jueves, mayo 31, 2007

“Blancas sin negras no ganan…”

Esta frase tan extraña, tan enigmática, me la dijo uno de los personajes oníricos que pueblan mi mente. Es una frase digna de una película de David Lynch. Si, de esas con cortina escarlata, música atmosférica y un enano bailando y hablando al revés. En este caso mi personaje era otro, más alto, cara siniestra y con muy oscuras intenciones. En el sueño Miguel y yo (y más personas) nos encontrábamos de viaje. Es curioso pero este verano hacemos un viajes multitudinario. En el sueño parábamos en una casa tipo granja. No habíamos llegado aún a nuestro destino. Creo que parábamos porque nos habíamos perdido. Pero como ya sabéis en los sueños uno no tenía las cosas muy claras. El dueño de la casa, ese personaje de aspecto cetrino y con un bigote poblado nos invitaba a llamar por teléfono. También nos invitaba a quedarnos a pasar la noche en una habitación muy rústica. En el sueño tenía una premonición. Un Dejavú. Esa habitación era mala. Ahí sucedían cosas terribles. Veía gente muriendo de hambre y desesperación. Era un trampa. El hombre nos enseñaba la habitación muy amablemente. Decía que allí podríamos descansar muy bien, sin pagar nada a cambio. Tan sólo había que solucionar un acertijo. “Blancas sin negras no ganan” Miguel parecía gustarle el sitio, incluso el reto pero a mí no. Recuerdo que en la casa había más gente. No sé si eran gente que venían con nosotros o gente que estaban con el hombre cetrino. Miguel entraba en la habitación (un lugar muy rústico amueblado con muebles sencillos y rural) Yo no entraba. Me quedaba en la puerta. Me sentía muy angustiado. No me gustaba el lugar. El hombre le insistía a Miguel y él estaba como encantado. Lo que son los sueños. En un momento me veía encerrado en esa habitación con muchas más personas. No podíamos abrir las puertas. Era imposible. Había desespero, miedo y terror. De repente descubrí el significado de la frase y las intenciones de este hombre. Quería engañarnos. Quería encerrarnos en aquel lugar, lo había hecho muchas veces dejando morir a sus habitantes. Era una trampa sin salida. La frase “Blancas sin negras no ganan” era la clave. Uno no puede ganar al ajedrez si le faltan los oponentes. Si te encerraban allí nadie vendría a verte. Morirías de desesperación, de miedo, de hambre, de sed y de locura. Convencía a Miguel para que nos marcháramos. Aun quedaba un buen trecho por avanzar y no podíamos quedarnos en ese lugar. Recuerdo marcharnos en el coche y ver como el tipo cetrino se desesperaba y nos pedía que no nos fuéramos. También pedía ayuda a otra gente que vivía con él para evitar que nos fuéramos. Lo más curioso es que en ningún momento utilizó la fuerza. Sólo la insistencia. Como sucede también en los sueños. Vi esa escena desde fuera del coche. Estaba tras el hombre y me veía marcharme en el coche junto con más gente mientras el tipo manoteaba desesperadamente en el aire por que nos escapábamos de sus garras. Me desperté con muy mal cuerpo. Estaba aterrado.

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