miércoles, agosto 23, 2006

Recuperando el Tiempo Perdido


El DVD es un gran invento (que me lo digan a mí) Permite ver las películas en versión original, con o sin subtítulos y descubrir mil y un detalles de la misma gracias a sus contenidos extra. No sólo el cine se beneficia de ello. La televisión, sobre todo las series, gozan de una segunda oportunidad con la edición en packs conteniendo temporadas completas. Esto permite, tanto para fanáticos como para despistados, revisarlas, disfrutarlas y conservarlas como auténticos tesoros, algunas de incuestionable valor sobre todo en el plano de lo emocional.
Hace poco que acaba de salir al mercado una de esas series que, para una generación, marcó toda una época y que, posteriormente, dio paso a una serie de culebrones archiconocidos como Dallas, Dinastía o Falcon Crest (sin duda alguna la mejor) Me estoy refiriendo a "Hombre Rico, Hombre Pobre". ¿Quién no se acuerda del senador Rudy Jordache, del malísimo Falconetti y del trágico final de ambos en un sucio callejón de Washington? Ahora, cuando ya han pasado más de veinte años el DVD nos permite volver a disfrutarla en una edición de lujo, con posibilidad de poderla escuchar en su versión original y sin los castradores cortes publicitarios. Para aquellos que no la han visto merece la pena descubrirla. Marca un antes y despues en el mundo de los culebrones.

El hecho de coleccionar series de televisión es un fenómeno bastante novedoso en nuestro territorio. Los americanos, pero sobre todo los ingleses son verdaderos incondicionales de poseer en sus videotecas docenas de series famosas de todos los tiempos. Recuerdo una vez en Londres, antes de que surgiese el fenómeno DVD, como descubrí alucinado, en los sótanos de Tower Records de Picadilly, estanterías repletas de videos pertenecientes a todo tipo de series de Televisión. Desde "La pareja basura" pasando por "El Enano rojo", "Star Trek","Retorno a Braishead", Poldark, The Two Ronnies, Benny Hill o Yo Claudio". Recuerdo que en esos momentos me pregunté si en realidad merecía la pena gastarse una pasta en comprar una serie de TV. La respuesta, con el paso del tiempo, ha sido contundente.
Hace poco he adquirido el pack de Galáctica, aquella serie kitch que suplía en nuestros sueños el ansia por revistar una y otra vez a la saga de Star Wars, sobre todo cuando el video era una utopía y nos teníamos que conformar con los cromos, los cómics o los cuestionables sucedáneos como la propia Galáctica, Espacio 1999 o La Fuga de Logan o Adam Quark: La escoba espacial…

¿Pero no deberíamos agradecer al DVD de evitarnos el esperar siete días para proseguir con los quehaceres de nuestros personajes favoritos? ¿No reulta más cómodo esperar a que aparezca la serie en DVD (o bajársela de la Burra) y disfrutarla a tu ritmo tanto ordenada como desordenadamente?
¿Quién, como nosotros, no ha disfrutado descubriendo joyas que en un día se nos escaparon de las manos o simplemente no les prestamos la más mínima atención? ¿Quién, a modo de "yonki" televisivo no se ha puesto al día con sesiones de cuatro o cinco episodios diarios olvidándose, en casos muy graves, de los quehaceres de la casa, el aseo, las relaciones humanas o la alimentación?

Insisto, el DVD es un gran invento. Gracias a él hemos podido descubrir series tan geniales como: Sexo en Nueva York, Hermanos de Sangre, A Dos Metros Bajo Tierra, Expediente X o Los Soprano.

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