martes, febrero 19, 2008

Día D hora H

Hay momentos en la vida de una persona que marcan. Son días señalados en un calendario con una hora estipulada. En mi vida ha habido varios de ellos. Son días y horas especiales. Comencé a darme cuenta de ello el día que mi padre entró en quirófano a vida o muerte después de una estancia rutinaria en el hospital debido a unos dolores intestinales. Nadie se esperaba que aquellos retortijones eran debidos a un coágulo de sangre que le había taponado una vena en el intestino delgado y lo estaba gangrenando. Recuerdo cuando entró en quirófano, con la cara pálida, la nariz afilada y los ojos hundidos. Aun tuvo tiempo de bromear y sacarnos la lengua a mi hermana, a mi madre y a mí. Mientras esperábamos que saliera de quirófano (con tantas horas muertas pero tensas para pensar) de repente me di cuenta que si por cualquier motivo (y tenía muchos) moría en el quirófano nuestra vida cambiaría radicalmente. Todo lo que conocíamos, todos los planes que teníamos se tendrían que sacrificar y deberíamos comenzar una nueva vida, posiblemente a años luz de cómo teníamos planeado. Supongo que a muchos de vosotros os ha sucedido alguna vez una situación semejante, es posible que incluso no os hayáis dado cuenta. A todos nos pasa. Son días y horas pintadas en tinta indeleble en nuestro propio destino. Hace días que padezco insomnio. La situación familiar, aunque aparentemente solventada aun se encuentra en ebullición. Cada día suceden miles de cosas, muchas de ellas de índole cotidiana, vamos del día a día, otras un poco más concretas y complejas. Sobre la situación de mi hermana hay algunos cambios. Ayer conseguí citarme (y encontrarme) con la asistente social del hospital tras dos semanas de larga espera. Como de un tiempo a esta parte uno no cree mucho en las ayudas sociales (visto con las perlas que me he encontrado a lo largo de este último año) tengo tendencia a tomarme el tema con otra filosofía algo férrea (un poco de mal rollo a veces hace que las cosas se muevan os lo aseguro) A mí o a nadie tiene ganas a estas alturas de que le tomen el pelo, para falsas promesas ya tenemos a los políticos (jejeje jojojo jajaja…) La cuestión es que ayer conseguí mover varias cosas. En primer lugar conseguí que mi hermana pudiera disponer de una revisión de su grado de invalidez, dejado de la mano de Dios por parte del capullo de su marido desde el año 2000. Sus 65 % de invalidez puede incrementarse considerablemente y gracias a ello recibir las ayudas pertinentes como la Ley de dependencia en grado III, en segundo lugar se movió la posibilidad de trasladarla a otra residencia mucho más cercana a casa. Este paso es más lento aunque espero poder acelerarlo de alguna forma (ya se me ocurrirá algo) De momento no la cambian de psiquiatría, entre otras cosas porque por lo menos allí controlan su pasión por robar pastillas. Una lástima, si, pero por lo menos, desde que está más controlada se puede hablar con ella pese a su constante insistencia en mirar el reloj o quien se encuentra tras el mostrador para ver si, por lo menos, puede colarse al office y aprovisionarse de medicamentos (suyos u ajenos)... Yo le he pedido a la asistente social un apoyo psicológico para mi hermana. Por lo menos ya que está en psiquiatría que algún especialista le ayude a poner los muebles de su cabeza en orden o por lo menos algo más organizados. Creo que este punto lo tengo (inexplicablemente más crudo) pero por lo menos que conste en acta. Hablamos de la situación con el EAIA. Aunque yo ya ando un pelo cansado de explicar siempre la misma historia le narré, con mucha paciencia y con todo detalle, todo lo que nos había sucedido a lo largo de este tiempo y como había actuado el EAIA al respecto. He de decir que a la asistente le costó creerse la cantidad de incongruencias y despropósitos por parte de este supuesto grupo de ayuda al menor. Yo, acostumbrado a este tipo de reacciones, le dije de forma pasmosa que no era la primera en extrañarse al respecto y que como ella había una larga lista de personas boquiabiertas que aun estaban tratando de asimilar la situación que estábamos viviendo al respecto. Después de la charla subí a entregar a mi hermana una bolsa de ropa. El motivo: hoy Martes 19 de Febrero de 2008 a las 13 horas tenemos cita en el juzgado para familiar para cerrar definitivamente (echar carpetazo me gusta más pero queda muy vulgar) los lazos matrimoniales de mi hermana con el capullo (llámese vulgarmente divorcio) y consolidar de una vez por todas la guardia y custodia de los mis sobrinos hacia mi persona. Es decir si todo va bien dentro de unas horas habremos cerrado un libro para comenzar otro completamente nuevo. Afortunadamente para mi hermana dejará de tener lazos familiares con la parentela de su (ex) marido, este podrá casarse de nuevo y llenar el mundo de churumbeles (cosa que en casa hace tiempo ya venimos apostando) y los niños podrán disfrutar de una nueva vida sin el miedo a que su padre pueda cambiar de tercio (ayudado por el EAIA) y devolverlos a su yugo familiar. Por mi parte mis lazos con dicho personaje no se cierran definitivamente. Es un precio que he de pagar si quiero tener a esos niños a mi cargo. Espero que la distancia se vaya alargando lo máximo posible día a día hasta que ni yo, ni Miguel ni los niños tengamos que verlo durante mucho tiempo. También me quedan por atar muchos cabos sueltos, sobre todo económicos. De momento he conseguido liquidar un plan de pensiones y con ello poder pagar una tercera parte del divorcio de mi hermana. Algo es algo. Pero aún queda mucho por hacer. Ojo, no quiero con ello ganarme el cielo. Sólo quiero cerrar una etapa de mi vida que no se la deseo a nadie. A veces hay sacrificios que uno paga con los ojos cerrados y sin pensárselo dos veces. Aunque quite horas de sueño y te encuentres sumergido en un bache del tamaño de un gigantesco cráter lunar. En cuento esté resuelto este tema os cuento más. Son las 6, 30 de la madrugada, tengo un poco de sueño y un día muy largo por delante. Me voy a dormir un rato.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Animo, Richard, que el tema está ya casi cerrado y nos tienes contigo. Sólo un empujoncito más.