miércoles, noviembre 11, 2009

Cliffhanger/ El día que nos casamos

Se le llama Clifhanger a aquellos momentos en los que una película, serie o novela los protagonistas quedan pendientes de una cuerda flotando sobre un abismo. La última (y precipitada) vez que escribí en este blog acabé la frase despidiéndome de vosotros porque me iba a buscar a mi hermana ya que esa misma mañana me iba a casar. Igual muchos de vosotros os preguntaréis a estas alturas si hubo o no ceremonia... Pues sí, la hubo, en realidad hubieron dos ceremonias, ambas muy emocionantes aunque una ligeramente más seria que la otra y con tan solo 24 horas de diferencia. 

Uno se pregunta a veces como va a ser el día de su boda, por lo menos una vez en su vida, aunque en el caso mío, con mi condición hubo un instante en el que reconozco que nunca llegué a plantearme como iba a ser ese día.


Casarse es toda una celebración. Nosotros queríamos algo desenfadado, divertido donde no hubiera barreras y evitásemos incomodidades. Lo conseguimos, vaya si lo conseguimos, pero no quiero adelantar nada aun, sobre todo a los que desconocéis todo lo sucedido. En un día tan especial procuras rodearte de mucha gente, gente que ha pasado por tu vida y que han formado parte de ella, algunas de forma comprensible por estrechos lazos familiares, otras por amistad y algunas porque te apetece mucho que vengan. Hubo ausencias, gente que no pudo asistir por compromisos anteriores y otros porque simplemente no nos dio la puñetera gana de que compartiesen ese día tan especial con nosotros, así de claro. Era nuestro día y nosotros elegíamos quienes entraban en ese circulo y quienes se quedaban fuera.


Sí, tuvimos mucha suerte de celebrarla con quienes realmente queríamos celebrarla e incluso poder compartir aquellos momentos previos (preparación, organización etc...) con gente muy cercana a nosotros. Nos sentimos muy arropados y agradecidos. Además fue muy divertido todo el proceso anterior a las ceremonias; intenso, pero muy divertido. Desde el principio decidimos que nuestra boda no sería una boda muy normal, en un sentido de que deseamos celebrarla de una forma especial, fuera de clasicismos y parafernalias de etiqueta. Para eso ya estaba el día de la ceremonia en el juzgado aunque al final fue más discreta que pomposa. Ojo, que diga discreta no significa que no fuese emotiva. Hubo sus muy buenos momentos, abrazos, lloros, risas... (los discursos de los testigos llevaban mucho de estos ingredientes en su interior) pero aunque era el día oficial, el día que realmente nos convertíamos en matrimonio la esencia de la boda, el día grande era la mañana siguiente, concretamente a las 11 .

Preparar una boda hawaiana tiene su qué. Suerte que es una clase de boda desenfadada, fiestera, alegre y divertida pero insisto tiene muuuucha preparación de por medio. Elegir el buffet de la comida fue más sencillo de lo que parece, además resultó todo un éxito y eso que nos alejamos de buscar ofertas con la palabra boda estampada en letras negras sobre un papel. El mejor truco: Disfrazarlo como evento familiar. Sale mucho más barato, os lo aseguro. En el buffet (que uno apenas pudo comer algo) todo lo que se dice todo estaba muy bueno, lo se porque no quedó nada en las bandejas y porque no sólo comieron los invitados sino que encima también cenaron. Si a eso le añadimos 5 paellas impresionantes que prácticamente volaron de sus respectivas paelleras más un pastel de diseño exclusivo que desapareció en un suspiro podemos certificar que el ágape fue todo un éxito. La bebida sobró por todos lados y también había de todo. Muchos de los invitados salieron muy contentos pero sin perder el equilibrio gracias a los cócteles Hawaianos preparados por Amparo y sus chicos. La piscina era como la fuente de la resurrección para acalorados, etilizados y docenas de niños que pululaban por doquier. ¿Cuanta gente vino os preguntareis? Nosotros calculamos unas 130 personas pero corren rumores que había más. María anfitriona de la casa me acompañó al altar (mi hermana lo hizo el día anterior); a Miguel lo llevó su madre que se metió en el personaje de hawaiana y se lo pasó bomba. Contratamos una animadora que fue todo un éxito, dos seguratas una persona que se ocupaba de la limpieza y yo, personalmente de una actriz que le hizo una perfomance a Miguel de mujer abandonada y embarazada que despertó las risas entre los allí presentes. Hubo momentos muy emotivos, como el discurso de mi sobrino hablando de lo agradecido que estaba de estar con nosotros y no con su padre (muchas lagrimas tras sus palabras) o cuando agradecimos a mi hermana de habernos dado la oportunidad de ser padres y ella subió (acompañada por mis primas al altar) Hubo mucho baile, Karaoke (la que se lió cantando hasta con coros de 10 personas), concursos y diversión hasta pasadas las 2 de la madrugada.

Fue un día muy bonito. Inolvidable. Cada rostro que nos acompañaba pertenecía a una etapa de nuestras vidas, había muy buen rollo y muchas ganas de pasárselo bien. Más que una boda nosotros lo contemplamos como el final de temporada de una de esas teleseries de muchos capítulos en donde los protagonistas han pasado muchas calamidades y ahora les llega el momento de disfrutar de unos instantes de felicidad.

Pero cuidado, aquello no era el final de nada, sino el principio de algo que justo después comenzaba como una temporada nueva llena de emociones y sobresaltos.

viernes, junio 19, 2009

Hoy Si Consiento. Mañana Si Quiero..

Ya se que son un impresentable y que voy a ser muy escueto con este comentario. Pero puede ser un bonito retorno a este olvidado blog que tantas peripecias de mi vida (y de las que me rodean) he narrado. Hoy es el gran día. Bueno, en realidad hoy es el primero de los grandes días de mi vida.
Después de tanto esperar esta mañana a eso de las 12 M y yo daremos el "Si Consiento" en el ayuntamiento de Gelida. Será una ceremonia preludio, un pequeño aperitivo sobre lo que nos deparará el día siguiente, cuando más de 120 invitados se reunan para ver la ceremonia del "Si Quiero", una fiesta en la torre de Maia, madre de Sonia en pleno jardín y de tintes Hawaianos.

Sobr la preparación prometo contar todo el proceso porque ha sido muy divertida (y estresante) llena de anécdotas.

Me voy a vestir. Voy con Adam a bucar a mi hermana. Tenemos todo ya bajo control, incluidos los anillos.
¿Nerviosos? SIII MUUCHOOOOOOOOOO!

miércoles, marzo 25, 2009

Noticias desde el otro lado (a modo de misiva)

En primer lugar: gracias por preocuparos por mi (Kamelucha eres un cielo te quiero mucho) Llevo una temporada de desorden y de abandono blogero severa debido a varios factores. Uno de ellos es a un bajón emocional debido a tantos meses de tensión con temas familiares que ya muchos de vosotros conocéis. Un buen dí me di cuenta de que algo no funcionaba bien y me fui derechito a visitar a mi psiquiatra de cabecera, al parecer estaba entrando en depresión (sólo estaba a punto de bajar la pendiente) así que me recetó un estupendo tratamiento a base de gotas y pastillas para combatirlo. Estoy en ello.

Y es que ya se sabe: Todas grandes grandes batallas tienen sus consecuencias... No obstante seguimos en nuestros puestos y en las trincheras por si acaso... de momento las deflagraciones que se ven y se escuchan a nuestro alrededor tienen lugar en territorio por lo que nos consta, en estos momentos están en plena guerra civil, por mi que que siga así...

Mi bajón me afecta un poco la creatividad (un poco “na” más), eso sí, estoy un poco chafadete para escribir textos contundentes (y ahora con el pedazo gripe que me he puesto como batín para andar por casa menos aun, un asco) Pero hago esfuerzos, por lo menos eso intento y por supuesto me acuerdo mucho de vosotros (en especial a los “Boleros”)

Mi vida sigue batallando con las asistentas sociales, que no me hacen nada que me sirva de mucha ayuda. Hoy mientras escribía este post me he acordado que tenía visita con ellas y me he ido raudo a verlas y charlar con ella. Una charla no mas. Las cosas las puedo resolver por otros derroteros.

Adam está mas calmado. Simplemente lo matamos de aburrimiento y como se aburre hace las cosas bien. Extraña que es la psicología infantil... Estamos a un a la espera de su tratamiento con el equipo de psicólogos de Sant Rafael. De momento los gatos tienen sus uñas y el niño 7 suspensos (como vidas tienen los gatos)

El tema boda va un pelo más avanzado. Hay boda. Ya están todos los papeles presentados, el primer testigo ya se ha presentado en el ayuntamiento (confirmando que nos casamos por que nos sale de las narices) y el 1 de Abril los papeles parten para Gelida para que en el ayuntamiento nos den día y hora. La boda va a ser al estilo gitano... vamos, que dura varios días y va por tandas. Hay la llamada Boda Oficial, esa se hace en el ayuntamiento, con familiares y amigos cercanos, se hace un viernes y celebraremos un pica pica. Por la noche estamos preparando una celebración “tradicional” pero no como las bodas de toda la vida... Resulta que tenemos una amiga china que siempre nos lleva a cenar a restaurantes chinos auténticos, esos donde van siempre los chinos a cenar y que ponen platos del país. Pues bien le hemos pedido que nos organice un banquete de boda chino para amigos (unos cuantos muy allegados y queridos) Recuerdo uno de mis cumpleaños que me sorprendió cpon un banquete aniversario con ¡40 platos! Exóticos. Comimos, descansamos y volvimos a comer. Hace poco celebramos otro por el estilo con motivo del cumpleaños de Miguel y Eva con una impresionante Fondue China (Hot Pot) La traca final tiene lugar a mediados de Junio (Se baraja con seguridad el día 20) con una boda Hawaiana (es decir todos vestidos con playeras, camisas floreadas, pareos, ropa veraniega etc...) que tendrá lugar en Castelldefels (donde el puto “Neng”) Al ser el día mas largo del año (solsticio de verano), pre verbena de Sant Joan y tendremos playa cerquita pues mejor que mejor. Está pensada para más gente y se repetirá la ceremonia de boda y habrá baile y comida (hemos de mirar como lo organizamos) y cualquier cosa que se nos ocurra (y que María, madre de Sonia, nos permita hacer en su estupendo jardín)

Por cierto otro de los motivos por los que entro poco al blog es mi enganche con Facebook. Reconozco que más de los que debería estar (¿qué tiene esa puta red social que engancha tanto?) Lo que si tengo claro es que he recuperado a mucha gente del pasado, eso sí, sin olvidarme nunca de vosotros. Por cierto a veces me gustaría veros u encontraros allí. Yo me lo paso teta.

miércoles, marzo 04, 2009

El ojo de la cerradura

Hace un tiempo, no mucho alguien que pasó por mi vida como una especie de suspiro y que leía este blog en busca de información, supuestamente valiosa (ya ves tu lo que uno se puede encontrar en él) le comentó a uno de los lectores habituales de este blog que yo era muy poco discreto contando mi vida. Bueno, he de reconocer que siempre he pecado de indiscreto pero, para qué serlo en un blog personal abierto a quienes quieran saber de mí y de mis circunstancias...

Si, reconozco que hay algo de exhibicionismo a la hora de escribir un blog (y cuanto más personal sea éste mucho mejor ¿no creéis?, pero también hay un poco de vouyerismo por parte de quien lo lee. Saber de ellos demás, aunque en el fondo ese demás te importe un puto bledo, es excitante, por no decir morboso, es como asomarse por el agujero del picaporte y observar lo que sucede al otro lado de todo lo que dejemos ver de nosotros mismos y de nuestra intimidad.

Todos tenemos una imagen establecida de una persona. Piesno que lo que vemos (y conocemos) no es más que un esbozo. ¿realmente sabemos lo que piensan o guardan oculto aquellos que realmente amamos? Yo lo dudo mucho. Todos tenemos nuestros propios secretos, intransferibles y muy bien guardados, estoy muy seguro que si consiguiésemos acceder ellos descubriríamos cosas nuevas de esa persona, cosas que no nos imaginábamos y que llegarán a sorprendernos tanto de forma grata como de forma desagradable. Más aun cuando quien decide sacar parte de esa vida privada la escribe en un blog y mucho más cuando es alguien al que se le conoce desde hace mucho tiempo (o por lo menos después de leer se le creía conocer) Secretos, muchos de ellos sorprendentes, otros divertidos, otras que te hacen brotar una o dos lágrimas de tristeza...

Discreción... ¿Realmente uno es tan importante que ha de guardar cosas de su vida para que los demás no la sepan? Pienso que no. Hay personas supuestamente interesantes en este mundo que quizás no se atreverían a contar ni la mitad de cosas que yo cuento, o que incluso, si lo hacen, se llegarían a inventan falsas vivencias de si mismos. ¿Acaso debemos sentir vergüenza de nosotros mismos? ¿De nuestros actos? ¿De nuestros defectos?... Yo me pregunto ¿por qué?

Vamos a ver todos tenemos defectos y virtudes, algunas en mayor o menor proporción. Son nuestras y forman parte de nuestra personalidad, hay que agradan a unos y desagradan a otros (eso de hay que ser ser todos hermanos y amigos no es cierto) Si vas a escribir sobre tus virtudes y defectos, sobre tus vivencias personales e intimas en un blog lo primero que hay que hacer es no ocultarlas; sobre todo cuando hemos decidido ser sincero con nosotros mismos (y de paso con el resto de humanidad tanto la que está ahora con nosotros como la que tenga que venir), es estúpido, inútil, mejor dicho: es sinónimo de autoengaño, para eso escribe un blog (supuestmente mordaz) sobre críticas mundanas, o sobre tus viajes por la Conchinchina o sobre me gusta como canta Madonna cuando no va despeinada... En primer lugar hay que reconocer que hay cosas de nosotros mismos que nos gustan como otras que detestamos aunque nos cueste. Un blog no es un diario privado es completamente abierto, sería como dejarse la llave del mismo a la vista y al alcance de cualquiera que quiera hojearlo. Hay que ser conscientes de que va a ser así. Cuando nos sinceramos en un blog, ciando lo mostramos al mundo sin vergüenza es mostrar al público de una feria al increíble hombre lagarto o a la más bella bailarina recién llegada del Folies Bergere... en ambos casos debemos ser consecuentes de que tanto el uno como la otra somos nosotros mismos y que los estamos mostrando al público desde un punto de vista sincero y realista.

Años atrás, ya a finales del siglo pasado, mientras trabajaba en medios de comunicación como la tele y la radio me encontré con un fenómeno curioso de semejantes características. Por aquel entonces un servidor dirigía y conducía un programa de esoterismo donde docenas de pitonisas ofrecían sus habilidades vía telefónica en riguroso directo. Pues bien, era curioso el índice de llamadas que recibíamos durante la emisión, incluso después de ésta, era singularmente llamativo que mucha gente quería salir de forma exclusiva en antena y explicar sus problemas al éter (o a la audiencia), la inmensa mayoría daba su nombre y su localidad de residencia. Todas ellas sacaban a la luz temas muy personales relacionados con su vida conyugal (o la de sus congéneres), problemas laborales y económicos, enfermedades de todo tipo y relaciones sentimentales algunas extra matrimoniales. Ninguno de ellos se quejó al soltarlo por antena, nadie pidió una charla privada, es más algunos de ellos repetían consulta en programas sucesivos lo que nos permitía, a los que oíamos su historia, seguirla como si fuese un singular culebrón venezolano. También descubrimos otro fenómenos curiosa. Había muchísima más audiencia que escuchaba problemas ajenos que los que realmente llamaban para participar, es más algunas se reunían en casa o en la calle para comentarlo (lo se por varias fans del programa que nos los hicieron saber en persona) Esto me sirvió para darme cuenta que saber de otros, que tener constancia de sus desgracias o celebrar sus beneficios era una de los más importantes engranajes que hacen evolucionar a la humanidad. Por eso poco me creo de que haya gente que se escandalice de por lo que yo u otros podamos explicar en un blog; y mucho más aun cuando lo leen y disfrutan o sufren con ello.

viernes, febrero 27, 2009

Richard A. Archer va al médico: Episodio 2 ¡Yo fui un hipocondríaco adolescente!

De pequeño era hipocondríaco hasta la médula; pero de esos que dejaba a la altura del betún al mismísimo Woody Allen. Si había una enfermedad a mi alrededor yo la asumía con orgullo y me la ponía como una chaqueta hecha a medida; también en muchas ocasiones pensaba que mi cuerpo era como un potente imán que arrancaba las enfermedades de los demás (a modos de milagro mariano) para que estas se adhirieran a mí de manera irremediable. No os penséis que era selectivo con los padecimientos, no. No sólo asimilaba las enfermedades comunes también las curiosas me atormentaban día sí y noche y por supuesto había cabida a todo tipo de enfermedades imaginarias a cada cual más extraña.

Dejadme que os explique...

Recuerdo una noche de considerable angustia... tendría unos once o doce años en donde confundí el goteo de uno de los grifos del baño con una absurda paranoia en la que mi riñón derecho perdía una suerte de liquido (orina o sangre o ambas cosas) en mi interior por lo que era el causante de tal sonido. La de vueltas que di en la cama tratando de evitar escuchar ese goteo para, de esta forma parar una posible enfermedad definitiva o mortal. ¿Os habéis fijado alguna vez en esas manchitas negras del tamaño de una mota de polvo que aparecen en la sopa, en las verduras, en el yogurt, la sal, el azucar o en cualquier otro alimento? Pues bien de pequeño pensaba que eran las encargadas de producirnos cáncer si las ingerías.

Otra de mis más absurda de mis paranoias tenía que ver con los terribles efectos del champú al entrar en en contacto con los ojos. Tenía espantosas pesadillas en las que el iris y la pupila desaparecían de mi cara dejándome los ojos de un blanco inmaculado después de derramar un poco jabón entre mis parpados. En mis sueños observaba angustiado frente al espejo como el color azul y el negro dibujado en mis corneas se diluían de forma irremediable derramándose por mis mejillas como una especie de grotescas lágrimas... Pero eso no es todo, en ocasiones el champú era tan agresivo (supongo que tendría más ingredientes maléficos o por el contrario era de los de marca blanca) que no sólo disolvía el color de mis ojos, sino que también destruía la cornea dejando a la vista un repugnante agujero mucoso y sangriento de tonos rosados.

Sin alejarnos el tema oftalmológico... Desde muy niño tenía verdadero pavor hacia quienes padecían estrabismo; ver un bizco cerca de mí era como sufrir el presencia de un extraterrestre de un planeta hostil. Tenía miedo de que si me miraba su maldición estrábica se apoderaría de mi cuerpo, bueno en este caso de uno de mis ojos que lo torcería hacia casi hacerlo desaparecer por el lagrimal. En mi barrio había un par de niños estrábicos. Eran esos niños que iban con parches en los ojos y con gafas tan gruesas y pesadas que podría hacer dolorosas hendiduras sobre el puente de su nariz. Un día me armé de valor y me atreví a preguntarle a uno de ellos, un niño de mi edad y cuya madre de nacionalidad Suiza era conocida por doquier como “La loca de los gatos”, cómo se había transformado en bizco. El crío debió pensar que yo era un gilipollas (en el fondo he de reconocer que un poco si lo era) por lo que aprovechó para echar rienda suelta a su imaginación y contarnos a mi hermana y a mi la horripilante historia en la que un día, tras despertarse, comenzó a notar un terrible escozor en uno de sus ojos y tras frotárselo, de repente comenzó a nublarse la vista mientras sentía como su globo ocular, sin pedirle permiso alguno, se le torcía irremediablemente hacia la base de su nariz... He de decir que escuché todo su relato con verdadero afán pero también con auténtico terror. A partir de entonces, cada mañana, tras levantarme corría hacia el baño para ver si uno de mis ojos se había salido de órbita, cuando estos me picaban no me los rascaba y cuando me salía un orzuelo me encomendaba a todos los santos (incluído el niño Jesús) para que cualquiera de mis ojo permaneciesen perfectamente alieneados y su lugar correspondiente... ¡Huy!, se me olvidaba añadir que el día que descubrí que mi pupila de dilataba y se contraía (en una de esas revisiones oculares paranoicas) emití un grito de pavor en el que desperté a media casa.

Sí, cuando otros niños pensaban en fútbol o en jugar a soldados yo lo hacía en enfermedades. Era mis monstruos del armario predilectos; pero he de dejar claro que todo lo que pasaba por mi cabeza no era producto de mi imaginación... bueno, ésta se encargaba de exagerar muchas de las cosas que escuchaba de personas que se lo contaban a mi madre. Aunque me producían horrores me interesaba muchísimo saber sobre la muerte de otros niños tras a contraer determinadas enfermedades (lo de la meningitis y como a quienes la sufrían se les ponía el cuello rígido y la cabeza mirando el zenit me causaba verdadera angustia) mucho más que cuando el que se moría era un adulto o un anciano. Durante mi infancia conocí varios casos de niños del barrio (o de mi entorno familiar) que habían muerto debido a enfermedades desagradables. Muchos de ellos eran de mi edad lo que multiplicaba mis comeduras de coco imaginando a un fantasmagórico y malvado jinete del apocalípsis rondando por la noches las calles de mi barrio (o ajenos) en busca de carne tierna cual lobo silencioso...

De todas las historias truculentas que escuché la que se lleva la palma era la trágica muerte de una niña, vecina de mis tíos que, una tarde tras venir del colegio le comentó a su madre que le dolía mucho un costado. Fue la propia madre la que nos contó la historia entre lágrimas, yo recordaba a esa niña, morena, con trenzas cara simpática y muy cariñosa, el verano anterior jugando con mi hermana en la piscina de la torre de mis tíos. Pues bien, la madre nos contó que la pobre cría comenzó a vomitar de repente algo oscuro y denso, como sangre. Mi tía muy dada a la exageración (sobre todo cuando a temas de salud se trataba) apuntó que lo que la niña vomitaba era su hígado (el de la niña no el de mi tía, mi madre para añadir mas conjeturas decía que la sangre se la había hecho agua...) Yo, mientras escuchaba la historia, me imaginaba la escena donde pedazos de todos los tamaños de hígado salían escupidos de la boca de la niña mientras su madre le aguantaba la frente sobre la taza del water (por cierto siempre me he preguntado porqué las madres o quienes estén a nuestro lado nos ponen la mano en la frente para aguantar la cabeza mientras vomitamos ... ¿Será para que de una arcada no nos golpeemos con la cerámica del inodoro?) Bueno la cosa es que la pobre cría comenzó a perder mucha sangre, a sentirse muy débil y cada vez muy mal; tenía muchísimo frío, fuertes dolores abdominales y no se aguantaba en pie. No sé si su madre la llevó al hospital o no, sólo recuerdo que ambas acabaron acostadas en la cama, bien abrazadas mientras la niña no dejaba de repetirle a su madre: “Mamá, abrazame más fuerte que mucho frío...” así hasta que minutos más tarde la niña se murió... Son historias que se quedan marcadas en la mente con fuego. Forman parte de nuestro universo de la psique, de la zona más caótica del mismo.

Dentro de mi aprensión precoz a las enfermedades se encontraba también la ser pinchado con una aguja, tanto para sacarme sangre como para meter medicamentos en mi cuerpo. A los siete o ocho años sufrí una especie de anemia galopante (yo por aquel entonces era más bien esmirriado y me cansaba con una facilidad pasmosa, vamos me pesaban hasta la uñas y el pelo de la cabeza) la señora que nos hacía la faena en casa y que alguna vez nos acompañaba al colegio sufría mucho conmigo, le decía a mi madre “¡Hay, señora Maruja, su hijo se me muere por el camino, que penita me da!” Ya por aquel entonces me habían dado un par de jamacucos (léase ataques de ansiedad) en los que pensaba que me moría. Uno de ellos sucedió en la cafetería de El Corte Inglés y fue bastante desagradable y sonado. Mi madre, harta de mis “perfomances” decidió llevarme al médico, concretamente al Doctor Odriozola que vivía y pasaba consulta en el mismo edificio donde vivíamos (y hasta la fecha seguimos viviendo, bueno por lo menos yo). Recuerdo que al hombre no se le ocurrió otra cosa que sugerirle a mi madre hacerme un análisis de sangre y a mi eschucharlo...

Creo que ese día Stan Lee también estaba en su consultorio y se inspiró en mí para crear a “El Increíble Hulk” lo más gracioso de todo (pienso que el tal Odriozola era masoquista o algo por el estilo) es que a la semana siguiente se le ocurrió volverme a pinchar... En esa ocasión los gritos que metí deberían haberse escuchado a seis mil kilometros a la redonda. Al final, tras una lucha encarnizada entre él y yo que ríete del exorcismo de Regan McNeil por los padres Merrin y Karras (recuerdo a mi madre sudando la gota gorda mientras me sujetaba como un cochinillo el día de la matanza) consiguió sacarme sange por segunda vez. Yo cabreado como una mona y exausto pensaba que por qué lo había hecho de nuevo si ya que la semana anterior me había sacado suficiente como por los menos una centena de pruebas. El resultado final fue que el niño padecía una anemia de las muy serias. Me recetaron unas pastillas rojas y grandotas que parecía cuagulos de sangre y tuve que tomar una dieta rica en hierro consistente en hígado a la plancha, lentejas, sangre cuagulada (que con cebolla e hígado estaba de vicio) Ah, y un jarabe repugnante, negruzco y espeso que sabía a mil demonios.

No sólo me recuperé de la anemia sino que también comencé a crecer a lo ancho. Conmigo también crecían las paranoias sobre enfermedades aunque esta vez me transformé en un hipocondríaco mucho más selectivo. Ya no me daba yuyu perder ojos, ni morir con el cuello para atrás o sufrir vómitos sanguinolientos, mi terror era exclusivamente dedicado al cáncer, en todas su formas y variedades. Por aquel entonces en mi bloque había un niño al que diagnosticaron un cáncer de riñón. El pobre jugaba en la calle cuando podía y siempre me fijaba con angustia en su cabeza, parecida a una bola de billar. Me producía mcuho asombro y repelús ver a un niño calvo. Mi madre me contaba que era por el cáncer, sin especificar que era por el tratamiento que le aplicaban. Así pues cada vez que se me caía el pelo me imaginaba que había contraído un cáncer (seguro que por haberme rozado con el niño, porque pensaba que el cáncer se pillaba por contacto incluso por hablar con una persona que lo padecía; o peor aun, por haber olvidado de apartar una de esas partículas negras de la comida...) de los chungos en cualquier sitio que en eso momento me doliera.

Afortunadamente mi hipocondría desapareció cuando a los diecisiete años, una noche, estando en la calle, me entró una ataque de ansiedad en el que pensanba que en ese momento mi cuerpo estaba siendo victima de una leucemia. Fue tan intenso dicho ataque que sus efectos duraron un largo año, donde entre angustias y recaídas pensaba que me estaba muriendo. Es curioso el cuerpo humano, sobre todo la capacidad que tiene para putear a la mente, pero empecé a adelgazar y encontrarme francamente mal de salud. La cosa terminó cuando una amiga y vecina psicóloga (y Argentina) me recetó un análisis de sangre (esta vez acudí a hacerlo sin montar shows) para verificar sobre todo que mis glóbulos rojos estaban bien vivitos y coleando y que todo era producto d emi imaginaión.

Creo que aquello fue la gota que colmó el vaso y el mejor escarmiento que pude llegar a tener para convencerme de que con las enfermedades no se juega.

Mañana más...





martes, febrero 24, 2009

Richard A. Archer va al médico: Episodio 1 ¡Me duele esto.. aquello... y hmmm de lo otro también!

No suelo ser de ir mucho al médico. Sobre todo a lo que se refiere ir al médico de cabecera. En primer lugar porque les tengo mucho respeto. Ojo, no es que me den miedo, en absoluto, sino que soy consciente de que su tiempo es oro y para tratar un caso realmente importante han de digerir seis docenas de casos leves, imaginarios o más bien algo banales... Si acudo a uno de estos consultorios es bien tras una urgencia o porque hago “lotes” de padecimientos varios y los expongo todos de golpe como si de repente fuese un vendedor de joyas al por mayor. Odio las esperas en los consultorios médicos. Detesto en sobremanera perder tiempo esperando mi turno sentado en una butaca mientras me encuentro rodeado de viejos aburridos que se pasean por ahí para tocar las narices a los médicos y resto de profesionales. No hay nada que me exaspere más que tener que esperar a que la abuela o abuelo de turno, de esos que día sí y día también va a darle al brasa al doctor o doctora de cabecera con una sarta de gilipolleces varias.
Muchas vece he pensado que tendrían que crear simuladores de consultorios médicos en los centros de la tercera edad, sí, con médicos de verdad (o de mentira) que les receten miles de cosas (Lacasitos o Juanolas por ejemplo) y les escuchen sus royos o los que le pasó a la tía Paca del pueblo que después de beber un vaso de agua fría se quedó tiesa en el suelo...

Siempre he sido muy observador. Me gusta, mes fascina el comportamiento humano y sin duda el he de reconocer que el de los consultorios médicos es todo un verdadero paraíso antropológico. De lo malo algo bueno ha de tener...

Resulta curioso observar especímenes que antes de entrar los veas llegar de la calle casi saltando y brincando de alegría y, una vez traspasan el marco de la puerta automática, parece como si de súbito les hubieran arrojado encima un cubo de agua helada. Sus caras se contraen, aparecen gestos de dolor, lamentos y penurias varias dignas de la mejor recopilación del “Canto Hondo”.

Los que sin duda se llevan la palma, y que mas grima me dan, son los que se sientan frente a ti. Como te ven nuevo no te quitan ojo de encima y esperan el menos atisbo de interés por tu parte para apoderarse de tus oídos con lindezas truculentas sobre ellos mismos o gente que ni siquiera conocen pero si una prima de su hermana de su madre... Yo a estos los observo con el rabillo del ojo porque si se te ocurre mirarlos a las pupilas, aunque sea una milésima de segundo la has cagao, ya estas condenado el resto del tiempo que te queda para que te toque turno. También me da grima los que hablan de sus padecimientos (acompanados con frases como “¡Ay, fíjese usted!”; “¡Madre mía qué pena más grande!”; “¡No somos nadie!”, ¡Qué que cruz, que tristeza tan jooooven!” y miles de variedades semejantes) en fuego cruzado. Claro, por que si tu no les haces caso (y eso que lo intentan) siempre habrá otro que lo haga por ti, y si ese otro es alguien de la misma edad que ellos y que encima les de vidilla o incluso puedan competir a ver cual suelta la pena mas grande mejor que mejor. Tu no hablarás con ellos, pero por lo menos los escucharás...

También me llaman la atención los que son más hábiles (lejos de los denominados llorones y suspirosos que esos lo tienen fácil) que buscan conversación gracias al numero de turno que les toca; o simplemente preguntan si ya han comenzado las consultas; o si les han llamado ya que como han llegado tarde (nadie de esas características llega tarde, no os lo creáis que es solo una patraña para buscar conversación) es posible que se les haya pasado la consulta.

A los adictos a los centros médicos les encanta hacer colas, ya sea para ir a sacarse sangre (hace poco tuve que sortear una manada de viejos que había ido casi en grupo a que les pinchasen, vamos como cuando se los llevan de excursión y de paso les venden unas mantas...); o producir largas colas para preguntar toda clase de imbeciladas frente al mostrador de información (hace unos días vi a un tío pesado preguntando insistentemente por su mujer, el tipo se iba y después de dos pasos volvía de nuevo con la misma sarta de preguntas lo hacía en un tono como si aquello fuese un club social o un bingo o vete tu a saber qué preguntando como cinco o seis veces a la pobre chica de recepción; os aseguro que a la pobre tendrían que haberle otorgado una medalla por lo menos a la paciencia...); o bien disfrutan de lo lindo cuando después de entrar antes que tu y esperar tres vueltas y media de manecilla de reloj aparecen sonrientes tras la puerta (como cuando uno se quita un gran peso de encima cuando va estreñido) agitando en al viento un fajo de recetas, bajas y pruebas médicas. Pero no sólo para ellos, sino para toda la familia, hasta para parientes lejanos, vecinos y allegados...

El otro extremo de este sarao soy yo, seguro que hay más como yo. No es que me vuelva insociable, soy educado pero no tengo ganas de darle coba a pesados que se deleitan de forma enfermiza contando males propios o ajenos. Llego a mi hora, espero, entro a la consulta explico mi caso (en este caso varios porque los llevo en lotes para no colapsar el consultorio) y si me dan hora de visita bien y sino recetas, aunque a veces podría ir para así pagar menos en las farmacias pero no voy por, insisto, para no colapsar nuestros eficientes (y pacientudos) servicios sanitarios.

Mañana más...

lunes, febrero 23, 2009

¡La he liado parda!

Aunque tarde lo prometido es deuda...

Días atrás había comentado que hablaría sobre las extrañas circunstancias en las que se encuentra mi sobrino Adam, harto conocido (y admirado) en este blog. He de comentar que pese a lo cómico de algunas de las situaciones en las que nos encontramos en estos momentos con dicho personaje; también he de puntualizar que su forma de actuar (errónea en el 99%) también nos resulta preocupante. Es cierto que no nos extrañaba e absoluto que, tarde o temprano, el niño nos diese muestras preocupantes de comportamiento errático. Vamos a ver, el crío es humano no un estúpido robot como los que aparecen en Inteligencia Artificial de Steven Spielberg y es bien lógico percatarse que en cualquier momento de su ahora apacible vida los demonios que le atormentaron en el pasado pasen a pedirle cuentas.

La adolescencia esa fase de nuestra vida tan singular. Como un parque de atracciones sin colas y repleto de montañas rusas vertiginosas, peligrosas y llenas de emoción... El año pasado Adam aun era un niño. Se notaba porque, aparte de seguir siendo pequeño en tamaño (eso sí no en lo ancho) se podía manejar con bastante facilidad, mira por donde como uno de los estúpidos robots de Spielberg (bueno y Kubrick) Le decías: “Adam haz esto” y el niño obediente hasta la médula lo hacía, con ternura, inocencia y mucho afán de superación. Bueno, he de decir que ya había ciertas señales, signos de que algo no iba bien, tampoco me iban a traer al niño inmaculado, con el disco duro recién formateado. Dichos signos se encontraban en como tenía ordenada la habitación. A veces os aseguro que era para fotografiarla y ponerla en una exposición sobre los barrios más pobres de Bangladesh. Aquello no era desorden, era el caos en su más pura esencia. Sí, ya se que no todos los niños son ordenados (como los que aparecen en las series españolas de Emilio Aragon que hasta los objetos opacos sacan a relucir brillo) Los niños (y las niñas) en cierta edad se vuelven un poco vagos y un poco desordenados, supongo que es debido a que las neuronas de su cerebro están preparando la revolución y no están por sandeces de poner las cosas bien en su sitio. He de decir que en mi caso el desorden fue muchísimo menos pronunciado (gracias al TOC y sus condicionantes que me hacían tenerlo todo bien en su sitio y clasificado por formas, densidades y mas mandangas...)lo mío era desorden, pero un desorden organizado.

En el caso de Adam el paisaje de su habitación era como si los americanos (tan preocupados por la paz y las armas de destrucción masiva) hubiesen vuelto a lanzar una bomba nuclear, pero en vez de Hiroshima o Nagasaki fuera en el ala este de mi casa, concretamente en el centro de la habitación del niño. El paisaje era desolador. Lleno de escombros en forma de papeles, envoltorios de caramelos, magdalenas y porquerías que se puedan recubrir con celofán o variados; ropa limpia o sucia o medio limpia o medio sucia; juguetes parapeteados alrededor del colchón y objetos inanimados y sin definición alguna. Claro, uno entraba en la escena desoladora que era esa habitación (entre otras cosas porque mi despacho, donde escribo se encuentra allí) y se me caía el alma a los pies. Os aseguro que las broncas que le caían eran monumentales, al principio un tanto educativas tipo buen rollo, pero al ver que estas no daban resultado la cosa iba “in crescendo” exactamente igual y en sentido proporcional a la acumulación de mugre y la dejadez del lugar. Claro, uno cuando ve que por mucho que grita o dialoga la cosa sigue igual (ojo que el niño recogía, pero al día siguiente habían vuelto a bombardear de nuevo la habitación) ya no sabe que artimañas más utilizar por lo que recurre a ese terrible (pero bendito) aliado llamado castigo.

Castigar si, perfecto pero cómo...

No es fácil castigar, os lo aseguro. Uno se acuerda de los castigos que nuestros padres nos imponían en la infancia, que por cierto en mi caso eran más bien escasos, o de los que padres o familiares imponían a nuestros semejantes. Teníamos una vecina muy amiga de mi madre y muy pija la pobre que castigaba a sus hijos sin postre si se portaban mal. Una vez mi madre lo intentó con mi hermana y conmigo... nos importó un puto carajo ya que pasábamos de comer postre como de comer mierda... Otros vecinos castigaban a sus hijos en cuartos oscuros, sin ir a misa (pues vaya chorrada de castigo) sin ver la tele, sin comer caramelos, sin bajar a jugar a la calle y un millón y medio de variantes adaptadas a cualquier edad o ideología.

Ya os digo. Pese alguna ocasión tanto mi hermana como yo habíamos conocido los castigos y penalizaciones. Un día nos castigaron sin cine (sesión doble con El cielo puede esperar y El coloso en Llamas) porque a mi hermana y a una amiga les dio por saquear un estante de muñecas cutrongas de un supermercado situado a pocos metros de la frontera entre España y Francia... Aun no entiendo porque tuve yo que pagar por sus fechorías.

En el caso de Adam los castigos abarcan un abanico mucho más amplio de posibilidades. Claro no es lo mismo su época repleta de todo tipo de ociosidad que la nuestra donde los videojuegos o el DVD eran inventos del futuro desconocidos para nuestro vocabulario. Pero sucede una cosa, hay que tener en cuenta con la eliminación de privilegios, ya que acaba resultado que el castigador (que raro suena eso) acaba quedándose sin recursos. Ademas hay que tener en cuenta que un castigo tiene también su valor mercantil. Nos es lo mismo castigar sin videojuegos por una “falta” leve que por una mucho más aparatosa. Si es cierto que el objeto o privilegio en cuestión puede no variar, y si modificar el tiempo de carencia de uso de dicho privilegio. Es jodido, os lo aseguro. Hay que calibrar y no pasarse de la raya ya que por un lado para el educador es un buen elemento persuasivo y alejarlo demasiado de las posibilidades del niño lo convierte en algo inútil, algo que ya no merece la pena luchar.

Después de esta clase orientativa, que muchos d ellos que ya sois padres sabéis de antemano vamos a pasar a la realidad, a la madre del cordero; a en que grado de barbaridad puede llegar la mente de un niño con tal de armar una que ríete tu del poder destructivo de las termitas...

Como Jekyll y Hide...

Adam ha cambiado. Ahora es un niño extraño, con ciertas (buenas) habilidades que utiliza mal, una de ellas la capacidad por actuar, de desdoblarse y de ser otro personaje. Este don le ha valido muy buenas notas en teatro, pero sobre todo la admiración de gran parte del colegio y sobre todo de su profesora de artes escénicas que está con el niño igual que si hubiese encontrado uno de los tesoros más valiosos de Ali Baba... No queda bien decirlo pero aunque suene pedante he de asegurar que el niño tiene madera de actor, y de los buenos. Lo pudimos comprobar en una función del colegio que acabó aclamado por el publico que le brindaron cientos de miles de aplausos y vitoreos. Es más, la directora del centro escolar, que no saía de su asombro, le obligó a salir el ultimo a saludar para de esta forma llevarse la mejor parte de las ovaciones (luego le obligó a adelantarse a sus compañeros de reparto para dedicarle en exclusiva una admirable parrafada acerca de su capacidad y calidad interpretativa)

No voy a negar que me sentí muy admirado por su habilidad. Es más, me sentí igualmente contento de ver como el niño había encontrado una de sus vocaciones. Porque veréis, dibujar no se le da nada bien y la música (las clases de flauta) no acaban de hacerle mucha gracia (le gusta más escucharla y jugar con ella tocando la guitarra con Rock Band) Pero lo que está relacionado con el teatro y la farándula le apasiona.

El problema es que como sabe que es una herramienta que sabe manejar muy bien se piensa que puede utilizarla para salir airoso de sus perrerías y claro de la misma forma que un cuchillo puede cortar un filete también puede matar a una vaca (o a una persona)

¿A qué viene esto? Os preguntaréis... pues muy sencillo. A que Adam hizo uso indebido de sus habilidad para una maldad. Una maldad no de las terribles, sino de las que desde una perspectiva dan hasta gracia pero de las que luego uno acaba dándose cuenta de que si no se toman medidas pueden llevarle por muy mal camino.

Memento...

Memento es el titulo de una película que nunca he acabado de ver (ya que me produce somnolencia y desaparezco del plano terrenal para enfrentarme a otros retos más oníricos) La trama va de un tío que se tatúa frases en el cuerpo (y también se apunta cosas en Post Its) porque sufre de una extraña amnesia que le hace tener menos memoria que un puto pez. No puedo hablar mucho de la peli porque desconozco lo que sucede en la mitad de la misma (ya que me encuentro roncando) también me sucede con Casablanca pero eso no viene al cuento...

Bueno, a lo que iba... Resulta que un día mi sobrina me comenta que su hermano se ha pasado veinte pueblos con ella. No es inusual que lo haga ya que las peleas, insultos y los puñetazos y derivados entre ellos son pan nuestro de cada día... Una especie de versión 2.0 de la relación entre sus progenitores. Lo que había sucedió era que aquella mañana la niña fue a la cantina del colegio para comprarse un bocadillo y cuando fue a pagar le avisaron que había pendientes más bocadillos en su cuenta. La niña se extrañó. Pero fue rápidamente aclarada de que los ágapes no eran de ella sino de su hermano. Esa misma mañana Miguel le había dado a Laura veinte euros para que la cría se comprase unos elementos que le faltaban para su clase de electrónica, así que decidió pagar las deudas de su hermano y luego rendir cuentas con Miguel en el momento de que éste le diese la paga semanal (cinco euros) Claro la pobre a veces es demasiado ingenua. Sobre todo cuando se olvida de lo patrañero que puede llegar a ser su hermano. Pues bien, la encargada de la cantina le pasa la cuenta y Laura pensando que sólo tendría que pagar unos cuatro euros se queda de piedra cuando ve que la cuenta de su hermano asciende a ¡catorce! Ella paga, cabreada como una mona y sin dinero para comprarse su bocadillo ya que el resto lo necesita para los elementos de su clase. En el patio busca a su hermano y le canta las cuarenta. Adam, en vez de agradecérselo se burla de ella en su cara y la llama “Pringada”. Eso sí, el tío se esta jalando uno de los putos bocadillos que acaba de pagar ella...

Cuando llegan a casa la niña está llorando. El cabrito del niño la ha estado incordiando todo el camino por ser tan prima y pagarle los desayunos; ah, eso sí, antes de entrar en casa le amenaza con pegarle si me dice algo (a que cojones me suena eso...) Afortunadamente la niña no se deja intimidar, aparte de que cómo iba a rendir cuentas con Miguel si lo ocultaba... Tarde o temprano se pillaría al culpable. He de decir que mi cabreo fue monumental, es más el niño trató de chotearse también de mí cosa que evite con una buena dosis de mala leche. Mientras comíamos esa misma mañana me fije que el niño tenia algo escrito en la palma de la mano. No era la primera vez que lo veía. Sobre su piel, en bolígrafo de color azul, negro, verde y rojo he visto todo tipo de dibujitos que van desde penes, mujeres desnudas, frases soeces y una cruz esvástica tachada con una cruz... Mi sobrina se percata de lo que estoy viendo y le dice a su hermano que me lo enseñe. El niño no quiere, la insulta (le llama puta) a lo que yo le meto una colleja y le obligo a ver de que se trata. Me dice que son apuntes, yo le pregunto que si no tiene papel para apuntar cosas, él me conesta que en ese momento no. Claro, uno que no es tonto se da cuanta de que esos apuntes (como los del protagonista de Memento) tienen otra finalidad que la de adornar o servir de nota aclaratoria en caso de emergencia. Los textos hablan de dioses griegos y romanos y abarcan desde la punta de los dedos hasta la parte anversa del codo. Laura me dice que su hermano tiene esa tarde examen de sociales, precisamente de mitología griega y romana. El niño lo niega. Después de varios improperios por mi parte (he de añadir que siempre fui muy mal estudiante pero os aseguro que nunca hice chuletas) mandé al niño al baño a borrarse las puñeteras “ayudas”. También le advertí que al día siguiente iría al colegio a avisarles de que cada vez que hiciese un examen lo revisasen de arriba a abajo. La cara de mala hostia del niño era de película de terror.

He de decir que esos hechos no fueron el principio de todo, ya tiempo atrás Adam venía haciendo verdaderas barbaridades, una de ellas tenía como protagonistas a los pobres gatos. Pero dejadme que acabe de contar esta batallita, que tiene miga la cosa.

Aquella misma noche después de cenar y hacerlos pasar por la ducha (y llevarse Adam la pertinente bronca de Miguel, que le castigó sin paga) Laura me dijo que en clase de repaso, donde se quedan tras acabar las clases de la tarde, Adam se había pasado todo el rato dando por saco con el teléfonito movil que le había regalado su padre (y que sorpendentemente aun había perdido pero que luego me enteré que se lo había requisado el subdirector del colegio por 15 dias...) y que al día siguiente tenía un examen muy importante de matemáticas del cual no había estudiado una puta mierda. El niño se cabreó de nuevo alegando que si había estudiado. Yo lo de si lo había o no estudiado lo dejé en suspenso...

A la mañana siguiente, después de hacer una gestiones me acerqué al colegio para advertirle de las patrañas de mi sobrino. Me recibió la directora y le cometé lo de las chuletas (ella me enseñó el examen del niño que había suspendido con un 2 pelado ya que el profesor les había puesto imágenes de estatuas de dioses en vez de texto) y también le comenté lo sucedido con la cantina. Ella me confirmó que ya pondría cartas en el asunto y que evitaría que Adam copiase en clase o que endiñase más bocadillos a cuanta de su hermana.

Pues bien, llego a casa, escribo un poco y de repente me suena el teléfono. Es la directora. Esta afectada. Me tranquiliza (sin saber yo lo que sucede) y me dice que el niño aparentemente esta bien salvo porque en el patio han estado jugando a perder la respiración y Adam tras una segunda intentona había perdido el conocimiento y se había desplomado en el patio. Yo comienzo a preocuparme (y a cagarme en sus muertos, los del niño claro está, que por cierto son el cincuenta por ciento los míos propios...) Silvia me dice que Adam está con ella, en el despacho, muy pálido pero que no recuerda nada, pero cuando dice nada, es absolutamente nada vamos !del golpe o de la experiencia se ha quedado amnesico! Yo en vez de desesperarme no hago más que reír. Silvia se queda un poco parada. Yo le digo que el niño tenia examen de matemáticas y que no había estudiado, ella me asegura que tal como ve al niño no parece cuento. Es más me dice que el niño no reconoce a nadie, ni a su hermana, dice que él no tiene ni tío ni hermana ni nada que se parezca; asegura que vive con su padre y su madre y que esa mañana ha desayunado magdalenas... Yo me preocupo y me voy a corriendo al colegio. A mitad de camino me cruzo con Paloma (la abogada de mi hermana) y le cuento lo sucedido. Me dice que me lleve al niño al hospital y que ya le contaré más tarde.

Cuando llego al colegio entro al despacho y me encuentro a mi sobrino sentado donde yo había estado sentado una hora antes. El niño me mira de forma extraña, está pálido y tiene los ojos vidriosos, medio entornados. Cuando me ve me pregunta con voz cascada que quién soy... Yo en ese momento no se si reírme, soltarle un sopapo o creérmelo. He de decir que me cuesta darme cuenta si me está engañando. Me siento a su lado, Silvia está callada, yo también. Adam me mira como perdido. Me olvido del niño y le digo a Silvia que llame a Laura. Ella la llama. Silvia me vuelve a comentar que está preocupada. Ha llamado a la mutua del colegio y le han dicho que si la cosa se pone mal que llevemos al niño rápidamente de urgencias. Le comentan que no es normal un caso de amnesia por una practica como la que ha hecho el niño en el patio. Si es posible que del shock por la perdida de conocimiento esté desorientado, pero no amnésico y de forma tan acentuada.

Llega Laura, el niño se la mira y pregunta que quién es esa, la niña flipa de colorines. Nos dice que es raro que no no la reconozca ya que en el patio, antes de subir a clase le ha llamado por su nombre para decirle que se había desmayado. Silvia y yo nos miramos de reojo y miramos al niño. Este esta como desconcertado. Realmente parece enfermo. Tiene mala cara y una expresión de perdido que da miedo.

Le hacemos preguntas. El niño no sabe ni donde tiene la oreja. Llama a sus compañeros por otro nombre, no conoce a nadie, ni al subdirector del colegio ni a su profesora de teatro. El asegura que no vive conmigo, que no sabe quien puñetas soy. Yo ando por recordádselo de un bofetón, pero dudo si en realidad está afectado. Comentamos lo del examen. Silvia me comenta también que una semana atrás a un compañero de curso de Adam le sucedió algo parecido después de recibir un buen pelotazo en la cabeza. Por un lado la mía está recopilando información, mi cerebro se encuentra entretenido atando cabos sobre toso para quitarle credibilidad al tema del ataque de amnesia. Por otro trato de imaginarme la situación de llevarme al niño al médico con semejante panorama a cuestas de hacerle pruebas y valorar si su cabeza ha sufrido daños y si estos son a largo o corto plazo.

Silvia y su marido (el subdirector, que no se cree nada el ataque) me aconsejan llevarme al niño a casa, a ver si se recupera durmiendo un poco o comiendo algo y luego llevarlo a la mutua del colegio. Silvia esta muy preocupada. Lo mismo que el resto de profesores (incluida la profesora de teatro)

Me llevo al niño a casa. De camino Laura y yo dejamos que vaya delante para ver si nos da muestras de que está fingiendo. Justo cuando llega a la altura del desvío para casa Adam da indicios de tomar el camino correcto. De repente se para y nos pregunta si vamos bien para nuestro destino. Yo le digo que no. Que se equivoca y me lo llevo a dar una vuelta por el barrio. A todo esto el porcentaje de duda ha disminuido respecto al de la lógica. En todo caso no dejo de sentirme mal por ser tan cruel con él en el caso de que si se encontrase amnésico.

Llegamos a casa. Él sigue igual, es más no reconoce nada, sigue opinando que no tiene hermana ni tio. Cuando entra en su habitación me dice: ¡Menuda habitación más sucia y guarra! Yo le contesto que sí, que ahí duerme un marrano.

Me voy a la cocina. El niño se queda en el comedor. Llama su madre. Él se pone y le dice que quién es ella. Mi hermana se pone nerviosa. Laura le explica que su hermano tiene amnesia. Mi hermana se pone de los nervios. El niño se percata de ello, se pone y dice que si la reconoce. Abro la nevera y veo la solución a su “supuesta” pantomima. Tiene forma de queso, producto al que el niño odia con avaricia. Le llevo un trozo. Le digo que se lo coma. El niño lo toma y comienza a comérselo. He de decir que casi me convence en ese momento. Luego veo que su cara cambia. Le está entrando ascos. Me dice que no quiere. Le digo que por qué, si le encanta el queso... Me dice que no le apetece. Me vuelvo a la cocina. Pasa medio minuto y de repente Laura me llama y me dice que su hermano le ha confesado desde el sofá que se lo había inventado todo ¡para no hacer el puto examen de matemáticas! Me cabreo como un mono, aunque en el fondo me parto de risa. Decididamente el niño tiene madera de actor y se ha quedado con todo el personal. Mosqueado le apunto que en cuanto vuelva al cole le pida perdón a todos, es especial a Silvia, su marido y a la profesora de teatro. Me entero que cuando llega al cole no se atreve a abrir la boca y le pide a su hermana que interceda por él. Ella, se lo comenta a la directora y acepta las disculpas, eso si ya hablarán más adelante; con quien si tiene una charla, en realidad dos durante dos días es con el subdirector, que tiene una mala baba impresionante. La profesora de teatro está enfadada un poco con él, sobre todo por haber utilizado su talento de forma negativa. También habla con él su padre. Esa misma tarde. Le echa una buena bronca. A Miguel le toca por la noche. El resultado de tal fechoría: no hay videojuegos por tiempo indefinido, no hay paga en la misma condición y otros castigos más que se añaden cuando descubrimos la traca final. Laura revisando la carpeta de su hermano encuentra un puñado de exámenes suspendidos ¡con mi firma falsificada!

No se vayan todavía aun hay más...


... como pregonaba Super Ratón. Lo mejor (en este caso lo pero de todo) está aun por llegar. No hay nada que supere ni la falsificadas, ni a loa ataques de amnesia, ni a la mugre que se apodera de su habitación; ni siquiera los golpes ni insultos que “regala” a su hermana como lo que le hace Adam a los pobres gatos.

De los tres que tenemos sólo dos reciben de sus “cuidados”. Sólo Ñiñi (My Lady como nombre alternativo) se libra de sus impulsos. Supongo que debido a que la gata sabe defenderse y ya he ha dado en varias intentonas su merecido. ¿Y qué les hace esta clase de psicópata que viven en casa? Pues arrancarles las uñas de las patas a mordiscos. Los pobre mininos, confiados que son se van con él, incluso los secuestra escondiéndolos a un costado de su barrigota y los mete en su habitación para torturarlos. Nosotros nos damos cuenta ya tarde cuando los escuchamos gritar de dolor o cuando se cansa y los suelta y nos damos cuenta que que la pata tiene babas y sangre. Los cabreos en casa son de órdago, descomunales. Personalmente me indigna y me cabrea sobremanera. A veces él se rebota contra nosotros y niega toda evidencia o nos desafía (en ocasiones actúa ante mi igual que su jodido padre con las misma risotadas bobaliconas, los mismos dejes y las mismas estupideces) Vamos que si lo imita lo hace de puta madre. Si no me temo que tengo un clon del hijoputa en mi propia casa.

Después de pensarlo seriamente hemos decidido llevarlo a psicólogo. No sólo a él, también su hermana y de paso yo. Sí, lo reconozco estoy deprimido, me ha costado y tras asumirlo he decidido visitar a un especialista.

Acabo de venir de mi primera visita.

Eso es algo que contaré en otro post. Y os prometo que lo veréis publicado mañana mismo. Sin falta.

martes, febrero 03, 2009

64

Mi hermana nació en 1964 y curiosamente lo que ha quedado por pagar de su divorcio ha sido 64 euros. No se si tiene que ver con las coincidencias o no pero me resulta de por si llamativo, por no decir significativo. Un año hemos tardado. Un año largo eso sí, menos agresivo que el anterior, lleno de sobresaltos y muy malos momentos.

Yo siempre he visto las deudas, mejor dicho visualizado como cadenas atadas a los pies de una persona que bucea buscando la superficie y que mes a mes, como por obra y magia del oxido del agua se van desprendiendo hasta permitirnos alcanzar la ansiada bocanada de oxigeno para seguir viviendo.

Este divorcio no ha sido exclusivo de ella. Lo hemos pagado un poco entre todos los que estamos a su alrededor. Ella ha puesto una parte, la que le permite su escasa pensión. Miguel ha contribuido un par o tres de meses, yo he pagado una parte algo más grande del pastel, incluida la liquidación de un plan de pensiones que quizás un día de estos tenga que volver a reiniciar... quien sabe. Ante todo no ha mayor merito para el que haya pagado más, ni menor para el que lo haya hecho menos. Siempre he pensado que este sacrificio, este esfuerzo como se le quiera llamar era algo karmático. Deudas de un pasado lejano quizás pertenecientes en otra época o lugar...

Curiosamente ya se me había advertido de ello diecinueve años antes, mucho antes de que mi hermana pasase por el altar. Alguien a la que tengo un gran respeto y admiración me dijo por auel entonces: “Sobre los 40 años tienes un divorcio muy doloroso que está marcado en tu destino y cambiará tu vida”. He de decir que en esa ocasión ni me creí ni descreí sus palabras, entre otras cosas porque aun faltaban años para que se produjera y obsesionarse con el futuro (supuesto) no era nada sano. Ahora cuando se ha cumplido la profecía tomo aquellas palabras prestadas y las certifico y si hace falta las sello marcadas en lacre rojo escarlata (esa colorida palabra que siempre me ha producirme una extraña fobia)

Es curioso que todo lo que fue su matrimonio, lo que significó ante la ley y ante la iglesia es ahora una simple factura donde se anuncia una ruptura.

martes, enero 27, 2009

Agarrarse a la vida y sobre todo ¡vivirla!

El domingo me pasé toda la tarde metido en un avión que se había estrellado en los Andes en 1972. Sí, supongo que a muchos de vosotros os suena la historia. Un hecho sucedido a un equipo de rugby de una escuela católica de Uruguay y que marcó no sólo a aquellos que sobrevivieron, sino también a los que, como espectadores, admiramos, repudiamos, reflexionamos o nos escandalizamos (que no es mi caso) de lo que tuvieron que vivir durante 72 días sobreviviendo en las montañas en una condiciones extremas.


Por cierto ¿por qué la gente es siempre tan morbosa y le da 5647856 vueltas al tema de la antropofagia en este caso y no precisamente al tema de “saborear” otra cosa que no sea las ganas de vivir? He de reconocer que su experiencia, lo que vivieron esa gente, los horrores, el sufrimiento etc.. siempre me había causado un cierto destemple. Los putos tabúes… Cuando aconteció el accidente yo contaba solo con 5 años pero en mi casa se comentaba bastante el caso, es más el libro sobre sus experiencias revoloteó por casa y muy de vez en cuando pasaba por mis manos (ya de más mayor) para mirar las fotografías en blanco y negro de los supervivientes o de los fallecidos. Es curioso porque a mí siempre me han gustado las películas de desastres, no por lo trágico que resulte que un tifón arranque a una persona del suelo y la mande a la Conchinchina hecha pedazos, o que una mole de hormigón acabe más chamuscada que la punta de una cerilla… para mi es más importante el hecho de poder salir indemne (físicamente) del acontecimiento y lo que sucede después, como cambia tu vida, tu entorno, como ves las cosas...

Si, reconozco que al principio cuando leía el libro ¡Viven! trataba de buscar aquellas partes más truculentas de la historia, lo que tiene ser un preadolescente con ganas (curiosidad morbosa)de leer cosas poco comunes (y además verídicas) Pero aquella gente no era ni Paul Newman, ni William Holden, ni Charlton Heston, ni Shilley Winters o siquiera Fay Dunaway. Eran personas como cualquier otras (incluso como la de los personajes arriba mencionado) salvo que a ello nadie les gritaba acción o corten y después se iban del plató a sus propias casas. Quizás lo que más me llamaba la atención (y por ello sentía cierta fascinación hacia ellos) era porque su “película” lo que habían vivido era real, lo más real y cruel a lo que se puede enfrentar un ser humano.

Todas las tragedias son duras experiencias. No creo que haya un baremo para medir si este o el otro lo pasó más fatal… Todo acontecimiento excepcional, sea bueno o malo, marca. Lo mismo si te toca una quiniela millonaria (o lotería) como si caes en medio de la nada y has de sobrevivir con los mínimos y tomando decisiones que pueden producir heridas profundas en la sociedad.

A todo esto, no sólo vi la película ¡Viven¡ (la versión e Frank Marshall), sino que también la complementé con un impresionante documental llamado “Naúfragos Vengo de un avión que cayó en las montañas.” De Gonzalo Arijón Muy interesante y completo sobre el testimonio real 30 años después de una parte de los supervivientes. Reconozco que siento fascinación (y bastante angustia) con esta historia. Sus testimonios, lo que narran sobre esos días en las montañas y como sobreviven a todo tipo de calamidades, da una pequeña gran lección de lo que el ser humano es capaz por sobrevivir, por agarrarse a la vida, pese a que algunos de ellos rozan la muerte y dejan casi seducirse por su abrazo. La vida, el amor hacia los suyos, o el huir de ese aislamiento hace que nos demos cuenta de nuestras capacidades. Aunque estemos bajo mínimos y completamente desmoralizados. Vivir la experiencia (nuestra o ajena) y sobrevivir a ella, o por lo menos aprender a hacerlo. Esa es la verdadera esencia de una tragedia.

Como en una montaña rusa... (o la ley de la balanza)

Estoy de un vago que a veces me doy asco a mí mismo... No so creais que incluso me he llegado a preguntar si sufro algún trastorno de bipolaridad porque paso del “hiper ajetreo” a deambular como un zombi por la casa tocándome las narices todo el día. Supongo (espero) que lo mio no debe ser bipolaridad. Los bipolares no son conscientes de su trastorno, lo sufren y se percatan de ellos los que están a su lado y se aburren o se exasperan de ver a sus familiares o amigos subidos todo el día en esa montaña rusa sin fin que es su vida.

Yo me hablo mucho. Me digo que he de mover el culo. A veces me hago caso y de dentro de mi sale una especie de energía cósmica (vete a saber de donde la pillo) que hace que mis pies se pongan a caminar de repente y me ponga a hacer cosas sin parar...

“¡Si tu no te animas no te anima nadie!” Me comento de vez en cuando. A ver, no estoy depre. No voy llorando por las esquinas, ni siquiera voy imaginándome cosas chungas sobre que hacer con “mi triste existencia”... Nada de eso, ya que precisamente, mi existencia es poco triste, sólo se encuentra un poco descontrolada. Simple y definitivamnete estoy un poco vago.

Es muy posible que todo lo sucedido estos meses (años) atrás ahora estén pasando factura y el cuerpo, sabio como él mismo me esté poniendo a una especia de ralentí. Pero claro, mi cabeza no hace mucho caso yb quiere marcha. Sabe que hay que hacer cosas, moverse y escribir (ahora solo escribo bajo mínimos aunque noto que no he perdido desparpajo a la hora de expressrme lo que me tranquiliza) por lo que supongo que lo mío son cosas de biorritmos o la falta de vitaminas o de dejadez… Sobre la escritura he de reconocer que el año pasado sufrí una hemorragia (más bien una cascada como las de Niagara) de expresión literaria y de creatividad, de esas que no hay forma de pararla. Igual, también es que necesito más acción a mi alrededor... Lo cierto es que no tengo ganas de meterme en follones familiares de nuevo. No. Prefiero que los personajes nefastos que poblaron las páginas de mi vida se queden atrás, perdidos entre párrafos y que acumulen tanto polvo hasta que los haga irreconocibles.

Si es cierto que la calma, me sirve para reflexionar, sin comerme mucho el coco. Este parón es como cuando subes a una cima y ves todo el horizonte. Tu casa, la de otros, lo que se está construyendo o lo que se ha destruido… Tampoco creo que soy la única persona en el mundo que cree que lo que le está pasando es de uso exclusivo para él mismo. Historias como la mía seguro que hay cientos, miles… incluso puede que en otro planeta semejante a este también haya otro como yo con un ex cuñado capullo, una hermana con Parkinson y un trabajo que le gusta a horrores pero que no está todo lo remunerado que uno podía esperar (os aseguro que no es la octava maravilla del mundo por eso lo de la crisis me lo paso por el arco del triunfo).

Por cierto, alguien, no me acuerdo bien ahora de quien se trataba pero sí que iba del royo Ley del Karma o temas de la Gestalt que decía: “Todos y cada uno de nosotros formamos parte de una balanza. En cualquier lugar del universo tenemos a un semejante que comparte con nosotros el otro platito para conseguir el equilibrio. Si tu estas demasiado bien tu semejante estará demasiado mal, dependerá de cómo os equilibréis para que las cosas entre vosotros se armonicen.” Pues que bien, que a gusto se quedo el sabio de los cojones… A ver si ya es complicado estar de acuerdo con alguien de tu entorno imaginaos con alguien que no conoces… ¿Y si es un búfalo que pasta por las llanuras? ¿Y si te ha tocado con un magnate narcotraficante hijodeputa que vive como un rey (supongo que es mi caso)? ¿Y si tu otro lado de la balanza es un psikokiller, un alienígena horrendo o un dictador del tamaño de Hitler? Menuda gracia ¿no? Cualquiera se pone a equilibrar la puñetera balanza. Es para sentarse a un lado y aburrirse mirando el paisaje mientras desde lo alto del otro plato se lo pasan de puta madre…

martes, enero 20, 2009

Frase de la Semana: Supervivencia

Bienaventurados los miserables porque ellos sobreviviran a las consecuencias de la crisis.