lunes, junio 02, 2008

¡TOC! ¡TOC!


Hola me llamo Richard Archer y padezco TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo). Siempre se dice que todos tenemos algo que esconder de nuestra vida. De cara a los demás pretendemos ser perfectos en todo como seres sin mácula, ciudadanos ejemplares carentes de cualquier tara que nos haga alejarnos de lo normal.

Nunca he hablado de mi trastorno con nadie. Ni siquiera con Miguel. Quizás él y muchos de mis viejos y nuevos amigos se enteren por primera vez que lo padezco leyendo precisamente este post. La vergüenza es uno de los “accesorios” que suele acompañar en gran parte de quienes lo padecemos. Por ejemplo, según diversos estudios sobre psicología los enfermos de TOC, por regla general no solemos acudir al psicólogo hasta bastantes años después de haber eclosionado el problema.

Según la wikipedia:

“El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno perteneciente al grupo de los desórdenes de ansiedad (como la agorafobia, la fobia social, etc). Otra cosa totalmente distinta son las enfermedades mentales (esquizofrenia, paranoias, psicopatologías, etc.) Considerado hasta hace algunos años como una enfermedad psiquiátrica rara que no respondía al tratamiento, actualmente es reconocido como un problema común que afecta al 2% de la población, es decir, a más de 100 millones de personas en el mundo.

El descubrimiento de que algunos fármacos son eficaces en el tratamiento del TOC ha cambiado el punto de vista que se tenía de esta enfermedad. Hoy no sólo existen terapias eficaces sino que también hay una gran actividad investigadora sobre las causas que producen esta enfermedad y una búsqueda de nuevos tratamientos.

Una persona con TOC se da cuenta de que tiene un problema. Normalmente, sus familiares y amigos también se dan cuenta. Los pacientes suelen sentirse culpables de su conducta anormal y sus familiares pueden enfadarse con ellos porque no son capaces de controlar sus compulsiones. Otras veces, en su deseo de ayudarles, pueden aparentar que los síntomas no existen, justificarlos o, incluso, colaborar en sus rituales (acción que se considera contraproducente).

Los síntomas y la importancia que implica el TOC pueden presentarse a cualquier edad a partir de los 6 años y pueden producir una importante discapacidad: la OMS lo incluye entre las 20 primeras enfermedades discapacitantes con una prevalencia del 0,8% en los adultos y del 0,25% en infantes y adolescentes, y entre las 5 enfermedades psiquiátricas más discapacitantes. Todas las personas que padecen TOC no son enfermos mentales per sé, y deben ser tratados con la mayor ética profesional.

Estudios demuestran que gran parte de los sufridores de TOC presentan una inteligencia por encima de la media, puesto que la propia naturaleza de la enfermedad precisa de patrones mentales complicados.”

Para más información: http://es.wikipedia.org/wiki/Desorden_obsesivo-compulsivo

Si he decidido hablar de mi trastorno (y el de millones de personas en todo el mundo) es por varias razones. Una de ellas porque ya estoy un poco cansado de padecerlo, otra porque este blog, a modo de psicólogo personal, me está permitiendo enfrentarme a él, encerrarlo en una especie de cárcel de palabras con la esperanza de que no vuelva a salir más. Me he propuesto darle cara y ojos, de esta forma su esencia pierde fuerza. Es así como se vencen la mayoría de los miedos.

Precisamente otros de los factores por los cuales he decido dar la cara es que el pasado viernes descubrí que no estaba sólo (sabía que no era así pero ignoraba que una persona muy cercana de mi círculo de amistades también lo padecía.) El viernes mientras estaba en el patio del colegio donde mis sobrinos actuaban en el denominado “Día de la Familía” descubrí que Nuria (Flor de te) también padecía TOC. Fue tras escuchar una estrofa de un tema musical que se repetía varias veces. “¡Huy, es un tema TOC!” Le dije así medio en broma. “¡Si TOC TOC!” me contestó. Entonces aprovechando la familiaridad y tras haberle pintado una cara de guasa al tema le comentó: “¿Sabes que padezco TOC?” No hubo ni silencios colectivos, ni dejó de sonar la música, ni la gente allí congregada enfocaron su mirada en nosotros. Todo lo contrario. La música seguía sonando, los allí presentes algunos bailaban, otros escuchaban y otros como nosotros hablábamos. “¡Yo también! Llevo medicándome desde hace mucho tiempo y me voy medicando… ¿Pensaba que los sabías?” Me contestó Nuria. Hablamos del desorden de forma abierta, sin ocultar nada, es más acabamos haciendo bromas sobre el tema, aunque en teoría no debe ser un trastorno que pueda ocasionar guasa…

Mis padres conocían mi trastorno y lo sufrieron desde que yo era muy jovencito, me acuerdo muy bien cuando por ejemplo me obsesioné de forma exagerada por la limpieza. A los 6 o 7 años solía lavarme las manos con 30 o 50 veces al día. Con agua y jabón, mucho jabón. Repetía ese proceso cada vez que tocaba algo que para mí parecía sucio. Tenía verdadero terror a los microbios y sobre todo al cáncer. Hubo una época que fui muy hipocondríaco, tenía verdadero pavor a las enfermedades. Pensaba que el cáncer podía pillarse al comerse una de esas motas negras que aparecían sobre el puré, o sobre la carne, o entre las migas de pan o cualquier alimento... Así que ya os podéis imaginarme en semejante situación, sentado en la mesa del comedor perdiendo el tiempo apartando motitas negras de todos los alimentos que reposaban sobre mi plato con la punta del cuchillo o del comedor.

Cuando superé lo de la comida pasé a que podía pillar enfermedades al tocar un objeto o dar un beso o rozar a una persona que lo padecía. En mi bloque había un niño que sufrió cáncer de riñón (y lo superó) Me acuerdo que cuando lo veía llegar a su casa, calvo después de sufrir una sesión de quimioterapia, mi cuerpo se estremecía tan sólo pensar qué me podría pasar si aquel pobre niño inocente me tocaba. Recuerdo un día jugando en la calle a hacer una obra de teatro (me gustaba mucho organizar obras de teatro con mis vecinos) que el pobre crio, animado por el jolgorio que se organizaba, se presentó a participar. En un momento determinado y a modo de broma pilló una cesta, de esas fabricadas de mimbre y que mi madre utilizaba para presentar el pan o la fruta y se la puso sobre su cabeza, calva como una bola de billar, a modo de sombrero. Aquel día aquella cesta se convirtió en un arma de destrucción masiva para mí, llegando incluso un día a tomarla con un plástico y tirarla a la basura.

También por aquel entonces sentía terror por mojarme los ojos al lavarme el pelo y que esa agua llevase jabón. Sufría tormentosas pesadillas acerca de lo que podía sucederles a mis ojos si el jabón entraba en contacto con ellos. Uno de mis miedos era que se me borrase el iris y la pupila, vamos que se diluyeran como si estuvieran pintados sobre la cornea con temperas de colores del todo a 1 euro. El simple hecho de verme en el espejo con uno de mis ojos en blanco me producía una sensación indescriptible. Lo mismo sucedía con el estrabismo. Otro de mis vecinos lo padecía, un día a mi hermana y a mí se nos ocurrió preguntarle cómo era que se había vuelto bizco. El crio nos explicó que una buena mañana se había despertado y como por obra y gracia de vete a saber qué santo tenía el ojo así, torcido hacia el lagrimar como si estuviese mirando con detenimiento y minuciosidad un grano en la punta de la nariz. Así pues cada mañana ya me podíais ver saltando de la cama y corriendo al espejo del baño para ver si cualquiera de mis dos ojos seguían alienados correctamente sobre mi cara. Mi fase hipocondríaca llegó a su fin un día, yo contaba con unos 17 o 18 años cuando durante un ataque de ansiedad me dio por pensar que estaba enfermo de Leucemia. Fueron unos tres meses de tormento con el tema y una etapa muy dura. Lo pasé muy mal. Realmente me sentía enfermo y con la sensación de que en cualquier momento mi cuerpo acabaría por declararle la guerra a mi propia vida. Un análisis de sangre recetado por una vecina, psicóloga de profesión, disipó todas mis dudas. Desde entonces no he vuelto a obsesionarme más con las enfermedades. Ahora las he de enfrentar, pero de otra forma…

Mi infancia no fue como la de otros niños. Por aquel entonces no era muy normal llevar al niño al psicólogo. Por lo menos en España. Mis padres sí, era muy modernos y creían en la medicina preventiva. A mi hermana y a mí nos llevaron al psicólogo desde muy pequeños. En el caso de mi hermana debido a un tema de autoestima y en el mío debido a terrores nocturnos. No os podéis imaginar la de cuentos de terror que mi mente podía tejer en la oscuridad en una sola noche. Seguro que hubieran hecho palidecer de envidia al mismísimo Stephen King. Este tema ya lo comenté en este blog hace ya mucho tiempo.

Por aquel entonces el tema TOC era poco tratado o por lo menos apenas se conocía. Nunca me trataron al respecto. Creo que ya lo conté en otro momento pero mi terapia contra el miedo a la oscuridad consistía en tumbarme en una camilla, con las luces apagadas y una almohada sobre la cara. La prueba consistía en ver si yo me quitaba la almohada de mi rostro o no. Pasaba una larga hora así, sin hacer ni decir apenas nada. Alguna vez me preguntaban que sentía (no recuerdo mis repuestas pero ahora hubiera contestado que me sentía como un idiota o como una de las victimas de Alien el 8º Pasajero) Claro, he de decir que el sentimiento del ridículo lo tenía latente (que no lo expresase era otra cosa) Al final me quitaba la almohada, aburrido y avergonzado (entre otras cosas porque siempre dudaba que el psicólogo se encontraba a mi lado y se había ido a la sala de al lado a fumar un cigarrillo o a tomar un café), cuando descubría que no era así la bronca que me llevaba era más que morrocotuda. Al final, después de más de tres años de terapia no se solucionó nada. Nunca consiguieron averiguar porque mi mente se divertía atormentándome contándome historias de monstruos invisibles y seres sobrenaturales que poblaban los rincones de mi habitación. Bueno, lo mejor de todo ello es que no me atiborraron de pastillas... Mis terrores nocturnos finalizaron cuando cumplí 22 años, una noche me di cuenta que ya tocaba los cojones tener que dormir todos putos días con la luz encendida. Recuerdo que ese día simplemente me levante de la cama y apagué el interruptor y me dormí. Ya no volví tener problemas con la oscuridad nunca.

Me acuerdo de mi etapa TOC de tocar cosas hasta sentirme un gilipollas. Debería tener 14 o 15 años. Cerraba las puertas y armarios 4 o 6 veces a la vez, centrar tenedores y cuchillos sobre la mesa, ordenar libros por tamaño, perfectamente alienados y un sin fin de parvadas más que ahora me resultan ridículas que por aquel entonces se convirtieron en un suplicio, sobre todo porque tenía que hacerlo sin que mis padres se diesen cuenta no fuesen a pensar que estaba loco o que necesitaba de nuevo asistencia psicológica. Mi hermana era la única que se daba cuenta de mis extrañas manías y solía burlarse de mí imitando mis tics de forma estúpida. Aquello me hacía sentir muy mal. No quería hacerlo pero no podía evitarlo. Eran rituales y si no los cumplía me sentía mal o inseguro. También tuve un leve episodio de TOC verbal. Solía repetir palabras o sonidos para evitar que me sucediesen desgracias. La frase ¿Y si? Me ha perseguido toda mi vida. Aun hace acto de presencia, pero procuro mantenerla a raya. He luchado contra el TOC en varios de sus aspectos, lo conozco muy bien y sé que quien lo padece sufre mucho.

Nuria me habló de medicación. Dice que le ayuda a controlar las obsesiones. Yo nunca me he medicado. Lo lucho con otras armas. Ya no lo padezco con tanta intensidad. Es como si con el tiempo fuese perdiendo fuelle. O porque tanto tiempo viviendo con él me ha permitirlo conocerlo y aprender a controlarlo.

Si es cierto que suelo sufrir alguna pequeña recaída de vez en cuando. Físicamente no apenas se nota (no cierro puertas compulsivamente, ni cuento las monedas de mi bolsillo, ni compruebo si el gas está encendido cuando estoy a punto de llegar a mi destino. También he aprendido a transmutarlo. De darle la vuelta y que en vez de atormentarme y esclavizarme se convierta en mí mejor aliado y juntos podamos conseguir muchos logros positivos. Puedo focalizar esa obsesión en un objetivo y volcarla en una actividad como escribir, pintar (en su tiempo), viajar y moverme (al evitar quedarme en casa atormentado por mis tics y mis miedos) y conocer gente. Curiosamnete el TOC ha sido uno de mis mayores aliados dentro de la lucha de la custodia de mis sobrinos y sobre todo en conseguir liberar a mi hermana de su tormentoso pasado. No todo es desagradable dentro del transtorno. En mi caso, en el fondo hasta he de darle las gracias.

Decidado a Nuri y aquellos que como nosotros tienen que convivir con el TOC.


12 comentarios:

Monica dijo...

En fin,hay comentarios que despiden un tufillo a azufre...

Siempre me sorprendes Richard,ser capaz de canalizar tus obsesiones hacia cosas constructivas y positivas es algo muy bueno y muy digno de admiracion,porque imagino el esfuerzo que supone recanalizar toda esa energia en algo que merece la pena.Ole por ti,me alucina tu capacidad de analizarte a ti mismo,ojala todos lo hicieramos,seguro que nos iria mucho mejor,pero bueno,lo importante es intentarlo ¿no?,un beso corazon.

Anónimo dijo...

Buenooo, como etá el patio!!

Guapetón, una vez más has demostrado lo valiente que eres!!!

Sigue asi, no cambies...

Besazos
Soydemar

Ahh, sigo sin ver ningún cuento dedicado a la vaquera sexy, eh? jajajaja

KAMELUCHA,.,.,.,.,., dijo...

Toc toc,
parece ser que nos tocan cosas parecidas, tengo alguien muy cerquitica, que si padece toc, desde pequeñita, hoy en dia aun siendo bastante joven sigue con una psicologa que le ha ido genial ,sin medicacion alguna, .
Creo ue todo lo que tenga que ver con nervios me toca demasiado cerca, ya lo creo, esos terrores nocturnos si que los padecì es algo inolvidable, ademas tampoco mis padres estaban ,se habian ido a Amèrica, por lo tanto creo que mi pequeño cerebro ufff las pasò bastante mal solo la comprension de mi gran abuela, mujer maravillosa, y no mucho mas, seguir mucho tiempo con problemas, creo que hasta el dìa de hoy, en diferente forma, pero si , se que la psicologa no me vendrà mal, esper que ahorita llegue mi chico para tratar de superar ciertos problema que poco a poco se van acumulando y a veces se toca fondo.
animo y gracias..
un abrazo...

Monica dijo...

Que bonita es la primavera y por fin ha salido el sol en este pequeño rincon del noroeste.Como no se si te vere mañana,solo queria que felicites a Laura de mi parte,aunque no me conozca ,y que espero que lo pase genial y que tenga una fiesta chachi piruli (si esta en tu mano,seguro que la tendra).
Es curioso,pero estaba pensando que no es cuestion de edad que las que parecen amistades te den palos,¿verdad?,tu intentando que Laura haga amistades y algunas tuyas poniendote verde por decir claramente lo que piensas y muchas veces piensan los demas,no te preocupes a mi tambien me ha pasado alguna vez,se llama "matar al mensajero",pero al fin y al cabo hay cosas en tu vida realmente importantes como para perder el tiempo con semejantes cosas,¿no crees?,bueno,lo dicho,que muchisimas felicidades a la bellisima Laura y un enoooormee osoabrazo para ti,corazon.

Esther Hhhh dijo...

Vaya tela, Foscardo... Es terrible lo que cuentas. Yo no padezco TOC, gracias a Dios, aunque tengo mis pequeñas obsesiones, sobretodo cuando alguna parte de mi vida anda en caos. Yo, que habitualmente soy un auténtico desastre, me da por volverme tremendamente ordenada, hacer la cama, recoger todo, tener las cosas ordenadas... La más divertida de mis obsesiones me dio hace años, en una emisora en la que trabajaba. Tenía ansiedad pura y dura por exámenes y otros temas, y la enfoqué ordenando. Me dio por ordenar todas los cajones de cd's, que estaban separados por estilos, cuadrando perfectamente los cd's y ordenándolos alfabéticamente. Fue tremendo porque todos los días repasaba el orden. Pasaba parte de mi tarde por la radio, para grabar cosas y eso y algunos ratos de descanso, los pasaba en el estudio, charlando con un compañero. Cada vez que cogía un cd, le reñía, pero de coña, y le decía que ya me había desordenado todo y yo volvía a colocar el cd en su sitio "correcto". En verdad, según creo, este acto a una persona realmente enferma puede enfadarla o angustiarla mucho. A mí me divertía, aunque era importante en ese momento el orden para mí. Mi compañero, que por cierto, es muy ordenado y meticuloso y que me conocía bien, solía decirme "que pesadita estás, nena, casi te prefiero desastre". Cuando acabaron los exámenes, con ellos murió mi obsesión y me olvidé de los cd's, aunque a ratos los ordenaba, pero ya era puro aburrimiento de hiperactiva. Entonces mi compañero se reía y me decía, "Esther, que los cd's están desordenados, no los cuadras??".
Bueno, esta anécdota divertida, es eso, un punto alegre, que desdeluego, no pretende ni reírse ni burlarse de tu enfermedad. En todo caso, pretendo sacarte una sonrisa. Como te dije, mis obsesiones, que vienen muy de vez en cuando y son temporales, son fruto de la ansiedad y, más que hacerme sufrir, me alivian, es una forma de sacar la ansiedad de dentro.

Me gusta lo que dices hacia el final, que no te has medicado nunca, si no que has aprendido a convivir con ello, a dominarlo e, incluso a sacarle partido. Creo que es muy valiente pro tu parte y me causa admiración. Hay cosas que es mejor superar por uno mismo. Generalmente, nos hacen más fuertes, y eso nos hace sentirnos mejor, al menos, con nosotros mismos.

Un beso grande, perdona si me he enrollado, siempre hablando mucho, jejejeje..

Besitos, ConHache.

SisterBoy dijo...

Mi hermano tenía la mania de tocarse la cabeza con los nudillos cuando alguien decia o hacía algo que no le gustaba. Incluso se lo hacía a los demás.

Yo también estaba pensando en Monk antes de que pusieras la foto

foscardo dijo...

En realidad el TOC es un problema más común de lo que parece. La inseguridad nos puede llevar a realizar pequeños rituales a modo de amuleto para que todo salga bien. Lo pero de todo es que tras el rutal todo salga bien o l no hcerlo salga mal. Entonces comienza la obsesión. Toc físico ahora paenas lo padezco. Algun pequeño tic como rascarme la nariz pero poca cosa mas. Si soy muy obsesivo con cierto orden y con las compras compulsivas. Suele sucederme en determinados momentos de mi vida con cierto estrés. Si es cierto que de muy joven llegué a situaciones tan exasperantes como lo que le sucede al detective Adrien Monk de la serie MONK.

Anónimo dijo...

Con un par de huevos...sí señor, como te afrontas a todo lo que se te pone por delante.
Una vez más demuestras ser un gran ser.(Que bien me ha quedado la frase,no?jajaja)
Besukis
Begus

flor de te dijo...

Mi infierno particular comenzó sobre los 18 años. Posiblemente el trauma que provocó en mi mente la muerte de mi prima liberó el transtorno latente.

De los 18 a los 28, sólo recuerdo las largas épocas en las que la única salida era morirme. Deseaba la muerte, pues para mi la vida era mi infierno.

El TOC se tradujo en anorexia (no tuve la regla durante dos años), inseguridad (vamos me he sentido como un ser inferior mucho, mucho tiempo), rituales de comprobación, pensamientos obsesivos (vamos que le daba la vuelta a un tema durante 20 horas), depresión, ansiedad...

Bueno un poema. Hace 4 años durante una crisis grave mi madre me llevó de urgencias al clínico y desde entonces me medico cada día.

Hace unos meses que me cambiaron la medicación y me ha sentado de maravilla el cambio, claro que todo en mi vida ahora es bastante estable y eso también ayuda. Porque lo peor para un paciente con TOC es el miedo a perder el control y la inestabilidad. Y yo he tenido mucho de todo durante una década.

La conclusión es un homenaje a la esperanza. Mi alegría por vivir volvió renovada, aumentada cual ave fénix. Volvió a la vida esa niña alegre y pillina de mi infancia para dar mucho amor y para disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Es curioso, durante mi época negra siempre vi un rayito de luz al final del túnel: mis lucecitas, mama, mi tete, mi family y mis amigos que han estado para lo bueno y lo malo.

Un consejo: valorad lo que tenéis pues todo es efímero.

Patricia Fernández Miranda dijo...

Pues mi agonia es la agorafobia, los espacios abiertos, las tiendas abarrotadas,todo surgio por una situación familiar inesperada que provoco que no pudiera salir de mi casa. Caminar hasta la esquina,me provocaba mareos,sudores, en resumen crisis de pánico.Siempre fui muy independiente y decidida, no era yo esa persona fragil y enferma, lo que me hacia cuestionarme por qué no podía vencer aquel temor para los demás adsurdo.Aun hoy temo una recaida, nunca he buscado soluciones en la medicina,poco a poco y evitando en lo posible situaciones que me provoquen ansiedad, sigo luchando contra mis fantasmas.

Per anar fent gana dijo...

BUENO .ADELANTE Y FUERZA .YO ETOY EN UNA LUCHA PARA QUE LOS NIÑOS ESTEN ATENDIDOS.
T.O.C,ANOREXIA,T.D.A.H,Y MUCHAS muchas comorbilidades.
de esto entiedo un rato..

lo mejor es no dejar ,que las cosas se descontrolen.
tanmBien hay algo de bipolaridad en el t.o.c

animo y adelante!!
NOSOTROS CREAMOS UNA PLATAFORMA ,PARA QUE ESPAÑA TENGA,LA ESPECIALIDAD EN PSIQUIATRIA INFATOJUVENIL
que por desgracia no somos como el resto de europa.

estoy paralo que necesites.
un abrazo
hormiga meggan

Anónimo dijo...

VOY A PEGAR AQUI UNA NOTIFICACION.LA TENGO EN MI BLOG.
para que foscardo ,veas en lo que estoy metida.
sito que sea un poco largo,tu como periodista puedes ayudarnos....


Entregan al Ministerio de Sanidad más de 100.000 firmas para la creación de la especialidad psiquiátrica infantil y juvenil
Vicky Bendito / Madrid- 30/05/2008

La Plataforma de Familias para la Creación de la Especialidad de Psiquiatría Infantil entregó hoy al Ministerio de Sanidad más de 100.000 firmas para reclamar la incorporación de esta disciplina profesional en la salud pública y ayudar a los niños con trastornos psíquicos.

La entrega tuvo lugar tras una concentración frente al Ministerio de Sanidad, que aglutinó a un centenar de personas, y en la que la presidenta de la plataforma, Ana Medina, leyó un manifiesto reivindicando dicha especialidad.

Tras señalar que "más del 80% de las patologías mentales del adulto tienen su inicio en la infancia y adolescencia", Medina añadió que "los niños también sufren, también se deprimen, también padecen episodios de ansiedad, exactamente igual que los adultos, pero con la particularidad de que no lo demuestran igual".

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los menores de España, según la plataforma, que recordó lo importante que es un buen diagnóstico de los trastornos del desarrollo, del aprendizaje y del comportamiento para que las pesonas afectadas puedan tener una vida más fácil.

"Rechazamos tener que peregrinar de consulta en consulta hasta dar con un diagnóstico certero", añadió Medina, para quien la discapacidad psíquica "merece tanto respeto como la física o sensorial".

Durante la lectura del manifiesto, Medina recordó que el pasado 3 de mayo entró en vigor la Convención y Protocolo de los Discapacitados, ratificado por España.

ESPAÑA, A LA COLA DE EUROPA

En declaraciones a Solidaridad Digital, Medina explicó que España es de los pocos países de Europa, junto con Rumanía, Hungría, Malta y Croacia, que no tienen la especialidad de Psiquiatría infantil y Adolescente, cuando en el resto de Europa existe como una rama médica autónoma.

Asimismo, explicó que si un niño con un trastorno psíquico debe ingresar hospitalariamente, en caso de que en su ciudad no exista unidad hospitalaria de psiquiatría infantil, se le destina a Pediatría, y si tiene 15 años, es decir, ha superado la edad pediátrica, se les envía a unidades psiquiátricas de adultos.

"Creemos que esto es totalmente antiterapéutico, no se puede hacer ningún tratamiento rehabilitador cuando un niño con 15 años es ingresado en una unidad psiquiátrica de adultos", agregó Medina, quien explicó que normalmente, desde que se manifiestan los primeros síntomas, se tarda seis años en diagnosticar a un niños con problemas psíquicos.

Para Medina, "esos años conllevan sufrimiento en la familia y en el niño y la pérdida de un tiempo precioso en la evolución y tratamiento de su trastorno".

Por su parte, María Jesús Mardomingo, jefa de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, señaló a Solidaridad Digital que se trata de dar "buena atención sanitaria" a estos niños y añadió que también sería "muy conveniente" que se crearan otras especialidades, como la de Psicología, porque el tratamiento de los menores es multidisciplinar, tiene un componente médico,
psicológico, social y escolar.

Recordó que algunos psiquiatras infantiles llevan reivindicando el reconocimiento de esta especialidad desde hace 30 años. "Confiamos en que lo que los médicos no hemos conseguido con razones lo consigan las madres con su entrega y su corazón", apostilló.

un abrazo a todos.
si necesitais alguna cosa contar conmigo!!
hormiga