domingo, junio 29, 2008

Nueva Dimensión: La crónica de las paraciencias.

Espiritus, fantasmas y otra clase de aparecidos.

1.Adam Moya Archer ve muertos.

El jueves por la mañana entré en la habitación de mi sobrino (anteriormente la mía y con anterioridad la de mi madre y en un principio la de mi hermana…) y me dirigí al ordenador. Mi sobrino dormía, con la ventana abierta y la persiana abierta. Entraba bastante luz de la calle algo que también sucede por la noche. En eso Adam se despierta y me dice: “Tito anoche vi un fantasma, estaba sentado en la silla donde estas tu, mirando fijamente la pantalla apagada del ordenador.”

Yo le comenté que igual lo habría soñado. Él me dijo que no. Rotundo. Lo había visto con sus propios ojos y que del susto había roto a llorar. Me describió al “supuesto” espíritu, me dijo que era un hombre, delgado, de 1,70, iba como vestido de enfermo de hospital (al lado de casa tenemos la residencia de la Vall de Hebrón). Dice que el aparecido no se percató de su presencia, pero hizo notar su llegada con una serie de portazos que le despertaron y que antes de darse cuenta de su presencia Adam pensó que eran producidos por el viento. Dice que Glondris uno de los gatos estaba durmiendo con él pero que no se dio cuenta del fantasma. Lo cierto es que el gato había pasado la noche con él.

El niño lo comenta a Miguel ya su hermana. Se molesta que no se lo acaban de creer. Yo en cierta forma si, aunque con el paso del tiempo me he vuelto más mentalista pienso que los sueños tienen algo que ver en ello.

La sorpresa llega más tarde, cuando bajo a buscar el correo. Encuentro una esquela en el pizarrín de corcho de la comunidad de vecinos. El vecino del 7º 8ª, dos pisos más abajo que el mío (y de semejante estructura al que ocupamos) ha fallecido y se comunica donde se va a celebrar su sepelio. Un escalofrío me recorre de arriba abajo.

2. Roy Edward Archer ve muertos.

Hace unos años, mucho antes de conocer a Miguel, en la época que yo trabajaba en la radio sucedió un fenómeno muy parecido en mi casa. Éste lo vivió mi padre y reconozco que yo tuve la culpa porque al parecer me traje al “okupa” etéreo después de realizar un ritual de rompimiento de malos rollos cerca del cementerio de Montjuic. Os pongo en antecedentes. Por aquel entonces realizaba un programa de radio llamado precisamente Nueva Dimensión. Es un programa que sufrió muchos cambios de cara, forma y de medio. Ya que se inició en la radio, tuvo una larga (y fructífera) etapa televisiva y luego sufrió su declive en Internet, cuando ya, cansado de brujos, brujas, videntes y “videntas” decidí darle a mi carrera otra nueva oportunidad. En la etapa radiofónica conocí a muchísima gente, gente del sector, algunos buenos, otros malos y otros más bien olvidables. Pero también gente curiosa y divertida. Una de estas personas llamada “Ambar Esmeralda” era una bruja, vidente, con mucho desparpajo y que realmente amaba su profesión. Podía hablarte de brujerías como el que habla de recetas de cocina o de coleccionar puntos de libro, o hacer macramé. Era una apasionada de lo suyo.

Tratar de catalogarla en su trabajo (es decir si era buena o mala) eso es otra cosa. Sabía mucho de recetas caseras de magia, y las oyentes del programa la adoraban porque siempre tenía algún remedio casero para mal de amores, fortuna, apartar energías etc etc… Todo muy “IKEA”. Era una vidente muy particular. Detestaba trabajar con luz; un día fue a su consulta y tuve la sensación de encontrarme en el pasaje del terror pero sin sustos, eso sí golpes con los muebles me lleve unos cuantos. Me leyó las cartas a la luz de una vela y no dejaba de quejarse de que allí había demasiada luz.

Trabajar en medios de comunicación es muy competitivo (aunque sean locales) y cuando se trata de programas esotéricos, en los años que estos fueron un autentico “boum“ más aun, sobre todo cuando el resto de emisoras se peleaban por tener el mayor numero de videntes para exprimirles los cuartos a base de venderles minutos de emisión. De eso ya hablaré en otro momento…

“Ambar Esmeralda” me dijo en una ocasión que alguien me estaba haciendo un “yuyu” para que no avanzase en mi trabajo y apartarme de mi camino. Curiosamente eso también lo dijo a una amiga un vidente muy bueno de Barcelona antes de morir de forma misteriosa (él le dijo a ella antes de fallecer que le estaba “trabajando”) Así que acepté su sugerencia y me dijo que qué podría hacer. Me comentó que lo mejor era realizar un ritual de rompimiento con energías negativas pero que ella no lo iba a hacer sino que tenía que ser yo quien lo hiciese. Me pasó una lista con ingredientes, todos muy sencillos de buscar (bueno menos la ceniza de muerto que eso me costó horrores y hablo en serio) y me añadió en la nota que tenía que enterrar el mejunje en un frasco cerrado el cual no debía abrir bajo ningún pretexto y enterrarlo en un cementerio o en su defecto muy cerca de él.

¿Os preguntaréis si lo hice? Pues sí, con un par de sorpresas de por medio. La primera era el día que fui a enterrarlo. Me acompañó un amigo. Eran más o menos las 12 de la medianoche y fuimos con coche a una de las entradas del cementerio de Montjuic. Estaba cerrado así que dentro del recinto no podía enterrarlo. Me metí tras unos matorrales con el bote lleno de mejunje y con una barra del coche para hacer el agujero donde enterrarlo. Mi amigo me esperaba en el coche con la puerta abierta. Me pongo a cavar (Si se le puede llamar eso cavar) y de repente escucho el ruido de un coche y un frenazo. Oigo dos puertas que se cierran y alguien hablando con mi amigo. Dejo de golpear el suelo con la barra antirrobo. Escucho que se identifican como policías. Yo miro el frasco, miro la barra y me entra un bloqueo que no se qué hacer. Espero que mi amigo les diga que estoy meando. En eso oigo como me llaman. Me piden salir. Lo noto nerviosos. No sé si tomar la barra del coche y el frasco. Tras insistirme una segunda vez no me lo pienso y aparezco de entre los matorrales con la barra en una mano y el frasco con el liquido blanco en la otra. Uno de los policías (que iban de paisano) me dice que suelte la barra. No leva arma ni nada, pero me lo dice en tono amenazador. También noto miedo en sus palabras. Yo sigo caminando poco a poco y deposito la barra sobre el maletero cerrado de mi coche. Me preguntan qué estoy haciendo allí y yo tardo un poco en contestarles. Al final opto por decirles la verdad. Se lo cuento. Esperando o una risotada o una visita a los calabozos.

Uno de los policías agarra el bote y lo mira extrañado, me pregunta que lleva en su interior. Le enumero los ingredientes (menos la ceniza de muerto por supuesto…) Estoy temiendo que se disponga a abrirlo allí mismo o tras llevarnos a comisaría abrirlo delante del comisario o de un juez o de alguien que ose desenroscar el bote. Por un momento me imagino la escena final de “En Busca del Arca Perdida” cuando los nazis abren el arca de la alianza y salen de ella cientos de espectros. El policía no lo abre. Debe ser supersticioso. Me pregunta que para que entierro eso allí. Le comento que una vidente me ha dicho que tengo mal de ojo y que debo entrar ese frasco al lado de un cementerio. Yo tiemblo, ellos también. Es una situación muy extraña. Rezo para que no me entre la risa tonta “ya te reirás luego cuando se marchen o cuando estés fuera del calabozo” Pienso. En mis rezos pido que no abra el frasco ni que le de por beber un poco del contenido. Entonces les pregunto “¿Si a alguno de ustedes le dicen que tienen mal de ojo y que un velón se lo va a quitar no intentarían por lo menos alejar las malas influencias de su vida?” Los dos policías se miran, uno de ellos me pregunta “¿Y esto funciona?” a lo que yo le contesto “No lo sé. Pero por lo menos lo intento y salgo de dudas”.

Se hace un silencio. El poli me devuelve el frasco y me dice que siga con mi “ritual” Supongo que para ellos sería más embarazoso tratar de justificar que han detenido a dos tipos enterrando un frasco misterioso en un cementerio que yo mismo tratar de explicárselo al comisario. Al final se marchan. Sin apenas despedirse. Yo me quedo de pié con mi amigo al lado temblando como si acabásemos de teletransportándonos al corazón del Polo Norte. El coche desaparece. Y comenzamos a reírnos de forma nerviosa. Yo corro hacia los matorrales y después de varios golpes con la barra sobre el suelo entierro (como puedo) el frasco, junto al muro del cementerio.

Pasan los días y la anécdota se convierte en risotadas por aquellos que nos escuchan. Personalmente no noto ningún cambio a mi alrededor. Yo no. Quien sí lo nota es mi padre…

Un día me dice que saliendo de la habitación por la noche, para ir a beber a la cocina se encontró como una figura indefinida justo en el pasillo que da de la cocina al comedor. Mi padre se asustó pero también pensó que se trataba de que se acababa de despertar y aun estaba medio somnoliento. Además la aparición duró muy poco. Cosa que si sucedió la segunda vez que se encontró con ella. Porque se trataba de una mujer, vestida con ropas antiguas y que se encontraba en medio del comedor mirándolo todo como si estuviera desconcertada.

En esa ocasión era por la tarde y mi madre y yo estábamos en casa de una vecina. Nos llamó corriendo asustado y nos contó lo que había visto. En seguida me miro y me preguntó mosqueado “¿Qué es lo qué has hecho?” Yo les conté a mis padres el ritual y lo sucedido con los policías (hubo risas) Mi padre me pidió que hablase con “Ambar Esmeralda” para ver qué puñetas había sucedido. La llamé y un par de días más tarde vino a casa a “limpiarla” Me dice que me había traído un espíritu conmigo, supuestamente atraído por la energía del ritual. No era un espíritu maligno sino alguien que había muerto hace muchísimo y que se negaba a desprenderse del plano terrenal. Me añadió que eso era muy común y que la totalidad de los cementerios estaban llenos de almas no evolucionadas que se resistían a pasar definitivamente al otro lado. La energía del ritual la había atraído y me había perseguido hasta mi casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso tema este de los fantasmas.

Soy escéptico, de esos que piensan que hay que temer más a los vivos que a los muertos. Por ejemplo, no doy un céntimo de credibilidad a brujas, tarotistas, astrólogos y otros renegados del prozac; para paranoias tengo suficiente con las mías, gracias.

Sin embargo sobre fantasmas...

Menos mal que no creo en estas cosas, porque ya me los he tropezado varias veces ...y me refiero a los de sábana y cadena.

Por lo general, cuando suceden estas cosas nunca acabas de estar completamente despierto, atento o consciente; de manera que no puedes asegurar que tu percepción no te esté jugando una mala pasada. Al menos así ha sido siempre en mi caso cuando los he "visto" (y entrecomillo a posta).

Aunque... ahora que lo pienso, para fenómenos raros de estos, el más reciente es un vecino al que de vez en cuando se le oye dar martillazos en la pared. No son muy fuertes, se oyen claramente pero no lo suficiente para poder ubicarlos sin dejar lugar a dudas.

Aunque creo que esto entra más en la categoría de "poltergeist" que en la de "apariciones".

Suelen sonar en séries de dos o tres grupos, de entre seis y diez martillazos cada vez. Con distinta intensidad y ritmo. Como si estuvieran terminando de clavar un cuadro, parasen un momento para mirar qué tal progresa el clavo y luego continuasen.

Siempre da la impresión de sonar un par de paredes más allá de donde te encuentras en ese momento, a unos cinco o seis metros de distancia. Cuando estás arriba, suenan abajo, si estás abajo suenan arriba, o en la habitación de al lado. Cuando llegas, o estás a punto, para.

Lo único inquietante es que el vecino más cercano lo tengo a 50m de casa, y en alguna ocasión al otro lado de la pared desde donde parecía provenir el sonido sólo está ...la montaña.

Sucede de vez en cuando, quizás dos o tres veces al mes, a distintas horas (creo que siempre de día) y cuando sucede todo el asunto no dura más de 30 segundos.

Lo hemos oído varias personas y en distintas ocasiones; la última hará un par de semanas.

Tengo varias teorías que podrían explicarlo sin necesidad de recurrir a los espíritus, pero todavía no he logrado demostrar niguna de ellas de forma clara y convincente.

Todavía estoy en ello.

Eva dijo...

A mí me cuesta no ser escéptica y he hecho de medium, pero no puedo evitar pensar que puede haber otra explicación. De niña veía yo gente que nadie veía y me daba terror cuando los demás decían que no los veían, pero terror terror, iba preguntando a mi madre que cuánta gente había en la habitación, en la calle, si tenían colores alrededor del cuerpo y así...
Lo que me ha encantado es lo de la policía, mi historia con el del control del alcoholemia al que le dije que llevaba una espada láser se queda muy muy corta al lado de la tuya...