
No es que esté en contra de los GPS, ni mucho menos, el problema es la utilidad que nosotros o los fabricantes pretendamos otorgarle. Y es que la nueva fiebre por los mapas electrónicos ya comienza a recordar la sufrida con los móviles hace ya diez años. ¿Cuánto nos apostamos a que a partir de ahora el coche ya no va a ser excusa? Todo absolutamente todo llevara GPS. Pronto veremos carritos de la compra con GPS, que buscan supermercados con la mayor oferta en latas de anchoas del cantábrico en cinco kilómetros a la redonda. Habrá relojes de pulsera o llaveros con GPS incorporados para que localicemos a ellos coleguillas o al churri de turno sin legar tarde a la cita o bien localizar nuestro coche o habitáculo en caso de habernos perdido en un parking kilométrico o por culpa de la embriaguez. Puestos a pensar los padres implantaran GPS a los niños en la nuca para tenerlos controlados, y en caso de que lleguen tarde mandarles una señal para hacerlos volver en contra de su voluntad. Los amantes de las mascotas harán exactamente lo mismo presos de la correosa envidia. Las rebajas ya no serán lo mismo ya que los compradores compulsivos buscaran su anhelada ganga a golpe de satélite dispersando las multitudinarias colas con carreras y codazos. Los teléfonos móviles sufrirán una nueva mutación y se volverán mucho más inteligentes que nosotros ya que siempre sabrán llegar correctamente a nuestro destino aunque éste se encuentre donde cristo dio las tres voces... En fin. Lejos de ser suposiciones lo que si está claro es que el panorama tecnológico va a sufrir una nueva oleada. Que hagamos buen o mal uso de ella es asunto de cada uno de nosotros. La ayuda desde el espacio también es muy útil y bienvenida sólo si hacemos buen uso de ella. Aunque recordad que todavía los mapas en papel son muy prácticos y no consumen tanta energía, ni siquiera a la hora de plegarlos.
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