miércoles, septiembre 13, 2006

Regresión

Ayer fue un día extraño, uno de esos en los que se mueven millones de cosas ahí donde quiera que se escondan las emociones. Mis sobrinos comenzaron el nuevo curso escolar y lo hicieron en el mismo colegio donde mi hermana y yo cursamos primaria y EGB. Vamos, el viejo colegio de toda la vida. Ese lugar al que siempre guardas en tus recuerdos y del que ya he comentado algunas cosas en este "Blog". El viernes fui a inscribirlos. Resultó que Laura (mi sobrina) no tenía forma humana de conseguir plaza donde había elegido mi cuñado, un colegio (para mi) horrendo donde el "cholismo" se imponía ante todas las cosas. Al final, aliviado decidí llevarla al colegio de mi infancia, muy cerca de casa. Cuando entré estaba todo igual. Nada había cambiado desde cuando lo dejé en 1982. Parecía que no había pasado el tiempo. Eché un vistazo al vestíbulo. Sólo había un cambio, el director del centro ya no existía, había fallecido en 1997. Su lugar lo ocupaba su hija, que curiosamente había sido compañera de curso de mi hermana. En cuanto me vio me reconoció. Comenté la situación de la niña y me dijo que no había problema para matricularla, es más podía incluso matricular a mi sobrino si quería todo al haber sido mi hermana y yo ex alumnos.
Nos enseñó el colegio. Me hizo mucha ilusión aun así de no me hacerme casi falta. Conocía cada rincón, cada puerta… A cada paso que daba miles de imágenes se me agolpaban en la mente… Ahí estaba yo mi primer día de clase, agarrado a la mano de mi madre y a punto de echar cubos de lágrimas. También estaban las escaleras de acceso a las clases, donde bajaba raudo cuando éstas acababan, bien para ir al patio o bien para irme a casa. Vi el despacho de dirección, tal y como yo lo recordaba… Cuando llegué al patio incluso me pareció escuchar el sonido de las voces de todos mis compañeros y amigos. Cualquier lado en el que mirase ahí estaba yo con la bata azul a rayas. Incluso les enseñé mis sobrinos mi clase de párvulos… Me sentía como sumergido en una película de "Frank Capra".
Salimos al patio. Quizás el sitio que más transformaciones había sufrido. Pero aun y así mantenía su esencia. Aun vi la barandilla donde jugábamos a las películas, los patios pequeños donde nos escondíamos para no hacer gimnasia, los vestuarios, los baños, todo, absolutamente todo aun estaba allí. Mis sobrinos se entusiasmaron tanto con lo que vieron que incluso "Adam" me pidió que lo borrásemos de su colegio actual y lo matriculáramos donde había estudiado su madre y su tito. Y así lo hicimos.
Ayer fue su primer día. Yo pasé mala noche, pensando en como le iba a ir el nuevo curso. Parecía como si fuera a ser yo quien iba a comenzar las clases en vez de ellos. Los llevé andando desde casa. Mostrándoles el camino más rápido. No era mi ruta habitual pero si una de las que yo tomaba cuando se me hacía tarde llegar a clase. La llamaba "El Atajo". Los acompañé al patio y dejé a mi sobrino en la biblioteca con los otros alumnos de quinto de primaria. Precisamente en el edificio donde cursé primero y segundo de EGB. A mi sobrina fui a verla después, estaba esperando que la llevasen a comedor donde se encontraban los otros alumnos de ESO. Por un momento he sentido que mis sobrinos no eran ellos sino mi hermana y yo, y yo mismo era mis padres en el primer día de curso. La historia se repetía como treinta y seis años más tarde. Cuando fui a buscarlos por la mañana reconozco que iba un poco preocupado. No sabía si se habían integrado, si lo habían pasado bien o si les gustaba nada su nueva escuela. Me acordaba mucho de mis propias experiencias. Cuando salió mi sobrino, estaba sonriente y con muchas ganas de contarme cosas. "Aun era pronto para hacer amigos, pero ya se había puesto en ello". Me comentó. Estaba sentado junto a él esperando a mi sobrina cuando oí a alguien que me llamaba. De repente vi a una mujer que me sonaba mucho su cara. Me levanté, me acerqué y ella me preguntó: "¿No te acuerdas de mí?, fui tu profesora de primero..." Yo me quedé de piedra flipando pepinillos como dirigibles. ¡Mi profesora de primero de básica y treinta y seis años más tarde aun está en activo! Resulta también iba a ser una de las profesoras de mi sobrino. Pero ahí no acabó todo. Me llevó al otro lado de la sala, se acercó otra señora y le dijo: "¿Sabes quién es esté señor?" La otra mujer me miró y le dijo: "La verdad es que me suena pero de hace muchísimo tiempo..." Y entonces ella le dijo mi apellido. (Nos conocían y nos trataban por él como norma general) La mujer como que se alegra de verme. ¡Era mi profesora de párvulos quien me enseñó a la forma de las vocales y algunos números! Aquello, por un momento parecía un episodio de "Twilight Zone". Uno de esos en los que el tiempo sufría un extraño pliegue y personajes del pasado se mezclaban con los del futuro y todos juntos daban un triple salto mortal sin red. Reconozco que durante el día me costó mucho asimilar que mis profesoras de mi infancia, lejanas ya en la memoria, aun estuvieran en activo. También vi a más profesores. Uno de ellos mi profesor de historia y dibujo de sexto, séptimo y octavo. Otra de las profesoras de mi sobrino iba a ser la primera profesora que tubo mi hermana en ese colegio, cuando comenzó primero de básica. También vi a niños las típicas batas escolares, las mismas que utilicé yo, y ha sido muy emotivo…

Por cierto anoche en Barcelona, después de mucho tiempo, llovió de forma torrencial. Lo mismo que sucedió en el fondo de mi corazón.

1 comentario:

Eva dijo...

aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiissssssssssssssssssssssssss qué bonito todo, menos mal ver hoy a alguien con tanta humanidad.