¿Renovar o destrozar?

Hace unos días Miguel y yo nos dispusimos a ver The Omen (John More 2006), un remake de la obra maestra de Richard Dooner, protagonizada por Gregory Peck y Lee Remick. A ver, a nosotros los remakes nos dan un pelo de grima, eso de pillar una película y volver a rehacerla, la misma historia pero con nuevas caras… Ojo, hay remakes que son para quitarse el sombrero pero no es el caso de las nuevas aventuras del vástago de Satanás.
En primer lugar, no da miedo. Es aburrida, no aporta nada nuevo, es todo diseño, algunas escenas parecen un anuncio de perfume navideño (sic). Los momentos más tensos de la primera versión como el ataque de los perros infernales en el cementerio, el incidente en el Safari Park, la muerte del cura o el ataque de la niñera aquí son como flatulencias silenciosas, de esas que se quedan a medio gas y, encima, ni siquiera huelen. Los personajes tratan de hacer bien su trabajo (excepto el niño que es lo peor que se ha visto respecto a niños actores) pero ni le llegan a la altura de los talones a Remick o Peck. Por otro lado el personaje de Mia Farrow está muy desaprovechado respecto al original, interpretado por la impresionante Billie Whitelaw, una lastima por que el morbillo que tenía que la protagonista de La Semilla del Diablo (Rosmary´s Baby, 1968 Roman Polansky) hiciese en esta ocasión de sierva de Pedro Botero tenía su aliciente. Salvo un par de escenas muy breves, el resto es un desastre digno del hundimiento del acorazado Bismark. Su desaparición de escena es tan efectista como hacer malabarismos con una sola pelota. Yo recuerdo cuando, en la original, el bueno de Gregory Peck se enzarzaba en una dura pelea mientras la Whitlaw, agarrada a su chepa, emite gritos horrendos de rabia y terror. Otro factor que hizo de La Profecía (la de Dooner me refiero) lo que es, es precisamente la música. La partitura de Goldsmith era una obra impactante a la vez que inquietante. Los coros satánicos que adornaban las escenas ponían un toque mucho más terrorífico a las imágenes, que por cierto ni eran sangrientas (a excepción de la decapitación o la muerte de la Remick) ni enseñaban más de lo que realmente se mostraba. En la versión de More, la partitura es lo de menos y es extraño, ya que si se hace un remake en todos los sentidos ¿por qué no hacer lo mismo con las música de Goldsmith? Por ejemplo, Gus Van Sant ya lo hizo en el remake de Psicosis con la banda sonora de Bernard Herrmann de la que Danny Elfman hizo un trabajo (y homenaje) excelente. No se si en The Omen no se recurre a lo mismo debido a algún problema de derechos de autor pero es cierto que la película no gana ni un ápice de interés debido a la ausencia de los coros y notas de la versión original.
Una vez visto el resultado varias preguntas nos asaltaron a la mente… ¿Era necesario rehacer una película tan perfecta como La Profecía de Dooner? ¿Acaso los nuevos espectadores no son capaces de ver una película de hace 30 años por que la consideran vieja y a cambio se les tiene que hacer una nueva versión, supuestamente, adaptada a sus precarias mentalidades con otros gustos quizás algo más paupérrimos? ¿Se puede hacer un remake que supere al original? ¿Qué lo iguale? ¿Qué aporte algo nuevo? ¿Qué enriquezca ambas obras y se complementen? Personalmente creo que si. Sin embargo hay cosas que no deberían tocarse. Y este es un claro ejemplo.