miércoles, mayo 21, 2008

In Memorian: Chuskete (12 Febrero 1992- 20 Mayo 2008)

Ayer no podía escribir. No tenía ganas. Estaba demasiado ocupado ayudando a morir a un amigo. Un amigo que me ha acompañado 16 años de mi vida y ha compartido muchos momentos conmigo a lo largo de estos años. Llegó a casa cuando aun me cabía en la palma de la mano. Era una bola de pelo blanca con manchas atigradas y con un carácter de aquí te meneo. Era 1992 y hacía pocos meses que habíamos perdido a otros dos miembros de la casa que había compartido también muchos años con nosotros.

Ayer se fue. Le ayudamos a dormir. Estaba agotado. Consumido en sí mismo. No quedaba nada de lo que había sido, ya no era un gato fuerte y robusto sino un saco de huesos con una mirada llena de dolor proyectada desde sus ojos color miel. Su vida se ha ido apagando día a día, pero esta última semana ha sido como una bajada empinada de una montaña rusa para él. Si bien hace días, cuando me quedé encerrado en la habitación aun estaba activo ayer y antes de ayer y también el sábado y el domingo de la semana pasada el pobre ya no podía con su alma. Fue perdiendo fuerzas como un globo que se deshincha poco a poco. Ya había que acompañarlo a beber o llevarle la bebida a la cama, y había perdido las ganas de comer.

Estos últimos días dormía con Miguel y conmigo. Por la noche me despertaba y lo notaba muy pegadito a mí. Estiraba el brazo en la oscuridad y lo tocaba para ver si estaba aun vivo. Lo oía ronronear o gruñir como diciéndome: “¡Hmm! ¡Qué me pasas la corriente!” (una de sus señas más características) y yo volvía a dormir tranquilo. Así varias veces durante la noche. Verle respirar se había convertido en una de mis principales obsesiones. Me asomaba desde la habitación, donde a veces escribo, y lo veía tumbado en la cama, estirado cuan largo era. Veía su abdomen hincharse y deshincharse bajo su pelaje blanco. Lentamente. Entonces me sentía tranquilo. A veces lo oía maullar me levantaba corriendo y lo veía tratando de levantarse, aun tenía fuerzas en sus patas delanteras, las traseras estaban atrofiadas. Quería bajarse de la cama. Cuando lo bajaba y le ayuda a caminar no sabía muy bien donde quería ir. Lo tomaba en brazos, apenas pesaba (meses atrás hubiera notado mayor peso), notaba el esqueleto bajo el pelaje. El ronroneaba agradecido. Lo dejaba frente a su comedero de color plata. No tenía mucha hambre, tampoco quería beber. Lo llevaba a su baño. No quería estar allí, lo volvía a tomar en brazos. Lo depositaba en la cama y dormía un buen rato. Ayer ya le llevábamos agua y comida, jamón dulce que le chiflaba. Bebía pero no comía. Le pesaba hasta el collar, antes casi prieto en su cuello, ahora podía quitárselo de un simple tirón. El lunes cuando se lo quitamos nos miró entre agradecido y con cierta sospecha de que aquello no era bueno para él. Pienso que sabía que no le quedaba mucho.

Decidir o no ayudarlo a morir ha sido una de las cosas más duras de mi vida. ¿Quién soy yo para determinar cuándo y cómo ha de morir un ser vivo? Lo hablamos Miguel y yo ayer por la mañana, cuando ya lo vimos casi desfallecido, un esbozo mal hecho de lo que era. Decidimos que merecía una muerte digna. Aunque aun pensábamos que en cualquier momento cerraría los ojos y se quedaría dormido para siempre. Pero ese momento, por mucho que lo deseábamos, nunca llegaba. Hablé con mucha gente estos días. Lo necesitaba. Llamé a Dani que hacía poco había perdido a su gato casi en las mismas circunstancias, me dio mucho ánimo. Hablé con Amparo que había conocido a Chuskete (Pusky, Chus, Chuskeitor, Glondris, Jroña que Jroña ÑiÑi, Miñirdis y muchos más apelativos que tenía el pobre y que respondía a todos y cada uno de ellos) desde que llegó a casa siendo esa bola de pelo que mencioné antes. Se sintió mal y me dio también su apoyo. Hablé con Mila (una muy buena amiga) que se puso a llorar conmigo por teléfono. Hasta mi ex cuñado se enteró cuando habló con los niños y sintió un poco de compasión por el animal. Eva fue la más practica y menos emotiva (no te lo echo en cara cariño) y no me molesta que para ti el gato fuese un gasto más en mi economía y su muerte una boca menos que alimentar. Pero para mí mi gato era un miembro más de la familia pero comprendo perfectamente que la escala de valores sea diferente en cada uno de nosotros, gracias a Dios. ¡Viva la diversidad!

Ayer cuando se marcharon los niños al cole y vi que el gato estaba muy mal llamé a Roger, amigo y veterinario. Le comenté el caso y me dijo que podría pasarse esa misma noche a eso de las 20:00 horas mas o menos, o si lo prefería al día siguiente (hoy) a eso de las 10:00. Llamé a Miguel y decidimos que fuera lo antes posible. Nos pusimos de acuerdo con Roger. La decisión estaba tomada y no me sentí muy bien porque tenía la sensación de haberme convertido en el verdugo de un amigo, que había decidido por él el día y la hora de su muerte. Miré al gato por entre la puerta y me entraron muchas ganas de llorar. Me senté con él en la cama y lloré mientras lo acariciaba. Él ronroneaba, agradecido de que lo estuviese mimando y que no tuviese reparos en apreciar bajo mi mano su osamenta. Le hablé y le di ánimos, también le dije que descansara y que se dejase llevar. Esperaba que me hiciese caso y que en ese instante dejase de respirar para no tener que tomar la decisión de decidir por él. Tenía un peso encima, lo sentía como una lápida sobre mi pecho. Entre la angustia y la pena el tema de la decisión de dormirlo me pesaba mucho sobre todo del sentimiento de engañarlo de no decirle lo que le iba a pasar y prepararlo para su muerte, una muerte que él no había elegido. Ya sé que era un gato y que mucha gente no es partidaria de humanizar a los animales. Yo sí.

Me conecté un rato al Messenger donde hablé con centolla, Mónica, Nelita, Marta, Begus… amigas de Lo que me sale del bolo, el blog de Mercedes Mila. Me dieron muchos ánimos y trataron de hacerme reir. Casi lo consiguen (bueno si, en una cuantas ocasiones) El gato se levantó un par de veces, tambaleándose, quería estar a mi lado, muy pegadito a mí. Le ayudé a acomodarlo. Le di agua y bebió un poco. A las 17:00 llamé a Nuri, antigua compañera de trabajo y buena amiga. Me dijo que si yo quería que ella se pasaría por casa para darnos ánimos, sobre todo a los niños. Le dije que sí.

A las 17:30 llegaron los niños. Les abrí la puerta y les dije: “Tengo algo que contaros”. La niña me preguntó si era algo relacionado con el gato (desde el sábado que no quería que mencionásemos la palabra muerte) Le dije que sí. El niño bajó la cabeza, estaba poniéndose triste por momentos. En el comedor les comunique la decisión tomada por Miguel y yo por la mañana. Sus rostros se contrajeron al instante y rompieron a llorar. Mi sobrina me abrazó. Muy fuerte. Lloraba desconsolada. Yo también. Mi sobrino se unió a nosotros y nos abrazamos los tres. Los llevé a la habitación. Se sentaron en la cama junto a Chuskete. Respiraba dificultosamente. Adam le llenó de besos y de lágrimas. Laura lo acariciaba llorando. El gato los miraba aturdido. Se dejaba acariciar y ronroneaba. “Hoy he llorado dos veces en el colegio” me dijo mi sobrina. “¿Te preguntaron que te pasaba?” le inquirí. “Si, les dije que mi gato se estaba muriendo. Y me han calmado. Una niña mayor de bachillerato me ha visto llorando en el patio y me ha preguntado que me pasaba y hemos hablado. Me comentó que hacía poco perdió a su canario.”

Hablé de la decisión tomada con los niños con mucha más calma. Para mí no era la primera vez que me enfrentaba a esta situación. Para ellos sí. Era una novedad y como tal la mejor forma era tratar de darle una explicación, como hizo mi padre conmigo cuando tuvimos que sacrificar mi anterior gato. “Las decisiones como estas son duras” me dijo con su pronunciado acento inglés que no se le quitaba ni con agua caliente “Pero es lo mejor para él y para nosotros”. Que sabias palabras. Cuanto me acordé de ella ayer y como las apliqué a mis sobrinos. Pensé que él habría hecho lo mismo que yo. Estoy seguro. Mi sobrina me sorprendió con un súbito brote de rebeldía. “Yo no quiero morirme…” Me dijo. “Quiero ser inmortal”. “¿Para qué?” Le contesté. “¿Para qué sufras cada día viendo morir a los que van pasando por tu vida? Imagínate sufrir eternamente lo que estas sufriendo hoy por el Chuskete. Todos tenemos derecho a morirnos como a vivir pero la muerte forma parte de la vida y es necesaria para que dejemos paso a otros. Si Mince (mi otro gato) no se hubiese muerto estate segura que el Chuskete no estaría viviendo con nosotros…” “¿No?” Me preguntó como sorprendida. “No. Seguro que habría a acabado debajo de las ruedas de algún coche o en casa de otra persona y tu no habrías tenido el privilegio de haberlo conocido y aportarte y aportarle tantos buenos momentos.” “¿Pero yo no quiero que se muera?” Me dijo rompiendo de nuevo a llorar. “Mira Laura es necesario. Él ha cumplido ya su función entre nosotros y tiene que dar paso a otros como él que igual necesitan nuestro cariño.” “¿Podemos tener más gatos?” Me preguntó más animada. “ Si, claro yo quiero tener más gatos ¿tu no?” “Si quiero” “Pues los tendremos. Si he querido que estuvierais en sus últimos momentos con él era para que apreciaseis que tener un animal es tenerlo en todas sus consecuencias. Tanto en sus buenos momentos, lo que te hacen feliz y divertirte y verlos a ellos felices, como en los malos o los tristes como en éste instante. Quiero que valoréis su vida y también su muerte y no lo toméis tener mascotas (odío ese término) sólo como algo divertido para vuestro disfrute.” La niña volvió a llorar y de nuevo la abracé. Adam seguía llorando al lado de su peludo amigo.

Es curioso el valor que le damos a las cosas (y cuando hablo de cosas no me refiero a modo despectivo sino a todo lo que ello conlleva) Mi sobrino siempre ha sentido un gran cariño por mi padre y eso que nunca fue excesivamente cariñoso con ellos, podía llevar más de 40 años en España pero seguía teniendo algunas costumbres muy británicas. Pero lo que son las cosas, el niño adoraba a su “Yayu” y eso que aun puede “disfrutar” de su abuelo paterno. Para él, como para mí, ese gato era casi el único enlace que le quedaba con su abuelo materno. Porque era su gato, no el gato de su tito, ni el suyo. Era el gato de su “Yayu”. Un gato que trajeron mi madre y mi padre de la calle 16 años atrás y al que le brindaron una segunda oportunidad. Un gato que tenía 2 años cuando murió mi madre, que vio como se casaba mi hermana y como nacían aquellos dos niños, que vio como mi padre se iba de casa (recuerdo muy bien ese día, le dio tal ataque de histeria que me dejó a mí y a los camilleros completamente aterrados) para no volver, a no ser de visita (un par de años después y cuyo reencuentro fue muy emotivo) también vivió su muerte, la llegada de Miguel a casa (tenía una pasión por Miguel fuera de limites) y la llegada de los niños y, claro está, todo el proceso de divorcio y malos momentos vividos por mi hermana y nosotros dos años atrás.

Era un gato paciente, sobrellevaba con conformidad pasmosa nuestras ausencias cuando nos íbamos de viaje y Martin venia a cuidarlo o a vigilarlo. Cuando la casa se llenaba de gente, cuando me enfadaba al no quererse comerse sus latas de paté y querer comer en la mesa con nosotros como si fuese uno más de la familia. Cuando no se encontraba bien y vomitaba o se hacía de vientre en cualquier rincón de casa debido a temas de su precaria vejez gatuna. Tenía mucho carácter. Es bien cierto que cada gato es un mundo y que cada uno tiene su temperamento. Si bien a Mince le gustaba que lo aupasen y colgasen del cuello como si fuera una bufanda viviente a Chuskete no le gustaba lo más mínimo. Aunque a sus últimos años se había vuelto más faldero. Siempre que llegaba Miguel de trabajar y se ponía el pijama y se tumbaba en el sofá ya estaba allí Chuskete esperando para subírsele encima y dormirse ronroneando sin parar.

Cuando llegó Miguel fue a ver al gato. Lo acarició un rato. La niña se había ido al ordenador y estaba buscando ya substitutos de Chuskete en la web de la protectora de animales. Estaba entusiasmada. Yo le pare un poco los pies. Llamé a Mónica, otra amiga de hace ya tiempo para comunicarle lo del gato, me dio me pasara por la web del refugio del Maresme y echáramos un vistazo a los gatos que allí habitaban para una futura (o no) adopción.

A eso de las 20:00 llegó Nuri. Abrazó a todo el mundo y estuvo un ratito con Chuskete. Trató de amenizar a los niños un rato. Casi lo consigue. En uno de los momentos salgo de la habitación con el gato en brazos. Quería ir a algún sitio pero como siempre no sabía dónde. Lo llevé a la cocina. En eso escucho lloros. Mi sobrina no puede más. Chuskete no quiere beber pero se pone a comer un poco. En eso me viene uno de esos extraños pensamientos que me hacen reflexionar y dejarme de mal cuerpo:“¿Por qué comes Chuskete si dentro de nada vas a morir?” Entonces me siento muy mal. Como si lo estuviera engañando. Siento que la presión en el estómago es mucho más fuerte. Quiero llorar. Lo tomo en brazos y lo llevo de nuevo a la habitación. Noto que mientras avanzo me agarra el brazo con las patitas. Lo deposito sobre la cama. Tal como lo dejo se queda tendido. Agotado.

Vuelvo a pensar en la decisión que he tomado y me aborda la duda. ¿Y si se recupera? ¿Y si echamos para atrás la decisión? Lo veo absurdo. No hay vuelta atrás. La situación me traslada al pasado, catorce años atrás cuando mi padre, mi hermana y yo nos sentábamos frente al médico que atendía a mi madre, en coma, para comunicarnos que no había nada que hacer con ella y que nos pedía permiso para desconectar las máquinas y subirla a una habitación para que se muriera. Decisión, dura decisión… Decidimos y murió, pero tampoco había vuelta atrás. Es curioso como el destino a veces te hace reencontrarte con situaciones tan parejas.

A las 21:00 llega Roger. Descansa un poco y va a ver al “paciente”. Suerte que el gato le conoce, es curioso que hemos conseguido crear un ambiente muy familiar y confortable a su alrededor. Está en casa, en su cama favorita, rodeado por los que le quieren y precisamente la persona que le va a ayudar a "dormir" es alguien que él conoce. ¿Cuántos seres logran ese propósito? Un privilegio. Roger dice que apenas tiene carne en los huesos y que está en las últimas. Me dice que nos pongamos manos a la obra. Se me llenan los ojos de lágrimas. Le pregunto a mi sobrino si quiere despedirse de él. No se lo piensa dos veces. Entra en la habitación llorando. Lo abraza, en un mar de lágrimas y le da una docena de besitos. Poco antes me ha pedido permiso para hacerle unas fotos. Le digo que no hay problema. Algunas son las que veis en este post. Se va de la habitación, pero no será la última vez. Quiere estar en todo momento con su amigo. Me toca despedirme a mí. Me arrodillo y acaricio su pelaje. Le doy varios besos y con lagrimones como puños me despido. Le digo: “Gracias por todo. Descansa tranquilo. Pronto veras a papá y a mamá y a Mince y nana (la perrita Cocker que teníamos) y serás muy feliz. Gracias. Te prometo que volveremos a vernos.” Lloro, como estoy llorando ahora mientras escribo. ¡Dios que duro! Me vienen a la mente millones de imágenes, de él cuando jugábamos, cuando dormía acurrucado encima mío sobre el sofá y lo acariciaba, cuando le daba de comer por las mañana, le hablaba y me hacía compañía. Las veces que le había pisado sin querer, cuando me enfadaba si armaba alguna trastada o insistía con comer algo de la mesa. Todos eso momentos pasaron por mi mente. Él me miraba y me parecía que estaba viendo lo mismo. Miguel se despidió de él, brevemente, estaba afectado y trataba de disimularlo ayudando a mi sobrina que la había entrado ganas de hacer deberes y de reírse de forma tonta.

Roger trae un calmante. Salgo de la habitación y rompo a llorar en el pasillo. Oigo que maúlla. Entro a verlo. Quiero estar con él. Me siento mal porque cuando Mince murió huí a llorar a la habitación. Me siento mal. Como si le hubiese engañado. Chuskete se ha dejado pinchar sin saber lo que le viene encima. Él confía de Roger porque le ve familiar pienso que si fuese consciente del objetivo final seguro que se hubiera defendido, luchado. A nadie le gusta morir ni aunque le quede un simple soplo de vida.

La inyección le hace reacción y comienza a tener arcadas y vomitar. Roger le limpia. Lo trata con mucho cariño, como a un niño. Le habla y le ayuda. Yo me siento en la cama y acaricio a Chuskete. Quiero tranquilizarlo. El gato se relame, tiene varias arcadas más. Tarda en sedarse. Roger trata de tomarle el pulso y el gato le gruñe un poco. Esperamos. Al cabo de un par de minutos está sedado. Va a buscar el “coctel letal”. Adam está encerrado en el baño llorando. Nuri lo llama, lo saca de allí y lo abraza. Laura está muy nerviosa y se centra en el trabajo escolar. No quiere ver al gato. Miguel tampoco pero hace un esfuerzo y va a verlo. Adam también. Lo acaricia de nuevo. Roger aparece con el coctel. Salimos de la habitación. Nuri y él se quedan. Ella aguantando la lamparilla (y secándole el sudor de la frente a Roger) bromeamos un poco sobre su función de enfermera. Roger trata de ponerle la palomita (un aparejo para que el sedante haga efecto más rápido) no tiene mucha presión en las venas. Decide pincharle directamente en la vena de la pata, con riesgo que la vena se rompa. Adam y yo contemplamos la escena desde la puerta. Los dos llorando. Le pincha y al cabo de unos breves segundos su respiración cesa. “Ya está” Digo yo. Adam llora desconsolado. Me uno a él. Nuestro peludo amigo da un respingo "Es una reaccion del cerebro que se niega a morir." Comenta Roger. Pero Chuskete ya se ha dormido. Para siempre.

Roger nos deja un rato con él. Adam salta sobre la cama y abraza a su amigo. No puede dejar de llorar. Miro el cadáver. Tiene los ojillos abiertos y la boca también. Está como si se hubiera enfrentado un maratón y hubiese llegado agotado. Roger toma datos para la incineración y trae una bolsa de plástico especial para guardarlo. Lo enrosca. Como solía enroscarse él para dormir. Minutos más tarde partimos hacia su consultorio para guardarlo en un frigorífico a que lo vengan a buscar los responsables del ayuntamiento. Adam nos acompaña. Esta muy callado y muy triste. Quiere acompañar a Chuskete hasta el final.

Cuando llegamos a casa me topo con los comederos del gato en la cocina. El corazón me da un vuelco y me entran ganas de llorar. Nos vamos a dormir en la misma cama que una hora antes fallecía nuestro amigo. Estoy agotado. Se cierra la luz y comienzo a echarle de menos.


26 comentarios:

Patricia Fernández Miranda dijo...

Muy triste lo que he leido,me duele.
Saber que alguien va a morir, que es lo mejor para que cese el sufrimiento y que aunque no sea un humano, es parte de tu vida.
Claro que no fue un buen día, pero todo pasará.
Un saludo.

flor de te dijo...

Molts petons a tots

Riesgho dijo...

Siento lo de Chuskete. Hace 5 años pasamos por el mismo trance con el perro de la familia y también tuvimos que decidirnos entre acabar con su sufrimiento (arrastró durante años una dolencia cardiaca) y nuestras ganas de tenerlo con nosotros un poco más. Pero hicimos lo mejor para Zeus, al igual que tú has echo lo mejor para tu amigo.

Es durisimo, pero pronto recordaras las cosas buenas que pasaste con tu gato y tu tristeza se ira mitigando, sobretodo cuando adoptes a un nuevo "amigo" que os haga olvidar todas vuestras penas.

Siento lo de tus sobrinos, para los niños tiene que ser muy dura la perdida de su amigo peludo.

Espero que pronto nos presentes por aquí a tu nuevo gatito, que aunque nunca sustituira a Chuskete, ayudará a superar su perdida.

Muchos besinos

KAMELUCHA,.,.,.,.,., dijo...

Hola amigo, verdaita que esto de los animaliños es casi casi, como si fuera , diria ,gente misma, nos hacen tanta compañia, nos dan tanto, que ....yo tambien tuve una perrita Pelusa, pobrecilla, que linda, y este de la fotico Figaro es un amor, es un dulce no tiene sino tranquilidad y sosiego no tiene caracter fuerte, cuando llegas solo va detras para que lo pongas en el brazo, tiene ya 11 añitos y ufff..son increibles saben cuando preparas una maleta, que los dejas, esos ojillos lo dicen todo...Un besito para los niños y para ti tambien , bien fuerte ,de corazòn..
mela

Anónimo dijo...

Foscardo,lo siento con toda mi alma. Me parece una buena experiencia para tus sobrinos. Muchas veces tratamos la muerte con una actitud de ocultismo, negando su existencia, seguramente en un intento fallido de alejarnos de ella. La tarea de integración de un hecho doloroso como la muerte,es mucho mas fácil cuando formamos parte del proceso;
cuidados y despedidas; y por tanto el duelo por la perdida suele desarrollarse de forma no patológica, doloroso eso si, pero necesario para la superación.

Enhorabuena, lo haces muy bien.

Besitos

Eva dijo...

Yo también lo siento, calabaza; si soy alérgica al pelo de los gatos y aún así le quería, mis comentarios fuera de lugar se me escapan y ya. Besitos.

Monica dijo...

Buenas noches osito mio,que bonito homenaje le has hecho,si señor,eres muy grande,por fuera y por dentro y ahora el te estara viendo y se sentira eternamente agradecido por tu cariño y tu valentia.

Un abrazo enorme para ti,para miguel y para adam y laura.

Anónimo dijo...

Hola Foscardo, soy Savifa.

Te confundes en algo amigo, nosotros no humanizamos a los animales, son ellos los que nos hacen ser mas humanos y mejores personas.

Chuskete tubo la suerte de tenerte a tí, no lo dudes, hiciste lo mejor para él y le diste una despedida como lo haría un amigo..... con el corazón y rodeado de sus seres queridos.


Llora el amargor de estos días y guárdate en el corazón los miles de dulces recuerdos que te brindó chuskete para que las lágrimas se vuelvan de sugar.

P.D= La adopción es una buena elección.



Besos Foscardo.

Anónimo dijo...

Querido Foscardo, que bonitas palabras le has dedicado a Chuskete, que dolor más grande estais pasando, os entiendo porque se nota que Chuskete no era un gato, era como un hijo y te digo esto porque según iba leyendo iba sintiendo que muchas de las cosas que hacias las hago yo con mi pequeña cuando está malita, o cuando me voy a la cama.. ver si respira bien, acunarla, rascarle la barrigota cuando le duele... exactamente las mismas cosas.. describes claramente lo que muchas madres sentimos y hacemos a nuestros hijos, mis lagrimas tras leer tu comentario son porque he notado EL AMOR DE UN PADRE A UN HIJO. Animo para toda la familia
TESORETE.

Per anar fent gana dijo...

QUERIDO FOSCARDO
me he emocionado un montón
un abrazo muy fuerte.
una hormiga

Anónimo dijo...

Yo no tengo animales en casa, porque creo que no los podria atender como deberia ser, pero aquellos que si los teneis los cuidais como si fueran uno mas de la familia, mucho animo y muchos besos para los tuyos.
Con esta historia has demostrado que tienes un gran corazon, que eres un gran persona tu y los tuyos.
Un beso
HISTORIA

Anónimo dijo...

hola foscardo, soy astragalo.
he visitado alguna vez tu blog por que escribes cosas interesantes, pero nunca he escrito en el.

Esta vez si tengo que escribirte para darte ánimos, se lo que duele perder a un animal muy querido, que al final es como un hijo.Y duele mucho, creo que demasiado.

De corazón espero que con el tiempo te recuperes de su perdida, ya veras que siempre estará en tu recuerdo.

MUCHOS BESOS AMIGO.

4denoviembre dijo...

Aysss, que pena, no he podido evitar que se me escapara una lagrimilla. La gente que nunca ha tenido mascotas raramente llega a entender el cariño que se le llega a coger, y le resulta curioso que lo consideremos uno mas de la familia. Como ya conte en una ocasión anterior, en casa vivimos una situación parecida con el perro de mi hermana, salvo que yo no pude despedirme de Tony, pues me pillo de viaje, y cuando llegué todo ilusionado de mi viaje a Lisboa, me encontre con la mala noticia.
Mucho animo, como todo en la vida al principio el dolor es mas intenso, luego quedan los recuerdos llenos de cariño y nostagia y el dolor desaparece al menos de manera tan intensa.
Besiños.
4denoviembre

foscardo dijo...

Muchas gracias de nuevo a todos. Se va superando, con momentos de bajón.
TESORETE has dado en el clavo y me has dejado helado, Chuskete era un hijo, cuan de cierto hay en eso. Su muerte ha sido como si hubiese muerto un hijo encerrado en un cuerpo de gato de 16 años.
Es la mejor definicion que podría haber oido.
Un besote a todos.
Os quiero un "puñao"

Anónimo dijo...

He leído tus comentarios en el blog de Mercedes. Siento muchísimo que Chuskete ya no esté con vosotros. He llorado mucho leyendo su historia. Yo tengo dos perros, Golfo y Perla y dos gatos Michi y Minimichi, todos son recogidos de la calle. Muchas veces pienso en si sabré enfrentar un momento como el que tu estas pasando, lloro al imaginarlo. Coincido en que los animales nos hacen ser mejores, sacan de nosotros la esencia más pura de nuestra alma. Gracias por haberos dejado adoptar por Chuskete, el también fué muy, muy feliz con vosotros. No esteís tristes, recordad lo felices que fuisteis juntos y cuantas sonrisas no existirían de no ser por Chuskete. Un saludo y mucho ánimo.

Anónimo dijo...

Hola Foscardo,soy SimpleAngela, según he ido leyendo, parece que estaba ahi con vosotros y me he imaginado el momento en que le toque a mi cocker... uf!! ¡¡que mal!! No sé que decirte que te consuele, pues como bien dices, forman parte de tu familia y cuando pierdes un familiar, no hay palabra que consuele.
Un abrazo.

Mamen dijo...

Hola . Siento mucho lo de tu amigo . Pero seguro estará siempre en tu corazón .

Pienso que hiciste lo que debías hacer .

Tuviste la gran suerte de disfrutarlo por muchos años .

En alguna parte de tu casa , él te sonríe cada día .

Un abrazo

Mamen

Pinocho dijo...

Sólo darte un fuerte abrazo, A mi niño le llevamos hace nada. Si te sirve de algo estarán por ahí corriendo juntos, lo se.
Un besazo.

Anónimo dijo...

Me has partido en dos richard...segun iba leyendo se me iba encogiendo el estómago, pero cuando han aparecido los niños en escena...a partir de ese momento me ha empezado una congoja que no podía frenar. Jo, por un momento os estaba viendo en la cama acariciándole, que bonito homenaje le has hecho, pero que suerte ha tenido él con teneros hasta el final.
Un abrazo enorme cargado de besos tiernos.
Begus

KAMELUCHA,.,.,.,.,., dijo...

Deseo de corazon que poco a poco esten mejor y los niños que ufff les hara muchsima falta, ya lo creo que si,,yo con mi bendito insonnio y aca con mi figaro ,ya ves mi chico se fue hoy esta ya en Venezuela y estos ires y venires uff que mal se llevan amigo ,,que mal,eso y el resto, ustedes cuidense mucho y porque no traemos otra mascotica,???se que no reemplaza al que se fue,,,no no eso ara nada,,pero traera una alegria renovada y quizas les haga falta a los crios..
un abrazo grande,,,y un poquitico de tiempo mas,,solo un poco...
un besote ,,para todoss

Djabliyo dijo...

Acabo de enterarme hace unos minutos, lo justo para leer la desgarradora historia y, secándome las lágrimas, los comentarios que te han ido dejando.

Me hago una pequeña idea de por lo que estáis pasando, ya que mientras leía este bello homenaje, mi mente volvía a los momentos en torno a la muerte de Dharma, mi perra, hace ya más de diez años.

Como tú, hube de tomar la decisión de terminar con su sufrimiento, y como tú, también me asaltó la culpabilidad, la falsa esperanza de pensar que tal vez pudiera suceder ese milagro que salvara la vida que en aquel momento más me importaba en este mundo.

En su caso no fue por el peso de los años, sino por un cáncer que la ínvadió hasta el punto en que sufría dolor todo el tiempo.

Y sí, tienes razón, intentó luchar contra la eutanasia, porque su apego a la vida era supremo. Pero no habría sobrevivido.

En el caso de Chuski, ya llevaba unas semanas deteriorándose cada vez más, y muchos nos lo veíamos venir. En mi caso, ese conocimiento de lo que se avecinaba me ha afectado profundamente, y aunque imaginaba que le quedaba poco, pensé que podría estar con vosotros, daros mi apoyo, o lo que fuera necesario, cuando llegase el momento.

A él ya no lo podré cuidar más, pero ya sabéis dónde me tenéis.

Anónimo dijo...

"[...] nosotros no humanizamos a los animales, son ellos los que nos hacen ser mas humanos y mejores personas." (Savifa)

Es absolutamente cierto y es en estos casos, cuando nos han acompañado durante tantos años conviviendo con nosotros y siendo testigos de tantos episodios que son importantes en nuestra vida, que podemos darnos cuenta de ello.

Son mucho más que amigos, son un miembro más de la familia en pleno derecho. Cuando se van, se va con ellos una parte de nosotros mismos.

Es una noticia muy triste y todos le echaremos de menos.

Un abrazo, Richard.

Amparo dijo...

Preciosas fotos de la bola de pelo. Menudos ojazos. La verdad es que ya lo hablamos todo por teléfono pero recuerda, sobre todo, que el enano ha tenido una vida de príncipe durante toda su larga vida. Le tocó la lotería cuando Maruja lo recuperó del arroyo. Y encima habéis tenido la suerte (y la valentía) de ayudarle a terminar este capítulo con dignidad. Cada vez que me he despedido de uno de mis perros, y van varios en 45 años, juro que nunca más, pero cuando recupero la cordura pienso que el mejor homenaje que les puedo hacer es ayudar a otro a vivir. Si me reencarnase en perro o en gato pediría al lama que asigna las casillas ir a parar a la tuya o a la mía ;-) Beso grande.

Salegna dijo...

Lo siento muchísimo querido Foscardo, permíteme que para esto te llame Richard, te escribo con lagrimas en los ojos, me he emocionado con lo que habéis pasado e imagino vuestro dolor, lo siento muchísimo, solo decirte aunque ya lo sabes, que Chuskete ha sido afortunado de tener una familia como vosotros y de el amor que ha recibido hasta el último instante. Un beso y un abrazo a toda la familia y que os recuperéis de la perdida, estoy segura que siempre seguirá en vuestro corazones.
Una abraçada i un petó molt gran a tota la familia.
Salegna

foscardo dijo...

Moltes gracies Salenga.
Petóns per tu!

Anónimo dijo...

Lo siento Richard, de veras. Hace poco el gato de una amiga mia murió también, el 25 de abril.
No sabía nada, no me enteré... :(

Un abrazo
Jon