jueves, enero 25, 2007

Recomponiendo este extraño y enreversado puzzle

Hoy he ido a ver a mi hermana. Le he llevado su ración de Donuts, zumos y “Galletas Principe”. Es una adicta a todo ello. Por una sencilla razón. Su cuerpo, en continuo movimiento, le pide azúcar a toneladas. La he encontrado sola en la habitación. En cierta forma mejor porque su compañera, aunque buena persona es un poco aturdidora. La mujer sufre Alzheimer y cuando no esta dando besos a diestro y siniestros (cosa bonita y agradecida) te interrumpe las conversaciones con quejidos o cualquier tipo de comentario fuera de lugar. La ultima vez me pregunto cómo estaba mi madre y cuando le dije que estaba muerta se entristeció y no dejaba de decir que le daba mucha pena (luego se levantó y nos dijo a mi hermana y a mí que se estaba cagando y que no podía más porque iba a reventar), desde luego una muy extraña asociación de ideas (madre y mierda) que a estas alturas aun no he logrado descifrar…

Bueno, hoy he hablado con mi hermana de la situación que nos concierne. Me ha dicho que ayer tanto el capullo como la Sargento de Hierro le estuvieron acosando en llamadas interesándose por si había aparecido yo para llevarla a la Asistenta Social (en el caso de mi cuñado) o bien con “Holaaaa estoy con un momento libre y me he acordado de ti y te llamo para saber cómo estassss” a lo que añade, “Por cierto tu hermano es un hijo de la grandísima puta por que he tenido que pagar 700 euros del colegio bla bla bla y diez mil veces bla” (en el caso de la Sargento de Hierro). Yo le he comentado que ayer también me habían llamado, pero que en mi caso me colgaban. También resulta curioso que hoy que no había visita a la Asistenta no ha habido llamadas anónimas. Mi hermana me ha dicho que quien me hacía las llamadas era la Sargento. No me ha sorprendido en absoluto. He hablado con la enfermera jefe. Le he pedido si había forma de evitar las visitas de la mamarracha en cuestión. Me ha dicho que el médico le comentó que sin orden judicial no es posible, en todo caso ha ido a avisarle y he hablado con él. Hemos entrado en un despacho, el médico (con un asombroso parecido a Steven Spielberg) una doctora residente y yo, y allí le he soltado la historia. Ambos se han quedado de piedra. Algo sabían pero no todo. Me han llevado a la Asistenta Social del hospital. He hablado con ella. Los tres han coincidido que:

1. Si no hay orden judicial la Sargento puede entrar allí y torturar a mi hermana lo que le plazca, a no ser que mi hermana se queje y la expulsen, aunque solo momentáneamente.

2. Si mi hermana no quiere irse de permiso a pasear con mi cuñado, puede quedarse. Pero si ella quiere irse el hospital no puede evitarlo, incluso pueden ser denunciados por secuestro.

De momento y al respecto sólo nos queda resignarnos. Se acerca el fin de semana y mi hermana ya está con los nervios a flor de piel. Esperemos que el ataque sea esta vez menos agresivo que la ultima vez.

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