miércoles, diciembre 19, 2007

Familia: Abuelos

Siempre me hubiera gustado haber podido disfrutar de mis abuelos. Aquellos que si pueden hacerlo suele rehuirlos, sobre todo en el momento que se ponen a explicar batallitas. Yo no. Mis dos abuelos (porque si padre no hay más que uno abuelo no hay más que dos) tenían muchas batallitas que contar. Ambos sufrieron los azotes de la guerra. Uno de ellos, por parte de mi madre, tuvo que esconderse tras haber sido acusado de comunista (era más bien apolítico) por un trepa facha que deseaba su puesto de trabajo. Fue durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Mi otro abuelo murió en Agosto de 1943 en el Golfo de Vizcaya a los 43 años en la fragata HMS Egrett un barco que pasó a la historia de la Segunda Guerra Mundial por ser el primer objetivo destruido por una bomba teledirigida desde un submarino Alemán. Si, los abuelos son el anterior eslabón de nuestra existencia. Por regla general muchos son los afortunados de poder disfrutar de su compañía por lo menos en los primeros años de nuestra vida. Ese no es mi caso. Nunca llegué a conocer a mi abuelo paterno, y cuando el padre de mi madre falleció yo tenía sólo dos años. No hay recuerdos. Solo existen fotos y retazos de historia contada a trompicones por mis padres. Resulta curioso, por lo menos en mí caso que cuando te vas haciendo más mayor, mayor es la necesidad de recopilar información sobre nuestros ancestros. En mi caso dicha necesidad se ha convertido en un deseo. Un deseo por poseer la máxima información posible sobre todo para comprender una parte de tu existencia. En mi caso quizás por necesidad de reagrupar un núcleo familiar tan disperso como la distancia entre nuestro planeta y otro lugar habitado. En mi información hay muchos huecos. Grandes como cráteres lunares. No tantos en la rama de mi madre pero si en la de mi padre. Son grandes interrogantes que albergan montones de preguntas que, con muchísima posibilidad, nunca hallaran respuesta.

Mi madre me contaba varias veces que mi abuelo, su padre, lloraba porque nunca pudo verme la cara. Estaba ciego por culpa de las cataratas. Dice que me acariciaba el rostro y se le llenaban los ojos de lágrimas. También sabía que nunca iba a poder disfrutar de mí y de mi hermana. El pobre hombre estaba ya muy cascado. Nació en Carmona (Sevilla) a finales del siglo XIX. Estudió leyes y se convirtió en abogado. Mi familia materna siempre ha sido muy nómada. Encontró trabajo en Valencia como abogado como del procurador y cuando estalló la guerra civil, como a muchísimas personas, se le truncaron las perspectivas de prosperar y desarrollarse como profesional por culpa de un hijo de puta que ansiaba su puesto como una mosca ansía un pedazo de mierda. Hubo denuncia y orden de arresto. Mi abuelo consiguió escapar, de esta parte de la historia se poco. Mi madre me dijo que regresaron a Barcelona donde vivía su tía y su primo. La tía de mi madre se dedicaba a sacar los cuartos a las clases altas practicando la comunicación con los espíritus y el Tarot. Como conocía a mucha gente (eso es un hábito familiar que yo también he heredado) consiguió un escondite para mi abuelo. Mi madre y sus tres hermanos y mi abuela vivieron con ella mientras duró la guerra y gran parte de la postguerra. Mi madre se acordaba de las visitas nocturnas de la policía en casa de su tía en busca del paradero de mi abuelo, o bien como tenían que engañar día si y día también a supuestos perseguidores a través de las calles de Barcelona con tal de poder estar un momento con su padre. Con el tiempo las persecuciones fueron menguando y mi abuelo consiguió hacer una vida más o menos normal. Eso sí sin poder ejercer su profesión nunca más.

A escasos miles de kilómetros de allí mi padre sufría los bombardeos de las tropas alemanas en Portsmouth. Su padre (mi abuelo) era marinero en una de las fragatas que acompañaban a los barcos de suministro a la Francia no ocupada en aguas del Golfo de Vizcaya. Mi abuelo paterno nació en Shropshire un pueblecito en las West Midlands en Inglaterra. Su familia era bastante más humilde que la de mi abuelo materno. Algunos de ellos trabajaban en las minas cerca de la frontera de Gales. Al parecer mi abuelo era mucho más aventurero y prefería trabajar en la intemperie, concretamente a bordo de un barco. Un turbulento episodio relacionado con una pelea familiar entre él y mi bisabuelo lo hizo marcharse de casa y enrolarse en el ejército. En una visita a Londres conoce a mi abuela que regentaba un puesto de “Fish And Chips” propiedad de su padre. Se casaron y se fueron a vivir a Portsmouth donde nació mi tío Peter (que murió con 19 años en Malaysia, un año después de revelar a mi padre en la RAF), mi padre y mi tía Joan. Estalló la Segunda Guerra Mundial y mi padre y sus hermanos veían muy poco (o casi nada) a su padre. Mi abuelo murió en 1943 con 43 años de edad. Mi padre tenía entonces sólo 11 años. Mi abuela tuvo que buscarse la vida para sacar adelante a la familia, bien trabajando o bien gracias a las ayudas de su familia y de la pensión de viudedad del ejercito de su Graciosa Majestad.

A veces pienso en que hubiera sucedido si mi abuelo paterno no hubiese muerto tan joven, o si mi abuelo materno hubiese sido fusilado en un paredón de cualquier cementerio. No sé, es posible que todo hubiese seguido igual. Mi padre habría venido a España a trabajar y hubiera conocido a mi madre. ¿O tal vez no? ¿Hasta qué punto un suceso como el que vivió mi padre pudo haberle influenciado para estudiar la carrera de economía y tomar la decisión de venir a Barcelona? ¿O cómo habría afectado a mi madre y mis tíos el hecho de vivir sin padre? Mejor no darle vueltas a la cabeza con el tema. Sólo sé que me hubiera gustado mucho haber disfrutado de mis abuelos.

2 comentarios:

SisterBoy dijo...

Es curioso la complacencia con la que tratamos a los abueletes cuando son gente que perteneció a una generación en la que ocurrieron cosas tremndas y que vieron más mierda en un solo día de la que nosotros veremos en toda nuestra vida.

Hay una maldición que dice "Ojala vivas tiempos interesantes" y ellos lo hicieron

foscardo dijo...

se puede decir mas alto pero no mas claro. Son unos supervivientes natos.