sábado, julio 07, 2007

Punto de no retorno

Día feliz…

Ha habido reencuentro. Ha sido mucho menos tenso que la otra vez, la niña ha estado muy cariñosa conmigo, en algunos momentos me ha tomado del brazo y me ha pedido que me sentase a su lado. He estado jugando con ella con la Nintendo DS. Estaba muy feliz. Los dos. Ya no había asperezas y si mucha más confianza. El niño estaba también muy contento de volver. Se ha pasado un buen rato jugando con la PlayStation 3, la Wii (está entusiasmado con esa consola) y luego como le he regalado el juego de Harry Potter que me llegó para probar hace unos días lo ha estado jugando un ratito la mar de encantado. Le ha pasado también una películas (me ha pedio si le podía pasar la cuarta de Harry Potter ya que su padre quería verla y como que se ha creado un ambiente algo gélido y estático alrededor) Mi hermana estaba contenta de tenerlos de nuevo con ella. Había conseguido lo que quería y por ella misma. Miguel y yo hemos hecho la comida y todo perfecto. A eso de las cuatro la niña ha llamado a su padre. Este sorprendentemente le ha dicho que podían quedarse un poco más y que cuando quisieran volver que le llamasen. Estaba en casa. Hemos hablado con los niños del viaje. Ellos están muy ilusionados con venir. La niña parece tener bastantes ganas. Les he dicho que han de hacerse el DNI y me han preguntado cómo. Les he dicho que su padre (o un educador) los ha de llevar a la comisaria para gestionarlo. En una semana tendrían el carnet de identidad y no habría problemas. Ellos me han preguntado si su madre vendría al viaje. Les he dicho que iría si su padre se hace responsable de ella ya que ni yo ni el hospital nos hacemos responsables y como es su padre quien la obliga a ir pues él debe hacerse cargo. Ellos me han insistido que sus padres les deja ir su va su madre con ellos (manda cojones) Hemos estado un rato hablando de lo más positivo del viaje. De lo bien que lo pasaran, de María (hija de Mercedes) que tiene la edad de mi sobrina y que podrían pasárselo muy bien juntas. De que tendrían que organizar bailes y juegos para después de las cenas en la casa. Les he pedido que ensayen una coreografía que la filmaremos… Por cierto nos hemos enterado que el capullo ha tenido un accidente con el coche y ha acabado con la puerta del coche del pasajero abollada y que no la podría abrir. El infractos a huido y ha de pagarse él mismo la reparación. Qué pena… En eso el capullo ha vuelto a llamar, por enésima vez. La niña responde de mala manera, lo que me llama la atención. Se pone el niño y dice que se quieren quedar más tiempo. El les da hasta las 17:00. En el otro extremo del barrio. Lejos de la puerta de casa. Lo curioso es que no me ha sorprendido… Se ve que le ha dicho la niña que le llamase ella por el móvil. La niña le ha contestado que no tenia saldo (yo le cargué 28 euros en dos tandas) Cuando ha colgado le he preguntado por lo del saldo. La niña me ha contestado que se lo ha gastado todo llamando a sus tías (es curioso porque lo que es a mi no me ha llamado nunca y a su madre que pagó parte del una de las cargas tampoco) Le he dicho entonces que sus tías no fuesen tan listas y que llamasen ellas no haciéndole gastar a ella el dinero (nuestro) en llamadas. Luego me ha dicho que era su padre el que llamaba (no si no hay nada mejor que cagarte en tu cuñado y encima gastarse su dinero en llamadas para las arpías de tus hermanas… ) A eso de las 17:00 se han despedido de nosotros. El niño no quería irse. La niña tenía ganas de ver la calle. Se han llevado las pelis, los juegos de la Nintendo DS, caramelos que traje de Londres que les han encantado, algunos peniques que les guardé y cromos de las horrendas BRATZ y de Wrestling) Me he despedido de ellos recordándole lo del DNI y de que le dijese a su padre que yo me hacía responsable de ellos si venían sin su madre) He cerrado la puerta y he respirado aliviado. Para cuando me habré confiado…

… y la tercera en la frente.

Pasan un par de minutos y suena el timbre de casa. Pienso “Qué se han dejado estos...” mientras voy hacia la puerta hago un repaso rápido de la mesa y veo que nada. Abro la puerta y es mi sobrino. Trae una maleta de deporte color amarillo bastante grande. Le pregunto qué es eso… El me dice que son cosas de su madre que su padre no las quiere (le estorban). Yo empiezo a acordarme de todos los santos del santoral. El niño entra en el salón donde está mi hermana y le dice: “Toma mamá esto es tuyo” Mi hermana se queda mirándolo mientras trata de sujetarse a la silla debido a los temblores. Deja el fardo a un lado yo lo abrazo. Se va. Vuelvo al salón y me quedo en silencio mirando el fardo con mi hermana y Miguel. Más que una maleta roída es un símbolo. Todo lo que queda de ella en su vida está allí en un fardo de tela. Mi hermana que tenía intenciones de bajar a comprar cosas para ella en el Caprabo de la esquina como que se le quitan las ganas. Me pide que baje a comprar yo. En eso suena el interfono. “La segunda puñalada” pienso yo. Es mi sobrina. Me dice que su padre les deja ir si firmo un papel a través del EAIA haciéndome responsable de los niños… y de mi hermana. Le digo (sabiendo que él me está escuchando) que si es para ellos sí pero no por el tema de mi hermana bla, bla, bla… Lo que no he sabido predecir que este mensaje traía revancha, y menuda revancha. Le he dicho a mi sobrina que hablaría con el EAIA y le he colgado despidiéndome de ella. Le comento la jugada a mi hermana. Ella pasa del tema. Es como Scarlett O´Hara “Ya lo pensaré mañana”. ME da la lista de la compra y bajo. Al salir del ascensor me fijo en el bar que está frente de la puerta de mi edificio y veo al capullo sentado tomando algo. No está solo, hay una chica sentada con él. No hay rastro de los niños. Mientras avanzo hacia la puerta (una de esas oscuras por fuera pero con visibilidad desde dentro) me doy cuenta que la chica no es nadie de la familia de él. Es más la actitud y el aspecto de él no es normal. Por un momento me recuerda los primeros meses que salía con mi hermana y se hacia el interesante con ella. Me doy cuenta de la jugada. Se ha echado novia. Hasta aquí todo previsible. Ya le había dicho a mi hermana que él quería rehacer su vida aunque aun la quería con locura y que la culpa de todo era de la Sargento y mia bla, bla, bla… Pienso que tiene todo el derecho del mundo en rehacer su vida, no pongo objeción alguna, otra cosa es que te esperes en la puerta de la casa de tu cuñado a que baje tu mujer para que te vea con tu novia. Sobre todo después de meter en un fardo lo poco que le quedaba de ella en su vida. Nauseabundo. He abierto la puerta. He pasado delante de él sin mirarlo. Pienso que la chica no tiene culpa alguna aunque si un buen trago por liarse con semejante tipo (bueno como el trago que tuvo mi hermana en su momento) Comienzan a encajarme las piezas. Por eso quería él quedar más lejos de casa para recoger a los niños (aunque luego se ha envalentonado para traer a la churri para que su mujer y ella se conocieran) Con razón les ha dado más tiempo a los niños para que se quedasen en casa. Con razón las llamadas de culpabilidad hacia mi hermana diciéndole que la quería (y prometiéndole una ocasión la posibilidad de volver, dándole falsas esperanzas). Crueldad. Pura y mera crueldad. Basura. Mierda. Escoria.

He ido a comprar. Cuando he subido los he vuelto a ver, de reojo. El sonriendo de oreja a oreja tonteando con su ligue. He pasado de mirarlos, salvo por el reflejo de la puerta de entrada de edificio. Lo que me ha chocado es no ver a los niños. Cuando he entrado, y ya en la lejanía, y arropado por la penumbra de la portería he visto como se levantaban, ella le esperaba y el ha ido a pagar. Sin duda era un ligue porque no se parecía en nada a ninguna de sus hermanas. Mi principal dilema en esos momentos ha sido si decírselo a mi hermana o no. En un principio he pesando que no, pero solo ha sido una milésima de segundo. Me he acordado de lo que me había contando María días atrás en la habitación del hospital. Mi hermana en una de las llamadas cariñosas del capullo le había dicho que también le quería mucho. Incluso había preguntado por él en varias ocasiones que venían los niños a verla. Es más, el día de navidad que habían pasado la noche en un hotel le contó a María que habían mantenido relaciones sexuales. María es de la opinión de que ella aun lo quiere. Con locura. Como suele suceder a miles de mujeres maltratadas por bestias con ojos de la calaña de mi cuñado. "Te odio porque te amo y te amo porque te odio". He subido a casa. Se lo he dicho. Al principio no ha habido reacción aparente por parte de ella. Me he asomado a la ventana y he llamado a Miguel. La parejita feliz se estaba subiendo al coche. Sin niños. Él le invitaba amigable y jocosamente a ella a entrar desde atrás ya que la puerta del acompañante estaba bloqueada. He vuelto con mi hermana. ella permanecía en silencio, como pensativa. Nos hemos ido. Ella le ha pedido a Miguel que nos acompañase a la calle. Estaba asustada o vete a saber qué. Hemos bajado. Lo he notado porque ella temblaba más de lo normal. En un momento, incluso, se ha tropezado y ha estado a punto de caerse. Yo le he insistido que lo más importante ahora es que deje de preocuparse de ese gilipoyas y que luche por sus hijos. Que luche por ellos, con todas sus fuerzas, mandando a la mierda a la enfermedad si es necesario. Hay competencia maternal en marcha y ella, en esos momentos, tenía todos los boletos como para no poder ganar la lotería. En el coche he hablado con ella. Tenía los ojos vidriosos. En mitad del camino ha comenzado a llorar. En silencio. Solo un par de lagrimas deslizandose de sus ojos. Me he dado cuenta de una cosa. No lloraba en silencio. La escuchaba gritar desde muy dentro de sí misma. Y el grito era desgarrador.

1 comentario:

Esther Yébenes dijo...

Qué pedazo de cabrón.
¿Cuándo quedamos para partirle el alma a este desgraciado?