miércoles, febrero 07, 2007

Sevilla Mon Amour Episode I

Día 1: La lluvia en Sevilla es una p*** maravilla.

Nada que después de un leve atraso en el avión de Clickair (1 hora + o -) llegamos al aeropuerto de Sevilla. Tomamos el autobús (con un conductor "mu salao" en plan guía turístico y unos compañeros de viaje aquejados de catalanitis aguda) que nos dejó al lado del palacio de San Telmo (curiosamente el lugar donde nació mi abuela materna, cosa que explicaré con algo más de detalle mucho más adelante) y visitamos, mochilas en espalda (la de Miguel considerablemente más grande, of course), la espectacular Plaza de España (también conocida como la Plaza Central de Theed en lo planeta Naboo) Sí, señoras y señores, por esos sinuosos puentes y a través de esos redondeados arcos se pasearon Annakin Skywalker y Padme Amidala acompañados del testarudo R2D2 en el Episodio II (llamado también El ataque de los Clones que nada tiene que ver con los Cólones esos tubitos en forma de C invertida donde el ser humano almacena los excrementos antes de ser evacuados...) pero no fueron los únicos. Años atrás, muchos años atrás, concretamente en 1963 Peter O´Toole también se dió un garbeo por la zona en su primera película como protagonista, conocida como Lawrence de Arabia y dirigida por David Lean.
Bueno, a lo que íbamos, que siempre se me va la pinza...
El día estaba chunguillo, chispeaba, pero no molestaba. He de decir que la plaza es impresionante, lástima que esté algo descuajeringada aunque ya le están echando mano. No había agua en los canalillos (donde dicen que pasean barrquitos) y algunas losetas de cerámica de las paredes y columnatas estaban hechas caldo. Aun así el lugar es muy bello. Cuando nos marchábamos comenzó a llover algo más fuerte, no mucho pero sí goterones. En eso que se nos acerca un "chinito felís" con unas cosas alargadas colgando del brazo y nos dice alegremente: "¿Quiele palagua?" Miguel que iba un poco despistado le dice: "No, no gracias, no queremos embutidos" y yo le miro raro. "Son paraguas no chorizos" le apunto. Él me dice: "No si ya veía yo raro que un chino vendiese Chorizos Ibéricos en la calle..." Nada, dejamos atrás al chino de los paraguas chorizo y nos fuimos anda que te anda hacia el centro, bueno no sé si donde está la catedral es el centro de Sevilla pero hacia allí fuimos. A todo esto he de decir que mi teléfono móvil estaba a punto de quedarse en coma por culpa de lo que chupan las baterías por lo que preferí apagarlo hasta que no fuesen las 15:00 PM hora en la que habíamos quedado con David para comer algo e irnos de paseo y luego a su casa (que está en la provincia de Badajoz). Lo que me llamó mucho la atención es que Sevilla estaba en obras. Al parecer está todo patas arriba porque están construyendo el metro y, claro, tienen que partir desde cero haciendo toda la línea casi de golpe a base de agujerear la ciudad como unos hacendosos topos humanos. Sorteamos varios obstáculos y llegamos a la puerta de los Reales Alcazares. Miguelito, cómo no, se metió adentro arrastrándome con él. A ver, no es que yo no quisiera ir pero tenía sed y antes de ver aquella monumental obra construida allá por el siglo X de la mano del Califa Andaluz Abd al-Rahman III quería mojarme el gaznate. Al final, como supe que dentro había una cafetería, pues me arrejunté a la cola donde unos jolgóricos turistas alemanes esperaban su turno de visita. Por cierto, en un momento dado, casi cuando nos tocaba pagar, el guía de los Teutones se nos dirige en alemán. Entonces voy yo y digo: "Ya me han vuelto a confundir con un guiri" a lo que el guía (al que, como yo, también tenía aspecto de guiri me suelta) "Nah que pensaba que vusotros erais tambié der grupo". Sobre los Reales Alcázares hemos de decir que el sitio nos encandiló. Es una joya y merece la pena visitarlo. Tiene rincones impresionantes como el espectacular Salón de los Embajadores al que Miguel revisitó como unas tres o cuatro veces porque le gustó muy mucho. Otros rincones "lindos" (como diría Eva) eran el Patio de las Muñecas y el jardín con sus baños y fuentes y un mini laberinto de setos. Como comenzó a llover un poco más fuerte (tampoco mucho) nos refugiamos en la cafetería. Sentados delante de una balconada contemplamos varios patos y una manada de gorriones que se peleaban entre ellos por jalarse los restos de azucar esparcidos por una de las mesas de alrededor. Allí fue donde puse en marcha el móvil y me encontré con 845756 mensajes de David tratando desesperadamente de localizarnos. Esta vez lo dejé encendido por si acaso, a riesgo de que el teléfono acabase de morirse y de esta forma quedarnos sin un techo donde dormir durante el fin de semana.
A eso de las 14:45 PM nos fuimos hacia la catedral. No entramos ese día, pero la contemplamos desde fuera. Impresionante la Giralda. Y mira por donde que me la imaginaba más pequeña. Como se puso a llover de nuevo, nos refugiamos en un bar y nos tomamos una birra y un par de tapas: Papas a lo pobre (muy ricas con cebolleta, aceite y ajo) y un montadito de Chorizo Picante (también muy rico pero que nos supo a poco) Allí nos pusimos en contacto con David y quedamos con él en la puerta del Ayuntamiento. Como volvía a llover menos nos fuimos bajando entre obras y escombros hasta una de las arcadas del edificio. Allí nos volvió a llamar y nos recomendó que le esperásemos en el bar de la Casa de Extremadura, donde comeríamos algo. Antes de llegar al sitio nos detuvimos frente a una Confitería y se nos hizo la boca agua ante tantas exquisiteces expuestas. No sé cuándo ni dónde, pero habría que hacerle un hueco en el estómago a los dulces y pastelitos típicos de la zona. Comimos de menú en la Casa de Extramadura. Probamos el Salmorejo, con picatostes de jamón serrano y huevo duro troceado. Muy rico. Yo le hinqué el diente a unas albondigas con papas y Miguel a un pescado con salsita, de postre natilla (había crema catalana pero como que pasé) y helado. En eso llegó David, que le había costado aparcar lo suyo. Es una cosa que descubrimos durante nuestra estancia. Sevilla es un caos para dejar el coche en una calle, amén de los "Gorrillas", unos tipejos salidos de una novela de la picaresca muy caraduras y de aspecto siniestro que se dedican, de forma aparentemente amable, a encontrarte aparcamiento y que, una vez conseguido su propoósito, te piden una propina a riesgo de que al no hacerlo puedas encontrar tu coche un poquillo destrozado. Después de comer nos fuimos los tres a dar un paseo por el Barrio de Santa Cruz. Es curioso que cuando viajas a algún lugar siempre existe un detalle que te llama la atención. En mi caso son los naranjos. Sevilla está plagada de ellos. Estos pertenecen a la especie denominada vulgarmente "Naranjos Bordes" que también puedes encontrar en las calles de Valencia. Sus frutos, muy semejantes a las naranjas que comemos en casa, son de un sabor extremadamente amargo. Habían cientos de estos frutos por doquier; en los árboles, tirados sobre las aceras, algunos habían tentado a los turistas pero habían acabado estampados en el suelo pisoteados tras ser ligeramente mordisqueados. Si bien no son buenos para comer sí lo son para untar. Son las tipicas naranjas amargas de las mermeladas inglesas que, pese a su endulcorada fragancia, no están preparadas para según qué delicados paladares. El paseo por las callejuelas fue bajo una pequeña cortina de lluvia (más conocida como Calabobos) que molestaba más que irritaba. Nosotros esta vez íbamos con paraguas. Eso sí, aquel clima lluvioso le daba a Sevilla un aire mucho más misterioso. Hicimos algunas fotos, una de ellas a un divertido cartel (que podéis ver colgado en este post) sobre el maltrato a los "pahariyos" que se encontraba al lado de un colegio y que no sólo nos llamó la atención, sino también a un japonesito, ataviado con un chubasquero rojo que nos persiguió durante un breve momento porque parecía interesarle mucho más nuestros curiosos hallazgos que los que recogía (aunque seguramente bien documentados) y en ese momento su guía de papel.
Cuando nos cansamos de caminar bajo la lluvia nos fuimos al coche y partimos hacia La Puebla del Maestre (Badajoz) donde pasaríamos la noche, curiosamente en el cuartelillo de la Guardia Civil y no por ser malos malosos, sino porque es allí donde vive y trabaja David. Del paisaje desde el coche vimos poco, debido a que anochecía y porque había algo de niebla. Lo que sí conseguimos vislumbrar eran campos y más campos. Tras una hora de viaje y atravesando un cachito de Huelva llegamos a casa de David. Después de dejar los bártulos y descansar un poco nos dirigimos a La Hoya de Santa María para degustar en el restaurante "El Tinahon" una opípara cena de Ibericos (ojo no confundirlos con los primeros pobladores de nuestra península, sino con los embutidos y carnes típicas de la zona y todo gracias a la alimentacióncon las mejores bellotas del mundo) Cabe decir que nos pusimos como el "Quico" y disfrutamos de lo lindo con todos los manjares que nos pusieron frente a los ojos (Miguel no apartaba la vista de un sabroso queso curado) y la boca. Después de eso nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos esperaba un día muy ajetreado.

2 comentarios:

Amparo dijo...

Sevilla es preciosa
Sevilla es preciosa
Sevilla es preciosa

Y si vais en primavera, todo es azul y huele a azahar, cuando florecen esos naranjos que tanto te han gustado.

Sevilla es preciosa
Sevilla es preciosa
Sevilla es preciosa

foscardo dijo...

sisisissiis