Siempre he admirado a la gente con talento. Me produce una sana envidia ver como personas normales y corrientes poseen habilidades que las hacen especiales. Conocía a un tipo en mi época en la Escuela de Artes Aplicadas de Barcelona al que le entregabas un pedazo de plastilina y, sin apenas mirarla, te hacía una figura hiperrealista de lo que tú le pidieses o le saliese a él de las narices. Recuerdo una ocasión en concreto en la que, mientras hablábamos de lo genial que era el álbum Crises de Mike Oldfield (recién salido al mercado), nos hizo una figura de un anciano sentado con los brazos apoyados sobre las rodillas. Dicha figura en cuestión tenía unos diez centímetros de altura era de color amarillo y tenía todo tipo de detalles inimaginables. Podías verle los tendones y venas de las manos, las uñas de los pies y hasta las arrugas de la cara. Espectacular. Por supuesto a mi compañero le llovieron ofertas de trabajo, en especial de por parte de uno de los profesores de la escuela, un tipo que iba de escultor vanguardista pero que le gustaba muy mucho presumir de creatividad a consta de trabajos de los demás; porque si existen personas con talento también hay verdaderos parásitos con un talento pobre o nulo, que se creen verdaderos genios y cuya genialidad radica en vampirizar la creatividad de los demás. Sí, en el mundo pululan muchos de estos personajes. Incluso algunos llegan a ser portada de revistas de arte, música o cultura en general. Afortunadamente la inmensa mayoría no llegan a buen puerto. Esa inmensa mayoría se quedan a mitad de camino, o bien endiosados mirándose el ombligo, como Narcisos ante su estéril y pueril obra o bien porque algo o alguien les paran los pies.
A lo largo de mi vida me he topado con tipejos como estos. Y en todas las vertientes de lo artístico y las ciencias de la comunicación a los que me he enfrentado. Precisamente los medios de comunicación suelen ser un plato muy jugoso y suculento para moscardones de esta índole. Me hacen mucha gracia (aunque también pena) aquellos seres que intentan por todos los medios presumir del genio que carecen. Suelen ser gente que de repente te sueltan paridas como: “He creado una obra fantástica, la mejor de toda, voy a ser una auténtica revolución en la historia de la humanidad… ”o bien “Sabéis, acabo de escribir una novela. Las editoriales se van a pelear por ella, incluso las productoras de cine se morirán por hacer una película…” Mucho ego y fantasía a veo yo en todas esas palabras. Mucho síndrome del Cuento de la Lechera y para nada prudencia ni pizca de sentido del ridículo.
Es posible que a alguno de estos iluminados le llegue a sonar la campana. Hay casos. Muy pocos. Pero lo que se dice poquísimos. El mundo editorial está lleno de genios pululando como moscardones esperando ocupar el trono y tronos hay con los dedos contados. Para triunfar hace falta sudar mucho, tener una paciencia de santo y currárselo. La novela que te hace triunfar en la vida solo existe en las películas malas y moralistas de Hollywood o puede que en la mente infantil de un sujeto con graves problemas de delirios de grandeza.
Todo el mundo ha escrito alguna vez en su vida. Hay quien al hacerlo sueña con convertirse en escritor y llegar a vender ejemplares de sus obras como churros. En la música, teatro y el cine tanto de los mismo. Yo tengo verdadera predilección con los escritores noveles. Son los que me hacen más gracia, en especial aquellos que van de genios o eruditos de la lengua. Los hay que escriben para que todo el mundo vea que bien escriben (sobre todo papá, mamá y la abuelita) y convierten en junglas inexpugnables, llenas de maleza de adjetivos, pronombres y adverbios, aquello que anteriormente fue un folio o una pantalla en blanco. Son los que escriben cosas como: “La tersura de la piel de la palma rayada y rugosa de la mano de la bella y angelical Susana se acercó al frio contacto de la superficie del brillante pómulo orondo de la puerta de roble macizo y, de un único y preciso movimiento hacia su diestra, la magestuosa pieza rectangular de la puerta cedió mostrándole lo que había oculto tras las oscuras y opacas sombras de su fastuosa alcoba.” En vez de poder decir “Susana abrió la puerta descubriendo lo que se ocultaba en el interior de su oscura alcoba.” Lo de arriba es más poético, no lo niego, pero cansa hasta los más incondicionales lectores de novelitas rosas al más puro estilo Barbara Cartland o Corín Tellado. Ojo que no critico el estilo porque aquí cada uno escribe como quiere tan sólo es una mera apreciación. Yo lo primero sólo lo leería para partirme de risa, pero sólo un par de párrafos.
Lo que si critico (que de eso se mucho y muy bien jua, jua, jua…) es a aquellos “proto escritores” que presumen de iluminados y luego en frio (me refiero cuando escriben en foros o te hablan en la cara) descubres que son verdaderos terroristas de la gramática ya que producen tanto o más faltas de ortografía que una manada de Neandertales con un palote en la mano. A veces me pregunto cómo no se les cae la cara de vergüenza de ir luego presumiendo de genios a grito pelado. Personalmente detesto en demasía a los presuntuosos que se pasan sin piedad los cimientos de la ortografía por la raja del culo. Son aquellos que en los foros (o en sus propios textos) escriben todo en mayúscula, lo que denota complejo de inferioridad o necesidad imperiosa de llamar la atención; o simplemente muy mala educación y que, si los reprimes, se auto coronan como miembros honoríficos de una nueva vertiente de la Escuela Bauhaus o de un grupo Neo Dadaísta. Leerlos produce ceguera traumática ya que son verdaderos expertos en reinventar nuevos signos de puntuación, exclamación o interjección, por no decir adjetivos, pronombres e incluso artículos y verbos. Por ejemplo: les dejan crecer coleta a los tres puntos, los multiplican por dos o por seis, hacen desaparecer letras H “Total para lo que sirven“ dicen… Aunque también los hay que las hacen aparecer o intercalar donde no deberían estar. Algunos confunden letras V por letras B o D, crean engendros de J para sustituir letras G, o anárquicas K invaden territorios que les son legítimos a las letras C, o incluso les quitan la potestad a las letras detrás de puntos seguidos de convertirse en mayúsculas.
Si no eres escritor o no vas de ello es hasta pasable (doloroso, pero cada uno se expresa como puede y sabe aunque siempre recomiendo los procesadores de texto y la propia internet para hacer maravillas para podar textos espinosos llenos de faltas de ortografía) pero si vas de escritor es para estamparte el diccionario de la Real Academia de la Lengua en toda la cabeza, empezando por golpear directamente y varias veces la apertura de la boca.
Lo mejor o peor de todo es que cuando les tratas de corregir dichos personajes te sueltan respuestas como: “Yo escribo así porque me sale de los huevos (o porque soy un genio…)”, “¿No te das cuenta? Soy tan original que he reinventado la escritura” o “Yo sólo escribo bien si me pagan o en la intimidad”, “He nacido para revolucionar la escritura, así que calla tu puta boca” o peor aún: “Para que voy a corregirme. Para eso ya les pagan a los correctores de estilo…”, “Es que así se ve mi verdadera esencia”, “Lo tuyo es pura envidia” o “Tú no estás a mi altura así que no puedes opinar una puta mierda.” Todas ellas son muchas de las perlas que uno ha tenido que escuchar (o leer) en este valle de lágrimas…
En serio, ver dichos insultos gramaticales en un texto de un supuesto profesional que lo envía a una editorial en busca de fama y fortuna debe doler la vista, aparte de servir de comentarios jocosos por parte de los redactores que lo hayan llegado a leer. Yo siempre pienso ¡Qué gran invento tiene que haber sido los destructores de papel electrónicos para cualquier editorial que se precie! En todo caso el destino es siempre el encargado de poner las cosas en su sitio. Ya puedes implorar, ir a cursos de auto ayuda para convencerte que eres el mejor escritor del mundo o hacer diez millones de novenas a San Judas Tadeo o a Santa Rita. Si no vales o lo haces mal no hay futuro para ti en el mundo editorial.
Pero sin embargo hay algo que detesto más que a los funestos “proto escritores”. Mucho más. Es algo que me saca aun mucho más de mis casillas. Os lo digo o sino reviento: Detesto el desinterés por parte de personas con cierto (o mucho) talento que dejan que éste se pudra en su cabeza como si fuese un gran y apestoso melón. Tanta energía para captar ideas y de la misma forma tanto desprecio o desidia por no modelarlas o darles salida. No quiero imaginar la de talentos que se quedan en la línea de salida por vete tú a saber qué motivo. Porque claro, también no hay que olvidar que existen editores o productores que son verdaderos muros infranqueables. Aunque últimamente y gracias a la revolución digital se han convertido en un peligro al borde de la extinción.
No entiendo porque se menosprecia Internet como trampolín de nuevos (y verdaderos) talentos. Es cierto que no es una fuente de ingresos para aquellos que busquen más fortuna que fama. Pero si es mucho más poderosa sobre todo en cuanto alcance que cualquier poderosa editorial, productora discográfica o cinematográfica. Hay quien si está viendo a Internet como una buena plataforma para potenciar su talento. Con muy buenos resultados por cierto.
Personalmente ignoro de cuanto es la capacidad de mi talento. Y si lo tengo. Pero eso siempre he procurado potenciar lo poco que creo que tengo y gracias en especial mi padre (mi madre era más realista y castradora la frase “Pan para hoy y hambre para mañana era una de sus preferidas y una de las que más me repetía en mi época bohemia) he luchado siempre por lo que he creído. Mi padre también tenía su propio talento, aparte de varias virtudes y unos cuantos defectos. El tío controlaba mucho en matemáticas algo que no he heredado yo ni por asomo. Nunca sabré de contabilidad como él, ni seré economista como él (tal y como soñaba mi madre y menos mal que era un simple sueño) Tampoco he tenido talento para las leyes como mi abuelo materno o una vida dedicada al ejercito como gran parte de mi familia paterna, pero reconozco que la pintura y la escritura siempre se me han dado bastante bien. Ahora también acabo de descubrir que puedo cantar (juas, juas), pero mejor no hacer algún comentarios al respecto.
El talento y sus primas hermanas las habilidades son como las setas: hay que saber buscarlas y encontrarlas. A veces sólo falta estar en el lugar y un momento concreto para llevarte una grata sorpresa. Por ejemplo: un día, en primero de Artes Aplicadas descubrí que tenía cierta habilidad manipulando el barro. Eso es lo bueno que tienen los cursos rotativos de las Escuelas de Arte. Si bien no se me daba nada bien el dibujo lineal (aun lo odio con desmesura) descubrí que podía hacer cosas curiosas con un pedazo amorfo de fango entre las manos. No igual que mi compañero de curso, el de la figurita del anciano (que por cierto acabó rota en manos de un imbécil y sin talento, que quiso hacerse el gracioso tratando de ponerla de pie para que el abuelo bailase en su mano música Disco) Lo de mi compañero era un digno de un genio, pero si me percaté que no se me daba tan mal si me hubiese decantado por la escultura. Es más me motivaba. Pese a varias intentonas gratificantes durante mis años de docencia al final nunca más me dediqué a trabajar con barro, piedra, papel recortado o algo que pudiese crear algo en tres dimensiones (en esa época no existían los ordenadores personales) pero por lo menos se que en ese campo tengo habilidades. Me interesaba más potenciarme en pintura y la ilustración.
Tengo un amigo Dani (B´Lego) que ahora a los 45 años ha empezado a tocar el clarinete. Se ha dado cuenta de que es capaz, lo intenta y por lo menos lo que le he oído le sale muy bien. Ahora toca en una (modesta) Big Band. Cree en ello, lo hace con entusiasmo, disfruta y se esmera mucho, es muy cuidadoso con su trabajo. Él duda si se va a dedicar profesionalmente a ello, todo queda en el aire pero por lo menos ha descubierto que posee esa habilidad, como la mía con el barro.
Mi conclusión es que el talento forma parte de una extraña ecuación. Primero hay que tener don, luego creer en él y luego ponerle muchísimo empeño. Si falla o careces de ello (darse cuenta de ello y reconocerlo no es fácil) no funciona. Kaputt! Como dirían los alemanes. No te empeñes en gastar energía en ello. Hay un dicho que reza así: “De donde no hay no se puede sacar nunca.“
Por cierto Dani como sé que me lees te comento que también se te da muy bien escribir (mejor que a mí) y lamentablemente lo aprovechas muy poco. Además nuestros piques literarios dan mucha vidilla. Por lo menos a quien aquí te escribe y muchos de los que nos leen. En serio, a veces, si te pones, eres como una central eléctrica funcionando a mil por hora en una peligrosa noche de tormenta (de esas con truenos y relámpagos). Lástima que te prodigues tan poco. Amparo, esto también va por ti multiplicado por dos (ya sé que estás muy ocupada con una “madre bebé” y todo eso pero siempre hay un momentito de intimidad para escribir un pequeño cuento).
Mensajes personales a parte. Quiero desde aquí dar un granito de esperanza a quienes sepan con seguridad que tienen talento y no saben cómo potenciarlo o darle salida. Apartad el ego y los delirios de grandeza de vuestra cabeza; utilizad todos los medios que tenéis a vuestro alcance para darle forma a vuestra inspiración, creed mucho en vosotros y sobre todo en lo que hacéis. Por favor, no dejéis morir el don. Con Internet ya no existen barreras para mostrar al mundo vuestra creatividad. Siempre, en algún rincón del mundo alguien se interesará por vosotros y por vuestro legado artístico.
4 comentarios:
¡Ostras! No estoy acostumbrado a ser el centro de las miradas ...sólo cuando desafino. :)
En realidad empecé con 42. Una de las buenas cosas que tiene el tiempo (o malas, porque igual que trabaja en tu favor tambien puede ir en tu contra) es que pasa sin sentir. Ya llevo tres años con la música, siempre aprendiendo, cada día me gusta más y sólo me arrepiento de haberlo ido postergando una y otra vez durante tantos años.
Error: ¡Ojalá hubiera empezado mucho antes!
No cuento con poder llegar a dedicarme profesionalmente porque para eso hay que tener mucho nivel, no basta sólo con el talento sino que es necesario haberle dedicado mucho, mucho, mucho trabajo y constancia (a pesar de su fama bohemia, la música es una profesión muy séria).
Pero hacer de un talento una profesión, no es realmente lo importante (aunque qué afortunado es quien lo logra).
Te agradezco la crítica tan benévola que haces de mis capacidades literarias (y musicales ...juas, juas, juas). Me la creeré, no porque sea verdad, sino porque como no me lo dicen muy a menudo cuando pasa hay que aprovecharlo. Así me sentiré mejor conmigo mismo un rato. Gracias, de veras.
Yo en cambio admiro - además de tu sentido del humor - el talento que tienes para crear ideas literarias y cinematográficas originales y divertidas, brillantes, jugosas, algunas totalmente a la altura de genios como Jorge Luís Borges, nada menos (tu ya sabes a qué me refiero).
De Amparo admiro lo ocurrente que és, y lo ácida e inteligente que tiene la lengua. Esta tía es la leche y cuando está en vena me parto con ella. Yo también le insisto en que escriba, pero como a ti, a mi tampoco me hace ni puto.
Sin embargo no estoy de acuerdo contigo en la interpretación que haces del talento. Para mi todo el mundo tiene talento, y no sólo uno sino que a menudo son varios.
Lo que sucede es que hay que descubrirlos, cuidarlos, mimarlos, alimentarlos, creér en ellos y permitirles crecer (eso sí). Son como una planta, y nosotros la tierra en la que arraigan y crecen.
Algunos talentos son innatos, son plantas silvestres que crecen espontánemente (qué suerte), pero otros son plantas de invernadero, cultivados expresamente. Y lo más importante: Todos requieren amor y dedicación.
El gran problema del talento hoy es que la sociedad en la que estamos metidos lo ha mercantilizado - como todo - y lo ha convertido en un producto de consumo más.
Esa perspectiva hace que mucha gente condicione sus talentos a las posibilidades de éxito comercial, y si no se las ve, lo abandona. Eso es malo.
Y al contrario, hay otras personas que se apuntan al carro del artisteo no porque tengan un talento que ofrecer, sino porque en realidad lo que quieren es ser ricas, famosas y salir mucho en la tele. Esto también es malo.
La mayor parte de los artistas que de verdad han influído en la historia del arte hoy siguen siendo desconocidos, han pasado hambre, han muerto pobres e ignorados y no han sido reconocidos hasta tiempo después de su muerte. No todos, claro. Pero muchos.
La prueba del algodón es: ¿estarías dispuesto a seguir con ello aunque nadie te apoye y no ganes nada sino que incluso te ataquen y te cueste dinero?
Cuanto más innato es un talento más afirmativa es la respuesta, hasta el punto de haber quien necesita tanto ejercitar su talento como el respirar. Es cuando el talento se convierte en pasión. En estos casos extremos la pregunta pierde todo el sentido y lo más probable es que estemos delante de un verdadero artista (aunque no nos guste lo que hace, que esa es otra história).
Tal como lo veo, hay un único talento que supera a todos y probablemente sea la semilla matriz de la que nacen los demás: Es el talento de saber vivir; y no me refiero a saber dar un pelotazo, sino a ser capaz de entender la vida y su significado, jugar, sorprenderse, maravillarse con ella y aprender a darle sentido día a día a este magnífico, único, breve y misterioso milagro que compartimos todos.
El problema es cuando uno se empeña en demostrar que tiene talento en algo que no lo tiene. Por mucho que se de cuenta.
Jajaj por cierto gracias por las comparativas con Borges, es todo un honor.
Hola,
Soy la Ego de Amparo. No está mal lo que has dicho de nosotras. Espero que te esmeres más en mi panegírico. En el de ella no importa. Amparo es un simple vehículo para mi talento. Además, ¿no me dice la tía que no escribe porque ni tiene nada que decir ni cree que sea necesario para la Humanidad? Estoy esperando que se dé un golpe en la cabeza para largarme a otro cuerpo.
Chao. Personas muy importantes me reclaman.
Hola Ego de Amparo.
Oye, ¿y a quién diablos le importa la humanidad?: Somos nosotros los que necesitamos que uses todo tu talento y te pongas a escribir pero ya.
Hablando de egos, el nick "B-Lego" es un cruce de significados entre "Be lego" (opino pero ni entiendo ni comulgo) y "Blog Ego" (que se explica solo).
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