Discriminación felina.

Hace unos días decidí acceder a un foro dedicado al mundo de los gatos en busca de información acerca de cómo evitar que los “mishinos” se encaramasen a la ventana abierta como si ésta se tratase de una especie de trampolín olímpico. Estuve varios minutos rebuscando entre los temas hasta que encontré un post que podía serme útil. En dicho post una participante pedía ayuda para su gatito, un Bosque de Noruega, que había comprado hacía unos cinco meses y que tenía la misma tendencia suicida que mis gatos.

Lo que uno siempre espera en estos foros es que te ayuden a la primera a solventar el caso. Sería lo más lógico ¿no? Pues mira tú por dónde que no es así… Y digo esto porque acto seguido, en la primera respuesta le aparece una energúmena sermoneándole, en primer lugar, por haberse comprado un gato de “raza”. La tipa atacaba a la dueña del gato comprado tachándola de docena más de adjetivos innombrables en este momento. Vamos, según ella era una auténtica desalmada porque había adquirido un gato de raza en una tienda sobre todo cuando en las calles y en los refugios se podían encontrar montones de tristes y desamparados gatitos que necesitan urgentemente una adopción…

Hay que decir que la dueña del Bosque de Noruega, se defendió bastante bien: “Vengo a pedir consejo, no a que me sermoneen” le contestó tajante y con toda la razón del mundo. La respuesta no tardó en aparecer. De nuevo la lunática contraatacó argumentándole que sentía muchísima rabia (por no decir asco) hacia aquellos que compraba gatos en la tiendas. Según ella eran personas caprichosas que se dejaban llevar por las modas y sobre todo por el ánimo de lucro (las tachó de explotadoras sexuales de animales) y no sólo ellas, también quienes vendían los animales en comercios especializados. Si lo mirabas bien sonaba como un estúpido reproche hacia aquellos que compran y venden ropa de marca de parte de quienes visten con ropa de segunda mano o de mercadillo.

Vayamos por partes: un gato, perro u otro animal en venta dentro de una tienda da gasto. Qué pasa, ¿qué los animales del refugio no gastan? ¿De qué se alimentan sino? ¿De dónde sacan la arena para sus necesidades? ¿Y las vacunas? ¿Aparecen del aire portadas por rechonchos y mofletudos angelitos de Sorolla? Joder, que aunque no en la misma medida que una tienda especializada también se paga por sacar un animal del refugio, vamos, que no vas y te dan los animalitos así por así. A parte te arriesgas a que vengan enfermos o con problemas, sino que me lo digan a mí…

Pues bien, por un momento pensé que el segundo post era un caso aislado de maniática de los gatos (o perros), que haberlas las hay (y si no asomaos a la ventana que en vuestro barrio seguro que hay más de una) pues no… Lo peor de todo era que la atacante no estaba sola. Otros amantes de mininos sin pedigrí aprovecharon la ocasión para atizar con la misma saña a la dueña del pobre Bosque de Noruega que seguía esperando pacientemente una respuesta que evitase que su gato se precipitase al vacío. A medida que iba leyendo las respuestas tuve la extraña sensación de encontrarme ante una manada de fanáticos adoradores de una extraña iglesia apocalíptica que culpaban a los gatos con pedigrí de todos los males del mundo. He de decir que también aparecieron algunos defensores, gente en su sano juicio que apoyaban a la atacada. Se trataba de personas con o sin gatos comprados que precisamente ya habían abandonado otros foros por culpa de ataques por parte de aquella clase de tipejos tan histriónicos como inquisidores.

Lo más hipócrita o triste de todo esto, fue percibir un inmenso desprecio por parte de los amantes de los gatos desvalidos hacia la totalidad de gatos de raza. Para ellos aquellos no eran animales, sino objetos de decoración, no tenían ni derecho a existir o a ser considerados como gatos. Parecían nazis discriminando a los no arios durante los albores de Tercer Reich.

Acusar, acusar, siempre acusar. Todos ellos no hacían más que acusar a las tiendas de auténticos pozos infernales donde el único objetivo de sus propietarios era hacer negocio con todo tipo de animales… Pues claro almas de cántaro, hacen negocio porque precisamente son tiendas y ahí venden animales, a parte nadie está obligado a ir a ellas para adquirir una mascota, vas si te apetece y sobre todo si tienes dinero para permitírtelo.

Ya sé que opiniones hay como culos: Cada uno tiene uno y ninguno es igual a otro (a no ser que te hayas operado de estética en Los Ángeles, California y te hayan puesto una réplica exacta del trasero de Paris Hilton o de George Clooney…) y que tanto pueden ser respetables unas como las otras ahí no les quito la razón. Pero por favor un poco de respeto hacia quienes decidan elegir qué tipo de mascota prefieren y dónde poder adquirirla.

Yo desde los diez años he tenido gato. Hasta el momento seis. A Mince lo compré en una tienda y me costó 25 pesetas (lo que costaba la lata de comida que se comió en casa por primera vez) a Chusquete lo pilló mi padre de la calle cuando era una bola de pelo que cabía en la palma de la mano. A Ñiñi, Glondris, Lía y Ñasis los adoptamos del refugio. Personalmente no encuentro nada mal rescatar gatos de los refugios o de las calles y por otro lado encuentro perfecto poder comprar un gato en una tienda si me apetece. A ver si no… yo con mi dinero hago lo que me sale de las pelotas y si me quiero comprar un Minsk, un Persa, un Siamés, un Angora o cualquier otro gato de raza estrafalaria no tiene porque venir ninguno con sus estúpidas ideas solidarias a sermonearme para tratar de convencerme del mal que hago a este mundo. Tampoco tiene porqué sermonearme si quiero hacer criar a mi gato. Faltaría más… Una anécdota reciente: Hace unos días mi sobrina vio unos gatitos abandonados en la calle, los pobres estaban sucios y enfermos, eran tres y daban mucha pena. Pues bien decidimos subirlos al refugio. Como no, los aceptaron. Estando allí les pregunté si tenían por casualidad un gato naranja ("rubio" lo llaman ellos). Siempre he querido tener uno (con Ñasis casi lo consigo) porque siempre me han encantado ese tipo de gatos. La chica que me atendió le preguntó a un tipo de allí si tenían uno y él le contestó que había uno medio anaranjado (como Glondris) Pues bien, no se me ocurre hacer el comentario de que en ese momento sólo me interesaba un gato completamente naranja cuando el gilipollas va y me suelta en modo despectivo: “Pues llévatelo y tíñelo”... Vamos a ver… ¿Qué sucede?¿Acaso no puedo elegir qué tipo de animal me puedo llevar de un refugio?”

A modo de resumen: Siempre me han producido un tremendo cansancio los típicos llorones o defensores de los animales (ya sean gatos, perros, camaleones o ardillas húngaras) que menosprecian con repugnancia a los animales de raza. Vamos a ver, un animal es un animal, ya sea de pedigrí o no. Come por delante y caga por detrás (si fuese al revés sería el primero en llevar a mi animalito al circo para ganarme unos cuantos euros exhibiéndolo). Un gato o perro de raza tendrá más o menos pelo, más o menos hocico, más o menos cola, pero es un animal. Como cualquier otro y pienso que merece tanto respeto como el resto de gatos abandonados o en adopción repartidos por las cuatro esquinas de este mundo.