Todo el mundo tiene espinas clavadas en su alma, nadie se salva de ello. Son espinas que se van clavando durante la vida. Unas lo hacen con poca intensidad y la propia madurez es la que se encarga de extraerlas con mayor o menor facilidad. Hay otras que con su fuerza arrancan espinas más antiguas ocupando entonces su lugar, incluso haciéndonos olvidar el dolor que aquellas, las de antaño, nos producían. Pero hay espinas tan duras y resistentes, dolorosas y sangrantes que se hincan en la carne con tanta fuerza que es prácticamente imposible sacarlas. No existen tenazas o pinzas en este mundo que consigan hacerlas arrancarlas y menos aun aliviar el intenso dolor que nos producen. Yo conseguí clavarme una de ellas hace exactamente 18 años...
5 comentarios:
o le has dado al intro demasiado pronto, o que eres un mamoncete y mas dejao en ascuas
mejor lo segundo jejejejejejeje
Eso le pega más, barry. Si es que es Marimala, la Meri.
Dijo la araña a la mosca...
En el corazón tenía
la espina de una pasión
logré arrancarmela un día
ya no tengo el corazón
A la espera de la segunda parte
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