viernes, septiembre 08, 2006

La música... antes del Compact Disc

Antes de la llegada del “Compact Disc” existía el vinilo. Por regla general era redondo, plano y de color negro (aunque en plena era de la psicodélia aparecieron algunos discos de vinilo de color rojo, amarillo, blanco o multicolor). Disponía de tres medidas 7, 10 y 12 pulgadas y cada una de ellas funcionaba a una velocidad determinada denominadas "RPM" (revolución por minuto). El disco de vinilo vivía en plena armonía con otro soporte llamado “Cassette” (también conocido como “cinta magnetoescopica” o cinta de “Cassette”) y eso era debido a que no se podía grabar sobre el vinilo, cosa que en la cinta si, por eso precisamente se complementaban. Los discos de 7 pulgadas se llamaban "Singles" y funcionaban a "45 rpm" (es decir, que en un minuto habían dado un 45 vueltas sobre sí mismos) y con sonido estéreo. Por regla general tenían una canción grabada por cada una de sus dos caras, en la década de los 60 algunos podían tener hasta dos temas por cara pero dejaron de algo muy común porque precisamente los músicos comenzaron a alargar la duración de las canciones. Los 12 pulgadas eran discos con más capacidad. Se llamaban LP. Cabían como unas 12 canciones por ambas caras y funcionaban a “33 rpm” y en estéreo. De este tamaño también eran los denominados “Maxi Singles”, éstos aparecieron en el mercado a finales de la década de los 70. Normalmente estaban destinados hacia versiones extendidas de una canción y, curiosamente se reproducían a “45 rpm”. Los discos más antiguos de 10 pulgadas no se fabricaban en vinilo (por cierto un derivado del petróleo) sino que estaban hechos de piedra o de cera (se derretían o rompían con muchísima facilidad) Estos discos funcionaban a “16” o a “78 rpm” y en monoaural (un solo bafle).

Con la llegada del CD los discos de vinilo comenzaron a desaparecer. Primero lo hicieron los "Singles" y por ultimo los "LP". Los “Maxi Singles” sobrevivieron un tiempo más. Es más, los "Dj" profesionales aun los utilizan.
Había algo misterioso en los discos de vinilo. Siempre me preguntaba cómo era posible que se pudiera escuchar música poniendo la aguja de un tocadiscos sobre un surco (y es que los discos de vinilo tenían registrada la música en un surco sobre su superficie y en forma de espiral, eso sí, superhipermegacomprimida). Ahora y gracias a Internet he descubierto como sucedía.
Según la “Wikipedia” (que haría yo sin ella)

"El proceso de reproducción del disco de vinilo se basa en la conversión mecánica del movimiento que sufre la aguja al seguir el surco, en una señal eléctrica que presenta idénticas variaciones a las del surco. Esta señal eléctrica puede ser generada de diferentes formas, aunque lo más habitual es la de un conjunto de imán-bobina solidario al vástago de la aguja."

Si después de leerlo no lo habéis entendido no os preocupéis, lo
s posavasos plateados que tenéis en casa, límpidos como un espejo y que, en vez de protuberancias comprimidas dentro de un surco disponen de una serie de unos y ceros correlativos no les hace falta una aguja para que funcione, sólo un rayo láser de una frecuencia determinada.
Por cierto, los discos de vinilo tenían una vida limitada. Si los escuchabas mucho se gastaban y podía oírse un ruido mo
lesto de fondo ya sea a través de los altavoces o los auriculares. Era un sonido semejante a cuando se fríe bacón o patatas fritas. También solían rayarse. Es decir, no es que pillasen unos cabreos monumentales, sino que el surco sufría una alteración (debido a muchas cosas pero en especial por un golpe) y la guja o bien saltaba o se quedaba enganchada una y otra vez en el mismo fragmento de canción con el resultado de oír una frase o pieza musical mutilada o bien repetida hasta el aburrimiento. Había formas de arreglarlo. Eran formulas caseras pero muy efectivas. Una de ellas era apretar ligeramente y con el dedo sobre el compartimento donde se situaba la aguja o bien poner una moneda (1 peseta de las denominadas rubias) para que hiciese una poca de presión. El arreglo era chapucero, pero efectivo. Eso si la canción no volvía a ser la misma. El chasquido del arreglo siempre aparecía en el momento oportuno para recordarnos donde se había armado anteriormente el estropicio.
Por cierto las agujas también se gastaban o se rompía aun estando hecho con diamante o zafiro.
Los puristas del vinilo siempre suelen decir que las portadas eran verdaderas obras de arte. No lo voy a negar, tenían u
na magia especial cuando te topabas con ellas en una tienda de discos. El colorido, la estampación, el tacto... Era una gozada.
La carátula de un CD es demasiado limitada, además no te alegra tanto a la vista como lo hacia su predecesor. Sobre qué se oye mejor un compact o un vinilo hay gustos para todo. Un vinilo bien cuidado y con un equipo tipo pata negra supera con creces el sonido de un CD, sobre todo si se trata de música clásica o Jazz.

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