viernes, agosto 22, 2008

Erase una vez en La Mancha. Episodio 3

6.Lunes 04 de Agosto de 2008.Tradiciones, costumbres y lazos familiares.

Un pueblo sin tradiciones no es un pueblo. Los que vivimos en la ciudad no sabemos apreciar lo que significa una tradición. Algunas de ellas las mantenemos, pero las hemos convertido en algo comercial, artificial o anecdótico. Los pueblos las mantienen y las valoran aunque también se están viendo obligados y sin saber por qué a extinguirlas de sus costumbres, toda una lástima. Cuando uno viaja a un pueblo, como era en nuestro caso, no deja de sorprenderse de ver cosas que en una ciudad jamás vería. Me refiero a una ciudad grande, cosmopolita y europeísta como el caso de Barcelona. Claro está que los ritmos de vida entre ambas van en diferente camino. El estrés existe pero es de diferente calibre.

Otro punto curioso de tener en cuenta es el de los lazos familiares. En los pueblos pequeños los lazos familiares están muy bien apretados (a veces demasiado bien apretados) eso no significa que todo el mundo se quiera, debería ser así pero ya nadie se los cree, las familias (como resulta en mi caso son simples comparsas de una ópera monumental) están como a millones de años luz de mi entorno.

En los pueblos, hay cierto respeto, pese a que siempre se critica si el primo fulanito es tal o si la tía menganita es lo más peor del mundo mundial. Es muy normal nombrar a alguien y añadir algo significativo de su vida. “El tío pepe, ese que le daba a la botella y tenía muy mala vida”, “La prima Gertrudis que su marido le puso los cuernos con una negra y porque era tuerta”, “La prima Anastasia que es soltera pero tiene una hija rusa adoptada”… Claro uno se encuentra de repente ante un resto arqueológico importante ya que ve, en su propia piel, como posiblemente surgieron los apellidos que tanta personalidad nos aportan.

7.El otro Pozohondo

Otro dato importante es el de los cementerios. En el caso de Pozohondo su cementerio es una prolongación del pueblo, es como otro barrio (valga la redundancia) donde habitan los antepasados, aquellos que forjaron lo que es ahora Pozohondo y donde se les venera con esmero. Pero ojo, también donde compiten los habitantes del la “zona viva” por demostrar cuanto se les quiere o de cuanto disponen para demostrar quererlos. Os explico, cuando uno entra en el cementerio de Pozohondo ve numerosos detalles que llaman la atención. No es que el cementerio sea una maravilla arquitectónica, nada de eso, es un cementerio normal y corriente pero con algunos rasgos significativos (si, peculiares pero nada más) pero si encima vas acompañado de familiares o habitantes fortuitos de la zona puede convertirse en una experiencia inolvidable. Eso es lo bueno, si vas solo no ves más que nichos con mármoles cuidados a cada cual mas fastuoso y cada uno de ellos adornado con la foto correspondiente a su dueño; es como si fuese un álbum de cromos macabro o algo irreal y cotidiano surgido de la imaginación de Jorge Luis Borges, Miguel Angel Asturias o Gabriel García Marquez. Allí están todos o casi todos los que una vez vivieron o nacieron en ese pueblo (o alguno de los alrededores) y todos como ya he dicho anteriormente apilados en nichos con una foto en color o blanco y negro indicado a quien contiene en su interior. Lo bueno de los paseos familiares es que te cuenten quien es tal o cual de la foto o que descubras que un veinte o treinta por ciento de enterrados son antepasados tuyos. Insisto, detalle que no descubrirías nunca si lo visitas solo.

En nuestro caso fuimos con Carmiña y “El Bizcocho” tíos de Miguel y David. Carmiña es precisamente uno de los grandes pilares de la vida cotidiana del pueblo (y una valiosa fuente de conocimiento sobre todos si quieres saber detalles sobre cada uno de los rincones y habitantes de Pozohondo) Carmiña es mujer dicharachera (realmente ella no es natural de allí sino de Galicia), es regordeta, bajita, con el pelo corto y rubia y con un chorro de voz que más quisiera Montserrat Caballé presumir en toda su carrera artística. Estés donde estés siempre la oyes. Es como si la tuvieses a tu lado. Imaginaos eso después de habernos levantado de buena mañana y hacernos una de sus visitas cordiales. También es un culo inquieto ya que siempre acabas encontrándotela en cualquier rincón del pueblo. Pero es muy afable y en el fondo es un personaje que se hace querer. Mis sobrinos la adoraron desde el principio ya que fue muy tierna con ellos.

Realmente fue de gran ayuda a nuestra excursión por el cementerio, aparte de los apuntes que nos podía dar el tío de Miguel y David ella siempre aportaba más datos de interés. No servía eso de murió joven, tenía que contarte como murió y que hacía o que defecto o virtud tenía el muerto antes de morirse. Al tour se nos unió otro habitante del pueblo “Este está para allá” nos comentó Carmiña, que no hacía más que lamentarse con la cabeza cada vez que pasábamos por delante de algún nicho de alguien que había conocido en vida. En algunos casos hablaba “No somos nadie” , “Que lastima” y frases por el estilo. Otras casi rompía a llorar como sucedió ante el panteón de un niño fallecido con 4 años por culpa de una coz de un caballo. Mis sobrinos alucinaban pepinillos con todo aquello, sobre todo con la cantidad de nombres extraños, típicos de la zona, que había inscritos en las tumbas. “Mira tito esta señora se llamaba Eustaquia, anda ese señor se llamaba Prudencio y fíjate en esa señora se llamaba Transfiguración” Yo le dije: “ Te apuesto a que la llamaban las Transfi” y con el debido respeto nos reímos un poco.

Nos marchamos del cementerio cargados de historias. Con cientos de detalles revoloteándonos por la cabeza. Parecíamos a los molinos del parque eólico que se asentaban sobre nuestras miradas en lo altos de varias lomas, todos enfilados como extraños mirones de un mundo singular.

8.Paloma al fresco

Dejadme que vuelva al tema de las tradiciones. Una de las más saludable y contagiosas de la zona es lo que se dice “Sentarse al fresco”. Allí todo el mundo lo hace. Cuando el sol se ha puesto y oscurece la familia saca las sillas a la calle o bien se sienta en el portal de casa y crean una especie de corro para hablar de sus cosas (o de las demás) Es curioso como lo que aquí guardamos con tanto recelo allí se escampa a los cuatro vientos. A veces se juntan familias de casas cercanas, pero la mayoría de veces son miembros de la misma familia los que se asoman a hablar al pie de la acera. Nosotros nos sumamos aquella noche a el corrillo creado frente a la casa de la Carmiña y “El bizcocho”. Nos acompañaban sus hijos, varios vecinos y una bandada de ruidosos vencejos (ellos los llaman “Aviones”). Siempre me ha gustado el ruido que emiten dichos pájaros, para mí es sinónimo de verano. Sonia (gran conocedora del mundo animal alado) nos comentó varios e interesantes detalles sobre ellos, por lo menos averigüé porque emigran al sur al acabar el verano y que no tiene que ver con el frio precisamente, o porqué se les confunde casi siempre con las oscuras golondrinas…) Todo el mundo se os estaba pasando muy bien sentados hablando. Incluido Isaac y mis sobrinos que seguían alucinando pepinillos, esta vez del tamaño de dirigibles. En eso que recuerdo una tradición que me comentó Miguel tiempo atrás que se hacía mucho en esos momentos (y no es la de contar cuentos de terror, ni tocar la guitarra o tostar caramelos blandos a la luz de una hoguera. Comento: “Carmiña ¿Todavía se prepara Paloma en el pueblo?” La mujer me contesta que en algunos sitios pero cada vez mucho menos. En eso en un arranque de amabilidad nos pregunta “¿Queréis que haga Paloma? Al principio le comentamos que no se molestase pero tanto insistió la mujer y con tanta ilusión que le animamos a que preparara un poco para que pudiésemos probarla.

Y muchos os preguntaréis… ¿Qué es la Paloma? Pues muy sencillo, se trata de una bebida típica de verano que se solía tomar entre vecinos las noches que apretaba el calor sentados al pie de sus casas. La bebida permitía desinhibir la lengua de los que la probaban y de esta forma soltar más de lo que uno quería.

¿En qué consiste? Pues en una especie de coctel de limón, azúcar, hielo, agua y cazalla. Todo al gusto del consumidor. Si hay mas cazalla más se va uno de la lengua y más detalles sobre su vida suelta a los que están a su alrededor. Carmiña entró en su casa a prepararla con la ayuda de Miguel y bajo la atenta mirada de Adam. Al cabo de un par o tres de minutos salieron al exterior con un barreño lleno de un liquido amarillo parecido al jabón que se usa para lavar los platos. Miguel trajo unos cuantos vasos de plástico y Carmiña, armada de un cucharón comenzó a servir a todos los que estábamos alrededor. No suelo beber alcohol, lo único que pruebo es la cerveza y alguna vez vino o cava pero he de reconocer que la Paloma entraba con una facilidad fuera de límites. Carmiña la preparó suave y estaba realmente muy buena. El problema es que bebías y no controlabas la cantidad de cazalla que entraba en tu sangre y cuando ya llevabamos dos vasos comenzamos a sufrir sus efectos embriagadores. Carmiña se puso a servir Paloma a todo el que se le cruzase por el camino, luego echo a cantar “Ondiñas Veñen” o “Asturias patria querida”, Adam que había bebido un “culín” de vaso le entro un extraño mareo (la “Cuñá” se lo llevó a pasear) y acabó haciendo la croqueta en el suelo de la calle. El resto estábamos más alegres que unas castañuelas. En eso mi estómago me empieza a alertar de que me estoy sobrepasando con mi cuota de alcohol y paro de beber.

Una hora más tarde volvíamos todos a casa. Aquella primera noche no cené, tenía mis tripas muy ocupadas con asimilar los nuevos alimentos recibidos aquella mañana. Había comido y bebido para varios días.

(continuará)

5 comentarios:

foscardo dijo...

Por cierto Carmiña es la señora de la blusa a flores que sale en la foto en la calle con otras vecinas. Resalto que la foto no la tomamos nosotros ino pertenece a una web de fotos sobre pueblos españoles para que os deis cuenta de la omnipresencia de dicha entrañable mujer.

KAMELUCHA,.,.,.,.,., dijo...

Que lindo lo que acabo de leer,,,
cazaña,??? mi calvito dice que esa costumbre tambien la tenian antes en Alicante ,barrio de la florida, siempre salian a la fresca,,lo cuenta tantas veces,,,se dormian sobre una mantita que la yaya ponia alli en el sueloo,,,,
y tomaban tambien pero cantabria ,,asi se llama,,es refrescante,,siii,,,
No creas por estos pueblos de aca..las fiestas siguen siiii,
pero las tradiciones...como que se van perdiendo, per se van tambien recuperando...jjejejej,,Carmiña,,
como me suena....
me encanta que hayan disfrutadoo tantoo
abrazos fuertessss,,,
por finn de nuevooo
dando la lataa.....aleee

SisterBoy dijo...

Igualito que en mi pueblo sólo que sustituyendo los vencejos por pardelas

Astrágalo dijo...

Todos los pueblos tienen historias muy ricas, los de ciudad al final terminan por visitarlos para entenderlos, ya te dije en su dia que te gustara viajar por los pueblos de España, que eran muy entrañables.

Un besito astragalin.

Anónimo dijo...

Esto me ha recordado que la próxima semana son las fiestas de mi pueblo (Cerezo de Arriba). Llevo sin ir desde los 18 años y tengo 31, asi que ha llovido un poquito, ¿no?, jejejeje.
La verdad es que es cierto que cuando vas a un pueblo parece que estás en otra dimensión. A veces, incluso, estás deseando salir de allí, pero cuando vuelves a la ciudad estás con las pilas cargadas y lo recuerdas con añoranza.
¿Y el fresquito que hace en los pueblos a partir de las 9 de la noche?. Impagable.

Byrnes