miércoles, agosto 29, 2007

El Gran Normando: ¿Quién es quién?

Si, reconozco que antes de ponerme a hablar de un viaje con tantos personajes antes he de presentarlos. Más aun cuando son tantos y tan variopintos. Podría presentarlos uno por uno pero mejor (no en todos los casos) hacerlo por grupos. Lo digo porque muchos de los que viajamos a Normandía formábamos pequeños grupos familiares todos relacionados entre sí. Por dónde empezar es algo difícil por no decir complicado. En un programa de televisión o película se haría por orden de importancia o, para ser más “políticamente correctos” en orden de inicial de su apellido. Como de muchos de ellos no me acuerdo del apellido y pienso que todos los que fuimos éramos importantes lo voy a hacer a voleo (si ya sé que no me vais a creer pero prefiero hacerlo así). Espero que, de esta forma, con un poco de explicación (la mía por supuesto aunque también pienso que la de la mayoría de los aquí representados) no os perdáis en los sucesivos post donde se haga referencia al viaje.

Alexa y David (alias los “cuñaos”)

Estos dos personajes han sido (sobre todo ella) la gran revelación del viaje. Me explico. Alexa era la primera vez que salía de España. No había miedo en ella. Era como una niña con zapatos nuevos. La llamamos “La Cuñá” porque está relacionada directamente con Miguel y un menda. David, su pareja es uno de los hermanos de Miguel (tiene otros, en total son cinco. Todo chicos) David está repetido, es decir tiene un clon (o si se prefiere él en sí mismo es un clon de su hermano gemelo que no vino al viaje porque no quería perderse las fiestas del pueblo…) Alexa desde que supo que Miguel y yo éramos pareja nos asigno el parentesco político de “cuñaos” y lo suelta a los cuatro vientos con un desparpajo que da gusto. Sobre todo delante de “la Suegra” la madre de Miguel que aun parece que esté en Babia respecto a nuestra relación de más de diez años... Bueno la cosa es que al final del viaje ambos acabaron convirtiéndose en “cuñaos” de todo el mundo. Esto es quizás es síntoma de hubo tan buen rollo que en el fondo, al final todo el grupo de viajeros nos convertimos en una gran familia. Se apuntaron a casi todas las excursiones planeadas en el viaje. Sólo se saltaron Paris porque el día anterior habían comido en el bosque una “guarrerida silvestre” y tenían las tripas un poco revueltas. De Alexa sorprendió su desparpajo. No tenía miedo de entablar una conversación con los oriundos de la zona sin tener ni puñetera idea de francés. Tanto se le daba meter una frase en castellano como inventarse una en la lengua de Napoleón y Josefina. También cantó en lengua gala con la ayuda de un Buhonero en Chartres. Se lo pasó todo el rato bomba y eso se le veía en el día a día. Con David fue un gustazo viajar porque y entre otras cosas podía relacionarse un poco más con su hermano (antes se veían de uvas a peras y no había mucho contacto constante). Aunque mucho más discreto que su “Partenaire” se le notaba que se lo estaba pasando muy bien.

Dioni

En una edición de Gran Hermano (Big Brother) Dioni hubiera llegado muy lejos sobre todo por su discreción (los ruidosos siempre somos los primeros en ser expulsados). La principal razón de su timidez era que apenas conocía a nadie. Dioni formaba parte del grupo de “los Cuñaos” Se apuntó al viaje muy temprano junto con ellos. Con el paso de los días fue dando muchas sorpresas. Ahora mismo me viene a la cabeza la noche antes de visitar Paris, nos reunimos con él, Dani, Esther y yo mismo alrededor de la mesa de la cocina para hablar de esoterismo y fenómenos paranormales (la casa y el entorno era perfectos para este tipo de charlas) él si viajó con nosotros a la “Ciudad de la Luces”, ascendió junto con Dani, Miguel, mis sobrinos y yo la primera y segunda planta de la “Torre Eiffel” y paseamos por el barrio de “Sant Germain Des Pres” donde nos invitó a un café en una de esas terracitas típicas de mesitas diminutas que sirven a quienes se sientan poder contemplar al resto de transeúntes. Dioni se desveló como un buen entendido en temas de la Segunda Guerra Mundial o el Wretsling que hizo que congeniase a la perfección con Jose, Pablo, David (el de Sevilla) o mi sobrino.

Jose, Sonia e Isaac

Todo un placer con viajar con ellos. Este año se incorporaba a las aventuras el pequeño Isaac que fue el más mimado de todo el viaje. Su lenguaje monosílabo se convirtió de coletilla para algunos de nosotros. No quería descansar. Tantas manos y tantas texturas nuevas por descubrir (el contacto con el césped y de la moqueta fue para él mayor de los placeres habido y por haber) Con Sonia y Jose compartimos charlas en el exterior de la casa entre pitillo y pitillo, abrazos y momentos de cocina. Con Jose nos fuimos una tarde Esther y yo a comprar al supermercado y a la panadería del pueblo (madre mía que “bagettes” de pizza hacían) Visitamos Paris con ellos pero no Disneyland. Descubrimos las Costa de Alabastro y lo jodido que era caminar por las piedras de la playa. Fuimos testigos del primer baño en el mar de Isaac y Jose pudo ver un poco de resto de la Segunda Guerra Mundial. La parada en Issoire fue obligada (y con mucho placer) porque dos años antes Jose había prometido tras prender una vela que si Sonia y él tubiesen un hijo nada más volver a España (despues de varios problemas de embarazo de Sonia) volverían con el niño para encender otra vela. La petición se cumplió y Jose cumplió su promesa.

Esther

Dentro del grupo de los “Singles” destaca Esther. Su relación con el resto de participantes fue excepcional. Miguel y yo la conocimos tiempo atrás gracias a Martín (que no vino al viaje porque se nos quedó cuidando al gato y a su novio Oscar adicto a jugar al Cocoricó) Esther no tardó en ganarse el afecto de todos los allí presentes sobre todo el de “la Cuñá", Mercedes pero sobre todo el de mi sobrina, a la que acicalaba y planchaba el pelo con gran devoción. Tuvo un pequeño bajón a mitad del viaje debido a un problema familiar grave. Con el mimo y el afecto de varios de los participantes se recuperó rápidamente y pudo disfrutar del viaje en todo momento. Su llegada a Paris fue algo accidentada debido a la rotura de una de sus sandalias veraniegas pero gracias a la inagotable ayuda de Mercedes (y de un menda, que mediante teléfono móvil, le indicó una calle donde vendían zapatos fashion a precios de risa) pudo resolver su extraña situación. Debido a eso se perdió el ascenso a la Torre Eifel (pero ya se sabe que en la vida no se puede tener todo a la vez…). Otro punto a destacar es su gran capacidad de dar mimitos a los allí presentes de los que destacan besitos, achuchones y todo tipo de abrazos. En Disneyland se adjudicó una diadema de Marie la gatita presumida de Los Aristogatos que no se quitaba ni para dormir. Se nos perdió en una ocasión en el parque cerca de la atracción de Indiana Jones, pero la recuperamos muy rápidamente dejando que una ristra de turistas se nos colasen en las eternas pero dinámicas colas. Otro de los momentos más interesantes fue una conversación trascendental con ella, Dani, Mercedes y yo en un bareto de Vuchy mientras íbamos a por viandas al supermercado. Otro momento destacado lo protagonizó junto a Dani y Juanjo cuando los tres tuvieron que compartir habitación en un Etap. Debido a su bronquitis y a que Dani roncaba cual serrucho industrial le obsequiaron a Juanjo (que también ronca como un reactor) con una serenata Dolby Sorrund Pro Logic en 5.1 que acabó con la paciencia del mismo teniendo que pasar este un par de horas sentado en la recepción del hotel haciéndole compañía a la recepcionista de guardia. Una confidencia: Su corazoncito latió con algo más intensidad por uno de los componentes del viaje jisjisjisjisjis.

Juanjo

Fue de los últimos en apuntarse al viaje. Con Juanjo ya habíamos viajado hacía dos años atrás a la Baja Normandía. Es amigo de Jose de toda la vida y de paso adoptado en amistad por Sonia y Miguel (bueno y por mi desde que lo conozco). Tiene un sentido del humor muy surrealista y un modo de ver la vida muy divertido. Le encanta polemizar y darle la vuelta a las conversaciones hasta llegar a lo más absurdo. Su estancia en la casa duró poco. Unos cinco días pero dejó no tardó en dejar huella en algunos de los allí presentes (féminas sobre todo) Tuvo un episodio divertido de camino a la casa junto con Jose y Sonia en un restaurante con una camarera muy chaovinista de aquellos tierra trágame que se convirtió más en una anécdota que en un suceso bochornoso. Amante de los buenos caldos se llevó del brazo a David (el de Sevilla) a una de las “perfomances” que hacían en Bourges y casi arrasan con una mesa de catados de vino de la zona. Hizo muy buenas migas con Mercedes y con mi sobrina a la que le gustaba chincharla para provocarle la risa. El día que se fue de la casa sucedió algo parecido en lo que sucede en Gran Hermano (Big Brother) se notaba mucho su ausencia. Él me confesó hace poco que estuvo en un tris de bajarse del avión y regresar (“Pero habría quedado muy cutre ¿no?” Me preguntó) Eso sí, hay que tener mucho cuidado con él a la hora de asignarle calificativos. Hace dos años Sonia lo llamó cuadriculado (cosa que le afectó durante todo el trayecto) Este año yo le llamé desequilibrado e inestable y también le afectó. Desde entonces procuraba salir torcido y extraño en todas las fotografías en las que aparecía.

Mercedes y María

A Mercedes la conocíamos del canal Cinefilos de IRC hispano (un canal de Chat) Se apuntó al viaje cuando la casa grande estaba ya a hasta los topes. Gracias a la sagacidad de Miguel encontramos la casa pequeña situada frente a la que ocupábamos nosotros. Allí se aposentó junto a Pablo, David y Juanjo (a la que se añadió María cuando Juanjo desocupó la casa) Gran conversadora y poseedora de un salero y una gracia sin parangón se encargó, junto a un servidor, de la cocina de la casa. De risa contagiosa y ganas de juerga nos pegábamos unos bailes flamencos en la cocina al ritmo del Achilipú que provocaba las carcajadas incontrolables del personal (sobre todo de mi sobrina) Hubo algo de “feeling” con Juanjo (lástima que su estancia no diese más juego, pero que se le va a hacer…) Como María, su hija, se le hizo muy mayor de golpe y porrazo y prefería desperdigarse con el resto de habitantes de la casa, sobre todo con Pablo (que la bautizó como su hermana pequeña), adoptó automáticamente a mi sobrina llenándose ambas de los mimos y abrazos que tanto les hacían falta. Tuvo también muy buen rollo con Dani, al que calificó como caballero después de un dramático incidente con una camarera del Búfalo Grill de Issoire, ya de regreso a España. Con Dani compartió la experiencia de una cata de vino y salchichón de esas que dejan huella. Durante el viaje tuvo que “sufrir” las meteduras de pata de David (el sevillano, amigo de ella de toda la vida, por cierto) y Pablo tras perderse o confundirse de salidas en el noventa por ciento de todos los trayectos (curiosamente para el único que no sufrieron perdida fue para ir a Disneyland jisjisjisijisjis) En una de las ocasiones fue “extraviada” junto con María en una gasolinera de autopista por estos dos personajes que provocó las risas y la solidaridad hacia ella de todos los allí presentes. No os podéis imaginar la de filigranas que tuvieron que hacer para poder rescatarlas...

Dani

A este personaje lo conozco desde los albores de los tiempos. Trabajamos juntos en televisión años atrás. Ambos poseemos un sentido del humor muy parecido. Era el más veterano de los allí presentes. Lo tenia de copiloto en nuestro coche y se ganó el afecto de forma inmediata de mis sobrinos porque les trasmitía mucha calma y sobre todo porque tenía una psicología especial para poder explicarles las cosas y sucesos que iban viendo y viviendo por el camino. El día que llegábamos de Disneyland se nos atravesó un conejo en la autopista. El coche lo golpeó fatalmente a los que estábamos medio adormecidos. Este episodio lo unió más a mi sobrina que no dejaba de recriminarle (de forma jocosa) su asesinato conejil. Al llegar a Issoire ambos le pusieron una vela al conejillo para que su alma descansase en paz. En la casa compartió habitación (de tamaño descomunal) con Miguel y conmigo. Al pobre le entraba la luz de la claraboya en todo la cocorota por lo que tenía que dormir con la almohada en la cabeza o tapándose en plan momia. Se llevó a la casa su clarinete con el que practicaba cuando no estaba cansado. Días antes del viaje me comentó que estaba buscando un piano electrónico para practicar, pero que no había dado con uno que le satisficiera. Curiosamente en un mercadillo en Fecamp le encontré (sin buscarlo y sin que se diese cuenta) uno por siete míseros euros, tal hazaña se convirtió en una de las anécdotas más divertidas del trayecto.

David y Pablo

Tanto monta, monta tanto… Estos dos personajes pusieron la nota cómica al viaje. Entre que se perdían continuamente (aparte de olvidarse de Mercedes y Maria en la gasolinera) se desviaron hacia el Mont Sant Michel el día que no tocaba visitarlo. Grababan videos indescriptibles sobre toneladas de absurdeces y aun y así dieron mucho juego a la velada. Pablo le cogió tanto cariño a María que parecía si hermano siamés. Con ambos nos pegamos unas partiditas de Bonhanza (un juego de cartas que va sobre plantar judías), El Matamoscas, That´s life y Savoteur que quitaban el hipo. David (se le bautizó el sevillano para no confundirlo con el hermano de Miguel) no soltó el volante del coche en todo momento, pero se lo pasó en grande en la casa. Le regaló a mi sobrino una navaja suiza y compartió momentos de mucho cachondeo con el resto de contertulios. Para él, al igual que Alexa y mis sobrinos era la primera vez que salía de España.

Laura y Adam

A estos dos personajillos ya los conocéis de sobra. Fue un milagro que pudieran venir al final con nosotros y todo un regalo del cielo que pudieran disfrutarlo. Se lo pasaron en grande. Estaban muy excitados con todo lo que veían. Por ejemplo, Paris produjo un efecto alucinógeno tipo “tripi” a mi sobrina que no paraba de agitarse y canturrear en todo momento de felicidad. En Disneyland me pidió quedarse a vivir allí (sobre todo después de visitar la friki atracción "It´s a Small World") Con Laura viví una reconciliación (aparentemente absoluta) en el primer piso de la Torre Eifel Ambos compartimos un secreto muy divertido que creo le hizo ganar mi confianza perdida gracias a los "sabios" consejos de su padre y tías. Adam disfrutó de todo como su hermana, sobre todo al descubrir el misterio de las mareas y los “tesoros” que dejaban al descubierto. Ambos se ganaron el afecto del resto de habitantes de la casa. Creo que fueron (junto con Isaac) los que más mimos se llevaron de todos. Hubo momentos muy tiernos y bonitos en el coche con ambos durmiendo apoyando su cabeza sobre mis hombros. O cuando me agarraban del brazo y se lo colocaban alrededor de su cuello. Les di mucha libertad de movimiento y eso les gustó sobre todo la noche que se quedaron jugando a los bolos con David, Pablo, María y Esther mientras el resto nos fuimos a dormir al hotel. La casa se convirtió en un lugar muy agradable y seguro lleno de rincones misteriosos y divertidos. Laura disfrutó de lo lindo jugando y cuidando a Isaac. Adam nos demostró ser un gran fotógrafo además de jugador de billar. Para ellos no existía día de regreso. Incluso cuando estaban aquí el viaje aun no había terminado.

Miguel y Richard

Y que puedo decir de nosotros... Miguel sufrió un poco en el viaje para que todos saliera según lo previsto. Le faltó divertirse un poco más al principio. “La Cuñá” se encargó de calmarlo un poco y que se dejase llevar por la espontaneidad. Gracias él descubrimos Bourges. Las meteduras de pata de David y Pablo aunque le producían risa también, le desquiciaban un poco, más aun después de haberse currado los mapas del trayecto con minuciosidad. Yo disfruté también mucho del viaje. Sobre todo por tener allí a mis sobrinos y mostrarles un pedacito de Europa. Eurodisney fue todo un tratamiento de electroshock donde todos los que allí acudimos sacamos al exterior al niño que tenemos dentro y no nos importó mojarnos en absoluto. Gritamos y nos divertimos de lo lindo. Por lo menos pude cumplir uno de los sueños de mi infancia y más aun acompañado de los críos. Eso sí, sólo Esther y yo lloramos a moco tendido tras visionar en un cine de diseño muy Disney los mejores momentos de todas las películas animadas del genio de la animación. Esther comenzó a llorar con la escena de la muerte de la madre de Bambi, yo con una escena de Blancanieves ya que me recordó mucho a mi hermana porque se trata de una de sus películas favoritas. También se me escaparon las lagrimas cuando los monos de Tarzán sacaron a mis sobrinos al escenario a que participasen del espectáculo. Y una vez en lloré en el coche, en silencio, sentado en la parte trasera mientras contemplanba a mi sobrina dormir sin que ella se diese cuenta. Había tenido una trifulca con ella el día anterior y, pese a que ella tenía toda la razón utilizó a su padre como arma contra mi. Yo, embriagado por mis emociones no hice más que atacarle verbalmente y de forma muy drastica (Dani ayudó mucho ese día actuando de intermediario) En el coche sonaba "Nothing Else Matters" de Paul Hartnoll integrante de Orbital (picad en enlace de abajo para poder escucharlo), un conmovedor tema que mi cerebro también adoptó para asociarlo con Amsterdam, más aun con la tragédia vivida por Anna Frank y su familia.


martes, agosto 28, 2007

sábado, agosto 25, 2007

El Gran Normando

Estoy muy vago. Lo sé, os prometí hablar de cosas que me han sucedido semanas atrás y no lo he hecho. Me merezco cien mil latigazos y alguno más de extra. En este mes de agosto que aun le quedan algunos días de vida han sucedido muuuchisimas cosas. Ha habido dos viajes, uno corto con rumbo a Amsterdam y otro más largo relacionado con las vacaciones en las que incluía la posibilidad de llevar con nosotros a mis sobrinos. Y así ha sido. Pese a las reticencias de mi cuñado y de algunos traspiés intencionados por su parte conseguimos llevárnoslos. El resultado ha sido muy satisfactorio, aun y así de haber tenido un día duro en medio de nuestra aventura normanda con enfrentamiento con mi sobrina y en el que yo tuve muy poco tacto. A veces no tengo la razón y en este caso actué de forma precipitada. Pero no quiero adelantar acontecimientos. Eso sí, estoy cansado (esa es una de las razones por las que estos días no escribo nada). Viajar es un placer que agota. En todos los sentidos incluso en el aspecto monetario. Señoras y señores estoy arruinado. Pero con un agujero negro en el bolsillo (y cuenta corriente) que cabe la totalidad de la Vía Láctea y si se precia varias un par de constelaciones y una docena de nebulosas. Pero ¿sabéis qué? me importa un pimiento. He conseguido uno de mis principales propósitos y punto y pelota. Dejadme que me salte las reglas cronológicas y permitidme que hable del tema Amsterdam en otro momento. Ojo, no quiero quitarle importancia a lo sucedido en la ciudad de los diques y los Cofee Shops. Sobre Amsterdam hay muchas cosas que contar, pequeños y grandes detalles. Sobre todo cuando visitas una ciudad (muy bien acompañado por cierto) que no conoces y en dos momentos antagónicos de su vida cotidiana. A modo de anticipo os comento que Amsterdam también tiene su música y yo curiosamente la descubrí frente al museo memorial dedicado a Anna Frank. Pero esa es otra historia que me reservo para escribirla con mucha más minuciosidad y detalle un día de estos (y que por cierto empalmaré con las últimas 24 horas del viaje a Londres ya que algún personaje de aquella ocasión aparecen también en tierras Holandesas)

Sobre el viaje a Normandía, del que hemos llegado agotados y arruinados (pero muy satisfechos) Hay mucho que hablar, narrar, explicar y analizar. Han sido diez días de viaje. 17 personas (bebé y sobrinos incluidos) Han sucedido muchas cosas. Muchos descubrimientos, reconciliaciones, rencillas y algo de tensión. A veces (y no soy al único que le sucedía) parecía como si estuviésemos en una edición extraña de Gran Hermano (Big Brother en otros lares) donde además de adultos también estuviese permitido participar a menores. Lástima que la moral no permita este tipo de concursos de tele realidad porque en serio que da mucho juego en una convivencia multitudinaria con situaciones de todo tipo y muchas de ellas seguro del gusto (o disgusto) de la audiencia. La reacción de los participantes del Gran Normando al llegar a la casa era igual o mucho mayor que la de los participantes de este polémico show. La única salvedad es que aquí nadie venía a ganar un concurso sino a pasar unas vacaciones. Una especie de mal de Stendhal sobrevino a todos los allí presentes. La casa no era un palacio, era una maravilla nada más. Para qué queríamos un palacio. Ojo, que nuestro vecino, dueño de todo lo que contemplábamos si vivía en uno, modesto pero majestuoso al lado de la casa que habitábamos. La señora que nos recibió nos comentó que era un Conde (en Francia aun hay de eso) al que nunca vimos pero si presentimos a través de las luces de las habitaciones del palacio situado junto la casa. Hablando de la casa. Era enorme. Amplia, equipada y con unas habitaciones exquisitamente decoradas, algunas de ellas superando en tamaño a cualquiera de las viviendas de nuestra ciudad. Un lujazo. Frente a la casa se encontraba la casa número 2, es decir la casa que habitaron los rezagados que se apuntaron a última hora al viaje y que por cuestiones de espacio no pudieron habitar la casa grande. Si la casa grande estaba decorada a modo rustico la pequeña tenía motivos arabescos por todos lados. Ambas compartían un jardín con césped y árboles frutales. Dicho jardín era grande, inmenso, casi del tamaño de un campo de futbol. Disponía de pista de tenis con una mini cancha de baloncesto incluida. Tras unos setos y una espesa arboleda quedaban los jardines del Conde que eran superiores en tamaño y en fastuosidad y que se nos aconsejó no visitar debido a estar habitados por perros hambrientos de inquilinos chismosos. En medio de nuestro jardín había un par de estatuas de una pareja tumbada sobre la hierba contemplándose de manera lánguida. Hay que decir que no llegamos de un tirón a nuestro destino. Ni mucho menos. Anteriormente habíamos hecho noche en casa de los padres de Miguel en Gelida (los niños descubrieron la piscina y las rosquillas caseras de la madre de Miguel) y al día siguiente (tras un reencuentro con todo el grupo de viajeros en el área de servicio del Montseny) habíamos hecho noche en mitad de Francia. Concretamente en Bourges un lugar que hubiera pasado desapercibido de no haberlo visitado por la noche cuando y como por arte de magia nos embriagó a todos con un delicado espectáculo de luces música sacra y dioramas proyectados sobre las paredes de los edificios más emblemáticos. Muchos de nosotros quedamos prendados por su belleza (otra vez el mal de Stendhal) aunque hay quien se resistió (de manera algo chauvinista) defendiendo a capia y espada las bellezas esparcidas por nuestra península ibérica, cosa que nadie discutió, aunque si había que reconocer que había algo bonito fuera de la pies de toro porqué no reconocerlo. En Bourges cenamos en una crepería bretona, regentada por un camarero tan andrógino que se hubiera hecho de oro luciendo palmito en la época de la música Glam. Fue allí donde comencé a darles cierta libertad de movimiento a mis sobrinos, después de que su padre insistiera que los tuviese controlados las 24 horas. Dejé que la niña se sentase en otra mesa junto con Pablo, María y Mercedes, su madre. Con ambas compartía habitación en el ETAP (hotel de carretera donde descansamos esa noche) La niña agradeció en silencio ese gesto. Mi sobrino se sentó con Miguel, Dani, David, Juanjo y yo mismo en otra mesa. El resto de viajeros ocupó varios puestos estratégicos del restaurante. Todos cenamos de maravilla. Los niños disfrutaron de las crepes y de la Coca Cola Bretona. Nosotros de la sidra, las ensaladas y las Galettes que nos jalamos de un tirón. Como nos sirvieron primero nuestro reducido grupo de mesa nos fuimos a pasear por la ciudad descubriendo toda una maravilla (como ya he comentado unas líneas más arriba). Del paseo me gustó mucho compartir los hallazgos audiovisuales y arquitectónicos con mi sobrino, pese a que el niño estaba cansado y tenía la vejiga a punto de reventar debido al consumo excesivo de bebida gaseosa. Juanjo lo solucionó muy rápido acompañándolo a un bar para que pudiese descargar y proseguir la aventura. Nos reunimos con el resto de viajeros pasados varios minutos más tarde. Ellos habían visto la mitad del recorrido perdiéndose algunas joyas como un patio de estilo gótico con unas arcadas conde gracias a la magia audiovisual aparecían imágenes de frescos con motivos de ángeles y arcángeles librando una batalla con demonios que aparecieron a modo de alfombra escarlata sobre el suelo enladrillado de la plaza. Llegamos al Hotel exhaustos. Mi sobrino estaba radiante de felicidad. Estaba descubriendo un mundo fuera de las fronteras de la ignorancia de su padre y sus tías un lugar sin paredes de yeso y televisión, fuera de gritos, desprecios e insultos. Se durmió de un tirón más feliz que una perdiz.

Continuará…


martes, agosto 07, 2007

No me he olvidado...

...de vosotros. Es que la semana pasada ha sido muy pero que muy ajetreada. Entre otras cosas ha habido un interesante pero laboral viaje a Amsterdam con reencuentros agradables incluidos. También ha habido algo de trabajo acumulado para las revistas. Prometo mañana contar cosillas. Entre otras que los niños han estado en casa este domingo pasado. Al parecer vienen al viaje aunque yo, hasta que no haya cruzado la junquera con ellos y dentro del coche, no me lo creeré.