lunes, marzo 10, 2008

¿Se puede forzar una amistad? Episodio 2. Filias, antiguos amores y el triunfo de la voluntad.

Era Julio de 1996 y no era un verano como los últimos 5 veranos. Por lo menos no estaba sólo. Mis sentimientos hacia el “Sr. F” iban en aumento, pese a saber que lo único que le importaba era encontrar la copia más perfecta de su ex. Lo que no acababa de cuadrarme en toda su hitoria era ¿por qué si tanto lo detestaba (porque os aseguro que no le podía perdonar lo que le había hecho, no en esa, sino en todas las otras ocasiones del mundo) aun estaba buscando alguien exactamente como él? No me cabía en la cabeza. Pero bueno el amor a veces siempre se comporta de la forma más extraña. ¿Pero era realmente amor lo que sentía o era dependencia? Eso es algo que nunca supe de su boca, pero tanto yo, como los que le conocimos hemos analizado en alguna ocasión sin sacar una conclusión clara. En el fondo había más…

Soy consciente que nadie se enamora de la misma forma. Es decir cada persona posee una forma concreta o personalizada de enamorarse. Y si se es del club del “Amor a Primera Vista” como por ejemplo el “Sr. F” ya no había nada que hacer. Si, el “Sr. F” era de los que si veía alguien y sentía un repentino flash era señal que aquel era el hombre de su vida. Yo, al principio flipaba, pensaba que esas cosas sólo sucedían en novelitas rosas, de esas virginales y mustias al estilo “Barbara Cartland”, pero no. Son más ciertas como que respiramos para vivir o que si comemos judías nos convertimos en peligrosas maquinas de lanzar pedos. Pude vivir algunos de los cuelgues del “Sr. F” durante el periodo de tiempo que lo conocí. En una ocasión se enamoró locamente de un señor casado que le rozó la mano mientras viajaban en el metro, con él mantuvo relaciones muy apasionadas durante un par de meses; otro flash fue en un cruce de miradas en WC de unos grandes almacenes con un niñato (no os imaginéis a un adonis precisamente) que no acababa de cumplir los 18 años; otro siroco fue con un tiarron de dos metros de largo por otros dos de ancho mientras permanecían sentados dentro de un coche una tarde lluviosa y el arco iris aparecía de repente por el horizonte... En serio, costaba creer que un tipo tan grande y tan varonil llorase como un niño ante semejantes (y amariconados) indicios, pero os aseguro que lo hacía. A ver, no me tachéis ahora de despechado ni resentido. Nada de eso. Pero, si buscas una relación y por lo menos lo intentas o te molestas en hacerlo por lo menos si eres fiel a tus sentimientos no los traiciones por una cabezonería. Hay cosas que se acaban y punto. No puedes pasarte toda tu vida tratando de recomponer una historia que está más muerta que una momia etrusca de cuarta generación. El principal problema del “Sr. F” era era el "quiero pero no puedo". Ninguno de sus futuribles se parecía a su ex por lo que prefería traicionar a sus sentimientos y proseguir con una absurda e inútil búsqueda ¿y quién estaba allí para prestarle el hombro cada vez que se descalabraba?

He de reconocer que me costó desencoñarme del “Sr. F”. Mucho. Que se le iba a hacer, me había enamorado hasta las trancas. Si encima hacia 5 años que no lo hacía imaginaos entonces con cuanta intensidad. Ojo, el “Sr.F” nunca me dio falsas promesas. En eso no era un mal tipo. En absoluto. Su principal problema era su obcecación por tratar de buscar su ideal y eso le hizo perderse muchas y buenas oportunidades (no lo digo exclusivamente por mí, sino por gente que pasó por su vida tiempo después).

¿Igual os preguntáis si alguna vez si encontró al final al amor de su vida? Mi respuesta es sí, lo encontró ¿Y quién pudo hacerle olvidar por completo a su ex? Pues quien si no que su propio ex. Vamos a ver el “Sr. F.” era el típico tío inteligente, versado y con mucha presencia. Un tío con mucha planta y que dominaba varios idiomas pero su ex era todo lo contrario... Tuve la ocasión de conocerle personalmente (porque conocer ya lo conocía de oídas) meses más tarde debido a la desafortunada idea de una amiga común de ambos. Su (desesperado) esfuerzo de volver a reunirlos hizo efecto. Estuve presente en esa ocasión, él me pidió que fuera. Tenía miedo a volver a encoñarse pero en el fondo lo deseaba con toda su alma. Yo por aquel entonces (afortunadamente) ya no estaba encoñado con él. Mi enamoramiento me había durado poco y pude tamizarlo, por fin, en amistad. Además yo ya había tanteado otras relaciones, algunas sexuales, otras sentimentales con otros caballeros y casualmente, por aquel entonces, yo tenía pareja (que gracias al cielo pude quitarme de encima una semana más tarde) En esa época del reencuentro el “Sr. F” y yo trabajábamos en la radio. Él se encargaba de la producción, muy bien por cierto ya que tenía una habilidad innata para seducir al personal (sobre todo al femenino) gracias a ese don le resultaba muy sencillo encontrar clientes. Que pagasen, aunque fuese a tiempo, era otro cantar. Por fin habíamos conseguido consolidar la “amistad” pese a grandes altos y bajos, reproches, lágrimas y una lucha atroz por dominar los sentimientos. Nunca, hasta entonces, me había costado tanto luchar por una amistad. Y creo que él le sucedía lo mismo. Siempre que teníamos algún bajón nos llamábamos, a la hora que fuera, nos veíamos y nos contábamos nuestras penas. A veces yo dormía en su casa (no con él), viajábamos, con amigos, solos u organizábamos cenas y fiestas.

El encuentro con su ex fue tenso. Yo le di fuerzas y hasta lo calmé. Su emoción estaba latente y en cualquier momento podía quebrarse. Fue en casa de una amiga donde le volvió a ver. La cita venía con motivo de planificar un viaje a Madrid. Resulta curioso que ese viaje fuese el fin para mí relación con mi ex y el comienzo de una nueva oportunidad para él. He de decir que su ex era un tipo rudo, joven con modales de tres al cuarto, vamos el típico machote que va de seductor y que en fondo es un tipo mierdas, como demostró más tarde. Tanto tiempo oir hablar de él y ahora me daba cuenta de que era un chulo playas. Vamos un calco a mi (ex)cuñado pero en versión gay.

Por enésima vez volvieron a relacionarse. Eso sí, de forma moderada al principio, luego con intenciones de volver a vivir juntos. Pero duró poco. El ex era de esos que “Yo follo con quien quiero pero tu ni mires de reojo a nadie…” Vamos, un celoso enfermizo. Aquella ya era la sexta ocasión que se rejuntaban. Por suerte la convivencia duró menos de un mes. Yo ya no sabía cómo decirle que dejase a ese sujeto de lado y que se buscase una pareja que le quisiera de verdad. Recuerdo que, de la misma forma él un día me consoló cuando corté con mi ex, propinándome un poderoso e intenso abrazo yo hice lo mismo con él en su enesimo descalabro. Éramos amigos y los amigos están para echarse una mano ¿no?

(continuará…)

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