Hacía tiempo que quería escribir. Es decir, hacerlo siendo yo mismo, sin estar pendiente de una fecha de entrega o a cambio de un talón. Creo que ya va siendo hora de armarme de valor, de entrar en el caserón, de abrir ventanas y puertas y permitir que la luz invada su interior. Necesito dar forma a los fantasmas, atraparlos, enfrentarme a ellos y asumir que, en el fondo, también forman parte de mi vida.
viernes, julio 27, 2007
Frase de la semana
Samuel Langhorne Clemens Mark Twain.
jueves, julio 26, 2007
Y tras firmar la paz...
A ver… como comienzo… Después del encuentro con el capullo y tras dar su conformidad respecto al tema del viaje de los niños se creó un clima general mucho más distendido como de extraña tregua navideña entre dos naciones que se han declarado la guerra. Todo iba mucho más rápido y mucho más seguro. El lunes, por ejemplo llevé a mis sobrinos a la comisaría del distrito para comenzar con el papeleo para conseguir el DNI y el pasaporte. Hicimos madrugón en casa para yo ir lo más temprano posible a buscar a mi hermana la hospital, recoger la medicación en sus correspondientes dosis, volver a casa y esperar a que el educador del EAIA nos trajese a los niños. No hubo ni un problema al respecto. Llegamos, aparcamos y les hicimos las fotos. La comisaría era pequeña e iban bastante rápido. El problema fue la burocracia. Si mi sobrina se hacía el pasaporte éste sólo tendría vigencia para nueve meses ya que la niña no tenía aun DNI. La funcionaria nos sugirió que, por lo menos le hiciésemos también el DNI y así la niña ganaría cinco años de vigencia de ambos documentos. Mi sobrino podría esperar aun tres años más para el documento nacional de identidad aunque podría disfrutar de tres años de pasaporte al tener sólo once años. Como sólo teníamos un papel para hacer el DNI y nos faltaba un papel para la fila del pasaporte (y ya no repartían porque se había acabado) no pudimos hacerles el documento. Es más, tampoco el DNI ya que en la partida de nacimiento de mi sobrina faltaba un sello especifico para que el tramite pudiera llevarse a cabo. Mi hermana aguantó muy bien la cola, con muchísima paciencia. La sentamos en un poyete y ni se quejó. La niña fue la única que despotricaba de hacer cola, tirándose al suelo y chinchando a su hermano que se comportó excepcionalmente. Claro también había que comprender que ese día a ella le tocaba piscina. Dejé a los niños en el centro cívico donde realizan tareas extraescolares y llevé a mi hermana de regreso al hospital. Yo me fui pitando al registro civil en busca del sello que faltaba en la partida de nacimiento de mi sobrina para proceder con las gestiones del DNI. No había parking cerca del edificio así que me tuve que ir al aparcamiento del Maremagnum y pasear bajo el abrasador sol durante un rato. Menos mal que me encontré un puesto de helados por el camino y me zampé una bola de helado de plátano con trocitos de chocolate y nueces que me supo a poco. Pese al calor el día era excelente. Había muchos turistas y eso de pasear por el puerto como que se agradece. Hasta daba ganas de meterse en el agua y eso que esta estaba de un color verde ambarino con motitas de grasa de motor de fueraborda… Hice cola en el registro civil aunque menos mal que iban bastante rápido. Me tocó mi turno. Pedí la dichosa partida de nacimiento con el dichoso sello, me dijeron que hasta el viernes no lo tendría. Yo puse cara de haberme bebido por lo menos cinco litros de vinagre. Se me ocurrió la genial (y a la vez estúpida idea) de que me sellasen la partida que yo tenía en mano. Así lo hicieron. Aproveché para pedir las partidas de nacimiento de mi hermana y mía (estas si estarían el viernes) para el tema del los trámites de divorcio y guardia y custodia y me fui más contento que una pascuas sin darme cuenta que había cometido un error.
Me fui a comer al Guarri Burger de la playa de la Icaria y me dirigí a casa. Por el camino me dio por mirar el documento de nuevo. Si hubiese estado protagonizando una película se habría producido un efecto de zoom extraño entre el fondo y mi rostro (Una escena parecida aparece en Tiburón de Spielberg cuando el jefe Broddy, se encuentra en la playa y se produce de sopetón un ataque a los bañistas) el efecto vendría acompañado por un sonido estruendoso producido por unos cuantos violines e instrumentos de percusión. El sello del DNI ¡anulaba el papel para cualquiera otra tramitación! Como ya eran más de las 14:00 no podía volver a Registro civil y reclamar un nuevo documento (esta vez sin sello) para tramitar el pasaporte. He de decir a todo esto que el DNI tarda alrededor de un mes en gestionarlo y el pasaporte sólo dos días por lo que nos urgía conseguir con prioridad el segundo documento. Habría que volver a intentarlo de nuevo. Por la tarde me llamó mi hermana. Tenía que ponerme en contacto con el capullo para solicitarle de nuevo que los niños nos acompañasen. Llamarlo no me hacía mucha gracia. Eso de volver a tener que dirigirle la palabra y de tratar de guardar la compostura para evitar nuevos conflictos después de todo lo sucedido resulta harto complicado. Había que tener mucho estómago y sangre fría para hacerlo. Cosa que me he descubierto capaz de realizar. Dicen que uno nunca llega a conocerse lo suficiente…
Llamé a su teléfono móvil y no contestaba. Llamé a mi sobrina y no contestaba. Llamé a mi hermana y me dijo que llamase a su casa. Llamé y se puso mi sobrina. Me dijo que su padre no estaba, que había salido un momento. Le comenté si le había dicho algo sobre el tema de los papeles. Me dijo que poca cosa. Esperé. Llamé mas tarde y se puso mi sobrino. Me dijo que el capullo había tenido un accidente. Al parecer se había clavado una astilla en un ojo y estaba de urgencias en el hospital. Le pregunté si estaba solos y me dijo que sí, aunque un segundo más tarde rectificó y me dijo que estaba con su tía (al parecer la sargento de hierro). Ahora lo pongo en duda. A eso de las 22:00 horas llama mi hermana y me dice que llame a mi cuñado al móvil. Llamó. Se pone y le comento lo sucedido en el día de hoy y que tendremos que llevarnos los niños de nuevo a hacer los papeles. Él habla en un tono frio pero por lo menos se puede dialogar. Me comenta que mejor el miércoles ya que ha de avisar al centro cívico con anticipación. Accedo, de esta forma me permite a mi volver al día siguiente y conseguir de nuevo la partida de nacimiento sin sello para DNI.
Segundo día de tregua:
Al día siguiente nos levantamos un poco más tarde. Llevé a Miguel al trabajo y me fui de nuevo al puerto, a la plaza de Medinaceli para buscar el papel. Hice cola de nuevo. Cuando me toca el turno les pido de nuevo el papel, comentándoles lo sucedido. Me dicen que el documento lo tendré disponible para el lunes. Les digo que es urgente y el tipo del mostrador me sugiere que lo comente con la supervisora en la zona de recogidas de documentos. No sabría explicar bien el cómo pero cuando el hombre me lo está comentando me pone una cara de esas entre compasión y que la fuerza te acompañe. No le hago mucho caso. No será para tanto… Llego a donde me dice y veo una señora muy amable atendiendo a los que hacen cola. Pienso “Mira que maja es”. Yo más feliz que una perdiz. “Esto es pan comido, sólo has de ponerle una buena sonrisa y ser muy amable con ella”. Me toca después de aguantar a un niñato pesado que no se enteraba de nada y que le preguntaba todo cincuenta veces y un abuelete que puso la directa y comenzó a contarle su vida a la pobre mujer. ¿Qué clase de karma tengo yo con las filas de gente que siempre me tocan la de los plastas? Me toca. Sólo me dio tiempo de decir “Buenos días , mire… tengo…” Me dice “Huy, esto has de comentárselo a la supervisora (me lo dice con una cara de “Te vas a enterar tu lo que vale un peine”) Me señala una puerta y me dirijo a ella. En eso se me adelantan una chica muy eslava y un par de Juanis tan ordinarias como dos picaportes modernistas esculpidos en mierda. Avanzamos por un pasillo llenos de estanterías con tomos de aspecto antiguo ordenados por años y por meses. Al fondo del mismo había una mesa y allí se encontraba la supervisora. Entonces comprendí todo. La mujer era áspera tanto en trato como en aspecto. Vamos una mujer a la antigua usanza. Era como si la muerte se hubiese olvidado de ella y se hubiese perdido entre tanto laberinto de tomos el día que vino a buscarla como unos ciento cincuenta años atrás. Nada más vernos nos dijo de mala gana “¿Van todos ustedes juntos?” Nosotros contestamos no (con las dos Juanis haciendo de coro a lo Dreamgrils) “Entonces salgan fuera, esperen su turno y no se me queden en los pasillos” solo le faltaba soltar un “cojones” como nota final. Salimos fuera. Las Juanis y yo. En la puerta del pasillo se nos unió otra señora. La Juanis (con su pelos teñido de un rubio imposible) parloteaban sin parar todo tipo de ordinarieces sobre no se qué tío que se habían encontrado en una fiesta y que había llamado “Hijaputa” a una de ellas (con la cara llena de granos de todos los colores conocidos y por conocer) Al verlas me dio un mal fario. Me recordaban a las hermanas de mi cuñado salvo que ellas son todas con el pelo muy negro y mucho más largo. Tuve malas vibraciones con una de ellas. Son cosas que a veces me suceden son ciertas personas. Hay quien desprende maldad por los poros con tanta intensidad que un ambientador mata olores en un baño cargado de peos. Salió la Eslava (algo descompuesta) y entraron las Juanis. No tardaron en salir. Sacando sapos y culebras de sus dulces bocas. La supervisora iba detrás de ellas tratando de decirles algo. Ellas se cagaron en su madre, su abuela y en todas sus antepasadas incluidas las que no habían llegado a ser humanoides. “Buena me espera” pienso. Llego a la mesa. La mujer está sentada de nuevo tras su mostrador. Impertérrita. Por un momento pienso “Segur que acaba de hacer una muesca más sobre la madera debajo de su mesa. Y peor aún. seguro hay una muesca nueva con mi nombre esperando ser marcada.” Le explico mi caso. Le comento que necesito el documento lo antes posible ya que nos vamos de viajes muy pronto y bla bla bla. La mujer me mira. Me dice “No he comprendido nada de los que has dicho” Se hace un segundo tenso. Se lo repito. La mujer se mira el papel y me dique que lo que le estoy enseñando es una fotocopia. Yo le comento que es la fotocopia de la partida de nacimiento de mi sobrina, que el original está en casa y que le he traído la copia para que vean que hay un sello que no necesito. Empiezo a sudar. Me mira detrás de sus gafas y me dice “Huuuuy, pues esto va a tardar unos días” Yo le comento que es muy urgente ya que tengo que ir al día siguiente a comisaría a hacer los papeles. Estoy tentado en contarle toda mi vida durante los últimos siete meses pero me callo. Entonces, y sin saber muy bien la razón me dice con mal genio “Mire salga usted por este pasillo de la izquierda y espérese media hora fuera sin que le vean los demás de la cola.” Luego logro entender algo que me darían el papel y luego añadió algo más (supongo que una maldición en una lengua antigua) que no logré descifrar. Me guió a la salida una oronda chica con la misma gracia en el cuerpo que la supervisora (ya se sabe que Dios los cría y ellos se juntan…)Esperé fuera. Un ratito. Estaba yo sentado en una banqueta cuando aparece la gordita y me entrega un papel sin detenerse y como haciéndome un guiño con los ojos. Por un momento me pareció estar interpretando una escena crucial en una peli de espías donde un contacto me entrega un documento secreto. Era la partida de nacimiento de mi sobrina sin sello. ¡Lo había conseguido! Salí a la calle. No me importaba el aberrante calor que reinaba por doquier en absoluto. Tenía lo que quería y eso era lo más importante en ese momento en toda mi vida. Llegué a casa, comí, me fui a buscar a Miguel y a Eva y después de hacer la reserva de los hoteles del camino de ida y el de vuelta del viaje a Normandía nos fuimos a la piscina terapéutica para relajarnos un buen rato.
Por la noche me llamó mi hermana. El capullo le había llamado. Mañana los niños vendrían a primera hora de la mañana para hacerse de nuevo los documentos. Todo perfecto. O eso pensaba yo.
Tercer día de tregua.
El tercer día sucedió en un principio como el primer día. Nos levantamos temprano, llevé a Miguel al trabajo (tenía un lectura de tesis de un alumno y después de eso comenzarían por fin sus vacaciones) fui a buscar a mi hermana y la medicación correspondiente, llegamos a casa y recogimos a los niños de la mano del educador. Bajamos a la comisaría. Después de aparcar nos encontramos el primer problema: Ya no habían números para el puñetero pasaporte. Agarré a mi hermana y a los niños y fuimos corriendo a otra comisaría. Esta se encuentra en la calle Balmes y tiene fama de colas kilométricas. Por suerte no había mucha. Conseguimos numero para pasaporte y DNI. Después de una espera en la que entretuve a los niños hablándoles del viaje de lo bien que lo íbamos a pasar y de las ganas que teníamos de ir juntos (mi sobrino está obsesionado con la torre Eiffel y se di hay Donuts y pan en Francia) nos toco turno de pasaporte. La señora que nos atendió nos dijo muy amablemente que le hiciésemos primero el DNI a mi sobrina ya que con el resguardo del mismo podría conservarlo cinco años (cosa que ya sabíamos). Nos dijo que en cuanto tuviésemos el resguardo no hiciésemos cola y que ella misma nos lo arreglaría para ambos niños. Bajamos al piso de abajo y en un ratito bien corto nos hicieron el DNI de la niña. Subimos con el resguardo pero la señora no estaba. Nos atendió otra compañera suya. Esta vez apareció otro problema: Para el pasaporte de la niña no había problema pero sí para el pasaporte del niño. Necesitaban el DNI de mi hermana. Le expliqué que mi hermana no tenía DNI al ser ciudadana británica. La mujer me comentó que el pasaporte no le servía por que el ordenador no lo reconocía como documento necesario para esa opción. La solución: Hacerle el DNI a mi sobrino. El problema: No tenia partida de nacimiento sellada. Le hicimos el pasaporte a la niña. Se nos ocurrió que podíamos ir corriendo a Sant Cugat del Vallés donde está registrado el niño y conseguir el papel sin hacer cola. Ya lo había hecho antes y lo entregaban de inmediato. Como la comisaría cerraban hasta las ocho pues no habría problema de hacerlo ya de una vez y por todas en un solo día. Mi hermana, en el coche me comentó que mi cuñado estaba en casa de baja por el tema de la herida del ojo. Le dije que le llamase para decirle que nos demorábamos. Un nuevo problema se nos avecinó de sopetón: la niña comenzó a liarla. En principio quería ir al centro cívico ya dijo que su padre había pagado la comida de ese día. Luego añadió que por la tarde tenían que ir ella y su hermano a casa de un amiguito para jugar y tercero que su padre no estaba en casa, que se había ido a trabajar y que no le llamásemos porque no lo encontraríamos. Mi hermana hizo caso omiso a la niña y llamó primero a casa. Allí no había nadie. Llamó al móvil de mi cuñado. Tampoco contestaba nadie. Al final optamos por dejar a los niños en el centro cívico para comer y a esos de las 16:00 recogeríamos al niño para ir a la comisaría a hacerle de nuevo los papeles (DNI incluido)La niña se iría a casa del amiguito de marras (anda que no dio la murga la puñetera niña con el tema). Tras dejar a los niños y darle la medicación a mi hermana nos fuimos a Sant Cugat en busca del sello de marras. Afortunadamente todo fue muy rápido y muy sencillo. Llevé a mi hermana a mi casa, compramos cosas para ella en el supermercado y comimos rápido (ella un potito de ternera y yo un gazpacho de tetra brick) Incluso nos dio tiempo de ver unos Highlights de la serie Fama que tengo en DVD y que le encantaba a mi hermana. Cantamos a dúo alguna canción. Se le veía muy feliz. Por un lado percibí que se sentía útil frente a sus hijos. Ella firmaba los papeles de su documentación y no la trataban como una enferma sino como a una madre. Por otro lado salía a pasear y también estrenaba la ropa (una camiseta tipo fantasía y unos pantalones tipo pirata) que le había regalado Emma, la hija de María. Recogimos al niño a la hora prevista y nos fuimos raudos a la comisaría. Pese a la espera todo fue muy bien y rápido. Incluso, como anécdota nos encontramos en la fila con Silvia, la directora del colegio de los niños, que nos dio la enhorabuena por conseguir que viajasen con nosotros y le pidió a Adam que se lo pasase lo mejor posible. Al parecer ella también iba a hacerle el pasaporte a sus hijos. Salimos a eso de las 18:00. Yo estaba agotado. Mi hermana también. Pero reconozco que se había comportado igual de bien teniendo paciencia y aplomo para soportar las largas colas de gente que no paraban de hablar y revolotear como extrañas polillas ante una invisible bombilla. Lo mejor de todo era que habíamos resuelto el tema de la documentación.
Se rompe la tregua
martes, julio 24, 2007
Estamos
jueves, julio 19, 2007
Resumen del día de hoy
1. Nos hemos reunido con el capullo.
2. Hemos sobrevivido.
3. Ha soltado tantas tonterías que escandalizarían al propio Forest Gump
4. Mi hermana ha estado medio sedada con Diocepam, pero ha podido hablar algo.
5. Mi cuñado se ha “enterado” que hay divorcio a la vista.
6. Se ha hecho un poco la víctima al respecto. Parece ser que pretendía hacernos creer que iba a retomar la relación con mi hermana.
7. Hemos hablado civilizadamente, bueno en según qué ocasiones se ha subido el tono de voz (sólo un poco) y la responsable de EAIA y Miguel han suavizado la situación.
8. Hemos llevado el permiso de viaje conforme nos llevamos a los niños y solicitamos su permiso y el de mi hermana.
9. Se lo ha mirado
10. Ha tratado de buscar mil y un excusas.
11. Una de ellas era que él no veía correcto que mi hermana viajase ( cuando era una de sus exigencias).
12. La del EAIA le ha dicho que ella lo veía conforme y que no le sacara tantas puntas a la cosa.
13. Le ha preguntado si quería que sus hijos fueran de viaje.
14. El ha dicho que si.
15. Los niños han dicho que si.
16. El ha pedido una lista detallada de lo que vamos a hacer en el viaje (porque según dice está seguro que íbamos a dejar a sus hijos encerrados en la casa y nos íbamos a ir de cancaneo.
17. Nos ha pedido un listado de la clase de gente que va a viajar con nosotros.
18. Ha afirmado que él ya sabe qué tipo de gente va a venir con nosotros.
19. Ha tenido que explicarnos a que se refería con el comentario (todos lo imaginamos)
20. La del EAIA le ha dicho que si no conoce a la gente que más da el nombre de las personas que viajan.
21. Los niños han dicho que conocían por los menos a 12 de las 16 personas que nos acompañan.
22. Mi cuñado ha buscado más excusas. Ha pedido el plan de viaje. Al detalle.
23. Miguel se lo ha dado escrito en un papel que le ha dado el EAIA.
24. El no quería ese papel, quería en el que hemos traído y que ha redactado paloma esta tarde conmigo en su despacho.
25. La del EAIA le ha convencido que daba igual el papel.
26. Se lo ha leído como haciendo una autopsia a una rana. Buscando defectos o deformaciones congénitas.
27. Mi sobrino ha levantado la mano y ha pedido hablar.
28. Ha dicho que en casa Miguel le enseño las fotos de la casa y el mapa de viaje.
29. Miguel mi hermana y yo hemos firmado el papel con el permiso y nuestro compromiso de hacernos responsables de los niños.
30. El se lo ha mirado de nuevo.
31. Ha firmado. LOS NIÑOS VIENEN DE VIAJE.
miércoles, julio 18, 2007
Cosas que quedan por decir con sólo mirarle a los ojos.
Esta noche me ha llamado mi hermana. Al parecer el capullo le había llamado de nuevo. Hecho una fiera. Le ha increpado diciéndole “¿Quién te crees que eres llamando a los niños por teléfono cuando yo no estoy en casa?” Ella le ha contestado “Soy su madre”. Él le ha prohibido de nuevo que les llamase (sobre todo al móvil que le regalamos) Ella se ha armado de valor y le ha dicho “El jueves nos vemos las caras”. Él se ha quedado un poco confuso y le ha dicho “De acuerdo” y le ha colgado. De momento eso es lo que me ha dicho ella de buenas a primeras. No sé si hay más amenazas de por medio. Mañana he de llamar al EAIA, ella también. Me he citado con Paloma a las 12:00 para hablar del tema y comenzar el proceso de divorcio. He de ir a colegio para ir a buscar el informe sobre los niños. Un informe que está tardando cinco meses en llegar a nuestras manos después de darnos largas una y otra vez. Algo inaudito. Yo me encuentro cansado, frustrado, cabreado, trato de canalizar la ira y la rabia, transmutarla en otro tipo de sentimiento mucho más positivo, que me de fuerzas. Pero una cosa si tengo segura de todo esto. No pienso rendirme. Nunca. Pienso luchar hasta el final a lo Scarlett O´hara en Lo que el Viento se Llevó. Me he planteado que si me tengo que dejar la vida en ello lo haré y lo haré encantado mientras sirva para ayudar a sacar a esos niños del yugo de esa familia y ver a mi hermana feliz lo que le quede de vida.
lunes, julio 16, 2007
R.E.S.P.E.T.O
Aviso a los señores de Recursos Humanos o quien quiera que le concierna: Ya no se molesten en visitar más mi blog con tanta insistencia. Desde el viernes ya no trabajo para su empresa. Ya sé que este blog es un lugar público, libre. Un lugar para que pueda entrar cualquiera, leer y opinar. Normalmente quienes entran suelen ser personas interesadas o preocupadas o identificadas con el drama que está viviendo mi hermana. Muy pocos de ellos entran por error, casualidad o buscando vete a saber tu el qué ni con qué intención. Ignoro en cuál de estas categorías se encuentran ustedes. Espero y deseo que sea en el terreno de lo solidario. Entre otras cosas porque es de humanos (y me consta que ustedes lo son) sentir solidaridad hacia un drama como el que aquí se muestra a diario. Por ello les pido, por favor, un poco de dignidad y de respeto. Por lo menos por la problemática de mi hermana. Ignoro si se han preocupado en leerse los contenidos de alguno de los post. Supongo que sí, sobre todo después de observar las numerosas ocasiones que suelen entrar (¿Qué cómo lo sé? verán, sin moverse de este blog, si pulsan el botoncito diminuto, cuadrado, gris, con una rayita roja en el centro. Sí, ese que se encuentra en la parte inferior de la columna de texto de la derecha, descubrirán a que me refiero.) Insisto, aquí no van a encontrar nada de su interés y dudo que lo encuentren jamás a no ser que traten de seguir día a día las desventuras y malos momentos que está sufriendo mi hermana con su terrible enfermedad y con la lucha por conseguir sacar a sus hijos de las garras del maltratador de su marido. Una situación difícil y que no se la deseo a nadie. Se lo aseguro. Vuelvo a pedir desde aquí un mínimo de respeto, ya que este blog no es en parte mío, sino también de mi hermana y de aquellos por los que ella lucha. No sé (y corríjanme si me equivoco) si este es el motivo de sus visitas. No sé porqué pero me da que sus intenciones no son las mismas que las de las decenas de lectores que visitan este blog a diario. Fíjense bien ya que aquí se están mostrando una serie de problemas muy graves y ajenos a su empresa y con una carga emocional muy dolorosa. En todo caso, si por algún motivo se sienten solidarizados con lo que aquí se muestra les pido perdón y sean ustedes bienvenidos. Con hacérmelo saber de alguna forma retiraré gustoso esta queja. En caso contrario, les pido absténganse en buscar otro tipo de información. Aquí no la van a encontrar. No se lo pido yo. Se lo pide mi hermana aquejada de Parkinson en fase avanzada.
domingo, julio 15, 2007
Desidia.
Este fin de semana mi hermana esperaba visita de los niños. Él le prometió llevárselos el sábado. No cumplió. Mi hermana estuvo esperándolos. María la había arreglado. Le había ayudado a ponerse guapa. La peinó, la perfumó y le puso un conjunto de pantalón y blusa para que cuando viniesen sus hijos la encontrasen deslumbrante. Yo le había comprado una caja de galletas para que se fuera madre e hijos a merendar en la salita de visitas del hospital. Mi hermana estaba ilusionada, es más los niños también ya el día anterior había hablado con ellos y tenían muchas ganas de verla. Los niños no aparecieron. Mi hermana les llamó, durante varios momentos a lo largo de la tarde. No contestaban. El teléfono móvil de mi sobrina estaba apagado. Desde que se lo compramos lo tiene apagado. Sólo lo utiliza para llamar a sus tías ya que su padre se lo ordena. No puede llamar a su madre. Mucho menos a mí. A última hora de la noche consiguió hablar con mi cuñado. Fue ella quien lo hizo. Él, de mala gana le dijo que no habían ido porque estaban en la playa, eso sí le pidió por enésima vez la fotocopia de su documento de identidad. Mi hermana se negó. Él le amenazó con denunciarla. Menuda memez. ¿Cómo puede una persona denunciarte al negársele entregar su propio documento de identidad? Le dijo que hoy domingo le llevaría a los niños por la tarde. No ha cumplido. La ha castigado. No ha aparecido nadie por allí. Mi hermana se ha quedado esperando nerviosa con la caja de galletas en sobre la falda. Ha llamado a sus hijos, una , dos , tres, y una docena de veces. No le han contestado. Hace una hora me ha llamado. Se ha cansado de llamar. Nadie cogía el teléfono. Estaba muy desolada. Triste, llorando. He hablado con Paloma. Mañana ponemos en marcha el plan B. Ya estamos hasta los mismísimos de esta situación. No hay palabras que puedan definir el comportamiento inhumano de mi cuñado. Si, aun creo en la justicia. Pero sobre todo en la divina.
sábado, julio 14, 2007
Crónicas de Londres: Interludio
Hay viajes que sirven para ampliar conocimientos. Hay viajes que sirven para trabajar. Hay viajes que sirven para dejar salir los instintos animales de cada uno. Hay viajes que sirven para muchas cosas, que engloban todo lo citado arriba o que incluso lo llegan a excluir. Si escribo con tanta pasión sobre mi viaje a Londres es porque el viaje, en apariencia monótono, breve, pero privilegiado llevó consigo, mirándolo entre líneas, una connotación metafísica extraña de la que ni yo mismo he consigo aun entender. Resulta curioso. A veces puedes pasarte una semana en un lugar ajeno a tu vida y no sucederte absolutamente nada trascendental. Hay quien se pasa vacaciones enteras tomando el sol sobre una hamaca durmiendo a pierna suelta. Otros la pasan de bar en bar dando tumbos en cada esquina y pasándose toda la mañana durmiendo en su propio charco de vómitos o en el suelo de una calle desconocida (en el caso que no tenga la suerte de encontrar la habitación de su hotel). Nada que objetar. Cada uno que viva sus viajes como quiera. Igual también son viajes iniciáticos, vete tú a saber… Mis 48 horas en Londres, gracias a Sony Computers fue mucho más que un viaje de trabajo. Me sirvió para darme cuenta de muchas cosas, una de ella para darme cuenta de lo mucho que amo mi trabajo y de cómo amo también la tierra de mi padre, pero sobre todo como puedo creer y confiar en mí mismo después de tantos momentos de duda y confusión. Enfrentarme a una entrevista en otro idioma, viajar sólo en un lugar familiar pero ajeno, recorrer un paisaje lleno de recovecos con una facilidad pasmosa… A ver, no os vayáis a pensar que no he viajado mucho. Todo lo contario. Desde los 2 años de edad llevo conociendo mundo. He tenido suerte de tener unos padres muy viajeros. Mi padre, por ejemplo, antes de convertirse en un hombre amedrentado por los temores sobre todo de perder todo lo que él quería (supongo motivado por la pérdida de su padre durante la Segunda Guerra Mundial y a los 11 años de edad) había viajado por casi todo el mundo. Ya de joven se enroló en la RAF y se marchó dos años a Hong Kong y Malaysia, luchando en la jungla contra los elementos, la malaria y los enemigos de su Graciosa Majestad. Sólo se le resistió América y algunos lugares de Europa. Ni Italia, ni los Estados Unidos ni Sudamérica llegaron a conocer sus pisadas. Yo lo hice por él. En parte. Pisé Italia con 23 años en otro viaje iniciático (acompañado por la presencia de la prima de mi madre, todo un personaje digno del Fellinni más esperpéntico) y que un día puede que lo cuente (con algunos pelos y señales) ya que también supuso un punto muy importante dentro de mi vida. Viajé a Cuba en otro gran viaje lleno de todo tipo de experiencias y que supuso un antes y un después ya que en dicho viaje perdí a alguien muy querido que me acompañaba pero a cambio gané a un nuevo yo mucho más maduro con una visión de la vida mucho más adulta. Viajes. Uno aprende mucho de los viajes. Hasta en los viajes aparentemente más sencillos y en apariencia menos trascendentales se aprenden cosas.
Reflexión acerca de la ambición
-Gato de Cheshire, ¿podrias decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?.-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar- dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio...- dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - replicó el Gato.
Charles "Lewis Carroll" Dodgson
Alicia en el país de las maravillas.
Dedicado con todo mi cariño a Pep Bussoms. Él ya sabe a qué me refiero ;)
lunes, julio 09, 2007
Por las buenas o por las malas.
sábado, julio 07, 2007
Punto de no retorno
Día feliz…
Ha habido reencuentro. Ha sido mucho menos tenso que la otra vez, la niña ha estado muy cariñosa conmigo, en algunos momentos me ha tomado del brazo y me ha pedido que me sentase a su lado. He estado jugando con ella con la Nintendo DS. Estaba muy feliz. Los dos. Ya no había asperezas y si mucha más confianza. El niño estaba también muy contento de volver. Se ha pasado un buen rato jugando con la PlayStation 3, la Wii (está entusiasmado con esa consola) y luego como le he regalado el juego de Harry Potter que me llegó para probar hace unos días lo ha estado jugando un ratito la mar de encantado. Le ha pasado también una películas (me ha pedio si le podía pasar la cuarta de Harry Potter ya que su padre quería verla y como que se ha creado un ambiente algo gélido y estático alrededor) Mi hermana estaba contenta de tenerlos de nuevo con ella. Había conseguido lo que quería y por ella misma. Miguel y yo hemos hecho la comida y todo perfecto. A eso de las cuatro la niña ha llamado a su padre. Este sorprendentemente le ha dicho que podían quedarse un poco más y que cuando quisieran volver que le llamasen. Estaba en casa. Hemos hablado con los niños del viaje. Ellos están muy ilusionados con venir. La niña parece tener bastantes ganas. Les he dicho que han de hacerse el DNI y me han preguntado cómo. Les he dicho que su padre (o un educador) los ha de llevar a la comisaria para gestionarlo. En una semana tendrían el carnet de identidad y no habría problemas. Ellos me han preguntado si su madre vendría al viaje. Les he dicho que iría si su padre se hace responsable de ella ya que ni yo ni el hospital nos hacemos responsables y como es su padre quien la obliga a ir pues él debe hacerse cargo. Ellos me han insistido que sus padres les deja ir su va su madre con ellos (manda cojones) Hemos estado un rato hablando de lo más positivo del viaje. De lo bien que lo pasaran, de María (hija de Mercedes) que tiene la edad de mi sobrina y que podrían pasárselo muy bien juntas. De que tendrían que organizar bailes y juegos para después de las cenas en la casa. Les he pedido que ensayen una coreografía que la filmaremos… Por cierto nos hemos enterado que el capullo ha tenido un accidente con el coche y ha acabado con la puerta del coche del pasajero abollada y que no la podría abrir. El infractos a huido y ha de pagarse él mismo la reparación. Qué pena… En eso el capullo ha vuelto a llamar, por enésima vez. La niña responde de mala manera, lo que me llama la atención. Se pone el niño y dice que se quieren quedar más tiempo. El les da hasta las 17:00. En el otro extremo del barrio. Lejos de la puerta de casa. Lo curioso es que no me ha sorprendido… Se ve que le ha dicho la niña que le llamase ella por el móvil. La niña le ha contestado que no tenia saldo (yo le cargué 28 euros en dos tandas) Cuando ha colgado le he preguntado por lo del saldo. La niña me ha contestado que se lo ha gastado todo llamando a sus tías (es curioso porque lo que es a mi no me ha llamado nunca y a su madre que pagó parte del una de las cargas tampoco) Le he dicho entonces que sus tías no fuesen tan listas y que llamasen ellas no haciéndole gastar a ella el dinero (nuestro) en llamadas. Luego me ha dicho que era su padre el que llamaba (no si no hay nada mejor que cagarte en tu cuñado y encima gastarse su dinero en llamadas para las arpías de tus hermanas… ) A eso de las 17:00 se han despedido de nosotros. El niño no quería irse. La niña tenía ganas de ver la calle. Se han llevado las pelis, los juegos de la Nintendo DS, caramelos que traje de Londres que les han encantado, algunos peniques que les guardé y cromos de las horrendas BRATZ y de Wrestling) Me he despedido de ellos recordándole lo del DNI y de que le dijese a su padre que yo me hacía responsable de ellos si venían sin su madre) He cerrado la puerta y he respirado aliviado. Para cuando me habré confiado…
… y la tercera en la frente.
Pasan un par de minutos y suena el timbre de casa. Pienso “Qué se han dejado estos...” mientras voy hacia la puerta hago un repaso rápido de la mesa y veo que nada. Abro la puerta y es mi sobrino. Trae una maleta de deporte color amarillo bastante grande. Le pregunto qué es eso… El me dice que son cosas de su madre que su padre no las quiere (le estorban). Yo empiezo a acordarme de todos los santos del santoral. El niño entra en el salón donde está mi hermana y le dice: “Toma mamá esto es tuyo” Mi hermana se queda mirándolo mientras trata de sujetarse a la silla debido a los temblores. Deja el fardo a un lado yo lo abrazo. Se va. Vuelvo al salón y me quedo en silencio mirando el fardo con mi hermana y Miguel. Más que una maleta roída es un símbolo. Todo lo que queda de ella en su vida está allí en un fardo de tela. Mi hermana que tenía intenciones de bajar a comprar cosas para ella en el Caprabo de la esquina como que se le quitan las ganas. Me pide que baje a comprar yo. En eso suena el interfono. “La segunda puñalada” pienso yo. Es mi sobrina. Me dice que su padre les deja ir si firmo un papel a través del EAIA haciéndome responsable de los niños… y de mi hermana. Le digo (sabiendo que él me está escuchando) que si es para ellos sí pero no por el tema de mi hermana bla, bla, bla… Lo que no he sabido predecir que este mensaje traía revancha, y menuda revancha. Le he dicho a mi sobrina que hablaría con el EAIA y le he colgado despidiéndome de ella. Le comento la jugada a mi hermana. Ella pasa del tema. Es como Scarlett O´Hara “Ya lo pensaré mañana”. ME da la lista de la compra y bajo. Al salir del ascensor me fijo en el bar que está frente de la puerta de mi edificio y veo al capullo sentado tomando algo. No está solo, hay una chica sentada con él. No hay rastro de los niños. Mientras avanzo hacia la puerta (una de esas oscuras por fuera pero con visibilidad desde dentro) me doy cuenta que la chica no es nadie de la familia de él. Es más la actitud y el aspecto de él no es normal. Por un momento me recuerda los primeros meses que salía con mi hermana y se hacia el interesante con ella. Me doy cuenta de la jugada. Se ha echado novia. Hasta aquí todo previsible. Ya le había dicho a mi hermana que él quería rehacer su vida aunque aun la quería con locura y que la culpa de todo era de la Sargento y mia bla, bla, bla… Pienso que tiene todo el derecho del mundo en rehacer su vida, no pongo objeción alguna, otra cosa es que te esperes en la puerta de la casa de tu cuñado a que baje tu mujer para que te vea con tu novia. Sobre todo después de meter en un fardo lo poco que le quedaba de ella en su vida. Nauseabundo. He abierto la puerta. He pasado delante de él sin mirarlo. Pienso que la chica no tiene culpa alguna aunque si un buen trago por liarse con semejante tipo (bueno como el trago que tuvo mi hermana en su momento) Comienzan a encajarme las piezas. Por eso quería él quedar más lejos de casa para recoger a los niños (aunque luego se ha envalentonado para traer a la churri para que su mujer y ella se conocieran) Con razón les ha dado más tiempo a los niños para que se quedasen en casa. Con razón las llamadas de culpabilidad hacia mi hermana diciéndole que la quería (y prometiéndole una ocasión la posibilidad de volver, dándole falsas esperanzas). Crueldad. Pura y mera crueldad. Basura. Mierda. Escoria.
He ido a comprar. Cuando he subido los he vuelto a ver, de reojo. El sonriendo de oreja a oreja tonteando con su ligue. He pasado de mirarlos, salvo por el reflejo de la puerta de entrada de edificio. Lo que me ha chocado es no ver a los niños. Cuando he entrado, y ya en la lejanía, y arropado por la penumbra de la portería he visto como se levantaban, ella le esperaba y el ha ido a pagar. Sin duda era un ligue porque no se parecía en nada a ninguna de sus hermanas. Mi principal dilema en esos momentos ha sido si decírselo a mi hermana o no. En un principio he pesando que no, pero solo ha sido una milésima de segundo. Me he acordado de lo que me había contando María días atrás en la habitación del hospital. Mi hermana en una de las llamadas cariñosas del capullo le había dicho que también le quería mucho. Incluso había preguntado por él en varias ocasiones que venían los niños a verla. Es más, el día de navidad que habían pasado la noche en un hotel le contó a María que habían mantenido relaciones sexuales. María es de la opinión de que ella aun lo quiere. Con locura. Como suele suceder a miles de mujeres maltratadas por bestias con ojos de la calaña de mi cuñado. "Te odio porque te amo y te amo porque te odio". He subido a casa. Se lo he dicho. Al principio no ha habido reacción aparente por parte de ella. Me he asomado a la ventana y he llamado a Miguel. La parejita feliz se estaba subiendo al coche. Sin niños. Él le invitaba amigable y jocosamente a ella a entrar desde atrás ya que la puerta del acompañante estaba bloqueada. He vuelto con mi hermana. ella permanecía en silencio, como pensativa. Nos hemos ido. Ella le ha pedido a Miguel que nos acompañase a la calle. Estaba asustada o vete a saber qué. Hemos bajado. Lo he notado porque ella temblaba más de lo normal. En un momento, incluso, se ha tropezado y ha estado a punto de caerse. Yo le he insistido que lo más importante ahora es que deje de preocuparse de ese gilipoyas y que luche por sus hijos. Que luche por ellos, con todas sus fuerzas, mandando a la mierda a la enfermedad si es necesario. Hay competencia maternal en marcha y ella, en esos momentos, tenía todos los boletos como para no poder ganar la lotería. En el coche he hablado con ella. Tenía los ojos vidriosos. En mitad del camino ha comenzado a llorar. En silencio. Solo un par de lagrimas deslizandose de sus ojos. Me he dado cuenta de una cosa. No lloraba en silencio. La escuchaba gritar desde muy dentro de sí misma. Y el grito era desgarrador.
Un Inciso.
Si a eso añadimos que mi hermana le comentó que si ella se venía de viaje a Normandía con nosotros ni el hospital ni yo nos hacíamos responsables de lo que le pudiese suceder. Porque veréis, él muy cabrón le puso una condición a mi hermana para dejar que los niños pudieran viajar: Para que pudiesen venir ella tendría que viajar con ellos. De esta forma sabiendo que ella no podría realizar un viaje tan largo él, excusándose de ello, se quitaba toda la culpa de encima y se la echaba por completo a mi hermana. Por ello haciéndole absolutamente responsable a él de cualquier percance le devolvíamos toda su mala saña con una ración extra de mierda por nuestra parte.
Mi hermana ante la chulería del capullo le amenazó con denunciarle al juez y al EAIA por no llevarles a los niños. Él le dijo que “Hiciese lo que le diera la gana”. A eso de las 23:00 le llama mi sobrina. Le dice que su padre quiere hablar con ella. Él se pone al teléfono. Le dice que va a hacer un trato con ella, sólo con ella. Va a traer a los niños a mi casa este fin de semana (concretamente hoy) Le dice que los niños vendrán de 13:00 a 16:00. A mi hermana le da que la amenaza ha surtido efecto. Ella se siente más fuerte. Sospechamos que los niños (y los nulos consejos de la Sargento de Hierro han dado resultado.) Veremos si ahora cumple…
miércoles, julio 04, 2007
Crónicas de Londres 4: Elizabethan Serenade
Toda ciudad tiene su música. No me refiero al típico ruido de los coches, de las motos, los autobuses, los ajetreados peatones o las máquinas taladradoras de turno. Me refiero a música de verdad, con composición y notas que danzan en un pentagrama. En definitiva sonidos armónicos que se introducen en los oídos y que en ocasiones se quedan marcadas al rojo vivo en las neuronas. Es posible que una ciudad tenga más de una música para una ciudad, o que varias personas coincidan en un mismo tema musical. Para mi Londres siempre me ha sonado a Elizabethan Serenade de Ronald Binge (15 Julio 1910, Derby – 6 Septiembre 1979, Ringwood, Hampshire) quizás su tema más conocido. Desde muy joven cada vez que escuchaba este tema, que por cierto han interpretado mil y un virtuosos (o no) de la música
me venían imágenes de la ciudad del Támesis, el Big Ben, el London Bridge o Buckingham Palace. En toda mi vida he estado 5 ocasiones en la capital británica. Cuando viajábamos de vacaciones familiares siempre íbamos a Porstmouth (Hampshire) donde vivía mi abuela. La primera vez que visité Londres tenía 8 años. Fue de forma “accidental”. Me explico. Solíamos visitar Inglaterra en coche. Desde Barcelona atravesábamos Francia tomábamos el ferry en Calais y desde Dover nos dirigíamos a Portsmouth. Corría el verano de 1975 y sucedió un imprevisto. El Renault 6 de mi padre se averió. La avería era prácticamente irreparable en Inglaterra debido sobre todo porque era uno de los ejes de dirección del volante, y como todo el mundo sabéis en Inglaterra conducen por la derecha. Así que tenían que trae la pieza desde Barcelona para poder efectuar la reparación. La solución: Alguien tenía que trae la pieza. El elegido: El tío de mi madre. Así que una mañana tomamos el tren en dirección a Londres para recogerlo en Heathrow. Como llegaba por la noche aprovecha
mos para visitar la ciudad. Recuerdo cosas de ese primer viaje: La estatua de Eros de Picadilly Circus, el parlamento con el Reloj que custodia el Big Ben, el cambio de la guardia , el hotel Charing Cross situado junto a la estación (esa noche mis padre fueron al cine a ver El Exorcista) mientras el tío de mi madre nos hacía de canguro. Pero sobre todo eso destacaba el tema musical de Ronald Binge que sonaba en el hilo musical de la habitación del Hotel. Siempre que he vuelto ese tema ha sonado en mi cabeza y en esta ocasión no iba a ser menos. Salgo del hotel. Llueve. Mis planes de aquella mañana son tomar Picadilly Street hasta Picadilly Circus una vez allí caminar por Saftesbury Avenue (en pleno West End y rodeado de teatros donde se representan las mejores obras musicales del momento y de las que soy un gran admirador) hasta la tienda de Ciencia Ficción Forbidden Planet comprar unas figuras de personajes de LOST (perdidos) que estaban de oferta (cosa extraña) y luego dirigirme hacia el Museo Británico a sa
guel para comentarle lo de los impresionantes ositos de la tienda de juegos de tablero (ji,ji,ji,ji,ji…) y entre en el British. Antes de visitar a los “amigos” del museo comí un Sandwitch y me tomé un refresco y luego le compré a Miguel una camiseta de la Piedra Rosetta (por cierto en la ocasión que fui a Londres con mi padre, recién fallecida mi madre visitamos el British y pude meterle las zarpas a la susodicha piedra) Me dirigí hacia la sala dedicada a Mesopotamia. Allí me estaban esperando. Hay muchas cosas que me gustan del British Museum. Pero lo que más son los dos inmensos (e imponentes) Leones Alados que custodian un pasillo dedicado a las ruinas de Babilonia. Allí estaban los dos como esperándome. Me acerqué a ellos. Sonreí y saque la cámara para hacerles (por enésima vez) una foto. Estuve un rato en la sala contemplándolos y visitando los restos que custodian. Poco después me fui a visitar al tercer “amigo”
que me esperaba con una solemne arrogancia. Entré en la sala dedicada a la antigua Grecia. Allí estaba, el Monumento de Nereida. Contemplarlo te sobrecoge una extraña sensación entre admiración y compasión. No es más que un pequeño templo encerrado en una sala de un museo lejos de donde fue alzado hace miles de años… Salgo del museo. Sigue lloviendo. Poco. Lo justo para ponerse la capucha y regresar hacia el Hotel. Me gusta pasear por Londres. Llueva o no tiene su encanto, todo es viejo, gótico (hago referencia al estilo narrativo y no al arte medieval) También puedes ver paisajes victorianos creados por Charles Dickens o de estilo pop como las tiendas “getaway” de comida internacional. Vuelvo a pasar delante del Teatro Palace (Ya no programas Les Miserables sino Spamelot un musical basado en Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus Locos Seguidores de los Monthy Phyton) Ahora Les Miz lo representan en el Apollo, un poco más atrás. Cerca se dan cita Cabaret, Mary Poppins, Equus (con Daniel Radcliffe enseñando en toda su envergadura la varita mágica) y Mamma Mia. Cerca se encuentra Chinatown con sus calles en chino y sus comercios y restaurantes (con patos y calamares laqueados colgando alegremente de los escaparates) más pintorescos que los dejados atras... Londres es paseable. Definitivamente. Y no sólo porque es mayormente plana sino porque es Londres y suena a Elizabethan Serenade con cada una de sus calles, jardines, parques y patios interiores (más conocidos como Mews) .
(Continuará)
lunes, julio 02, 2007
Crónicas de Londres 3: I Feel British, Oh so British...
Hay un dicho popular que dice más o menos así: “Si Londres te aburre entonces es que estas aburrido del mundo.” Cuánta razón hay escondida en esa frase. Si hay una ciudad con la mayor oferta de ocio y cultura es sin duda la capital del Reino Unido. Puedes pasear por las calles, perderte en los parques, ir de compras (si tu salario te lo permite), comer en cualquier lado platos típicos de lugares muy lejanos, visitar museos… ¿Qué sucede cuando tienes sólo una mañana para pasear por Londres cuando tienes el resto de la tarde y gran parte del día siguiente para trabajar? La respuesta: Planificarte el día para ir así aprovechar en mayor medida el poco tiempo libre. Cuando llegué a Londres el tiempo me acompañó, por lo menos hasta que llegue a Mayfair donde se encontraba el Hotel que Sony había elegido para los periodistas convocados. Llegar hasta el campamento base fue muy sencillo. Desde el aeropuerto de Heathrow había un estupendo metro que me dejaba a escasos metros del Hotel. El problema fue encontrar la entrada del metro. Ojo, hay dos entradas, una corresponde al Heathrow Express (que te deja en Paddington) la otra, el metro (para mí perfecta) te lleva al mismísimo corazón de la ciudad. Antes de embarcarme en “The Tube” cambio un puñado de euros. Pregunto a la taquillera del “Boreau of Change” por donde se pilla el metro. Me lo indica. Me llama Miguel. Le indico donde estoy. Como al principio no consigo dar con la entrada del metro trata de guiarme con la ayuda del Google Earth (un procedimiento un tanto friki lo reconozco) El principal problema es que me indica cómo se entra en el metro desde afuera, no desde dentro del recinto del aeropuerto. Al final la encuentro. Está escondida tras una columna y muy mal iluminada. Bajo a la estación y me dispongo a sacar el billete que me conduzca hacia Green Park. La entrada de la estación está a rebosar de gente. Delante de la máquina expendedora de billetes tengo a una familia Yankee salida de una Sit Com tipo “Matrimonio con Hijos” Una niña típicamente americana se emperra en meter un billete de cinco libras por la maquinita de marras. Ésta se lo escupe una , dos , tres, y hasta diez veces. La niña lo intenta incansable. Sin
resultado alguno. La madre la anima a repetir la acción (en vez de darle un billete nuevo y quedarse con el chungo) Comienza a hacerse cola tras de nosotros. ¿Por qué siempre me tocan los gilipollas de turnos cuando me encuentro frente a una maquina de este tipo? ¿Ley de Murphy? ¿Atraigo a los lerdos e inútiles de las maquinitas? Nunca lo he comprendido. Me sucede en todos sitios, especialmente en parkings de grandes almacenes y peajes de autopistas. En Londres la maldición no está exenta por lo que veo. La madre manda la niña a paseo e intenta ella hacer que la maquina trague el billete. Mira de reojo hacia atrás y no se inmuta ante la inmensa cola de gente que hay a sus espaldas. Curiosamente de todos ellos el más ofuscado soy yo. Debe ser porque no tengo en mi sangre el cien por cien de la famosa flema británica. Pese a que la miro con mala hostia la mujer sigue jugando a las maquinas tragaperras. Comienza a darle
a los botoncitos con las diversas opciones de compra de billetes. Sencillo, múltiple, de ida, de ida y vuelta. Me da la sensación que está jugando a tocarme las pelotas (y de paso a todos los demás habitantes de la cola, a las mujeres los ovarios.) . A la veinteava vez que intenta colar el billete de cinco libras (roñoso por cierto) le llega la brillante idea de probar con monedas. Pero hete aquí que la mujer comienza a echar monedas con una parsimonia que sacaría de sus casillas al mismísimo Job. Veo a la niña paseándose por alrededor suyo aburrida, al resto de su familia comenzando a impacientarse, todo el mundo comienza a contagiarse de la puñetera impaciencia. Bueno todos menos ella. Cuando lleva ya una docena de monedas introducidas (a cámara lenta y la mayoría de diez peniques) se da cuenta de que ya no le quedan más y no alcanza el importe necesario. Aquello es exasperante. La mujer se gira con una irritable pachorra y le dice a su marido: “Daaaaarling give me more coints!” (¡Caaaariñooo dame más monedas!) Estoy por empujarla a un lado a lo Hulk y apoderarme de la maquina. La mujer comienza a tocar teclas para liarla aun más. En eso aparece el marido y con una cara de mosqueo más remarcada que la mía y le da un billete. La tipa se molesta con él y vuelve a introducir el papelito con el careto de la reina impreso en ella (esta vez de veinte libras por la ranura) ”¡Qué lo acepte, qué lo acepte, Jesusito de mi vida que lo acepte o la matoooo!” me digo para mis adentros. Me doy cuenta que no soy el único que piensa lo mismo. La flema inglesa de mis compañeros de cola está casi rozando bajo cero. El billete se comporta y la maquina lo acepta. Casi aplaudo. La mujer recibe el ticket del metro y toda la sarta de monedas que ha metido inútilmente. Sin pedir disculpas se marcha. Parece frustrada. “Que se joda” pienso. Me toca mi turno. Pillo un billete sencillo. Voy a apagar
con tarjeta de crédito y éste no parece entrar en la ranura. Un caballero muy british me indica cual es la ranura correcta. Se lo gradezco. La maquina me rechaza la tarjeta (me comienzo a asustar) ¿Y si eso me sucede en todo mi periplo londinense? Paso de hacer el idiota como la mujer Yankee y rápidamente saco un billete que me acepta de forma inmediata. Pillo el ticket y bajo raudo las escaleras mecánicas. El metro está aun allí, esperando. Me subo y me siento. Los vagones de metro son angostos pero muy bien adaptados. Hay asientos ambos lado y la gente se sienta uno frente a otro dejando un pasillo central completamente enmoquetado (por si no lo sabíais a los ingleses adoran con locura las moquetas y a sus microscópicos habitantes) El viaje en metro es un placer. Hay un momento que puedes ver la campiña y sobre todo las casitas típicas de dos o tres plantas, con chimeneas de ladrillo y con ventanas rectangulares muy típicas y que hemos visto en muchas películas y series de televisión
concretamente) Menudo coctel. Eso sí, me miro al espejo me parezco más a mi familia materna que la paterna. Cosa contraria a lo que le ha sucedido siempre a mi hermana. Sin embargo y por razones que no acabo de comprender sus lazos de unión con la tierra y la familia de mi padre no son tan intensos como lo míos. ¿Cuestión de prioridades? No lo sé. Llego a Green Park y después de buscar durante un par de minutos el ticket del metro por todos los bolsillos, sobre todo los de mi pantalón (es necesario para poder salir de las instalaciones) por fin lo encuentro. Subo unas escaleras y aparezco en mitad de Londres. El día comienza a nublarse y parece que chispea un poco. Londres sin lluvia no es Londres. Trato de llamar al banco para solventar el tema de la tarjeta. No puedo comunicarme con ellos. Llamo a Martín y a Amparo para ver si hago algo mal al marcar el numero (00 34 …) Amparo me cuelga, me envía un mensaje diciéndome: “En caso de que estés en peligro de muerte llamamé, sino mándame un mensaje y te contesto que las llamadas internacionales a voz son muy caras”. Le envío un mensaje y al cabo de un rato me contesta dando instrucciones de cómo llamar a
Barcelona de forma satisfactoria. Me doy cuenta de que no estoy haciéndolo mal. Sera cosa de la cobertura. Me encuentro en el corazón de Myfair (un barrio muy fashion y elegante) justo al lado de un pequeño parque lleno de encinas y olmos donde hay varias personas descansado en bancos de madera. Llamo a Mónica de Sony. Me salta el contestador. Deben estar aun en el aeropuerto. Me dirijo al Hotel. Voy al mostrador. Me presento y entrego mi documentación. Sucede una cosa muy curiosa con mi documentación, ya sea que me encuentre en Londres, Madrid, o en cualquier parte del mundo. Mi pasaporte es británico, mi foto es muy británica ergo siempre se me dirigen en inglés. Sucede que cuando les contesto en perfecto castellano (eso sucede en España) se asustan o incluso se sorprenden. En Inglaterra me hablan rápido y en ocasiones en “Slang”. Entonces yo o me bloqueo o me da por hablar “spanglish” como acto reflejo. No me cuesta hablar inglés. Siempre que puedo me lanzo a hablarlo. Pero os confieso que es un idioma que, como el catalán lo utilizo muy poco. Lo tengo un tanto oxidado. Lo puedo leer, lo puedo entender pero me cuesta un poco construir frases sin
traducirlas anteriormente al castellano. Y os preguntaréis ¿cómo siendo mi padre inglés ni yo ni mi hermana dominamos el idioma de Shakesperare, Lord Byron, o Elisabeth II? Eso es algo que ni yo mismo consigo dar respuesta. Es curioso pero a mi padre pese a hablar en un 80% en castellano nunca se le fue el acento británico. Llegó a España en 1959 y hasta el 2004, año de su fallecimiento, siempre pronunciaba mal las erres, confundía géneros y decía “ojijeno”, “cacus” o “pero” en vez de oxigeno, cactus o perro. Cuando se enfadaba (pero mucho, mucho) no podía soltar tacos en castellano. No le salían. Insultaba y se cabreaba en ingles. “Bloody Hell”, “Sut Up The Cake Hole”, ”Piss Off”, “Stupid Cow”, “Come On!” o “Silly Old Sod” eran algunos de sus tacos y exasperaciones más comunes. Pero en casa el inglés, como idioma, brillaba por su ausencia, salvo algunas excepciones. Palabras sueltas como “Night, night” cuando cada noche mi hermana y yo nos íbamos a dormir, “Pudding”, “Custard”, “Staffing” y alguna que otras más formaban parte de nuestro vocabulario. Si, lo confieso me hubiera gustado mucho haber aprendido inglés de forma espontánea y de boca de mi padre. Lo intentamos varias veces. Muchas. Perno nuca lo logramos. ¿Por qué? La excusa que él daba era: “Yo no soy profesor…” Yo como recurrencia siempre le decía que mi madre tampoco y que en casa habíamos aprendido castellano y català gracias a ella. El San Benito de “Eres inglés y no sabes hablar inglés” me ha perseguido toda mi vida. O bien a modo de reproche, a bien a modo de burla. Desde entonces una pregunta siempre me ha
rondado la mente. ¿Puede el hecho de que una persona hable o no el idioma de sus antepasados hacerle con mayor o menos derecho a sentirse de otra parte o de otro lugar? Pienso que es posible. Por lo menos por lo que a mí respecta. Está muy bien eso de hablar el idioma de tus antepasados pero en ningún momento te hace con mayor o menor derecho a reivindicar tus raíces. Siempre me ha hecho gracia aquellos que me han insistido hasta la saciedad de que yo soy cien por cien español. He nacido en Barcelona, si. He vivido gran parte de mi vida en España, correcto. Pero nunca he olvidado que tengo sangre inglesa en mis venas y que, sin el hándicap del idioma de por medio, en casa ha habido siempre costumbres muy anglosajonas, una de ellas, quizás la más arraigada, la puntualidad, sobre todo a la hora de las comidas y las cenas. Curioso ¿no? En mi infancia el inglés, como idioma me atraía, pero no me apasionaba. Mis visitas a mi abuela, tía y primos no eran muy continuas, unas dos veces cada cinco años. Hay que entender (y esa es otra cuestión de mi educación con ramalazos británicos) que el concepto familia al modo de ser británico era cien mil veces diferente al de familia en el más puro sentido español. Mi abuela, por ejemplo no era muy dada a ser afectuosa con mi hermana ni conmigo. A ver, no nos odiaba ni nada por el estilo, simplemente no era afectuosa y punto pelota. Recuerdo llegar un verano a Portsmouth, subir las escaleras que conducían a su casa entrar (siempre tenía la puerta abierta) a saludarla y en ningún momento llenarnos la cara de besos ni apretujarnos en abrazos. Se emocionaba, por supuesto, pero no de la misma forma que hacían las abuelas españolas. Lo mismo sucedía con mi tía y mis primos y algunos miembros de la familia de mi padre que llegué a conocer. Mi madre a eso le llamaba “Guardar la compostura”. Hay que vivirlo para entenderlo. O mejor dicho ser más o menos de allí. A mí eso no me molestaba. Estaba acostumbrado. Ni mi hermana ni yo hablábamos inglés por aquel entonces, ojo no penséis que por eso mi abuela era menos cariñosa con nosotros. A mis primos los trataba igual. En casa mi padre se comportaba así con nosotros. Nunca había besos ni abrazos. Si mi padre se iba de viaje muy pocas veces le dábamos un beso de despedida. Lo más correcto, en mi caso era darle la mano. ¿Raro? ¿Frio? No. Sólo son costumbres. Siempre me he sentido atraído por Inglaterra. Desde muy pequeño. Una de las cosas que más me atraía era mi historia familiar. Sabía mucho de la familia de mi madre (lógico por cercanía y por idioma) pero muy poco de la de mi padre. Sabía cosas sueltas. No fue hasta muy adelante que averigüé como se llamaba el pueblo natal de mi abuelo (Shropshire) y donde se encontraba (muy cerca de Manchester y Liverpool y sobre todo muy cerca de la frontera con Gales). Sabía que mi abuela era londinense, que durante su juventud se encargaba de un puesto ambulante de “Fish and Chips” de mi bisabuelo y que fue gracias a eso que conoció a mi abuelo (marinero de profesión) en periodo de entreguerras. Sé que debido a la profesión de mi abuelo se trasladaron a Portsmouth donde nacieron mi tío Peter, mi padre y su hermana Joan. Sé que mi abuelo murió en 1943, en el golfo de Vizcaya durante la Segunda Guerra Mundial. Mi padre y mis tíos huérfanos de guerra, sufrieron las mil y una por sobrevivir y que mi abuela endureció tanto su corazón que nunca más se casó tomando de por vida un carácter fuerte y muy luchador. Mi padre era un “cerebrito”, le gustaba mucho estudiar y se sacó la carrera de economista en un respiro llegando a España a finales de los 50 casándose con mi madre nueve meses después de conocerla. Sólo tengo dos fotos de mi abuelo. Las guardo como un tesoro. Es lo único que me queda de él, sin contar los genes. Con el paso del tiempo me he sentido mucho más atraído por mis raíces anglosajonas que española. Lo que sucede, sucederá o sucedió a mi familia en esa isla es la gran incógnita de mi vida. Es una atracción muy intensa (¿como la de la fuerza?) Y ahora que mis sobrinos son tan importantes para mí, sobre todo porque me siento con la necesidad de inculcarles el tema de las raíces familiares (porque si a este paso se adentran en el árbol genealógico de su padre pueden hasta llevarse sorpresas desagradables) la intensidad es mucho mayor, cási se ha convertido en una porioridad. Sobre el idioma. Al final aprendí inglés. En gran parte fue por esfuerzo de mi madre. Ella me insistió mucho en que lo aprendiese, aunque fuese pagando. Estudié en el Instituto Británico de Barcelona hasta 4. Luego por interés general lo he ido (más o menos) puliendo hasta llegar a controlarlo (que no decir dominarlo) La falta de uso es lo peor. Y eso que en casa Miguel y yo procuramos ver siempre cine en versión original aunque siempre acabe saltando alguna palabra en American English que haría revolver en su tumba a mi padre y resto de parientes fallecidos.
Después de este soliloquio sobre raíces regresemos al mostrador del Hotel. La chica que me atiende me explica cómo funciona el hotel a las mil maravillas (¿será porque es de cinco estrellas? ¿Dónde está en esos momentos la borderia inglesa?) El ascensor funciona con la tarjeta de la habitación, hay un gimnasio y un spa en las plantas inferiores y hay Wi Fi gratis en todo el Hotel. Me pregunta si quiero el periódico por la mañana y me recuerda los horarios de la cena y del desayuno. Le pregunto por mis compañeros de viaje. Consulta en el ordenador y no aparecen aun. Soy el primero en llegar. Viva la puntualidad heredada. Me voy solito a la habitación. El ascensor es muy ultramoderno, tiene hasta televisor LCD empotrado. Me pregunto quíen quiere un televisor en un ascensor… No hayo respuesta. Es algo extravagante. Llego a la planta y busco mi habitación entre el laberinto de p
asillos (espero no encontrarme en ningún momento a las gemelas inquietantes de “El Resplandor”, invitándome a jugar con ellas mientras no se sueltan de la mano…) La habitación 470 está en el quinto pino, donde Cristo perdió la guitarra. La habitación es agradable. Muy sobria. La cama es lo mejor, grande llena de almohadas, con un inmenso cabezal estilo Hatari imitando a la piel de un cocodrilo. El baño es elegante y de diseño, está lleno de detalles. Me llama Miguel y hablamos un rato de la habitación y de mis planes de excursión matinal, antes del evento. Llamo al banco y me comprueban la tarjeta. No parece haber ningún problema. Respiro aliviado. Llamo de nuevo a los de Sony, no contestan. Hablo con mi hermana y después de ello me despojo de la mochila y me marcho a pasear. Ah, y de paso a ir un poco de compras.
(Continuará)
.jpg)