viernes, febrero 29, 2008

Querer no es poder.

A veces la casualidad hace que afloren emociones hasta el momento guardadas con llave en lo más profundo de nuestro corazón. La casualidad en este caso ha llegado en forma de redacción para la asignatura de inglés por parte de mi sobrina. No os podéis imaginar el cataclismo que se ha creado en casa al respecto. Supongo y comprendo que en hay temas que mi sobrina desea no tocar. Para ella hay cosas en su vida que son como acercarse en plena tormenta a un poste de alta tensión. La cosa comenzó hace unos días cuando repasando las tareas escolares mi sobrina me comentó, a regañadientes, que tenía que hacer una redacción en inglés sobre su familia. No os creías, a mí también me dio un jamacuco pero traté de quitarle importancia haciendo un chiste (malo) para quitarle importancia: “- Mira - le dije a la niña - Le puedes decir a tu profesora que de tu familia paterna ya han hecho una película así que pilla “La Familia Adams” de la estantería de DVD y se la entregas.” Antes de que me inundéis en vapuleos, tirones de orejas y cosas por el estilo os comentaré que a mi sobrina la sugerencia le hizo mucha gracia. Por lo menos se rió bastante. Podría haber sido peor. Podría haberle sugerido “La Matanza de Texas” o “Posesión Infernal” o “Expediente X”… Bueno, la cosa quedó de momento aparcada. Había tiempo para la entregarla, así que no le dimos más importancia. Pasaron un par de días y llegó el momento de enfrentarse ante el folio en blanco. Entonces sonó la alarma aullando como un lobo en mitad de la noche. Mi sobrina estaba de los nervios. Nos sabía que poner. Yo le sugerí varias cosas. La primera que fuese sincera que hablase de su madre de su enfermedad y de que vivía con su tío… No le desagradó la idea aunque tampoco le entusiasmó en soberana manera y eso que en su caso tanto profesores como alumnos conocen su historia familiar. No hay interrogantes al respecto. Pienso que el principal problema era tener que escribir sobre su familia paterna. ¡Ah! He aquí el quid de la cuestión. Percibí que había un grave conflicto interno sobre que sentía realmente hacia ellos y lo que realmente quería explicar. Le sugerí que lo escribirá en un borrador, en castellano, para luego traducirlo al inglés. Ella se negó. La excusa era que al traducirlo las palabras no tendrían el mismo significado (¿?), yo le insistí que sí. Ella lo volvió a negar. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo que no me estaba dando cuenta es que ella no quería hablar de su familia paterna. No quería sincerarse y no encontraba la excusa concreta para justificármelo. Al insistir de nuevo en que fuese lo más sincera posible y lo expresase en un principio en castellano sufrió un ataque de ira. Su rostro se puso rojo bermellón, se levantó repentinamente del sofá y me atacó de forma violenta arrojándome una zapatilla al cuerpo mientras gritaba cosas ininteligibles. Todo duró unos cinco segundos. He de reconocer que me quedé sorprendido. Su hermano también. La traté de calmar. La niña se sentó de nuevo en el sofá llorando. Le comenté que escribiera lo que quisiera, que en el fondo no tenía importancia pero que la sinceridad sería una buena forma de ayudarla a comprender su situación. Se puso a escribir. Al cabo de un rato me entregó la nota. Había bastantes incongruencias. No se lo tuve en cuenta. Al fin y al cabo no era más que un ejercicio escolar y ella no estaba preparada aun para afrontar la realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé si sabré explicar esto, pero hay veces en las relaciones humanas en las que las situaciones se desarrollan en una especie de mundo paralelo al real, y sus consecuencias se reflejan aquí, en este otro mundo, de forma inmediata y terrible.

Tu tienes a una persona delante, y estás hablando con ella, o ella contigo, o haciendo cualquier cosa intrascendente, y al mismo tiempo en esa otra dimensión se está desarrollando algo muy distinto, trágico. Una batalla, una hecatombe en la que participan los mismos actores, como en un doble cuerpo, y que tiene consecuencias desastrosas.

Es tanto más terrible cuanto más cercanas son las personas que participan, y más afecto corre entre ellas.

Aquí, en este lado no se nota nada de nada, pero de repente todo explota y se va al carajo antes de poder entender ni siquiera lo que ha sucedido.

Alguno de los instantes más trascendentes de mi vida ha sido de este tipo (porque en instantes sucede todo, aunque luego se recuerde en cámara lenta). Pocos, por suerte, pero importantes para mi.

Es francamente desconcertante, y la sensación de impotencia que te queda en el cuerpo cuando ya ha pasado todo es muy desagradable (amén de las consecuencias).

El ser humano es un enigma indescifrable. Creo que tiene un valor enorme para cualquier persona ser capaz al menos, de detectar cuando hemos caído en uno de estos hoyos dimensionales de la relación humana, para poner inmediatamente en alerta todos los sentidos, mantener la cordura, la sensibilidad y el amor necesarios para volver a salir y sacar de ellos a aquellos a los que más queremos.

No es nada fácil. En absoluto; pero a la vez, ...tan necesario.