Hacía tiempo que quería escribir. Es decir, hacerlo siendo yo mismo, sin estar pendiente de una fecha de entrega o a cambio de un talón. Creo que ya va siendo hora de armarme de valor, de entrar en el caserón, de abrir ventanas y puertas y permitir que la luz invada su interior. Necesito dar forma a los fantasmas, atraparlos, enfrentarme a ellos y asumir que, en el fondo, también forman parte de mi vida.
viernes, enero 04, 2008
¿Cuándo llegan los Reyes Magos?
Esta mañana he ido con los niños a ver a su madre al hospital. A parte de la típica visita rutinaria otro de los motivos de nuestra inmediata presencia ha sido porque mi hermana me llamó anoche comunicándome que los tres Reyes Magos visitarían por la mañana la residencia. Cuando hemos llegado aun no se veía rastro de realeza mágica por ningún lado. Eso sí, se respiraba en el pabellón un cierto nerviosismo por parte de los (ancianos)residentes que ríete tu de la que sienten cualquier niño en edad de creerse uno de las “farsas” más entrañables de nuestra vida. Muchos asomaban la cabeza por el marco de la puerta con una ilusión fuera de lo común en sus rostros. Los que no se podían levantar de la cama o permanecían en las sillas se asomaban inclinando sus cuerpos para ver si quien pasaba por delante de su puerta era alguno de los citados consortes. Una de las chicas de la limpieza me ha dicho que algunos de los abuelos llevaban despiertos desde hacía muchísimas horas, preguntando sin parar a qué hora pasarían a traerles caramelos y regalos. Mi hermana también estaba ansiosa. Le hacía mucha ilusión que sus hijos estuvieran con ella en ese momento. Me ha llamado la atención la sensación de extrañeza constante de parte de mi sobrino por ver a tanto adulto con tanta inocente ilusión concentrada en el cuerpo. Me ha preguntado por qué todos los abueletes se ponían tan contentos si ellos ya sabían, desde hacía mucho tiempo, quienes son realmente los reyes. Yo le he dicho que cuando las personas mayores crecen se vuelven como niños. La inocencia anteriormente dormida (pero no perdida) rebrotaba de golpe y todas aquellas personas se olvidaban de sus penas y su colección de vivencias (momentos de cordura y cabalidad incluida) y volvían, a modo de regresión a su más tierna infancia. Por arte de magia eran de nuevo niños, niños encerrado en cuerpos de personas muy mayores (y no tan mayores). Cuando han aparecido los Reyes Magos (personal del hospital ataviados de disfraces y arrastrando un carrito con un bafle escondido que escondía villancicos a todo trapo (quizás para que los más sordos lo pudieran escuchar)se ha montado un revuelo en el pasillo. Algunos abuelos han salido de la habitación felices y contentos, uno de ellos se le escapaban las lágrimas de emoción y se ha dedicado a abrazar al rey Melchor como si estuviera viendo a alguien que hacía miles de años que no veía. En un momento dado ha entrado el director del centro acompañado de la asistenta social y la fisioterapeuta a la habitación de mi hermana y le ha dado un regalo. Una blusa de verano muy chula para lucirla cuando nos vayamos de paseo con sus hijos. Han llegado los Reyes magos y han repartido caramelos a mis sobrinos. Mi sobrina estaba como avergonzada (aquello ya no va con ella). Mi sobrino los ha mirado de reojo pero con algo más de ilusión. Nos hemos hecho una foto todos juntos. Mi hermana estaba muy emocionada pese a no decir nada ya que en eso momento el Parkinson le impedía hablar. Tenía los ojos vidriosos, a punto de llorar. También se había convertido en una niña y había regresado a una de las etapas más inocentes y felices de su vida (nuestra vida) cuando tras pasar una noche de perros, con un nudo en el estómago de tanto nervio ella y yo nos despertábamos y veíamos el comedor de casa repleto de regalos. Mientas nuestros padres nos observaban felices, con cara de sueño y un aparentando una falsa sorpresa desde el marco de la puerta de su habitación.
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