miércoles, agosto 23, 2006

Mareando la perdiz (o el peso de la paja)



Los sesudos intelectuales de final del siglo XX han dado por llamar a estos últimos años (y supongo que a los venideros) como la era de la información. Comencemos por el mismo concepto: INFORMACIÓN. Si nos atenemos a su definición científica, la cantidad de información sobre un evento es inversamente proporcional (logaritmos aparte) a la probabilidad que ese evento suceda de la forma que ha ocurrido. Es decir, hay más información en que llueva en Lanzarote que no en Santiago de Compostela. Y si llega una invasión alienígena procedente de los anillos de Saturno la cantidad de información ya es enorme. No obstante, observando la programación actual de las cadenas en abierto (olvidemos los canales temáticos del digital +) podemos enunciar que la cantidad de información tiende a cero (salvo en el caso de informativos o algún que otro documental). Tenemos series predecibles. Tenemos tertulias del corazón donde tras una noticia jugosa, ésta se estira hasta anular la cantidad de información. Tenemos anuncios repetidos hasta la saciedad...¿El final de la era de la información?. Nada más lejos de la realidad: los/as redactores/as de los reality-shows logran dar una gran cantidad de información. Eso sí, hasta ahora no hemos hablado de calidad de información.
¿Cómo definir la calidad de la información?. En telecomunicaciones o electrónica se suele hablar del término relación señal a ruido para cuantificar si la señal (entiéndase aquí información) es buena o mala (sí, cuando hay niebla en la televisión es que la relación señal a ruido es paupérrima). Si tomamos como ejemplo el caso de los reality-shows, el ruido es enorme (no sólo el griterio y hasta llegar a las manos, es que las fuentes de información no son nada fiables). Por otro lado, la señal es barriobajera y zafia. Por lo tanto, podemos concluir que aunque la cantidad de información (es que mi niño de tres años ha dejado embarazada a la orangutana fugada del zoo de Pozohondo) es elevada, la calidad es ínfima. Respecto a informativos, la cantidad de información es moderada (sorprende el castañazo que se pegó la sonda Génesis pero en cambio no sorprende que Ibarra arremeta contra Maragall, otra vez más) y también está muy relacionada con la cadena que los emita. Por ejemplo, un informativo óptimo por la cantidad y la calidad de la información es el de la 2. En la esquina opuesta del ring tenemos las tertulias rosas donde la cantidad es mínima (cielos, Carmina Ordóñez otra vez no!!!!) y la calidad también (es que me han dicho, que a ella le dijeron que a la salida de un bar que no me acuerdo....). Falta una esquinita: programa con poca cantidad y mucha calidad. Aquí podemos meter las tertulias de ¡Qué grande es el cine! (¿cómo se puede hablar tan largo y tendido sobre una película y con tanto conocimiento?).

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