miércoles, abril 18, 2007

Lo que se ve, lo que se oye, lo que se siente.

Hoy el día se ha presentado apacible con algo de calor. Respecto a la situación familiar han sucedido también varias cosas. Leves pero que invitan a pensar y sobre todo a entrar en la mente de un preadolescente. A primera hora de la mañana me ha llamado mi hermana. Es la hora que puede hablar mejor y me ha dicho que había llamado a los niños para ver como estaban. La cosa no ha ido muy bien. La han rechazado. Sobre todo mi sobrina. La niña le ha dicho que no quiere hablar con ella porque es una traidora. “Has traicionado a mi hermano y a mí por ponerte de parte del tito”. Eso le ha dicho. Luego le ha colgado. Ahora ella también está siendo víctima de la manipulación que la Familia Munster ejerce sobre los niños. Antes los niños eran imparciales con ella. Ahora no. Ella es tan mala como lo puedo ser yo ante sus ojos. Lo curioso del caso es que (y eso lo comprobé yo el día que visité a mis sobrinos al colegio) que antes de acusar aparece una frase latiguillo. Una especie de justificación, la palabra de Dios ante todas las cosas. ¿Qué cual ese latiguillo? ¿No os lo imagináis? Pues muy sencillo. “es que papá dice…” (o en mi caso “Es que mi padre dice”) Siempre aparece. Antes o después del resto de la frase. Uno trata de ser frio. Trato de ver las cosas desde otro punto de vista, es decir como si viese el problema de forma ajena. Es difícil pero no imposible. Me he centrado en mi sobrina. Por qué actúa de esa forma, por qué es tan rebelde, por qué no analiza la situación, como hace su hermano y aun así del cacao mental que tiene sabe distinguir tres cosas importantes y que dan titulo a esta post. Las dos veces que ha hablado con el niño, después de los sucedido me he percatado de una cosa. Él es consciente de lo que ha visto mientras ha vivido en casa. Pese a todo lo que le digan recuerda con mucha nostalgia todos los buenos momentos que ha vivido (que son más de los que ha vivido en lo que lleva de vida). Es consciente (aunque le apesadumbra) lo que le dice su padre. Se le llena la cabeza de contradicciones, eso se le nota cuando reflexiona, pero sigue chocándole que hay partes del puzle que no encajan aunque su padre se empeñe que se colocan así. Las veces que le he visto en esa situación de bloqueo (se queda pensando a modo de Rum Rum como si fuese un disco duro forzado, mientras mira al techo de reojo tratando de buscarle una explicación) recurro a esa frase tan refrita y que aparece en muchas películas y teleseries. “Busca en tu corazón y encontrarás la respuesta”. Pienso, si funciona para un niño ficticio, un aprendiz de Jedi o un dibujo animado, porque no puede funcionar con alguien de la vida real. Pues sí, mirad por donde la frasecita hace efecto. El bloqueo desaparece. Por completo. Os lo aseguro. Parece como si se le abriese una puerta en la cabecita y los murciélagos escapasen emitiendo chillidos estridentes mientras agitan sus membranosas alas. Pero que sucede. Ese mecanismo funciona si el problema es inmediato, no si se acumula tras una sarta de mentiras y amenazas. De esas en plan ametralladora estridente que no deja pensar. Pero no me preocupa. Ese Don de la reflexión, de reconstruir los hecho lo tiene arraigado y lo puede dominar. Lamentablemente esa es una cosa que (sorprendentemente) su padre también lo sabe. Y no le gusta nada. No quiero decir que mi sobrina sea lerda y que no tenga esa habilidad. Que yo no la haya visto no quiere decir que no exista, aunque ha dado indicios, sobre todo en el episodio subiendo hacia el parque de atracciones con el coche y que le preguntó a su padre por qué maltrataba su padre a su madre en ese momento… (lo podéis leer varios post más abajo). Simplemente no hace uso de ella y creo que no lo hace porque es mucho más lista de lo que aparenta. No sacar conclusiones es no despertar sospechas. Preguntar, en estos momentos es peligroso. Hacerse el tonto es mucho más seguro. Para muestra un botón. Su padre tiene predilección por maltratar a su hermano y no a ella. ¿Por qué? Porque ella no cuestiona. Simplemente obedece y así sobrevive. Es la persona perfecta para vivir dentro de una dictadura, mando y obedezco y no hago preguntas. Hoy en el hospital mi hermana tenía muchas ganas de escribir. De contar cosas. Como ha podido ha garabateado varias frases que he tenido que descifrar como si fuese el mismísimo Howard Carter. Hay cosas que cuesta leer. Otras no. Supongo que lo más violento quiere que se lea con todas su palabras. Aun que le cueste horrores hacerlo. En una de las notas que me ha pasado ha puesto. “Cuando (el capullo) maltrataba al niño le llamaba hijo de puta y lo amenazaba insistentemente con matarlo”. Me imagino al niño, un encanto de crio y los que lo conocéis podéis dar fe de ello, escuchando eso de su padre y se me revuelven las tripas. Para un adulto no es tan agresivo pero me lo imagino en un niño de diez años y no me cabe por ninguna parte. Yo he sufrido un ataque de mi cuñado. Tiempo atrás. Le llamé la atención en un restaurante después de robar una copa de chupito y después de que le llamasen la atención los dueños. Era un sitio que acudíamos mucho con mis padres y me sentí rabioso y avergonzado, ya que en vez de pedir escusas (iba bastante borracho) quiso pasarse de gracioso con los responsables del local. En la calle yo iba delante, mi hermana y él detrás. En un momento noto alguien que se me abalanza encima y se me cuelga de la espalda y comienza golpearme y a gritar “Te voyyyyyyyyyyy a matarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr”. Soy gay pero no por ello se utilizar la fuerza. Así que retrocedí (con aun subido a mi chepa) y le estampé la espalda contra la pared de un edificio. El me soltó y trato de golpearme y agárrame del cuello (su especialidad por lo visto) Le metí una buena somanta de palos. Eso en plena calle. Dejadme que haga un inciso. No me considero violento y nunca me han gustado las peleas, sobre todo las físicas y mucho menos montar el número en la calle al más puro estilo barriobajero. Lo que más rabia me dio de todo eso es que el muy cabrón consiguió lo que yo no quería llegar a hacer en toda mi vida. Para él quizás era algo natural, y por lo visto no lo dudo, pero para mí era una situación denigrante y vergonzosa. Pues bien, en un momento de la pelea se acercaron unos tipo con ganas de fiesta, y como allí se repartían ostias y yo estaba ganado pues fueron a defender a mi cuñado y a liarse a mamporros conmigo. A todo esto mi hermana estaba desaparecida. Como pude me quite al capullo de encima y logré marcharme. Mi cuñado les dijo a los otros que no se metieran pues era una cosa familiar ( y eso que aun era novio de mi hermana) Yo llegué mas tarde a casa. Él había tratado de convencer a mi madre que el cabronazo era yo que le había hecho mucho daño (no si me lo puso a huevo y eso que en la mayoría de las veces sólo trataba de quitármelo de encima)Mi madre no tenía un pelo de tonta. Me conocía lo suficientemente como para saber que si yo me metía en un “embolao” de esos no era por mi culpa. Si una cosa sabía bien era que yo huía de las peleas físicas. Más me valía. Pelea verbal si, puños no. Así que después del incidente mi cuñado estuvo vetado de entrar en casa durante un año y anda que no cumplió condena, pese a los lloros y suplicas de mi hermana.

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