miércoles, enero 31, 2007

Érase una vez dos trozos de tomate...

Hay cosas que los niños no deben saber. Hay cosas que los niños, siendo niños no deberían saber nunca. Son cosas que, ya una vez de mayores y con un cierto criterio o grado de inteligencia se podría llegar a entender aunque con cierta dificultad para asimilar. Sobre todo cuando toca a una parte de tu propia familia. Los niños juegan, siempre, y lo hacen imitando lo que sus tiernos ojos alcanzan a ver. Pero sigo insistiendo que hay cosas que no deberían ni ser utilizadas como un juego ni ser pasto de la mirada de un niño. Ahora veréis a que me refiero.

Estaba yo un buen día comiendo con mis sobrinos, antes de que vinieran a vivir con nosotros, antes de la hecatombe que me los apartó de mi lado cuando, en un momento dado mi sobrino cortó un tomate. Hasta aquí nada extraño. El intríngulis llegó a continuación. Mi sobrino tomó los dos pedazos del tomate y acto seguido comenzó a refregarlos entre si y a emitir una serie de gemidos muy característicos de cuando dos personas están practicando sexo. Lo peor del caso fue que los gemidos pasaron a palabras y ahí fue cuando se me erizaron todos los pelos de la nuca. Lo que pronunciaba mi sobrino eran dos nombres, uno el de su tía, no la Sargento de Hierro, ni la esquizofrénica, ni la borracha sino otra, una culogordo, hortera, ludópata , chabacana como el resto de familia y más vaga que la cigarra de la fábula de Esopo (y que en esos momentos vivía refujiada con ellos porque la buscaba hacienda después no pagar impuestos porque se los había pulido en el bingo). El otro el de su abuelo. Si, un ser que nunca se había preocupado por ellos y que los trataba peor que la mierda...
Bueno, sigamos con el tomate. Los críos, al unísono, se tomaron a risa la delicada situación. Yo no. Yo aparté la cara hacia un lado con terribles ganas de vomitar. A ver, los escarceos sexuales del abuelo de los niños con su hijastra (ya que el retoño era hija de su mujer y el tipo la adopto desde que era casi un bebe) era un tema que el capullo y la Sargento me habían mencionado y yo si quería me lo creía o no, aun contando con mis sospechas propias después de percibir ciertos detalles de su vida cotidiana.
Bueno a lo que iba...
"Al Tito le hace gracia" soltó de repente mi sobrino. Yo le insistí de nuevo que de gracia ninguna. "Es que el abuelo y la tita están enamorados" me justificó. Y yo, sin llegar a ser mojigato ni tener respuestas concretas para ese momento les dije. "Hay cosas que entre familia no se hacen". Claro, uno luego se da cuenta de cosas que te hacen meditar. "¿Si al fin y al cabo no son familia directa por qué no pueden tener relaciones?" fue una de mis primeras preguntas que me hice. Pero no sé, mi cerebro lo rechazó y me replicó. "A ver, si ellos son adultos que haga lo que quieran..." pero no me servía... Había algo allí que no encajaba y que producía un tremendo mal rollo. Tardé un poco en darme una respuesta, ojo no una excusa que me fuera válida para mí, sino una respuesta que englobase todo aquel aberrante galimatías. Me dije "Son adultos, si. Son parientes, relativamente. Él la había criado a ella desde pequeña, seguramente hasta le habría cambiado los pañales y jugado al caballito con ella, seguro. Y ahora son amantes... vale, puede ser valido aunque chocante." Lo que no ya no encontraba válido es que dos niños sepieran y asimilaran como algo normal que su abuelo y su tía jueguen al Teto cada noche y que, por ello, su abuelo les quitaba el agua para la ducha, cortaba la luz, no les hacian la cena, no iban al colegio a buscarlos, ni se preocupaban de ellos, gastándose ambos la pasta de la pensión en el bingo para luego exigirle al capullo más dinero e írselo a gastar de nuevo al susodicho lugar donde venden cartoncitos numerados... y, sobre todo educar a esos niños con el concepto entre familia también se folla como si fuese normal. Todo para que se fueran de su casa porque en definitiva les molestaba e interfería en su supuesta "intimidad". Entonces me vino una imagen a la cabeza. Algo horrendo. ¿Y si el abuelo se cansaba de la tía y buscaba un cuerpo más joven y tierno? ¿Alguien inocente al que poder engañar y llevárselo a la cama con tonterías y mentirijillas tales como eso que vamos a hacer está bien y es normal y natural? Ha pasado el tiempo. El viejo sigue con la tía. Pero también va a buscar a los niños al colegio inducido, como no, por la Sargento de Hierro. Ayer Miguel lo vio con mi sobrina, en la parada del bus, al parecer ella ya estaba mejor de la gripe pero parecía estar muy histérica dando saltos y brincos como un tententieso. Una asociación de ideas me llegó como un bofetón. ¿Por qué ahora si le interesa ir a buscar a los niños al cole? ¿No se quejó mi sobrina hace poco a mi hermana mi sobrina de dolores e infecciones de orina? Espero que solo sean elucubraciones mías y que la cosa no llegue a más que un abuelito que va a buscar a su nieta al cole. Vamos, como hacen la mayoría de los abuelitos de casi todo el mundo. Al menos los que no les gusta jugar a las médicos con su propia familia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperemos que el abuelo se comporte, y que mantenga las manos quietas. Vaya tela de familia, tiene para rato... Si sospechas algo diselo a la asistenta a ver si puede hablar con tu sobrina a solas o hacer algo para saber como están viviendo con su padre.

Un besote y un abrazo muy fuerte.

La Alexandra

Fle dijo...

No me fiaba del abuelo yo, ni de lejos. Con semejante mentalidad los niños no aprenderán nada bueno.

Creo que, como Xela dice, deberías tu o alguien hablar con tu sobrina y que le explique qué hace el abuelo en casa, que le cuente las cosas que él le dice que son normales.


En fin, que ánimo.
Slayer (http://aunrespiro.blogspot.com) ha dejado un post con una historia triste y el link a tu blog.
Si crees oportuno que yo haga lo propio, será un placer darte publicidad.

Un beso y mucha, mucha fuerza.

foscardo dijo...

Por mi ningun problema.

Mimi dijo...

Vaya tela... Me he pasado por aquí por el post de alex... Y no sé que decir... Solo eso, que vaya tela...