Hacía tiempo que quería escribir. Es decir, hacerlo siendo yo mismo, sin estar pendiente de una fecha de entrega o a cambio de un talón. Creo que ya va siendo hora de armarme de valor, de entrar en el caserón, de abrir ventanas y puertas y permitir que la luz invada su interior. Necesito dar forma a los fantasmas, atraparlos, enfrentarme a ellos y asumir que, en el fondo, también forman parte de mi vida.
domingo, febrero 24, 2008
Dani visto por Adam
El pasado viernes fuimos de visita al Casal “La Casa Groga” (Centro Cívico) del barrio porque Dani, amigo de toda la vida, participaba en un concierto de Jazz y Big Band. No soy muy amante de la música Jazz. A no ser que me la pongan de fondo en el interior de un ascensor o bien mientras compro en unos grandes almacenes (jajajaja) Así de ignorante soy, lo reconozco (por lo menos eso intento) Ojo me gusta la música tanto como el cine, pero no me busquéis nunca en un tablao flamenco, en un concierto Metalero o en una sesión de Jazz. Hago excepciones (por los amigos lo que sea) y reconozco que me lo pasé muy bien, sobre todo con la parte final (no seáis mal pensados) que fue en la que participó Dani junto a una docena de músicos (todos ellos novatos) a modo de una orquesta "Big Band". Me llevé a los niños, por lo menos para que se culturizasen un poco y dejasen de apasionarse (de momento están en fase recuperable) con horrores como el "Reggeaton" o el cansino y aburrido arte de los poetas urbanos llamado "Rap". No disfrutaron mucho, lo reconozco. El Jazz no es para mucha gente. Yo mismo me fui a tomar el fresco un buen rato antes de volver a la sala durante la primera parte del mismo. Eva, que venía con nosotros también hizo lo mismo (Amparo se escaqueó y nos dejó abandonados) . Miguel no, él se quedó como buen niño escuchando improvisaciones y otras lindezas sonoras. Cuando le tocó el turno a Dani y su Banda (muy cachonda por cierto) no nos movimos de asiento, a no ser para mover los pies o para ayudar a Adam (mi sobrino) a tomar fotos con la cutre cámara del móvil de Eva. El resultado: aquí lo tenéis. Salen difuminadas, como movidas pero a la fin divertidas. Lo mejor de todo es que al final los niños comenzaron a seguir el ritmo de la música con los pies. Algo es algo. Sin duda el momento que se lleva la plama: la recreación (dos veces fallida pero esforzada) del tema principal de la serie Hawaii Five-O.
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3 comentarios:
Eis que a mí me gusta mucho el jazz, salí cuando hicieron una pieza que no me gustaba mucho porque también me gusta estar con los niños y no se pueden hacer dos cosas a la vez,pero no me escaqueé. Y disfruté como una enana cuando estuve dentro y también cuando estuve fuera :-)
No me esquaqueé. Caí rendida en el sofá, que no es lo mismo. A mi sí me gusta el jazz. Al contrario que a Eva, los niños me gustan lo justo, pero con tus monstruitos hago una excepción ;-)
Pues no entiendo cómo podemos entendernos tan bien porque a mi ni me gusta el jazz ni me gustan los niños.
Pffffrrrrrzzz... quesbroma!!! :·P
Me lo paso genial con el uno y con los otros.
Solo dos notas ¡je!: (1)La banda no es mía (qué más quisiera) sino de la escuela; (2) Que si la banda se sostiene musicalmente es gracias al empeño que le pone el dire y al tirón de dos o tres compañeros que tocando son la caña (no todos somos novatos). El resto vamos haciendo lo que podemos y aprendiendo un poquito más cada día.
Otra cosa, ...pero esto que quede entre nosotros: el jazz sério - ese de escuchar sentado - aburre hasta a las gallinas ¡buf!
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