jueves, noviembre 22, 2007

Extraños aliados…

…da la guerra. Quien me iba a mí a decir que la novia de mi cuñado (que no es mi hermana) puede resultar útil en toda esta curiosa ecuación. Su presencia, de momento, funciona como un perfecto sedante para él. Ella convierte el infierno en un oasis. Gracias a ella él es más permisivo con las visitas de sus hijos a mi casa ya que le interesa mucho deshacerse de su presencia para retozar “All Day Long” cual bestezuelas en celo. Sé que de momento sigue en sus trece con dejar Barcelona. Dice que la ciudad le mata… Pero hete aquí que dicha decisión le ha acarreado un problema con su amorcito, concretamente con los hijos de ella. Al parecer ambos se niegan a dejar su vida actual e irse a vivir con semejante personaje (sabios e inteligentes son los angelitos). Sé que hubo bronca porque el domingo, puntuales como relojes vinieron mis sobrinos vinieron a casa. Según parece no tenían pensado venir (o al menos eso creían ellos) porque su padre en tocar los cojones y atormentarlos con “Ahora vais ahora no vais” es un experto. Pero apareció ella en escena y la cosa cambió. Dejé a los niños a las 20 horas en casa (después de marearnos con que a las 18 vendría a por ellos) y al día siguiente cuando hablé por teléfono con mis sobrinos estos me dijeron que ella se había marcho a su casa enfadada muy temprano, pero que poco después de llegar ellos a casa apareció de nuevo reconciliándose con el capullo y pasando la noche con ellos. Por un momento tal suceso me puso en estado de alerta. Bronca entre amantes. ¡Hummm! Eso no era bueno, no para él sino para los niños y para mí mismo. Así que cuando hablé con los niños les dije que a partir de ahora hicieran lo posible porque su padre y su novia estuvieran lo mas confortablemente posible. Los niños pensaron que su tito estaba loco. Yo les expliqué que mientras ella permanezca cerca en casa se tranquiliza el ambiente, alejaría a las bestias pardas de sus tías, su padre no les haría daño (de momento) y, gracias a ello ambos podrían venir más a menudo a mi casa. Los niños me dijeron que mientras ella está allí es cierto que respiran mucho más tranquilos ya que su padre (con tal de no retratarse) deja de maltratarlos e insultarlos y los trata con una (nauseabunda) falsa ternura que en el fondo hasta los dos críos agradecen. Respiré tranquilo. Ambos lo habían entendido a la perfección. Sé que a partir de ahora van a poner en marcha el plan buen rollo. Espero que esta táctica funcione… Por lo menos el tiempo suficiente como para que puedan llegar a mi casa para siempre sanos y salvos.

1 comentario:

Eva dijo...

Eres malo, Muriel