ya ha sido citado para el divorcio. Pero ha dicho que él no va a hablar con la abogada de mi hermana, en todo caso que sea yo quien lo haga (¿?). Absurdeces. Tengo miedo. Tengo mucho miedo que este desgraciado haga algo malo a los niños. Vuelve a pegarles, sobre todo cuando no está la novia en casa. Así, como siempre no tiene testigos. Luego como me dijeron los niños les cuenta trolas a sus hermanas y a las del EAIA para que sientan pena por él y no lo acusen de maltratador.

miércoles, octubre 17, 2007

Días extraños

A pesar de los inconvenientes y con que a veces amanece tormenta el ambiente aun está tranquilo. Eso sí, como colgando de un hilo de telaraña. Por un lado creo que a mi cuñado no de conviene llevarse mal conmigo. Primero, le estoy resolviendo el tema de los niños por dos flancos. Él se evita tener que llevarlos a ver a su madre al hospital (recodemos que ya no tiene coche) y por otro puede estar con su novia a solas el tiempo que pasan los niños en mi casa. ¿Por qué yo y no sus hermanas? Las noticias sobre las relaciones familiares entre ellos me llega a cuentagotas pero con suficiente fuerza para saber que apenas hay relación o, por lo menos un distanciamiento. Mi sobrino me comentó que su tía (la Sargento de Hierro) esta medio loca, más aun de lo que estaba. Su hijo tiene novia y se le debe de estar escapando el polluelo del nido. El abuelo de los niños no tiene relación con ellos. Ahora vive con la esquizofrénica que se olvida los niños en la calle por culpa de darle a la botella. No sé una situación algo extraña. Marciana. Sobre el asunto del teléfono móvil… El domingo vinieron los niños a casa. Tenían que llegar a las diez pero a las diez menos cuarto ya estaba picando por el interfono. Cuando abrí la puerta entró mi sobrina. No había rastro de su hermano. Aunque si estaba pero enfadado conmigo y avergonzado por la última conversación que tuvimos. Esperad, que me he dado cuenta que me estoy anticipando a los hechos. Sí, mi sobrino y yo discutimos por teléfono. Muy duramente. Eso fue el miércoles por la tarde. Mi sobrina me llevaba varios días insistiendo con el tema del teléfono móvil roto y de si podía acompañarle a comprar uno (en primer lugar comprárselo yo, por lo menos en eso insistía el caradura de su padre. Luego hablamos de responsabilidades y quedamos que quien lo había roto debía ser el responsable de proporcionarle una terminal nueva. ) La niña me había informado que le había pedido permiso a su padre para que yo fuese con ella y su hermano a buscar el dichoso móvil. Mi cuñado, queriendo hacerse el listo y pillarme por peteneras se hizo el sueco. La niña me dijo que ni le daba permiso ni no se lo daba. Se hacía el idiota, cosa no muy difícil para él. Yo le contesté a la niña que yo no la llevaba a ningún sitio si su padre (y su madre ) lo sabían y lo consentían. Así pues la salida prevista para el jueves por la tarde no tuvo lugar. Es más en un grado de suprema ignorancia se negó a que su hijo vendiera sus juegos para pagarle un móvil a su hermana. Para él yo tenía que hacerme cargo de los gastos del móvil nuevo. (Se admiten aplausos, abucheos o risas enlatadas) O bien el tipo no había entendido el sentido de la lección otorgada a su hijo o bien tiene un morro más grande que el Monte Olimpo del planeta Marte… La niña, por teléfono y llorando como una Magdalena me rogo arreglar el asunto. Ella me comento entre sollozos que entendía que no era culpa mía, ni de ella que el móvil se hubiese roto. Estaba cabreada con el hermano (y de paso con el lerdo de su padre). Me hizo gracia la situación. Si hace unos meses cuatro mese me dicen que mi sobrina estaría de mi parte y mi sobrino en contra (porque veréis el niño la que me armó) no me lo hubiera creído. Le dije a mis sobrina que se pusiera su hermano al teléfono. Al principio el niño no hacía más que meterle excusas a su hermana para evitar hablar conmigo. Que si no puedo ponerme, que si voy al baño a cagar, que si me estoy preparando un bocata, que si no me da la gana de hablar contigo… Al final la hermana insistió tanto que el niño se puso. No me dejó hablar. Parecía una réplica de su padre pero en diminuto. Me dijo que no quería saber nada más de mí, que me odiaba y que nunca más vendría a verme. Yo me sentí molesto. No por lo que me decía sino porque no entendía las razones de porque le había dicho yo que tenía que hacer para solventar el problema de su hermana. Bueno y porque seguía un patrón paterno que no me agradaba nada en absoluto. Lo mandé callar y se puso su hermana. Le dije que si no vendía sus juegos para pagarle el móvil yo no le podría ayudar ya que no era mi deber pagar de nuevo por una cosa que yo no había roto. La niña lo entendió. Me preguntó si iría a verla al cole un día de estos. Yo le dije que sí pero que a su hermano no (lo que son las cosas ¿no?) El viernes por la tarde me llamó mi sobrina. El domingo vendrían a casa.

Una vez mi sobrina cruzó la puerta le pregunté por su hermano. Me dijo que estaba en el rellano y que no se atrevía a entrar. Me asomé y allí estaba. Todo rechoncho y con cara de malas pulgas. Era mezcla de rabia y de vergüenza. Como sabía que iba a venir le preparé una pequeña venganza. Al entra en casa le dije que estaba cabreado con él y que por pasarse de listo se iba a quedar sin jugar al FIFA 08 que me había llegado un par de días atrás. Su semblante se frunció aun mucho más. Sabía que la había cagado por todos lados. Se dio cuenta que el único lugar donde podía jugar a las videoconsolas era en casa de su tío. Su padre y el tío (el gilipollas ex carcelario que nos amenazo de muerte a Miguel y a mi ) habían tratado de arreglarle la PlayStation que le regaló mi padre al niño (ya que a este se le cayó al suelo) y como van de eruditos en electrónica de consumo se acabaron de cargar el aparatejo. Así que el niño se dio cuenta en ese momento que de poco le servían los juegos de Play 2 que tenía en casa si en el fondo donde podía jugar era en la mía. Tararí que te vi… Entonces mas avergonzado aun se sentó en una silla frente a la mesa del comedor. Metió la cabeza entre los brazos y tierra trágame. La niña me había contado que su hermano se había puesto de parte de su padre y en contra mía porque no quería vender los juegos , como yo le presionaba y su padre lo defendía pues se arrió al árbol que más sobra da. Un árbol completamente equivocado como pude observar en su semblante. La niña me enseñó el teléfono roto. La pantalla estaba destrozada con saña. Tenía varias resquebrajaduras por todos lados. Era como si hubiesen saltado encima y luego lo hubiesen arrojado como cien veces desde el Empire State Buliding con muchísima mala leche. Mi sobrina se sentó en el sofá, me pilló el portátil y se conectó al Messenger y a esa cosa terrible que es el Habbo. Como vio que su hermano había metido la gamba y no reaccionaba trató de apaciguar los ánimos y le pidió que se sentase junto a ella. Sus ojos estaban brillantes, a rebosar de lágrimas. La pobre es muy sensible. Cuando le hablamos de Isaac y le entregamos una foto que nos dio Sonia para ella casi se puso a llorar (“Mi nene forever” le llama. Ha puesto la foto en la carpeta del colegio con esa frase y anda orgullosa mostrándosela a todo el mundo) Me dijo que no le gustaba ver a la gente triste. Que en el cole si había un niño llorando ella se ponía a llorar también. Me recordó mucho a su madre. Ella también hacia lo mismo a su edad ganándose el apelativo entre las niñas (y algunas de sus madre repipis) de la calle como “La Llorona”. Insistió a su hermano en que le pidiese perdón, le diese un beso y que hiciese lo mismo conmigo. Le costó varias intentonas. El niño murmuró que igual yo no quería. Aparte la cara y reí en silencio. Abrazó a su hermana y luego se paró frente a mí, sin mirarme a los ojos. Yo le dije que viniese y nos fundimos en un abrazo. Él rompió a llorar y le explique cuál era el cometido de mi sugerencia sobre el tema venta de juegos compra de móvil. Lo entendió. Por lo menos eso me pareció de buenas a primeras.

Vimos Las Vacaciones de Mr Bean y después de la película (y de unas cuantas risas) nos fuimos a ver su madre. Yo aun ando un poco mosca con ella. Aun hay algún episodio de robo de pastillas pero no en el nivel de hace unos días atrás. No tenía intención de traerla a casa, después de los que sucedió la última vez… No sé era una mezcla de desconfianza y vaguería. Últimamente ando un poco apático y me molesto por cualquier cosa. Llegamos al hospital y los niños la abrazaron y la besaron. He de decir que me costó un poco convencer a mi sobrina para que fuese a ver a su madre. Es muy triste pero me he dado cuenta que la ven ya más como una enferma que como la persona responsable de haberles traído al mundo. Una persona que lucho mucho por ser madre y que ahora, en las circunstancias en las que se encuentra no puede disfrutar de ello. Mi hermana se alegró mucho de verlos. Se levantó de su butaca y se fue directa al armario. De él sacó una bolsa de papel azul con asas con una flor amarilla a modo de margarita pintada. Metió la mano dentro y extrajo una muñeca de trapo muy divertida, rubia y con dos coletas que portaba un vestido tipo peto con un bolso rojo cruzado en sus hombros. Mi hermana se aceró a mi sobrina y se la ofreció. La niña la aceptó alegremente con una sonrisa. En eso mi hermana apretó el bolso de la muñeca y suena una canción. Mis sobrinos se partieron de risa. Mi hermana también y yo con ellos. Mi hermana, sentada en su butaca trató de bailar al ritmo de la muñeca. Mi sobrina le acompañó. Me sentí feliz y a la vez mal. Me di cuenta que estaba siendo duro con ella. Que la mierda de la pereza que sentía por llevarla a mi casa y traerla al hospital me la podría haber metido en el culo. Por una vez en mucho tiempo vi comunicación de madre e hijos entre ellos. Y yo preocupándome por mi pereza. En esos instante me sentí un egoísta y un tío mierda, lo reconozco. La niña le preguntó a su madre de dónde había sacado la muñeca. Mi hermana con gestos le dijo que en el bingo del hospital que se celebra cada viernes y que no es la primera vez que había ganado algo. Se ve que es el terror de los cartones. A parte de la muñeca había ganado unas zapatillas naranjas y un colgante. Le enseñó a sus hijos alunas manualidades que había hecho. Una de ella un sol amarillo chillón con un rostro simpático adornando el centro. Le llegó la comida. Hablamos un rato con ella y con su nueva compañera de habitación. Mi hermana me dijo que María aun seguía viniéndola a ver y que Rosario su madre estaba estable en la planta de abajo. Esa misma mañana había bajado con Rosa (su compañera) y su hermana a dar un paseo por el jardín. Había tenido el día completo. Llegamos a casa y comimos con Miguel lomo adobado y pizza casera que había hecho el día anterior. La jornada trascurrió sin problemas. Los niños jugaron con la wii, Miguel preparó las clases del lunes y luego se entretuvo leyendo un rato. Yo me eché una siesta en la cama junto a él. A las 19 horas el capullo picó al interfono y los niños bajaron. Se despidieron con un beso. Se lo había pasado muy bien esa tarde. Una tarde atípica dentro de una semana llena de días extraños.

martes, octubre 09, 2007

Lo que va quedando tras la niebla.

El pasado jueves por la tarde llovió a cantaros en Barcelona. Yo estaba en casa y me preocupé por mis sobrinos. Era la hora de salir de clase y no sabía si tendrían paraguas o si alguien los iría a buscar. Mi hermana también me llamó preocupada, pensaba lo mismos que yo. Claro, aquí se me presentó un dilema. Podría ir a ver si los niños estaban bien , recogerlos en el colegio y llevarlos a casa ¿pero qué pasaba con la actitud de mi cuñado? Para él no importa que haga bien a los niños siempre estas haciéndole mal y perjudicándole. Así que preferí esperar y llamarles a casa. No contestaron la primera vez. Miré el reloj. Era demasiado pronto aun. Llamé al teléfono móvil de mi sobrina y no contestó. Esperé siempre pensando en bajar a la calle e ir a buscarlos. Al cabo de un rato suena el teléfono. Es mi sobrina. Está llorando. No es que su hubiesen mojado ni nada por el estilo sólo que se había peleado con su hermano y éste, en un ataque de ira, había pateado la mochila de su hermana donde ella tenía el teléfono móvil y le había reventado la pantalla. Hablé con el niño y le pregunté porque lo había hecho. El me dijo que no sabía que estaba el teléfono allí. Yo le insistí que no importaba el teléfono, solo por qué tenía que ser tan violento con su hermana. Le pedí que no se peleasen más (eso de tratar de inculcarles el amor fraternal es una de mis principales metas en estos momentos) que protegiese a su hermana y que se quisieren mucho , que hasta el momento era lo único que tenia y debían quererse. Ignoro si mis palabras tuvieron resultados, da igual yo pienso insistir hasta que me quede ronco. Tanto mi hermana y yo siempre hemos sido educados en el muto respeto. No quiere decir que hayamos discutido en más de una ocasión o que hayamos llegado a las manos (pocas veces pero con la intervención de mi madre que para separarnos sabía montárselo muy bien). No sé, noto que estos niños no se quieren. Hay una rivalidad mucho más fuerte que la de los simples celos. Eso ya lo he venido explicando a lo largo de este blog. Ambos son supervivientes, pero no son supervivientes cooperativos, es decir en momentos de trifulca aquí quien no corre vuela y si tu recibes antes que yo y con ello se cansan de hincharte bofetadas mejor que mejor. Por supuesto quien siempre ha ganado es la niña aunque también ha sufrido alguna que otra. Recuerdo una vez que me llamó aterrorizada porque casi la atropellan al cruzar una calle cuando vivían en Artesa de Segre y me pidió que fuese a socorrerla porque temía una paliza de su padre de las que hacen historia. Le dije que era prudente que su padre no se enterase de ello si tenía miedo. Ella me dijo que una señora, la había visto y le había llamado la atención. Resultaba ser que dicha a señora mi cuñado le estaba barnizando los muebles de la tienda. Por su puesto el padre se enteró de lo sucedido. Ignoro las consecuencias porque por aquel entonces mi hermana estaba a punto de llegar al hospital reventada a palizas de ese desgraciado. Sobre el tema del teléfono móvil… Le comenté a la niña que trataría de arreglar el asunto. Aun no sé cómo pero haré lo posible por arreglarlo. Me jode tener que comprarle otro teléfono. No por el tema dinero sino porque de esta forma se que no respetaran lo que es suyo (mientras tenga al tito que me lo arregla yo venga a romperlo) Tengo un plan, sobre todo para que el niño aprenda a valorar lo que no es suyo. Le voy a pedir que elija varios juegos suyos de la PlayStation y los venda, con ese dinero le ha de comprar a su hermana un teléfono móvil. Creo que es lo mejor que se puede hacer.

Cambiando un poco de tema. Se por las enfermeras (aunque sólo la de las mañanas) que mi hermana ya no roba pastillas. Creo que ha pillado la indirecta. No obstante yo no bajo la guardia. También ha de aprender a valorar las cosas. El Lunes me la lleve a buscar los DNI de los niños que estaban criando polvo en un cajón de la comisaría. Por lo que respecta a mi cuñado se por los niños que él se negaba a ir a buscar los documentos, eso sí, ir a pasear con la novia y agasajar a sus hijos con ropita sí. Pero preocuparse por la documentación “nasty de plasty” Se que los niños ya se están dando cuanta de cosas. Por lo menos me consta que la niña ya sabe diferenciar quien es el bueno y quiénes son los malos. Por este punto me alegro que la niebla se le disipase de los ojos y pudiera reflexionar y darse cuenta de algunas realidades. Una de las cosas que hemos logrado es que los niños puedan llamarme por teléfono cuando quieran (esté su padre o no). En algo he de aplaudir la incorporación de ese nuevo personaje en su vidas es que es la novia de mi cuñado. Por un lado mantiene a las ratas de sus hermanas a raya y por otro tranquiliza a la bestia permitiendo que los niños se acerquen más a nosotros. Otro punto a favor fue el viaje a Normandía. No fue un viaje de puro placer. Fue una buena terapia familiar.

miércoles, octubre 03, 2007

Truenos lejanos.

Mi hermana me llama una hora más tarde. Nerviosa. Como en los viejos tiempos. Me pide que la llame. Lo hago. Me dice que le ha llamado el capullo: Otra vez gritando. Vuelve de nuevo con la letanía del papel que ha de firmar. Esta vez añade que se caga en mis muertos porque por mi culpa sus hijos van al colegio que es muy caro y yo elegí. El motivo de su enfado es en realidad que le ha llegado una factura bimensual del teléfono de ¡ 70 euros! (nosotros acabamos de pagado una el doble de cara y así estamos de anchos. No sé qué tiene que ver el teléfono con el colegio la cuestión es hacer como siempre sacudirse las pulgas acusando a otro. Por un momento siento un poco de compasión por su nueva compañera. Espero que lo vea en su salsa y huya lo más rápido posible. Por lo que me han contado los niños ya hacen vida de pareja compartiendo compras y un largo etcétera. Les cuesta mucho comentar anécdotas familiares con Maribel delante de mi hermana. Lógico. La niña la menciona poco, aunque no con desagrado. Mi sobrino se atasca cuando ha de hablar, o hacer referencia, a la novia de su padre. Él la llama “La… amiga de papá”. Con una pausa de un par de segundos en medio de la frase. Sé que tiene dos hijos, una niña de la edad de mi sobrina (ella la llama su amiga) y un hijo más mayor. No sé si viven con ellos cuando su madre se queda en casa del capullo o viven con su padre. Tengo constancia que las relaciones con la familia paterna están muy tensas, con algunos miembros (padre y hermanastra) muy rotas aunque eso no quiere decir nada porque es algo muy común en este familia. Con la Sargento de Hierro no hay mucho trato. Pienso que la nueva incorporación familiar ha contribuido a que las cosas se enfríen entre ellos. Pero aun y así no me fio mucho. Estos tanto se quieren mucho como se odian a muerte. De momento el alejamiento de llama hacia la mecha me beneficia y mucho de poder disfrutar de mis sobrinos de nuevo. Algo impensable desde una docena de meses atrás. Que os voy a contar a estas alturas que ya no sepáis.

Misterio resuelto.

Al final se resolvió el misterio de la libreta de mi sobrina. Apareció en el pupitre del colegio. Me llamó mi sobrino para comunicármelo. Le pregunté si su hermana se había disculpado con él. Me dijo que no. Le dije que se pusiera su hermana. Antes de eso le di muchos ánimos. Eso si me dijo que su hermana nos había hecho caso y que había hecho los deberes en los folios que le pasó Miguel. Me alegré por ello. Se puso la niña. Le dije si se había disculpado y ella me dijo que sí. Dije que si no lo había hecho aprovechara para perdonar a su hermano. Me dijo que bueno que lo haría. Le felicité por el tema de los deberes. Me dijo que el profesor se alegró también y le dijo que pasase a la libreta lo que tenía en el folio. De momento todo resuelto.

lunes, octubre 01, 2007

Crueldad inocente.

Los niños son crueles. Mucho más que las personas adultas. En momentos extremos de esos de tensión dialéctica pueden ser mucho más peligrosos que una manada de terroristas de Al Kaeda. ¿Quién no ha sufrido o ha sido participe de un episodio de crueldad infantil? Personalmente hice referencia en este blog a uno muy concreto que sucedió en mi tierna infancia y me marcó tanto de modo psicológico como profesionalmente para toda la vida. Si, los niños son verdaderos terroristas verbales, y de los más sangrientos si se precia. Esta mañana han venido mis sobrinos a casa. Han llegado antes de la hora concertada (las 10 de la mañana) ignoro si es porque tenían ganas de venir o porque mi casa les ofrece todo un paraíso de tecnología y diversión sin límites (aquellos que la conocéis sabéis de que hablo). He de decir que alguna que otra vez he dudado de si su afán por venir a casa es simplemente para vernos o para conectarse al Messenger o al Habbo (en el caos de mi sobrina) o para ponerse como el quico jugando a las videoconsolas (en el caso de mi sobrino). En el fondo los comprendo. Ya me hubiera a mi gustado tener un tío como yo a su edad. Pero no fue así. Mis tíos eran personas adultas. Yo con cuarenta años recién cumplidos aun no sé que quiero ser de mayor. Vamos ni me lo planteo. Toda una incertidumbre. Bueno, a lo que iba. Crueldad infantil. Menudo contexto esconden ambas palabrejas… Dejadme hacer un flashback. Un leve viaje en el tiempo (tan sólo de unos pocos días) que guarda muchísima relación con el suceso que ha sucedido esta tarde en casa. Una pequeña pizca de sal dentro de una amarga y venenosa sopa casera formada de un millón de espeluznantes ingredientes que ni un sucio Trol de las cavernas se atrevería a probar. Si habéis leído los post anteriores os comenté que fui al colegio a llevarle una videoconsola que se le había estropeado a mi sobrina. Que al llegar hablé con Silvia, la directora. Pues bien una de las cosas que me explicó y que aludí del post (sin ninguna censurable intención) es un suceso aconteció en el patio del colegio y que tenía a mi sobrino como protagonista. Al parecer estaba el niño jugando con sus compañeros al futbol y mi sobrino metió un gol. Una de sus compañeras (que tuvo un mal perder) lo insultó llamándole Hijo de Puta. A ver, resulta que la niña es de por sí bastante desagradable con el resto de sus compañeros, ojo y no porque a ella le guste serlo, sino porque la vida le ha dado palos de esos gordos desde muy joven y tiene mucha ira y rencor escondido en sus adentros. Por ejemplo me enteré por Silvia que los padres de la pequeña habían muerto en un terrible accidente de coche y que la niña y su hermano mayor habían tenido que dejar su casa para irse a vivir al amparo de sus tíos. Da igual que su tía sea la persona más agradable, atenta y dulce del mundo (la conozco porque lleva la contabilidad del colegio) Un suceso tan remarcado y decisivo como ese deja heridas y respuestas en el aire del tamaño de catedrales. Y ya puedes tener la ayuda psicológica o afectiva que quieras. La muerte repentina de unos padres marca. Mucho y no hay más excusa. Mi sobrino (según él en defensa propia) atacó desde toda la ira que guarda en sus entrañas con la desafortunada frase: “¡¡¡CALLATE CARA DE CULO, NIÑA SIN PADRES!!!” Para que voy a contar. Estoy seguro que ni la mente más retorcida de todo el planeta llegaría imaginarse la reacción sufrida (tras esta especie de nefasto sortilegio) en la reacción de la pequeña… Basta decir que al final ambos acabaron más que castigados y mi sobrino se ganó (a pulso) el puesto de honor como el niño más “horripiloso” de la historia del colegio… No es la primera vez que observo este tipo de reacción en mi sobrino. Es más en el viaje a Normandía fui testigo de una de estos episodios. Una pelea entre hermanos y en la que me vi yo involucrado echándole los lobos a mi sobrina cuando ella tenía toda la razón. Sí, mi sobrino tiene reacciones muy extrañas y preocupantes. Y no le culpo por ellas. Seguro que yo, con todo lo que él ha vivido estaría aun mucho más desquiciado. Hoy ha sucedido algo extraño. Algo que ni Miss Marple o Hercules Poirot (por no decir Sherlock Holmes) hubieran llegado a resolver en su puñetera vida (o por lo menos de los autores que los crearon). Esta tarde, después de comer mi sobrina se ha puesto a hacer los deberes. Hasta aquí todo correcto. Yo me he echado una siesta (ayer fue el cumple de Esther y el santo de Miguel y estuvimos de fiesta, no mucho pero si lo suficiente para acabar con bastante sueño) Miguel estaba en otra la habitación con el ordenador y mi sobrino jugando con la Xbox 360. En un momento mi sobrina ha ido a la habitación en busca del sabio consejo de Miguel. Tenía una duda con unos deberes de Català. Pues bien, en el leve tiempo que ha estado en la habitación le ha desaparecido una libreta de Sociales que tenía en la mesa del comedor junto al libro (o por lo menos eso ha asegurado ella) Como el único que rondaba por ahí (aparte del gato) era mi sobrino todas las sospechas (por parte de mi sobrina) hay caído sobre él. El niño ha jurado y perjurado que él no había tocado la libreta ( no sé pero de repente me ha llegado un tupo a Dejavú que me ha echado para atrás) La cuestión es que la libreta no aparecía por un lado y tanto Miguel como yo le hemos preguntado a la niña si estaba segura de haberla traído. Ella ha dicho que si, que la había puesto junto al libro de Sociales para dedicarles tiempo una vez terminado los de Català. Hemos rebuscado hasta en la arena del gato y nada que la libreta se había esfumado. Mi sobrino al sentirse culpable (la hermana lo ha chinchado un poco) se ha puesto a llorar. Hay que decir que antecedentes “haberlos haylos”. Es más, parece ser que a mi sobrino le pone eso de esconder libretas escolares. La niña me ha contado que un día ella y Maribel (la novia de mi cuñado) encontraron unas cuantas libretas escondidas debajo de la cama de la habitación del niño después de una discusión de esas tipo “Haz los deberes. No que no tengo libreta”. Hay filias extrañas pero ésta una de las más originales que he escuchado en mi vida. Mi sobrina ha insistido a su hermano hasta el aburrimiento. Ella también ha acabado llorando. Los he pillado por banda y me los he llevado al hospital a ver a mi hermana (otra experta en esconder y apoderase de cosas ajenas. Del galgo le viene la casta como diría mi difunta madre.) Por lo menos ella estaba hoy tranquila y animado con los niños. Es más, ha venido María y hemos estado hablando con ella un buen rato. Entre otras cosas nos ha impartido un curso acelerado de abrazos y besotes amorosos que han hecho las delicias de mi hermana. En el coche los niños han ido y venido en silencio. Eso si escuchando música (las extrañas pero bellísimas piezas "Joel's Theme" y "Sky Fell Over Me" de los “Shiny Toy guns”) Una vez en casa la letanía de “Dónde has escondido mi libreta” ha vuelto a hacer acto de presencia. Miguel y yo hemos tratado de poner paz y sugerirles, de forma lógica y formal (sin los gritos a los que ellos están acostumbrados). Le hemos sugerido a la niña que antes de acusar mirase en su casa (o en el peor de los casos en pupitre de su clase en el colegio) no fuese que la libreta estuviera allí olvidada. En ese caso debería perdonar sin excusas a su hermano. En el supuesto caso que apareciese en casa escondida ya tomaríamos medidas con mi sobrino. Ha llamado su padre por el interfono y la niña le ha contado el caso. El padre le ha dicho que la libreta tenía que aparecer. El niño ha llorado aun más. Hemos hablado de nuevo. De soluciones y sobre todo de que no tener la libreta en ese momento era excusa para no hacer los deberes. Miguel le ha dado unos folios a la niña sugiriéndole que hiciese ahí los deberes y luego, si aparecía la dichosa libreta, los pasase a limpio. Yo le he comentado que hablase con el profesor, que es un tipo muy cabal y que entendería la situación. La niña estaba rabiosa (y reconozco que con razón) y le ha dicho a su hermano que no le iba a devolver a su hermano el mp3 que tenía ella en su posesión y las revista de videojuegos que le había dado yo hasta que apareciese la libreta. Ha atacado con ira a su hermano y yo les he pedido calma. Les he dicho que nunca se peguen (les he preguntado y sin respuesta el porqué de esa puñetera manía que tiene su familia por arreglarlo todo a golpe de mano) Le he pedido (como si fuese una suerte de Michael London en Autopista en el Cielo) que se quisieran y se respetasen. Entonces ha aparecido en la conversación el tema del Parkinson. Les he pedido (rogado, prometido, suplicado) que, si diese la puta casualidad de que en un momento dado alguno uno dos sufriera la misma enfermedad que padece su madre, el otro cuidaría del enfermo como hacía yo con mi hermana. Entonces ha sucedido algo. El horrendo monstruo de la crueldad infantil ha hecho acto de presencia de nuevo. Sin olor a azufre pero si con una abominable fuerza que me ha helado la sangre y erizado todos los pelos del cuerpo. Y esta vez ha vuelto sin tregua. No tiene amigos y aquellos que un día hicieron uso de sus servicios hoy pueden convertirse en sus victimas. Dos caras iguales en la misma moneda. En esta ocasión quien lo ha invocado ha sido la niña. Ha surgido en su boca con una frase lapidaria llena de púas tan afiladas como oxidadas. Ha dicho: “Ese no será mi caso. Mi madre sufrió el Parkinson por culpa de mi hermano. Lo empezó a tener cuando él aun estaba en la barriga de mi madre”. Entonces mi sobrino ha roto a llorar como nunca lo he visto jamás. Me he levantado y le he abrazado. Le he dicho que no se preocupase que él no tenía ninguna culpa. Él me ha dicho que “Siempre me lo dicen” haciendo no sólo referencia a su hermana sino a alguien más en su casa. Yo le he llenado la rechoncha cara de besos y le he abrazado aun mucho más. Le he tratado de tranquilizar pero hasta yo también me he sentido alterado. Pena. Mucha pena he sentido. El niño me ha repetido varias veces que él tenía la culpa todo. Como si tras insistírselo tantas veces lo hubiera asumido como algo maligno que habita en el fondo de su alma. Le he tranquilizado todo lo que le he podido y le he asegurado que no tiene la culpa de nada. Me he despedido de él con tristeza . Una tristeza dolorosa, de esas que queman como si fuese lava surgida del corazón de la tierra al mismo tiempo. Respecto a mi sobrina… no se lo he tenido en cuenta. De momento. No es culpa suya. Son opiniones y conjeturas de otros que habitan su cerebro y su lengua con una maldad sin límites. Una maldad destinada a un inocente que, pese a sus ataques de ira y sus extrañas filias me ha demostrado, en numerosas ocasiones, que tiene un corazón inmenso como todo nuestro universo. Quien también le conocen pueden dar fe de ello.