lunes, septiembre 03, 2007

No hay mal que por bien no venga…

Podría haber utilizado este refrán como frase de la semana pero después de lo acontecido durante y tras el viaje a Normandía bien vale aprovecharlo para presentar este post. Este fin de semana hemos quedado una parte de los viajeros a Normandía. Ha sido un reencuentro emocionante aunque un poco cojo (faltaba gente y eso se nota) Quienes no han faltado a la cita son mis sobrinos. El miércoles me llamó mi sobrina para pedirme si podían quedarse en mi casa el domingo de 10 a 19 horas. Yo ya sabía de la petición porque me lo dijo mi hermana. Cuando les comenté a la niña y a su hermano que el sábado habíamos quedado en Gelida para ver fotos y reunirnos con otros participantes del viaje no le faltaron patas para convencer a su padre para quedarse el fin de semana a dormir en mi casa. Sólo tardaron un minuto. ¿Cómo es posible tal hazaña? Muy sencillo. Mi cuñado se ha echado definitivamente novia (es Ecuatoriana, tiene 40 años y dos hijos ha dormido alguna vez en casa y ya ha habido algún que otro roce con mis sobrinos) A mi cuñado parece ser que los niños parecen molestarle. Vamos que le cortan el rollo sobre todo cuando le sube la testosterona y no hace más que buscar acción. Por un lado lo encuentro lógico (y sobre todo beneficioso para nosotros) Él se mantiene ocupado y feliz y nosotros nos beneficiamos de tener a los niños con nosotros. Lo que resulta curioso es que una vez más a quien tiene que recurrir es a nosotros y no a la caterva de sus hermanas, que se han hecho (como era de esperar) las suecas a la hora de poder disfrutar de sus sobrinos durante las vacaciones. Para mi mejor. Vuelven a retratarse y los niños se dan cuenta que yo no les he fallado y he cumplido con mis promesas pese a tener sus dudas (sobre todo la niña). Se que con nosotros se lo han pasado bien y que se sienten muy seguros, se nota, sobre todo porque disfrutan mucho de todo momento. Han pasado un fin de semana tranquilos, haciendo todo aquello que más les gusta y sin la tensión de que un ser ajeno se haya inmiscuido en sus vidas. Hay momentos que ellos mismos lo expresan (sobre todo el niño) No se sienten cómodos con la novia de su padre. Yo he hablado de ello con ambos. Han de aceptarla por su bien pero sobre todo por el bien de ellos y nuestro. Les hemos ofrecido venir a casa las veces que ellos quieran. Han de ser ellos que lo pidan. Por lo que me he percatado a partir de ahora va a ser muy a menudo. Hay que dejar que el río fluya de nuevo por su cauce. Sin forzarlo.

No hay comentarios: