Acabo de llegar de la comisaría. No hay nada que hacer. Si no hay amenaza directa no hay denuncia. Por mucho que sospeche quién es la persona que me está llamando al teléfono. Si no dice ni "Mu" no hay tu tía. He hablado con "Orange" y tampoco pueden hacer nada. Hoy el acoso ha comenzado a las 9:50. Desde ese momento hasta ahora que son las 12:53 (esta última la ha contestado personalmente Paloma) ya llevan 9 llamadas todos en intervalos de 30 minutos aunque hay algunas que sólo llevan 15 ó 20 minutos o menos. Me han sugerido muchas cosas para poner fin al puñetero acoso. Una de ellas (lógica pero absurda es la de cambiarme de número) Para qué si lo va a conseguir igual por vía familiar. No puedo apagar el teléfono por temas familiares y de trabajo así que entre llamada de amigos y otras hierbas aparece la misteriosa llamada enmascarada en “numero oculto”. No suelo perder los nervios fácilmente pero os aseguro que comienzo a estar hasta los mismísimos. Paloma me ha dicho que iba a hablar con el abogado de mi (ex)cuñado. Yo, de momento, me lo estoy tratando de tomar como un ejercicio “Jedi” para controlar la ira.
Hacía tiempo que quería escribir. Es decir, hacerlo siendo yo mismo, sin estar pendiente de una fecha de entrega o a cambio de un talón. Creo que ya va siendo hora de armarme de valor, de entrar en el caserón, de abrir ventanas y puertas y permitir que la luz invada su interior. Necesito dar forma a los fantasmas, atraparlos, enfrentarme a ellos y asumir que, en el fondo, también forman parte de mi vida.
martes, febrero 26, 2008
¡Piticlinnnnnng! ¡Piticlinnnnng!
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