La noche de la visita al juzgado me llamó mi hermana (serian eso de la 1:15 de la madrugada). Estaba muy ansiosa. Enseguida me preguntó si me había enfadado con ella por lo que había sucedido en el despacho del juez. Le dije que no en absoluto que son cosas que suceden y que era una situación imprevisible. Me preguntó, muy nerviosa, si Paloma se había enfadado con ella y le comenté que no. Estaba consternada con el tema y sobre todo con perder a los niños o dejarlos en manos del tipejo de mi cuñado.
El sabado por la tarde hablé de nuevo con ella. Es más también hablé con María, la hija de Rosario, la señora que comparte habitación con mi hermana. Me comentó que el fin de semana anterior habían ido los niños a verla, la niña estaba muy amable y cariñosa con su madre (no es normal en ella, me la conozco demasiado y la niña no es así de expresiva y menos con mi hermana) me dijo que en esta ocasión era el niño el que estaba raro. María me comentó que nada más llegar y dejarle las galletas y los zumos que le traían el niño se quiso marchar cosa que la hermana le dijo que no (raro) y que se esperase, total para quince minutos que se quedaron. Mi sobrina habló bastante con ella ya que la mujer le preguntaba por el cole e incluso María se sorprendió de lo amable que estaba. Los niños le preguntarón a su madre y con con mucha insistencia sobre mi presencia en el hospital. ¿Cuándo iba yo a visitarla? ¿Qué días? ¿Qué le decía? etc.. Mi hermana como no podía hablarles no les contestaba apenas. Los niños a la ultima pregunta le dijeron (un par o tres de veces) "Ya, seguro que te dice las misma tonterías de siempre". María les recriminó la respuesta. No lo veía justo que me tratasen asi, vamos como si yo fuese un imbecil. María me comentó que salió al pasillo para ir a saludar a otro enfermo que esté en la planta de arriba y que, nada más salir de la habitación se encontró a mi cuñado en el mostrador hablando con el enfermero de la tarde. Ella no lo conoce personalmente, sólo en foto, pero aun así le reconoció. Dice que iba muy pero que muy sucio y desarreglado. Dice que la miró desafiante ya que la había visto salir de la habitación de mi hermana. Eso a ella no le hizo ninguna gracia. En mitad del pasillo se encontró a otro enfermero y le preguntó si aquel era el marido de Carolina. Él se lo confirmó y le añadió que el tipo no venía con muy buenas intenciones. Así pues María decidió dejar la visita de cortesía para más tarde y regresar junto con mi hermana. Me dijo que los niños se fueron enseguida. en total unos quince minutos, no la hora y media que dijo mi hermana. Por cierto cuando le comenté a María lo sucedido en el despacho del juez me dijo que aquello que le había dado a mi hermana no era un ataque normal y que se asemejaba mucho con un ataque de ansiedad o pánico ya que había presenciado ella en varias ocasiones. Por lo menos tenía los mismos síntomas, sobre todo los sudores y las convulsiones incontrolables y prolongadas.
Hacía tiempo que quería escribir. Es decir, hacerlo siendo yo mismo, sin estar pendiente de una fecha de entrega o a cambio de un talón. Creo que ya va siendo hora de armarme de valor, de entrar en el caserón, de abrir ventanas y puertas y permitir que la luz invada su interior. Necesito dar forma a los fantasmas, atraparlos, enfrentarme a ellos y asumir que, en el fondo, también forman parte de mi vida.
miércoles, abril 25, 2007
Disculpas innecesarias y muy malas intenciones.
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